Espacio abierto dedicado al estudio de las historias locales de los municipios de Castro del Río (Córdoba), Porcuna (Jaén) y Motril (Granada), así como sus adyacentes. Recomiendo la utilización del apartado de comentarios para aportaciones, consideraciones, críticas o rectificaciones. De igual manera, está disponible para quienes deseen colaborar con la publicación de artículos o aportando documentos, sobre cualquier tema de carácter histórico relacionado con dichas poblaciones.

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28 septiembre 2013

LA FUENTE DE SAN ROQUE



    Primera fuente de agua destinada al consumo de la población de Castro del Río ubicada en un espacio abierto extramuros al que terminará dando nombre: “Llano de la Fuente”.
    No hemos sido capaces de dar con las fuentes necesarias con las que fijar su datación exacta o aproximada. Por los sencillos elementos arquitectónicos que la conforman, y especialmente por ese frontón partido que corona la hornacina del Santo, podríamos encuadrarla dentro del estilo barroco (siglo XVIII), aunque debió verse afectada considerablemente su factura original durante las obras emprendidas a raíz de la primera traída de aguas al municipio iniciadas durante la I Republica.
    Nos ha llamado poderosamente la atención el número de fuentes existentes bajo la advocación de San Roque diseminadas por las diferentes villas y ciudades de la geografía hispana.  La popularidad de San Roque, conocido por su faceta de protector de los animales, obedece mayormente a su intercesión a la hora de librar a las poblaciones de epidemias y contagios. De ahí su asociación al agua y a las fuentes, cuya insalubridad solía ser factor determinante en la propagación de las mismas.
    Presuponemos que el agua de la Fuente de San Roque debía de proceder en un principio de pozos y aljibes situados en la parte alta de la población que llegaban hasta la misma a través de sencillas conducciones aprovechando el desnivel del terreno. Su caudal debió ser parco e insuficiente como para cubrir las necesidades de agua potable de la población, que tenía que recurrir a fuentes como La Higuera (camino de Doña Mencía) o La Minguilla (camino de Bujalance). Son éstas las que aparecen relacionadas en el artículo del Diccionario de Pascual Madoz (1846-1850), en el que, pese a su exhaustividad informativa, no hay mención alguna a la fuente de la que nos venimos ocupando.

Fuente de la Minguilla

   Por los extractos de las actas capitulares recogidos en el trabajo de Francisco López Villatoro (La Villa de Castro del Río 1833-1923) conocemos que las autoridades municipales republicanas en 1873 compraron al “Conde de Zamora” la fuente de La Higuera y dos fanegas de tierra colindantes al objeto de abordar la traída de aguas hasta la población para evitar esos largos desplazamientos que tanto la encarecían. Se allegaron fondos a través de un arbitrio especial sobre el trigo y el aceite.



     Será una sociedad titulada “La Productora” la encargada de acometer tal empresa. Los trabajos técnicos fueron llevados personalmente por su director gerente don Santos María Pego. El plan inicial contemplaba hacer llegar el agua a través de dos tuberías diferentes. Una procedente de la fuente de La Higuera, que había de llevar el agua hasta unos surtidores ubicados en Llano de la Iglesia, y otra, procedente de la Vereda de la Moza que llegaría hasta la Plaza de la Republica, recogiendo el sobrante el Llano de la Fuente.
     Aunque iniciados los trabajos a finales de 1873 y proyectada su conclusión para finales de 1874, incumplimientos en los pagos por parte de la corporación y desavenencias con la empresa retrasaron su realización definitiva hasta el año 1877. Por economías se descartaron los anteriores emplazamientos, llegando el agua a través de una sola tubería hasta la Fuente de San Roque.
    El 8 de diciembre de 1877, a las cuatro y media de la tarde, las aguas llegaban por primera vez a su destino. El acto inaugural estaría revestido de una especial solemnidad festiva:

Aguas

    “El día 8 entraron en Castro del Río las destinadas al abastecimiento de aquella  población, alumbradas y conducidas a ella desde cuatro mil seiscientos metros de distancia por nuestro amigo Don Santos María Pego, a las que se agregarán en breve nuevos alumbramientos de La Higuera y Vereda de la Moza. Al acto de inauguración asistió el clero, el municipio y un inmenso gentío, en el que se hallaban representadas todas las clases de la sociedad. Se bendijeron las aguas al empezar a brotar por los grifos vasculares de que está dotada la fuente, y hubo músicas, cohetes, cucañas y una fuente de vino con la que el ingeniero obsequió al vecindario, pronunciándose un discurso alusivo al caso por el Teniente de Alcalde don Juan Rafael Romero. De la Fuente de San Roque, que así se llama, salía agua a borbotones, causando las delicias de aquellos vecinos, viéndose  el entusiasmo reflejado en todos los semblantes, efecto sin duda de verse libres de tan onerosas cargas que sobre ellos pesaban.  Al dar la enhorabuena al pueblo de Castro la damos también a su Ayuntamiento por haber llevado a feliz término la obra empezada hace algunos años, y muy particularmente a nuestro amigo el Sr. Pego, quien con tanto acierto y diligencia supo alumbrar las aguas y conducirlas a la población”.


