Espacio abierto dedicado al estudio de las historias locales de los municipios de Castro del Río (Córdoba), Porcuna (Jaén) y Motril (Granada), así como sus adyacentes. Recomiendo la utilización del apartado de comentarios para aportaciones, consideraciones, críticas o rectificaciones. De igual manera, está disponible para quienes deseen colaborar con la publicación de artículos o aportando documentos, sobre cualquier tema de carácter histórico relacionado con dichas poblaciones.

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15 septiembre 2014

COSTUMBRES GRANADINAS: EXCELENTÍSIMOS MELONES.



   El melón es la fruta reina del verano. Refrescante, ligero y nutritivo, su consumo forma parte de las costumbres estivales y aunque en el mercado hay diversas variedades, actualmente los más famosos, prestigiosos, demandados y cotizados  son los manchegos y los cultivados en el municipio madrileño de Villaconejos. Destaca por su sabor intenso la variedad conocida como de piel de sapo.

    En las provincias vecinas de Córdoba y Jaén han destacado a lo largo de la historia por su fama y calidad los de Lopera y Montalbán respectivamente. Cuando los agricultores de la rica campiña jiennense de secano optaron al unísono por las nuevas plantaciones de olivar se perdieron hasta esas valiosas semillas seleccionadas y replantadas anualmente. La población cordobesa de Montalbán mantiene al melón como su cultivo estrella que comparte protagonismo con el ajo. Unas jornadas gastronómicas celebradas en el mes de julio sirven para publicitar su excelencia y promocionarlo.


Diario de Córdoba (1878)


Diario de Córdoba (1903)

   Hasta los años 60 raro era el agricultor que en Lopera y la vecina Porcuna no tenía su parcela de tierra calma reservada para su melonar, custodiado "in situ" por todos los miembros de la familia en riguroso y ordenado turno. Las famosas chozas del melonero servían para protegerse del riguroso sol del verano durante el día y para descansar durante la noche. Hasta el“peonero” sin tierras, si era bueno y dócil solía obtener cesión de un pequeño terreno por parte de “su señorito”, que de camino llenaba sus cámaras de tan rico manjar a costa del sudor, desvelo y esfuerzo ajeno.
    Asociado a nuestra memoria esta el característico olor de aquellos melones de secano colgados con cuerdas del techo de las aireadas cámaras de la típica vivienda rural, de aquellos tenderetes instalados en el mercado público para dar salida al excedente doméstico. Cuando la climatología no era adversa solían durar los reservados para el consumo familiar casi hasta las navidades.


   En la prensa histórica granadina hemos encontrado un artículo de corte costumbrista sobre las excelencias del melón de Villamena.
   Villamena es un pequeño municipio perteneciente a la comarca del Valle de Lecrín, a orillas del río Dúrcal. Está formado por la fusión en 1974 de los núcleos de población de Cozvíjar y Cónchar. El Ayuntamiento está actualmente en Cónchar.
   Aunque la fusión es relativamente reciente estos pequeños y vecinos núcleos de población adscritos antiguamente, tanto administrativa, electoral  y judicialmente al distrito de Órgiva, ya eran conocidos como Villa-Amena por estar enclavadas en su término las posesiones de los Condes de Villa-Amena.

