Espacio abierto dedicado al estudio de las historias locales de los municipios de Castro del Río (Córdoba), Porcuna (Jaén) y Motril (Granada), así como sus adyacentes. Recomiendo la utilización del apartado de comentarios para aportaciones, consideraciones, críticas o rectificaciones. De igual manera, está disponible para quienes deseen colaborar con la publicación de artículos o aportando documentos, sobre cualquier tema de carácter histórico relacionado con dichas poblaciones.

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26 marzo 2012

Sobre la larga mansión del talentoso carmelita Fr. Juan Félix Girón en la villa de Castro del Río (1663-1684).



Retrato de Fr. Juan Félix Girón
Escuela Sevillana
Colección pictórica del Ayuntamiento de Sevilla
Legado Duques de Montpensier

      Ya me ocupé, en su día, de este fraile carmelita de origen sevillano morador del Convento del Carmen de Castro del Río desde 1663 hasta su muerte acaecida en esta villa en el año de 1684.

      Con la reciente obtención del manuscrito De los Escritores naturales de Castro del Río de Fray Juan de Castro, donde se ocupa de él y da nuevas noticias sobre su vida y especial talento en diversas materias, principalmente lo relacionado con su etapa de residencia en Castro del Río, especulé con la tarea de reeditar y unificar todo en una sola entrada. Como el formato blog, mediante enlaces, permite ofrecer una visión de conjunto, me centraré pues en los nuevos aportes.
      Aunque Fray Juan en su manuscrito se ciñe mayormente a los nativos, le dedica unas páginas al R.P.M. Fr. Juan Félix Girón (pág. 242-247) “que aunque no fue natural de Castro se naturalizó por su larga mansión…, y se hizo acreedor de una recomendación particular por su vasta literatura y por sus escritos, muy honoríficos para esta villa y sus vecinos”.
      Ya informamos en entradas a anteriores sobre los motivos por  los que se le separó de las altas dignidades y empleos alcanzados durante su estancia en la corte (bibliotecario y predicador de de Su Majestad, Cronista General de los Reinos de Castilla, entre otras...), al ser objeto de persecución por solidarizarse con el P. José de Velasco, Prior de la Casa Grande de Sevilla, represaliado a instancias del cabildo catedralicio de Sevilla, por una polémica suscitada en torno a la interpretación de las palabras que pronunciara en un sermón durante el octavario celebrado en la catedral hispalense para festejar la publicación de la bula a favor de la Inmaculada.
       El padre Castro, bien por prudencia o desconocimiento real de las circunstancias que le sacaron de sus cómodos aposentos madrileños contiguos al Palacio y Real Biblioteca, dice al respecto:

       “De Madrid vino a morar a este convento de Castro. Qual fuese la causa de esta no esperada mudanza, es un secreto que no he podido descubrir. Lo cierto es que él le llamaba su peregrinación , como consta en la inscripción que puso de su puño y letra al pie de una cedula de profesión que puede verse en el libro 2º de profesiones, folio 28, y de ella se colige que moraba en Castro desde el año 1663. El de 1671 fue electo Prior de este convento y continuó todo el trienio”.

Convento del Carmen Calzado de Castro del Río
 Detalle de la acuarela de Pier María Baldi (1668)

      Estas anotaciones cuestionan la fecha de su llegada a Castro del Río, que otros autores sitúan en el año de 1667, otorgándosele un periodo total de residencia de 17 años, que de no haber errado en la transcripción se alargaría hasta los 21.
   
       Como de sus escritos y otras circunstancias ya nos ocupamos profusamente, nos centraremos en esas otras facetas de políglota, traductor  y dibujante en las que también se destacara, de las que el padre Castro nos proporciona detallada información.

       Dice sobre él: “Fue muy perito en las lenguas orientales, hebrea, griega y arábiga; las leía, las entendía y escribía con perfección”.




       Debería de encontrarse entre el reducido elenco de personas que en aquella Córdoba de la segunda mitad del siglo XVII atesorara dichos conocimientos. De ahí que, tal como nos refiere, Rafael Ramírez de Arellano en el artículo que le dedica en el vol. 2º de su Ensayo de un Catálogo Bibliográfico de Escritores de la Provincia y Diócesis de Córdoba (1916), en 1676 viviendo en Castro, sería reclamado para acompañar como intérprete al embajador de Turquía, Side Hamet el Gacel, durante su visita a la ciudad de Córdoba.

      Para ilustrarnos sobre la destreza e instrucción en estos idiomas, el padre Castro relaciona una serie de libros “de los que fueron de su uso y perseveran en la librería de este Convento”, en los que aparecen numerosas anotaciones al margen, de puño y letra del propio Fr. Juan Félix, que además nos ilustran sobre algunas ediciones de libros antiguos de las que estuvieron depositados en sus estanterías:

     “Un ejemplar griego de las obras de Plutarco, con un añadido de su pluma en la fachada Additionatas marginales et interpretationes M. Fr. J. Félix Girón. Por toda la obra son frequentes las notas manuscritas al margen y la interpretación de palabras griegas (escritas en sus propios caracteres) y explicadas en el idioma latino”.

