Espacio abierto dedicado al estudio de las historias locales de los municipios de Castro del Río (Córdoba), Porcuna (Jaén) y Motril (Granada), así como sus adyacentes. Recomiendo la utilización del apartado de comentarios para aportaciones, consideraciones, críticas o rectificaciones. De igual manera, está disponible para quienes deseen colaborar con la publicación de artículos o aportando documentos, sobre cualquier tema de carácter histórico relacionado con dichas poblaciones.

Mostrando entradas con la etiqueta LO QUE NO HIZO BLAS. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta LO QUE NO HIZO BLAS. Mostrar todas las entradas

12 diciembre 2011

“Blas Cabello Chocero: callista, anarquista, zapatero, republicano, carnavalero, taurino, taurófilo y poeta”.


     Habíamos dejado las entregas dedicadas a este célebre y polifacético profesional del callo cordobés con la buena fortuna que le acompañara durante los primeros años del siglo XX, al ser agraciado, en un par de ocasiones, con premios del sorteo de la Lotería Nacional (Blas Cabello “lotero”).
     No sabemos exactamente el uso que Don Blas le diera a esos premios, pero, como podremos comprobar a continuación, parece ser que le sirvieron fundamentalmente para formarse e instruirse, aunque sin dejar de lado la conciencia de clase propia de su origen humilde (era hijo de un limpiabotas).
     Las colecciones de prensa histórica nos proporcionan alguna que otra información sobre su militancia obrerista y republicana en los albores del siglo. 
    Durante el año 1905, cuando el movimiento obrero cordobés de inspiración anarquista permanecía aún organizado, nos aparece el nombre de Blas Cabello como tribuno y orador en actos públicos convocados por las sociedades obreras de la capital cordobesa, junto a históricos, caso de Luis Montoro Guijo y Antonio Puntas (ambos procedentes de los tiempos de la Primera Internacional), el pintor Francisco Urbano o el zapatero Juan Palomino Olalla.
    Intuyo que no llegaría a ser demasiado exitosa su corta andadura inicial como callista, y lo más probable es que tuviera que retomar su original profesión de zapatero (no me consta la existencia de gremio alguno de callistas entre las sociedades obreras cordobesas de la época, ni creo que hubieran suficientes cotizantes como para constituirlo).

Guerra Ruso-Japonesa
    En un acto antimilitarista y pacifista (“Por la Paz y contra la guerra ruso japonesa”) celebrado en la plaza de toros de Córdoba en enero de ese mismo año, Blas Cabello, tras saludar a la prensa, invocaba el concurso de la misma para procurar que las guerras concluyesen. Sus compañeros en el uso de la palabra fueron bastante más rotundos. Puntas, a la par que pide la Paz Universal, ataca los conceptos de Religión y Patria, y califica a las guerras como el peor de los males de la humanidad; Urbano censura los uniformes; Palomino critica la educación actual que a las guerras conduce y dedica un recuerdo a Luisa Michel; Martínez denuncia la proliferación en el uso de juguetes bélicos (soldados, caballos y sables) y ve en ellos el germen de las guerras; Valdés apuesta por la “Revolución Social” como fórmula para acabar con la guerra.


    
     Ya en el mes de septiembre de 1905, cuando el movimiento iniciaba ya su recesión, volvemos a constatar su presencia en un nuevo acto convocado para protestar por el bárbaro crimen cometido recientemente en la Rambla de las Flores de Barcelona.
      Los anarquistas Cabello, Palomino y Pozo, en tonos moderados, protestaron por cierta campaña orquestada en su contra por sus enemigos y detractores, desmarcándose de la violencia. Se acordó en el mismo, remitir a la prensa madrileña un telegrama de indignación y  protesta contra aquellos periódicos que habían utilizado alegremente el titular de “crimen anarquista”, sin existir pruebas fehacientes para ello.



     El centro obrero de la calle Fitero, en torno al cual llegó congregarse aquel primer obrerismo organizado del siglo XX, fue de los últimos en permanecer enhiesto ante las discordias que ya minaban el movimiento obrero. Proyectos de regeneración moral de la clase obrera, como su escuela o las conferencias de extensión cultural desde él patrocinadas, fueron sucumbiendo, a la vez que sus socios se dispersaban o desertaban de sus filas, hacia finales de 1905.
     Aquí le perdemos la pista durante unos cuantos años a nuestro zapatero y  proyectado callista con raíces obreristas.
     Supongo que, el hecho de haberse señalado por su militancia sindical anarquista, no debió de resultarle de gran provecho a la hora de hacerse de la suficiente clientela como para vivir de los pies ajenos. Tal vez, se viera avocado a buscarse la vida de dispar manera. Las noticias, entre serias y  jocosas, que sobre él nos proporciona el Repórter X, nos informan sobre ciertas ocupaciones bohemias e itinerantes: malabarista, prestidigitador, hipnotizador (Monsieur Saball) o vendedor de cocos por esas ferias, durante cierto periodo de su vida.

