Espacio abierto dedicado al estudio de las historias locales de los municipios de Castro del Río (Córdoba), Porcuna (Jaén) y Motril (Granada), así como sus adyacentes. Recomiendo la utilización del apartado de comentarios para aportaciones, consideraciones, críticas o rectificaciones. De igual manera, está disponible para quienes deseen colaborar con la publicación de artículos o aportando documentos, sobre cualquier tema de carácter histórico relacionado con dichas poblaciones.

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19 abril 2014

INTOLERANCIAS: LA SEMANA SANTA DE CASTRO DEL RÍO DE 1920.




    El 1º de abril de 1920 retornaba a la Alcaldía de Castro del Río el farmacéutico don Andrés Criado Rodríguez en sustitución de don Antonio Pérez López Toribio, pertenecientes ambos a la mayoría liberal fernandista. Su primer contacto de calle con la vara de mando lo tuvo durante la celebración de la Semana Santa de aquel año.

   Unos incidentes, ocurridos en la procesión del Santo Entierro de la noche del viernes, le obligaron a permanecer durante buena parte del día siguiente encerrado en el despacho de la Alcaldía redactando un telegrama urgente dirigido a la primera autoridad provincial. Por fin, a las 4 h. 50 m. de la tarde era depositado en la estafeta telegráfica el siguiente despacho:

  “Sobre las nueve de la noche de ayer al pasar la procesión del Santo Entierro por la Plaza de San Rafael, se aproximó un sujeto a la escolta de los romanos que acompañaban el Santo Sepulcro y profiriendo insultos a uno de dichos romanos se suscitó una cuestión que llevó el pánico a la inmensa multitud de hombres, mujeres y niños que se desbordaron en huida, produciéndose alarmante confusión, dando ocasión al consiguiente atropello. Hice grandes esfuerzos por calmar el movimiento, logrando la reacción después de quedar las imágenes abandonadas en el suelo y rotos gran número de los faroles que alumbraban a los santos, con desperfectos en algunos de ellos.
    Hasta ahora no tengo conocimiento de que ocurrieran desgracias personales pero si muchos heridos leves y contusos, y hasta la Casa Ayuntamiento han llevado muchos mantones, chales y mantillas, y hasta un alfiler de oro de caballero que quedó en el suelo en el lugar del suceso.
   La policía practica gestiones en busca del sujeto que dio motivo al grave incidente, que según rumores, se trata de un caracterizado sindicalista que persiguiendo deslucir la manifestación religiosa propia del día se propuso disolverla por semejantes medios, lo que pudo motivar un día de luto para el vecindario.
    Tan pronto como logre su detención como la de aquellos otros que pudieran estar confabulados los pondré a disposición del juzgado.
   Ahora mismo se me presenta un oficio del Centro sindicalista comunicándome que a las tres de la tarde del día de mañana se celebrará una reunión pública en el teatro Cervantes para tratar cuestiones de asociación y reorganización. Como pudiera ser que semejante reunión tuviera alguna conexión con el incidente brutal ocurrido anoche, se lo comunico a V.S. absteniéndome de autorizarlo hasta tanto conozca su criterio para obrar con arreglo a las instrucciones que espero de  V.S. con la urgencia que reclaman las circunstancias, pues temo que en dicho acto se exalten los ánimos y puedan excitar a las masas a cualquier otro escándalo que produzca alteración del orden público, puesto que los elementos del Centro Obrero, por sus ideas sindicalistas, sólo pretenden en toda ocasión atentar contra la normalidad y tranquilidad de la población. Le ruego encarecidamente  me diga que he de hacer respecto al mitin o reunión pública que solicitan para el día de mañana”.

   El mitin solicitado por el Centro Instructivo de Obreros sería finalmente denegado.

   El Defensor de Córdoba,  responsable en parte de lo sucedido como argumentaremos más adelante, tardó casi una semana en hacerse eco de la noticia, que nos presenta con alguna ligera variación en relación al comunicado oficial:

    “La procesión del Santo Entierro lucía perfectamente hasta llegar a la Iglesia Mayor en la que ocurrió una salvajada, que así puede llamarse, en la que pudieron ocurrir muchas desgracias. Un individuo del Centro Obrero, que dice ser sindicalista, venía desde la salida de la procesión insultando a uno de los soldados romanos. Cansado éste de sufrir injurias e insultos, amenazó con una lanza al insultante, y lo hubiera pasado mal si no llega a ser por la intervención de otros romanos y de  la policía que estuvieron a punto de evitar el lance y poner preso al autor de tan criminal atentado, sin poderse evitar los atropellos y sustos de las mujeres, niños y niñas, que algunos resultaron con heridas y contusiones. Reina gran indignación entre las personas cultas y sensatas, que protestan contra hecho tan vandálico y solicitan caiga el rigor sobre del atentado”.


     La noticia se prestaba a su rápida propagación a través de la prensa por los más dispares rincones de la geografía española.
     En unas primeras comunicaciones mantenidas entre el nuevo Alcalde y el Juez de Instrucción del Partido, unos informes suministrados por el jefe de la Policía Municipal (Andrés Villatoro) apuntan  hacia dos caracterizados sindicalistas como responsables de los hechos. Sus nombres, Rafael Villegas García y Rafael Márquez Porcel, quedando este último detenido en la cárcel del partido a disposición del Juzgado.
    En una comunicación posterior se adjunta un nuevo informe al respecto:

   “El jefe de los municipales ha obtenido una confidencia reservada de M. R., que tiene su domicilio en la calle Alcaidesa, que asegura haber oído que en el Centro Obrero  habían sido designados por sorteo doce individuos para que por cualquier medio atentaran contra las procesiones de Semana Santa”.

    También aparecen relacionados los nombres de los heridos y contusos por si estiman a bien personarse como acusación: Manuela Ramírez Arjona (Trastorres), Dolores Bravo Moreno y Juana de la Rosa Córdoba (Casas Altas), Francisco Torronteras Millán (Plaza de la Iglesia), una hija de Rafael Ruz Rosa que habita en la Huerta de las Ventanas y Blas Lucena Bracero, sus hijos Manuel y Dolores, con domicilio junto a la Fabrica de Carbonell.
    El asunto terminaría con el procesamiento de los vecinos Rafael Márquez Porcel, Rafael Nuflo Cid (a) Cebolla y Bernardino Villegas García, “sujetos que no gozan de buen concepto público y que como afiliados al Centro Obrero Sindicalista se han significado en los movimientos organizados por dicho centro contra la normalidad del orden social de la población”.


