Espacio abierto dedicado al estudio de las historias locales de los municipios de Castro del Río (Córdoba), Porcuna (Jaén) y Motril (Granada), así como sus adyacentes. Recomiendo la utilización del apartado de comentarios para aportaciones, consideraciones, críticas o rectificaciones. De igual manera, está disponible para quienes deseen colaborar con la publicación de artículos o aportando documentos, sobre cualquier tema de carácter histórico relacionado con dichas poblaciones.

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04 mayo 2014

TRAYECTORIA: DIONISIO QUINTERO GARRIDO (1888-1980).



    Nacido en Castro del Río (Córdoba) en el seno de una humilde familia de origen campesino. Como venía siendo costumbre, casi sin pasar por la escuela, a la temprana edad de siete años su padre lo envió a una cortijada a cuidar pavos, desfilando sucesivamente por categorías laborales como porquero, hatero, acomodado… hasta llegar a graduarse como gañán o jornalero.
    Su inquietud y ansias de aprender, le permitirán hacerse con el tiempo con una suficiente formación autodidacta: “Cuando emprendía la viajada agrícola siempre llevaba sus libros consigo y los ratos libres los dedicaba al estudio, alcanzando así una buena educación”.
    El entrecomillado pertenece a la correspondencia epistolar mantenida con su hijo, que nos ha resultado de gran ayuda para poder adentrarnos en su trayectoria vital.

    A finales de 1916, coincidiendo con la primera huelga planteada por el Centro Instructivo de Obreros- Sociedad de Oficios Varios de Castro del Río, inició su vida social dentro del mismo. Se destaca pronto por sus especiales dotes de oratoria.
    A finales de 1918, en pleno período de agitación obrera, se hará cargo de la Escuela del Centro en sustitución de Antonio Pérez Rosa, hasta entonces maestro y mentor de la organización obrera de Castro del Río, que por discrepancias internas, hartazgo o condicionamientos familiares terminaría abandonando aquel Centro Instructivo de Obreros en cuya gestación había participado directamente allá por el mes de mayo del año 1910.
    El progresivo peso que Dionisio va adquiriendo dentro del anarcosindicalismo castreño hemos podido constatarlo con documentación del A.H.M. Así, en julio de 1919 se persona ante el alcalde junto a José Dios Criado y Antonio Camargo Algaba, solicitando el levantamiento de la clausura a la que se hallaba sometido el Centro Obrero desde la turbulenta primavera de ese año. Su capacidad para la negociación fue decisiva para cerrar dignamente aquella huelga general declarada el 25 de mayo recurriendo a la transacción. La patronal terminaría aceptando unas bases, algo inferiores a las inicialmente propuestas, en un ambiente conciliador.

   Las bases de trabajo para la temporada de invierno llevaban, una vez más, la histórica demanda de abolición del trabajo a destajo. La no aceptación por parte de la patronal se traduce en una inmediata convocatoria de huelga planteada a principios de noviembre de 1919. Un largo conflicto en el que afloran las típicas coacciones de los huelguistas:

Diario de Córdoba (8 de noviembre de 1919)


     Un enfrenamiento aislado con la guardia civil se salda con un inmediato “procédase a la clausura del Centro Obrero y la detención de su junta directiva, comisión de huelga y maestro laico del mismo” dictado desde el gobierno civil. Algunos pudieron huir escondiéndose por los campos, mientras que otros, entre ellos Dionisio, fueron detenidos y trasladados a la prisión de Montilla.
   La máxima autoridad provincial envió a un delegado para que buscara una solución rápida. Algunas fuentes periodísticas hablan de una actitud inflexible por parte de la patronal que catalogan como "lock-out". El conflicto se prolonga, mayormente, debido a que, por hallarse presos los dirigentes, no había con quien pactar. Pese a que se instó a los obreros para que designaran una nueva comisión para negociar, no se presentó nadie, bien por solidaridad o por miedo a correr la misma suerte que sus compañeros detenidos. Trascurrido casi un mes de paro fueron los propios patronos quienes recomendaron al gobernador la libertad de sus interlocutores:


El Sol (3 de diciembre de 1919)
    La huelga se terminó al día siguiente al cerrarse el contrato de trabajo entre patronos y obreros. Algunas fuentes le atribuyen participación en la liberación y resolución final al diputado republicano federal por el distrito de Montilla, don Manuel Hilario Ayuso e Iglesias.
    Dionisio Quintero fue un hombre de gran sentido práctico, lejos de las veleidades revolucionarias que otros más exaltados exigían. Dialogante y conciliador, se convierte en el principal baluarte del sindicato en los numerosos conflictos laborales que se suceden durante el Trienio. 


    El notario e historiador de Bujalance don Juan Díaz del Moral, en su “Historia de las agitaciones campesinas andaluzas”, con el que llegó a colaborar aportando informaciones  y documentos, cuyo agradecimiento queda además reflejado en el prologo de la misma, recoge una noticia en la que se pone de manifiesto ese pragmatismo, sus especiales dotes de oratoria y persuasión. Se trata de un conflicto inmediatamente anterior en el tiempo al que le supuso la detención:

    “El 20 de septiembre empieza en Castro otra huelga, también ejemplar; fue la primera en la que el Centro Instructivo sufrió una derrota completa. Su planteamiento era absurdo: las labores no requerían ninguna operación urgente; la provincia estaba tranquila y en aquellos días pudieron concentrarse abundantes fuerzas de la Guardia Civil; los elementos directivos , que desde el principio se habían opuesto a ella, trataron de recabar la mediación del gobernador para lograr algo de lo pedido que encubriera el fracaso; pero no la consiguieron. Iban ya veinte días de paro, y era preciso, a todo trance, acabar; se estaban consumiendo de manera estéril las energías y los entusiasmos. Más ¿quién osaba confesar la derrota y proponer la sumisión a aquella hueste enardecida y ávida de pelea? Dionisio Quintero avanza a la tribuna y dice: ¡Compañeros¡ Cuando al recorrer un camino sobreviene la fatiga se sienta uno al borde, descansa . . ., y luego continua hasta llegar al final. Vamos a acabar la huelga. El argumento conquista hasta a los mas rebeldes: se reanuda el trabajo sin condiciones; el descanso del camino duró veinticinco días; el 4 de Noviembre la hueste emprendía otra vez la marcha hacia el final con más fe que nunca”.

    Autor de manifiestos y asiduo colaborador en la prensa obrera anarquista. Aunque no hemos encontrado su firma en publicaciones señeras como Tierra y Libertad o Solidaridad Obrera, según testimonios aportados por su propio hijo, solía publicar, además de con su propio nombre, con el seudónimo de Rotekin (su apellido a la inversa) para evitar represalias de imprenta y adornarse con esa impronta revolucionaria propia del periodo. Díaz del Moral recoge en su trabajo uno de sus manifiestos publicado tras la represión de mayo de 1919. Define su estilo como "conceptuoso a fuerza de agudizar la intención de las palabras y de torturar la sintaxis, pero rebosante de idealismo y con un matiz estoico, que despierta el recuerdo de nuestro padre Séneca":

   “Nuestro ideal - no te asombres de nuestros puntos a seguir - nuestras ideas no tienen límite. El camino de nuestras ideas es un puro sacrificio para la mayoría de la gente; pero para los que conocen el bien que prestan a la humanidad la vida de esos apóstoles es agradable, porque no es sólo alegría vivir una vida placentera cuando no se tiene sentimiento, no; es vivir también satisfactoriamente aun cuando se esté bajo una tortura continua e inquisitorial, si es que se está completamente convencido que el producto de la inmortalidad de nuestro criterio es recibir sin destemplación el golpe que quieran darnos los amedrentadores del orden y no arredrarse, aunque nos presenten la muerte de nuestro movimiento físico; más vale morir por defender la vida de todos los seres, que vivir como viven los parásitos de la raza humana, los explotadores del mundo, que matan millares de seres diarios por su sola personalidad".

