Espacio abierto dedicado al estudio de las historias locales de los municipios de Castro del Río (Córdoba), Porcuna (Jaén) y Motril (Granada), así como sus adyacentes. Recomiendo la utilización del apartado de comentarios para aportaciones, consideraciones, críticas o rectificaciones. De igual manera, está disponible para quienes deseen colaborar con la publicación de artículos o aportando documentos, sobre cualquier tema de carácter histórico relacionado con dichas poblaciones.

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01 julio 2011

Toros en Valenzuela (1910). Capeas en Porcuna.

  
  En una entrada reciente dedicada la historia del fútbol en Porcuna, aludía, con una mezcolanza de cariño e ironía (profeso de antiguo admiración por el gen vinagorro), a un proyectado coso taurino en la vecina y hermana localidad cordobesa de Valenzuela durante los años treinta del pasado siglo.
   Había leído, no recordaba cuando ni donde, alguna noticia aislada sobre la celebración de espectáculos taurinos durante sus ferias y fiestas.
   Un repaso a mis notas, me permite ahora concretar y localizar esos festejos durante la temporada de verano del año 1910. La costumbre o afición, no debía de estar demasiado arraigada entre la población, tal como se desprende de las palabras del cronista:
  “Acontecimientos de este tipo han sido vistos muy pocas veces aquí, por lo que han despertado una expectación extraordinaria”.
    La moda de las capeas y su posible traducción en pingües beneficios, parece ser que fue lo me empujó al empresario Rafael Aguilera, para poner en manos de su señor padre y otros acreditados maestros carpinteros, la ejecución de una plaza de madera. El resultado del especial celo profesional desplegado por estos, “un coqueto circo taurino con extraordinarias condiciones de solidez, espaciosidad y comodidades para el público”.


Plaza de toros de Motril 1910
En el centro el célebre Don Tancredo, rebozado en harina, momentos antes de ejecutar su famosa suerte.

   Por lo tanto, la villa cordobesa de Valenzuela puede presumir y vanagloriarse de haber tenido Plaza de Toros, aunque de estructura transitoria y perecedera, con anterioridad incluso de la llegada de la luz eléctrica.
   Ya bauticé en su día a su stadium de fútbol, recurriendo a la socorrida advocación de su santo patrón. A los cosos taurinos se les suele denominar con más pompa. Creo que “Monumental de las Eras” podría ajustarse a la perfección, por el propio carácter monumental y majestuoso de los tablones y clavos utilizados para su confección, y por su supuesto y posible emplazamiento.



   Ese mismo verano, gracias a la “laboriosidad de sus dignas y cultas autoridades”, se le pudo dar un retoque al Paseo de la Plazaque de encontrarse en un estado lamentable y ruinoso, ha quedado, concluidas sus reformas, convertido en un sitio alegre y pintoresco”. También se ejecutó un nuevo tramo de carretera, que partiendo del cementerio atraviesa el pueblo en su totalidad enlazando con la general de Baena a Porcuna. Aunque el proyecto más ilusionante, del que participaba toda la comarca, era el de la ansiada línea de ferrocarril entre Pedro Abad y Martos, habiendo sido elegida Valenzuela  para ubicar una de sus estaciones, mejora considerada decisiva para el porvenir de la localidad.




   Los políticos de la Restauración, eran muy dados a prometer y proyectar kilómetros de vía, que en raras ocasiones se materializaban. El ferrocarril eléctrico, al que nos estamos refiriendo, debía partir de Pedro Abad, atravesando importantes agro ciudades como Bujalance, Porcuna, la propia Valenzuela hasta Martos. Luego debería de  adentrarse en la provincia de Granada, buscando la salida al mar a través del puerto de Motril. Pese a que se realizaron los estudios previos, a cargo de ingenieros franceses, ni Valenzuela, ni Porcuna, ni Motril llegarán a ver a lo largo de su historia vías y raíles tendidos en sus suelos (el tren que nunca llegó).

