Espacio abierto dedicado al estudio de las historias locales de los municipios de Castro del Río (Córdoba), Porcuna (Jaén) y Motril (Granada), así como sus adyacentes. Recomiendo la utilización del apartado de comentarios para aportaciones, consideraciones, críticas o rectificaciones. De igual manera, está disponible para quienes deseen colaborar con la publicación de artículos o aportando documentos, sobre cualquier tema de carácter histórico relacionado con dichas poblaciones.

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05 abril 2014

Las elecciones a Diputado a Cortes por el distrito de Martos del año 1918.



    El conservador Miguel del Prado y Lisboa (Marqués de Acapulco), que detentó la representación parlamentaria del distrito de Martos durante la mayoría de la primera década del siglo XX, tras las elecciones a diputados a Cortes celebradas el año 1910 sería relevado en el cargo por un abogado liberal, natural de La Guardia (Jaén), llamado Virgilio Anguita Sánchez. Consigue su acta tras reñida pugna con el joven abogado y publicista Eduardo Barriobero y Herrán, presentado por la naciente coalición republicana-socialista.
     Las aunadas huestes liberales y conservadoras de todas las poblaciones del distrito (Martos, Torredonjimeno, Fuensanta, Valdepeñas, Jamilena, Higuera de Calatrava, Santiago de Calatrava y Porcuna)  tuvieron que desplegar todo tipo de artimañas para evitar la victoria del candidato de la oposición antidinástica. Cierto obstruccionismo contra Barriobero durante la campaña electoral (detenido en Porcuna) y un descarado pucherazo perpetrado en la villa de Jamilena terminarían siendo determinantes en el resultado final (véanse detalles relacionados con aquella contienda electoral).
    En las siguientes citas con las urnas (1914 y 1916), coincidiendo con un periodo de crisis de aquel emergente socialismo provincial, Anguita consiguiría renovar su acta prácticamente sin oposición.
    El diputado Anguita participaría activamente en la aireada campaña orquestada en favor del indulto de los Hermanos Nereo de Porcuna (de junio a septiembre de 1915), lo que contrasta con cierta tibieza o actitud menos comprometida mostrada a la hora de hacerse cargo de su defensa, tal como manifestaron los propios reos que depositaron en él su confianza  para que les representara ante el primer tribunal militar encargado de enjuiciarles. Terminaría alegando “estar enfermo e imposibilitado para el ejercicio de la profesión” y pasándole la papeleta a su hermano Fernando, también abogado. Extraña trama, creemos que arreglada desde Porcuna, para retrasar el proceso e intentar evitar en lo posible la terrible jurisdicción militar, ya que normativamente la defensa era competencia exclusiva de un togado militar, como finalmente ocurrió. 


    Su carrera política se proyecta considerablemente a finales de 1915 cuando es designado para hacerse cargo de la Dirección General de Bellas Artes, en la que permanece por espacio de dos años.
    Alguna prensa ironizaba con agudo ingenio sobre los especiales vínculos que mantenía con sus electores y su capacidad de gestión al frente de tal responsabilidad:

    “El Director General de Bellas Artes, señor Anguita, siente debilidad por las figuritas de yeso, y parece que tiene el propósito de regalar una Venus y un Apolo a cada uno de sus electores de Martos.
     En el tiempo que lleva al frente de la Dirección ha pedido ya sesenta colecciones de vaciados a la Academia de San Fernando, y como ésta no puede autorizar más que la concesión de doce colecciones anualmente, ha sido imposible complacer al señor Anguita, cosa que le ha puesto de muy mal humor.
    Contra el vicio de pedir…”

(La Acción 1 de agosto de 1916)

    Para las elecciones convocadas para el 24 de febrero de 1918, en el marco de una nueva coyuntura sociopolítica, el diputado Anguita tendrá que luchar contra el candidato de una reorganizada conjunción republicano-socialista que concurre a aquel proceso como “Alianza de Izquierdas”. Sería designado para intentar arrebatarle el acta el periodista y escritor Augusto Vivero, director del diario El Mundo.
    El malestar social generado por la gran guerra europea y el consiguiente encarecimiento de las subsistencias, la represión ejercida contra las organizaciones obreras tras la Huelga General de agosto de 1917 y especialmente los nuevos aires o esperanzas propiciados por el triunfo de la revolución bolchevique en Rusia en octubre de ese mismo año, auguraban importantes apoyos electorales para los candidatos de la Alianza entre las clases  medias y proletarias.
     En poblaciones del distrito como Martos, Torredonjimeno o Porcuna sus otrora pujantes sociedades obreras se predisponen a salir del letargo del periodo inmediatamente anterior.

