El conservador Miguel del Prado y Lisboa (Marqués de Acapulco), que detentó la representación parlamentaria del distrito de Martos
durante la mayoría de la primera década del siglo XX, tras las elecciones a
diputados a Cortes celebradas el año 1910 sería relevado en el cargo por un abogado
liberal, natural de La Guardia (Jaén), llamado Virgilio Anguita Sánchez. Consigue su acta tras reñida pugna con el joven abogado y publicista Eduardo
Barriobero y Herrán, presentado por la naciente coalición
republicana-socialista.
Las aunadas huestes liberales y conservadoras
de todas las poblaciones del distrito (Martos, Torredonjimeno, Fuensanta,
Valdepeñas, Jamilena, Higuera de Calatrava, Santiago de Calatrava y Porcuna) tuvieron que desplegar todo tipo de artimañas
para evitar la victoria del candidato de la oposición antidinástica. Cierto obstruccionismo
contra Barriobero durante la campaña electoral (detenido en Porcuna) y un
descarado pucherazo perpetrado en la villa de Jamilena terminarían siendo
determinantes en el resultado final (véanse detalles relacionados con aquella contienda electoral).
En las siguientes citas con las urnas (1914 y 1916),
coincidiendo con un periodo de crisis de aquel emergente socialismo provincial,
Anguita consiguiría renovar su acta prácticamente sin oposición.
El diputado
Anguita participaría activamente en la aireada campaña orquestada en favor del
indulto de los Hermanos Nereo de Porcuna (de junio a septiembre de 1915), lo que
contrasta con cierta tibieza o actitud menos comprometida mostrada a la hora de
hacerse cargo de su defensa, tal como manifestaron los propios reos que depositaron en él su confianza para que les representara ante el primer tribunal militar
encargado de enjuiciarles. Terminaría alegando “estar enfermo e imposibilitado para el ejercicio de la profesión”
y pasándole la papeleta a su hermano Fernando, también abogado. Extraña trama,
creemos que arreglada desde Porcuna, para retrasar el proceso e intentar evitar en
lo posible la terrible jurisdicción militar, ya que normativamente la defensa era
competencia exclusiva de un togado militar, como finalmente ocurrió.
Su carrera política se proyecta considerablemente a
finales de 1915 cuando es designado para hacerse cargo de la Dirección
General de Bellas Artes, en la que permanece por espacio de dos años.
Alguna
prensa ironizaba con agudo ingenio sobre los especiales vínculos que mantenía con sus
electores y su capacidad de gestión al frente de tal responsabilidad:
“El
Director General de Bellas Artes, señor Anguita, siente debilidad por las
figuritas de yeso, y parece que tiene el propósito de regalar una Venus y un Apolo
a cada uno de sus electores de Martos.
En el tiempo que lleva al frente de la
Dirección ha pedido ya sesenta colecciones de vaciados a la Academia de San
Fernando, y como ésta no puede autorizar más que la concesión de doce
colecciones anualmente, ha sido imposible complacer al señor Anguita, cosa que
le ha puesto de muy mal humor.
Contra el vicio de pedir…”
(La
Acción 1 de agosto de 1916)
Para las elecciones convocadas para el 24 de febrero
de 1918, en el marco de una nueva coyuntura sociopolítica, el diputado Anguita
tendrá que luchar contra el candidato de una reorganizada conjunción republicano-socialista
que concurre a aquel proceso como “Alianza de Izquierdas”. Sería designado para
intentar arrebatarle el acta el periodista y escritor Augusto Vivero, director
del diario El Mundo.
El malestar
social generado por la gran guerra europea y el consiguiente encarecimiento de
las subsistencias, la represión ejercida contra las organizaciones obreras tras
la Huelga General de agosto de 1917 y especialmente los nuevos aires o esperanzas propiciados por el triunfo de la revolución bolchevique en Rusia en
octubre de ese mismo año, auguraban importantes apoyos electorales para los
candidatos de la Alianza entre las clases medias y proletarias.