     A partir de 1910 ya reestablecido profesionalmente en Córdoba como pedicuro, parece sentirse atraído por la política.  Iniciará su andadura en las filas del Partido Republicano Radical (Lerroux). Se hará cargo de una de las Secretarías de la Junta Municipal de dicho partido en Córdoba, junto a un joven Eloy Vaquero, que ocupa ya una vocalía, y el también ex anarquista y futuro concejal Rafael Camacho Rus al frente de una de las vicepresidencias.
     También procedente de las filas de la acracia, el zapatero Juan Palomino Olalla ingresaría ese mismo año en un incipiente Partido Socialista cordobés.



     Durante su breve paso por la política, apenas un año, le dio tiempo de dirigir el periódico Fraternidad Republicana y de participar en algún que otro mitin del partido, como el celebrado en el Teatro Circo el 17 de abril, al lado de Luis de Tapia (redactor de España Nueva) y otros, solicitando del gobierno la ampliación de la amnistía recientemente concedida por los sucesos de Barcelona, la apertura de las escuelas laicas, el servicio militar obligatorio, abaratamiento de subsistencias y la abolición del impuesto de consumos.

     
    El Blas Cabello que salta a las páginas de la prensa cordobesa durante el carnaval del año 1911 ya no guarda relación alguna con sociedades obreras ni partidos políticos. Mientras republicanos y socialistas se afanan en preparar un gran mitin en la Plaza de Toros, con la presencia de destacadas individualidades (Benito Pérez Galdós, Pablo Iglesias, Melquiades Álvarez, Rodrigo Soriano…), Blas Cabello, seguido de una retahíla de muchachos, anda por Córdoba vestido de mascara “pregonando al estilo árabe y luciendo la indumentaria apropiada”, haciéndole la competencia y ensombreciendo a la popular comparsa del “Cojo Barrera”.



     A ese mismo tono jocoso e ingenioso responde la siguiente noticia sobre él que se remonta al año 1913. Eugenio Noel, un peculiar personaje, profesional itinerante de la conferencia, recala en Córdoba donde imparte varias charlas patrocinadas por sociedades obreras, círculos políticos e instituciones cordobesas.  
     El tema a desarrollar, lo ponía el propio conferenciante en función del  auditórium contratante. En los medios obreros y republicanos solía recurrir a un regeneracionismo crítico con ciertas costumbres muy arraigadas en nuestro país, llámense corridas de toros o flamenquismo, por lo que sus intervenciones solían suscitar la polémica y las opiniones contrastadas.
      Don Blas Cabello, que ya gozaba de cierto renombre y popularidad en la capital cordobesa, parece ser que indignado por “las ofensas inferidas por Noel a Córdoba donde obtuvo tan cariñosa acogida” promovió la organización de una conferencia “antinoelista”, siendo él mismo el encargado de subir a la tribuna para rebatir los asertos de Noel:






Diario de Córdoba 13 de octubre de 1913

    Ni que decir tiene, que no procede hacer parangón entre la talla intelectual injustamente oscurecida de Eugenio Noel, con la nuestro ocurrente y simpático amigo Blas. Aunque su osadía y atrevimiento jocoso le servirían para ganarse las simpatías del mundo taurino cordobés. Los cronistas taurinos de la época, recurrirían en más de una ocasión a sus humoradas para rellenar espacio en aquellos festejos especialmente insulsos:

Diario de Córdoba 26 de julio de 1914


   Sobre la progresiva popularidad y ocurrencias protagonizadas por este genuino personaje ya nos hemos ocupado suficientemente de ellas en la serie de entradas etiquetadas como “Lo que no hizo Blas” (para quien se le despierte la curiosidad).
    Las últimas noticias que disponemos de él son de la década de los treinta. En junio de 1931, en vísperas de las elecciones de la que saldrían los diputados encargados de redactar y aprobar la Constitución de la República española del año 1931, los gacetilleros de la prensa cordobesa siguen sacándole partido a su ya histórica celebridad guasona:

El Defensor de Córdoba  5 de junio de 1931


    Lo último que conocemos sobre este buen hombre es un poema dedicado "A la mística y evocadora plaza del Cristo de los Dolores" que vio la luz en el prestigioso semanario madrileño Mundo Gráfico (31 de mayo de 1933), donde, dejando al margen su calidad literaria, en la que no entro, hace especialmente gala de su reconocida pasión por Córdoba, su ciudad eterna:




    Si por x o por y, descubriera nuevas facetas merecedoras de publicidad relacionadas con Don Blas, aquí estaremos prestos y resueltos para divulgarlas y contarlas. Aunque creo haberlo estrujado ya lo suficiente. ¡Perdón Don Blas por entrometerme en su pretérita y variada existencia! ¡Ya coincidiremos para departir al respecto! ¡Como haya vino en la Gloria nos tenemos que poner gloriosos!




04 julio 2011

Blas Cabello y Chocero "lotero".



   Este peculiar personaje cordobés de principios del siglo XX, encaja a la perfección en esa categoría humana de “diferentes, raros y curiosos” (de quienes rompen molde), por la que siempre he sentido una especial seducción. Mi curiosidad me ha empujado a seguir indagando sobre él, y los resultados, una vez más, siguen siendo sorprendentes.
   Fue el Repórter X, quien nos lo descubre en sus artículos y entrevistas realizadas para La Voz, ya proclamada la dictadura de Primo de Rivera, quien socarronamente le colocara aquel remoquete de “concejal de cuarto de hora”, y nos diera a conocer alguna de sus otras muchas facetas, como la de “mago de la pelota” o la de lotero, de la que nos ocupamos ahora.
   No es que se dedicara exactamente a la venta de lotería, a la que probablemente fuese un gran aficionado, y hasta es posible, que trapicheara con ella como medio complementario de sustento, sino más bien, a la suerte de haber sido agraciado en varias ocasiones con premios importantes en sorteos de la Lotería Nacional.



   La primera vez que salta su nombre a las páginas de la prensa cordobesa fue en septiembre del año 1902. Un billete del  premio gordo del sorteo ordinario de la Lotería es vendido íntegro en Córdoba. El ya por entonces novicio callista, Blas Cabello y Chocero, compartía un décimo del 1.955 con su padre, a la sazón betunero de la fonda “Las Cuatro Naciones”. Este premio eximiría a su progenitor, en su vejez, del perpetuo arrastre por los suelos y a él le permitiría hacerse de la infraestructura suficiente para intentar abrirse paso en su nueva profesión (antes había ejercido la de zapatero).



   Al año siguiente, un grupo de aficionados a la lotería, entre ellos nuestro Blas Cabello, asiduos concurrentes de una taberna ubicada en el Portillo, decidieron constituir una peña de ocho integrantes, con vistas de jugar a escote un décimo cada semana, con tan buena estrella que en el sorteo con el que debutaban atraparon el segundo premio.
  Mejor fue la suerte de los hermanos Fernando y Carlos Quero Goldoni (hijos del ingeniero porcunense, Jefe de Obras Públicas y destacado miembro de la Masonería en la Córdoba de finales del XIX, don Damián Quero Díaz) que ingresaron conjuntamente 40.000 pesetas del ala, correspondientes a los cuatro décimos que jugaban, adquiridos en una administración de la calle Espartería.
   No sabemos exactamente el destino que Don Blas le diera a esos premios, pero, como podremos comprobar en una futura entrada a desarrollar, parece ser que le sirvieron fundamentalmente para instruirse.
   Próximamente:
   “Blas Cabello anarquista, republicano, periodista, taurino, taurófilo y poeta”.

  Por lo pronto, su fama de lotero y la celebridad alcanzada entre la redacción del diario gráfico La Voz durante los años veinte (de la que llegó a formar parte) le sirvió para convertirse  en víctima obligada de la típica inocentada que infiltraba la prensa el día 28 de diciembre. Una vez más, el Repórter X  se luce con ésta rocambolesca historia de loterías, suerte, destino y cordobesismo ; mucho, muchísimo cordobesismo de taberna, café y barbería :


Una información sensacional

Varios vigésimos del segundo premio de Navidad están en Córdoba
                                 
 El 33.006 en la barbería de Domingo Fernández
y en la Cervecería Ramírez

¡Ay Blas que no te has equivocao!