Augusto Vivero

    El candidato se personó sin avisar en Martos el día 4 de febrero. Visitó su Centro Obrero, trasmitiendo a sus asociados palabras de elogio sobre el correcto funcionamiento de su Escuela y de la Cooperativa que tenían organizada. Dedicó sus primeros días de campaña a recibir a comisiones de las vecinas localidades de Jamilena y Torredonjimeno. El día 7 se traslada a esta última donde celebra una “numerosa y entusiasta reunión” con los representantes de los partidos de izquierda por la mañana  y un mitin por la tarde.
    En Martos, donde existía una antigua y sólida organización republicana que coaligada con los socialistas gozaba de representación municipal, se realiza un especial despliegue electoral.
    El día 8 en un atestado teatro (se quitaron las butacas para ganar en capacidad) Augusto Vivero pronunció un “brioso discurso que duró hora y media, fijando la actitud acerca de los interés nacionales e internacionales, e invocando el interés y la necesidad de derrotar al estéril caciquismo”. Le precedieron en el uso de la palabra el redactor de El Socialista Antonio Fernández de Velasco, el concejal conjuncionista marteño Pedro Álvarez Castillo y Juan Estrella Ortega, un fervoroso y consecuente socialista venido desde Torredonjimeno.



   Al día siguiente, aprovechando la presencia en la ciudad de la Peña de la compañía cómico-dramática de Lola Ramos, se contrataron sus servicios para ofrecer una atractiva y gratuita función en honor del candidato Vivero. En un teatro engalanado con las banderas de las fuerzas políticas de la izquierda se representó “El lobo” de Joaquín Dicenta.

  “Al final se leyeron entusiastas trabajos en pro del indudable triunfo de la candidatura  y unas vibrantes cuartillas, originales de Lola Ramos, resultando la función un verdadero mitin”. 
    Después de visitar la Fuensanta de Martos y sus aldeas aledañas la siguiente escala de su periplo electoral se correspondía con la ciudad de Porcuna.



   Al no disponer de un local con la capacidad suficiente para sus expectativas requirió el oportuno permiso del Gobernador Civil al objeto de celebrar un mitin al aire libre. Llegada la hora anunciada, éste no había llegado y sus impacientes seguidores se estacionaron debajo del balcón de la fonda en la que se hallaba alojado, desde donde les tuvo que dirigir la palabra para calmar los excitados ánimos. Ante las insistencias del pueblo se organizó una imponente manifestación en dirección al Paseo de Jesús.



   Desde el andamio de los músicos pronunció un vibrante discurso. Seguido de una enorme muchedumbre y entre atronadores vivas regresaba a la fonda. Después visitó el Centro Obrero que en sesión extraordinaria acordó nombrarle “socio de honor”.

    “Reina gran entusiasmo y fuerte indignación contra los caciques”.

   El candidato, consciente de la particular estructura social del pueblo de Porcuna, con el fin de allegar a su causa el voto del pequeño y mediano propietario agrícola, hizo llegar a algunas redacciones de periódicos de tirada nacional  un telegrama dirigido al Ministro de Fomento, en el que se demandaba la urgente agilización de los trámites para la reedificación del Puente de Cañete sobre el arroyo Salado:

El Liberal 26 de febrero de 1918

   A renglón seguido le esperaban los ciudadanos de Higuera y Santiago de Calatrava. Y por último en Valdepeñas de Jaén, donde el veterano luchador republicano Gregorio Milla Martínez tenía estructurada una potente organización desde antaño.


    El seguimiento de la campaña lo hemos realizado básicamente a través de prensa republicana y socialista. A falta de prensa provincial, carecemos de información sobre los actos organizados por los partidarios del candidato liberal Virgilio Anguita, cuya intervención en el proceso creemos que no iría mucho más allá de una reunión previa con los representantes de los diferentes pueblos que componían el distrito, en quienes depositaba su confianza plena a la hora de hacer y deshacer en asuntos electorales. En Porcuna, fallecido su amigo Don Luis Aguilera y Coca, sus hombres de confianza para esta nueva cita con las urnas fueron don Pedro Funes Pineda y don Emilio Sebastián González.
    El resultado final de aquellos comicios se decantó por un  margen aproximado de 700 votos en favor del candidato liberal. Con excepción de la ciudad de Martos, en la que Vivero se impuso con claridad (1959 frente a 529), en todos los demás pueblos del distrito se impusieron los monárquicos.
    Se despertó la sospecha de un pucherazo perpetrado en Porcuna. Al tenerse noticia de ello en el momento mismo del escrutinio, en el que se hallaba presente el Sr. Anguita, la exacerbada indignación de parte del vecindario marteño, “obligó a Anguita a abandonar la población por calles extraviadas, protegido por varias parejas de la guardia civil”.
    Del cruce epistolar mantenido en la prensa entre el candidato triunfante y el perdedor-acusador en torno al asunto, entresacamos lo siguiente:

   “Lo del pucherazo de Porcuna es totalmente incierto, como cuando tiende a significar a la opinión publica el desagrado hacia mi candidatura en aquel pueblo. 