   El primer festejo de los programados tuvo lugar el día 25 de julio de 1910, festividad de Santiago Apóstol. En ausencia de carteles y programas de mano (que no llegaron a elaborarse, pues la venta de papel en taquilla estaba más que asegurada) son las crónicas remitidas por los corresponsales locales de la prensa cordobesa las que nos van a permitir conocer a los valerosos diestros, así como la procedencia de las ganaderías bravas.
   A los acordes de un bonito pasodoble ejecutado por la banda de música de Santiago de Calatrava, a las cinco y media en punto de la tarde, “entre aplausos y aclamaciones del público”, don Joaquín Vázquez Espinosa, montado en una hermosa jaca, hizo el despeje de plaza, iniciándose a renglón seguido el paseíllo.
   Se anunciaban para la lidia 8 toros de capea del acreditado labrador y ganadero local don Juan Gallardo; y un novillo de muerte de la ganadería de la Excelentísima Señora Marquesa viuda de Cullar de Baza.
   Los encargados de la brega, el novillero sevillano Pedro Espejo “Huerfanito” y como sobresalientes o toreros de adorno: Ángel Rodríguez “Angelillo”, Antonio Rodríguez “Herrerito”, Fernando Martín “Manene” y Narciso Gálvez “Guerrita”, todos de  Córdoba.

   Los toros de capea, como la propia palabra indica, son aquellos a los que solamente se les ejecutaba la suerte de capa. Se solía recurrir a ganado de carne o de sangre, del que los labradores disponían en los cortijos. Dependiendo del encaste, podían dar mayor o menor juego: “los diestros ejecutaron las suertes de capa que las condiciones del ganado permitían, simulando en el último “Guerrita” la suerte de banderillas y la de muerte, que ejecuto como las propias rosas”.
   Llega el esperado momento en que “Huerfanito” de verde y oro, tiene que vérselas por fin con el esperado novillo de muerte, de nombre Urraco “negro salpicado, bien mantenido, de cortos pitones y no muy buen mozo”.



   Los corresponsales locales coinciden en las pésimas condiciones del astado y denuncian la falta de respeto para con los paganos:
   “El novillo, aunque de buena raza, pero tan pequeño y tan estropeao de la caminata, que bien poco dio que hacer ni contar”. Un tal equis para el diario de Córdoba califica lo del toro de muerte como un “infanticidio taurófilo”, haciendo gala de ingenio y de buen humor, advierte al empresario para que para las próximas no traiga chotos.

    Al enigmático cronista vinagorro, por influjo y reflejo de un variado ramillete de señoras y señoritas del bello sexo, “de lo más selecto y escogido de la sociedad local”, cómoda y artísticamente instaladas y ataviadas en los palcos habilitados al efecto,  le sale a relucir cierta vena lírica y pastoril:

Perdón, amigo Barquero,
que mi pluma a tal se atreva;
yo tengo de revistero
lo mismo que de Juan Breva.

Pero insistente me mira
una bonita marteña
y he de hacer esta reseña,
pues por los toros delira.

Y no hay razón ni motivo
de enojar a la marteña,
ya que quiere una reseña
enristro el lápiz y escribo.

Derrocha el sol resplandores
y su fulgor producía
cambiantes de mil colores
que vuelven en esplendores
el rincón de Andalucía.

Y a sus destellos fulgura
lindo plantel de mujeres,
que abunda aquí la hermosura
como el amor en placeres.





   La Monumental de las Eras durante la feria de Agosto (días 15 y 16) acogerá dos nuevos festejos del mismo género (toros de capea con un novillo de muerte). Otra vez Huérfano, encabezando su “cuadrilla de niños cordobeses y sevillanos” el encargado de ponerle arte al cotarro.




   El ganado de capea lo aportan los labradores vecinos don José Ruiz (primer día de feria) y don Juan Gallardo (segundo). Para los novillos de muerte, en vista del fiasco de Santiago, se recurre a una nueva ganadería brava, más cercana, la de don Antonio Guerra de Córdoba.
   En el indispensable acompañamiento musical se alternan la municipal de Santiago de Calatrava con la de Alcaudete.
   Siguiendo el ritual de las grandes ferias, el primer día:

   “A las cuatro de la tarde la banda de música, acompañada por la cuadrilla que dirige el valiente matador Pedro Espejo “Huerfanito”, en unión de autoridades, se dirigieron en coche hasta la plaza de toros a los acordes de un alegre pasodoble”.

