Espacio abierto dedicado al estudio de las historias locales de los municipios de Castro del Río (Córdoba), Porcuna (Jaén) y Motril (Granada), así como sus adyacentes. Recomiendo la utilización del apartado de comentarios para aportaciones, consideraciones, críticas o rectificaciones. De igual manera, está disponible para quienes deseen colaborar con la publicación de artículos o aportando documentos, sobre cualquier tema de carácter histórico relacionado con dichas poblaciones.

01 mayo 2011

Genuinamente Rebeldes: Castro del Río y Espejo.


   Las poblaciones cordobesas de Castro del Río y Espejo se han caracterizado históricamente por su proletariado genuinamente rebelde. Sus nombres han figurado a lo largo de nuestra historia mas reciente con tachones rojos en el mapa por las mal llamadas “gentes de orden” (esas desde siempre interesadas en que todo transcurra por los habituales cauces de control social) y de las autoridades provinciales y nacionales.
  Aquellas primeras semillas de redención del obrero sembradas por los internacionalistas durante las décadas finales del XIX, germinarían durante los primeros años del siglo XX en forma de sociedades obreras de inspiración anarquista que llegaron a plantear sus primeras huelgas en demanda de mejoras salariales y condiciones de trabajo, que de alguna manera hicieron que se tambalearan, por primera vez, los cimientos de una sociedad rural marcada por fuertes desequilibrios, injusticias y privilegios.
   Tras un corto periodo de crisis su obrerismo resurgiría con nuevos bríos durante la segunda década del siglo. La Sociedad de Agricultores de Espejo y el Centro Instructivo de Obreros de Castro del Río, gracias al empuje de un numeroso grupo de obreros conscientes, se situarían pronto a la vanguardia del sindicalismo provincial.
   Hasta la llegada de la generalizada oleada reivindicativa desencadenada durante el famoso Trienio Bolchevista (1918-20), sus dirigentes, con el aprendizaje previo de los errores cometidos en el pasado, bien por precipitación, desunión o manipulación interesada, optaron durante estos años por no malgastar sus energías en luchas estériles que de antemano se presentían fracasadas.
    Las transformaciones que se operarán en las conciencias de su proletariado campesino parten de sus respectivos centros obreros, en los que se puede acceder a prensa y libros acordes con su ideario, se celebran frecuentes conferencias y se imparten clases a niños y adultos, intentando contrarrestar en la medida de sus posibilidades ese analfabetismo e ignorancia al que tradicionalmente parecían estar condenados.
    Las continuas visitas de propagandistas contribuyen en sumo grado a que el ideario ácrata se fuese consolidando y extendiendo progresivamente entre sus pobladores. Uno de estos visitantes, fue el granadino Antonio García Birlán.

Antonio García Birlán (1889-1984)


    La crónica que éste remite al decenal Tierra y Libertad sobre sus emociones e impresiones, recabadas in situ, tras disfrutar de la hospitalidad y compartir inquietudes con  estos compañeros genuinamente campiñeses, es todo un testimonio sobre como en aquel contexto son la organización y la concienciación las que prevalecen.
    Se corresponde con un viaje realizado por tierras andaluzas a finales de 1912 o principios de 1913. Esta remitida desde Asquerosa (la actual Valderrubio) de donde era natural y  residía este carpintero autodidacta, que al poco se haría cargo durante unos meses junto a Antonio Pérez Rosa de la Escuela Racionalista del Centro Obrero de Castro del Río. Con el tiempo terminaría convirtiéndose en una las figuras de mayor talla intelectual del movimiento libertario español.

Crónica de mi viaje

A mis amigos y compañeros de Espejo y Castro del Río.

   El deber me ordena que os dedique esta crónica y la pluma se niega a escribirla. Se amontonan las notas en mi imaginación y la péñola no sabe darles forma. Esfuerzo el pensamiento, concibo ideas, bullen las palabras en la mente y aun permanecen blancas las cuartillas.
   Muchas han sido las miserias que han cruzado ante mi; mucho el lujo que ostentar he visto; mucha bajeza de infinidad de seres; mucha la elevación de otros, aunque pocos, y ante tantas contradicciones y antagonismos permanece inactiva la pluma, no queriendo mancharse al tocar las llagas de una sociedad putrefacta, nauseabunda.
   Me esfuerzo por convencerla de que es preciso palpar la úlcera que corroe el organismo social en su mismo nacimiento y no logro persuadirla. Aduzco razones por cientos; dígole que es de urgente necesidad hacer ver a los que sufren cuan necesario es cambiar de táctica, dejar de seguir en desatinada marcha por caminos que conducen a distintos derroteros a los que hemos de seguir, y nada. Me contesta fría e indiferente...

