Espacio abierto dedicado al estudio de las historias locales de los municipios de Castro del Río (Córdoba), Porcuna (Jaén) y Motril (Granada), así como sus adyacentes. Recomiendo la utilización del apartado de comentarios para aportaciones, consideraciones, críticas o rectificaciones. De igual manera, está disponible para quienes deseen colaborar con la publicación de artículos o aportando documentos, sobre cualquier tema de carácter histórico relacionado con dichas poblaciones.

01 junio 2021

"Don Miguel el Ciego" (Miguel Aragüés Velasco): un maño y porcunense adoptivo singular".

La fotografía se corresponde con la escolanía de niños conformada en el seno del Colegio Nacional Francisco Franco de Porcuna (Jaén), que participó en el VI Concurso Nacional de Villancicos celebrado en Madrid en diciembre del año 1968, organizado por la Delegación Nacional de Juventudes con la colaboración de la Subdirección Nacional de Cultura y Espectáculos. Una primera fase clasificatoria en el Teatro del Parque Móvil y una gran final entre los días 18 y 20 en el Teatro Español.


Grupos Escolares (C.N. Francisco Franco)

No llegarán a la final. El primer premio fue para un coro mixto procedente de León. Eso sí, tuvieron la oportunidad de gozar de la experiencia de actuar en directo ante las cámaras de aquella emergente RTVE en sus estudios de Prado del Rey. Durante su estancia en la capital visitaron El Escorial y el Valle de los Caídos, donde, como procedía, se rezó un padre nuestro ante la tumba de José Antonio, fundador de la Falange.

A su regreso ofrecieron algunas actuaciones en la Iglesia Parroquial de Porcuna y en otras poblaciones limítrofes. Hasta fueron llevados a la capital del Santo Reino donde cantaron en presencia del señor Obispo de la Diócesis y otras autoridades provinciales. Entre sus integrantes se encontraban bastantes amigos de mi infancia. Su repertorio estaba condicionado por las especiales dotes para el canto de uno de sus componentes, Francisco Ramírez, que ha pasado a la historia de la música local con el sobrenombre de “Paquito El Solista”. Un porcentaje alto de la masa coral no utilizaba las cuerdas vocales, tocaban la pandereta, sonajas o carracas con una leve y casi sorda apertura de boca de postureo. El responsable de la su formación musical, dirección y acompañamiento al piano, un señor aragonés ciego que hacía poco se había hecho cargo de la delegación local de la ONCE en Porcuna, conocido popularmente como Don Miguel el Ciego.

Este señor, de quien conservo un grato recuerdo, se hizo muy amigo de mi padre. Era educado, de carácter afable y muy dado a la conversación. Asiduo de una especie de tertulia que se organizaba en la papelería del Cojo Botines, justo en frente de mi casa, a la que solía asistir mientras hurgaba en la famosa máquina de las bolicas de anís que existía en este emblemático establecimiento comercial. Otra de sus paradas habituales era la tienda de tejidos de Cayetano Ruiz con quién trabó una especial amistad. Hacían reuniones de amigos en su domicilio de la calle Cervantes para ver aquellos primeros partidos de futbol televisado. Entre los incondicionales El Mudo de Rojas y Don Miguel. Las oficinas de la Once estaban en un bajo de la calle Salas donde desarrollaba su trabajo asistido por Alfonso Cabeza en tareas administrativas, de reparto y cobro a los vendedores del cupón. Vivía en una fonda que existió en la calle Trafalgar, regentada por Carmen Millán “La Pregonera”. Las comidas las hacía en el restaurante de José María “El Vivi” donde se acopló como uno más de esa gran familia de propietarios, camareros y asiduos al restaurante-repostería de La Peña.


Debió de instalarse en Porcuna sobre 1967. Quizá tuviera in mente un traslado casi inmediato a Zaragoza para paliar las limitaciones de su ceguera al lado de su familia. Sólo conseguía alguna visión mirando por el rabillo del ojo, de ahí esa imagen que muchos recordamos viéndolo deambular con la cabeza girada. Entre los acuerdos adoptados por el Excmo. Ayuntamiento de la capital aragonesa en sesión de plenaria celebrada en septiembre de 1969 se le autoriza a ocupar una parcela de vía pública para la instalación de un quisco del modelo aprobado para la Once. Finalmente, ante la buena acogida que se le dispensó en Porcuna optó por permanecer entre nosotros desarrollando su actividad de delegado local hasta su muerte.

Don Miguel, tenía por costumbre tomar café y desayunar en el Bar de Malagón en la Carrera. Por cuestiones de salud prescindía del estuchado de azúcar, que en aquellos años se servía en terrones, que empleaba en su particular empeño de amaestrar a un gruñón perro pequinés que formaba parte de mi familia e inseparable de mi señor padre. Sostenía el ciego el premio a una distancia razonable para que el animal a dos patas pudiera olfatear el azúcar, pero sin llegar a alcanzarlo; lo mantenía el tiempo suficiente para que se fuera acostumbrando a la posición bípeda antes de soltarlo. Con el tiempo el número medio circense se hizo célebre y eran numerosos los curiosos que se daban cita para verlo.

Surgieron hasta imitadores de Don Miguel. Recuerdo un caso que casi llegó a tener consecuencias judiciales. Eran esas navidades en las que los niños con el bocado en la boca nos tirábamos a la calle buscando el solecico con el mantecado en el bolsillo (de esos surtidos que no solían faltar en casi ninguna casa para estas fechas). El perro no le hacía asco a este otro género dulce. Un niño inconsciente llegó a agotar su paciencia (no soltaba) y el animal sobre su dos patas saltó y mordió la mano del portador con retardo. Llegó denuncia hasta el jefe de la Policía Municipal, el famoso Ricardito, que era pariente del imprudente, que mi padre supo resolver con su especial dialéctica medio intimidatoria contra el de la gorra de plato, que además era vecino (existía cierta antipatía recíproca por antecedentes relacionados con sus respectivos menesteres).

Durante este último año de confinamiento domiciliario, primero obligatorio y después voluntario y preventivo, como alternativa de ocio muchos hemos hecho un uso abusivo de las redes sociales, desatándose por momentos una necesidad imperiosa de comunicación. Almacenaba recuerdos en mi memoria de que la ceguera de Don Miguel era fruto de heridas sufridas durante la guerra civil, sobre un drama familiar durante esos años convulsos y sobre su vida un tanto azarosa y aventurera. Compartí mis curiosidades en el instructivo muro de Facebook de “Amigos de la Historia de Porcuna". Inmediatamente afloraron recuerdos, anécdotas e informaciones sobre él. Una primera meta para poder indagar en su pasado era conocer sus apellidos, solicitud atendida por un amigo y antiguo vecino (Eduardo Cespedosa) que despejó contactando directamente con la Delegación de la Once en Jaén. A partir de ahí se trataba de rebuscar entre diferentes fuentes para trazar una pequeña semblanza biográfica sobre él. 