Cozvijar


COSTUMBRES GRANADINAS: MELONES

    Melones y mujeres debiera titularse este artículo, o mejor dicho, estos artículos de primera necesidad. Me remito y remito al lector que le gusten ambas especies a la placeta de Villamena en estas mañanas frescas.
   Aquello es la mar de melones y… la mar de mujeres. Líbreme Dios de querer establecer comparaciones como las hizo otro entre uno y otro género. Todas las comparaciones son odiosas.
   Y, sin duda alguna, ésta lo es más porque es lo que dice un perito amigo: entre una mujer y un melón, opto por los dos. Efectivamente; tomar a una mujer a cala y cata es cosa por demás inocente.
   Tiene la mujer muchos bocados, moralmente se entiende, para conocerla primero. En cambio el melón es memos inteligente y se cala sólo con olerlo.
   Más vamos al mercado. Tiene nuestro pueblo un horror santo al encierro. Ahí tienen ustedes esos edificios magníficos y magníficamente construidos para mercado y… con efecto están desiertos o poco menos. Prefiere el vendedor de melones armar un tinglado con cuatro palitroques y un poco de lona, y catate melón. Otros prefieren el cielo por tinglado y tan frescos al sol. Cuestión de gustos.


Antigua plaza de abastos de Porcuna (Jaén)

   Allí acuden maritornes a porrillo a buscar su melón. Y dueñas doloridas, vamos,  con el bolsillo desconsolado. Y señoras mayores, menores y hasta medianas en busca de su melón. Melones matrimoniales, dice uno que pregona y vocifera la excelencia del genero. Melones con tratamiento, vamos a decir excelentísimos.
   Unas lo quieren a calas, otras a la vista, como ciertos pagarés. Pero todas los quieren superior, y sobre todo barato. Sólo las mujeres sirven para comprar los melones. Hay excepciones, aunque son las menos. No falta el criado de algún señor reñido con las mujeres de cocina y compra. Y algún cesante que lo envuelve cuidadosamente en el pañuelo. Y quien se pone la capa para que el melón no se resfríe por el camino.
    Son excepciones. Son hombres que nacieron para mujer  y… no llegaron a cuajar. Son figuras que desentonan con este cuadro matinal. Sin embargo ayudan al contraste, y del contraste resulta la armonía en el arte. En el arte de vender melones al aire libre.
    Para el que quiera pintar un cuadro de melones y mujeres que se vaya a Villamena. Y si es fotógrafo que se arme de la máquina. Y también de paciencia, que no perderá el tiempo. Y de seguro, de paso se llevará algunos buenos melones, que luego podrán resultar calabaza, pero que se los vendieron como melones.

                                                                                            E. M. F.
    El firmante de este curioso e ingenioso artículo fechado en 1889 debía de encontrarse entre las fuerzas vivas (alcalde, secretario, maestro, cura médico o boticario) de estas poblaciones del Valle de Lecrín cuyo número total de habitantes por aquellas fechas no superaban en su conjunto los 1.200 (581 de Cónchar y 558 de Cozvijar), unas cifras ligeramente superiores a las actuales (1.031 habitantes y para un término municipal con una extensión de 20,18 Km. cuadrados).

    La fotografía que insertamos del mercado al aire libre es del antiguo mercado de Porcuna (Jaén). Quiero recordar que tomada poe el  Dr. Fernán Perez, conservada y compartida por el paisano y amigo Alberto Ruiz de Adana Garrido en el muro del grupo de facefook Porcunenses por el Mundo.
    La que mostramos a continuación pertenece al popular mercado de la Plaza de las Cañas en Córdoba. parece de los años sesenta. Todavía se ven esos melones loperanos que se hicieron famosos en la capital cordobesa y en ese mercado desde el año 1873.



15 julio 2012

Jumentos, jamelgos y otras bestias de carga. Castro del Río (1915).


     Hasta hace relativamente poco tiempo este tipo de ganado era indisoluble e imprescindible para la mayoría de las actividades humanas desarrolladas en las zonas rurales. Mientras que en las cortijadas prevalecían los bueyes de sangre y seleccionadas razas de mulos/as para la labranza, dentro del casco urbano, para el diario en las labores de huerta, de ruedo o suministro de agua, entre otras, eran estas otras caballerías menores las ocupaban un lugar preferente en las pequeñas cuadras de las que solían estar dotadas la mayoría de las viviendas populares.

     La colección de fotografías de Castellá, procedente de la Biblioteca de Catalunya, nos permite extraer algunas muestras significativas e ilustrativas sobre este tipo de ganadería ya prácticamente en extinción.

