Espacio abierto dedicado al estudio de las historias locales de los municipios de Castro del Río (Córdoba), Porcuna (Jaén) y Motril (Granada), así como sus adyacentes. Recomiendo la utilización del apartado de comentarios para aportaciones, consideraciones, críticas o rectificaciones. De igual manera, está disponible para quienes deseen colaborar con la publicación de artículos o aportando documentos, sobre cualquier tema de carácter histórico relacionado con dichas poblaciones.

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29 agosto 2011

“Copas, palomitas, borracheras y una faca…¡Casi na!”.

Castro del Río - Plaza de la Constitución 1917

    Me ha sorprendido gratamente el bonito y original pasodoble (“de artista”) dedicado a La Plaza de Castro del Rio. Mi más sincera enhorabuena al intérprete, letrista y a cuantos hayan colaborado en su gestación. Aparece en este montaje una fotografía datada en 1917, que es por sí misma toda una joya patrimonial de esta villa cordobesa. Su anónimo autor, que dominaba a la perfección la técnica fotográfica, sabe dotarla de la profundidad necesaria que nos permite captar a la perfección la distribución de su caserío, a la vez que el alegre y dinámico trajín mañanero de mercado y centro neurálgico de la población, propio de estos espacios públicos.
    En la Plaza, hasta hace no demasiado tiempo, a primera hora de la mañana solían darse cita los jornaleros agrícolas antes de salir para los tajos, y ponían de camino a la venta su fuerza de trabajo aquellos que carecían del mismo. Estas concentraciones y transacciones humanas  solían hacerse en los establecimientos de bebidas por ella diseminados, con la sempiterna y tradicional  compañía del anisado o aguardiente. La calentura de boca que produce este tipo de bebidas alcohólicas solía derivar en situaciones conflictivas con las que tenían que lidiar a diario los sufridos taberneros.
    A pesar de que durante el primer tercio del siglo XX, desde sus pujantes e influyentes sociedades obreras de inspiración anarquista, no faltaron las campañas para poner freno al alcoholismo concebido como lacra social y sinónimo de degradación en el ser humano, este seguiría muy arraigado especialmente entre aquellos sectores de la población más desfavorecidos o marginales.
     En fechas muy cercanas a la que fue tomada esa magnífica fotografía, fruto del abuso de bebidas alcohólicas, en una taberna que regentaba en la plaza Vicente Centella tendrá lugar una reyerta con fatídicas consecuencias criminales:

    En Castro del Río se ha desarrollado un crimen, cuya causa, como la de otros muchos, ha sido el alcohol. Dos individuos llamados José López Romero y José Doncel (a) el Garbancero, que se hallaban embriagados, promovieron una acalorada reyerta por un fútil motivo y el primero asestó al segundo seis puñaladas, causándole tan graves lesiones que le ocasionaron la muerte a los pocos momentos. La víctima tenía seis hijos, el mayor de diez años.
(Diario de Córdoba  22.10.1912)