   “El aspecto del circo taurino era de ver, tendidos de sol y sombra a rebosar, así como los palcos, que estaban en el orden siguiente: en el centro la presidencia, compuesta del señor alcalde presidente don Cipriano Pérez Aguilera; señor juez municipal don Francisco Serrano, y señores concejales; también se encontraba en el mismo palco el representante de la política conservadora en ésta, Don José Vázquez Moreno. Los palcos laterales estaban ocupados por lindas y simpáticas señoritas, predominando entre ellas las mantillas blancas”.



   Por lo que respecta al comportamiento del diestro, las crónicas lo califican de irregular.
   El primer día se mostró temerario y torpe en la suerte suprema, despachando al morlaco después de cuatro estocadas.
   El segundo, tampoco sin demasiados alardes de valentía, sobresalió en la suerte de banderillas, dando varios pases muy limpios con la muleta y rematando con una estocada en su sitio hasta la bola: “seguido de grandes aplausos y música termino la corrida, quedando el público muy satisfecho”.

  De la cuadrilla de niños cordobeses se menciona el buen hacer en la suerte de capa y en banderillas simuladas y reales de toreretes como Chirones, el Chato, el Niño Rubio y el Moreno.
  Estos nuevos niños cordobeses no tienen nada que ver con aquellas famosas cuadrillas de las que salieron acreditados matadores. Se trata de un nuevo y oportunista intento por parte de un empresario taurino cordobés de rescatar y rentabilizar aquella vieja fórmula.

   El novillero de Aznalcollar Pedro Espejo “Huérfano”,  llegaría a graduarse con el tiempo como matador de toros en las Américas donde le perdemos definitivamente la pista. La prensa cordobesa recoge alguna noticia de sus actuaciones en cosos americanos junto al diestro cordobés Manolete II.

  No me consta la celebración de nuevas corridas de toros (capeas) en la Monumental de Valenzuela en temporadas siguientes.
  Históricamente, y con relativa frecuencia, " la bárbara diversión de las capeas" que se organizaban en los pueblos, y similares festejos como encierros, sueltas, ensogados… solían derivar en espectáculos poco edificantes, accidentes, incidentes y alteraciones del orden público. En 1908 el ministro conservador de Gobernación Sr. La Cierva, imbuido de cierto espíritu regeneracionista, dictó una Real Orden por la que se prohibían las capeas y se regulaban esos otros festejos.

   En aquellos lugares donde estaban suficientemente arraigadas, a los Alcaldes y autoridades  les tocara lidiar con la el malestar y oposición popular:

   “La prohibición de las capeas ha traído como resultado este verano un alcalde muerto, otro gravemente herido y varios guardias civiles heridos, al intentar que no se celebren tan peligrosos espectáculos” (A B C jueves 22 de agosto de 1912, sección notas y rumores)
  Ante las exhortaciones de un poco cultivado pueblo llano y diminutamente soberano, muchos alcaldes populistas y clientelistas, en connivencia y con la tolerancia de jefes políticos y autoridades gubernativas provinciales, se saltaran a la torera el ordenamiento jurídico vigente, consintiéndolas.

   Un ejemplo cercano lo tenemos en la vecina localidad jiennense de Porcuna, donde las tradicionales capeas que tenían lugar en su monumental y desaparecida plaza porticada, en los días siguientes a la fiesta de Nuestro Padre Jesús (14 de septiembre), siguieron celebrándose gracias a la diligencia y magnanimidad de don Emilio Sebastián González, alcalde presidente de su Ayuntamiento Constitucional durante el periodo 1912-1913.  Bajo el grito unánime del pueblo, “Don Emilio que haiga toros”, durante esos años en que arrecia la prohibición, el munícipe mayor terminaba cediendo ante las ansias de diversión de sus administrados.