Miguel Aragüés Velasco (1913-1982) 

Nacido en Zaragoza el 5 de marzo de 1913 en el seno de una familia de clase media dedicada al comercio. El padre, Miguel Aragüés Bescós, natural de Aisa (Huesca), era un acreditado agente comercial, republicano convencido y admirador de Azaña; la madre, Lucía Josefa Velasco Sarasa, natural de Tafalla (Navarra), una ferviente católica practicante, que regentaba una mercería (“El Capricho de Aragón”) en el centro comercial de Zaragoza. Tuvieron cuatro hijos varones (Miguel, Francisco, José y Manuel) y una hembra (Elisa).



El apellido Aragüés parece mantener cierto vínculo con el mundo musical. Son varios los directores de bandas de música de pueblos de Aragón que llevan ese apellido. A la temprana edad de 13 años el niño Miguel, el primogénito, cursaba ya estudios de primero de piano en la Escuela Municipal de Música de Zaragoza que debió completar con éxito. Por las colecciones de prensa aragonesa alojadas en la red conocemos que a la altura del año 1930 lo mismo acompañaba a coros de capilla en actos de carácter religioso que formaba parte de orquestinas que amenizaban bailes en salones, fiestas de la capital y otras poblaciones de la provincia. 

Fiestas en la barriada rural de Monzalbarba

En 1932 junto al violinista Alfredo Virgos intervenía en conciertos musicales retrasmitidos en directo por la emisora de Radio Aragón. Esta variada y polivalente proyección musical le serviría para costearse los caprichos y gastos propios de un joven de su edad. Buscando estabilidad laboral prepara oposiciones a Auxiliar del Cuerpo General de la Administración de Hacienda Pública a las que concurre en la convocatoria del año 1934. No nos consta que llegara a alcanzar su meta. No volvemos a tener noticias suyas hasta iniciada la guerra civil que terminaría trastocando por completo la estabilidad de su familia.


El cabeza de familia tuvo que protegerse de aquellos que le señalaban como peligroso elemento desafecto. Fue visitado a domicilio por un grupo de falangistas con el propósito de darle un paseo. Gracias a un inspector de policía que vivía en el mismo portal pudo salvar la vida. A partir de ese día no volvió a salir de su casa y permaneció toda la guerra medio escondido en una alacena que cerraban cuando oían llegar a alguien. Para sus tres hijos mayores (Miguel, Francisco y José) aquel nuevo estado de cosas si arrastrará consecuencias bastante más negativas.

José (Pepe), nacido en 1916,  presunto militante o simpatizante del partido comunista, fue detenido junto a otros amigos y compañeros a los pocos días de triunfar el alzamiento. Conducido a la cárcel de Torrero, juzgado por un Consejo de Guerra en sumarísimo de urgencia es condenado a muerte. Su madre, de fuertes convicciones religiosas (un hermano llamado Demetrio, vistió el hábito de escolapio y actuó como sacerdote misionero en Argentina), valiéndose de amigos y conocidos pudo contactar con el cura de la cárcel, que le salvó la vida y consiguió su puesta en libertad. Le bajaron del camión que le conducía a las tapias del cementerio y el joven liberado tuvo que ser testigo de cómo en su lugar aupaban a uno de sus amigos. Una suculenta ración de aceite de ricino y para casa. A los pocos días se ordenaba su incorporación inmediata a primera línea del frente en las filas del ejército sublevado.

Sus hermanos mayores Francisco (n. en 1915 ) y Miguel (n. en 1913) desde un primer momento habían sido movilizados por el ejército rebelde. Adscritos al Regimiento de Artillería Ligera nº 9 casi de inmediato fueron destinados al frente. Miguel resultó gravemente herido en la Batalla de Teruel pasando la mayor parte de la guerra en el Hospital Militar de Zaragoza convaleciente, mientras que Francisco, herido y hecho prisionero por el ejército republicano, terminaría en el famoso Castillo de Montjuic de Barcelona. Cuando el 25 de enero de 1939 cae la ciudad en poder de los sublevados recupera la libertad, aunque no tardará en volver a presidio. Detenido a finales de 1940 se le recluye en la cárcel de Torrero de Zaragoza a la espera de un Consejo de Guerra. Se enfrenta a los típicos cargos de  “adhesión a la rebelión” (se le acusaba de haber confraternizado con sus carceleros republicanos y de colaborar con sus servicios de espionaje). El juicio se celebra el día de los Santos Inocentes del año 1940 siendo condenado a la pena de muerte. A doña Lucía Josefa le tocó de nuevo recorrer pasillos y despachos: “Llegó incluso a la antesala del despacho de Franco pidiendo clemencia para mi hermano, pero no le dejaron hablar con él”. El entrecomillado y el grueso de la información sobre los avatares de la familia proceden de testimonios orales aportados por Manuel (el menor de los hijos, así bautizado por su padre en honor de su admirado Manuel Azaña) insertos en un libro titulado “Las rojas y sus hijos, víctimas de la legislación franquista: El caso de la cárcel de Predicadores (1939-1945)”, del que es autora Rosa María Aragüés Estragués (hija de Manuel), profesora de Historia Contemporánea en la UNED.

La pena de muerte de Francisco sería finalmente conmutada por treinta años y un día de reclusión mayor. También el Tribunal de Responsabilidades Políticas se interesó por él mientras cumplía condena en diferentes establecimientos: cárcel de Torrero hasta 1943, batallones penitenciario de trabajo de Meridiana y Belchite. En abril de 1944 recupera la libertad fijando su residencia en Zaragoza al abrigo de la protección económica que le brinda su hermana Elisa y su cuñado.


Curiosamente el piano de la familia, con el que Miguel se inició en el mundo de la música, hallábase entre los pocos enseres en propiedad de la vivienda alquilada que los cobijaba. Para más detalles sobre el cúmulo de adversidades que tuvo que soportar esta familia les remito al libro referenciado en formato físico o ebook.
A principios de 1941 y en vista de cómo se estaba cebando la represión franquista con la familia, Miguel Aragüés Bescós, traslada su residencia a Barcelona donde su experiencia como comercial le serviría para encontrar un trabajo con el que sacar adelante a los suyos. Tanta contrariedad terminaría afectando a su salud y a la temprana edad de 65 años dejaba de existir a finales de abril del año 1943.

La Vanguardia de Barcelona 28 de abril de 1943

Con la pérdida del padre es cuando el joven músico Miguel Aragüés, tras permanecer un tiempo en Barcelona y al sentirse como perseguido, optó por el exilio voluntario, renunciando a los hipotéticos beneficios que le pudiera reportar la Medalla de Sufrimiento por la Patria (nos consta su solicitud) o por su condición de mutilado. Vivió de sus aptitudes para la música en París e integrado en diferentes formaciones. Hasta pudo realizar giras por el continente americano. A esta etapa pertenece la tarjeta de inmigración emitida por el consulado de Brasil en París, en la que podemos apreciar a un todavía apuesto, dinámico, moderno e independiente músico. 


