PORCUNA (Jaén)
“Ayer
tuvimos la ocasión de ver y palpar, una peseta y una “chica abisinia”.
Pero no se sonrían los maliciosos mal
pensados, porque esa chica a que nos referimos no es ni más ni menos que una
moneda roja de cero cinco, procedente del Frente Popular de Porcuna; se trata,
pues, de una “perra chica”.
Un cuadradito de cartulina azul de el
tamaño de un sello de correos, en la que impreso en un recuadro se lee cinco
céntimos.
¡Cómo está el patio!
La peseta ya es otra cosa, porque es en un
papel que tiene hasta su litografía y todo, con esta pomposa inscripción:
Frente Popular de Porcuna; Vale por una peseta.
Y debajo, tres firmas con su
correspondiente “garañato” por rúbrica de otros tantos analfabetos.
Claro que este papel moneda de Porcuna está
sobradamente garantizado y así lo manifiesta en el reverso.
Y la garantía es la recolección de la
próxima cosecha de la que se han incautado los rojos de aquel país sin tener en
cuenta que puede venir algún pedrisco, y ¡adiós cosecha!
Menos mal que se cuidan de advertir que
aquel dinero no circula más que en aquella dichosa región.
¡Toma, no! Prueben con él a comprar algunos
calcetines o cintas bicolores en la casa de los “fenicios” que nosotros
conocemos por acá y verán a donde los mandan”.
En Porcuna, además de
esa perra chica acartonada de la que no ha llegado muestra alguna a nuestros días,
al menos nosotros no la conocemos, se emitieron billetes por valor de 1, 2, 5 y
25 pesetas en diversas tintas.
Las firmas que aparecen estampadas en su anverso no
son precisamente “garañatos” o garabatos de analfabetos. Se corresponden con las
del Alcalde Presidente del Frente Popular, Rafael Montilla (un obrero
autodidacta con un considerable nivel de instrucción y que llegó a ejercer como
maestro en la escuela instalada en la Casa del Pueblo), y la de dos
funcionarios municipales que optaron por mantenerse fieles a la legalidad: el Depositario
Manuel Cañete Romero y el Contador, que no hemos sido capaces de identificar.
No se tratan de emisiones caprichosas, sino
que responden a las circunstancias excepcionales de la economía de guerra.
Desde un
primer momento se produce un generalizado afán de acaparamiento, especialmente entre las monedas de plata, que
hizo desaparecer y escasear la moneda fraccionaria. Este hecho dificultaba o imposibilitaba
las pequeñas transacciones entre las personas. La situación empeora cuando, por
necesidades del conflicto, las monedas de cobre, acuñadas durante la república, fueron recogidas y destinadas a la fundición para fabricar material
de guerra.
A tal
escasez contribuyeron también algunas medidas del gobierno republicano, que en
octubre de 1936, ante la necesidad de divisas para mantener la maquinaria de guerra,
dispuso la retirada de las monedas de plata de 5 y 10 pesetas que fueron sustituidas
por billetes.
Durante
esos primeros momentos de desconcierto, las emisiones locales de papel moneda son
autorizadas por el gobierno ante la acuciante necesidad. Las de Porcuna estaban
respaldadas por las fincas incautadas y los bienes almacenados procedentes de
las mismas, más los añadidos de futuras recolecciones.
Hasta en algunos
territorios del bando nacional, desde el que se ridiculizaba la formula roja,
tuvieron que recurrir a ella de manera provisional.
La oferta de billetes locales es abundante en las
páginas dedicadas a la venta de objetos de coleccionismo. Los de Porcuna, en
concreto, aparecen ofertados en sus diferentes valores a unos precios relativamente
asequibles.
Aquí es
donde entra en juego la suspicacia ante la pillería típica de este mundillo. Con las tecnologías actuales no tiene que ser demasiado difícil reproducir
aquellas impresiones y colocarlas en el mercado con la coletilla de “sin
circular”.