    El doble ciclo taurino organizado conjuntamente por las autoridades vinagorras y aquel emprendedor empresario taurino ya referido, debió de despertar la envidia entre los munícipes porcuneros, que para no ser menos, decidieron incluir en el programa de festejos de la Feria Real del año 1910 un festejo taurino serio con novillos de muerte, siendo contratado para tal menester el joven novillero cordobés Ángel Cepa “Cepita”.



Porcuna: capeas en la Plaza. s.f. 



   No dispongo de más información sobre nuevos festejos o sobre los posibles altibajos que sufrieran las capeas en Porcuna durante el primer tercio del siglo XX. Seguramente, de su arraigada tradición, parta el deseo e intento del joven porcunense Angelito Torres  por abrirse paso en el difícil “Arte de Cuchares”.

Diario La Voz de Córdoba (julio 1935)




   Las fotografías que anteceden son del año 1942 y se corresponden con las últimas temporadas de capeas en  Porcuna. Curiosamente, éstas dejaran de celebrarse  a la par que el precioso y monumental espacio que las albergaba (la Plaza) cambia su fisonomía original por desidia e insensibilidad artística de las autoridades de la época, que no supieron evitar aquel alevoso e irremediable atentado contra el patrimonio histórico artístico de la localidad.

04 junio 2011

Futbol en Porcuna durante los años 30.


  

   Desinfectando y transfiriendo documentación desde mi viejo PC al veloz y ultramoderno portátil, he reparado en una vieja carpeta en la que está almacenada la escasa información de la que dispongo sobre el fútbol en Porcuna durante los años treinta, anterior a la guerra civil.

   La tenia como aparcada, esperando complementarla cuando la prensa histórica jiennense digitalizada y colgada en la red, hiciese acto de presencia, o encontrar el momento para personarme in situ en las instituciones jiennenses que conservan prensa histórica (trabajo de chinos sin buscadores).
   Como, en el momento actual, ambas cosas parecen casi quiméricas, he optado por darle forma y divulgarla definitivamente.
   Se trata de escuetas informaciones procedentes de la prensa histórica cordobesa, sobre los partidos jugados por equipos porcunenses contra los de las vecinas localidades de Bujalance, Cañete de las Torres y Valenzuela.

   Los dos equipos existentes durante el periodo inmediatamente anterior (Obulco y Mixto Obrero) parecen subsistir, aunque por las relaciones sociales derivadas del nuevo marco histórico, ya sin la tutela y proteccionismo de los primeros para con los segundos ejercido en tiempos pasados.

   Son tres crónicas de las que dispongo, todas pertenecientes al periodo festivo y estival, por lo que intuyo que el fútbol en Porcuna no llegaría a alcanzar nunca durante estos años la pujanza y regularidad que adquiere en otras poblaciones, caso de la cordobesa de Castro del Río, donde éste durante los años 30, aparte de dividir sociológicamente a su afición, toma el rango definitivo de espectáculo, con un rosario de partidos amistosos organizados por sus dos equipos (Unión Deportiva y Sporting) durante todo el año, con sus respectivos terrenos de juego vallados y acondicionados con vestuarios. Esa fiebre, terminaría traduciéndose en una importante respuesta por parte del público en taquilla, lo que facilitaba el recurso al refuerzo foráneo y la contratación de rivales de cierta entidad.

   Alguna ocurrencia, de las relatadas en vida por Manuel Heredia Espinosa (mi chacho) que fuera jugador del Obulco o Porcuna F.C. me lo corrobora. Ya me detendré en ello más adelante.

   La primera referencia,  es anterior a la proclamación de la República, de un partido jugado en Bujalance frente al primer equipo de esta localidad durante el carnaval del año 1931. El equipo de Porcuna aparece reseñado en las crónicas como Porcuna F.C. “En uno de los partidos mas interesantes de los celebrados en la presente temporada; los forasteros, pese a mostrar bastante pericia en el juego, fueron derrotados por los locales por tres goles a cero” (El Defensor de Córdoba 13 de febrero de 1931).