    Hasta octubre de 1923 no llega a resolverse el juicio en la Audiencia Provincial, resultando finalmente condenado Márquez, a la pena de seis meses y un día de prisión correccional, y absueltos sus compañeros.
    Esta manifiesta intolerancia contra la religiosidad popular, sin precedente hasta la fecha, tiene su explicación o razón de ser. Que conste que no pretendemos justificarla, simplemente explicarla y situarla en su contexto histórico.  
   Durante el Trienio Bolchevista (1918-1920) la clase patronal agrícola cordobesa se ve desbordada por la pujanza y fortaleza reivindicativa de las organizaciones obreras, especialmente tenaces en aquellas poblaciones en las que había arraigado el anarcosindicalismo desde principios de siglo, caso de Castro del Río o Espejo.
    La intensa conflictividad social rompe la tradicional armonía, se genera desconfianza, intolerancia y actitudes de  intransigencia de la que también participaban los “castreños de orden”.
    Cuando a principios de 1920 el conflicto parece remitir y empieza a cundir la desorganización y el desánimo entre las filas sindicalistas, recala en la provincia de Córdoba una misión propagandista de acción social católica agraria encabezada por el padre jesuita Sinisio Nevares. El promotor de la gira era el montillano don Francisco Alvear (VI Conde de la Cortina), primero en apostar por el movimiento social cristiano en la provincia. Su propósito estaba claro, se buscaba la creación y arraigo por toda la geografía provincial de Sindicatos Católicos en los que pudieran convivir armónicamente patronos y obreros, y así poder contrarrestar, atenuar la acción  o liquidar aquellos otros anclados en la tradicional lucha de clases.
    Después de Montilla, donde ya existía organización desde 1917, las siguientes escalas de aquel periplo misionero iniciado a principios de marzo de 1920 fueron  las villas de Espejo y Castro del Río.



   El padre Nevares se hacía acompañar de un obrero llamado Juan de Dios Manuel, que decía ostentar la representación del Secretariado de los Sindicatos Católicos Ferroviario y Minero. Es precisamente J.de D.M. quien realiza la cobertura informativa de aquella gira a través de las páginas amigas del diario El Defensor de Córdoba. En todos los pueblos cuentan con la obligada colaboración del párroco o arcipreste, así como la de los más destacados miembros de la patronal agrícola.
     Remite una primera crónica partidaria desde Castro del Río en la que se hace eco de cierto alboroto con motivo del accidentado mitin de presentación celebrado en el teatro Cervantes. El arcipreste del partido don Antonio Márquez, el obrero Juan de Dios Manuel y el Padre Nevares, hicieron uso de la palabra en ese mismo orden. Conforme explicaban su armónico plan de organización social y trataban el problema de la propiedad de la tierra fueron interrumpidos en reiteradas ocasiones por los sindicalistas, que finalmente llegaron a  irrumpir en el escenario en petición del uso de la palabra, que según el cronista “les fue concedida por la autoridad accediendo al ruego de los propios propagandistas católicos”. Un reto de controversia lanzado por Dionisio Quintero Garrido, maestro de la Escuela Racionalista del Centro Instructivo de Obreros y destacado dirigente, parece ser que fue recogido por el párroco del Carmen don José Luís Aparicio, que propone que ésta sea sostenida bien de palabra o por escrito en torno al tema “Como la regeneración de los trabajadores ha de venir por los sindicatos católicos”, permitiéndose a los sindicalistas sostener el punto de vista contrario. La controversia no llego a celebrarse. Según J. M. de D. “se acobardaron los elementos levantiscos, que desalojaron el salón comentando las incidencias del acto”.
    Juan Manuel de Dios fustigó a los elementos patronales “por la pasividad y abandono con las que han mirado a sus obreros en asuntos de tanta monta como son las reivindicaciones justas y el perfeccionamiento moral, que han contribuido no poco al fomento y arraigo del anarquismo en este pueblo hasta el extremo de poder considerarse como la cuna del anarquismo en esta región”.
    No faltaron sus alusiones a la labor educativa desplegada por el centro obrero desde su escuela laica basada en los principios de la Escuela Moderna de Ferrer i Guardia: “Estos son los frutos recogidos por la enseñanza que en las escuelas racionalistas que desde el año 1905 vienen funcionando y son los resultados de los congresos anarquistas, en los que se adoptaron los acuerdos del incendio y la destrucción de las cosechas”.
    El padre Nevares, en párrafos vigorosos, llegó a decir que “la Iglesia había sido la única institución que ha procurado siempre librar de la esclavitud a los pueblos, y cómo los católicos son los únicos que se ven libres de la tiranía de las cadenas y de la opresión”
    Tras explicar que son los Sindicatos Católicos, hace un detenido estudio sobre las ventajas de las Cajas Rurales de préstamos, encomia las virtudes de la provisión, el ahorro y los socorros mutuos en caso de enfermedad, terminando “pidiendo perdón al auditorio y abrazando junto a su corazón en señal de perdón también, a todos aquellos que fanatizados, no guardaron las formas de hidalguía que caracterizan al pueblo andaluz”.


    Como aquel mitin, a consecuencia de las continuas interrupciones, no pudo desarrollarse por cauces de normalidad se organizó otro para el día siguiente en el mismo escenario (5 de marzo). Los propagandistas estuvieron arropados por la primera autoridad local y por varios notables de la localidad comprometidos con la puesta en marcha el Sindicato Católico afecto a la Confederación Nacional Católico-Agraria (CNCA).
   El R.P. Nevares pudo explicar con más detenimiento “la beneficiosa influencia de estos sindicatos y los favores que a los pueblos facilitan”.
   De aquella reunión saldría una primera Junta Directiva. La presidencia recayó en el labrador y almazarero don Rafael Criado L. Toribio, la vicepresidencia en el agrarista y ex alcalde conservador don Antonio Navajas Moreno, mientras que del ingrato cargo de tesorero-contador se responsabilizaba el ex seminarista y abogado don Manuel Castro Merino a) Cabeza Cazón. El joven párroco de El Carmen, don José Luis Aparicio, sería el encargado de orientar su marcha dentro de los principios de la asociación social cristiana propagados por el Padre Nevares.