    “Un ejemplar griego de los Himnos de Calimaco, Cyreneo, y sentencias de Filósofos, Poetas y Oradores; impreso en Basilea año de 1532”.



    “Un tomo en 4º impreso en Leida año de 1617, intitulado: Gramática Arábiga; está añadido de mano del M. Girón en los muy espaciosos márgenes de catorce folios, con caracteres arábigos y la interpretación latina”.


     Otra faceta en la que destacó notablemente fue la de dibujante e ilustrador, acreditando gran dominio de la técnica de la plumilla. De su producción pictórica solo se conoce el dibujo realizado al poeta sevillano  Francisco de Rioja (su tío), inserto en el Memorial Estrellado en siete idiomas (hebreo, siriaco, arábigo, griego, latino, italiano y español), dirigido al rey Felipe IV, que a la postre le serviría para que éste lo llamase a Madrid haciéndole su Cronista y Bibliotecario.


     Dice Fray Juan de Castro en relación a esta su destreza:

     “El más delicado pincel no merece ser comparado a su pluma, con la que demostrara tal limpieza que no es fácil se le iguale al mejor grabado de la imprenta; con ella dibujaba tan perfectamente que sus producciones han sido y serán el asombro y embeleso de los inteligentes. Muchas se han perdido; otras se guardan donde no he podido verlas, mas por prueba del singular merito de todas, bastará dar noticia de las que se conservan y se muestran con franqueza a cualquier hombre curioso”.

      En el libro 2º de profesiones del Convento del Carmen de Castro del Río, hoy en paradero desconocido, aparecían un total de veinte láminas salidas de su pluma con diferentes estilos: “Una representa un San Juan, otra un San Pedro, otra un Genio tocando una bocina y otras con otras ideas; en medio de un folio está escrita la profesión, y no es fácil discernir a que se debe dar la preferencia en la perfección respectiva, si a la letra, si a las figuras, si a los lineamientos”.

     También se menciona un autorretrato que durante muchos años estuvo colgado en la pared sobre la mesa del cillero o despensa del convento castreño: “Allí lo vi muchas veces y ya ha desaparecido”. La misma suerte corrió un Breviario del Padre Fr. Diego del Moral, sacristán del Carmen Casa Grande de Córdoba, ilustrado con motivos florales por Fr. Juan Félix “y que no he podido averiguar quién lo recogió después de su fallecimiento”.

      Entre esas otros dibujos de los “que se le mostraron con franqueza” por quienes accedieron a satisfacer su curiosidad, relaciona los que se hallaban en poder de Don Joaquín del Corral y Cuellar, Caballero Maestrante y Regidor de la Villa de Castro del Río, que conservaba en su gabinete dos papeles formados y dirigidos por Fr. Juan Félix a uno de sus antepasados, contemporáneo y amigo.
    Se trata de un retrato de medio cuerpo de Santa Teresa de Jesús, al que acompaña la siguiente inscripción en caracteres latinos:

Ilustración del siglo XVIII


     El otro papel, para el mismo destinatario, es una esquela escrita con “singular artificio” ilustrada en su centro con una bien figurada flor, y continúa a renglón formando las hojas y el tronco en que se remata. En su parte inferior aparece un retrato de medio cuerpo del P.M. Fr. Juan Félix.

    “En él se reconoce su destreza en el dibujo y en las palabras que le preceden se descubre la agudeza de su ingenio y el genio festivo que dejaba correr cuando comunicaba con sus amigos”:




     Mas noticias sobre otros dibujos, procedentes de Castro, salidos de su fina pluma, nos las vuelve a proporcionar Ramírez de Arellano en su "Ensayo Bibliográfico", que cuando lo escribe (1916) ya eran de su propiedad. Se trata de una Magdalena que dibujó para obsequiar a la “Muy noble señora Dª  Leonor María de la Cueva religiosa en el Convento de Santa Marta de Córdoba”, y otro en el que se representa a la Virgen de los Dolores. Ambos están fechados en Castro del Río el 18 de mayo de 1675. Deben de ser los “se guardaban y no pudo ver” que contrapone a aquellos otros propiedad de Don Joaquín del Corral y Cuellar “mostrados con franqueza a cualquier hombre curioso”.