   Recordará el lector que el segundo premio de la Lotería de Navidad consistente en la bonita suma de diez millones de pesetas – ¡seis mercancías completos! – correspondió en gran parte a la ciudad de Huesca, pero nadie en dicha población conocía al poseedor o poseedores del 33.006. Se afirmaba que varios vigésimos los había adquirido un señor forastero, bajito, con lentes, que se hospedaba en el Principal Hotel de la histórica ciudad aragonesa.

   Un millón entero fue a parar a las manos de los celosos funcionarios del Gobierno civil de aquella ciudad. Otros vigésimos fueron a Alicante, resultando agraciado el comerciante de Callosa de Segura don José Mora que jugaba dos vigésimos.
   En la sucursal del Banco de España en Pontevedra fueron depositados varios vigésimos expedidos en Cuenca a don Constante Lorenzo Iglesias, natural y vecino de Estrada, que lleva cincuenta pesetas de participación, habiendo repartido el resto entre amigos suyos de aquel pueblo.
   Lo que quedaba del segundo no se sabía donde estaba.la casualidad ha querido proporcionarnos la satisfacción de averiguar quiénes son los poseedores de los vigésimos del 33.006. En Córdoba están. Ha cabido, por tanto, a nuestra ciudad la suerte de ser una de las agraciadas en el último sorteo.
   El dueño de la barbería establecida en la calle Gondomar, Domingo Fernández, encargó en 
Madrid un décimo con el fin de repartirlo entre los parroquianos.




   A uno de estos -  don Blas Cabello Chocero,  nuestro querido amigo – no le satisfizo el número enviado de la corte. Como tenía necesidad de marchar antes de 22 a Madrid de paso para Huesca, donde tiene unos parientes, no quiso tomar participación del número de Domingo Fernández, pensando en adquirir un billete completo en aquella ciudad.

   Las premuras del viaje y el detenerse poco tiempo en Madrid, hizo que a don Blas se le olvidase comprar el billete, y a su llegada a Huesca sus parientes le ofrecieron parte del 33.006, que estos llevaban.
   El señor Cabello aceptó quince pesetas, y como le gustase el número pidió más participación. Don Blas indagó, quiso comprar más décimos que no encontraba por parte alguna. Entonces ofreció a un betunero del casino principal una gratificación esplendida, y después de recorrer todas las administraciones dio con seis vigésimos del que más tarde iba a constituir su felicidad.
   El señor Cabello Chocero llegó a Córdoba el día 20. Don Blas dijo en la barbería que traía el gordo. Domingo Fernández y los oficiales se reían.
   ¿El gordo? ¿Y de Huesca? ¡Vamos hombre…!
   Don Blas que tenía una fe ciega en los vigésimos, insistía, pero sin enseñar el número: ¡Señores que aquí está el más grande!
   Uno de los barberos, Emilio Aguilar, picó con una participación de a peseta. También llevó una de dos reales y otra de cinco pesetas el portero y el conserje del Conservador, respectivamente; ambos parroquianos de la barbería.
   Llevan así mismo participaciones los siguientes amigos y también parroquianos del barbero:
   Don Pedro Barbudo Suarez Valera, diez pesetas; don Benito Grande Pacheco, cinco; don Juan Aroca, dos pesetas con cincuenta céntimos, y don José Villalba Martos, quince pesetas.
   Hubo personas a quienes don Blas ofreció participaciones y las rechazaron alegando que “Blas el callista era un tío de mala pata”. Entre estas figuran don José Riobóo Susbielas, a quien el señor Cabello le tenía reservadas cincuenta pesetas que no quiso aceptar.
  Al enterarse hoy de la suerte del 33.006, don José recibió una impresión enorme.

   Don Blas Cabello ha repartido también varias fracciones entre algunos parroquianos de la Cervecería Ramírez, a donde acostumbra ir por las noches a tomar café.
   Los agraciados son los siguientes:
   Don Manuel Tienda Argote, que juega medio vigésimo. Le han correspondido por tanto, la bonita cantidad de doscientas cincuenta mil pesetas.
   ¿Qué va usted a hacer con tanto billete don Manuel?
   El capitán de infantería don Manuel Sagrado Marchena, juega cinco duros. Igual suma los señores don Ángel Avilés Marín y don Julián Altamirano Díaz.
   También llevan varias participaciones de a peseta, el cocinero y el pinche del café.
   Don Adolfo de Torres Márquez, abogado de este colegio y funcionario municipal, lleva un vigésimo completo. Por tanto es poseedor de la friolera de quinientas mil pesetas.
   Es tal la impresión que ha recibido dicho señor,  que está en cama desde que conoció la noticia.
   Otro impresionado ha sido el popular empresario Antonio Ramírez de Aguilera, que le han tocado ochenta mil duros. Ha tomado el tren y se ignora su paradero.
   Por último, don Blas Cabello se quedó con un vigésimo. Ha jurado que en su vida hablará  de fútbol y extirpará callos. También piensa no intervenir más como concejal de cuarto de hora en las 
sesiones del Ayuntamiento.