   Las alineaciones las sacamos de la también escueta crónica que del mismo partido hace el corresponsal local del diario gráfico La Voz:

   Bujalance F.C.: Sabater; Mestanza, Benito; Latorre, Alfonso, Aragón; Cerezo, Lora, Ibáñez, Curita y Mohines.
    Porcuna F.C: Sevillano; Alcázar, Vallejo; Ruiz, Espinosa, M. Torres; Quero, Peña, Morente, Cordón y Bellido.

Alineaciones del Infantil del Obulco F.C (verano de 1924)

   Reparando en los nombres de los equipiers del Obulco F.C Infantil del verano de 1924, podremos apreciar como este denominado Porcuna F.C viene a ser un continuador de aquel. Exceptuando al portero, Sevillano, que debe ser un refuerzo ocasional (un guardameta con ese mismo nombre, aparece en alineaciones de equipos de la capital cordobesa o alineado con equipos de la provincia en partidos amistosos durante los años treinta), la mayoría de los jugadores de Porcuna en este partido de Bujalance ya habian jugado con los infantiles del Obulco F.C. (Heredia Espinosa, Alcázar, Vallejo, Morente, Cordón y Bellido).


   Durante el mes de agosto de ese mismo año de 1931, un equipo de Porcuna comparecía en la vecina localidad de Cañete de las Torres, para contender frente al recién creado Gimnástico de Cañete. Era el tercer partido en el corto historial de los cañeteros, que ya habían perdido previamente contra el Lopera F.C en su debut, por una respetable diferencia, y vencido al asequible equipo de Villafranca de Córdoba.

   A las cinco y media de la tarde, en un campo cercado por una muralla humana, saltaron los equipos al terreno de juego. Victoria de los cañeteros por un claro y contundente 8 a 0.


 
   Este segundo equipo no creo que se trate del mismo que perdiera ante el potente Bujalance F.C. (“señoritos”) manteniendo el tipo dignamente. Estos nuevos futbolistas porcunenses, les supongo herederos de aquel otro equipo local ya reseñado en crónicas de los años veinte como “Mixto Obrero”. Son o serían, los que, como bien recoge Fernando Enrique Salas Herrera en su trabajo “Memorias del Fútbol en Porcuna (1904-1970)”, terminarían siendo conocidos a nivel popular como el equipo de “los diez galgos y el pachón”, integrado en su mayoría por jugadores de extracción social humilde. Fernando, ha rescatado de la tradición oral los nombres de algunos de los jugadores estrella del periodo, pero sin terminar de encuadrarlos en sus respectivos equipos: “El Moreno Galones”, “El Niño Salas” o “Cordón”.
   Supongo, que este mismo equipo de Porcuna, pero con la peculiar denominación de Alpargate F.C, es el anunciado para contender, durante las concurridas Ferias y Fiestas de Valenzuela del año de 1932, frente al potente y prestigioso Recreativo Vinagorro F.C.
   Los vinagorros, aquel año, no repararon en gastos para sus tradicionales fiestas de Agosto. La Banda Municipal de Porcuna, en dianas floreadas y conciertos vespertinos, ofreció al pueblo de Valenzuela lo mejor de su repertorio. Por la noche, bailes en el “Centro Recreativo” hasta altas horas de la madrugada, una compañía de teatro, y la actuación estelar durante el ultimo día de “El Niño Marchena” y su trouppe flamenca.

   Las tardes festivas estuvieron consagradas al deporte de la pelota (la proyectada plaza de toros seguía aparcada), con tres encuentros consecutivos celebrados en el recién inaugurado Stadium de San Roque (tierra calma de ruedo, con tres vueltas de rulo y butacas caseras con el culo de enea) entre el Recreativo F.C. local y equipos de la comarca:


 
   • Día 15: Recreativo F.C.- Nacional Baenense. 4 a 1 a favor de los locales, reforzados por los porcunenses “El Moreno” (delantero centro) y “Cordón” (medio centro). Como guardameta local se alinea un tal “Ruano” que tuvo una destacada actuación. Otros aborígenes mencionados: Gómez, Castilla, Manolito y Gallardo.
   • Día 16: Terremoto F.C. de Santiago de Calatrava (Jaén)- Recreativo F.C. Infantil: “partido soso, demostrando ambos equipos la falta de entrenamiento”. 5 a 4 a favor de los locales.
   • Día 17: Recreativo F.C – Alpargate F.C. de Porcuna (ver recorte prensa).