   Malparado he salido de esta controversia. Agotada quedó la mente de razones, de palabras, de ideas, y tuve que darme por vencido. Sufridas todas las consecuencias de mi incapacidad, ante la superioridad de la pluma, tengo que suprimir la infinidad de datos que mi imaginación reuniera antes de llegar a Espejo, dado que solo miserias al lado de superfluidades fue lo recopilado hasta allí. En cuanto al ejemplo, ahí mismo lo encontré y creo que inmejorable.

 Ferrer i Guardia



  Heme ya entre vosotros; un compañero me conduce al Centro, y admiro en él infinidad de cuadros con lecciones naturales, retratos de Ferrer, los mártires de Chicago…Después la Biblioteca, en la que se muestran cientos de volúmenes que abarcan todas las ramas del saber.
   Más tarde nos reunimos los más fieles a la idea y analizamos las obras de los grandes escritores; realzamos a los más rebeldes, malparamos a los cobardes, admiramos a los eruditos y despreciamos a los escritores hueros que venden su pluma al primer comprador. ¡Y son tantos!
   Nos hemos despedido y por todo mi ser herido por los crueles dardos del desengaño, ha entrado un soplo de optimismo.
   No bien me separado de vosotros y diviso a lo lejos el emblema de una religión que agoniza; la intuición me dice que allí esta Castro, entre tanto por mi cerebro cruza un hálito de impresión que aumenta a medida que considero cuan pronto serían realidades nuestros sueños de hoy, sueños y realidades incapaces de penetrar en los cerebros repletos de atavismos, de rutina, de falta de educación.
   Un lujoso automóvil pasa cual visión cinematográfica, pasa también por mi mente una ráfaga de rebeldía al ver que yo que he pasado meses y años trabajando caminaba a pie, mientras que aquel señor que viviría del trabajo de los demás, cruzaba por mi lado orgulloso de su riqueza que le proporcionaba aquel lujo y evitaba que el agua y el barro mancharan su también lujoso traje, traje hilado por mujeres que he visto casi desnudas, mal cubriendo sus carnes, viejas cuando apenas cuenta con veinte años.
  Y he llegado a Castro;  preside el Centro un retrato de Kropopkin en un ángulo y otro de Bakunin al otro. La impresión de Espejo ha aumentado aquí; se han juntado ambas impresiones y de ellas surge este escrito cual si fuera magma que nace debajo de una roca; un barreno ha hecho saltar la piedra en pequeñas partículas, y el manantial, claro y fresco, se ofrece al caminante.


Bakunin


   Sois dos pueblos viriles que, apartando vuestras costumbres, vuestro carácter y vuestras convicciones de ayer, os mostráis al mundo como propagadores de una idea por vosotros sentida con expresiva energía. La historia del ideal tendrá una página abierta para anotar en ella vuestro entusiasmo, para elogiar, enaltecer y aplaudir con frenesí a cualquiera que os ayude en la magna obra de derrumbar todas las falsas teorías imperantes.
   Yo he visto en vuestras conversaciones, en los naturales arranques de vuestro corazón y en el impulso de vuestro elevado espíritu, algo que ha revelado que estáis prontos a acometer empresas de valor y abnegación en defensa de la justicia, de la libertad, del amor.
  Para vosotros el ideal es algo así como el poema de las montañas que os circundan, la nota alegre de vuestros hogares, el desahogo de vuestras penas, a él le cantáis y quien sabe si alguna vez os hizo verter alguna lágrima, ésta aunque no asomara a vuestros ojos, logró al menos escaparse de vuestra garganta.
   He notado entre vosotros la armonía precursora de la Anarquía, he observado cuan imparcialmente lleváis al terreno de la razón los más intrincados problemas, con cuanto acierto sostenéis la más difícil contradicción, mezclando en todas vuestras palabras, algo así como un canto al ideal, con notas prolongadas unas, vibrantes otras, agudísimas y sentidas todas, con su mucho de expresión sincera, de realidad conmovedora, que continuamente dice, repite y aclara el amor y el heroísmo que ha menester para llevar a cabo la obra de todos, de cuyo desenlace ha de surgir irremisiblemente la ruina del terrible y fatídico privilegio que, espantado de su vergonzosa caída, huirá a llorar sus cuitas en la dura soledad de los abismos a que su ceguera y falta de intelecto le habrá conducido.
   Nada cierra más poesía ni belleza que la vida de agricultor de ambos pueblos.
   Al regresar de sus faenas del día, cuando el sol desaparece para darle luz y calor al otro hemisferio, come a toda prisa para marchar a escape al Centro, ni una sola noche deja de ir para enterarse del movimiento obrero.
   Se emociona ante la cruda realidad vertida en las columnas del portavoz ácrata, se entusiasma del escrito literario; aplaude al que hace vibrar su energía y protesta con arrebatada cólera la menor injusticia.
   ¡Cuan diferente de otros pueblos en los que aun la tradición hace que los hombres sentados al fuego, escuchen de labios de los más viejos cuentos y consejas!
   Ellos aman la idea con amor fuerte, inusitado, como el escéptico ama la soledad, como el músico el ruido del tranquilo arroyuelo, de la copuda arboleda, como el soñador las lecturas novelescas, como el romántico las tragedias de ultratumba; es para ellos en fin, como un grito de la conciencia, un latido del corazón, un suspiro de ansiedad perceptible y distinto que les señala una brillante estela de armonías.