     Tendré que adentrarme ligeramente en el peligroso terreno de la hipótesis y la conjetura para intentar explicar cómo esos dibujos y otros manuscritos relacionados con la historia de Castro del Río llegaron hasta manos de Ramírez Arellano y el porqué se privó a Fr. Juan de Castro su observación.
     Ramírez de Arellano se vale para confeccionar su Ensayo bibliográfico de un “Catálogo inédito de hijos de Castro” de su propiedad, del que es autor un tal Rodríguez Carretero, fraile carmelita hermano menor de sangre del también carmelita Fray Miguel Rodríguez Carretero, que presuponemos continuador de los trabajos inconclusos de éste y custodio de su “Borrador de noticias antiguas y modernas de la villa de Castro del Río, en tiempo de los romanos, Colonia Ituci, Virtus Julia, después Castro Leal, y finalmente Castro del Río”. Ambos debieron de tener acceso en su día y hacer anotaciones (consentidas o no) del manuscrito de Fray Juan de Castro, pues la mayoría de las noticias sobre autores castreños que relaciona y reseña Ramírez de Arellano parecen proceder de éste, algunas copiadas literalmente. Intuyo cierta competencia y disgusto entre estos eruditos castreños, coetáneos y hermanos de orden, que emprenden sus trabajos relacionados con la historia y personajes locales en los albores del siglo XIX. Esto explicaría la más absoluta omisión de Fray Miguel Rodríguez Carretero, entre las páginas del manuscrito del padre Castro.
      La intuición es también la que me lleva a pensar que esos dibujos de la Magdalena y de la Virgen de los Dolores, propiedad de R. de Arellano, fueran  los que menciona el padre Castro “que se hallaban guardados donde no pudo verlos” y que estuviesen originariamente en poder de los hermanos Rodríguez Carretero, vendidos o transferidos en postrero momento junto a los manuscritos citados.
      No conocemos cómo y cuándo el lote completo llegó a manos de Rafael Ramírez de Arellano o alguno de sus antepasados, aunque queda abierta la posibilidad de que pudieran ser localizados, indagando sobre el destino final de la biblioteca y papeles de este familia de eruditos cordobeses. Lo mismo ocurre con la Santa Teresa y el retrato de medio cuerpo Fray Juan Félix, en el hipotético caso de que fueran valorados y custodiados entre los descendientes del regidor don Joaquín del Corral y Cuellar, que era suegro del rico propietario y comandante del Cuerpo de Voluntarios Realistas de Castro del Río, Lorenzo Antonio Calderón y Espada. Las genealogías de las familias notables de Castro del Río, que como anexo aparecen en la tesis doctoral de Francisco López Villatoro, podrían resultar de gran ayuda en un rastreo en busca de la remota posibilidad de su preservación. El mismo grado de dificultad lo entraña el dar con los libros de profesión del Convento del Carmen (horneados ?). Habría que plantearse un esfuerzo indagatorio, del que quiero hacer partícipes a cuantos castreños, bien a título personal o colectivo, pudieran mostrarse interesados en su hallazgo.




     Durante los años que estuvo en la corte se granjeó la amistad de personalidades notables, que cuando por cualquier motivo viajaban a Andalucía “rodeaban algún tanto su ruta por gozar un breve rato de su erudita y amena conversación”. Es el caso del  marqués de Modéjar, Agrópoli y conde de Tendilla, figura destacada del reinado de Felipe IV, con el que compartió aficiones artísticas y literarias, que en varias ocasiones le rindió visita de pleitesía,  para poder así “refrescar su memoria recordando aquellas apacibles horas de la corte”.
     También cultivo la amistad del Cardenal Salazar, Obispo de Córdoba, que recurrió a  él para atender a aquella delegación diplomática turca que visitó Córdoba en 1676, al igual que intercediera en alguna ocasión ante el obispo en favor de las dominicas descalzas de la villa.
     En diciembre de 1668 vivió el paso por Castro del Río de la comitiva y sequito de Cosme deMédicis, heredero al gran ducado de Toscana, durante el viaje que realizara por España y Portugal. Les atendió y aportó a sus cronistas datos sobre la villa y su historia. Uno de ellos (A.R. de Serén) dejó por escrito unas letras en las que se ensalzan sus cualidades:

    “Allí estuvo su Alteza [Castro del Río] y encontró uno entre aquellos llamado Fray Juan José de Girón, oriundo de Sevilla, que poseía una inteligencia superior y un talento especial nada comunes en España, y mucho menos entre los frailes. Tenía algún acento de una lengua oriental, y había estudiado la buena filosofía, con una gran aversión a la atadura de no saberse separar en nada […] de la doctrina aristotélica”.

Castro del Río - Pier María Baldi (1668)
 
      Por su natural inclinación por el dibujo y la pintura, debió de ser testigo de excepción de la compostura de la acuarela que Pier María Baldi pintara de las murallas y caserío de la villa de Castro del Río, desde el otro lado del puente.
  
     Murió  a la edad de 71 años el año de 1684 en el convento de Castro (habiendo anunciado su muerte), recibiendo sepultura en el interior de la Iglesia del Carmen.
  