A finales de la década de los años cincuenta, ante una progresiva pérdida de visión, sólo y desamparado, va a regresar junto a su familia a Zaragoza. Tuvo la suerte de ser reconocido como caballero mutilado, lo que le permitiría entrar a trabajar para la ONCE. Uno de sus primeros destinos, como ya hemos argumentado, fue el municipio jiennense de Porcuna, donde dejaría de existir sobre 1982 (no podemos certificar con exactitud). 

31 enero 2021

Rafael Garrido Bello (1909-1940). El famoso y valeroso "Capitán Maruca" de Castro del Río.

"Un día, después de un triple bombardeo de Andújar, mas intenso que de ordinario, los elementos provocadores consiguieron arrastrar a unas decenas de personas a protestar alborotadamente frente al Estado Mayor. Un grupito intentó incluso entrar en el edificio. Salí para tratar de calmar los ánimos, pues no quería emplear la guardia. En ese momento, un muchacho joven, buen mozo, se puso a mi lado, saco la pistola y dijo con voz fuerte que dejaría tendido allí mismo al provocador que profiriese un grito o diese un paso. Cambio inmediatamente la situación y el pequeño motín se disolvió, porque los primeros en escabullir el bulto fueron los provocadores. Era un muchacho un anarquista llamado Maruca, que se encontraba casualmente en Andújar, llegado del frente. Le felicité por su actitud y quise recompensarlo de algún modo. Pertenecía a un escuadrón de caballería. Le regalé parte del equipo de un oficial de dicha arma que se había pasado al enemigo - equipo que teníamos depositado en el Estado Mayor -  unas bolsas pistoleras relucientes, riendas, una silla de montar, unas grandes espuelas, un sable y una banderola. Desde entonces utilizó Maruca esas prendas, muy ufano y pinturero".

El entrecomillado pertenece a las memorias del militar profesional Antonio Cordón García (Tte. Coronel y Jefe de Estado Mayor del sector de Córdoba) publicadas bajo el titulo de Trayectoria. Memorias de un militar republicano, o una segunda edición más extensa Trayectoria. Recuerdos de un artillero

La fotografía de la cabecera procede de un reportaje realizado por Francisco Caramés desde Hinojosa del Pueblo (antes del Duque) para la revista gráfica Umbral (Valencia), nº 7 (21 de agosto de 1937).

Rafael Garrido Bello "Maruca" pertenece a esa importante hornada de jóvenes libertarios de Castro del Río, forjados en las luchas sociales y sindicales durante el periodo republicano, que cuando estalla la guerra, no tienen el menor reparo a la hora de empuñar un arma en defensa de sus intereses de clase. Primero como miliciano confederal en su propio pueblo, después como integrante de la Columna Andalucía-Extremadura, que a la postre terminaría convirtiéndose en  88ª Brigada Mixta del Ejercito Popular de la República.



“El crimen de razonar” (la forja de un rebelde)      

Esas ideas Maruca.

-         Son mías.

-        También la tierra que labras es mía.

-         Eso sería menester demostrarlo.

-         Con la ley en la mano, demostrado está.

-         No es difícil encontrar “leyes” que avalen esas tremendas injusticias. Las hambres y penalidades de tantos compañeros nuestros, agotados para hacer productivos los campos, le han permitido a usted, que nada trabaja, acumular todas esas riquezas que debieran ser nuestras. Por si ello fuera poco, el feroz tinglado capitalista les ha dado, a usted  y a otros como usted, esas “leyes” que, de momento, les ponen a cubierto de la auténtica justicia que nosotros representamos.

-        Eres un rebelde.

-       Y me enorgullece mucho serlo.

-       También a mí me da la gana de deciros que en lo mío mando yo.

-        ¿Y qué es el suyo, si en nada se ocupa más que en gastar?

-        He dicho que hago lo que me da la gana. Y lo que me da la gana ahora es que no sigas soliviantando en todos los momentos a los trabajadores de la finca.

-        Explicándoles el crimen que se comete con nosotros, querrá usted decir.

-        Lo que quiero decir es que en mi casa los humos se apagan al entrar, y aquí nada tiene que hacer la rebeldía.

-        Ni yo consentiré nunca que los ladrones, que me roban lo que es mío, quieran presentarse ante mis camaradas como hombres decentes.

-        ¿Qué dices?

-        Ya está dicho.

-        Mira lo que hablas.

-       Y usted lo que hace. Lo que yo digo es verdadero; lo que usted hace con tantos trabajadores martirizados por el hambre y la miseria, es un tremendo delito que algún día tendrá que pagar.

-        Los guardias te harán entrar en vereda.

-        Esa es la única razón que tienen ustedes, pero no me atemoriza. Ya estoy acostumbrado a esos procedimientos. Veremos por cuanto tiempo siguen dormidos los trabajadores que aguantan esta iniquidad.

-        ¡Largo de aquí!

-        ¡¡Despacio!! Saldré cuando me parezca.

Mucho de aderezo ideológico y propagandístico por parte del periodista a la hora de explicar y justificar las palabras y el temperamento rebelde de aquel joven jornalero de Castro del Río (simplistas en su expresión pero de una extraordinaria dimensión ideológica). No todos los labradores de Castro eran del tipo cavernícola descrito por Caramés, aunque sí, un considerable número de los principales propietarios fueron defensores acérrimos de su status de privilegiados; así como firmes y rigurosos en las negociaciones de las bases de trabajo entre la patronal agrícola y los delegados del centro obrero durante las huelgas.

”Unos señoritos privilegiados que venían al mundo a disfrutar, sin la menor molestia, de todas las ventajas, a pesar de aquella bonita e ineficaz frase de “ganarás el pan con el sudor de tu frente”, mientras que otros con menos fortuna no tenían pan suficiente, ni ropa, ni albergue, ni descanso, habían de contentarse con ayunar casi permanentemente y con guarnecerse en barracones inmundos, faltos de luz e higiene. Eran muy fervorosos católicos los que tal distribución hacían, pero no sudaban y comían hasta sobrarles; otros que no creían y no creen en nada que no esté sometido a rigurosas doctrinas científicas, sudaban por todos los poros de su cuerpo y se agostaban en las eras y en los talleres faltos de nutrición. Esa verdad primitiva, libre de complicaciones, encendía en cada mañana la tea de la rebeldía campesina. En algunas zonas, la protesta estaba más soterrada, no salía a la superficie. En otras zonas – la de Maruca por ejemplo- el descontento se manifestaba de manera violenta. Maruca es tan bravío y tan impulsivo como el más indomable de sus potros, y tan difícil de atraer como él, si no es por el convencimiento”.