(Diario de Córdoba 14 de diciembre de 1877)
    El venero de vino costeado por el Sr. Pego debió secarse esa misma tarde, mientras que los prometidos nuevos alumbramientos jamás llegaron y los pozos destinados al suministro de la fuente de San Roque bajaron pronto su nivel mostrándose insuficientes para el suministro urbano.
    A destacar ciertas normas de cortesía imperantes entre la clase política de la época. Como la traída había sido iniciativa de la corporación municipal republicana presidida por Don Tomas del Rio Luque, el encargado de dar el discurso protocolario en el acto oficial de inauguración fue Juan Rafael Romero, teniente de alcalde y concejal perteneciente a la minoría demócrata republicana.
     En el recorte de la fotografía de Baltasar Castella (1915), que utilizamos como ilustración en la cabecera, se aprecia perfectamente una especie de depósito abovedado para almacenar las captaciones de aguas, que desconocemos si pertenece a ese proyecto o si fue ejecutado con posterioridad por la Sociedad Anónima La Salud, concesionaria del abastecimiento de aguas potables al municipio a partir de 1912.

Santos María Pego y Díaz (1834-1905)


   El dadivoso ingeniero e inventor del artefacto vinatero que sirvió para festejar la traída de aguas a Castro, Santos María Pego y Díaz, era un gallego natural de El Ferrol instalado con negocios en Córdoba a partir de 1867. Su profesión original fue la de guarda de faro, que desempeño primero en Cádiz y con posterioridad en el archipiélago canario, donde dejó su impronta como fotógrafo. Su formación técnica la suponemos autodidacta. Autor de numerosos ingenios y patentes industriales. Cuando desapareció La Productora se dedicó a la explotación del negocio de la sal. Concretamente en el término de Castro del Río explotó las salinas del cortijo de Doña Esteban.
    Sobre la suerte final de la desaparecida fuente de San Roque dispongo de algunas noticias difusas en mi cabeza que me remiten a un emplazamiento festivo de la localidad donde al parecer estuvieron apiladas sus piedras durante largo tiempo tras ser desmontada. Sería de agradecer la colaboración de los castreños en apartado de comentarios para clarificar esta cuestión.

11 septiembre 2012

Feria Real de Castro del Río del año 1858 (días 16, 17 y 18 del mes de septiembre).



     En primer lugar darles las gracias a responsables y trabajadores municipales por la cuidada edición de la tradicional Revista de Feria y su moderna iniciativa de digitalizarla y colgarla en la red, lo que nos permite a ausentes y curiosos acceder a sus contenidos en tiempo y forma. En otros municipios afines viven aún en el siglo XX a este respecto.

     Hará como un mes, que el señor coordinador de la misma, a quien le tengo otorgadas facultades plenipotenciarias para hacer y disponer a su antojo sobre todo cuanto por aquí asoma, se puso en contacto con un servidor para hacerme saber que iba a tirar de alguno de los artículos que con la etiqueta de memoria festiva le tengo dedicados a la ya casi bicentenaria Feria Real de Castro del Rio.

  
     Finalmente, según aparece, se ha optado por esas crónicas-reseñas en las que se refleja la manera que tenían los castreños/as de divertirse durante las dos primeras décadas del siglo XX.
     El hecho de ver esos artículos plasmados en papel impreso es algo que no me desagrada, pues creo que así se le da oportunidad para su lectura y conocimiento a todas aquellas personas poco a nada familiarizadas con las nuevas tecnologías, especialmente esos mayores nacidos en fechas muy cercanas a las referidas.
     En un principio pensé que se iba a echar mano de ese otro artículo sobre los orígenes y cambio de fecha operado en el calendario tradicional de esta feria de ganado, que titulé como “Una Feria casi bicentenaria”. Supongo que lo habrán reservado para cuando llegue el cumpleaños. En aras de esa futura conmemoración aporto un nuevo documento obtenido en uno de de mis habituales paseos por las páginas de la prensa histórica. Estaba buscando pan y me encontré con un queso (más sustancioso).
     Se trata de un anuncio insertado en el Diario de Córdoba con cargo a la Municipalidad, que nos permite certificar el año exacto en que la Feria de Castro pasa a celebrarse los días 16, 17 y 18 de septiembre. El cambio, como ya intuíamos, obedece al propósito de las autoridades locales de reactivar ese mercado, que por competencia de otros cercanos parece que no terminaba de alcanzar el grado de participación deseable.


FERIA DE CASTRO DEL RIO


      La que se celebra en esta Villa en los días 22, 23 y 24 se Septiembre de cada año, ha sido trasladada con superior aprobación al 16, 17 y 18 del propio mes. Esta innovación que facilita la concurrencia a la Feria de los comerciantes, especuladores, labradores y ganaderos sin perjudicar las demás, cree la Municipalidad que redundará en su engrandecimiento y ventajas.
     La estación, un lugar espacioso y ameno para celebrar la Feria que no tiene impuestos ni gabelas, una población surtida por su suelo de los artículos más precisos para la vida, y un rio contiguo para abrevadero y descanso de los ganados, todo hace esperar que dicha feria prosperé en beneficio público, y para conseguirlo el Ayuntamiento tiene tomadas otras medidas que asegurarán la comodidad y bien estar de los concurrentes.

     Castro del Río, 31 del Julio de 1858.