Stadium San Roque (veinte años después)
 
   La fotografía anterior, catalogada como JJ-003 perteneciente a la Fototeca de Arqvipo, ha sido capturada en pantalla del PDF encriptado que alojan en su página. Como de leyes y protección de patrimonio, propiedad intelectual y material, estos señores están suficientemente versados y preparados (sargento jurídico incluido) , y no quisiera tener que afrontar innecesarios gastos en minutas de abogado/a por usurpación, si no fuese del agrado de usías mi arrebato ("es que me viene de p.m"), háganmelo saber y la sustituyo inmediatamente. La solicitud, aunque tardíamente, esta cursada por correo electrónico.

   A destacar, esas ingeniosas y socorridas soluciones puestas en práctica por ingenieros vinagorros, como los  improvisados largueros de la portería, conformados por gruesas varas, de las utilizadas para derribar la aceituna, amarradas entre ellas. Los problemas vendrían, cuando algún acreditado cañonero tuviera el atino de estrellar la pelota sobre el mismo (imagino que habría repuestos).


   Aparte de estas concisas crónicas periodísticas, de la única información escrita que se dispone, de momento, sobre el fútbol porcunense del periodo, es la recogida en un programa de Feria Real del año 1933, en la que se hace referencia a la celebración de un trofeo durante la misma.

   Ya sólo me queda por recurrir a un testimonio recabado en vida de Manuel Heredia Espinosa (mi tío), quien fomentará durante mi infancia tanto la afición taurina, como la futbolística.

   La primera, con el regalo de un conjunto de prendas y utensilios taurinos (montera, capote, muleta, banderillas y estoque de madera), que mi madre me obligaba a lucir aquellas tardes en que casi todo el vecindario se congregaba en el salón comedor de mi domicilio, para visionar aquellas primeras retrasmisiones de toros en un aparato de televisión sin marca de los que fabricaba Pablo del Pino.



   La anhelada equipación de futbolista jamás llagaría, ni por parte de padres ni tíos. Eso si, gracias a mi chacho Manuel, tuve la ocasión de asistir por primera vez en mi vida (con tan sólo 4 años) a todo un espectáculo deportivo, grabado a fuego en mi memoria, el encuentro internacional entre las selecciones B de España y Portugal celebrado en el viejo Arcángel de Córdoba.



   Manuel Heredia (Espinosa) aprendió a jugar al fútbol durante su estancia en los seminarios de Baeza y Jaén. Su testimonio nos puede servir para hacernos una idea sobre como transcurrían aquellos trofeos de Feria en Porcuna.

   Los protagonistas de la anécdota, los jugadores del Lopera F.C., que después de haber recibido en el terreno de juego y obsequiado con bailes y agasajos al equipo de Porcuna durante la Feria de los Cristos, devolvían visita durante la Feria Real (pudiera tratarse de ese trofeo anunciado para 1933).
   El trasporte se realizaba en camionetas con sillas de enea ancladas a sus laterales. Los loperanos se presentaban vestidos con sus mejores galas, que a la postre eran las que les iban a servir para impresionar a las jóvenes locales durante los bailes nocturnos.