UN DÍA

“Lo que nunca habían llegado a imaginar los enemigos del pueblo, alcanzó contornos de un inigualado heroísmo popular. Las injusticias cometidas en todo y en todos cuajaron en un importante bloque proletario que se opuso a los designios de los traidores ansiosos de aumentar sus irritantes privilegios a costa de acabar con las menguadas conquistas de la inmensa población trabajadora y constructiva. Los que derrochaban alegremente lo que debiera pertenecer a todos los productores vieron que iban a ser inexorablemente aplastados por la inevitable ley del progreso humano.

Unos campesinos de Castro del Río – “Maruca” entre los primeros – hicieron frente y vencieron totalmente a los fascistas que se habían hecho fuertes en algunos lugares estratégicos de la villa y pretendían facilitar el paso a los traidores que avanzarían desde Córdoba, Fernán Núñez, Montilla, Baena. Los futuros historiadores de la Revolución Española guardarán algunas de sus mejores páginas para los obreros de Castro del Río, los cuales, pese al escasísimo y deficiente armamento de que disponían, logran tener primero a raya y más tarde vencer a los enemigos”.

Rafael Garrido Bello "Maruca", durante mucho tiempo confundido con Rafael Moreno Herencia, integrado entre un selecto grupo de jóvenes y animosos escopeteros (armas de caza procedentes de la requisa), desde un primer momento participa en la defensa de la villa desde posiciones estratégicas (parapetos del Llano de la Fuente y de la Plaza de Abastos) para frenar el avance de un primer contingente de militares rebeldes, desplazados desde Córdoba durante los primeros días del alzamiento con la idea de tomar la plaza de Castro del Río, y liberar, de camino, a la guardia civil y a un grupo de caracterizados derechistas sitiados en el cuartel. Para el definitivo control fue decisivo el refuerzo de los dinamiteros de Linares y La Carolina, pertenecientes al Batallón de Milicias Populares de Jaén, que al mando de Ignacio Gallego Bezares (secretario provincial de las JSU), acudieron en apoyo de las milicias confederales desde Villa del Río. 

Jinete de habilidad excepcional, Maruca se preocupó, sobre la marcha, de conformar un escuadrón de caballería con el ganado incautado durante aquellos primeros compases de la experiencia colectivista. Una de sus primeras misiones fue la de patrullar por los cortijos del término haciendo acopio de alimentos con los que atender las necesidades de la población civil y refugiados, con destino a los comedores y economatos que se crearon. A finales de julio y principios de agosto ya participa con sus hombres en nuevas acciones guerreras en las localidades de Pedro Abad , El Carpio y Baena. Durante el frustrado intento de tomar Castro, entre los días 6 y 8 de agosto por parte de la Columna comandada por el General Varela, Rafael Garrido se destaca en su heroica defensa. Su valiente participación, a la postre, sería la responsable de una sordera que arrastrará para el resto de su vida:

"La fiebre nos consumía, las municiones iban acabándose por segunda vez. El camarada Rafael Garrido, a quien se le había terminado ya, saltó la trinchera, y a pecho descubierto avanzo con tres paquetes de cartuchos de dinamita, que fue lanzando uno a uno cuando se hallaba a trescientos metros del enemigo. Mientras, a su alrededor llovían furiosamente las balas, sin que él pudiera oírlas, pues el estruendo de las explosiones, terminaron por dejarle sordo". (De un artículo remitido por Antonio Elías Herencia al periódico CNT, órgano de la Confederación Nacional del Trabajo)

Tras la pérdida definitiva de Castro y Espejo (24 de septiembre de 1936) el escuadrón y las milicias confederales locales se establecen en el Cortijo de María Aparicio, muy cerca de Bujalance. Allí, bajo la dirección de Alfonso Nieves Núñez, se conforma la Columna Andalucía- Extremadura en la que despuntan los valerosos jinetes de Maruca. Participa, al mando de su escuadrilla de caballería, en el fracasado intento de recobrar Castro del Río (21 de octubre de 1936). 

Los efectivos de la columna tras la pérdida Bujalance, ante la inmensa superioridad táctica y de medios del ejercito rebelde, deambularon en retirada por los frentes de Cañete de las Torres, Villa del Río, Valenzuela, Albendín, Lopera y Porcuna (Campaña de la Aceituna). Quienes sobrevivieron, exhaustos y desmoralizados fueron concentrados en Andújar y enviados por ferrocarril a Manzanares (Ciudad Real), donde llegaron a finales de diciembre con objeto de reorganizarse y recuperarse. Unas siete centurias con unos mil hombres en total, divididas en dos batallones.

Cuerda de Presos. Porcuna (primero días de enero de 1937)

Ya como 88ª Brigada Mixta, en el mes de febrero de 1937, es destinada, primero a Villa del Río (Córdoba) y casi a renglón seguido por necesidades de la guerra a la zona norte de la provincia, entrando en acción en la defensa de las  posiciones de Villaharta y La Chimorra).  

Volvemos al periodista para terminar de trazar el perfil  físico y humano de nuestro protagonista (que lo más probable es que se parezca poco a lo argumentado por sus detractores en el sumario 36549, leg. 811, núm. ATMTS en el que le condenaron a muerte):

Rafael Garrido Bello, que este es el nombre de Maruca, aunque a él le agrada más verse nombrado por su apodo, tiene 28 años, mide un metro setenta y cuatro centímetros, sufre una pertinaz sordera y sería capaz de irse a la luna de un bote con su bravísima jaca, con tal de vencer a los fascistas. Actualmente es capitán del escuadrón de caballería, unidad acoplada a la Brigada Mixta, que antes era “Columna Andalucía y Extremadura”. Es un capitán que como buen anarquista, quiere más el cariño de los suyos que la sumisión por temor. Es el primero en los sacrificios y el último en el disfrute de los triunfos. Sus bolsillos están siempre vacíos, por atender a los que acuden a él. Luego dice que no sabe sumar lo que le deben ni recuerda a quien prestó. Con sus valientes jinetes está llevando a cabo una ordenada y eficaz labor guerrera, que podrá no ser del agrado de todos - ¿Cuál obra lo es? - , pero que alcanza imponderable clima de humanismo y defensa de la libertad”.




En la circular publicada en el Boletín Oficial del Ministerio de Defensa (3 de agosto de 1937) se puede apreciar como al mando de la 88ª BM lo comparten, justamente cuando se publica el reportaje, el castreño  Antonio Elías Herencia (Parraguilla) y Francisco Rodríguez Muñoz (Jubiles) de Bujalance. Entre la oficialidad del arma de caballería, además de Maruca, aparecen los nombres de otros castreños (los tenientes Bartolomé Muñoz Hidalgo y Diego Carpio). Entre los sargentos de caballería también son reconocibles los nombres y apellidos de más castreños, de los numerosos que se integraron en la 88 BM.