En
poblaciones del distrito como Martos, Torredonjimeno o Porcuna sus otrora
pujantes sociedades obreras se predisponen a salir del letargo del periodo
inmediatamente anterior.
Augusto Vivero
El
candidato se personó sin avisar en Martos el día 4 de febrero. Visitó su Centro Obrero,
trasmitiendo a sus asociados palabras de elogio sobre el correcto funcionamiento
de su Escuela y de la Cooperativa que tenían organizada. Dedicó sus primeros
días de campaña a recibir a comisiones de las vecinas localidades de Jamilena y
Torredonjimeno. El día 7 se traslada a esta última donde celebra una
“numerosa y entusiasta reunión” con
los representantes de los partidos de izquierda por la mañana y un mitin por la tarde.
En Martos,
donde existía una antigua y sólida organización republicana que coaligada con
los socialistas gozaba de representación municipal, se realiza un especial despliegue
electoral.
El día 8
en un atestado teatro (se quitaron las butacas para ganar en capacidad) Augusto Vivero pronunció un “brioso discurso que duró hora y media,
fijando la actitud acerca de los interés nacionales e internacionales, e
invocando el interés y la necesidad de derrotar al estéril caciquismo”. Le precedieron
en el uso de la palabra el redactor de El Socialista Antonio Fernández de Velasco, el concejal conjuncionista marteño Pedro Álvarez Castillo y Juan Estrella Ortega, un fervoroso y
consecuente socialista venido desde Torredonjimeno.
Al día
siguiente, aprovechando la presencia en la ciudad de la Peña de la compañía cómico-dramática
de Lola Ramos, se contrataron sus servicios para ofrecer una atractiva y
gratuita función en honor del candidato Vivero. En un teatro engalanado con las
banderas de las fuerzas políticas de la izquierda se representó “El lobo” de Joaquín
Dicenta.
“Al final se leyeron entusiastas trabajos en
pro del indudable triunfo de la candidatura y unas vibrantes cuartillas, originales de
Lola Ramos, resultando la función un verdadero mitin”.
|
Después de visitar la Fuensanta de Martos y sus
aldeas aledañas la siguiente escala de su periplo electoral se correspondía con la ciudad
de Porcuna.
Al no disponer
de un local con la capacidad suficiente para sus expectativas requirió el
oportuno permiso del Gobernador Civil al objeto de celebrar un mitin al aire
libre. Llegada la hora anunciada, éste no había llegado y sus impacientes seguidores
se estacionaron debajo del balcón de la fonda en la que se hallaba alojado, desde
donde les tuvo que dirigir la palabra para calmar los excitados ánimos. Ante
las insistencias del pueblo se organizó una imponente manifestación en dirección
al Paseo de Jesús.
Desde el
andamio de los músicos pronunció un vibrante discurso. Seguido de una enorme
muchedumbre y entre atronadores vivas regresaba a la fonda. Después visitó el
Centro Obrero que en sesión extraordinaria acordó nombrarle “socio de honor”.
“Reina gran entusiasmo y fuerte indignación
contra los caciques”.
El
candidato, consciente de la particular estructura social del pueblo de Porcuna,
con el fin de allegar a su causa el voto del pequeño y mediano propietario
agrícola, hizo llegar a algunas redacciones de periódicos de tirada nacional un telegrama dirigido al Ministro de Fomento,
en el que se demandaba la urgente agilización de los trámites para la
reedificación del Puente de Cañete sobre el arroyo Salado:
El Liberal 26 de febrero de 1918 |
A renglón seguido le esperaban los ciudadanos de
Higuera y Santiago de Calatrava. Y por último en Valdepeñas de Jaén, donde el
veterano luchador republicano Gregorio Milla Martínez tenía estructurada una
potente organización desde antaño.