     
     Como podrán comprobar se libera a los concurrentes a este mercado de cargas impositivas para promocionarla. He intentado localizar en los años siguientes noticias con las que verificar el éxito alcanzado por estas iniciativas.
     Por aquellos años los contenidos de los diarios provinciales apenas si reservaban espacio a noticias y acontecimientos relacionados con los pueblos, mayormente por limitaciones de espacio, aislamiento o por no hallarse generalizada aún la existencia de corresponsales en las distintas localidades, donde en raras ocasiones los periódicos llegarían con frescura a sus suscriptores.     
     Por lo pronto, la del año 1860, sería suspendida por miedo a que se extendiera alguna de esas enfermedades infectocontagiosas que solían cebarse de vez en cuando con las poblaciones en los meses estivales:
 
La Alborada (14 de septiembre de 1860)
 
 

     A partir del año 1866 el entorno del recinto ferial se vería considerablemente engrandecido y embellecido con la inauguración de la Nueva Puerta del Puente.



     Esta puerta con sus arcos, que entorpecían el tránsito de los modernos vehículos automóviles, desapareció casi a la par que las transacciones de ganado que dieron origen a la Feria.
     Durante las últimas décadas, ya perdida su esencia original, se procura ajustar la programación festiva lo mejor posible a esas fechas tradicionales. Su alteración depende del calendario del año en curso, procurando siempre que el último día de feria caiga en sábado. Acertada decisión, que permite a quienes residen fuera del municipio disponer al menos de un par de días para disfrutar de la feria de su pueblo. A destacar la especial densidad de visitantes de la vecina villa de Espejo (casquetas) en esa última jornada.

     Feliz Feria Real a todos/as (casquetas y carteyanos incluidos) y los aficionados estén atentos a próximos carteles taurinos.

09 septiembre 2012

Castro del Río: "Las novilladas festivas de 1968".


    
      Cuando me interesé por la figura y andadura del torero castreño Francisco Villalba “El Feo”, me serví del anuncio de dos festejos taurinos y otras noticias que aparecieron en la revista-programa de Feria del año 1968, que generosamente como siempre, puso ante mis ojos el impresor Francisco Morales a través de su único heredero.



     En posteriores pesquisas conseguí contactar con el ex novillero rambleño Juan Hidalgo, compañero de cartel de “El Feo” en una de aquellas novilladas sin picadores celebradas durante la Feria Real de Castro del Río del referido año. Este buen hombre, ligado aún al mundo taurino como aficionado práctico y promotor de eventos taurinos en su pueblo, se mostró receptivo desde un primer momento con la idea de recuperar la memoria de aquellos toreros, que aunque no llegaran a triunfar y a vivir plenamente de esta difícil profesión, fueron capaces de movilizar los medios a su alcance en pro de la consecución de tan ansiado objetivo.
     Juanito, como le gusta que le llamen sus amigos, gentilmente me proporcionó el cartel original de aquel ciclo festivo, así como otro anterior de la Feria de Santiago, en el que también compartió plaza con el prometedor novillero castreño.
     Estamos pues ante una serie de novilladas organizadas ex profeso para rodaje y lucimiento de El Feo ante sus atentos y entusiasmados paisanos:

     “Ese muchacho humilde y sencillo, que con ahincó y tenacidad lucha y trabaja para abrirse paso en el arte que constituye su verdadera vocación y esperanza: EL TOREO”.

     La expectación que se organizó en Castro del Río “ante la posibilidad de que en fechas muy próximas la población pudiera contar con su torero” fue la responsable de la repentina inclusión de los toros en las programaciones festivas de esta localidad cordobesa, de las que se hallaba ausente desde los albores de la segunda década del siglo XX, exceptuando una especie de corrida mixta organizada en la posguerra.
     El entrecomillado pertenece al capotazo que José García Carrasquilla (el popular escribiente de la secretaría del Ayuntamiento), intentara echararle a este joven castreño empecinado en convertirse en torero:


(El artículo completo de Carrasquilla titulado “Un torero castreño está llegando” puede leerse completo en aquella primera entrada dedicada a El Feo)
     En los comentarios de aquella entrada de aproximación, que subtitulé “Aprendiendo a ser torero”, demandaba colaboración con vistas a seguir desentrañando incógnitas en torno a su posterior trayectoria. Una de sus hijas y José Luis Gran Gallego “Romito”, autor de la monografía que utilicé básicamente para documentarme, casi a la par, me proporcionaron su número de teléfono. Intenté ponerme en contacto con él en varias ocasiones sin conseguirlo. Dejé el tema como aparcado y fui dilatando en el tiempo esa entrevista telefónica, que todavía no ha llegado a producirse, entre otras cosas, porque me retuvieron temores de meterme en empresas que sobrepasen mi capacidad de trabajo.
     Tal vez, por mi sui generis afición por los toros, creo no ser la persona adecuada para abordar un trabajo de carácter biográfico de una envergadura que vaya algo más allá de unas insignificantes entradas en un blog personal. El propio José Luis Gran “Romito”, amigo personal de nuestro protagonista y “contador consagrado de historias taurinas”, avalado por una ya dilatada experiencia en publicaciones en las que consigue adentrarse sabiamente en esa intrahistoria del mundo de los toros a base de anécdotas y vivencias personales, creo que sería la persona ideal para tal empresa. Estoy dispuesto a colaborar con una colección de recortes de prensa que mantengo almacenada.
     De momento, aprovechando el inminente inicio de la Feria Real de Castro del Río, transcurrido ya casi medio siglo de aquel primer y creo que único contacto de El Feo con la afición taurina de su pueblo, desgranaremos y nos detendremos brevemente en la información que nos suministran esos carteles cedidos gentilmente por el ex novillero Juan Hidalgo de la Rambla (Córdoba).