En Hinojosa del Pueblo (antes del Duque) la brigada disfrutó de una relativa calma durante un largo periodo. Maruca y sus hombres hasta se atrevían, camuflados de paisanos, a hacer incursiones nocturnas más allá de las líneas enemigas. En cierta ocasión llegaron hasta el mismísimo “Campo de la Verdad” en la capital cordobesa. Su objetivo  rescatar a compañeras y niños. Durante el trayecto de regreso  arrastraban con toda clase de ganado. Carne fresca para alegrar el condumio de la tropa y población civil.

Según la reseña biográfica que le dedica el historiador Francisco López Villatoro en su libro República y Guerra Civil. Las víctimas dela guerra y la represión en Castro del Río, utilizando como fuente principal su juicio sumarísimo, entre marzo y octubre de 1938 combate en el frente de Cataluña, fecha en que es trasladado a un batallón de retaguardia tras ser alcanzado por la metralla de un proyectil de aviación. Esas heridas a la larga le ocasionarían la pérdida total de la visión. Por su rebeldía innata no se conforma con su situación pasiva y a pesar de las heridas se reintegra  al servicio activo en el C.R.I.M. (Centro de reclutamiento, instrucción y movilización) núm. 17.



Por sus propias limitaciones físicas o la evolución negativa de sus secuelas, cuando apenas si había trascurrido un mes, el propio Antonio Cordón firma la circular que le devuelve al Batallón de Retaguardia nº 9, de guarnición en Jaén. Fueron un total de veintiséis meses de servicio en frentes activos.

De las memorias de Antonio Cordón sacamos una segunda anécdota relacionada con Maruca, que, según parece, conseguiría a la postre el ascenso al grado de Comandante:

“Otra visita que recibí, que fue mucho más grata: la de mi buen Maruca, de Andújar. Había participado en las últimas operaciones del Este y se había batido muy valientemente. Venía perfectamente vestido con el uniforme de capitán, pues no había pasado de ese grado. Un poco azorado al principio, pronto cobró confianza y me contó sus andanzas en su pintoresco lenguaje andaluz. Siempre en el frente y siempre en la Caballería. Ya puesto a sincerarse, me confesó que se sentía un poquillo amargao porque tos los que estaban a su alredeó habían ascendido y el no salía de capitán. Y terminó haciéndome esta graciosa petición: ¡Écheme usté pa comandante! Le explique que yo no podía echar a nadie a ningún empleo sin la propuesta bien informada de los jefes de la unidad a la que perteneciese el interesado. Quedó satisfecho con la explicación. Algún tiempo después recibí la propuesta de ascenso de Maruca y tuve la satisfacción de aprobarla."



En Jaén  le sorprende el final de la guerra, siendo detenido y encarcelado en la prisión de la capital hasta comienzos de marzo de 1940 que fue “pasaportado” al depósito municipal de Castro del Río. Unos cuantos meses en la prisión habilitada en el antiguo convento de dominicas (Scala Coelli), tras un Consejo de Guerra con los típicos cargos, resulta condenado a muerte y ejecutado en el cementerio municipal de Castro del Río al alba del día 7 de septiembre de 1940.

Vivió en la calle Cuchilleros. Dejo viuda y una hija de corta edad.

20 enero 2021

EL ALMA DE LA CAMPIÑA (UNA NOVELA LIBERTARIA AMBIENTADA EN CASTRO DEL RÍO).



 LA NOVELA IDEAL

"No queremos novelas rojas, ni modernistas, ni eclécticas. Queremos novelas que expongan, bella y claramente, episodios de las vidas luchadoras en pos de una sociedad libertaria. No queremos divagaciones literarias que llenen páginas y nada digan. Queremos novelas optimistas, que llenen de esperanza el alma; limpias, serenas, fuertes, con alguna maldición y alguna lágrima».

Contienen «amenidad, emoción, interés, aventuras y amores», sin pretender la caracterización psicológica de personajes, acudiendo a estereotipos entendibles, por lo que se las tacha de sensibleras y de escasa calidad literaria, pero su pretensión es mostrar que «hay en nuestras existencias un pesimismo que nace de las injusticias sociales, que estimamos irremediables, y de las religiones».

Soriano Jiménez, Ignacio C. (2016). «Semblanza de La Novela Ideal (1925-1938)». En Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes - Portal Editores y Editoriales Iberoamericanos (siglos XIX-XXI) - EDI-RED: http://www.cervantesvirtual.com/nd/ark:/59851/bmc18567 

El número 257 (6 de 1931) de esta exitosa colección de novelas cortas, puesta en marcha por Joan Montseny y Teresa Mañé en 1925, lleva por título “El alma de la campiña” y está ambientada en la localidad cordobesa de Castro del Río (Córdoba). Su autor, Mauro Bajatierra Morán, famoso escritor, periodista y militante anarquista, relacionado desde antiguo con su Centro Obrero. Mantuvo estrechas relaciones de amistad con algunos de sus principales militantes. El ultimo trimestre del año 1930 permaneció desterrado u ocultado en Castro del Río. Colaboró con José Dios Criado (1880-1940) y Bartolomé Montilla Ruz en la reorganización de su Centro Instructivo de Obreros- SOV, que había permanecido semi apagado durante el periodo de la Dictadura de Primo de Rivera. El papel de referente y guía, que otrora desempeñara el veterano José Sánchez Rosa, lo heredará Mauro, cuyas visitas y vínculos con la comarcal sindicalista serán una constante durante el periodo republicano.

La novelita (32 páginas) está estructurada en tres partes. Una primera, a modo de introducción, en la que se expone e interioriza en el perfil humano de los tres integrantes de la familia protagonista, hilo conductor del  relato, caracterizada por su armónica relación con el Centro Obrero y clases trabajadoras del pueblo de Castro del Río.  

El señor José “El Liberal”, propietario de la Casería Las Palomas. En su juventud fue conocido como “Pepíllo el Malo”, “nombre que le pusieron los amos de las tierras del término de Castro y Espejo, porque era díscolo y revoltoso a las órdenes de los manijeros y por un quítame allá estas pajas desobedecía el mandato que él estimaba injusto y hacía frente a maría santísima, como él decía, paso muchas hambres y muchos días de cárcel por la rabia que le habían tenido los ricos negándole el trabajo. Pero él, inteligente, decidido y valiente, no se amilanaba. Le quitaban el pan los amos de la tierra, iba al campo cazaba y tomaba carne que luego le valía por pan y todo lo necesario para la vida”. Se jactaba sobre su proceder  ante amigos y paisanos con el siguiente argumento: ¿No tengo derecho a la vida? Pues vivo. ¿Me niegan la vida? Pues me la tomo y patá. ¡Ay! si tos jisieramos lo mismo ya verían los amos si no lo daban por guenas ante de tomarnola por la mala.

Convencido de que la tierra no debería tener dueños, sin conocer idea que le guiara en su intuición, concebía que era una injusticia tremenda el que unos hombres  a cambio de jornales de hambre se enriquecieran, que fueran incapaces de hacerla producir lo suficiente  y siquiera de venir a verla, esperando en la capital la renta para gastar sin el aprecio del que la sabe ganar.