   Poco a poco se iría desprendiendo de ese rebosante idealismo que aflora en el texto anterior, y se irá decantando por la línea estrictamente sindicalista que intentará imponer dentro del sindicato, no sin dificultades, al encontrar una fuerte oposición del sector anarquista puro encabezado por José Dios Criado.


   Su formación autodidacta y su progresivo prestigio entre los trabajadores de Castro del Río le resultaron suficientes para ponerse al frente de la Escuela del Centro Obrero a la marcha de Pérez Rosa. Por testimonios orales conocemos, que además de los textos de la Escuela Moderna adquiridos desde su puesta en marcha, ocupaban un lugar preferente en las estanterías de aquella escuela "La gramática del obrero" y "La aritmética del obrero" publicadas por José Sánchez Rosa.
     La fotografía que mostramos, en la que Dionisio aparece arropado y rodeado de un numeroso grupo de niños y niñas de diferentes niveles, es del año 1919. Esta tomada en  la sede social del Centro Obrero de la calle Colegio nº 15. Mutilada en la parte superior para protegerla de miradas inquisidoras. El retrato que preside la escuela debe ser el de Francisco Ferrer y Guardia o el de José Sánchez Rosa, que gozó de gran ascendencia y predicamento entre el proletariado castreño. En la pizarra debía de aparecer escrita alguna comprometedora máxima anarquista.


    
    En marzo de 1920 le tocará plantar batalla al emergente Sindicalismo Católico Agrario que terminaría implantándose provisionalmente en Castro del Río tras una campaña de propaganda encabezada por el padre jesuita Sisinio Nevares, bendecida por la patronal y desde el palacio episcopal. Llegó a retar a controversia al padre misionero durante un accidentado mitin de presentación celebrado en el Teatro Cervantes.
    Famoso por sus dotes de tribuno, es reclamado por los compañeros de la capital cordobesa para participar en un mitin societario organizado por la Sociedad de Oficios Varios en los locales de la Casa del Pueblo de la calle Santa Marta (25 de junio de 1920). Le acompañaron en el uso de la palabra los obreros José Ruiz Abarca, Ángel Garcés Granell (hermano de Bautista Garcés) y José Aguayo, entre otros: “Con buena asistencia, dentro de un orden absoluto, los conferenciantes abogaron por la unión del proletariado como única forma de conseguir las reivindicaciones obreras”.

    Durante los años de crisis de la C.N.T., posteriores al Trienio, Dionisio Quintero se convertirá en el máximo valedor dentro del Centro Obrero y defensor de los postulados sindicalistas que prevalecen en el seno de la Regional Andaluza.   
    A principios de julio de 1923 se celebra en los locales de la Casa del Pueblo de Córdoba (Santa Marta) una Asamblea de la Regional Andaluza de la CNT. Dionisio Quintero, una vez cerradas las negociaciones que ponían fin a la huelga de campesinos declarada en Castro del Río, asiste al citado cónclave regional en el que los dirigentes del comité regional habían puesto sus esperanzas de que sirviera para revitalizar la organización. Hombres como Paulino Diez Martín y Manuel Pérez Fernández figuran como responsables de tal cometido. Durante dos intensivas jornadas se discutieron numerosas ponencias. El espejeño Clodoaldo Gracia actuó como secretario de mesa durante una de las sesiones. Dionisio Quintero, delegado de Castro del Río, amparándose en la Ley de Asociaciones, solicitó la reapertura de varias entidades obreras que permanecían clausuradas en varios pueblos de la provincia. El tema sobre si ¿Convendría la implantación de un salario único para los campesinos durante los periodos de recolección?, propuesto por el delegado castreño, quedaría aparcado:

   “Como esto compete sólo a los campesinos y no estando representados en número suficiente, se acuerda que el comité regional de acuerdo con las federaciones comarcales de Jerez y Castro del Río, convoquen un congreso agrario para la discusión del problema”.