   Yo me figuro vuestro pasado, igual al de todos los pueblos, sin duda.
   Se compondría el pueblo de una masa inconsciente; cada uno sería un grano de arena separado de los demás viendo inquieto como sólo, egoísta, creído de ser gran hombre, incapaces todos de unirse, como el odio, obrando independientemente, creyéndose libre, sin lazos de amor a sus compañeros, impotente para una obra común, ambicioso de mandar en los demás, queriendo elevarse por encima de sus iguales, proclamando su superioridad y sin que su cerebro hubiese cruzado todavía una ráfaga de luz que le hiciera ver la necesidad de fraternizarse.
   ¿Cómo llego a armonizarse vuestra manera de ser? Los granos de arena, ¿Cómo llegaron a consolidarse en uno sólo?  ¿Tantas contradicciones es posible que hoy no existan y por el contrario marchéis todos con iguales miras? Si, es la ley natural que se cumple el progreso en su marcha incesante, es la actividad de los menos que arrollando todos los obstáculos que se opusieran a su paso, lograron aniquilar vuestro mutuo antagonismo con esfuerzos titánicos que, primero se aunaron, después crecieron y mas tarde se extendieron y agigantaron, destruyeron vuestra miseria, obra que lenta pero espantosa, se oponía a la marcha de la verdad y de la justicia.

   Separados de la masa aquellos pocos forcejearon hasta llevar vuestro genio, vuestra fuerza, y vuestra voluntad a las filas de los que luchan por conquistar la verdadera emancipación de los desheredados, arrojen en el seno de la multitud la semilla de la rebeldía, el espíritu se ensancha, se eleva en el pensamiento, se engrandece el ser, y en pos de aquellos pocos avanza la multitud, la muchedumbre, la masa, y el edificio que hasta entonces se creyó indestructible se desploma, cae al abismo.
   Llámese lucha religiosa, política o social, que igual da, la masa, una masa capacitada, aniquila, destruye y arrasa todo lo que pretende estancar la marcha hacia el ideal. El grano de arena unido con los otros granos es fuerte; en él están reunidas todas las convicciones, todas las actitudes, todos los pareceres, el día que el viento logré levantarlo de su parecida quietud, mostrará su desarrollo y extensión, se hinchará y avanzará, llevando en su avance la destrucción del privilegio, arrastrando en su carrera todas las categorías y abriendo en su marcha una vía inmensa al progreso, dejando sepultadas en el abismo las ruinas de la ignorancia, de la necedad, de la soberbia.
   Urge, pues, que todos veamos la necesidad de destruir lo antiguo, que no se estanquen nuestras energías, ni que se malgasten en luchas que de antemano debemos de presentir su fracaso.


Antonio García Birlán
Asquerosa, enero de 1913


2 comentarios:

  1. Que inteligencia debía tener García Birlán!!.
    Vamos, que le voy a robar una reflexión para mi blog!!!!!

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  2. Amigo Diego no creo que sea necesario robarle nada al bueno de Dionysios (recuerda que la propiedad para él era un robo). Sus ideas solía regalarlas a través de la palabra y de la letra impresa, sus principales armas revolucionarias.
    Yo también he sentido la tentación de utilizar sus reflexiones para trasladarlas al presente, pero para evitar nocivos contagios por parte del sindicalismo de clase del siglo XXI, he preferido dejarlas en su contexto original.
    Como podrás comprobar no todo es progreso en la historia de la humanidad.


    Saludos libertarios

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