Feria de Santiago
    
    Tal como se puede apreciar, figura como empresario el ex matador de toros jiennense Pablo Sabio González (Parrao), aunque según Juan Hidalgo realmente detrás de la organización de aquellos festejos  se hallaba el popular apoderado Rafael Sánchez Ortiz “Pipo” , que después de descubrir y promocionar la carrera de grandes figuras del toreo como Manuel Benítez “El Cordobés” o el linarense José Fuentes, andaba a la búsqueda de nuevos valores.

     En aras de la también necesaria e imprescindible rentabilidad empresarial, supo conformar unos carteles compuestos exclusivamente por aspirantes de la comarca, que durante aquellos años de especial fiebre por la tauromaquia, venía a garantizar la venta completa del aforo de una coqueta plaza portátil (la más bonita y cómoda de España) instalada a las afueras de la población.

     De los ocho novillos adquiridos por el empresario para los festejos del mes de julio, cuatro estaban reservados para el torero local, dos para el también emergente novillero de la vecina y hermana localidad de Espejo, Antonio Porras, y uno respectivamente para José García “El Carteyano” y el amigo Juan Hidalgo, que según pudo contarme tuvo conocimiento de aquella oportunidad hallándose convaleciente de una cornada en el sanatorio de toreros de Madrid de boca de el mozo de espadas de “El Purí”.

     La trayectoria de Antonio Porras Lucena, único que llegaría a convertirse con el tiempo en matador de toros, precisamente apoderado por el Pipo, puede consultarse en el enlace que acompaña a su nombre y apellidos.
     De “El Carteyano” disponemos de escasa información. Conocemos que irrumpió con fuerza a principios de la década de los 60 con una serie de exitosas actuaciones en la plaza de toros de Cabra. El Maestro Rodríguez, director de la banda municipal de Cabrá, llego a componer un pasodoble en su honor. Por estas fechas era ya un novillero venido a menos, a quién no favoreció la suerte tras su debut con picadores (1964).
     Las expectativas que surgieron en torno a él, sirvieron al menos durante un tiempo como nexo de unión entre los numerosas personas de aquella naturaleza (Nueva Carteya) emigradas e instaladas en la industrial localidad barcelonesa de Tarrasa, que llegaron a constituir una la tertulia taurina bautizada como “El Carteyano”, con sede en el "Bar Gran Parada", lugar habitual de descarga y suministro de los tan añorados productos de la tierra (aceite y vino).
     De Juanito Hidalgo les dejo, de momento, con un cartel y una bonita foto de sus inicios como becerrista.



    Completa el cartel el obligado patrocinio publicitario, en este caso con el famoso motivo taurino y los productos de la casa Osborne, y lo que costó en pesetas ver estas corridas a quienes se congregaran en aquella plaza.



Feria Real



     El presumible éxito en taquilla de aquel primer ciclo animaría a Pipo a organizar una segunda tanda de novilladas, ahora con una poquita más de envergadura (seis novillos por festejo). Repiten los mismos espadas de julio, con la salvedad de El Carteyano sustituido por el granadino “El Zoilo”, de cuya promoción ya se venía ocupando este peculiar apoderado y marisquero cordobés
    
     Lo más probable es que las crónicas de estas corridas llegaran a publicarse en la prensa provincial. Como disponemos del testimonio de uno de sus protagonistas, sabemos que en la tarde del 18 la presidencia se mostró excesivamente benévola y dadivosa o los novilleros rayaron la perfección (Hidalgo y Porras cuatro orejas y un rabo cada uno, y el local que parece estuvo ligeramente más deslucido que sus compañeros, otras cuatro orejas pero sin rabo).

     En la fotografía que mostramos, procedente de la colección particular de Juan Pinillos Criado “Juanele”, se aprecia como es triunfalmente sacado a hombros por los aficionados locales portando orejas y rabo, por lo que debe de corresponderse pues con la del día anterior.
     Aunque no pertenezca a esta serie de festejos, utilizo para ilustrar otra espectacular foto de las que me remitió Juan Hidalgo que se corresponde aproximadamente a esa misma fecha.

     A Juan Hidalgo, por simple agradecimiento, tengo pensado dedicarle una entrada aparte (si las fuentes y este buen hombre, de carácter humilde y afable, me lo consiente).

     Para cerrar, inserto unas ilustraciones y fotografías de “El Porras” de Espejo, el único que llegaría a doctorarse de matador de toros, aunque con no demasiada suerte. Lo que más trasciende del arte de este torero espejeño es la recuperación de la antigua suerte taurina del salto de la garrocha. Creo que ejecutándola sufriría una grave cogida que de alguna manera determino el fin de su carrera.




     Me consta que Juan Hidalgo mantiene amistad y comunicación con Antonio Porras. La última vez que mantuve conversación con él, vía facebook, le proporcioné el teléfono de Francisco Villalba “El Feo”. Por su cabeza rondaba la posibilidad de organizar una reunión de amigos y compañeros en la que salieran a relucir esos viejos recuerdos, como por ejemplo estas exitosas novilladas de Castro del Río en las participaron juntos. Desconozco si finalmente sus respectivos calendarios y ocupaciones permitirían que se materializase aquel deseo.

17 julio 2012

Castro del Río. Julio festivo del año 1915.