    Lo ocurrido es que en Martos, como hay fuerzas republicanas, obtuvo la mayoría su candidato, y en todos los demás pueblos yo, porque predominan los monárquicos, especialmente en Porcuna, donde presenció la elección el señor Vivero.

   La prueba de que mi victoria lo ha sido en lucha legal, es que ayer no se formuló ninguna protesta”.

(Carta de Virgilio Anguita publicada en El Liberal de 2 de marzo de 1918)

   Para que una protesta fuera estimada tenía que ir acompañada de un acta notarial, cosa difícilmente al alcance de los posibles de los porcunenses que participaran como interventores del candidato republicano-socialista.



   La réplica de Vivero, publicada por el mismo periódico al día siguiente, resulta especialmente clarificadora e ilustrativa sobre los métodos empleados por el caciquismo y sobre los especiales vínculos del diputado con el pueblo de Porcuna:

  “No es exacto que yo presenciara las elecciones en Porcuna. Llegué allí a las tres de la tarde, cuando ya se había consumado la hazaña. A tal hora, los frascos de cristal con que los caciques protectores de la candidatura del Sr. Anguita habían suplido las urnas mostraban como en ciertas ocasiones la boca ancha de un recipiente que hace el milagro de que un candidato malquerido la víspera resulte el más simpático a la opinión.
    Lo que afirma el Sr. Anguita tocante a las simpatías de que goza en Porcuna seguramente asombrará allí. Asombrará porque todo el mundo supone que al no mostrarse desde hace mucho tiempo en aquel pueblo se debe a cosa distinta a ese entusiasta fervor popular a que alude en su despacho. Lo rectificaré gustoso cuando sepa que el Sr. Anguita ha estado en Porcuna.
   Y nada más. Para otra vez ya procuraremos que los caciques porcunenses guarden de la elección otro recuerdo menos grato que el obtenido imponiéndose a la voluntad del cuerpo electoral”.

(No hubo contrarréplica)

   Con el acta en el bolsillo el polivalente político liberal Virgilio Anguita accedía a la Dirección General de Agricultura. No volvería a presentarse por el distrito de Martos. En vísperas de  las elecciones adelantadas para junio de 1919 cambió de familia política (de Prietista a Romanonista) resultando elegido nuevamente diputado, ahora por la circunscripción de Jaén capital. 

FUENTES UTILIZADAS

    El Socialista. Hemeroteca de la Fundación Pablo Iglesias.
    El País, El Liberal y otros. Hemeroteca digital de la Biblioteca Nacional.
    Biblioteca Virtual de Prensa Histórica del Ministerio de Cultura.

01 octubre 2012

La Gran Feria de Ganado de Cañete de las Torres a principios del siglo XX .


Feria de la Salud - Córdoba 1915 (Fot. Castellá)

     La Feria de San Miguel de la villa cordobesa de Cañete de las Torres, por calendario y ubicación geográfica, ha sido tradicionalmente una de las ferias de ganado más notables y visitadas por los habitantes de una de las comarcas agrícolas más ricas de Andalucía (Campiña de Jaén y Córdoba).
    Crónicas y anuncios de principios del siglo XX ya la refieren como una de las más importantes y renombradas desde tiempo inmemorial, siendo tradicional la concurrencia de hasta quince poblaciones limítrofes o cercanas. 


     Bujalance y Porcuna, por proximidad y por el propio peso específico de sus respectivas agriculturas, históricamente la han tenido como referente por la importancia y volumen de sus transacciones ganaderas.



     Por poner un ejemplo, a la del año 1909, a la que pertenece la fotografía, acudieron feriantes que presentaron más de cinco mil cabezas de ganado, que fueron vendidas muy bien entre los numerosos compradores de los pueblos que asisten a esta feria.


Otras Ferias

1901
1903

     En esos mismos albores del siglo XX, se da la circunstancia de que la Feria de Bujalance, que se iniciaba el 24 de septiembre, prácticamente quedaba ensombrecida en lo comercial por la de Cañete, que venía a ser una prolongación de aquella:


Desde Bujalance

De la crónica remitida por Antonio Zurita al Diario de Córdoba (1903)