Algunos
pillos elevan al incauto comprador a la categoría de tonto. Con unos
motivos tipográficos prácticamente idénticos se ofrecen series completas, cual
si fueran pliegos de sellos, con valores que oscilan entre los 2 y 50 céntimos:
El fraude resulta más que evidente en la siguiente
comparativa. Recorte de un pliego con idénticos valores asignado a otra ciudad:
MOTRIL (Granada)
En la ciudad de Motril al principio se utilizaron
los vales al portador propios de los ensayos colectivistas, que ante el abuso,
fueron sustituidos a finales de agosto por la puesta en circulación de una emisión
de papel moneda local. El Comité Central Permanente dejaba caer la siguiente
advertencia en la prensa local:
“El papel moneda emitido es una cosa
decidida y los comerciantes, vendedores ambulantes, industriales, etc, tienen
la obligación de tomarla en evitación de medidas que seríamos los primeros en
lamentar”.
(El Faro Rojo de 1 de septiembre de 1936)
Por su ámbito de circulación estrictamente
local se producían situaciones paradójicas como las recogidas del siguiente
testimonio oral:
“Teníamos una cantidad de leche que no podía
ser consumida aquí y que no podíamos llevarla a otro sitio, mientras que los
huevos que nos faltaban y que tenían de sobra en el pueblo de al lado, no los
podíamos comprar porque el dinero no valía… fue una situación catastrófica”.
Ambas referencias
proceden del libro de Mario López Martínez /Rafael Gil Bracero: Motril en
Guerra. De la Republica al franquismo. La utopía revolucionaria. Colección
Ingenio, 1997.
Los billetes de Motril estuvieron en circulación
hasta febrero de 1937 cuando la ciudad resulta ocupada por el ejército nacional.
Son abundantes y con valores comprendidos entre los 5 céntimos y las 25 pesetas.
No se libra tampoco esta población de la burda falsificación. Dos muestras
diferentes:
CASTRO
DEL RÍO (Córdoba)
La tomadura de pelo de mayor envergadura se
corresponde con esa otra población objeto de este espacio, Castro del Río.
En esta localidad cordobesa, con claro predominio de las fuerzas anarcosindicalistas,
se vivió una efímera experiencia colectivista durante los dos meses que
permaneció bajo control de las fuerzas políticas y sindicales de izquierda. Se
abolió el dinero y funcionó su economía con vales canjeables.
El austriaco Franz Borkenau, durante su periplo viajero por la España
republicana, nos ha dejado un testimonio, creemos que algo idealizado, inexacto
y exagerado, sobre aquella experiencia colectivista:
"Castro del Río, un
pueblo andaluz típicamente populoso y maldito, es uno de los más viejos centros
anarquistas de Andalucía. Su grupo CNT tiene ya veintiséis años de
existencia y, desde la derrota de la guardia civil en Castro, los anarquistas
son la única organización existente... Los insurgentes, cuyas lineas
principales corren a unas millas de la aldea, la han atacado desde entonces por
dos veces sin éxito. Todas las entradas estaban fuertemente custodiadas y
cerradas por barreras, con capacidad técnica bastante fuera de lo común. Esto
había dado tiempo a los anarquistas locales de introducir su edén anarquista el
cual, en más de un aspecto, se parece bastante al introducido por los
anabaptistas en Munster en 1534.
El punto más notable del régimen anarquista en Castro es la
abolición del dinero. El intercambio monetario ha sido suprimido; la producción
ha sufrido muy pocos cambios. Las tierras de Castro pertenecían a tres de los
más grandes magnates españoles; todos ellos, ausentes por supuesto, han sido
expropiadas. El ayuntamiento local no se ha fundido con el comité, como en el
resto de Andalucía, sino que ha sido disuelto, el comité ha tomado su lugar y
ha creado una especie de sistema soviético. Se ha apoderado de las tierras y
las administra. Estas no han sido inteqradas, sino que se las sigue trabajando
por separado, contando con los mismos obreros empleados antes en ellas. Los
salarios han sido suprimidos. Sería incorrecto decir que han sido sustituidos
por una paga en especie. No existe paga de ninguna clase; las tiendas del
pueblo alimentan directamente a los habitantes.