   El cariz de verosimilitud que pudiera tener para el inocente lector que se acercara a la lectura de la noticia, sin conocimiento previo de  sus protagonistas,  lo pierde definitivamente en su párrafo final. 
En él, el redactor riza el rizo con un final de historia tan anómalo, atípico e inusual, como absurdo:



   No satisfecho el equipo de redacción con la inocentada de la que es protagonista el célebre callista don Blas, la tercera página (3 de 4) del día 28 de diciembre de 1923, se la dedica casi en pleno a nuevos disparates y humoradas.  A un compañero  lo pasan por el altar, casándolo con una viuda (“los nuevos esposos han marchado a Almendralejo, donde la familia de la ya esposa, posee una magnífica finca denominada “Mama Lola”, en la que pasaran los primeros días de la luna de miel, que deseamos que sea tan triunfal como imperecedera”); al Doctor Vicente Martín Romera le cierran la suscripción abierta a su nombre para costear las insignias de la Gran Cruz de Beneficencia concedida por el Gobierno, en la que aparece Blas Cabello con una generosa aportación de 150 pesetas. A bastantes de los personajes de la Córdoba de aquellos años les coge la sátira de lleno en esta página. Eran esos primeros meses de la dictadura regeneracionista de Primo de Rivera, en la que  aún se respiraba ciertos aires de libertad.

   El propio Repórter X (don José del Castillo Plasencia – Chateau ?) se reserva su espacio al lado de 
su íntimo e inseparable amigo Blas:



28 mayo 2011

Locos por el fútbol: "El mago cordobés de la pelota "



  Para quienes puedan mostrarse interesados en las humoradas satíricas de don Blas Cabello y Chocero (por los apellidos me suena a que pudiera ser natural de Bujalance)  y su íntimo el Reporter X, que en esta ocasión coinciden como compañeros de redacción en el diario LA VOZ de Córdoba, incluyo una entrevista que el segundo le realiza al primero (personaje célebre en la Córdoba de aquellos años), fechada en noviembre de 1923, cuando aún el conflicto marroquí estaba sin resolver.

  Como consecuencia de la emergente afición al foot-ball, coincidiendo con el inicio de la temporada 1923/24, nace en Córdoba el Semanario Córdoba Deportiva, de cuyas páginas ya me he servido para escudriñar los orígenes del fútbol en Castro del Río y Porcuna. Al frente de la nueva publicación, un tal Escobita, que se había curtido y rodado en esta nueva faceta del periodismo deportivo en la redacción de La Voz. Su hueco, en funciones de redactor deportivo, lo ocuparía, nada más y nada menos, que don Blas Cabello, mas conocido por el sobrenombre de “El mago de la pelota” (Veremos más adelante el porqué).



   Firmaba sus crónicas como Blas (a secas), y por la especial atención que, durante los escasos tres meses que ejerció de periodista, le dedicó al fútbol modesto cordobés, se ganó la simpatía de amplios sectores de la sociedad cordobesa, con la que pudo convertirse en un batallador “concejal de cuarto de hora”.




Blas Cabello que lo mismo extirpa un callo
que hace un penalty.

Hablando con "el mago de la pelota"

-         ¿Pero que estás leyendo con tanta atención, amigo Blas?
-         Calla hombre, lo más grande “El Balón Oxigenado”. Fíjate lo que dice: “Los del El Viso Sporting Club hicieron todo lo que les dio la gana, venciendo al Alcaracejos K.K. por quince goals a cero. El Alcaracejos ante la calidad del enemigo huía a la desbandada.
-         ¿Pero eso es en Marruecos?
-         ¡Qué te calles! “Pérez carga violentamente contra Régulez, quedando este jugador en el suelo sin sentido. De la enfermería dicen que tiene los intestinos fuera”.
-         ¡Que bárbaro!
-        ¿Quién?