Don Antonio Navajas Moreno (de ala ancha)


    Sobre la tribuna, el labrador don Antonio Navajas Moreno, con el fin de allegar al mayor número posible de adeptos a la causa, sorprende con un espontaneo ofrecimiento. Se muestra predispuesto a ceder a los aproximadamente 300 colonos a los que tiene subarrendadas parcelas, la explotación directa de las mismas al mismo precio que él las lleva. Otro señor, cuyo nombre no trasciende, ofrece 150 fanegas de tierra para distribuirlas entre los socios, mientras que un comerciante,  Pablo Yepez Lort, promete trato de favor a los obreros-socios a la hora de abastecerse de los artículos suministrados en su establecimiento de paquetería.
     Como resultado de tal cúmulo de actos de generosidad y altruismo, salieron de inmediato un buen número de obreros castreños dispuestos a engrosar sus filas.
     Todavía antes de abandonar los misioneros la “manumitida” villa de Castro del Río celebraron una última reunión en el Círculo de Labradores al objeto de hacer un llamamiento en pro de allegar fondos con los que constituir la necesaria Caja Rural. En menos de una hora se reúne la suma de 119.900 pesetas, de las que 11.500 son donativos y el resto imposiciones de ahorro.
      La maniobra del “gato palo”, como era conocida despectiva e irónicamente esta argucia de captación entre el proletariado rebelde, había operado el efecto deseado.
      Las reiteradas y grandilocuentes alusiones de Juan de Dios Manuel al arrollador triunfo de sus postulados, tal como se desprende de las sucesivas crónicas remitidas al Defensor de Córdoba, debieron de excitar los ánimos de los anarcosindicalistas locales. Seleccionamos algunos párrafos de su reiterativo e interesado discurso:

    “La mecha ardorosa ha prendido e inflamado los corazones de ese amor mutuo de unas clases para con otras y Castro del Río, grande por su historia, rico por su suelo y noble por sus habitantes volverá a ser lo que fue un día, mansión patriarcal donde se vivirá única y exclusivamente del bien y para hacer el bien”.

   “El milagro esta hecho, el pueblo de Castro del Río, avivado en su celo amoroso hacia el solar querido y hacia la religión se sus mayores, se sacudió el aletargamiento que hacía 20 años se hallaba sumido y formó a la vanguardia de esa gran cruzada emprendida por la sindicación cristiana para la restauración de los pueblos”.

    “Pueblo de Castro del Río, has salido a la palestra, has pisado la arena para luchar por Cristo y forzosamente has de vencer en Cristo”.


     Una vez realizado este necesario inciso sobre aquella misión del Padre Nevares, que nos puede servir para entender y nunca para justificar aquellos incidentes en la procesión del Viernes Santo, retomamos el asunto.
     Tal como ya relatábamos le tuvo que resultar imposible a la autoridad judicial demostrar que se trataba de un planificado y premeditado atentado orquestado desde el Centro Obrero, aunque la sospecha parece más que fundamentada. Así aparece también expresado en la tradición oral, que refiere que, además del incidente con la escolta romana, desde los tejados de su sede social de la C/ Colegio 15 se lanzaron algunas piedras coincidiendo con esos momentos de desconcierto y desbandada general.
     Sea como fuere, organizado o improvisado, creemos que no debió de ser casual la elección de la cofradía contra la que se debía de atentar, la más señorial y brillante de cuantas participaban en sus desfiles procesionales de Semana Santa. Nos referimos a  la muy antigua y venerable hermandad del Santo Sepulcro y Soledad de Nuestra Señora, que había ganado considerablemente en esplendor con la llegada al cargo de Hermano Mayor de don Francisco Algaba Luque en el año 1918. A ella pertenecía la práctica totalidad de la burguesía agraria de Castro del Río y tenía su sede en la Iglesia Parroquial de El Carmen, de la que era precisamente párroco don José Luis Aparicio, alma mater del recién creado sindicato católico.



    Otra consideración a tener en cuenta es en lo referente a la composición social de las tradicionales escoltas de romanos. Históricamente se nutrían de personas de extracción social humilde seleccionados entre el personal de confianza de los labradores y propietarios relacionados con las cofradías. Su voluntariosa presencia, suponemos, sería recompensada justamente con invitaciones a participar las típicas celebraciones profanas cuaresmales y con los pertinentes refrigerios en los gastronómicos descansos de las procesiones de Castro del Río. Los primeros militantes obreros del sindicalismo católico debieron de salir de entre estas personas, que desde la otra orilla eran tachados con apelativos despectivos como los de  “paniaguados” o ·estómagos agradecidos”.
     La posterior evolución del sindicato católico y el análisis sobre la puesta en marcha de las prometidas y caritativas mejoras sociales para el proletariado agrícola de Castro del Río, la dejamos aparcada para otro momento.

FUENTES UTILIZADAS

   Prensa periódica provincial: Diario de Córdoba, El Defensor de Córdoba y Montilla Agraria.
   Prensa obrera: alguna referencia aislada procedente de Tierra y Libertad.
   Archivo Histórico Municipal de Castro del Río: Copiadores de correspondencia del Alcalde con el Gobernador Civil y con las autoridades Judiciales.
   Juan Díaz del Moral: Historia de las Agitaciones campesinas andaluzas. Alianza Universidad. 1984.

    PD: Durante esta entrada nos hemos estado refiriendo constantemente a comportamientos, actitudes y  mentalidades de los castreños de hace casi un siglo, por lo que cualquier parecido o comparación con la realidad actual está totalmente fuera de lugar. Afortunadamente la sociedad ha podido desprenderse poco a poco de ese servilismo casi feudal de otrora.
     Con respecto a las tradicionales celebraciones de Semana Santa, cada día más populares y participativas, en un obligado ejercicio de tolerancia hemos de aprender a respetar las diferentes maneras que los andaluces tenemos de celebrarlas. Un servidor en concreto, para nada religioso, por vivencias personales profesa especial admiración por ese cúmulo de singularidades que la Semana Santa de Castro del Río ha sabido preservar y conservar sin apenas modificaciones.