     Hubo años, que el Círculo de Labradores de Bujalance desplazaba y montaba su propia tienda de campaña.
     Sobre la manera en que se realizaba aquella peregrinación con el doble carácter comercial y festivo, con predominio del elemento señoril, a la grupa de briosos corceles, y de un numeroso cortejo de carruajes de lujo, para las damas y señoritas, nos ha llegado una crónica costumbrista y elitista firmada por el escritor y dramaturgo bujalanceño, Antonio Jiménez Lora. Fue publicada originalmente en el Diario de Córdoba en el año 1907, del que era asiduo colaborador este funcionario de Hacienda, para engrosar finalmente lo que sería su primer libro: "Del ambiente provinciano: cuentos y prosas" (1912).
     Sin entrar en el cuestiones sobre su valor literario (su autor no ha pasado precisamente a la historia de la literatura, aunque tenga dedicada una calle en Córdoba capital), nos sirve, al menos, para hacernos una idea sobre cómo se desarrollaban esas típicas ferias-mercado en nuestros pueblos hace ahora más de un siglo, y que nada tienen que ver ya con las maneras actuales, pese al empecinamiento en muchos pueblos por recuperar simbólicamente esas ferias de ganado que hace ya bastantes años dejaron de tener sentido.

Una feria andaluza

     Las campanas del pueblo repiquetean alegres, anunciando a vísperas, y todo el señorío bujalanceño se prepara a marchar aquella tarde a la feria de Cañete.
     En las calles céntricas del pueblo hay un movimiento inusitado; se oyen crujir los látigos, voces de cocheros que jalean a las bestias de sus vehículos y éstos pasan ligeros, ocupados por muchachas bellas, ataviadas con mantillas blancas, y que van triunfadoras a la feria.
     En la puerta del casino algunos señores viejos presencian embobados el desfile, que resultó pintoresco.
     Al lado de los carruajes, y haciendo caracolear a sus caballos, briosos y enjaezados a la jerezana, van los señoritos del pueblo, gallardos y airosos, galanteando a las muchachas donjuanescamente.
     Y  ya en plena carretera, en la tibia y clara tarde otoñal, la cabalgata marcha alegre, con la charla animada; la lluvia bulle en los labios femeninos, y los rostros bellos, con mantilla blanca, se colorean de rubor al escuchar el piropo andaluz gracioso.
     La cabalgata entra triunfante en las calles de Cañete; se dejan los coches y los caballos en la plaza, y todo el gentío señoril se dirige a pie hacia el real.




     -Ya han llegado los de Bujalance- se oye decir por todas partes. Y ganaderos, corredores y gitanos, toda la gente de la feria, acuden apresurados desde el cerro para verlas.
     Y ellas, graciosas y sonrientes, empiezan a pasear por el real, con sus cortejos, mientras allá en una esquina, el hebreo de barba blanca espera en su puesto de dátiles y de dulces, que sea más tarde, para “hacer su agosto”.
     Cañete de las Torres, pueblecito oscuro y triste, se engrandece en sus días de feria. Allí acude todo el señorío de los pueblos inmediatos, y jiennenses y cordobeses fraternizan en estas tardes y se mezclan en tratos y negocios.
     La calle de la feria, la mejor del pueblo, está adornada primorosamente: hay farolillos a la veneciana, arcos de follaje, a derecha e izquierda tiendas de juguetes, de platería y de talabartería, y en el centro un tablao donde la murga del pueblo ejecuta escogidas piezas.
      Y a su compás pasean las lindas pueblerinas, mientras sus mamás, ya cansadas y fatigosas, toman asiento en sillas que hay colocadas en una acera de la calle.
      Del cerro donde está el ganado vienen relinchos de caballo, mugir de toros y voces de discusiones acaloradas.
     Un señor alto, grueso y con patillas, acompañado de otro joven de marsellés y con larga vara de fresno en la mano, se acercan al grupo de las mamás y las saludan finos y galantes, después el joven se va a pasear con las muchachas.




     Han llegado, gentiles y primorosas, dos señoritas de Porcuna, que saludan afectuosamente a las de Bujalance, y pasean con ellas. Los muchachos, galantes, les regalan dulces del hebreo, y una de ellas despierta admiración por su belleza. Es rubia, fina y esbelta; al reír luce sus blancos dientes, como perlas; tiene la gracia ingenua de la mujer andaluza, y sus ojeras melancólicas azulean como las de una novia joven…Ella oye requiebros con agrado, sonríe a todos, y cuando llega la hora de la despedida, y en su coche se aleja de la feria, los muchachos entusiasmados, le arrojan una lluvia de flores y de dulces. La de Porcuna triunfa aquella tarde en Cañete, y el encaje de su mantilla blanca se ha llevado prendido un corazón.
     La tarde otoñal cae lenta. Se inicia en la feria el regreso, y la gente señoril bujalanceña busca sus coches y sus caballos y se pone en marcha. El regreso, como la ida, es animado y pintoresco.
     Sobre las muchachas de los coches cae una lluvia de peladillas y de dulces que le arrojan los jinetes a cada instante. Pero entre ellas y ellos hay algo aquella tarde que los separa; ellos, en el regreso, se muestran más fríos y menos galantes, y más tarde, cuando ya de noche, en Bujalance, se vuelven a reunir en el baile del casino, el recuerdo de la rubia de Porcuna flota melancólico sobre sus almas.