Extrayendo arena en el Puente Viejo

 Otros areneros en una isleta del Guadajoz

Abrevando

Descansando

     En primer plano, mujer de rostro curtido con su borrico, aguaderas y cantaros en dirección a la Fuente de San Roque. Detrás aparece una mula cargada con sacos de paja.
                                                                            

    Bestia amarrada a una ventana a la espera de sus cántaros, custodiada por un zagalillo, con la mollera a buen recaudo, para quien no pasa desapercibida la presencia del fotógrafo.
A la puerta de su casa (Cuesta de los Mesones nº 31)

Arriero con una carga de grano

Carretón de madera


    Esta forma de montar, que en equitación clásica se denomina “a la jineta”, y en el agro “a la mulera”, es la única compatible con la carga de arreos y pertrechos agrícolas necesarios.
Caballería con serones al inicio de la calle Corredera

El burro del hortelano


     He querido dejar para el final este detalle de la fotografía mostrada en la cabecera, que desde mi punto de vista tiene un especial valor estético y etnográfico. A ese jamelgo quijotesco, de paso cansino y cabeza gacha a consecuencia de su discurrir por la pronunciada cuesta de Santo Cristo, cuyo trayecto final es por fin alcanzado, se une la figura erguida de su guía, que luce el peculiar sombrero de ala ancha de estos lares y el característico capotillo o blusa abotonada al cuello, prenda de notable arcaísmo y abolengo entre los trabajadores agrícolas de la región andaluza.

21 enero 2012

"Es menester que se nos mantenga, señor" (Alimentación mangurrina)


     La publicación reciente en el blog de un amigo castreño de un artículo dedicado a enaltecer la excelencia de la tradicional producción de granadas de las huertas del valle del Guadajoz, además de, para recordarme esa peculiar manera de extraer su jugo (bota)  y de ilustrarme sobre sus diferentes variedades, me ha traído a la memoria una anécdota o chascarrillo perteneciente a la tradición oral de mi pueblo (Porcuna), en el que las granadas adquieren especial protagonismo.
     Un labrador de Porcuna, hallábase especialmente preocupado por la cantidad de pan, a su juicio desproporcionada, que consumían los acomodaos, gañanes y demás personal que residía y trabajaba a su servicio en el cortijo, y de cuya alimentación era responsable según usos y costumbres de la época.
     En  la feria y mercado agrícola-ganadero de San Miguel, en el vecino pueblo de Cañete de las Torres, creyó encontrar la solución a su inquietud. Pactó con un hortelano de Castro del Río la compra venta de una partida de este sabroso fruto, que desgranado, tan bien acompaña a las migas de pan (cuyo consumo se generaliza a partir de esta fecha una vez superado el largo estío) y que por tratarse de un producto de temporada, era siempre bien acogido entre los comensales cortijeros. Su racanería le llevo a cerrar una operación mixta, dos terceras partes de género de ínfima calidad (agria, fuerte y más bien seca) y una de la denominada azucarí (dulce y jugosa). 



     Para que le salieran aún más baratas, hasta se comprometió a retirarlas en origen. De ahí que, de mañana temprano, encima de un carretón tirado por una yegua vieja, por el camino de Castro, tomaba rumbo en busca de esa salvadora y deseada mercancía, cuyo advenimiento había sido anunciado, a bombo y platillo, entre los cortijeros. El hortelano castreño, agradecido por la generosa y cuantiosa compra de este porcunero, que le permitía deshacerse de una producción cuyo destino más probable hubieran sido porquerizas, tuvo el gesto galante de invitarle a almorzar (aceite y vinagre según crónica imaginaria).
      Ese mismo día, a la caída de la tarde, envasada en grandes esportones, la mercancía llegaría a manos y boca de sus destinatarios.
      A los pocos días, tocaba hacer las oportunas comprobaciones en cuanto a consumo de hogaza, y personado en el cortijo, se dirigió a uno de los operarios más guasones y reivindicativos, preguntándole:

-        ¿Qué Manuel?  ¿Cómo están esas granás?
-        Algunas amargan y están un poquillo fuertes, pero usted no se preocupe, que más pan se le mete.
      Refranero: “El dinero del mezquino anda dos veces el camino”.