17 julio 2012

Castro del Río. Julio festivo del año 1915.


Calle Corredera (Joaquín Costa)
     En mi alargado propósito de seguir sacándole partido y contextualizar, de camino, esa colección de fotografías de Castro del Río del año 1915, he tomado una serie de referencias de la prensa histórica, que acompañadas del pertinente aparato gráfico, nos permitirán desentrañar algunos pormenores sobre las tradicionales celebraciones religiosas y festivas que durante el mes de Julio, de ese mismo año, tuvieron lugar en la villa del Guadajoz.


La Virgen del Carmen
En retablo Altar Mayor iglesia parroquial del Carmen
     Se iniciaban el día 9 con la novena en honor de Ntra. Sra. del Carmen, en la parroquia del mismo nombre: “A las seis de la tarde rezo diario del Santo Rosario, letanías, coplas, lectura y sermón”.
     “En estos cultos han ocupado la cátedra sagrada el M.R. padre Patricio Mediavilla, misionero del Sagrado Corazón de María y superior de la residencia de Córdoba, acompañado del coadjutor de la expresada parroquia don Tadeo Millán Moreno, los que han interpretado preciosos temas de la letanía y han ensalzado las virtudes de Nuestra Señora”.
     Se remataban actos y cultos el día 18 con la fiesta grande y procesión:
     “El día dieciocho a las ocho de la mañana fue la comunión de los cofrades siendo muy numerosa y a las diez se celebró la fiesta grande propia de la cofradía en la que expuso las gracias del Santo Escapulario el presbítero don Tadeo Millán Moreno. En la referida fiesta se cantó la misa del Santísimo Sacramento del maestro Rivera, magistralmente ejecutada por el inteligente profesor organista de la parroquia de Ntra. Sra. de la Asunción de esta villa y un nutrido coro de voces de varios jóvenes de esta localidad. El templo resultó muy hermoso, pues lucía sus mejores galas y los altares que adornaban la espaciosa nave, ricamente engalanados por varias personas de esta feligresía, respiraba el celo de nuestro apreciable párroco, que con su asiduo trabajo y su amor a la Virgen vela por el esplendor de los cultos católicos.
     Terminada la novena salió en procesión la preciosa imagen de Nuestra Señora del Carmen, la que llevada por las más respetables personas de esta localidad recorrió varias calles de la misma.- Un devoto de la Virgen”.              
     Como el devoto cronista hace referencia a la condición de “personas respetables”, conviene aclarar que esa respetabilidad vendría impuesta por su preeminencia desde el punto de vista social y económico, así como por su habitual e imprescindible concurso en las manifestaciones externas de culto, en contraposición al pueblo llano, que cuando participaba, lo hacía siempre relegado a un papel secundario. 
   
La procesión de la Virgen de la Salud

     El día 25 se verificaría el tradicional traslado de la patrona de la villa, Nuestra Señora de la Salud, desde su ermita extramuros, hasta la parroquial de Ntra. Sra. de la Asunción, donde permanece anualmente por espacio de tres meses.


     Cuando Castellá realiza sus trabajos fotográficos en Castro del Río para la Casa Editorial Alberto Martín de Barcelona, durante aquel verano del año 1915, la imagen de la Virgen de la Salud ya se encuentra en la parroquial de la Asunción, por lo que forzosamente tuvo que ejecutarse durante esos tres meses de morada en la iglesia de la villa, aunque por el vestuario de quienes aparecen en esas fotos y otros detalles me inclino a pensar de que no iría mucho más allá del mes de septiembre.


Velada de Santiago
    
     El mismo día 25, festividad de Santiago Apóstol, se inicia la tradicional feria, que por coincidir con el final de las labores relacionadas con la recolección del cereal, son numerosas las personas las que se dan cita al reclamo del divertimiento.
     La del año 1915 iba a estar revestida por la polémica en cuanto al lugar elegido para su instalación. Según reza la tradición, ésta se había venido desarrollando en la calle Alta (Marqués de la Vega y Armijo), pero por voluntad expresa de la mayoría republicana, al frente de la Alcaldía, se determinará su traslado a la calle Corredera, recientemente rotulada y dedicada a la memoria del prócer del republicanismo Joaquín Costa.
     El corresponsal local del diario ultraconservador El Defensor, no parece comulgar con la decisión y son varios los argumentos que esgrime en contra del nuevo emplazamiento:

     Primero: “La proximidad de la Plaza de Abastos, donde no es posible desterrar (a pesar de ser mucha limpieza que en ella se observa) cierto mal olor, peculiar y corriente en estos sitios”.     
      Segundo: “El acentuadísimo declive del suelo, que aumenta considerablemente por las malas condiciones del empiedro”.
      Tercero: “Existen en dicha vía este año algunas respetables familias que la desgracia de haber perdido seres queridos las tiene alejadas de todo bullicio y a las que no habrá agradado mucho la alegría original que reina en esta clase de fiestas”.




    
     “Sin los inconvenientes reseñados, la velada hubiera resultado más lucida, por la extraordinaria iluminación, música y la enorme cantidad de caras bonitas que en ella se han visto.Tampoco han faltado los indispensables circos, norias y barcas, con algunas rifas, puestos de juguetes, buñolerías y otras chucherías que constituyen la delicia de la gente nueva”.


     Otra cosa que ha llamado poderosamente la atención en esta velada y que no puedo echar en  olvido: ¡El nuevo uniforme color kaki de la guardia municipal!

Fuentes utilizadas:


  • Crónicas remitidas desde Castro del Río al diario el Defensor de Córdoba publicadas los días 26 y 30 de julio de 1915.
  • Fotografías Fondo Alberto Martín de la Biblioteca de Cataluña (menos la de la noria, ya utilizada para ilustrar otra entrada festiva, y cuya procedencia no recuerdo).

04 julio 2012

La transfiguración de San Antonio Abad en Castro del Río.