     Lástima que la crónica apenas si trasciende del ámbito estrictamente señorial. Se queda uno con las ganas de conocer como participaban de la fiesta aquellos otros que “a fuerza de privaciones eran capaces de ahorrar una peseta para gastarla en la feria del vecino pueblo”.




     Entre los asistentes de la vecina villa de Porcuna, con una propiedad de la tierra menos concentrada que en Bujalance, junto al rico propietario debían mezclarse bastantes peoneros, arrendatarios, pequeños y medianos propietarios, cuyo desplazamiento debía de realizarse por medios bastante más humildes. La tradicional jamuga, con su colcha más o menos lujosa, por caminos y veredas, debió ser el medio más ligero para hacerse acompañar de la pareja. La adquisición de productos para la confección de platos y postres relacionados con la festividad de Los Santos (orejones, almendras, membrillos…) creo que sigue vigente todavía (hace algunos años ya que no visito Cañete por Feria).

Peonera porcunera (de buen año)
     Para terminar con este vaciado de informaciones, tomadas a salto de mata, relatar que la feria del año 1905, marcado por la crisis agraria y la sequía, también se celebró, aunque sin la asistencia de la tradicional y lujosa caravana de la vecina Bujalance (record de la polvareda). El mercado estuvo bastante desanimado, ya que sólo pudieron hacerse 1/3 parte de las transacciones de costumbre: “los feriantes se quejan de la nulidad de los negocios”



     Al hilo del final de la crónica remitida por el corresponsal cañetero, para no dejar inmaculado el capítulo de sucesos, el alcohol y el dinero parecen ser los responsables del asesinato perpetrado en la feria de 1908, en la que dos gitanos dieron muerte a un compañero, en el mismo cerro donde se presenta el ganado y a pocos pasos de la tienda de los labradores de Bujalance.

22 septiembre 2012

EL TREN QUE NUNCA LLEGÓ (El tranvía aéreo-eléctrico Porcuna-Arjona- Andújar del año 1917).



     Aquellas esperanzas de las que participaron autoridades y políticos de los partidos dinásticos de Porcuna y otras localidades vecinas, en los primeros años del siglo XX, en torno a la deseada materialización de un proyecto que permitiera la llegada salvadora a la comarca de los caminos de hierro (ferrocarril Pedro Abad-Martos), se reabren a principios del año 1917.
     Fue un porcunense, el doctor Cesar Sebastián González, el responsable de la puesta en marcha de esta nueva intentona. Con la idea de concienciar a sus paisanos sobre la necesidad de este medio de locomoción y los beneficios que reportaría para “el desarrollo agrícola de este rincón, casi incomunicado en la actualidad con el resto de Andalucía”, impartiría conferencias en centros  sociales (Círculo de Obreros – la Píldora) y políticos (Círculo Unión Liberal) de la localidad de Porcuna. De aquellas propagandas saldría una amplia comisión local, al objeto de estudiar su viabilidad y recabar la implicación de otras poblaciones interesadas.
     Se pensó, en un principio, conectar con la red general de ferrocarriles con un ramal Porcuna-Lopera-Villa del Río. La potencialidad económica de la burguesía agrícola e industrial de la vecina localidad de Arjona, con intereses de peso a la hora de participar en el proyecto, decantaría la balanza a favor de una salida por Andújar
     Nos aprovecharemos, una vez más, de la asidua presencia del bujalanceño Antonio Zurita en la prensa cordobesa, para extraer de sus páginas un resumen, con su particular impronta regeneracionista en asuntos agrícolas, de un artículo publicado por la jiennense bajo el epígrafe “El Tranvía Porcuna-Arjona-Andújar", con el sugerente y fustigador subtítulo de “Despertemos”, que vio la luz originalmente en los periódicos “El Eco de la Provincia” de Jaén y “El Guadalquivir” de Andújar.
     Lo firma, el ya referido Cesar Sebastián González (hijo del médico de ideas republicanas Sixto Sebastián y hermano del ex alcalde liberal de Porcuna Emilio Sebastián, por entonces vicepresidente de la Diputación Provincial de Jaén).
      El doctor Sebastián pertenecía al cuerpo de Sanidad Militar, aunque de vez en cuando, imagino que por influencias políticas, accedía a destinos civiles. Cuando esto escribe, ejercía como Jefe Provincial de Sanidad en la provincia de Guipúzcoa.