     Dejando de lado el género chascarrillero, del que me he servido para introducirnos en materia, nos ocuparnos de “la hatería”, un tipo de retribución en especie muy común entre los trabajadores agrícolas de nuestra geografía, hasta hace relativamente poco tiempo, y que desaparece a la par que se generaliza el uso del motor en el campo y los vehículos automóviles, cuando deja de ser precisa la permanencia de los jornaleros durante largas temporadas en los cortijos para efectuar las correspondientes labores de temporada, así como la del personal destinado al cuidado del ganado de sangre.
      Hasta entonces, en las bases de trabajo, pactadas o impuestas, se establecía la diferencia remunerativa entre el “jornal a seco” (retribución exclusiva en metálico) y el jornal “con hatería o mantenio” a cuyo importe ordinario se le restaba una cantidad estipulada o impuesta, que el patrono se reservaba para suministrar de su cuenta los alimentos necesarios para sus asalariados durante las viajadas agrícolas. El primer tipo, era norma común para las tierras del ruedo, cuya proximidad al casco urbano permitía al jornalero pernoctar y cenar en su propio domicilio y aportar se su propio peculio el hato para el almuerzo, mientras que en las tierras acortijadas se impone tradicionalmente el segundo modelo. La costumbre suele ir acompañada de la tradicional queja del jornalero sobre la calidad y cantidad del condumio aportado por el patrón o señorito.
    Hasta principios de siglo XX, en que los obreros agrícolas se empiezan a organizar en torno a sociedades de resistencia, la hatería quedaba a merced de la bonhomía del encargado de suministrarla.  Durante aquellos  primeros envites huelguísticos, que tuvieron lugar en el año de 1903 en la provincia de Córdoba, recogidos por Juan Díaz del Moral en su famosa monografía, las demandas obreras se centran mayormente en la supresión del destajo, aumentos salariales y reducción de jornada. No me consta que el tema de la alimentación estuviese recogido en las bases como punto esencial de desencuentro, aunque intuyo que debió también estar presente.
     Únicamente, en el marco de Jerez de la Frontera, cuyas sociedades obreras ya estaban revestidas de un importante historial reivindicativo y de lucha desde atrás, en la huelga de siega de ese mismo año de 1903, que coincide cronológicamente con la protagonizada en Castro del Río por la sociedad obrera Luz del Porvenir, en las bases alternativas presentadas se rechaza abiertamente la manutención del obrero por cuenta del patrono, apostando por el jornal a seco, aunque exigiendo que se pusiera a disposición de las cuadrillas de segadores un costero o aguador, para acarrear desde el cortijo al tajo el agua, los alimentos y los utensilios necesarios para prepararlos.
    El propio notario e historiador de Bujalance, en su Historia de la Agitaciones Campesinas Andaluzas, se hace eco de ciertas modificaciones experimentadas en la campiña de Córdoba en el tema alimentario después de aquellas primeras demostraciones de fuerza protagonizadas por los jornaleros agrícolas asociados:

     “De ésta época data la costumbre de Castro, Fernán Núñez y otros pueblos de dar a los campesinos un frito por la mañana. Entonces también aumentó la ración de tocino, mejoró la calidad del pan y del aceite y se redujo la tarea de los ereros de tres carretadas a dos y media, y más tarde a dos”.