-        El autor de la carga.
-        No digas tonterías. Este juego es el más culto y europeo de todos. Además, tú, como todos los compañeros, te dedicas a tomarme el pelo porque sabes que en el periódico el que corta el bacalao soy yo… ¿Quién tiene más lectores de todos? ¿Quién? ¡Dilo enseguida!...
-        Tu, hombre; tu… ¡No faltaba más!
-        Como que los lunes cuando sale LA VOZ  hay más de diez mil chiquillos esperando leer mis brillantísimas crónicas.
-        ¿Eres buen redactor deportivo Blas?
-        El mejor del mundo. ¡No tengo competidor!
-        Entonces como el purgante Besoy… ¿Qué dinero tienes en el bolsillo?
-        Lo de siempre; treinta o treinta y cinco duros en la cartera y mira, veintitantas pesetas sueltas…
-        Pues convida a toda la redacción.



          Nuestro compañero Blas toca el timbre y llama al botones. No necesitamos presentar público al redactor deportivo de LA VOZ. Se presenta él sólo, y además es más popular que el caimán de la Fuensanta. ¿Quién no ha visto en los balconcillos de la barbería de Domingo Fernández, un hombre enjuto, ni alto ni bajo, afeitado, relamido, con una tirilla de pajaritas que se la colocó el día de su boda y aún le dura? Ese, ese mismo es Blas Cabello, profesional del callo, malabarista, ex vendedor de décimos de lotería, ex aventurero y ex vendedor de cocos.

                    Blas – y volviendo a la charla- extrae del bolsillo un duro y dice olímpicamente.
                   - Niño, ponte a las órdenes de la concurrencia.
           Rafael Manzini pide café con copa y puro; Julifer, un café y dos puros, porque no bebe; “Don Paco” gran gastrónomo, una ración de riñones; Aquino, para trotar bien las calles, pide un par de medios; Miranda, bicarbonato; Juanito Aguilar, unos pastelitos de cabello de ángel, y el cronista no pide nada, porque lo prefiere en metálico.
      -        Eres un hombre desprendido. ¡Viva Blas!
      -        ¡Viva!
      -        Señores, muchas gracias por todo, pero este homenaje que me tributáis es inmerecido. Todo el dinero que tengo yo es vuestro…
     -        (Este tío me paga el alquiler de la casa, me dice Miranda por lo bajo).
     -        Y es vuestro porque el dinero no tiene valor…
     -        ¡Bien!
     -        No tiene valor alguno. Y si el placer de gastarlo, de disfrutarlo, de vivirlo.
     -        ¡Castelarino! ¡Viva el mago de la pelota!
     -        ¡Hurra!
   La redacción se revoluciona, y a costa de grandes esfuerzos impongo silencio para seguir preguntándole.
-        Vamos a ver, Blas ¿Cómo nació en ti la afición a este deporte?
-        Hijo, mi profesión. Soy callista, y siempre he estado cerca de los pies.
-        ¡Es posible!
-        Natural. Yo, desde que tenía quince años, me he dedicado al arte de arreglar los pies. Media vida que me he pasado en el suelo.
-        Como los betuneros. Y dime, inmenso Blas ¿Qué es eso que llevas en el lado izquierdo del chaleco?
-        ¡Ah! Una ampliación del delantero centro del Barcelona F.C. ¡Un coloso!
-        ¿Pero en serio, sientes estas cosas?
-        ¡Vamos hombre!, mira a mi me cuesta el deporte del foot-ball de veinte a veinticinco mil pesetas anuales.
-        ¿En serio?
-        La biblioteca que poseo a base de libros y folletos de este incomparable deporte, vale una millonada. Además, todos los nenes que forman sociedades de balompié, me eligen presidente de honor para costearle de todo. Y convido a café al que hable bien del juego de la pelota.
-        ¡Viva el foot-ball! ¡Mueran las corridas de toros! – grita Miranda con vistas al moka.
-        Nada, nada, lo dicho.
-        ¿Y eso que tienes en la cinta del sombrero, que es?
-        Un retrato en miniatura de Santizo.