FUENTES UTILIZADAS

Fray Juan de Castro / “De los escritores naturales de Castro del Río que han dado a la imprenta alguna de sus obras, fragmentos históricos que para conservar su buena memoria recogió y escribió un Frayle del Carmen en el convento de la misma Villa”. Se comenzó el año de 1804. Manuscrito original M-90. Biblioteca de la Universidad de Oviedo.

Rafael Ramírez de Arellano / Catálogo bibliográfico de escritores de la provincia y diócesis de Córdoba con descripción de sus obras. II Tomos. Tipografía de la “Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos”. Madrid, 1916.

Viaje de Cosme de Médicis por España y Portugal. 1668-1669. Laminas, [di Pier Maria Baldi]. – Madrid: Sucesores de Rivadeneyra, [1934?].

A.R. de Serén, miembro del séquito de Cosme de Médicis durante aquel viaje, recogió sus impresiones en un manuscrito. Tomado del libro de Patricio Hidalgo Nuchera / “Entre Castro del Río y México. Correspondencia privada de Diego de la Cueva…”. Universidad de Córdoba, 2006.


23 septiembre 2011

"Las acuarelas cordobesas de Pier María Baldi".



    Durante los años de 1668 y 1669, Cosme III de Médicis viajó por España y Portugal como heredero del Gran Ducado de Toscana. Entre su séquito estaba el dibujante y arquitecto Pier Maria Baldi, que realizó acuarelas de los lugares, villas y ciudades en los que la comitiva se detuvo a lo largo de este periplo. Sus láminas representan, en muchos casos, el único registro gráfico de ciudades españolas en aquella época.
    Otros miembros del séquito ducal se encargaron de dejar por escrito testimonio de aquel viaje: Lorenzo Magalotti, A.R. del Serén, Filippo Corsini y el doctor Juan Bautista Gornia.


Cosme III de Médicis


    Esta serie de vistas maravillosas, junto a la narración, más bien árida, dado su carácter oficial, salida de la pluma de Magalotti, se conservan, como verdadera joya, en la Biblioteca Laurenciana de Florencia.
    Las ilustraciones que mostraré a continuación, se corresponden con las tomadas durante el desplazamiento de la comitiva ducal  entre las ciudades de Córdoba y Granada en diciembre de 1668. Las he capturado de una copia digital de baja resolución, colgada en la red, de la edición facsímil patrocinada en 1933 por el Centro de Estudios Históricos (Junta para la Ampliación de Estudios):

    MAGALOTTI, Lorenzo (1637-1712)
    Viaje de Cosme de Médicis por España y Portugal (1668-1669) / edición y notas por Ángel Sánchez Rivero y Ángela Mariutti de Sánchez Rivero. - Madrid: Sucesores de Rivadeneyra, [1933]. - XXVI, 347 p. + 1 pasta (3 f., 71 estampas ; 25 cm, 51x67 cm.

    Intercalado entre las ilustraciones trascribiré el relato del viaje entre Córdoba y Castro del Río:

Córdoba
 
    “El día catorce [de diciembre de 1668] después de misa su Alteza partió de Córdoba y fue a almorzar al cortijo de Cariñena, a cinco leguas de allí, caminando a través de un campo montañoso y totalmente sembrado. Allí se ve arar, como en toda Andalucía, con bueyes rojos y con diez, doce, y hasta dieciocho pares, unos lejos de otro a una distancia de un surco, donde llegan a hacerse al mismo tiempo, tantos surcos como pares de bueyes, modo muy rápido de trabajar las tierras. El cortijo es una granja de don Diego Aregotte, donde había un esclavo turco que se ocupaba de los alimentos y supervisaba el trabajo, escribiendo en lengua española pero con caracteres turcos”.

Cortijo de Cariñena (a cinco leguas de Córdoba)


    “Desde allí prosiguió su Alteza el viaje hacia Castro del Río, y pasó la noche a sólo una legua de este pueblo.
     El campo se parecía al que habían visitado por la mañana, menos un valle larguísimo y no muy ancho pero todo muy llano, que empieza a dos leguas del Guadajosillo, sigue hasta Castro del Río y con la colina por ambas orillas. Castro del Río es un lugar de ochocientos hogares; una parte situada en lo más alto de la colina y el resto se extiende, a guisa de arrabal, por la falda, ocupando parte del llano y del valle, que se va cerrando a mano izquierda. El rio Guadajos pasa regando por debajo, pero con poleas y norias alcanza una gran cantidad de jardines que están alrededor. El lugar es del marqués de Priego, que posee una residencia en Montilla, lugar cercano a Castro, que tiene – según dicen – más de dos mil hogares, y llámase marqués de Montilla. Castro del Río es del rey, y le fue entregado como descuento de un crédito antiguo contraído con la corona por su abuelo. El rey, por tanto, vuelve a nombrar al corregidor, y confirma a los regidores elegidos por la villa, cuyos habitantes, conducidos ahora a la extrema necesidad, no tienen ya la fuerza que tuvieron en otros tiempos ante la dependencia del rey; allí éste dispone como en su propio feudo. En lo espiritual depende este lugar (que se llama Castro por el campamento que tenía allí Julio Cesar)  del obispo de Córdoba. En la iglesia principal preside un vicario con seis curas y cuarenta clérigos. Hay en total ocho parroquias, un convento de Regulares y uno de Carmelitas”.