Pepillo vivía en el campo con sus tíos, "viejos y obedientes a los amos". Tenían un chozo y una huerta junto al río Guadajoz, cuya propiedad era ya olvidada y que la avaricia de los lindantes les había comido poco a poco. Una aranzada de huerta que otrora era suficiente para el sustento de la familia. Con el tiempo el chozo quedó huérfano de un camino de servidumbre con salida recta a la carretera. Sin ser demasiado amigo de las letras, entre unos papelotes roídos por los ratones depositados en un viejo arcón, le llamó la atención un papel con medidas y ralladas. 

Al no ser capaz de descifrarlo recurrió al maestro de la Escuela del Centro Obrero. El despeje fue raudo y veloz, se trataba de un plano catastral que demostraba que los límites del terreno eran incorrectos, faltaba otra aranzada: Ante la amenaza de recurrir a los tribunales, aquellos honrados hombres que le habían metido en la cárcel muchas veces por cazarles un conejo o un jabalí en el coto, cedieron a devolverle lo suyo incluida la servidumbre de pasoArreglado todo, en marcha el trabajo, Pepillo demostró que no era un tumbón para el trabajo como decían los amos, que le gustaba hincar el hombro, y que no había dejado de practicar lo que predicaba antes porque ahora tuviera tierras propias. Se casó, prosperó y formo una familia.

El primero de sus hijos, por imperativo del narrador libertario, se llamaba Liberto. También revestido de un alias como su padre “Desperdicios”. Ayudaba  en las faenas agrícolas del Cortijo, como llamaban a la casa de campo  que habían levantado en sustitución del chozo. Había heredado la rebeldía y la afición por la caza furtiva de Pepillo El Malo. No ya por necesidad. El fruto de sus incursiones en los cotos era para socorrer a las familias de los obreros afectados por las crisis de trabajo. En el Centro Obrero se efectuaba el reparto. Otras veces en convites multitudinarios organizados en el cortijillo.

Malvarroja era la hija y ojito derecho de José el Liberal. Por su caracterizada belleza física e interior, fue bautizada por su pueblo como “El Alma de la Campiña”:

“Una carita morena, oval, con dos ojos negros asesinos que no se dejan mirar fijamente porque queman, bajo dos cejas suaves y negras que parecen dos pinceladitas dadas por la mano de ángel, dos frutos de azofaifo, dulces, rojos y golosos por boca, donde escarbando por la comisura de los labios, pugnan por asomarse una sarta de perlas chiquitinas, apretadillas e iguales que lleva por dientes”.

Trascurre a la par que se proclama la II República en España. En los aportes de ficción introducidos por Mauro Bajatierra, en Castro del Río quienes tomaron las riendas del nuevo régimen desde un principio serían los trabajadores constituidos en Comíté de Salud Pública (paso previo a la implantación del soñado comunismo libertario): 

El pueblo productor en pleno ardiendo en deseos de calmar sus hambres del cuerpo y su sed de justicias, acude al Centro Obrero en busca de noticias, órdenes, avisos que nadie se comprometía, ni sabían darlas. Sin saber cómo, dominando el escándalo alguien, uno propuso que se formara un Comité de Salud Pública, quizá el mismo que lo propusiera no sabía en qué consistía, pero lo había leído sabía que era bueno y lo proponía. Diez obreros dirigidos por el maestro de la escuela del centro que como ellos había sido campesino hasta unos años antes que ocupó la escuela, fueron decididos a ver al alcalde y al subir las escalerillas del Ayuntamiento el Secretario, atemorizado, les dijo que el Alcalde había huido. Después de un momento de indecisión los delegados del pueblo se posesionaron del Ayuntamiento y media hora después pregoneros voluntarios pegaban en las paredes de las casas y de mayor tamaño en el mercado, en el Centro Obrero, en las casas Consistoriales y en las iglesias el siguiente bando:


En los coches y caballerías requisadas salieron delegados para los pueblos lindantes invitándoles a que hicieran lo que se hacía en Castro y a unirse todos para hacer la Federación Comarcal declarando el Municipio Libre para asegurar la vida en común de los pueblos. Espejo, Bujalance, Baena y Cañete de las Torres contestaron aceptando la propuesta y constituyéndose en Comités de Salud Pública hicieron lo que en Castro. Comisiones oficiales de los pueblos se pusieron de acuerdo y quedó constituida la Federación deseada.

No podían faltar las obligadas referencias a la metodología de la Educación Racionalista en un pueblo como Castro del Río, cuya concurrida Escuela del Centro Obrero venía funcionando, sin apenas interrupciones, desde su creación en el año 1910. Al frente de ella estuvieron destacados militantes locales y forasteros: Andrés Jiménez Tapia (1910-1912), Antonio García Birlán (1913), Salvador Cordón e Isabel Hortensia Pereyra (1914-1915), Francisco Jordán Gallego (1915-1916), Antonio Pérez Rosa (1916-1918), Dionisio Quintero Garrido (1919-1924) y Bartolomé Montilla Ruz (1925-1936). También natural de Castro del Río era Juan Pérez López, que entre 1924 y 1933 estuvo al frente de la escuela patrocinada por la SOV La Armonía de Bujalance. Así como Benito Cordobés Herencia que reclamado por los compañeros de Montemayor regento una escuela de las mismas características entre los años 1914-1915.

Escuela del CIO-SOV con Dionisio Quintero

La Federación Comarcal de Córdoba que empezaba con los pueblos dichos, en su marchar, sembraba. En los montes, en sitios deliciosamente escogidos iba estableciendo sus escuelas bosques al aire libre siempre, mientras la naturaleza lo permitía; en casetas cómodas, aireadas, sanas y limpias como los chorros del oro, cuando la necesidad y el tiempo obligaban a ello. Nada de separación de sexos ni educaciones distintas, ni clases de niños que en la ignorancia de la infancia se hermanan todos si no hay perversos que los inclinen unos contra otros. Sólo los separaba, y esto por el momento de instrucción, los distintos grupos, según los grados de conocimiento delos niños por su clasificación para la buena armonía de enseñanza.

No había premios que estimulan y siembran el odio entre los que teniendo menor inteligencia no pueden igualar a los favorecidos por la naturaleza, por más que se esfuercen.

No había castigos porque el castigar, a más de no ser ejemplar, despierta los malos sentimientos en el castigado y en los que no siéndolo sienten regocijo ante el dolor ajeno.

Los maestros y maestras, olvidándose de todo ese lastre oficial e innecesario conque cierran su intuición y su libre exposición a la educación racional, eran hermanos mayores más que maestros de los alumnos. Se vivía lo más posible al aire libre. Se estudiaba también al aire libre como quien juega. En el suelo, con un palo, se trazaban los límites de los mapas de las provincias, con líneas de tierra y arena como quien hace casitas; los niños y niñas a porfía, trazaban las montañas, las cordilleras, y con surcos en el suelo ahondados lo suficiente, los ríos, que los mismos constructores se encargaban de llenar de agua transportándola en cubitos desde el arroyo más cercano.