     El escrito de conclusiones realizado por el fiscal durante el juicio celebrado dos años más tarde  nos clarifica algunos detalles sobre  lo sucedido:
     Parece ser, que todo empezó por una nimiedad de esas que entre borrachos se le suele dar más importancia de la que realmente tiene. El 13 de octubre de 1912, entre las once y las doce de la mañana, se personaron en el establecimiento que Vicente Centella García tiene establecido en la plaza del mercado, Valentín López Romero y su hijo Domingo López Cordón, que procedentes del cortijo de Cuadradillo se habían acercado hasta el pueblo para mercadear no sabemos qué clase de género. Fueron requeridos por José Doncel Garrido con el propósito de invitarlos. La no aceptación de las copas por parte de los primeros iba a traer aparejadas unas palabras altisonantes y la consiguiente  falta de respeto. El joven cortijero parece ser que le atribuyó a aquel cruce dialectico cierta trascendencia, hasta el punto que con disimulo sacó una faca y la introdujo en la manga de la camisa que vestía. El tabernero, que observó con sus propios ojos aquella maniobra, trató de convencer al joven Domingo López de la intrascendencia de lo hablado, pero viendo que éste no le hacía demasiado caso optó por echar  a todo el mundo y cerrar las puertas del establecimiento.
    Una vez en la plaza, Valentín López continuaría increpando al Doncel, que manifestó el deseo de querer irse a su casa, pero que éste evitó tomándole de la blusa y sujetándole fuertemente prosiguiendo el cruce de insultos, momento que aprovechó Domingo para asestarle por la espalda seis puñaladas que le provocaron la muerte inmediata.
    Fueron catorce los castreños que tuvieron que concurrir como testigos y desfilar delante del Tribunal durante este Juicio por Jurados celebrado en la Audiencia Provincial y que levantaría  gran expectación. El fiscal solicitaba cadena perpetua por delito de asesinato del que eran autores padre e hijo, o en caso contrario el segundo de los referidos, autor material de las puñaladas.
    El defensor esgrime que su defendido Domingo López actuó en defensa de su padre.
    De la deliberación del jurado sale un veredicto de culpabilidad con la consideración de homicidio, lo que se traduce en las penas de catorce años y un día para el hijo, y doce con su día correspondiente  para el padre, además de costas e indemnización a la familia del fallecido.



   

    De manera que amigo letrista, cantante y compositor, a lo de “Veladores, voladoras y un finito… ¡Casi na!” en futuras interpretaciones puedes añadirle aquello más pretérito de “Copas, palomitas, borracheras y una faca…¡Casi na!”.
   
   Aunque el paso de los años y “el progreso" han transformado considerablemente aquel blanquecino conjunto urbano, sus moradores también han evolucionado, prescindiéndose de  la faca, relegada y sustituida por otro moderno y fiel compañero, el teléfono móvil, que permite tomar el vino con control, mesura e inteligencia (no te tardes, que el arroz está en la mesa). Por ejemplo, para que ir más lejos, en la Cervecería La Plaza, la más que popular  taberna de“Cá David”, donde queda expuesta una majestuosa enmarcación de la referida fotografía.


    Ya he calificado el pasodoble “de artista”, por lo que para perpetuarlo y conservarlo lo he retirado de las zonas marginales e insertado en el cuerpo de esta entrada, se lo merece.

15 mayo 2011

Crónica negra y moral anarquista.


La Moral Anarquista ( Piotr Kropotkin)

   Las navidades del año 1914 fueron especialmente convulsas en la localidad cordobesa de Castro del Río.  La habitual tranquilidad de su vecindario se vio seriamente alterada al perpetrarse un sangriento asesinato.  Uno se sus vecinos asestó con ensañamiento varias puñaladas a una joven que se negaba a reanudar su interrumpido noviazgo.
   La prensa provincial a través de sus corresponsales en la localidad recoge con todo lujo de detalles todos los pormenores de tan horrendo crimen. Se da la circunstancia agravante de que el asesino, una vez detenido, se quito la vida a los pocos días por ahorcamiento en el calabozo en que se hallaba recluido.

  Estamos ante un típico delito de la denominada hoy “violencia de genero” con un triste final, como los que por desgracia se siguen repitiendo en nuestros días, independientemente de riquezas, cultura o conocimiento (la irracionalidad del ser humano que cada día aflora más frecuentemente).


    Este hecho coincide con la presencia en esta ciudad del matrimonio anarquista compuesto por Salvador Cordón Avellán e Isabel Hortensia Pereyra, con residencia en la sede del centro obrero de la calle Colegio 15, donde se ocupaban mancomunadamente de su escuela racionalista, cuyo alumnado había aumentado progresivamente en número.

Salvador Cordón Avellán (1887-1958)


   Para ellos tampoco pasaría desapercibido este suceso, de manera que el propio Salvador Cordón, en posesión de una más que aceptable pluma, remitió desde Castro del Río, escondido en su segundo apellido, sendas crónicas al diario republicano madrileño El País que fueron publicadas, a pesar de los acostumbrados duros ataques que éste y su grupo anarquista "Alas" venían vertiendo contra ellos en la prensa de sus ideas.