Calle Corredera (Joaquín Costa)
     En mi alargado propósito de seguir sacándole partido y contextualizar, de camino, esa colección de fotografías de Castro del Río del año 1915, he tomado una serie de referencias de la prensa histórica, que acompañadas del pertinente aparato gráfico, nos permitirán desentrañar algunos pormenores sobre las tradicionales celebraciones religiosas y festivas que durante el mes de Julio, de ese mismo año, tuvieron lugar en la villa del Guadajoz.


La Virgen del Carmen
En retablo Altar Mayor iglesia parroquial del Carmen
     Se iniciaban el día 9 con la novena en honor de Ntra. Sra. del Carmen, en la parroquia del mismo nombre: “A las seis de la tarde rezo diario del Santo Rosario, letanías, coplas, lectura y sermón”.
     “En estos cultos han ocupado la cátedra sagrada el M.R. padre Patricio Mediavilla, misionero del Sagrado Corazón de María y superior de la residencia de Córdoba, acompañado del coadjutor de la expresada parroquia don Tadeo Millán Moreno, los que han interpretado preciosos temas de la letanía y han ensalzado las virtudes de Nuestra Señora”.
     Se remataban actos y cultos el día 18 con la fiesta grande y procesión:
     “El día dieciocho a las ocho de la mañana fue la comunión de los cofrades siendo muy numerosa y a las diez se celebró la fiesta grande propia de la cofradía en la que expuso las gracias del Santo Escapulario el presbítero don Tadeo Millán Moreno. En la referida fiesta se cantó la misa del Santísimo Sacramento del maestro Rivera, magistralmente ejecutada por el inteligente profesor organista de la parroquia de Ntra. Sra. de la Asunción de esta villa y un nutrido coro de voces de varios jóvenes de esta localidad. El templo resultó muy hermoso, pues lucía sus mejores galas y los altares que adornaban la espaciosa nave, ricamente engalanados por varias personas de esta feligresía, respiraba el celo de nuestro apreciable párroco, que con su asiduo trabajo y su amor a la Virgen vela por el esplendor de los cultos católicos.
     Terminada la novena salió en procesión la preciosa imagen de Nuestra Señora del Carmen, la que llevada por las más respetables personas de esta localidad recorrió varias calles de la misma.- Un devoto de la Virgen”.              
     Como el devoto cronista hace referencia a la condición de “personas respetables”, conviene aclarar que esa respetabilidad vendría impuesta por su preeminencia desde el punto de vista social y económico, así como por su habitual e imprescindible concurso en las manifestaciones externas de culto, en contraposición al pueblo llano, que cuando participaba, lo hacía siempre relegado a un papel secundario. 
   
La procesión de la Virgen de la Salud

     El día 25 se verificaría el tradicional traslado de la patrona de la villa, Nuestra Señora de la Salud, desde su ermita extramuros, hasta la parroquial de Ntra. Sra. de la Asunción, donde permanece anualmente por espacio de tres meses.


     Cuando Castellá realiza sus trabajos fotográficos en Castro del Río para la Casa Editorial Alberto Martín de Barcelona, durante aquel verano del año 1915, la imagen de la Virgen de la Salud ya se encuentra en la parroquial de la Asunción, por lo que forzosamente tuvo que ejecutarse durante esos tres meses de morada en la iglesia de la villa, aunque por el vestuario de quienes aparecen en esas fotos y otros detalles me inclino a pensar de que no iría mucho más allá del mes de septiembre.


Velada de Santiago
    
     El mismo día 25, festividad de Santiago Apóstol, se inicia la tradicional feria, que por coincidir con el final de las labores relacionadas con la recolección del cereal, son numerosas las personas las que se dan cita al reclamo del divertimiento.
     La del año 1915 iba a estar revestida por la polémica en cuanto al lugar elegido para su instalación. Según reza la tradición, ésta se había venido desarrollando en la calle Alta (Marqués de la Vega y Armijo), pero por voluntad expresa de la mayoría republicana, al frente de la Alcaldía, se determinará su traslado a la calle Corredera, recientemente rotulada y dedicada a la memoria del prócer del republicanismo Joaquín Costa.
     El corresponsal local del diario ultraconservador El Defensor, no parece comulgar con la decisión y son varios los argumentos que esgrime en contra del nuevo emplazamiento:

     Primero: “La proximidad de la Plaza de Abastos, donde no es posible desterrar (a pesar de ser mucha limpieza que en ella se observa) cierto mal olor, peculiar y corriente en estos sitios”.     
      Segundo: “El acentuadísimo declive del suelo, que aumenta considerablemente por las malas condiciones del empiedro”.
      Tercero: “Existen en dicha vía este año algunas respetables familias que la desgracia de haber perdido seres queridos las tiene alejadas de todo bullicio y a las que no habrá agradado mucho la alegría original que reina en esta clase de fiestas”.




    
     “Sin los inconvenientes reseñados, la velada hubiera resultado más lucida, por la extraordinaria iluminación, música y la enorme cantidad de caras bonitas que en ella se han visto.Tampoco han faltado los indispensables circos, norias y barcas, con algunas rifas, puestos de juguetes, buñolerías y otras chucherías que constituyen la delicia de la gente nueva”.


     Otra cosa que ha llamado poderosamente la atención en esta velada y que no puedo echar en  olvido: ¡El nuevo uniforme color kaki de la guardia municipal!

