Espacio abierto dedicado al estudio de las historias locales de los municipios de Castro del Río (Córdoba), Porcuna (Jaén) y Motril (Granada), así como sus adyacentes. Recomiendo la utilización del apartado de comentarios para aportaciones, consideraciones, críticas o rectificaciones. De igual manera, está disponible para quienes deseen colaborar con la publicación de artículos o aportando documentos, sobre cualquier tema de carácter histórico relacionado con dichas poblaciones.

20 julio 2011

Bandoleros, facinerosos, bandidos y ladrones en Porcuna durante el siglo XIX. 1ª parte.




    Las colecciones de periódicos de tirada nacional correspondientes al siglo XIX, nos proporcionan mas bien poca información sobre sucesos o acontecimientos acaecidos en la villa jiennense de Porcuna durante esa centuria, donde debían de pasar muy pocas cosas de interés merecedoras de trascender al resto del país.

    Son hechos sensacionales los que tenían asegurada la cobertura informativa, caso del parto múltiple protagonizado por una paisana en 1860:

   “En la ciudad de Porcuna, provincia de Jaén, una señora acaba de dar a luz cinco niños, dos de ellos varones y pegados por la espalda; los tres restantes niñas escasamente desarrolladas, que al poco de nacer sucumbieron, mientras que los varones viven sin haber roto los lazos orgánicos que los sujetan, porque según opinión del cirujano, sería esta determinación peligrosa para la salud de ambos” (1).

    Los sucesos y la crónica negra también ocuparán un lugar preeminente. De algunos sonados asesinatos perpetrados en Porcuna o por porcunenses ya me ocuparé en otro momento.
    Hoy quiero centrarme en los amigos de lo ajeno, en aquellos que por afición, inclinación o necesidad recurrieron al robo como medio permanente o eventual de vida.

    A través del poeta sevillano Fernando Villalón (1881-1930) conocemos de la existencia y andanzas durante el primer tercio del siglo XIX, de un famoso bandolero conocido como “El Tuerto de Porcuna” protagonista de un poema suyo titulado Campiña de Écija  incluido en su libro Andalucía la Baja.



Galopando bajaba por los tuertos caminos
que serpentean estrechos entre bosques de pinos
el guarda montaraz.
Es el jinete un viejo de atezadas facciones
que convivió en la Sierra con todos los ladrones
que mienta el santoral...
En la Sierra de Estepa, Marinalea y Osuna
no hay mejor caballista que el Tuerto de Porcuna,
el guarda montaraz.
El conoce la historia del crimen perpetrado
junto a todas las cruces que rodean el poblado
de Osuna la Ducal.
Fue compadre del Bizco y de Juan Caballero;
Señó Diego Corrientes, el mejor bandolalero,
lo crió de zagal
y en los tiempos caciques de Romero Robledo,
fue un personaje el Tuerto a quien tomaron miedo
el campo y la ciudad. 

    Como el poema es bastante extenso, había pensado dejar su trascripción para dentro de unos días (en entrada aparte). Quienes sientan curiosidad y no sean capaces de esperar, pueden encontrarlo en la página de la Fundación que lleva por nombre el del  poeta.
    
    He consultado en la red algunos estudios sobre la obra de Villalón que aportan alguna información sobre el Tuerto. Se nos presenta como un bandido arrepentido, que consiguió el indulto merced a Fernando VII, a cambio defender a ultranza su causa absolutista, o como estrecho colaborador del siniestro Romero Robledo, ayudándole a garantizar en los procesos electorales el triunfo del candidato designado por Madrid.
    Aunque con todos los visos de una historia real, no deja de ser un personaje de ficción salido de la imaginación del poeta.



    Un autentico bandolero o facineroso fue Juan Díaz a) Zapata, que antes de tirarse al monte, había sido buñolero y vecino de la villa de Porcuna.  Acusado de perpetrar robos en cuadrilla, asesinatos y mutilación de miembros, el 22 septiembre de 1835 era pasado por las armas en la capital del Santo Reino (2). 