     Aunque la patronal, desde la prensa conservadora, justo inmediatamente después de aquella oleada de huelgas generalizadas, se desmarcaba de esa presunta racanería que les atribuían los órganos de prensa antidinásticos. El Diario de Córdoba reproduce un artículo de Manuel Carretero, redactor de El Globo, en el que en base a las entrevistas realizadas a patronos cordobeses, saca sus propias impresiones sobre aquella preocupante cuestión social:


Diario de Córdoba 30 de julio de 1903
       La obra de Díaz del Moral, testigo de excepción de aquellas conflictivas tesituras socio laborales (1903 y trienio 1918-1920), no parece ratificar esas aseveraciones patronales. Menciona la costumbre, muy extendida entre los labradores de la campiña cordobesa, de proporcionar a los cortijeros el peor aceite y el mejor vinagre, con vistas a evitar consumos excesivos e inapropiados para sus intereses.
      Otro analista social, Pascual Carrión, en un artículo publicado en El Sol en mayo de 1919, ya en pleno trienio bolchevista, nos informa sobre como aquellas mejoras de principios de siglo en materia alimenticia habían desaparecido:

     “La comida del gañan está constituida básicamente por el gazpacho (pan con agua, aceite, ajos y vinagre) y un guiso de garbanzos por la noche”.
     
     Una versión invernal del gazpacho o gazpachuelo, que se elabora con los mismos ingredientes, es una especie de sopa de pan y ajo conocida en algunas comarcas como maimones.



    Una vez proclamada la II Republica, tras una larga travesía de desamparo para el jornalero durante la Dictadura de Primo de Rivera, junto al proyecto de Reforma Agraria nace una nueva legislación laboral que contempla la creación de los denominados Jurados Mixtos de Trabajo Rural, como encargados de velar por su cumplimiento. El jornal a seco seguirá conviviendo con la hatería, pero se convierte en opcional:


     El obstruccionismo de la patronal agraria a esta nueva legislación, que consideraron lesiva desde un principio, seguirá generando problemas en lo referente a la calidad de los alimentos proporcionados al jornalero mantenido. La prensa socialista provincial recoge la denuncia formulada por la Sociedad de Trabajadores de la Tierra de Espejo (UGT) sobre ciertos abusos por parte de algún patrono especialmente reacio a aceptar la normativa:

El Sur , 29 de noviembre de 1932
      Los vaivenes políticos del periodo republicano, además de paralizar y casi hacer inviable la proyectada y deseada Reforma Agraria, provocaron en muchas ocasiones que  la ley se convirtiera en papel mojado. Las frecuentes crisis de trabajo, con la consecuente pauperización del proletariado agrícola, fueron debilitando las conciencias proletarias, y se volvió a implorar al patrón el mantenimiento.
      Un testimonio oral, obtenido de la misma persona de la que me serví para elaborar la entrada sobre los carnavales en Castro del Río durante la Segunda Republica, pone en boca de uno de los lideres más veteranos y carismáticos del anarcosindicalismo castreño, José Dios Criado, las siguientes palabras, pronunciadas durante un mitin celebrado durante una de las numerosas huelgas del periodo:

     “Todavía hay quien le dice al burgués: ¡Es menester que nos mantenga, señor! ¡Pero para que queremos que se nos mantenga! Para que nos echen en la olla el tocino hediondo y los garbanzos que se cuelan por la criba”.

      Este elemental argumento, era más que suficiente para sacar de su apatía y envalentonar a los más amilanados a la hora de secundar los conflictos.


07 septiembre 2011

Castro del Río: "Una Feria Real casi bicentenaria"


    Las ferias en Andalucía tienen un origen comercial: concentraciones de compradores, vendedores y tratantes, esencialmente de ganado, tan imprescindible otrora para las labores agrícolas. A ellas, con el tiempo se irán incorporando otras manifestaciones de carácter lúdico, festivo o religioso. Con objeto de controlar fiscalmente las transacciones, regularizar  y evitar la coincidencia en las fechas, para la celebración de ferias y mercados se requería de la pertinente autorización regia.
    En la villa cordobesa de Castro del Río, durante el Sexenio Absolutista de Fernando VII, fue cuando las autoridades locales adictas a su causa, tras elevar consulta al Consejo Supremo de Hacienda, consiguieron que S.M. el Rey se dignase a conceder a esta villa del reino de Córdoba, con sujeción al pago de los correspondientes derechos, la facultad de celebrar anualmente una feria en los días 25, 26 y 27 de septiembre.