     Reproducimos integro el artículo de Zurita (Cesar Sebastián):

     “No se concreta el ilustrado doctor a fustigar a los pueblos de su provincia, quiere que la sacudida alcance a varios de la nuestra, que también duermen con la despreocupación y el abandono propios del resignado.
     Con perfecto conocimiento y con grandes entusiasmos el señor Sebastián expone nuestra prosperidad en la agricultura, a la vez que pide ese despertar necesario para completar un estado floreciente de riqueza. Trae aires de fuera, vive en Guipúzcoa, ha visto como se asocian los hombres para engrandecer a los pueblos y quiere inyectarnos el virus de la confianza y de la actividad, que mate el funesto egoísmo del que estamos poseídos.
     Hemos adelantado en la agricultura, pero siempre con vistas al individualismo. Nada colectivo.
     No tenemos tranvía ni ferrocarril por la sencilla razón de que no podemos costearnos cada uno el nuestro. La asociación es un signo de cultura y así hay que confesarlo, aunque nos apene tal afirmación.
     Venga a despertarnos hombres tan briosos como don Cesar Sebastián y no nos molesten las comparaciones que para nuestra enmienda hayan de hacerse con otros pueblos de España o del extranjero. Con esta riqueza, con esta tierra bendita ¿vivirían aislados, como en los tiempos primitivos, los catalanes o los guipuzcoanos? Seguramente que no. Y si la mayoría de los propietarios de esta región pensasen como Cesar Sebastián ¿tardaríamos mucho en redimirnos? Muy poco.
     No olvidamos nunca que un día, hallándonos en Bayona, vimos acumularse un gran gentío en la Casa Municipal y, al preguntar el motivo de la concurrencia, nos dijeron que suscribían acciones para el tranvía que habría de unir aquella hermosa ciudad francesa con la nuestra de San Sebastián. Sentimos entonces envidia y vergüenza. Nos acordábamos de o prospero de nuestro suelo, de nuestros propietarios adinerados, de nuestras carreteras y, sobre todo, de nuestras rencillas ridículas, que contribuyen al malestar y al estancamiento.
     Don Cesar dice en su artículo que, si puede llegar a caballo, visitará entre otros este pueblo nuestro, para propagar la idea de la asociación, a los efectos de construir un tranvía que nos una con la línea general. Venga en buena hora y que sea pronto; y Dios haga que sus laudables propósitos obtengan éxito completo y despertemos".                                                                                                    
Antonio Zurita
                                                                                                             Bujalance 13 de febrero de 1917


     Estos actos de autocrítica, salidos de entre la propia burguesía agrícola de la comarca, parece que surtieron rápido efecto.
     Fueron las localidades de Porcuna y Arjona las primeras en abanderar esta empresa. A principios de abril se celebraría en la ciudad de Arjona una asamblea conjunta de fuerzas vivas de ambas poblaciones para estudiar la viabilidad del “vitalísimo y conveniente proyecto” promovido por el doctor Sebastián: un tranvía eléctrico Porcuna-Arjona- Andújar.
     La asamblea, celebrada en las casas consistoriales, estuvo presidida por Ricardo Dacosta Ortega, abogado, diputado provincial y jefe local de los conservadores de Porcuna.


     Además del referido y retratado, estuvieron presentes Pedro Funes Pineda, abogado y jefe del partido liberal, Emilio Sebastián González, farmacéutico y diputado provincial por Martos, el señor alcalde de Porcuna (Juan Mora *), los concejales Fernando Morente, José Santiago y Tomás Jurado, así como el señor cura párroco don Ramón Anguita. De Arjona, el Ayuntamiento en pleno, presidido por su alcalde don Bartolomé Lópiz, y otras destacadas personalidades: José y Fernando Contreras y Pérez de Herrasti, Nicolás Lópiz, Manuel Talero…
     Para explicar a los asistentes las características técnicas del embrionario proyecto de tranvía “aéreo-eléctrico”, intervino el ingeniero Francisco Herrling, promotor técnico y representante general de la compañía alemana V.W.V. Dresden en España, parece ser que muy interesada en introducirse en el país con proyectos de similares características diseminados por diferentes territorios, y con la que debió entablar contacto Cesar Sebastián. Las peculiaridades técnicas las posponemos para capítulo aparte.
     De aquella primera reunión salieron los siguientes acuerdos:
     Primero: abrir un concurso entre las casas constructoras para que presenten planos, proyectos, memorias, etc.
     Segundo: satisfacer a la más ventajosa proposición la cantidad que como premio a esos trabajos se señale.
     Tercero: que los Ayuntamientos de Porcuna y Arjona creen, previa autorización de las cortes, un arbitrio sobre carga y descarga, a fin de subvencionar con el él a la empresa constructora del tranvía deseado.
     Cuarto: que la empresa facilite acciones a los vecinos de ambos pueblos que deseen emplear sus capitales y formar parte de las mismas.
     Quinto: que los Ayuntamientos referidos, de acuerdo con la empresa fijen las tarifas del tranvía.