    Otra preocupación era el estado por el que atravesaba la enseñanza racionalista:

La Voz de Córdoba (9 de julio de 1923)
    Se aprobó la creación de una Normal de Maestros y para su sostenimiento se propone el aumento del sello a los confederados, así como la común apuesta por la continuidad de las enseñanzas racionalistas, dejándose libertad a las federaciones para encauzar la propaganda y organización de las escuelas, dotación de material y selección de los maestros.
    El delegado campesino de Castro del Río abrió el mitin de clausura atacando y fustigando las conciencias de los obreros cordobeses por su falta de organización. Le sucedieron como tribunos, Manuel Pérez Fernández (sindicato de la madera de Sevilla), José Ballesteros (agricultores de Jerez), José Alfaro (transportes de Sevilla) y Paulino Diez Martín (Secretario de la Regional de Andalucía y Extremadura) que abogó por el fin de la guerra que venía desarrollándose en Marruecos “osario de la juventud que tanta falta hace en el cultivo de los campos y en los hogares”, ataca y acusa a la patronal catalana por mantener pistoleros a sueldo para reprimir el movimiento obrero,  haciendo responsables de tal hecho a los gobiernos y a la izquierda parlamentaria por su silencio. Termina aconsejando la asociación como necesidad para que se derrumbe este régimen capitalista, fracasado completamente, y se implante el régimen libertario, más justo y humano.
    El final de su militancia sindical se produce sobre 1924 como consecuencia de sus discrepancias con el sector liderado por José Dios Criado. Durante la negociación de las bases para el verano apostó por aceptar las mejoras propuestas por la patronal y evitar la huelga, pues pensaba que no era el momento adecuado. Desde el otro sector, no conforme con la solución propuesta, se presentaron nuevas bases rechazadas automáticamente. Dionisio entró en nuevas negociaciones consiguiendo que la patronal las terminara aceptando, lo que provocaría el recelo y desconfianza entre sus propios compañeros del sindicato que empezaron a acusarle de traidor y de estar en connivencia con la patronal. Dolido, solo y desengañado presentaría su dimisión lo que supondría su salida definitiva del sindicalismo.


     Estos extremos proceden del testimonio que nos trasmitió su único hijo varón en su día. Según él, Dionisio tenía asumido que esto podía ocurrir en cualquier momento Hacía tiempo que había adquirido una máquina fotográfica, pensando que cualquier día pudiera hacerle falta, como así fue. En 1926 deja la casa de alquiler en la que vivía en la calle Casas Altas y se traslada con su familia a Martos (Jaén) donde monta un pequeño estudio fotográfico y se hace cargo de la corresponsalía de ampliaciones fotográficas por toda la comarca (Torredonjimeno, Fuensanta, Higuera de Calatrava, Santiago de Calatrava, Porcuna…). Su trabajo consistía en captar la instantánea, que era remitida con posterioridad a unos talleres sevillanos donde se ampliaba y se le aplicaban efectos de retoque y coloreado. Sin lugar a dudas debe de tratarse del negocio que sobre el año 1916 montaron en Sevilla los veteranos anarquistas Antonio Ojeda y Francisco González Sola, que refiere Díaz del Moral
    Estamos ante un caso más de líder sindicalista campesino, que al dejar la militancia activa, discriminado por la patronal e incomprendido o rechazado por sus antiguos compañeros, no le queda otra salida que la emigración para intentar reorganizar su vida en otro lugar con mejor o peor suerte. Es el mismo caso de granados militantes como Benito Cordobés y Antonio Pérez Rosa, ambos retirados de la vida societaria al estallar la conmoción de 1918, y que en 1920 se instalan en la capital cordobesa con un negocio de ampliaciones fotográficas, que se desvaneció pronto ante la numerosa competencia. Díaz del Moral dice en nota:

    “La sugestión ante el éxito alcanzado por Antonio Ojeda con su taller y la facilidad del aprendizaje de las ampliaciones, el escaso capital que se necesita para la industria y las extensas relaciones adquiridas por todos los pueblos, con ocasión de los propagandas, decidían a casi todos a seguir los pasos de Ojeda”.