-        ¿Quién es ese?
-        Otro fenómeno.
-        ¿Y lo del cinturón?
-        Una composición preciosa de Zamora, el portero.
-        Estás loco, Blas. Pero sigamos: ¿Qué se dice por ahí de “no se yo que pendiente” entre Escobita y tu?
-        Nada, que se han empeñado en que le pinche y lo van a conseguir. ¡Pero yo soy el más grande! ¡¡El más grande!! Ponlo con letras “así”.
-        ¡Basta, Blas! Dejemos el deporte a un lado, y vamos a otra cosa. ¿Es verdad que has sido prestidigitador?
-        Clarísimo. Con el nombre de Monsieur Saball. Por cierto que en el año 1908, en Linares, anuncié que iba a hipnotizar a un burro, en la plaza de toros. Ante miles de espectadores hice el experimento, y con disimulo le metí al semoviente en las narices un algodón impregnado de amoniaco; pero se me olvidó extraérselo y el burro la diñó en serio. ¡Bueno, el público me comía!
-        ¿Y que más has sido?
-        ¡Uf! Necesitaríamos dos periódicos para contar cosas. Hasta cura.
-        ¿Cura?
-        Si, hombre si, cura, en Méjico, cuando la Revolución. ¡Pocos muertos que he levantado yo!
-        Lo creo.
-        ¿Qué tiempo hace de eso?
-        Ya ves, nací en 1858.
-        ¿El 58? ¿Pero tu has visto edificarse la Malmuerta?
-        Tanto no, pero he asistido a la batalla de Guadalete.
-        ¿Y con esa edad quieres jugar todavía a la pelota?
-        Vaya. Mañana quizás juegue de portero contra el de Sevilla. Verás que agilidad... Pero vamos a dejar esto de lado. Préstame atención, que voy a continuar con la lectura del “Balón Oxigenado”. Íbamos por la enfermería.
-        Justamente.
-        Por la patada…Espérate…¡Ah! Ya está “Gracia le pasa el centro que tira un cañonazo…”
-        ¿Seguimos en Marruecos?
-        ¡Silencio! “Tira un cañonazo que el portero bloca”.
-        ¡Bravo!
-        ¡Silencio! “La línea de delanteros se le echa encima”.
-        ¡Pobrecitos!
-        “…y los esquiva valiente y con agilidad”.
-        ¡Bueno, señores! En vista de la guasa un servidor ahueca el ala para asistir a la reunión que el “Puerta del Puente F.C” celebra en la taberna de la fotografía.
Con que…
   El botones interrumpe:
-        Un hombre pretende ver a don Blas.
-        Que pase.
-        ¿Quién es don Blas Cabello?
-        Servidor.
-        De parte de mi señorito que vaya usted enseguida, porque el “juanete” se le ha hinchado y no puede meterse la bota.



                                                                                   EL REPORTER X



23 mayo 2011

Manifiesto democrático de la alpargata


   
   Concluido el proceso electoral no voy a entrar en análisis y valoraciones, pues de ello ya se vienen ocupando toda una legión de profesionales de la información, sesudos polemistas y tertulianos, que seguirán desfilando durante los próximos días por las diferentes cadenas de radio y televisión.
  Las especiales circunstancias revolucionarias (transformadoras) que han emergido coincidiendo con la última campaña, ya bautizadas a nivel internacional como Spanish Revolution, me han obligado a tomar parte activa (pringarme) desde mi humilde espacio, por conciencia, solidaridad, y con el anhelo de que el actual sistema pudiese cambiar, empujado por la indignación de importantes sectores de la sociedad. La incidencia que haya tenido ésta en las urnas (beneficiados/damnificados) sinceramente me importa un pepino. Lo primordial, lo deseable sería que su llama permaneciera encendida con inteligencia e independencia el mayor tiempo posible, de manera que los actuales o futuros depositarios de la “voluntad popular” se vean obligados a escuchar, analizar y asumir parte de sus justas reivindicaciones.

    Para retomar el tono habitual de mis entradas de blog, sin desvincularme bruscamente de cuestiones reivindicativas, hecho mano nuevamente de don Blas Cabello y Chocero, “El callista-guitarrista” ,aquel “concejal de cuarto de hora” durante la Dictadura de Primo de Rivera en Córdoba y gran aficionado al deporte de la pelota.
  No se trata de un personaje de ficción salido de la pluma de aquel Reponer X, existió realmente y su múltiple actividad también es verídica y contrastable. 



  Efectivamente las prodigiosas manos de este profesional del callo, eran ambivalentes para eliminar un juanete como para sacar notas musicales de las cuerdas de una guitarra. Me consta su participación como concertista en diferentes eventos celebrados en la capital cordobesa. Incluso, en 1929, llegaría a dar muestras de su erudición en el tema, al conferenciar en el prestigioso Ateneo de Madrid con un estudio comparativo de la guitarra según las regiones españolas.
   Se le atribuyen otras profesiones como malabarista, feriante y vendedor de décimos de lotería, de las que dispongo de alguna información que me reservo para otra entrada.
   Un nuevo recorte de prensa nos sirve para añadir a su ya dilatado curriculum vitae su antigua pertenencia al gremio de zapateros de Córdoba.
   Además de sus habilidades manuales, a este buen señor no le faltaba ingenio y sentido del humor. Como muestra, una carta publicada en el recién creado diario La Voz de Córdoba en mayo de 1920, cuando aún gozaba de buena salud el obrerismo cordobés en los postreros meses del famoso trienio bolchevista.
   Su condición de ex profesional del gremio de zapateros, le legitima para emitir su argumentada opinión sobre las causas de los males que aquejan a sus antiguos compañeros de oficio en aquel contexto.