     “En ambos pueblos reina un general y alentador entusiasmo, que hace muy justamente pensar que el proyecto de tranvía está en realizable camino. De ello debemos vanagloriarnos cuantos deseamos el progreso de nuestra provincia”.

     El entrecomillado y demás informaciones que se han ido volcando sobre aquel conclave, proceden de la noticia publicada por “El Pueblo Católico” de Jaén, reproducida, a su vez, por un periódico de tirada nacional (“El Día”).

     El proyecto parece marchar a buen ritmo. Para el mes de junio, según fuentes fidedignas (Zurita), desde Porcuna ya se habían suscrito 200.000 pesetas en acciones de una recién constituida sociedad anónima, mientras que en Arjona pasaban de las 300.000.

     El 24 de julio vuelve a celebrarse en Arjona una asamblea general de las respectivas juntas locales implicadas en el proyecto, a las que se suma la de Arjonilla, que parece mostrarse interesada por entrar en aquella sociedad.


     Las cinco plazas preferentes del primer plano, de izquierda a derecha, las ocupan los respectivos alcaldes de Porcuna, Arjona y Arjonilla, seguidos de Emilio Sebastián González, vicepresidente de la Diputación Provincial, y el también diputado provincial porcunense, Ricardo Dacosta Ortega.
     El nº 7 identifica al párroco de Porcuna don Ramón Anguita y el 10 a don Pedro Funes (no termino de encontrar la marca numérica). El marcado con el 9, se corresponde con Francisco Herrling, director técnico y representante de la casa alemana Dresden.  El resto son moros blancos y arjonilleros.

     Al informar sobre aquella primera asamblea celebrada en Arjona, se mencionaba a un tal Juan Mora, como primera autoridad de la ciudad de Porcuna, que hago acompañar de un asterisco de alerta. Debe de tratarse de un error, pues otras fuentes manejadas me conducen hasta Pedro de Aguilera y Solsona como depositario de la vara municipal durante aquel año de 1917  (primero sentado a la izquierda en la fotografía publicada en la Unión Ilustrada).
    A destacar en dicha fotografía, a título meramente anecdótico, lo extendido que se hallaba por entonces el uso del moderno y aristocrático zapato estilo inglés entre las fuerzas vivas de la comarca. Don Ricardo Dacosta se nos muestra más clásico, pues parece calzar el típico botín confeccionado a medida por el acreditado gremio de zapateros locales.


     Aquella buena acogida en la comarca y similares, tributadas en otros puntos de España donde esta empresa alemana ya tenía tendidas sus redes, parece que terminaría cuajando en una nueva Sociedad Anónima, con objeto construir y explotar tranvías y ferrocarriles eléctricos.
    


     Cuando en el mes de septiembre, las instituciones retoman su pulso normal, nos llegan noticias sobre un vasto y aún más ambicioso proyecto: un tranvía interprovincial que afectaba a las comarcas agrícolas más ricas de las provincias vecinas de Jaén y Córdoba, detrás de cuya promoción se hallaba la misma casa alemana. Además del ya planteado y medio en marcha ramal Porcuna-Arjona-Andújar, se incluían las siguientes líneas:

1)     Una que partiendo de Córdoba pasaría por Castro del Río y Baena, terminando en Priego.
2)     Otra que partiendo de Andújar pasaría por Porcuna, Cañete y Bujalance, terminando en El Carpio.
3)     Otra nacería en Villa del Río, pasando por Lopera, Porcuna, Higuera de Calatrava, Santiaguillo y Baena.
4)     Otra de Higuera de Calatrava a Martos.
5)     Otra debía de partir de Porcuna a Castro del Río, Espejo y Montilla.
6)     Una última, ya para rizar el rizo (por las propias dificultades orográficas del terreno) de Montilla a Cabra y Priego.

Villa del Río 1915 - Fot. Castellá 
 
     Al objeto de publicitar este tranvía interprovincial, el señor Herrling publicaría en la prensa cordobesa (imagino que también en la jiennense) un extenso artículo donde, para salvar cierta ignorancia y escepticismo, entra en detalles sobre las características técnicas a desarrollar en estos ramales de tranvía que apellida como “aéreo-eléctricos”:
 