  Como el stadium local “Ejido de Napoleón”, carecía de vestuarios, el cambio de equipación se realizaba en unos cobertizos próximos al terreno. Durante el transcurso del partido, cuyo trofeo por "bemoles" debía quedar en las vitrinas del club local, el elemento pulga saltarina se cebó con los trajes de los futbolistas loperanos.
   Al terminar el partido, tras los correspondientes hurras por parte de los vencedores y caras de circunstancias de los loperanos derrotados, tocaba aseo con unos barreños y cantaros de agua, que hospitalariamente se habían puesto a disposición de los visitantes. Aseados, pertrechados y perfumados, todos al ferial a esperar a los futbolistas de Porcuna que les proporcionarían el pase a los bailes de sociedad.
   Una vez en las casetas, prestos a hacer gala de sus dotes de bailarines, la pulga saltarina instalada en los trajes, empezó a desplazarse y a cebarse sobre la piel de los “vecinos meloneros”. Algunos parecían padecer el “mal de san vito”. Ante el contagio colectivo y las burlas, optaron por tomar su camioneta y casi en pelotas dirigirse prestamente hacia su localidad de origen. Creo que prometieron no jugar en Porcuna de por vida.



12 diciembre 2010

Loterías con Historia.



   Ante la incertidumbre generada por la crisis, el paro, la devaluación salarial, las subidas impositivas y los mensajes catastrofistas con los que nos machacan a diario determinados medios de comunicación, la lotería de navidad se convierte un año mas, en ese impuesto voluntario con el que tradicionalmente contribuimos a generar ingresos para el erario publico a cambio de un porcentaje de ilusión.
   Según los economistas,  la salida de la crisis pasa por un aumento del consumo. Insto, por solidaridad, a los ciudadanos con buen nivel de ingresos y remanentes bancarios que hagan un esfuerzo y se lancen al voraz consumismo navideño. Aunque la mayoría de los españoles tendremos que dejar a un lado el “Mon Cheri” y el “Ferrero Rocher” (a los que estábamos acostumbrados) y retomar el tradicional polvorón navideño (a no ser que nos toque la lotería).

   Fue el año de 1892, el primero en que se utilizó la denominación oficial de “Sorteo de Navidad” en la lista de premios, pero hasta 1897 no se incluyó su nombre en los décimos de lotería. Tuvo gran acogida entre la población y se convirtió pronto en la gran esperanza de los españoles para enriquecerse o salir de situaciones difíciles.
   En 1904 Doña Manolita de Pablo, una bella y carismática mujer de 25 años, abre junto a sus hermanas una administración de loterías en la calle San Bernardo de Madrid. Sus primeros clientes fueron principalmente estudiantes, que antes de partir de vacaciones para sus respectivos domicilios de origen se pasaban por su establecimiento a comprar lotería y de paso reparar en su espectacular belleza.




   En ese mismo sorteo de 1904 el Gordo recayó en el número 15.162 premiado con 5.000.000 millones de pesetas al billete y 500.000 al décimo. Muy repartido entre obreros marítimos y portuarios del Grao de Valencia.



   El Cuarto Premio, 22. 954, también marinero, fue vendido íntegramente en la administración nº 6 establecida en la Cortina del Muelle de Málaga, comprado por los Hermanos Gómez, dueños de un antiguo e importante establecimiento de tejidos de la capital malagueña. Siguiendo la costumbre de la casa se quedaron con dos decimos, otro lo jugaron entre los empleados, otro lo adquirió un representante de la casa Salvatierra de Barcelona, enviando el resto a sus corresponsales. Las provincias de Córdoba y Jaén se iban a beneficiar de las relaciones comerciales de esta casa malagueña: Fernando Ruiz Cano de Martos, Leocadio Santaella de Puente Genil, Gabriel Benítez de la colonia agrícola de San Martín del Tesorillo (Cádiz), Pedro Galán de Adamuz, Francisco S. Ruiz de Castro del Río y Bernabé Galán de Valenzuela fueron los depositarios de los seis décimos restantes premiados respectivamente con veinte mil durazos del ala.