    Una partida de bandidos, precisamente, fueron los responsables del secuestro del joven Antonio Morente, hijo de un acaudalado labrador de Porcuna durante el verano de 1852.
    Pese a haberse librado, por parte de la familia, unos mil duros a cuenta del rescate, después de treinta días continuaba en manos de sus captores:

    “Personas que dicen haberlo visto comentan que va en un estado lamentable. La honda impresión que este acontecimiento ha causado desde un principio en el corazón de su buena madre, le ha valido una enfermedad muy grave al parecer.
    Tres comisionados han estado en todos esos pueblos, cobrando letras hasta la cantidad de 50.000 reales, para ponerlos en poder de los malhechores con la mayor brevedad  posible. ¿Cuántas desgracias sobre esta pobre familia? ¿Qué amarguras para ese amoroso padre, que cree no poder abrazar más a su hijo, que ve morir a su mujer, y que en un día pierde el fruto de los sudores de toda su vida? ¿Qué bastaría a reparar tamaños males? Reflexiones son estas que deben de pesar mucho en el ánimo de las autoridades superiores, y muy principalmente en el gobierno que debe desplegar la mayor energía para evitar que los hombres honrados sean el blanco de agresiones tan brutales. La persecución que de dos días a esta parte se hace a esta horda de forajidos, es bastante activa. Todos los destacamentos de la guardia civil están en movimiento y han acudido fuerzas hasta de las provincias de Cádiz y Sevilla” (3).





   Ese especial despliegue de fuerzas tuvo un efecto inmediato con la captura y detención de dos individuos:

   “Han sido puestos a disposición del señor comandante general de Córdoba, Serafín Flores, vecino de Porcuna, y Antonio de Lara, de Benamejí, por considerárseles cómplices e encubridores de los bandidos que recorrían esta provincia; siendo incesante la persecución que a estos se ha hecho, tanto por la Guardia Civil como por los paisanos” (4).

     A los pocos días Manuel Benito Morente, padre del secuestrado, tuvo que salir al paso aclarando ciertos aspectos relacionados con la noticia de las detenciones:

   “Según carta que tenemos a la vista de Manuel Benito Morente, padre del joven de Porcuna que robaron los ladrones, de cuyo hecho dimos cuenta en su día, Serafín Flores, preso por la Guardia Civil y puesto a disposición de la Autoridad con otro compañero, como cómplices de aquellos, resulta que es tío del joven robado y que había salido de su pueblo en busca de los bandidos para tratar del rescate de su sobrino. Nos complacemos en dar esta noticia para que la buena opinión de Flores no padezca detrimento” (5).


     Casi de seguido, el Diario de Córdoba nos suministra la noticia de la liberación del secuestrado:

   “Don Antonio Morente, vecino de Porcuna que se hallaba en poder de los bandidos logró fugarse el día 25 a las diez de la noche, de una caverna de la Sierra de Cabra, aprovechando el momento en que se quedó dormido el ladrón que lo custodiaba, denominado Chicón. A las seis de la mañana del día 26 se presento ante el Alcalde de Doña Mencía, manifestándole que eran ocho los ladrones y que andan diseminados huyendo de la persecución” (6).


    Parece un poco rocambolesca la historia de la huida nocturna; todo apunta a que pudiera haber sido liberado tras haber hecho efectivo la familia el resto del rescate solicitado. De la captura de la partida de bandidos por esos lares no proporciona la prensa noticia alguna.

1)     La Correspondencia de España, 17 de mayo de 1860.

2)     Revista Española. Periódico diario dedicado a S.M. la Reina Gobernadora, 30 de septiembre de 1835.
3)     El Clamor Público, 28 de agosto de 1852.
4)     La España, 25 del agosto de 1852.
5)     El Clamor Público, 1 de septiembre de 1852.
6)     El Heraldo (tomado del Diario de Córdoba), 2 de septiembre de 1852.

(Continuará)

    

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