     El relato del conde Lorenzo Magalotti, por comodidad (descansa en las estanterías de mi modesta biblioteca), lo he tomado del libro de Patricio Hidalgo Nuchera, "Entre Castro del Río y México  Correspondencia privada de Diego de la Cueva y su hermano Juan. Emigrante en Indias (1601-1641)".


Castro del Río

     El propio Patricio Hidalgo, en el apartado que le dedica a la acuarela de Pier María Baldi, a modo de introducción sobre la primera parte de la geografía vital de los hermanos Cueva, maneja otras fuentes relacionadas con aquel viaje. Me refiero, a la mención que se hace al manuscrito de A.R. del Serén, donde se recoge alguna noticia relacionada con la visita realizada por “Su Alteza” al Convento del Carmen de Castro del Río:

    “Allí estuvo su Alteza y encontró uno entre aquellos llamado Fray Juan José de Girón, oriundo de Sevilla, que poseía una inteligencia superior y un talento especial nada comunes en España, y mucho menos entre los frailes. Tenía algún acento de una lengua oriental, y había estudiado la buena filosofía, con una gran aversión a la atadura de no saberse separar en nada […] de la doctrina aristotélica”.

A la izquierda extramuros Convento del Carmen
     A.R. de Serén hierra en la transcripción exacta del nombre de aquel sabio cronista, historiador, orientalista, dibujante…, que no es otro que Fray Juan Félix Girón (Sevilla 1613- Castro del Río 1684) que debió de ser quién trasmitiera a Magalotti la información de carácter histórico sobre Castro del Río, y que por estas fechas ya llevaba algunos años en esta especie de retiro o confinamiento castreño, tras periodos anteriores de reconocimiento y altas dignidades. Esa “atadura aristotélica” mencionada pudiera ser la responsable de su caída en desgracia.

Fr. Juan Félix Girón


    “Partió Su Alteza el día quince [de diciembre de 1668] al amanecer, pues iba a ser una jornada muy larga, después de haber oído misa, y fue a refrescarse al cortijo del Salitral a cinco leguas de Castro. Hasta Baena, que hay dos buenas leguas, se encuentra un campo montuoso pero con mucho trigo, vino y aceite […]”.

Cortijo del Salitral (a cinco leguas de Castro)
     La siguiente acuarela, con la que abandonamos definitivamente el antiguo reino de Córdoba para adentrarnos en el de Jaén, pertenece a Alcalá la Real (en el histórico camino de Granada) donde se nos muestra majestuoso su Castillo-Fortaleza de la Mota, declarado Monumento Nacional desde el año 1913.

Alcalá la Real
     Para apreciar con mayor nitidez los detalles de las acuarelas, se recomienda pinchar sobre las mismas. Una muestra de que el pintor dibuja lo que ve, sea el paisaje, o particularidades ocasionales, es la acuarela del Cortijo de Cariñena, en la que el cielo se presenta nublado, y los transeúntes o campesinos que se muestran en ella, parecen intentar refugiarse precipitadamente de un repentino temporal de agua y viento.
     El pintor, que gusta de dibujarse a si mismo alguna vez que otra, aparece en la acuarela de Castro del Río ubicado al otro lado del puente, desde donde consiguió plasmar con bastante verosimilitud la panorámica urbana de aquella villa cordobesa del XVII.

05 junio 2010

HISTORIOGRAFIA CASTREÑA DEL S. XVII: Fray Juan Félix Girón.


    Hace ya la friolera de 20 años, en un volumen aislado, existente en la Biblioteca Pública Municipal de Castro del Río, del Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar, magna obra publicada por Pascual Madóz entre 1846 y 1850, localicé una referencia sobre el carmelita calzado Fray Juan Félix Girón, quien residiendo en el Convento del Carmen de esta Villa, escribió un Memorial Historiado sobre Castro del Río. Esta información la complementé, también en la misma biblioteca, con la entrada que sobre él incluye la famosa y mastodóntica Espasa (mejor legado bibliográfico que los administradores de lo público del siglo XX han dejado a este pueblo, colección completa incluida anexos suplementos y actualizaciones, noventa y tantos volúmenes). Hoy gracias a las nuevas tecnologías, que permiten un fácil y cómodo acceso a documentación, es cuando me he atrevido a desarrollar y divulgar su biografía y obra.