   Aunque he indagado sobre el agraciado castreño no tenemos noticia alguna sobre él. 
   Optaría por la prudencia y el anonimato, no trascendiendo detalles a la prensa provincial.
   Si, de las 100 pesetas jugadas en Valenzuela (Córdoba). Su depositario Bernabé Galán Barcia no era comerciante, sino un joven de 26 años de edad, natural de Adamuz, Doctor en Teología, que acababa de hacerse cargo de la parroquia de esta villa cordobesa. El décimo le llegó a través de su hermano Pedro que trabajaba como dependiente en el susodicho comercio malagueño. Las participaciones se distribuyeron entre parroquianos:
  • Sr. Cura párroco 20 pesetas.
  • Don Manuel Mancilla Arroyo, cura coadjutor, 35 pesetas.
  • Don Juan José Ruiz Cámara, sacristán 1º, 3,75 pesetas.
  • Don Antonio Horcas Montilla, sacristán 2º, 5 pesetas.
  • Don Juan Barcia Serrano (tío del cura), organista ciego, 5 pesetas.
  • Don Juan García Porcuna, ayudante del organista y también ciego, 5 pesetas.
  • Monaguillo 1º 2 pesetas.
  • Monaguillo 2º 1,50 pesetas.
  • Doña Maria Isabel Porcuna Olivan (devota), 5 pesetas.
  • Doña Maria Providencia Susín López (devota), 5 pesetas.
  • Doña Isabel María Montilla Gordillo (devota), 2,50 pesetas.
  • Don Juan Serrano Gallardo, amigo del párroco, 2,50 pesetas.
  • Don Ildefonso Sánchez García, amigo del sacristán 1º, 1,25 pesetas.
  • Asociación de Hijas de María (recién constituida), 6,50 pesetas, procedentes de las limosnas obtenidas por las niñas.

Antigua Iglesia Parroquial de Valenzuela
Demolida a mediados de los años 70

   En la misa del gallo de aquel año en Valenzuela “se cantaron los maitines con alegría inusitada y el Niño Jesús fue mas vitoreado que otros muchos años”.
  
   Para hacernos una idea de la magnitud del premio, el monaguillo segundo que jugaba 1,50 pesetas le correspondieron 1500 (equivalentes a 600 jornales de siega, casi 4000 panes familiares de a kilo o 160 arrobas de aceite fresco).
   El sacristán segundo con sus 5000 pesetas hubiera podido comprar 20 ruchos o 4 yuntas de mulos.

   El sacerdote Bernabé Galán pertenecía a una familia de acaudalados propietarios de Adamuz. Su padre había sido alcalde y jefe local de los conservadores. Al menos, hasta 1919 siguió ejerciendo el sacerdocio y era propietario en su pueblo de un caserío conocido por “Rojano”. En la década de los veinte se desprende de la sotana y contrae matrimonio.
   Ya en la década de los treinta en un contexto de guerra civil le volvería  a tocar la lotería. Detenido en Adamuz por derechista, es conducido junto a un numeroso contingente de paisanos a la Catedral de Jaén, convertida en cárcel.



   El 11 de agosto de 1936 fue incluido en la segunda expedición de “Trenes de la muerte” que partió de Jaén con destino a la prisión de Alcalá de Henares. Dicha expedición fue asaltada en la estación de Santa Catalina (Madrid). La Causa General incluye el testimonio Antonio Galán Pastor, su hijo, superviviente de aquella matanza:
 
   “El que suscribe estuvo formado con su padre Bernabé Galán Barcia el cual al llegar al sitio donde había de ser fusilado dijo: donde me coloco, y le pusieron a mi derecha; fueron montados los fusiles y estando apuntados para matarnos un camarada de los que habían salvado destacándose del tren dijo: ¡Que vais a hacer, si son compañeros nuestros, todos trabajadores! Y entonces dispusieron dejarnos salvos, y a partir de ese instante ya no continuaron la matanza”.


   La historia se presta a la moraleja, pero como no soy demasiado propenso a moralizar, bastante tengo ya con intentar desprenderme de mis propias miserias, me limitaré a recomendar a los supersticiosos aficionados al juego de la lotería, que todavía están a tiempo de hacerse con el 22.954 con el que fueron agraciados, hace ya mas de un siglo, este grupo de vinagorros clericales, coetáneos de aquellos otros que buscaban riqueza y tesoros en el patio del castillo de Torreparedones. Es por si le da la pita al palo. Yo mañana mismo empiezo a buscarlo.