Organizados bajo este sistema el aprovisionamiento
de la aldea es de la peor clase; podría aventurarme a decir que es más pobre de
lo que pueda haber sido jamás antes, aun teniendo en cuenta las desgraciadas
condiciones en las que los braceros andaluces se ven obligados a vivir. El
pueblo tiene la suerte de cultivar no solo aceitunas, como sucede con otros
muchos pueblos parecidos, sino también trigo; así que al menos hay pan. Posee
además grandes rebaños de ovejas, expropiados junto a las fincas, y eso brinda
alguna carne. Y todavía cuentan con una tienda de cigarrillos. Eso es todo. En
vano intenté tomar alguna bebida, fuese ésta café, vino o limonada. Las tabernas
de la aldea habían sido cerradas ya que las consideraban un comercio nefasto.
Di un vistazo a las tiendas. Sus depósitos eran tan reducidos, que podía
predecirse una próxima hambruna. Pero los habitantes parecían estar orgullosos
de este estado de cosas. Estaban complacidos, como ellos mismos nos dijeron, de
que hubiese cesado el consumo de café; contemplaban esta abolición de cosas inútiles
como una mejora moral, Las pocas comodidades que necesitaban venidas de fuera,
principalmente ropa, pensaban obtenerlas del trueque directo de sus excedentes
de aceitunas (para lo cual, sin embargo, ningún arreglo había sido concertado).
Su odio hacia las clases superiores era mucho más moral que económico. No querían
tener acceso a la buena vida de aquellos a quienes habían expropiado, sino
liberarse de sus lujos, que a sus ojos eran otros tantos vicios. Su concepto
del nuevo orden que debía prevalecer era totalmente ascético”.
Procedentes del Archivo Histórico Municipal de Castro del Río
conservamos unas fotocopias de seis vales emitidos por una Junta Reguladora de
Trabajo, posteriores todos al 6 de septiembre de 1936 en que Borkenau visita
Castro del Río. Su máximo responsable parece ser el abogado Manuel Castro Merino
(Unión Republicana), cuya firma aparece estampada en todos y cada uno de ellos.
Su
destinatario un Taller de Herrería Colectivizado, que, según consta en los
mismos, estaba obligado a conservarlos como justificante de los trabajos
realizados. Sólo en uno aparece el sello del Comité Local del Frente Popular,
otro no lleva sello y en el resto con el del Ayuntamiento Republicano. Debieron ser
utilizados como prueba inculpatoria contra Manuel Castro en el juicio sumarísimo
del que saldría su condena a muerte.
Aunque con
predominio de las huestes anarquistas, de aquel improvisado sistema económico
participaron el resto de las fuerzas políticas responsables del triunfo de la
candidatura del Frente Popular en las elecciones de Febrero de 1936, cuyo Ayuntamiento
se hallaba en suspenso y sustituido por un Delegado Gubernativo al iniciarse la guerra, constituidas a partir del 18 de julio en Comité Revolucionario.
El falsificador fraudulento aquí llega a rizar el
rizo. En su afán de rentabilizar sus tiradas emite unos cartones moneda, que en
los lugares ribereños como Castro del Río o la barriada cordobesa de Alcolea,
para hacerlos más vistosos, los remata con cabezas de pato en el centro de la
circunferencia. Llevan fecha de 1937 cuando Castro ya se hallaba en zona
nacional, mientras que Alcolea lo estuvo prácticamente desde el principio. ¡De juzgado
de guardia!
Hola, ¿has encontrado algún billete emitido por el Consejo Municipal de Carboneras (Almería)? Un saludo
ResponderEliminarYo, en concreto, tengo dos de la primera emisión, de 25 céntimos y una peseta
Eliminarque bien... aqui puede ver los 50 centimos
Eliminarhttp://www.billetesmunicipales.com/carboneras.html
Hola he visto que utiliza fotos de otra web como lo es el cartón de Arganda de Madrid. Le han borrado la leyenda de http://wwww.BilletesMunicipales.com. ¿Le importaría citar la fuente de dicha foto?
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