    Sus promotores, el Síndico Procurador General y Teniente Coronel de Infantería, don  Francisco Antonio Valdelomar, y el Licenciado don Gaspár García Aramburu, Síndico Personero de la villa de Castro del Río. El primero, ha pasado a la historia, mayormente, por ser una de los elementos más destacados en aquella fallida insurrección absolutista contra el sistema liberal, protagonizada por Brigada de Carabineros Reales destacada en Castro del Río, a finales de junio del año de 1822. Estaba al mando del Regimiento Provincial de Córdoba, del que seria apartado. Durante la Década Ominosa recuperaría prestigio y dignidades.











    Un repertorio general de noticias de 1822, diccionarios como el de Sebastián Miñano del año 1826, un Manual geográfico administrativo de 1844 o la Biblioteca del comerciante de Damián de Sogravo y Craibe (1846), nos certifican que, al menos, durante la primera mitad del siglo XIX, la Feria Real de Castro del Río seguiría celebrándose en las fechas en un principio asignadas (25, 26 y 27 de septiembre).

   
    La Historia de Córdoba de Luis Maraver y Alfaro, editada y publicada en el año de 1863, nos proporciona información sobre un ligero cambio operado en su calendario tradicional, pasando ésta a celebrarse durante los días 16, 17 y 18 de septiembre, que es la fecha con la que oficialmente ha llegado hasta nuestros días. En la proximidad y la competencia, con la tradicionales y pujantes ferias de ganado de San Miguel de la vecina localidad de Cañete de las Torres o la de Baena, donde se daban cita para efectuar sus transacciones numerosos labradores de las provincias vecinas de Córdoba y Jaén, creo que pudiera estar el motivo justificado del cambio de fechas.


Calendario provincial de Ferias (Maraver y Alfaro)

09 septiembre 2010

Cria Caballar 1896


Cartilla de hierros de la ganadería caballar de España , según los presentados al registro del Servicio de Remonta y Cría caballar. [S.l.] [s.n.] Madrid Imp. del Depósito de la Guerra,1896. BNE.


Castro del Río







Espejo




Altas de criadores ocurridas durante la impresión de este catálogo:





22 mayo 2010

ELABORACIÓN DE ACEITE DE OLIVA

    El 20 de Noviembre de 1849 D. Juan Bautista Centurión, natural de Castro del Río, provincia de Córdoba, presentó al Ministerio de Fomento una memoria titulada: “Ensayo de un nuevo sistema para extraer aceite de oliva”, la cual, después de un informe favorable tanto del Director del Conservatorio de Artes, como del Real Consejo de Agricultura, fue publicada á expensas del mencionado centro y condecorado, su autor, con la cruz de Carlos III.
     El método que proponía estaba reducido á hacer pasar por la aceituna bien molida y colocada dentro de un receptáculo cilíndrico de hierro, una corriente de agua de a mas de 160º grados centígrados, proceder, que según su autor,“proporcionaba, no solo una economía considerable, sino también una disminución del tiempo empleado en la fabricación, pues es muy posible trabajar al día 200 fanegas y aún 300 de aceituna con un solo aparato, cuando con los empleados hoy solo se trabajan 24”.