Fuentes utilizadas:


  • Crónicas remitidas desde Castro del Río al diario el Defensor de Córdoba publicadas los días 26 y 30 de julio de 1915.
  • Fotografías Fondo Alberto Martín de la Biblioteca de Cataluña (menos la de la noria, ya utilizada para ilustrar otra entrada festiva, y cuya procedencia no recuerdo).

21 junio 2012

Costumbres Castreñas: “La noche de San Juan”.



     Recientemente, he podido disfrutar de unos días de asueto y merecido descanso en Castro del Río. Aprovechando las primeras horas de la mañana del sábado, despues del pertinente desayuno en Ca El Liebre, opté por dejarme caer en paralelo al cauce de su río. La verdad sea dicha, un recorrido no demasiado idílico. Mucho calor, poca agua y demasiado cemento. No fui capaz de aguantar más allá de la media hora, lo suficiente para llegar hasta los restos del “Molino Pocima” con la idea de sacar unas fotografías. Ducha y aseo personal como compás de espera para la obligada quedada en Ca Pedro Herencia (Bar la Solera). ¡Y qué soleras! ¡Y qué tapas! Y los amigos y conversación que requieren una ocasión como está. Fue en dicho contexto (después de algunos medios) cuando salieron a relucir ciertos ritos y desaparecidas celebraciones ancestrales que se desarrollaban en esta población de campiña durante la noche de San Juan, con el Guadajoz, su río, como protagonista. No recordaba con precisión donde y cuando lo había leído. De vuelta a mis aposentos, pude rescatar un artículo publicado en el Defensor de Córdoba en Junio de 1904, por el culto, activo y dinámico corresponsal-poeta, él tantas veces mencionado y utilizado, José María Jiménez Carrillo.


     El artículo por su curioso y original contenido se hace merecedor de ser transcrito tal cual fue publicado:


     Fue el año pasado la última noche de San Juan, que pasé entre mis paisanas (porque no ha venido otra después) y al recordar hoy las costumbres de mi pueblo en esa noche, no titubeo un momento en darlas a conocer a mis queridos lectores, siquiera sea por su originalidad.

     Un rincón pintoresco del barrio de Triana transportado a la fértil ribera del Guadajoz, de ese riachuelo que besa las plantas de Castro retratando en sus aguas cristalinas los negros torreones y el azul de un cielo tachonado de astros que brillan cual si de plata fuesen, un pedazo de gloria andaluza es en esa noche el Paseo de las rosas, el Coso, toda la ribera y las carreteras de Montilla, Cabra y Baena.
     Esta noche el pueblo en masa de desploma en estos lugares guitarra en mano y bota al hombro, dejando (quien no las tiene) las penillas acostadillas para recogerlas al otro día, tomando en cambio grandes dosis de buen humor antes de salir de casa, extendiéndose en derredor en músicas, risas, bailoteos y jolgorios, interrumpidos a veces por aquellos o aquellas a quienes el vino les produce tristeza o melancolía, o que no supieron bien solearse las penas antes de salir de casa.


     Pero no es esta la originalidad de la costumbre, no; un cuadro así, donde sobran sonrisas y músicas, buen humor y… todo menos vino, se presenta a cada paso en nuestra Andalucía. Este cuadro tan lleno de luz, no es otra cosa para mis paisanos, que hacer la entretenida hasta que den las doce, hora santa en que cesan las dolencias y males del cuerpo. A la primera campanada de las doce, ya están las orillas del río cuajadas de humanos seres que meten cada uno en el agua lo que de enfermo tienen, siendo los más originales los que padecen la hernia. Estos necesitan de más requisitos para sanar: ¡Hay que pasarlos por la mimbre! Pasados por la mimbre consiste en tender por el vado varas de mimbre unidas para que atraviesen el río de orilla a orilla, poniéndose en un extremo un Juan cogiendo la punta de la vara y en el otro una María cogiendo la otra ídem por la otra ídem. Esto es requisito necesario, mientras que el ser quebrado atraviesa el río pasando por encima de la mimbre, mientras el Juan exclama todo lleno de fe: ¡Tómalo María! Ésta, un tanto conmovida y con no menos fe, contesta: ¡Dámelo Juan! Luego los dos a dúo: ¡Este niño sanará!
     Y no me diga V. nada de los que se lavan los ojos para curarse las cataratas, o los que meten el dedo para curarse de un pinchazo.
     Una vez terminado todo ésto, muchos de los espectadores inauguran con su baño nocturno, la temporada de los (otra vez ídem) ídem en la pintoresca playa del Guadajoz.


     Después de haberse puesto en vías de curación los enfermos, las gentes prosiguen su fiesta hasta que el sueño poco a poco me los va echando de aquellos lugares, sanos, salvos y… hasta otro año que se verifique la misma operación, porque hay que advertir que no en un año sólo se pueden curar todos. Yo conozco a un individuo que hoy cuenta ochenta y cuatro años que se pasa por la mimbre, y aún sigue con la misma enfermedad: pero no por eso tiene perdidas las esperanzas; él piensa sanar. Ahora, que no sabemos cuándo.

 José Mª Jiménez- Castro del Río (Junio de 1904).