   No hemos encontrado publicidad de los talleres sevillanos de Antonio Ojeda, aunque sí de su socio granadino Francisco González Sola, que tras romper con la primitiva sociedad, se instalo por su cuenta en Canarias:


    El hijo de Dionisio Quintero nos ha trasmitido una anécdota, ubicada en torno al año 1930, que nos puede servir para hacernos una idea de la vida un tanto complicada y azarosa que van a arrastrar estos antiguos apóstoles de las masas:

     Frente a su estudio fotográfico en Martos vivía una señora mayor, de buena posición económica, cuyas nueras rivalizaban en agasajos hacia ella para obtener sus favores, seguramente pensando en una inmediata herencia. Una de ellas le encargó una ampliación fotográfica coloreada de su suegra para lucirla en un lugar principal de su domicilio. Enterada la cuñada, acudió de inmediato al fotógrafo con el mismo propósito, aunque ponía como condición la obtención primera.
    Éste le hizo saber que era materialmente imposible pues ya había sido remitida a los talleres y posiblemente viniera de camino. Pero ante la insistencia de esta mujer y un tanto esclavo de sus dificultades financieras, Dionisio, que atesoraba unas especiales dotes pictóricas, le propuso sacarle un retrato a carboncillo que su clienta terminaría aceptando. 
    Una vez recibido el encargo fotográfico original se lo hizo llegar a su cliente, quien complaciente lo recogió, pero se excuso a la hora de pagar alegando que no disponía de efectivo en aquel instante. 


   Pasaban los días, y cada vez que intentaba cobrar esgrimía los mismos argumentos. Hasta que agotada su paciencia, un día, aprovechándose de que la puerta de su casa estaba abierta, se introdujo en ella para sustraérsela. El asunto se complicaría considerablemente al ser denunciado por allanamiento de morada y robo. Además se le acusaba de la desaparición de 1.000 pesetas que la señora decía tener escondidas en el cuadro de la foto. Seria procesado por el Juzgado y se le aplicó un arresto domiciliario, con el consiguiente perjuicio para Dionisio, impedido para atender sus corresponsalías en los pueblos limítrofes.
    Conocedor de la amistad personal de la denunciante con el señor Juez  y temeroso de que el asunto pudiera complicarse, le escribió una carta explicándole el caso al abogado don José Fernández Jiménez, aquel que fuera Diputado Liberal por el Distrito de Montilla, quien se hallaba unido a Castro  por lazos de clientelismo político (Fernandistas), familiares (consuegro de don Francisco Algaba Luque) y profesionales (tenia prestigio y una importante clientela entre los castreños). Muy posiblemente se conocieran de sus años de militancia sindical. Una carta dirigida al señor Juez sería suficiente para que el caso se archivara y Dionisio pudiera cobrar por fin su trabajo.


     Al proclamarse la República el 14 de Abril de 1931 no duda en regresar a su pueblo, confiado en que el nuevo estado de cosas le podría resultar favorable.
    Una vez en Castro recibiría la invitación de José Dios de reingresar en el sindicato, la cual rechazo, enfocando su nueva vida al margen de cualquier actividad política o sindical. El ambicioso proyecto de reforma del sistema educativo acometido por la II República le iba a permitir reencontrarse con su tarea docente y solucionar sus problemas económicos. Se intentó atajar el analfabetismo de las zonas rurales mediante el aumento de unidades de párvulos y primaria, pero ante la escasez de maestros y la necesidad urgente de proveer dichas plazas, mediante la convocatoria de cursillos de selección profesional fueron habilitados provisionalmente como auxiliares algunos  maestros sin título. Es el caso de Dionisio Quintero y Miguel Berral Navarro, con el tiempo Alcalde Presidente de la efímera gestora frente populista de marzo del 1936. Regentó una Escuela ubicada en la calle Hospital nº 3, que en la década de los noventa, cuando iniciamos este recorrido por su biografía, todavía recordaban con nostalgia y cariño algunos de quienes fueron sus alumnos. Complementaba sus ingresos con la actividad de la fotografía, que no abandono del todo.