Se estudiaban las flores en su vivir natural; se aprendía como nacen, como se fecundan, el sexo de las flores y de las plantas. Toda la fauna que poblaban los montes era mostrada a los chiquillos en su verdad natural. Los pájaros, los insectos, las mil y mil cosas que tiene la tierra y pasa desapercibida para los que no la estudian: ¡el agua, el fuego, el sol, la luna, las estrellas, todo enseñado por los maestros pasaba ante los ojos de los niños llenándoles de extrañeza y enseñanzas para el futuro.

Entre la maraña del zarzal, en los saujales, respetados por toda la colonia infantil, iban los pajarillos labrando sus nidos; por entre los brezos y las aliagas armadas de agudas púas, al ras del suelo, asomaban sus cabezotas chatas, verdes-amarillos, los lagartos, que explicado su vivir y su utilidad para la agricultura no fueron temidos ni perseguidos, destruidas estúpidas leyendas sobre ellos.

Los hormigueros merecieron atención especial para los profesores, por la enseñanza tan elemental que dan a todos; horas y horas tumbados en el suelo, los pequeñuelos siguieron con atención los movimientos de las trabajadoras y las explicaciones; destruido un hormiguero para su estudio interior, pudieron comprender perfectamente el porqué de la admiración y respeto que merecen estos animales.

El concepto de patria en pequeño no tenía valor alguno para la enseñanza y fue suprimido. Se les hablaba de una sola Patria en que los seres humanos habían de vivir en familia llena de fraternidad y cariños. Los símbolos, para no crear idólatras se destruyeron. Nada de banderas ni escudos, fueran del color que fueran y representaran lo que representaran. El único símbolo que debe tener la humanidad es el amor, y este no es posible representarlo si no es a lo vivo, con el ejemplo.

Tampoco podían  faltar las alusiones a la antigua y nueva clase política, siempre presta a captar las simpatías y el voto de un proletariado agrícola genuinamente rebelde:

De Montilla, de Córdoba, acudieron muchos politicastros que antes de lo sucedido tenían por costumbre en mítines de su clase, embaucar a los trabajadores con espejuelos más o menos vistosos en sus coloridos pero teniendo buen cuidado de no tocar a lo referente de la propiedad callando como buenos fariseos, que toda ley obrera que puede promulgarse bajo la vigencia del sistema tributario del programa político, no alteraría en nada los defectos de leyes anteriores sobre la constitución económica, porque de nada sirve la libertad sin el poder de ejercerla.

A destruir toda esta farándula de opiniones políticas se dedicaban ahora los esfuerzos de la Comuna y los políticos que vinieron a ver una realidad, que ni concibieron ni querían, eran invitados a dejar el campo libre marchándose donde quisieran para que no envenenaran el ambiente sano de los pueblos federados con sus ambiciones y engaños ya que contra sus opiniones se había llegado al máximum donde por entonces podía llegarse.

En la resolución final de la trama el autor del folleto, por deferencia y amistad, inserta los nombres de algunos de sus compañeros de Castro y Bujalance, aquellos con los que convivió durante su destierro de 1930:

“Cuando Malvarroja salió y vio a su hermano, rio gozosa y se tiró a abrazarle, luego, reparando en quienes le acompañaban los saludó por sus nombres, ¡Hola Montilla, Dios! Y dos compañeros de Bujalance , niña, dijo su hermano, Torres el que conduce er coche y Pérez, el maestro, pero si los conosco a todos, salú compañeros”.

Junto a los maestros de los respectivos centros obreros (Bartolomé Montilla y Juan Pérez López) aparecen los nombres de los veteranos José Dios Criado y Jerónimo Torres García, figuras de prestigio en el seno de sus sindicatos. Ambos formaron parte de las primeras comisiones encargadas de negociar las bases de trabajo e intervienen en los primeros conflictos laborales del periodo republicano. Eran además paqueteros corresponsales de las Revista Blanca y de la Novela Ideal.

Pintoresca e inteligente la manera de desenvolverse por la vida la de José Dios. Su profesión era la de jornalero. Pertenecía al grupo fundacional del Centro Instructivo de Obreros, del que fue presidente, secretario y tesorero en diferentes ocasiones. Dada su ascendencia y prestigio, desde antiguo venía trabajando como semanero, ditero  o cobrador de la perra  para una importante tienda de tejidos, que en paralelo funcionaba como establecimiento de crédito. Esta modalidad de pago con cartones hasta hace poco era la única posibilidad que las clases humildes disponían para adquirir esas telas y paños tan necesarios para la confección de ropa y los típicos ajuares de casorio.

Dios, se pateaba casi a diario esas barriadas populares de Castro del Río para que su clientela, en la medida de sus posibles, fuera contribuyendo para ir restando poco a poco la deuda contraída. Aquellos recorridos le servían además para promocionar, vender, prestar y cambiar publicaciones libertarias. Imaginamos que esa “Alma de la Campiña” (1931) o la novela proletaria “Un ensayo revolucionario” (1932), del propio Mauro Bajatierra, se tuvieron que vender como rosquillas. Los aficionados a la lectura disponían además de una bien surtida biblioteca en la sede del Centro Obrero.

Cuando en el año 1912 la sociedad obrera adquirió en propiedad una sede social (calle Colegio nº 15) sería José Dios y su hermano Francisco quienes intervengan en la operación. Son sus nombres y apellidos los que aparecen en el amillaramiento del inmueble. Cabe especular que, como personas jurídicas fueran ellos quienes contrajeran la deuda con el empresario Bonifacio Gómez Rodríguez y que luego se resarcieran mediante el citado sistema de cobro a domicilio de la cuota especial aprobada en asamblea. Por esas fechas la sociedad ya se apoyaba sobre una importante potencial humano (unos 400 militantes fueron los representados por Antonio Pérez Rosa en el Congreso constitutivo de la F.N.O.A. celebrado en Córdoba en la primavera del año 1913)

Durante el periodo republicano la primitiva sede se quedó pequeña para  las nuevas necesidades derivadas del considerable incremento de afiliación (1200 en el Congreso del Conservatorio de junio de 1931, cuyo número iría creciendo a lo largo del primer bienio republicano). Nuevamente seria Dios quien negociara con la casa Viuda de don Bonifacio Gómez e Hijos, que además de la tienda de tejidos llevaba la corresponsalía en Castro del Río del  Banco Hispano Americano. Consiguieron hacerse de una espaciosa casa en la calle La Palma nº 11 (otras fuentes nº 9). Cuando Castro del Río fue tomado por el ejército golpista se había abonado gran parte de la deuda (aproximadamente un 70% ), según consta en los sumarísimos instruidos a los dirigentes locales a efectos represivos. Las autoridades del nuevo régimen pusieron especial empeño en aclarar cuestiones relacionadas con aquella compraventa. No disponemos de fuentes para conocer sobre quien revertió finalmente el inmueble. La primitiva propiedad de la calle Colegio 15 (patrimonio sindical), que se estuvo utilizando en paralelo, quedaría en una especie de limbo jurídico. Abandonada, durante los difíciles años de la travesía del franquismo acogió en su seno a familias sin techo e indigentes.