   Me limitaré a insertar lo que se publicó al respecto. Solamente pretendo que lean y comparen las diferentes crónicas y saquen sus propias conclusiones. Al final aportaré las mías. 


Diario de Córdoba 27 de diciembre de 1914






   La remitida por Antonio Pérez López Toribio para el Diario de Córdoba se trata de una crónica extensa y muy descriptiva, recogiendo todos los pormenores del crimen, pero sin entrar en valoraciones morales. Solo menciona la normal “protesta unánime de todos los vecinos del barrio donde ocurrió el suceso y del pueblo en general”

   He optado por hacer las oportunas comparaciones entre la noticia que publica El Defensor de  Córdoba, con las precisas crónicas de Salvador Cordón Avellán que aparecen en El País.
   Salvador Cordón en su escueta crónica del suceso atina de lleno en el asunto de los malos tratos como motivo de la ruptura de la pareja, entrecomilla “relaciones amorosas” y se refiere a esos interrumpidos idilios “que de todo tendrían, menos de amorosos”. Omite detalles y sólo menciona la “honda emoción” que ha causado el suceso en la población.
   El corresponsal de El Defensor refiere también los malos tratos que el asesino tenia para con su exnovia y toda su familia, y que había llegado, incluso, a pegar a todos. Aflora también en ella la ancestral costumbre de la autorización paterna previa para legitimar los noviazgos, que el padre de ella le había denegado al causante del asesinado, que presuponemos como motivo esencial de su ira y fatal resolución.
   Lo que era “honda emoción” para Avellán, para este otro es “indignación popular” y ánimo de venganza. Aunque una vez capturado el asesino alaba el comportamiento ciudadano “que no hizo acto de hostilidad alguna contra él, y ahogó la rabia que por su obra sentía”.

Calle Alta


   Donde definitivamente se plasman los presupuestos de la moral anarquista, de humanitarismo, de solidaridad para con todas las víctimas, es en las aun más sintéticas letras que Cordón escribe cuando tiene conocimiento del suicidio del asesino:

 “La vindicta pública queda satisfecha. Eran muchos los ciegos que pedían la vida de Juan Bello Ramírez. Ya la tienen. Acuérdense ahora de la infeliz madre de Bello, que agoniza. La de la otra familia, la de la muerta a manos del “amante” que no supo o pudo vivir la vida después de la tragedia. ¡Acuérdense!


  No es el caso de El Defensor que al hacerse eco del triste fin del asesino, tras informarnos detalladamente del como, del donde y el cuando, termina la noticia con un corto párrafo con moralina que me ha dejado perplejo:

 “Debe servir de ejemplo el epílogo que ha tenido su vida, a los que ciega y desenfrenadamente siguen las doctrinas de ciertos elementos maquiavélicos, que hace tiempo perturban las pacíficas costumbres de esta tranquila villa”.

  Doy por hecho de que el elemento local católico, apostólico y romano no debería de ver con muy buenos ojos el arraigo del anarquismo entre su población y/o feligresía, pero ¿Como para llevarlo a estos extremos torticeros? Creo que el adjetivo maquiavélico que utilizan, casi les rebota en su propia cara. Es más, esa actitud de mesura y rabia contenida entre los habitantes tras el asesinato hasta la creo condicionada por la nueva moral que terminaría por hacerse con su hueco.

  Recurriré a un artículo de Isabel Hortensia, compañera inseparable de Cordón, que viene como anillo al dedo para cerrar este asunto. Las referencias no son a la población cordobesa de Castro del Río sino a la malagueña de Montejaque, su siguiente destino (aunque su denuncia es extensible). Fueron publicadas en Tierra y Libertad en febrero de 1917:

Isabel Hortensia Pereyra Dagedo (1895-1975)