    El estallido de la Guerra Civil, al igual que a otros muchos españoles, truncaría sus expectativas de vida. Al ser tomada Castro por las fuerzas nacionales en septiembre del 1936 se dirigió con su familia hacia la zona de Jaén, y tras un largo peregrinaje por diferentes localidades se asentarían en el pueblo serrano de Quesada.


    Los dirigentes del comité local, al conocer sobre sus aptitudes, le facilitaron vivienda en la "Casa del Pueblo" invadiéndole a participar en la organización de una colectividad campesina mixta UGT-CNT que permitiera explotar y beneficiarse de las tierras incautadas y abandonadas, y de cuyo consejo obrero rector formó parte, además de llevar la contabilidad de la misma y dar lecciones a los hijos de los colectivistas. Parece ser que un tanto coaccionado llegaría a afiliarse nuevamente a la CNT:

   "Cuando se enteraron los dirigentes del sindicato de Castro que mi padre estaba en el pueblo de Quesada fueron a obligarlo a que se afiliara si quería conservar el cargo que le habían dado. Ante tal presión y mirando el bien de su familia y el suyo tuvo que claudicar para que lo dejaran tranquilo".

   En 1937, cuando se crea esta colectividad de Quesada, el Secretario de la Regional Andaluza de la CNT era precisamente un castreño, Bartolomé Montilla Ruz. Las centrales sindicales y algún partido político como el PCE se hallaban enfrascadas en una dura pugna por controlar el movimiento colectivista de la zona republicana.

La Trilla (acuarela de Rafael Zabaleta)


    Dionisio Quintero (hijo), que con anterioridad al 18 de julio de 1936 había pertenecido al gremio de zapateros de de la SOV-CIO de Castro del Río, en la que llegó a desempeñar cargos directivos, terminaría afiliándose a las JSU y a la UGT de la provincia vecina, en la que permaneció refugiado hasta enrolarse en la 24 Brigada Mixta.


    
    Al acabar la guerra serían detenidos todos los colectivistas, dándose la orden de que  los refugiados se presentasen en sus respectivas poblaciones de origen. Una vez en Castro, Dionisio sería detenido e inmediatamente puesto en libertad por no existir cargos contra él.
     Los difíciles años de posguerra los pasaría en Castro obteniendo su sustento mediante los modestos ingresos que le proporcionaban las clases particulares a domicilio y la fotografía, insuficientes para atender las necesidades de su familia. Dos de sus hijas, Salud y Josefa, se colocaron en Córdoba como criadas de doña Amalia Cuesta Tristell, viuda del labrador, natural de Castro del Río, Joaquín Pérez Mármol.
    Se conserva en el archivo histórico municipal un curioso expediente que nos informa sobre la intención de las autoridades locales del primer franquismo de regular y poner control sobre este tipo de enseñanzas en manos de maestros privados, muchos con antecedentes de militancia  política o sindical. Curiosamente entre los alumnos a los que impartía clases Dionisio se hallaban los hijos de la dotación local de la guardia civil  
    Cuando en 1947, Francisco Franco llama por primera vez  a los españoles a las urnas para que apoyaran la Ley de Sucesión a la Jefatura del Estado, Dionisio, en una mezcla de ingenuidad y rebeldía acudió a votar justo cuando estaban cerrando el colegio electoraL; un miembro de la mesa grabo en sus ojos su papeleta que fue la primera en ser leída al abrirse la urna, encontrándose en ella el esperado NO. Este hecho le acarrearía serias dificultades, por lo que casi se ve obligado a trasladar su residencia a Córdoba a finales de los años 40.Vivirá durante un tiempo en Córdoba de la fotografía, hasta que al jubilarse es reclamado por sus hijos que habían emigrado a Santa Coloma de Gramanet (Barcelona) donde deja de existir en 1980 a los 92 años de edad.