En el libro “La persecución religiosa en Córdoba, 1931-1939” aparece un esclarecedor testimonio del registrador de la propiedad Luis Fernández Seco, encarcelado en las Higuerillas junto a otros caracterizados derechistas de Castro del Río. Permanecen arrestados, entre el 21 de julio y el 25 de septiembre de 1936, fecha de la toma de Castro por las fuerzas del ejército de Franco. 

Entre ellos se encontraba Bonifacio Gómez Cantero. Cuando el 6 de agosto una columna al mando del general Valera atacó Castro del Río por el flanco sur, se vivió una situación de tensión e inquietud entre los apresados que llegaron a temer por sus vidas, ante la hipotética retirada de las milicias confederales que defendían la plaza. En el testimonio del registrador queda más que patente que aquel otro hijo de Bonifacio parecía sentirse protegido. Incluso, cuando el 25 de septiembre milicias y población civil evacuan la población por la carretera de Bujalance, no llegaron a cebarse con ese grupo de 11 personas entre rejas a las que se les respeto la vida.

En resumidas cuentas, quien verdaderamente ejerció durante un largo periodo de su vida de alma y despertador de conciencias proletarias en Castro del Río, epicentro de la comarcal sindicalista de la campiña de Córdoba, fue José Dios Criado “El Decano” o “El Dios Sindicalista”, sobrenombres por los que era conocido entre sus compañeros de ideal. En palabras textuales  del historiador y escritor Francisco Merino Cañasveras, pionero en la investigación histórica del movimiento libertario en Castro del Rio: “José Dios fue el dirigente más honesto y el principal activista cultural de la organización sindical castreña”.

El Ateneo Cultural Libertario “La Lira Rebelde”, cuyo grupo teatral actuaba en el pequeño salón teatro que se habilitó en la nueva sede, surgió de ese especial carácter y anhelo cultural que Dios supo trasmitir a los jóvenes que acudían casi a diario al sindicato. Fue quizá el periodo de su máximo apogeo. Las mujeres se implican también en el activismo social. Se constituye una Juventud Femenina:



José Dios (marca roja). Publicada en La Revista Blanca (1933)

La familia de Dios: derrota, represión y diáspora.

José Dios Criado estaba casado con Fuensanta Luque García. Tenían su domicilio en la calle Galeras nº 14. De esta unión vinieron al mundo cinco hijos. Tres varones (José, Helios y Rafael) y dos hembras (Flora y Ana). Cuando por las circunstancias de la  guerra tienen que abandonar Castro se trasladan a Jaén. Se integran en una colectividad agraria ubicada en las afueras de la capital. Dios, por su edad y nivel de instrucción, será el encargado de impartir clases a los niños. 

Al final de la contienda es detenido en el puerto de Alicante, hasta donde se dirigió, como otros muchos,  con la intención de embarcar para el extranjero. Tras soportar el hacinamiento, la suciedad y el hambre de los campos de concentración de Albatera (Alicante) y  Portaceli (Valencia), una vez identificado, se le traslada a la Prisión Provincial de Córdoba. Llevado ex profeso a Castro del Río para someterlo a un Consejo de Guerra que le condenó a muerte el 12 de junio de 1940. Ejecutado el 30 de septiembre del mismo año en las inmediaciones del cementerio de Nuestra Señora de la Salud y enterrado en el de San Rafael. 

Los hijos varones, con rodaje guerrero en las milicias confederales de la Columna Andalucía- Extremadura (posterior 88ª Brigada Mixta), pasarían la guerra luchando en unidades militares del ejército republicano.  

Sobre José, curtido en las luchas sindicales del periodo republicano, no disponemos de documentación alguna. Probablemente permaneciera en Jaén junto a sus padres y hermanas hasta postrer momento.  Helios, tras su paso por la Escuela Popular de Guerra, como Teniente de Infantería, sería destinado  al Cuadro Eventual del Ejercito del Ebro. Rafael, después de permanecer enrolado en el “ejército rojo” durante toda la guerra, al finalizar el conflicto es movilizado su reemplazo. Pasa a servir al Ejército Nacional en el Batallón Disciplinario de Trabajadores, adscrito al Regimiento de Infantería nº 1 de Alcalá de Henares. Llegó a evadirse siendo con posterioridad capturado. Cuando, por fin, obtiene la licencia definitiva  pasa a residir junto a su madre y hermanas a su localidad de origen. 


José Dios, tras ser ejecutado, tuvo que enfrentarse  a un expediente de responsabilidades políticas que no se resuelve hasta noviembre de 1946. Tuvieron que ser años difíciles para la familia, que conforme recupera la libre disposición de sus bienes opta por la emigración. Tres años en Villafranca del Penedés (Barcelona) hasta que en 1950 fijan su residencia en Martorell (comarca del Bajo Llobregat- Barcelona).

Por la prensa confederal en el exilio conocemos que Helios finalizada la II Guerra Mundial residía en Francia (Avenue de la Gare, Garage Lamblim, localidad de Moissac en el departamento de Tarn y Garona). Dada la pésima acogida que el estado francés tributó a los refugiados españoles, podemos hacernos una idea del cumulo de penalidades y prestaciones especiales a las que se viera sometido. Para integrarse hasta se cambió el nombre de pila. Un tal Antonio Dios Luque, nacido el 1 de enero de 1922 en Castro del Río (Córdoba) deja de existir el 13 de enero de 2002, a los 80 años de edad, en Lavit (Tarn y Garona).

Rafael, sin trabajo estable, muy posiblemente reclamado por su hermano, en 1950 intentó cruzar la frontera sin éxito:


Tanto en su pueblo de origen como en el adoptivo, después del contratiempo en la frontera, y suponemos que fichado en los respectivos acuartelamientos del instituto armado, tendría serias dificultades para medio normalizar su vida. Parece relacionarse con la población manchega de Manzanares, donde debía de tener amigos y conocidos, antiguos integrantes de las milicias confederales. De 1956 es “un busca y captura por delito de estafa” dado en Manzanares, finalmente sobreseído:


Este pequeño esfuerzo final para desentrañar informaciones relacionadas con  su descendencia directa tienen un objetivo último: la posibilidad de contactar con alguno de sus nietos. Siempre quedan interesantes testimonios de tercera generación, así como documentos y fotografías que pudieran rescatarse del olvido.

En cuanto a las fuentes utilizadas, prefiero reservármelas. Advierto de su rigurosidad. De manera que propensos al copia y pega, al menos que se lo curren un poquillo.