    
     Las imágenes de culto católico, al igual que las personas y sociedades, pueden verse sometidas a vaivenes históricos que alteren su régimen ordinario de vida. Es el caso de la que mostramos en la cabecera.
     Del capítulo que Fray Juan de Castro le dedica al presbítero Doctor Cristóbal López de Cañete (1567-1637), dentro de su manuscrito “De los escritores naturales de Castro del Río” (se comenzó en 1804) entresacamos la siguiente noticia que nos informa sobre los avatares históricos de la referida imagen:
     “Desde que concluyó sus estudios y se graduó, hasta que fue comisionado a la Real Chancillería, tuvo en Castro su ordinaria residencia, según consta en diferentes documentos, que también manifiestan sus ocupaciones, de los quales citamos algunos. Estando presente aceptó la donación inter vivos , que el 19 de marzo de 1604 por ante Luis Fernández, otorgó en favor suyo su tía paterna Juana Fernández la Peinada, de unas casas en el cercado de la villa en la calle que va al Hospital de San Juan, y de otras en la calle Lobo, que por aquel tiempo se llamaba San Antón, por estar en ella una antigua ermita del Santo Abad: su antigua imagen de talla, de estatura mediana, con el hábito de carmelita, de túnica parda y capa blanca. Arruinada la ermita, se trasladó a este convento del Carmen, donde por muchos años la vimos venerada por los fieles con particular devoción, hasta que en nuestros días, por una providencia inconsiderada, o por una devoción indiscreta, fue transformada y transfigurada en imagen de nuestro padre San Elías Profeta, y se colocó en el retablo del Altar mayor”.



     Todo indica que esta talla de madera, que en la disposición de ese retablo, que conocemos gracias a la ya famosa fotografía de Castellá del año 1915, aparece situada en la hornacina superior, y el Crucificado de la primitiva Hermandad de la Veracruz (Cristo del Carmen) del escultor flamenco Luydvinos de Bruna, se encuentra entre las más antiguas y de mayor valía artística de las que se conservaban dentro de aquella Iglesia-Convento.     
     A Fray Juan de Castro no parece cuadrarle demasiado este cambalache. Debía sentir más apego por el Santo Abad que por el Profeta. De forma algo sibilina pasa por el asunto responsabilizando del mismo a “una providencia desconsiderada” o “devoción indiscreta”, lo que difícilmente nos permiten conocer los motivos exactos del cambio de advocación. Imagino que fuerzas mayores determinarían tal resolución, posiblemente por el especial empeño del Prior de turno o de alguna otra persona influyente en el seno de aquella comunidad religiosa del Carmen Calzado de Castro del Río.


     Apunto la hipótesis, con cierto fundamento, de que el responsable de esa transfiguración pudiera ser su coetáneo y hermano de orden, Fray Miguel Rodríguez Carretero, a quien deliberadamente dejo fuera de su obra por cuestiones personales.
     Podemos constatar la presencia y participación protagonista de Fray Miguel como predicador en una especie de fiesta solemne-rogativa rematada con procesión, celebrada en el Convento del Carmen el 20 de abril de 1817, en la que a San Antón ya se le había operado la metamorfosis:

     “El referido día 20 en la tarde hubo procesión general de penitencia con asistencia del Clero y del Ayuntamiento; casi todos los vecinos concurrieron, unos con capas, los más pudientes de corto y otros con túnicas y todos con luces. Llevaron al Santísimo Cristo del Carmen los sacerdotes, delante el clero y la comunidad y el R.P.M Quiroga predicaba de cuando en cuando. En medio de la procesión iba N.P.S. Elías como abogado de la Curia y delante de la Sgda Imagen predicaba el R.P.M fr. Miguel R.Carretero”.

     P.Mº Fr. Miguel Rodríguez Carretero / Epytome historial de los Carmelitas de Andalucía y Murcia. Primera edición del manuscrito original de la B.N.E. Sevilla 2000. Presentación de la obra a cargo de Ismael Martínez Carretero (O.Carm).
     El material gáfico pertenece a la ya tantas veces referida colección de fotografías procedente de la Biblioteca de Cataluña. Año 1915 (Fot. Castellá).
   

12 marzo 2012

Noticia sobre el oratorio de la calleja de los Dolores

Calleja de los Dolores (Castro del Río)
     Entre los varios opúsculos impresos que relaciona Fray Juan de Castro como salidos de la pluma de Don Juan Pedro Moreno y Arias (1710-1776), sólo uno guarda relación directa con su pueblo, Castro del Río, es el titulado:

     “Romance nuevo, donde se refieren los maravillosos prodigios, que ha obrado la milagrosa imagen de María Santísima de los Dolores, que se venera en la siempre ilustre y leal Villa de Castro del Río”. Se imprimió el año de 1730, quando el autor estaba en los veinte de su edad. Es un papel en 4º con cuatro páginas.

 Comienza así:

“De aquella Mujer hermosa
que vio el Apóstol querido”

     Y finaliza de esta manera:

     Ea, Católicos pechos
de esta ilustre Villa hijos,
digan nuestras dulces voces,
que por siglos infinitos
sea en Castro venerada
la de los siete cuchillos.



    Antes de que sea el propio padre Castro quien introduzca en contexto este Romance de Don Pedro Moreno y Arias, dedicado a la Dolorosa, tenemos forzosamente que reparar en el Estudio histórico del barrio de la Villa de Castro del Río de Juan Aranda Doncel. Se menciona en este libro la sesión municipal celebrada el 21 de enero de 1845 en la que se aborda “la conveniencia de rectificar la actual numeración y dar nomenclatura a todas las calles de la Villa”. Las trece calles intramuros (barrio de la Villa) son nominadas en función de una serie de variables. Un oratorio dedicado a Nuestra Señora de los Dolores dará nombre “al callejón sin salida donde está la imagen de dicha Sra.”. 
     Otras informaciones extraídas del capítulo que Juan Aranda le dedica a la Casa-Oratorio de Nuestra Señora de los Dolores, las dejaremos para el final. 