FRAY JUAN FELIX GIRÓN (Sevilla 1613- Castro del Río 1684).

   Nació en la ciudad de Sevilla el año de 1613, y profesó en el Convento Casa Grande del Carmen (antigua observancia) de la misma el año de 1629. Graduado en Teología por su Universidad en 1653. Predicador y políglota, escribió doctamente sobre materias teológicas y espirituales, que por no haberse impreso no han llegado a nosotros.       
    Muy versado en las ciencias históricas, diestro paleógrafo y dibujante. Adquirió extensos conocimientos en las matemáticas y en los idiomas orientales.
    Era sobrino de de uno de los mas puros y correctos escritores de la lengua castellana , el eminente poeta sevillano Francisco de Rioja (1583-1659), teólogo, jurista y erudito, además de poeta. Rioja fue íntimo del Conde-Duque de Olivares (valido de Felipe IV), bibliotecario y Juez de la Santa Inquisición. Respetado por todos, vivió modesta y reservadamente. Padrino de boda y amigo personal del pintor D. Diego de Velásquez, a quién, valiéndose de su influencia, ayudó a introducirse en la Corte.
    Ese influjo cortesano, lo debió utilizar también para su sobrino Fray Juan Félix Girón, que después de ejercer de prior en el convento sevillano, en su carrera se distinguió notablemente, desempeñando una Cátedra de Teología y los cargos de Calificador del Santo Oficio, Revisor, Censor y Calificador de libros.
Mostró su erudición escribiendo un Memorial Estrellado en siete idiomas (hebreo, siriaco, arábigo, griego, latino, italiano y español), dirigido al rey Felipe IV, quien lo llamó a Madrid haciéndole su Cronista y Bibliotecario.

Felipe IV

    Pero a pesar de las altas dignidades alcanzadas, su vida no estuvo exenta de disgustos. De un papel suyo manuscrito, consta que estuvo preso siendo ya religioso grave y condecorado. Hallándose encarcelado, y sin elementos para escribir, tradujo de memoria el salmo LXX de David: “ y asi, porque le havian quitado el recado de escribir, le tradujo de memoria a numero castellano, y haciendo memoria lo escrive mentalmente a una gran señora de mucho espiritu, porque supo se avia lastimado de ver padecer al maestro Girón”.Es oración contra la persecución:

En ti, Señor, Dios mió
Esperé confiado
Y así no será eterna
La confusión que paso
Decían: Dios a éste,
Sin duda le ha dejado
Sea perseguido y preso,
Pues no tiene resguardo.
…………….

 Convento del Carmen (según acuarela P.M. Baldi s. XVII)


    Los aproximadamente últimos 18 años de su vida fueron de retiro espiritual (posiblemente inmediatos a ese periodo anterior de adversidades) en el Convento del Carmen Calzado de Castro del Río (Córdoba), donde concibió y escribió la única de sus obras que pudo ver la luz a través de la imprenta (aunque dos años después de su muerte):

 

Memorial Estrellado. Antigüedad de la Ínclita Patricia Ciudad de Córdoba, y de su partido, y región Obeskatiana, y Castros Oscenses, país que dio naturaleza al Glorioso Príncipe de los Lebitas San Laurencio Mártir.
Impreso en Córdoba, por Diego de Valverde y Leyva, y Acisclo Cortes de la Rivera. Año de 1686.


Es esta obra el Memorial Historiado sobre Castro del Río, al que se refiere Madóz, pues la villa de Castro ocupa un lugar principal dentro del mismo.
Obra perteneciente al género historiográfico de las Laudes Hispaniae y Laudes Civitatis. Aunque de escaso valor, la podríamos considerar, dando muy lato sentido a la palabra como “Historia”, pues incurre en el tradicional error de ciertos protohistoriadores de utilizar la Biblia como fuente historiográfica, adjudicándole a la ciudad de Córdoba un origen bíblico. Esa y otras falsedades han contribuido a su ganada fama de “escritor estrafalario y farragoso, con ser y todo sobrino del terso y cristalino poeta Rioja”. En la portadilla del libro ubicado en google-book, tomado de una edición con sello de la Facultad de Derecho de Madrid, alguien queriendo emular el oficio de calificador y censor de libros que Girón ejerció durante una etapa de su vida, manuscrito con pluma de ave, emite el siguiente juicio: “Extravagante, majadero, tonto, retonto e inútil, no pienso leer mas disparates, ni más incorrecciones”.
Pero a pesar de estos juicios negativos, moviéndome entre sus farragosas y espesas paginas, he creído encontrar en ellas información suficiente sobre Castro del Río, como para considerarla como la primera historia de este pueblo. El simple hecho de visionar, ya que no puedo tocar, un documento con más de tres siglos de historia, la hace merecedora de cierta atención.