     Con anterioridad a la publicación de sus trabajos, el inventor y las personas que presenciaron los ensayos, creyeron que con pedir a S.M. una gracia que lo indemnizase de sus gastos y trabajos, y publicar después los métodos y la descripción de las máquinas, para que todo el mundo las usase libremente, se hacia un bien a la nación.
    Pues bien, el Sr. Ministro de Gobernación, a quien se elevo una exposición acerca de este invento, pidió informes al Jefe Político de la provincia, y este a su vez al Alcalde de este pueblo, que se presentó en la casa del interesado, vio los planos, pregunto mucho, pero como carecía de los conocimientos necesarios para juzgar la teoría del vapor de Centurión, le fue absolutamente imposible dar un informe razonado y científico, tal como se deseaba.





     La verdad sea dicha, ando bastante pegado en conocimientos sobre tecnología industrial, pero me despertó la curiosidad, especialmente en dilucidar, si estábamos ante el precursor de las modernas Pieralisi (de patente italiana). Rastreando entre libros digitalizados de la Biblioteca Nacional encontré la respuesta:

    Pequeño y Muñoz Repiso, Diego. Nociones acerca de la elaboración del aceite de olivas. [S.l.] [s.n.] Madrid Imp. de la Sociedad Tipográfica. 1879



    A decir verdad, muchas de las aserciones transcritas son otros tantos errores y demuestran un desconocimiento completo de la constitución química y propiedades de los cuerpos grasos. El agua combinada con el calor no disuelve en modo alguno los aceites, antes por el contrario, la temperatura tan elevada los saponifica, emulsiona y espesa, en vez de fluidificarlos, como pretende el autor, impidiendo su separación del resto de la masa. Nada de extraño tiene, pues, que el Sr. Manjares obtuviera resultados negativos en los ensayos hechos bajo su dirección, pues debieron preverse de antemano. Oigamos lo que acerca de esto nos dice el mencionado profesor.
    “Las pruebas hechas en Sevilla en 1864 por aquella Junta de Agricultura; Industria y Comercio, bajo nuestra inmediata dirección, disponiendo de todos los elementos necesarios para hacer un ensayo en grande escala y á todo coste, en el Cortijo de Gambogaz, propiedad del Exmo. Sr. D. Ignacio Vázquez, dieron tan malos resultados que no nos atreveríamos a colocar este método en la categoría de sistemas industriales. Observase en el aceite cierta disposición a formar una emulsión en el agua con los principios constituyentes de la pulpa, de la cual se separa difícil e incompletamente a pesar de cuantas precauciones se tomaron en dichos ensayos para llevar al terreno de la práctica lo propuesto por el Sr. Centurión.”
   Nada mas justo que las observaciones del señor Majarrés. Ellas demuestran que el principio en que se fundaba el Sr. Centurión era falso e imposible de realizar en la práctica, por lo que con razón ha sido relegado al más completo olvido.

FUENTES UTILIZADAS

· Centurión, Juan Bautista Ensayo de un nuevo sistema para estraer [sic] el aceite de olivas. [S.l] [s.n.] Madrid Imp. del Colegio deSordo-Mudos y Ciegos, 1952. BNE.
· El Español. Diario de las doctrinas e intereses sociales. Madrid, [1835]-[1848] (Hemeroteca Digital BNE).
· Pequeño y Muñoz Repiso, Diego. Nociones acerca de la elaboración del aceite de olivas. [S.l.] [s.n.] Madrid Imp. de la Sociedad Tipográfica. 1879. BNE.

21 mayo 2010

CRIA CABALLAR 1860

D. Juan Zabala / Libro de los hierros o marcas que usan los criadores para sus ganados caballares. Córdoba 1860.Imprenta y Librería de D.Rafael Arroyo. (BNE)

Existe una edición facsímil de la ed. Extramuros, 2007 (1ª Ed.)




Descripción:

Todos los hierros y marcas de la época se encuentran reflejados en este manual. Se indica el lugar de procedencia, el dueño de la ganadería y el dibujo del hierro o la marca. Además incluye un apartado de criadores que dejaron de serlo.