     El artículo fue publicado el 21 de junio, días antes de la tradicional fecha señalada para tal celebración, que según se nos informa quedaba interrumpida para ese año. El enamoradizo poeta corresponsal, no oculta sus simpatías por la fiesta. Por juventud y soltería, debió de regocijarse durante esas noches mágicas al lado de bellos ramilletes de jovencitas, sacados de entre lo más granado de la sociedad local, cuyos nombres, con la pertinente poesía galante nominativa, fueron desfilando por las páginas del Defensor de Córdoba durante esos primeros años en los que ejerció de corresponsal de prensa (1902-1904). Tal vez, sea la discreción la que nos priva del conocimiento exacto de las causas por la que se viera afectada la Sanjuanada castreña. Me aventuro, creo que sin estar demasiado descaminado, de que pudiera obedecer a una prohibición mixta emanada desde las autoridades locales y eclesiásticas ante comportamientos y actuaciones del tejido popular poco acordes con los presupuestos morales e ideológicos de las denominadas fuerzas vivas (los de marras): abusos alcohólicos, baños impúdicos, noches de incesante actividad para las profesionales del amor, diseminadas a lo largo de varios establecimientos ubicados en el ribereño barrio de la Dehesilla, etc.


     Es el propio diario Defensor de Córdoba quien nos pone en la pista sobre el asunto. Con el verano del año 1902 se corresponde la noticia en la que se nos informa sobre el arraigo de determinadas prácticas que afectaban a la higiene moral del municipio:

     “Las autoridades de Castro del Río tienen convertido aquel pueblo en un cantón independiente, donde se hace y deshace a su antojo. Nosotros pensamos ir tomando notas con el intento de que se conozca y se de a los jefes de aquel cotarro la corona de laureles que sus desvelos por el procomún han merecido, y que hoy, y en artículos subsiguientes, las iremos publicando.

     Comenzaremos hoy por decir que no sabemos por orden de quien han sido trasladados hace algún tiempo a un edificio particular, varios faroles de los destinados al alumbrado público, quedando mientras en completa oscuridad los sitios donde antes proyectaban su luz.
     El alcalde no se ha preocupado de esto.
     Verdad que tampoco sabe una cosa de lo que todo el mundo se lamenta y es la falta que de un modo descarado se comete con los artículos 198 y 200 de las ordenanzas municipales, que prohíben bañarse en sitios públicos y en completa desnudez y, sin embargo, mozallones impúdicos muestran sus asquerosas desnudeces en sitios tan visibles y concurridos como los llamados Puente Viejo y Puente Nuevo.
     Por lo antedicho se comprende la despreocupación y lo mal que anda Castro del Río en lo que a higiene moral respecta, pero no es mejor su situación en la otra higiene. Más esto merece capítulo aparte”.


Las grandes bañistas - Paul Cezanne (1906)
     Estás críticas, publicadas como editorial (Abusos en Castro del Río) en el por entonces órgano de prensa oficial del partido conservador de la provincia de Córdoba (un 18 de julio de 1902), van dirigidas contra el Ayuntamiento Liberal Vegarmijista, presidido por el farmacéutico Andrés Criado Rodríguez. Para cuando Jiménez publica su añoranza festiva sanjuanera ya estaban instalados los conservadores en el poder. De hecho esa última celebración que se rememora se corresponde con los últimos días en el gobierno municipal de los liberales en 1903. Al poco (julio), el conservador José Navajas Moreno cogería las riendas de los designios de la villa.

     No me consta que se retomara tal costumbre con ese carácter popular y multitudinario del pasado, aunque en conversaciones vinateras con un folklorista local durante el pasado fin de semana salieron a relucir comilonas, cantes, bailes y celebraciones por San Juan, con “pasada por la mimbre” incluida, en las huertas de Santa Sofía en tiempos bastante más recientes. Sería cuestión de tirarles de la lengua a los mayores para certificar el momento de su definitiva desaparición y desentrañar, de camino, otras manifestaciones folklóricas que transcurriesen en paralelo.
    Por cierto, la letanía de Juan y María, así como las “pasadas por la mimbre” para la sanación de herniados/as, no son exclusivas de la localidad. Esta arcaica tradición, con componendas de medicina popular supersticiosa, tiene un origen incierto y se halla presente, con ligeras variantes, en la etnografía de la mayoría de las regiones españolas. En Andalucía podemos constatar su presencia en numerosas poblaciones.

     El folklorista Isidro García Cigüenza, en su libro Bandoleros en la Serranía de Ronda, le atribuye al rito un posible origen morisco, pues revisando los juicios inquisitoriales con los que se persiguiera a los moriscos en su localidad de residencia (Gaucín), resulta que un reo sería condenado por practicar ceremoniales similares a los que nos venimos refiriendo, que con posterioridad, tal como se refleja en las letras de las letanías, la iglesia triunfante supo adaptar a sus cultos con vistas a poder integrar a los herejes.


22 mayo 2012

Los orígenes del cinematógrafo como espectáculo en Castro del Río (1904-1905).

Los orígenes del cine


    El primer contacto que tuvo la población cordobesa de Castro del Río con la proyección de imágenes en movimiento (cinematógrafo) fue durante la Feria Real del año 1904:
    “Pocos han sido los espectáculos de Feria, sólo un Trip-to-the-moon o cronofotograph que ha actuado en el teatro de “Vista Hermosa” y la compañía del señor Espejo en el del “Truco”. 