    Dize, por primera Estrella, del Amor a la Patria y siguientes (especie de justificación patriótica de su obra, que de alguna manera, me sirve a mi mismo para justificar la mía).
    No transcribo sic para hacerla más digerible:

   “Persuadido por el amor que se debe a la Patria, pues aún siendo ingrata, pide respetos y atenciones de madre, y cuanto por ella se obra cede en beneficio propio. En utilidad de todo hijo de vecino, he intentado, con la travesura de esta papel á favor de la Villa de Castro del Río, poner en conocimiento de sus naturales esta obligación. Y valga por comparación, que no siendo Castro mi Patria, quiero hacerla propia con la general de Séneca, que el libro de la Bienaventurada Vida, me aconseja tener por mi Patria a todo el mundo, y no esta fuera del mundo Castro, aunque siendo tan apacible, saludable y benigno su sitio en la Andalucía, parece que adredemente esta á tras mano de todo el mundo. También me avisa Cicerón, que tenga por patria el terreno que me va bien, y puedo decir, como cumbre de toda ponderación, que en cuanto a salud, desahogo del cuerpo, desembarazo del animo, y sosiego del alma (pues en este retiro, las contiendas y guerras del mundo me dejan por escondido, o me perdonan por pobre) me va mas bien que en mi esclarecida Sevilla, o en Madrid, Corte de todas las Cortes. Y añado yo a Cicerón, que también debe ser patria, aunque no vaya tan bien; porque un hombre a fuerza de tal, lo que no debiere al sitio, lo debe hallar en la conformidad del sufrimiento, y de su prudencia, y dar gracias a Dios, aun cuando come mal, que cuando come bien, pocas gracias. También me enseña Quinto Curcio, que tenga por patria el lugar que un Varón Fuerte, toma de asiento, y ya me hice fuerte en este lugar, así sobre fuerte en las medidas de patria, fuera tan perfecto, que todo el mundo me pareciese destierro. A mas de las razones traídas, hacen también instancia diez y seis años de asistencia en esta villa, que algunos menos sin ser de Galeras, suelen pasar por la vida de un hombre, y mas si los pasa bien, que no es de lo muy ordinario andarse a diez y seis de buena vida a pie quedo. Sea pues deuda o agradecimiento apreciar la villa de Castro del Río con los nombres de su antigüedad, privilegios de su lealtad, y amor y servicios de sus hijos, que en todo se deben a la insigne Córdoba, y con la brevedad de compendio, que baste a dar alguna luz sobre su estimación”.
    Es en ese párrafo final, el que sintetiza el contenido de interés para los castreños encerrado en sus 177 páginas:




    Averiguación y Etimología del nombre de Castro, y Castros; y nombres de su antigüedad.

    En las obras de este género, donde las primeras ideas-imágenes sobre las ciudades partían, por lo general, de los estudios de la etimología porque se consideraba que en cada vocablo estaba encerrado el ser de la cosa, sus calidades, su uso, su materia y su forma.
A él le debemos la dudosa identificación con “la octava colonia Itucci, nombre fenicio el mas antiguo de Castro del Río, y que llamaron los romanos Virtus Julia, Castra Posthumana, Aspavia, Castro Iulium…”



    Privilegio de Lealtad: Castro Leal del Río


   “En el año de 1329 sucedieron grandes alborotos por muchos que intentaban el gobierno, cuando la reina abuela aviso a las ciudades no se dejasen engañar. Hicieron Juntas las ciudades, y villas según las provincias, y señalaron para el gobierno de la Andalucía a D. Felipe, tío del Rey, y para el reino de Extremadura y Toledo a Don Juan Manuel, y para gran parte del reino de Castilla la Vieja al señor de Vizcaya Don Juan el Tuerto. Hubo varios bandos y ruidos en las ciudades, y en esta razón sucedió el acogimiento, que los nobles de Castro hicieron a los hombres buenos y leales de Córdoba, que tenían la voz del Rey, como dice el mismo rey D. Alfonso en el privilegio dado a favor de Castro del Río.
   Consta todo el privilegio en que dice el Rey: que estando a su servicio, y de su voz, y de la reina su abuela, los Oficiales, Caballeros y Escuderos, y hombres buenos, es decir, la Nobleza de Córdoba, como tenían obligación. Algunos otros con engaños alborotaron al vulgo animal fiero, que sirve con humildad o impera con currelad, y echaron de la ciudad a la dicha Nobleza, y a cuantos le seguían en la voz y servicio del Rey. Los caballeros de Castro del Río, siempre leales, acogieron a todos los echados de Córdoba, a sus mujeres, hijos y compañas que seguían su lealtad, y unos y otros a una, mantuvieron la voz del rey, como lo hicieron siempre en servicio de los reyes antecesores.
   Por lo dicho, y porque todo lo principal de Andalucía, Prelados de la Iglesia, Maestres de Ordenes, y Adelantados, que se nombran en dicho privilegio, ponderando y estimado la fineza de los de Castro del Río, pidieron por merced al rey que la hiciese Villa Real, y que en adelante en vez de Castro, se llamase Castro Leal del Río, y que tengan armas, pendón y sello, en una tabla señal de su puente con su Alcázar, y en la otra un león, en señal de que a nadie pueden obedecer, sino al Rey.
   Conserva Castro con el rendimiento y reconocimiento que debe a Córdoba, punto en el que no se debe hablar mas, que en cuanto al general aseo de Mazuelos, Gongoras, Repisos, jurados, Tobillas, Aguayos, Navarros, Hidalgos, Garridos, Zamoras, Leyvas, Valenzuelas, Garcías, Morenos, Fuentes, Luques, Alcaydes, Córdobas, Trillos, Dioses, y otros muchos que afinan con estos.”