A la clase media
en general y al obrero en
particular

   Señor Director de La Voz.
   Muy señor mío: Adjunto tengo el honor de remitir a usted el siguiente manifiesto en contestación al lanzado ayer por el gremio de zapateros a la opinión, y como ciudadano me creo en el deber por cuenta propia de exponer mi modesto parecer en aquello que creo que obro en defensa propia.
   Gracias anticipadas por su afectísimo s.s.q.e.s.m., Blas Cabello.
   Córdoba 18 de mayo de 1920.



   Ciudadanos: es preciso salir en defensa de nuestros intereses amenazados por los importadores de calzado hecho, que son los únicos enemigos del obrero zapatero.
   El manifiesto lanzado ayer a la opinión publica por dicho gremio de zapateros, no va contra los capitalistas, no; el manifiesto va dirigido indirectamente a la clase media y al obrero, que tiene que pagar 40 y 50 pesetas por un par de botas, y no es humano que una modista, una sastra y las obreras en general estén velando tres y cuatro horas diarias por espacio de mes y medio que duran las veladas, y que un total de 30 pesetas que reportan estas veladas, tengan que gastarlas en un calzado, robado a su salud y a su alimento, además de ser este calzado molesto, antihigiénico y ridículo con ese suplemento que llevan debajo del talón de ocho o diez centímetros, sabiéndose por ciencia que esos zapatos hacen a las mujeres enfermizas y tuberculosas.
   El uso de las alpargatas es el principio de la revolución económica que forzosamente tenia que operarse para dar al traste con esa importación de pieles carísimas que nos cuestan muchos millones, y cuando las clases capitalistas se den cuenta que no es una deshonra calzar con alpargatas, irán suprimiendo esas plumas y artículos de fantasía que para nada sirven; pero es un hecho que poco a poco se van llevando al extranjero nuestra riqueza nacional, o sea los productos de comer que nosotros mandamos a cambio de cuatro figurines y cuatro cintajos, que sólo le sirven al pobre para lucirlos por Carnaval, para demostrar el poco valor que esas cosas tienen cuando las abandonan los ricos por haber pasado de moda.
   Sería muy lamentable que lo mismo que hemos adoptado la alpargata, mañana adoptáramos el teatro por los toros, y claro está, que en este caso se quejarían las empresas, los ganaderos, los toreros por ir derechos a la ruina.
   Lo mismo les ha sucedido a las compañías de cómicos cuando nació el cine, que miles de artistas fueron a la ruina por causa de ese espectáculo inmoral y destructor del arte.
   ¿Sería justo si descubriésemos el secreto de nuestra salud, preferir las enfermedades por no lanzar a la ruina a la clase médica?
   Los únicos que van a la ruina son los vendedores de calzado, que traen millones y millones de calzado hecho, y que son los únicos enemigos del obrero zapatero, que siempre estará donde está o sea en la ruina y la miseria.
   Hace 25 años me lance a la ruina y a la miseria dejando el oficio de zapatero; y gracias a este sacrificio no he sucumbido en la miseria como muchos compañeros míos que los he visto morir tuberculosos por ser esta profesión una de las muchas que tienen que trabajar en portales y habitaciones sin sol ni aire, mientras que un albañil y el último obrero campesino, goza de estos alimentos que tan precisos y útiles le son a nuestra vida.
   El uso de la alpargata no es suicida, ni injusto, ni eficaz; el uso de la alpargata es higiénico, democrático y de resultados económicos y positivos, que dará al traste, como digo al principio, con la importación de artículos extranjeros de pura fantasía, que es la ruina de la patria.

Blas Cabello.
   No le doy la razón del todo a don Blas, pero ni mucho menos osaría contradecir a todo a un especialista en el mundo del pie y derivados.
   Como diría en sus Humoradas Don Ramón de Campoamor: 

"En este mundo traidor, 
nada es verdad ni mentira, 
todo es según el color 
del cristal con que se mira". 

   Logicamente hay cristales más opacos y más trasparentes. Yo apuesto por el trasparente, más fragil y que entraña mayores riesgos. Los asumo dignamente.