    Dejemos que sea primero el padre Castro, quien nos explique el porqué de dicho Romance, así como cumplida información sobre cómo y cuando se gesta el citado oratorio en esta pintoresca calleja del barrio antiguo:

    “Para que el asunto de este romance se entienda mejor contaré la historia desde su principio. Don Gerónimo Mexia, a quien por su singular piedad y virtud notoria llamaban todos, hermano Gerónimo, fue Sochantre en la Parroquia de Castro, y tenía su morada en el cercado de la Villa, en la calleja que hoy llaman de los Dolores. El año de 1727, a los diez días de julio, colocó sobre la puerta de su casa una imagen, pintada en lienzo, de Nuestra Señora de los Dolores, con un farol que también daba luz a toda la calleja. Aquí perseveró la santa efigie sin especial culto, hasta que el 16 de abril de 1730 un vecino, que se hallaba gravemente enfermo, se encomendó a la Señora, y consiguió su salud. Divulgado este caso, se excitó la devoción, se repitieron los recursos, y los prodigios se multiplicaron de manera que antes de concluirse el citado año de 1730, se tenían averiguados ciento cinco por lo menos. Después de publicado el Romance, y continuándose la devoción con más fervor todavía, el Hermano Gerónimo erigió un oratorio público sobre el pórtico de su casa con vistas a la calleja y colocó en él la santa imagen. Por su testamento dejo heredero de dicha casa y nombró patrono para lo sucesivo a su amigo Don Juan de Mendoza, clérigo capellán, y sus herederos. Este Santuario ha sido y es hoy muy concurrido, aunque no son ya tan frecuentes los milagros públicos”.

(De los Escritores naturales de Castro del Río…pág. 303-304)


     Pascual Madoz, en el sustancioso artículo sobre Castro del Río del “Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar” (1846-1850) le otorga al citado oratorio categoría de ermita (no conocemos sus fuentes) y aporta somera información sobre la misma: “fundada a mediados del siglo XVIII por el piadoso varón Don Gerónimo Megia, sacristán de la iglesia parroquial”.

     Las disposiciones testamentarias del “Hermano Gerónimo” (Don Geronimo Mexía y Xurado), sacristán y sochantre de la parroquial de la Asunción, recogidas por Juan Aranda Doncel en su estudio histórico del barrio de la villa, nos aportan otras noticias complementarias sobre el oratorio y su fundador:

     “Declaro que tengo y poseo unas casas mías propias en que hago mi abitación y morada dentro del zercado de esta villa…y en ellas la imagen de Nuestra Señora de los Dolores que está pintada en un lienzo con su marco dorado, que también es mía propia, la que tengo de presente colocada en un quarto de dichas mis casas que caen sobre las puertas de la calle de ella y se halla oy en forma de capilla descubierto, de suerte que desde dicha calle se venera y reza por los devotos de dicha imagen”.

    “ […] y procurando yo mantener la dicha devoción y para que aumente cada día, por lo que asimismo tengo a S.M., le mando en propiedad y posesión las dichas mis casas en que se halla colocada para que lo esté siempre en ellas en el dicho sitio o en otro que le parezca al Patronato o Patronos que e de nombrar, formándose capilla o hermita si se pudiere en delante de suerte que, aunque así se execute, aia de ser siempre en las dichas mis casas y no en otro sitio alguno, pues con esta condición se las mando a S.M. por se mi voluntad que nunca salga de ellas si no es con licencia de dicho Patrono para que salga en prozesión o lleve a alguno de los templos de esta villa para hazerle rogativa en caso de necesidad y volverla luego que se fenezca qualquiera de esos fines a las zitadas mis casas todo con la dezencia correspondiente”.


     Como albaceas de su testamento y encargados de ejecutar sus deseos, tal como ya refiere Fray Juan de Castro, quedaron el clérigo capellán y amigo Don Juan de Mendoza y Saavedra y herederos (su padre Alonso de Mendoza Figueroa y Saavedra, hijosdalgo notable) moradores durante la primera mitad del siglo XVIII de la "Casa de Mendoza", a la que este linaje da nombre.

Casa de Mendoza
    En vida del Gerónimo Mexia, fallecerá don Alonso de Mendoza de Figueroa y Saavedra, y su hijo don Juan de Mendoza tendrá que ausentarse de la villa, por lo que ha de introducir variaciones en la composición del Patronato, delegando la responsabilidad en el vicario don Pedro Suarez Pimentel y sucesores en el cargo.
    Cuando finalmente fallece, se respetará su voluntad, permaneciendo el oratorio y la imagen en su lugar original, aunque con unas rentas que apenas si darían para su mantenimiento: el producto del alquiler de la casa, el producto de un haza de tres fanegas de tierra y una memoria a perpetuidad de tres arrobas de aceite aportadas por una devota señora.
    A finales del XVIII se celebraban en el mismo dos funciones religiosas anuales: una misa cantada el día de Santa Catalina (25 de noviembre),  por el alma de la devota señora donante del aceite perpetuo, y otra más solemne el Viernes de Dolores.

    Oratorio de Nuestra Señora de los Dolores. En Estudio histórico del barrio de la Villa de Castro del Río / Juan Aranda Doncel. Ayuntamiento de Castro del Río, 1987 (págs.151-154).

    Sobre el posterior devenir de este oratorio o ermita no dispongo de información alguna. De manera que, para que pudiera quedar completada la historia sobre sus avatares históricos, sería de agradecer aportaciones al respecto en la sección de comentarios. Seguramente entre la numerosa bibliografía de Juan Aranda o en alguna de sus habituales colaboraciones en publicaciones locales pudieran aparecer otras noticias.