Dionisio Quintero Bello
  Este trabajo está más o menos perfilado desde finales de la década de los 90 del pasado siglo. La generosa colaboración prestada por su hijo Dionisio Quintero Bello (testimonios y fotografía) la pretendíamos corresponder con la publicación de un artículo que sirviera para rescatar a su padre del olvido. Razones varias lo hicieron inviable en vida de este buen hombre, que heredó de su progenitor la afición por el dibujo y la pintura. Sirva pues como homenaje tardío a la memoria de ambos. D. Q. B. falleció en Santa Coloma de Gramanet en abril del año 2002.

01 mayo 2014

ANTONIO GARCÍA BIRLAN: DE ASQUEROSA A BARCELONA PASANDO POR CASTRO DEL RÍO (1914-1917).



    Como mencionábamos en la entrada anterior Antonio García Birlan, con posterioridad a ese corto periodo que permaneció al frente de la Escuela del Centro Obrero de Castro del Río, inspirada en los principios racionalistas de la Escuela Moderna de Ferrer i Guardia, regresaba a su tierra, aunque sin perder el contacto con sus viejos compañeros y amigos. En un número de Tierra y Libertad de principios de 1915, Salvador Cordón Avellán, que le había relevado en la responsabilidad de la Escuela, le dedica unas cariñosas y poéticas letras:


    Camarada Birlan. Salud.
    El compañero Clodoaldo Gracia de Espejo me da a leer tu carta y así como en anteriores tuyas, sentí el deseo de escribirte. Esta vez los deseos se cumplen y largamente a través de esta carta que va hacia ti mansa, placida y serena, como las aguas serenas, placidas y mansas de los arroyos.
    Gotas de agua (dulce esta agua para el pobre sediento de amor) son estas letras que forman un rio cuyo nacimiento tiene su origen en la C con que se ha escrito camarada y desemboca, tras la lectura de la carta, en la firma (otra C igual combada como comba serpiente) en el mar de un corazón en el que jamás naufragan esperanzas, ni se hunden ideales. ¡Mar infinito, más borrascoso a veces que el infinito Océano que describe Eliseo Reclus.
    Dices en la carta del hermano que quisieras volar a ésta…Querer ya es poder…¡Vuela! Las alas del corazón son más grandes que las de un biplano. Gracias a aquellas han podido emplearse éstas. Surca el hombre el espacio con la máquina por él inventada; le acompaña el corazón, más grande todavía que su obra; sin ésta otra máquina, menos complicada pero máquina… ¡Vuela tu! ¡Vuela! Si por esta tierra  hay algo de ese mucho que propagamos, no te faltará pan; esa cosa tan poca cosa con que sólo podemos alimentarnos los hombres y por la cual nos traicionamos, nos vendemos y nos matamos ¡Mezquino el estómago! ¡Grande el corazón! Lucha tenaz, horrible, en la que por lo general sale victorioso el primero… ¡Por desgracia!