    Amor y servicios de sus Hijos. Ya en las paginas finales: “muchos de Castro tuvieron sentido en el discurso de las edades, y en la presente los transplantados a las religiones, y en la del Carmen considerable numero”. Reseña a M. Fray Juan de Fuentes, Fray Bernardo de Leyva, Dr. Juan de Leyva , Dr. D Antonio de Flores, el digno vicario y cura D. Diego Ramos y Cozar, rector y cura D. Alonso de Guzman y Trenas, y otros.

    Creo que esta obra, que pudiera estar en alguna biblioteca privada de Castro, debería también ocupar un hueco entre las estanterías de la Biblioteca Pública Municipal de Castro del Río, pero ante la inmensa dificultad para incorporar una edición original, nos conformaríamos con la edición facsimilar que la Ed. Extramuros de Sevilla nos proporciona.




    Este retrato pertenece a su tío Francisco de Rioja, y está sacado del Memorial que Fray Juan Félix envió a S.M el rey D. Felipe IV, en siete idiomas, y el texto en español en varias muestras de letra, con el retrato de Rioja de pluma. Este memorial en 1774, paraba en la selecta y numerosa Librería del Exmo Sr. D. Manuel de Roda.
(El hecho de incluir el retrato del tío, seria como un aval ante Felipe IV, que terminaría nombrándolo su cronista y bibliotecario).


    Para terminar, quiero solicitar, la colaboración de los castreños que puedan mostrarse interesados, para localizar un retrato anónimo de la Escuela Sevillana de Fray Juan Félix Girón, catalogado como nº 138 en el legado Montpensieur (51 cuadros pintados al óleo, galería de personajes ilustres de las artes, las letras y la milicia, que decoraban la escalera principal del Palacio de San Telmo, donación que en 1898 los herederos de la Infanta Maria Luisa Fernanda, Duquesa de Monpensieur, hicieron al Ayuntamiento de Sevilla).
En 1995 podían contemplarse en las salas del edificio de las Casas Consistoriales de Sevilla. Pero desconozco su ubicación actual y las limitaciones que el Ayuntamiento de Sevilla pueda tener a la hora de reproducir dicho retrato. Castreños residentes en Sevilla podrían ayudarnos.







FUENTES UTILIZADAS

  Pascual Madoz / Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar. 16 v. Madrid : [s.n.], 1846-1850 (Establecimiento tipográfico de P. Madoz y L. Sagasti). Copia digital en la Biblioteca Virtual de Andalucía.
  Enciclopedia universal ilustrada europeo-americana, también conocida como Enciclopedia Espasa-Calpe. La obra principal se publicó entre 1908 y 1930, compuesta por 70 volúmenes en 72 tomos. Biblioteca Municipal de Castro del Río.
 Adiciones a las poesías de D. Francisco de Rioja [Texto impreso] : en su edición de Madrid, año 1867 / por el ilustrador de ella D. Cayetano Alberto de la Barrera y Leirao Sevilla: Sociedad de Bibliófilos Andaluces, 1872 (Sevilla, Imprenta y Librería Española y Extranjera de Rafael Tarascó). Internet.
  Fermín Arana de Varflora / Hijos de Sevilla ilustres en santidad, letras, armas, artes, ò dignidad. En la Imprenta de Vazquez, é Hidalgo. Año de 1791.
  Benito Sánchez Alonso / Historia de la historiografía española: ensayo de un examen de conjunto. Madrid, Ministerio de Educación Nacional. 1950.
  Antigüedad de la Ínclita Patricia Ciudad de Córdoba, y de su partido, y región Obeskatiana, y Castros Oscenses, país que dio naturaleza al Glorioso Príncipe de los Lebitas San Laurencio Mártir. Impreso en Córdoba, por Diego de Valverde y Leyva, y Acisclo Cortes de la Rivera. Año de 1686.

     Una segunda entrega con nuevas aportaciones, especialmente gráficas (pinchar)