10 marzo 2012

Noticias sobre la Hermandad de la Aurora de Castro del Río (siglo XVIII)


    De la obra del carmelita castreño Fray Juan de Castro: “De los Escritores naturales de Castro del Río, que han dado a la imprenta alguna de sus obras”, fragmentos históricos que para conservar su buena memoria recogió y escribió un Fraile del Carmen en el convento de la misma villa. Se comenzó el año de 1804.Manuscrito original en 4º-411 páginas y 12 más de principios. En las pág. 312-313 dice:

   Como después de la conquista de Castro, se aumentaba su vecindario y su población se extendía a los arrabales, por la devoción de los mismos vecinos y para su mayor comodidad se edificó el año de 1420 la iglesia o ermita de la Madre de Dios, al occidente, fuera del muro, y para facilitar la comunicación con la Villa, se abrió en el mismo muro el portillo o puerta que llaman del Agujero.

http://eltiodelacamara.blogspot.com/

     En esta ermita, a más de la Hermandad del Rosario, que con buena música de voces y de instrumentos sale a prima noche por las calles, se halla establecida una congregación de hombres devotos, dedicados al obsequio de Nuestra Señora de la Aurora, cuya graciosa imagen tienen colocada en altar particular, con retablo de madera sobredorado. Quando lo sufragan las limosnas (único caudal de esta congregación) hacen en la Parroquia una función muy solemne y cumplida, llevando allí la efigie de su Soberana Patrona.
     En la que celebraron el año 1787, les prediqué el Sermón, que podrá verse en tomo 1º de mi Colección de Sermones, pág. 230. Sus ejercicios ordinarios son, salir en el estío a las tres, y en el invierno a las quatro de la madrugada, cantando el Santo Rosario, en tono llano, suave y devoto, que con el silencio de la noche resuena y despierta a los que duermen, excitando en los buenos afectos la alegría, y en los malos la saludable confusión; y concluido el Rosario, oyen la misa que les dice su Capellán. Tienen destinado para muñidor un hermano, que a las dos, o a las tres, según varían las estaciones, sale por las calles tañendo una campanilla, y cantando al compás del tañido algunas coplas en alabanza de la Santísima Virgen, y de ordinario se detiene a cantar una particular a la puerta de cada hermano, para despertarlo. De este género les compuso un buen número Don Juan Pedro , que no se imprimieron, ni manuscritas se hallan ya todas. De las que se conservan copiaré una, que sirva como muestra de las demás, que se cantaban para despertar al actual Capellán Don Pedro de la Rosa, y con alusión a su apellido decía así:

Una rosa le falta al Rosario
y es el que la misa nos ha de rezar.
Padre nuestro, levántese presto,
que el santo rosario se va a comenzar.

    “Colección de sermones panegíricos y morales, escritos y predicados por Fray Juan de Castro”. Tres tomos manuscritos en 4º (464, 468 y 426 páginas cada uno de ellos).
    Encontraban se entre los papeles manuscritos de este fraile carmelita que pasaron a manos de las monjas del convento de Santo Domingo de Scala Coelli de Castro del Río. De su fatal destino ya dimos cumplida información en una entrada anterior. Por cierto, aparte del horno tostador de dulces y papeles del que las monjas dispusieran dentro de la propia clausura, según el Catastro de Ensenada (1753) también era de su propiedad un horno de pan que se hallaba fuera del recinto de su convento:

    “Una casa horno de pan de cozer en el cercado de esta Villa, que confronta con la Calleja de San Juan y calle que baja a la Puerta de Martos, consta de habitación baja y alta con diez baras y media de frente y trece de fondo”.

    Don Juan Pedro Moreno y Arias (1710-1776), ex-seminarista, profesor, jurisconsulto y poeta, a quien reserva un capitulo Fray Juan de Castro:

   “De sus costumbres diré solamente del tiempo que lo conocí y comuniqué, que era hombre devoto, frequentaba las Iglesias y cada día oía algunas misas; que era manso y pacífico, tenía paz en su familia, y la mantenía con los extraños; que era llano en el trato y modesto en toda su extensión; de ordinario andaba de capa, y en los días solemnes y en los públicos actos literarios, era su vestido el antiguo de los jurisconsultos, capa negra corta con cuello quadrado, golilla y peluca, como en Córdoba andan los Alcaldes mayores”.



    Si bien en la noticia suministrada por el padre Castro, transcrita al principio, se hace clara mención a que las letras compuestas por este vate local para la Hermandad de la Aurora no fueron impresas, y apenas si quedaban de las manuscritas, cabe la posibilidad, de que algunas de las que han llegado hasta nuestros días, vía tradición oral, en el seno de esta popular y tricentenaria congregación, fueran de aquellas.



18 agosto 2011

Los Santos Mártires de Arjona y Castro del Río.


    El descubrimiento en 1628 de los huesos y cenizas de los Santos Bonoso  y Maximiano, y demás Mártires, “de los que padecieron en Arjona”, despertó gran expectación, no sólo en las ciudades, villas y lugares pertenecientes al Obispado de Jaén, sino también en las de la vecina provincia de Córdoba. Fueron muchas las personas las que se desplazaron desde ésta hasta Arjona para  visitar su necrópolis Santuario, con el fin de obtener  huesos y reliquias de las que allí se sacaban, así como para conocer los sitios “donde se habían obrado las maravillas”.
    Estas reliquias llegaron por primera vez  hasta la villa cordobesa de Castro del Río por mediación del Licenciado Don Sebastián Fernández de Senarejos y Bustos, Corregidor que fue de la Villa de Cañete, que junto a su devota esposa, Doña Ana de Figueroa, visitó el Santuario por los últimos días del año 1629, volviendo a su pueblo provistos de una buena cantidad de huesos y cenizas, y de unos panecitos que con ellas se hacían y que allí se dispensaban.
     El Corregidor de Cañete mantenía relaciones de amistad con el Licenciado Luis Fernández de León, Medico Titular de Castro del Río, quien tras aquella visita recibiría por carta un panecillo de aquellos de ceniza “que lo tuvo en muy gran veneración,  y guardó, por proceder de un sitio donde se habían obrado tantos milagros”.
     El uso final que este médico de Castro del Río le diera a ese panecillo de ceniza está recogido y detallado en estos memoriales y de alguna manera guarda relación con la que era su misión profesional, la de sanar a los enfermos.