    Estas funciones debieron suscitar el lógico asombro general entre aquellos pobladores de principios del siglo XX.  La información la proporciona el activo y culto corresponsal-poeta José María Jiménez Carrillo. Se ve que no asistió a las mismas, el empresario del Vista Hermosa no era santo de su devoción y además era más aficionado a las elitistas representaciones teatrales de abono. Si a ésto añadimos sus escasos o nulos conocimientos del idioma utilizado por el Imperio Británico, no fue capaz de captar y reflejar en su crónica que detrás de esa concatenación de sonidos raros (Trip-to-the-moon) estaba la famosa cinta del "Viaje a la Luna" de Julio Verne, rodada en 1902 por Georges Méliés y que por aquellas fechas había sido ya proyectada exitosamente en todo el "orbe civilizado".

 
    Las tecnologías actuales se prestan a que podamos disfrutar de aquellos cuadros transcurridos 108 años. Apaguen las luces, pónganse cómodos y disfruten de la película. La única diferencia es que ésta lleva la música acoplada, mientras que en la original el acompañamiento musical estaría a cargo de la propia empresa exhibidora o a través del consurso de algún avezado aficionado local en el golpeo de las teclas del piano o pianola.


    
     Al año siguiente (1905), en unas fechas poco usuales (entre el 21 de enero y el 13 de febrero), con la población empezando a sufrir las consecuencias de una aguda crisis agraria y enfrascada aun en la recolección de la aceituna, un empresario llamado Antonio Ramírez de Aguilera instala “una hermosa barraca de cinematógrafo de su propiedad" en la Plaza de la Iglesia, que es anunciada con el altisonante encabezado de Pabellón Modernista.

 
    En esta ocasión, nuestro amigo Jiménez si entra en detalles y termina quedando encandilado por el novel invento, tal como se refleja en su crónica:

   “Se ofrecen dos funciones diarias en las que se exhiben magníficos cuadros, que hacen pasar el rato admirablemente a la numerosa concurrencia que honra, en las dos secciones, con su presencia al magnífico Pabellón Modernista”.


    “Entre el extenso repertorio que trae el Sr. Ramírez podemos contar con cuadros verdaderamente notables: “El viaje a Italia”, “Novela de Amor”, “Cacería del Sábalo”, “Los siete Castillos del Diablo”, “Una hojeada por piso”, “la Huelga o drama social” (para complacer o adocrtinar a los asociados de La Luz del Porvenir), “Drama en el aire” y otra infinidad más que, o nos deleitan con escenas de verdadera gracia o nos hacen sentir grandes emociones, como sucede con “La guerra ruso-japonesa”.
    “Es un verdadero agosto el que está haciendo el señor Ramírez. Por nuestra parte le deseamos siga la prosperidad, siquiera sea en remuneración de su trabajo, y agradecidos por habernos traído espectáculo tal, que viene a sacarnos de la monotonía del sentir del pueblo”.


    Al despedirse el empresario de la plaza, por tener que cumplir una contrata en Málaga, anuncia su regreso para primeros de marzo para amenizar las fiestas de carnaval. Promete hacerte acompañar de un magnífico órgano, ya repuesto de las averías causadas en el transbordo de Marsella a Málaga, y que había sido adquirido por una elevada suma en la casa de los señores Lamonaire Freres de París.
    “Cuando así suceda, traerá según nos ha dicho bastantes cuadros, entre los que se cuentan como muy notables “La Pasión” y otros varios cuyos nombres no recuerdo”.
    Aunque por el progresivo avance de la crisis agrícola generada por la pertinaz sequia, lo más probable es que este emprendedor empresario desistiera de su gira por la provincia de Córdoba, gravemente afectada por la misma.
    He pasado por mi cabeza el intento de localizar alguna de esas cintas anunciadas para volver a proyectarlas. Lo más probable es que muchas de ellas estén ya perdidas para siempre. Como “La Pasión” sí se conserva y me ha resultado muy fácil acceder a ella, acomódense que empieza un nuevo cuadro:



 
     A finales de ese mismo año de 1905, Antonio Ramírez de Aguilera regresará a la provincia con su Pabellón Modernista. Se instalará en la capital en un solar arrendado ubicado en la principal arteria de ocio y expansión de la ciudad, el Paseo del Gran Capitán, justo en frente del frecuentado Café Colón y muy cerca del Gran Teatro.



En primer plano a la derecha el Salón Ramirez (antes solar del pabellón)

   Hasta 1915 funcionaría como tal, incorporando números de variedades simultaneados con las habituales proyecciones cinematográficas. Esos diez años de explotación, permitirían a su propietario embarcarse en la adquisición del solar para edificar sobre el mismo un teatro-cine que pasará a la historia de la ciudad con el nombre de Salón Ramírez, que según Ricardo de Montis durante muchos años fue el teatro popular más concurrido de Córdoba, hasta su cierre definitivo en los años finales de la década de los veinte.


    Como para poder confeccionar esta entrada he tenido que adentrarme en los entresijos del negocio cinematográfico en la provincia de Córdoba durante aquellos primeros años del siglo XX, casi que da como para embarcarse en una nueva aventura en la que esas primeras barracas de feria ambulantes y las diferentes empresas que se dedicaron a su explotación en la provincia, principalmente en la capital, sean las protagonistas. Para entonces, tal vez cambiemos de género y proyectemos algunos cuadros un poquito más frescos, de aquellos que en sesiones extraordinarias de última hora, algunos empresarios proyectaban pese a la cuantiosa multa que podría acarrearle tan popular osadía.