El seguimiento de la campaña lo hemos realizado básicamente
a través de prensa republicana y socialista. A falta de prensa provincial,
carecemos de información sobre los actos organizados por los partidarios del
candidato liberal Virgilio Anguita, cuya intervención en el proceso creemos que
no iría mucho más allá de una reunión previa con los representantes de los
diferentes pueblos que componían el distrito, en quienes depositaba su
confianza plena a la hora de hacer y deshacer en asuntos electorales. En Porcuna,
fallecido su amigo Don Luis Aguilera y Coca, sus hombres de confianza para esta
nueva cita con las urnas fueron don Pedro Funes Pineda y don Emilio Sebastián González.
El resultado final de aquellos comicios se
decantó por un margen aproximado de 700
votos en favor del candidato liberal. Con excepción de la ciudad de Martos, en
la que Vivero se impuso con claridad (1959 frente a 529), en todos los demás
pueblos del distrito se impusieron los monárquicos.
Se despertó la sospecha de un pucherazo
perpetrado en Porcuna. Al tenerse noticia de ello en el momento mismo del
escrutinio, en el que se hallaba presente el Sr. Anguita, la exacerbada
indignación de parte del vecindario marteño, “obligó a Anguita a abandonar la
población por calles extraviadas, protegido por varias parejas de la guardia
civil”.
Del cruce
epistolar mantenido en la prensa entre el candidato triunfante y el
perdedor-acusador en torno al asunto, entresacamos lo siguiente:
“Lo del pucherazo de Porcuna es totalmente incierto,
como cuando tiende a significar a la opinión publica el desagrado hacia mi
candidatura en aquel pueblo.
Lo ocurrido es que en Martos, como
hay fuerzas republicanas, obtuvo la mayoría su candidato, y en todos los demás pueblos
yo, porque predominan los monárquicos, especialmente en Porcuna, donde presenció
la elección el señor Vivero.
La prueba de que mi victoria lo ha sido en
lucha legal, es que ayer no se formuló ninguna protesta”.
(Carta
de Virgilio Anguita publicada en El Liberal de 2 de marzo de 1918)
Para que
una protesta fuera estimada tenía que ir acompañada de un acta notarial, cosa difícilmente
al alcance de los posibles de los porcunenses que participaran como interventores
del candidato republicano-socialista.
La réplica
de Vivero, publicada por el mismo periódico al día siguiente, resulta
especialmente clarificadora e ilustrativa sobre los métodos empleados por el
caciquismo y sobre los especiales vínculos del diputado con el pueblo de Porcuna:
“No es exacto que yo presenciara las
elecciones en Porcuna. Llegué allí a las tres de la tarde, cuando ya se había
consumado la hazaña. A tal hora, los frascos de cristal con que los caciques protectores
de la candidatura del Sr. Anguita habían suplido las urnas mostraban como en
ciertas ocasiones la boca ancha de un recipiente que hace el milagro de que un
candidato malquerido la víspera resulte el más simpático a la opinión.
Lo que afirma el Sr. Anguita tocante a las
simpatías de que goza en Porcuna seguramente asombrará allí. Asombrará porque
todo el mundo supone que al no mostrarse desde hace mucho tiempo en aquel
pueblo se debe a cosa distinta a ese entusiasta fervor popular a que alude en
su despacho. Lo rectificaré gustoso cuando sepa que el Sr. Anguita ha estado en
Porcuna.
Y nada más. Para otra vez ya procuraremos
que los caciques porcunenses guarden de la elección otro recuerdo menos grato
que el obtenido imponiéndose a la voluntad del cuerpo electoral”.
(No
hubo contrarréplica)
Con el acta
en el bolsillo el polivalente político liberal Virgilio Anguita accedía a la Dirección
General de Agricultura. No volvería a presentarse por el distrito de Martos. En
vísperas de las elecciones adelantadas para
junio de 1919 cambió de familia política (de Prietista a Romanonista)
resultando elegido nuevamente diputado, ahora por la circunscripción de Jaén
capital.
FUENTES
UTILIZADAS
El Socialista. Hemeroteca de la Fundación Pablo
Iglesias.
El País, El Liberal y otros. Hemeroteca digital de
la Biblioteca Nacional.
Biblioteca Virtual de Prensa Histórica del
Ministerio de Cultura.
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