     Y de la información hecha en la villa de Castro el Río, que es del Obispado de Córdova en 12 de Enero del año pasado de1630,  por el Vicario de ella, y otros adjuntos, por comisión del señor Obispo de Córdova, resulta que:
    El Licenciado Luís Fernández de León Médico, y Juan Alonso Camacho Cirujano, con los demás contestes, dicen, que habiendo ido a curar a María de Vargas, hija de Juan Bautista de Leyva, la hallaron enferma por el mes de Diciembre del año pasado de 1628, de unas llagas pestilenciales, con todas las señales de las que podían constituir la enfermedad en toda esencia de garrotillo pestilencial, y pronosticada su malura, y agudeza, le administraron todos los remedios, que conforme a arte y práctica en esta curación se suelen aplicar; y que la enfermedad no se quiso rendir, antes le iba aumentando y poniendo de peor estado, faltando las fuerzas a la enferma, y la putrefacción  y mal olor de las llagas era de tal manera, que no había quien pudiese entrar en el aposento de la enferma; y reconociendo el Médico que no tenía que ordenar, y que faltaban los remedios humanos, al tiempo que la enferma ya estaba desamparada y con un Christo en las manos, sin poder abrir los ojos, y que la velaban, y estaba como en paroxismo, le llevaron un panecito que le habían enviado del Santuario de Arjona, y se le dijo a la enferma se encomendase a Dios, y a los Santos, de cuyas cenizas era el panecito, y habiéndole tomado ella como pudo, le llegó al lado del corazón, dando muestras de recibir con mucha devoción, porque no podía hablar. Otro día habiendo vuelto el Médico, juzgando la había de hallar muerta, la halló con mucha mejoría, y que despedía pedazos de carne cancerada, y de mal olor, y ella afirma que luego que se puso el panecillo sobre la garganta y corazón, sintió que iba volviendo el sí  y se le restituía la salud, y luego pudo pasar, y tomar sustancia, lo que en los siete días anteriores no había podido.



    Seria pues, la prodigiosa sanación de María de Vargas la que iba a despertar la devoción entre los vecinos y naturales de la villa de Castro del Río por los Santos Mártires de Arjona. Son el testimonio de la propia María y el de su madre María Illescas de Villarejo, viuda del ya fallecido Juan Bautista de Leyva, Familiar del Santo Oficio, incluidos en las probanzas que se hicieron en el año 1644 por el Vicario de la Villa de Castro  a instancias del Obispado de Córdoba, los que nos suministran alguna información al respecto:

    “María de Vargas, doncella, de 42 años, afirma haber visto marchar mucha gente de Castro el Rio a Arjona con gran devoción, a visitar el Santuario; y que cuando volvían traían huesos y reliquias, venerándolas como Reliquias de Santos Mártires. Y que en una ocasión fue mucha gente de esta Villa con grande fiesta y devoción a la de Arjona con una Cruz, para ponerla en dicho Santuario, de donde volvieron con mucho fervor y devoción; y lo sabe porque fueron muchos parientes suyos, y su hermano, que es sacerdote, y trajeron reliquias de huesos y cenizas de dicho Santuario”.
    “María de Illescas Villarejo, de 64 años, vecina de Castro el Río, y viuda de Juan Bautista de Leyva, testifica haber visto pasar por la Villa de Castro el Río muchos forasteros, y oidoles decir que iban a visitar el Santuario de Arjona y hallarse en la fiesta de los Santos Mártires, y que también oyó decir, que los vecinos de la villa llevaron con gran devoción una Cruz, con mucho acompañamiento, para ponerla en dicho Santuario, y que vio ir mucha gente de la Villa de Castro el Río a la de Arjona, que volvieron con huesos y cenizas de dicho Santuario, estimándolas como Reliquias de Santos”.
    No se sabe con exactitud el motivo de portar aquellas cruces hasta el Santuario durante aquellos primeros años de la devoción y fiesta religiosa desde diferentes puntos. Hay quien apunta que pudiera estar relacionado con aquellas luminiscencias que pusieron sobre aviso de lo que aquel lugar albergaba.
    El bagaje crucífero se encuentra muy disminuido hoy; solamente se conservan cinco, una de ellas precisamente es la de Porcuna, en la que nos detendremos en una próxima entrada.
  
www.portalarjonero.com


    Por lo que respecta a Castro del Río poco más de interés se puede extraer de las pruebas practicadas y recogidas en el Memorial.
    Fueron también testigos en la probanza , Ana Ramírez, de 30 años de edad, natural de la villa de Espejo, que atendiera como criada y enfermera a María de Vargas  durante su enfermedad, y el Licenciado Juan Alonso Camacho que actuara como Cirujano, que no aportan nada nuevo a lo que ya hemos relatado.


    Quien no pudo testificar en estas probanzas realizadas en 1644 fue el Licenciado Luis Fernández de León, ya fallecido, echándose mano en su lugar a la información fechada en Castro del Río en 1631, en virtud de la comisión que actuó por delegación del Señor Don Cristóbal Lovera, Obispo de Córdoba, compuesta por el Licenciado Antonio Garrido Vicario de esta Villa, y con la también asistencia de los Licenciados Juan Lorenzo de Vargas y Juan Fernández Ganancia, Presbíteros Teólogos, ante Pedro Fernández de Alba, Escribano público.

    Dictamen final, que se fundamenta en el memorial impreso realizado por la comisión de clérigos de Castro, ya referenciado: 

    “No consta que el panecito de huesos y cenizas que a esta enferma se le suministró fuese hecho con los sacados de dichos sitios, ni tampoco fuese de Santos canonizados, o por lo menos siervos de Dios no canonizados; y sobre todo la dicha enferma, como lo declara el médico que la curó, no consiguió súbita curación, sino una mejoría que le permitió aplicarle otros remedios y medicina, de forma que a los pocos días estuvo buena. Así, parece que la que obró fue la mismísima naturaleza, con lo que no es milagro calificable, ni puede ser tenido como tal, y más atribuido a méritos e intercesión de personas incógnitas, cuyos son los huesos y cenizas que se han hallado en Arjona”.

     Intuyo que con posteridad a esta negativa, las familias de notables locales (a las que pertenecía la doncella curada y ahora presumiblemente agraviada por el dictamen), quizá por despecho, terminarían por darle la espalda a esta advocación y dejaran de peregrinar hasta Arjona. De hecho, yo al menos, no tengo conocimiento de que se continuara con aquella costumbre.
    Igual de evidente resulta el hecho de que no todos los dictámenes podían ser positivos. Veremos lo que nos encontramos en la vecina Porcuna.