     “En la mayor parte de las preguntas veo que no se entiende bien la palabra “aéreo-eléctrico”. Se cree con frecuencia que la vía será un cable aéreo, utilizando como fuerza motriz la electricidad. No es eso.
      La forma general del tranvía proyectado, no difiere, a simple vista, de la de los corrientes que vemos a diario. Como ellos tiene sus vías de carriles, sus postes a un lado de aquellos en los que va suspendida la línea de conducción, a la que tocan los troles para suministrar fluido eléctrico a los motores. En todo su aspecto es lo mismo que los demás tranvías eléctricos.
     Para el espectador que examina detenidamente la instalación, encuentra centrales eléctricas colocadas a lo largo de la línea y a distancia de 2, 3 o 4 kilómetros, según la importancia del tráfico en la vía férrea. Cada central es independiente y están destinadas exclusivamente a transformar fuerza para el trayecto comprendido entre ella y la inmediata.
     Su funcionalidad consiste en transformar la fuerza del viento en fluido eléctrico. Por eso le damos el nombre de centrales “aéreo-eléctricas”, para expresar por esta palabra que el viento es transformado por ellas en electricidad.
     Contra este novedoso sistema luchan quienes no lo conocen, y quienes conociéndolo o no, ven amenazadas, de merma en rendimientos, sus industrias actuales.
     Pero dejemos estas luchas y hablemos algo sobre las centrales:
     Hace unos 35 años, intentó un técnico sueco utilizar la fuerza del viento para este fin; pero trabajó en dirección falsa. Usó los molinos imperfectos, usó una dinamo corriente, y al poco tiempo se consideró fracasado en su intento, abandonando su trabajo.
     Entonces publicó un técnico alemán sus estudios sobre la frecuencia y fuerza del viento, y sobre la construcción de turbinas de viento. Enseñó por primera vez la posibilidad de producir electricidad con su turbina aérea, que, como consecuencia de su construcción perfecta y científica aprovecha los vientos de poca velocidad (de 2 y medio a 3 metros por segundo), bastando la fuerza que éstos desarrollan para producir electricidad. Aún había un inconveniente serio para hacer útil el sistema: superar el empleo de la dinamo corriente que no era apto. Esto sería solucionado por un ingeniero alemán profesor de la Real Academia de Dresden, que con su meritorio estudio incansable alcanzaba la mayor perfección, que es posible alcanzar en esta clase de instalaciones.
     La rueda, aprovechando toda la fuerza del viento, mueve un eje vertical, que a su vez mueve la dinamo especial. El fluido producido pasa por un interruptor automático de perfectísimo funcionamiento, para entrar en una batería de acumuladores, de capacidad variable, según la necesidad, acumulando así fluido eléctrico que después se utiliza para fuerza motriz, alumbrado, etc. Según se desee. De esta forma podemos acumular desde uno a cien o más kilovatios hora, que responderán a asegurar el trabajo en 3, 4 o 5 días que difícilmente pudieran venir en calma completa del aire.
    Termina las explicaciones con la rotunda aseveración de que nos encontramos “ante las central eléctrica del futuro, porque viento no falta nunca”. 
     "Éstas centrales son las que quiero emplear en el gran proyecto de tranvías al que me refiero, que con gran entusiasmo se acoge en las comarcas implicadas. Ojalá podamos realizar, dentro de tres o cuatro años, todo el proyecto, para bien de los pueblos y de los agricultores del terreno en cuestión, víctimas de una perniciosa incomunicación".


 
     En otro lugar de este extenso artículo, que omito, se menciona “que hace ya varios años que en todas las partes del  mundo se produce electricidad por este procedimiento”, poniendo el ejemplo cercano de la vecina Lusitania, aunque no se tienen noticias de haberse experimentado aun con él en los demás territorios de la península ibérica, y tampoco conocemos hasta qué punto su eficacia estaba ya contrastada como fuerza motriz para el transporte.
     Poco efecto surtió tanta y tan detallada explicación, ya que las dudas se ve que no terminaron de disiparse entre los potenciales inversores. Ninguno de los ramales de ese famoso tranvía interprovincial entró ni siquiera en fase de estudio. Desconocemos hasta qué punto el conjunto de sucesos que tuvieron lugar durante aquel verano de 1917 (la crisis española de 1917) incidieron también  en el punto muerto en que entraron la práctica totalidad de los proyectos promovidos por la casa alemana V.W.V. Dresden, que terminaría desapareciendo de escena y de la que no se vuelve a tener noticias de actividad empresarial en nuestro país.
     He intentado, sin éxito, acceder a un trabajo titulado “El proyecto de tranvía Porcuna-Andújar-Arjona” (1917 un año de crisis), del que es autor Luis Pedro Pérez García, que fue publicado en el nº 4 (junio de 2001) del periódico La Campiña, que quizá pudiera sacarnos de dudas sobre las causas definitivas del abandono del proyecto.
     Darle las gracias a Alberto Ruiz de Adana que ha puesto en mis manos un viejo recorte de la prensa de la época, del que me he servido, remitido en su día por su abuelo materno, Benito Garrido Palacios (un joven profesor de instrucción primaria con inquietudes periodísticas), a un incógnito periódico provincial.