   En las letras de despedida de Salvador Cordón, especie de invitación para que regrese a Castro del Río, parece apreciarse una pasada hostilidad beligerante hacia su persona desde determinados sectores del obrerismo castreño, que pudieran haber sido la responsable de su pronta salida. El defenestrado y despechado Adres Jiménez Tapia, que debía de contar aun con sus incondicionales en el seno de la sociedad, pudiera haber tenido algo que ver en esa actitud:

    Si vienes, en mi casa encontraras tu casa, en mi pan tu pan… No sé si colectivamente serás bien acogido, pero individualmente si. En Espejo tienes a algunos que valen por muchos, aquí igual. Nada te importe de los muchos que no valen por uno siquiera.
    El arroyo se desliza ahora por entre la fronda de un bello paisaje. Poeta tu., cree en el bien de aquellos que lo persiguen dejándose jirones de sus carnes en las zarzas del camino y entre los dientes de los perros de esta perra sociedad.
    En mi casa encontrarás más que casa y más que pan … amor de hermano y de hermana, llantos y risas de dos niños (Osvaldo y Avenire) ¿Más aún? Pues más. Ansias de vivir la anarquía y de morir por ella. Acoge estas gotas de rocío piadosamente. Piadosamente van a ti ¡Acógelas!
    Espera tu hermano en ideas.
S. CORDÓN 


   Muchas de las numerosas misivas remitidas a Tierra y Libertad desde los más dispares lugares, por cuestiones de espacio, no veían la luz a través de la imprenta hasta transcurrido un tiempo. En ese mismo número se publica un esbozo literario contra la guerra (“Desterrada”) firmado por A. García Birlan desde Asquerosa, que va encabezado con la siguiente dedicatoria: “Para mis hermanos en la lucha Isabel H. Pereira y S. Cordón Avellán”.
   En las poblaciones de la comarca de la Vega de Granada desde principios de siglo se venía produciendo un importante flujo migratorio hacia la República Argentina. Concretamente en Rosario, capital de la provincia de Santa Fe, por efecto reclamo, se estableció una considerable colonia de oriundos de Asquerosa.
   A partir de 1914 se intensifica esa emigración ante la progresiva coyuntura económica desfavorable, que afecta mayormente al proletariado campesino y algunos colonos con serias dificultades para poder hacer frente al pago de sus rentas. Uno de los emigrados fue aquel consecuente libertario llamado Antonio Vilches Montijano, cuyo nombre desde 1912 venía apareciendo al lado del de Antonio G. Birlan en las listas de correspondencia administrativa y suscripciones de la prensa anarcosindicalista:



     Esta pareja y sus retoños, con esos nombres tan característicos, se instalaron con sus respectivas familias en Rosario. En 1915, el hacendado Federico García Rodríguez, padre de García Lorca, compró por 875 pesetas la casa de la que se desprende uno de aquellos emigrados, llamado Manuel Vilches Mazuecos, que debía de ser padre o pariente del paquetero corresponsal de Asquerosa M. Vilches o Vilchez.
    El vacío dejado por la marcha de M. Vilches en este reducto libertario de la vega granadina, donde había germinado el ideal gracias a sus esfuerzos, se rellena pronto con el regreso a Pinos Puente de Francisco Jordán, que había permanecido encarcelado en la celular de Barcelona y en el penoso penal de Chinchilla (Albacete) durante aproximadamente cuatro años, en cumplimiento de la condena que le fue impuesta por la Audiencia Provincial de Barcelona por aquel oscuro y rocambolesco asunto de los cartuchos de dinamita, hallados por la policía en su domicilio de Barcelona en 1910. Francisco Jordán, a quien tenemos pensado dedicarle un capítulo aparte, había defendido gallardamente su inocencia desde un principio y se consideraba víctima de interesadas maquinaciones gubernativas.
    Francisco Jordán y García Birlan unen sus destinos durante aproximadamente dos años.





El tabaco en la Vega de Granada
    Aquella misiva que Salvador Cordón Avellán, maestro racionalista y alma mater del Grupo Anarquista Alas de Castro del Río, le cursara a García Birlan a través de las páginas de Tierra y Libertad,  invitándole a retomar el contacto presencial con sus compañeros cordobeses, sería atendida tardíamente. Cordón e Isabel Hortensia Pereyra ya habían tomado rumbo hacia Montejaque (Málaga), su nuevo destino errante, donde desarrollaran una ardua labor en pro de sus ideales, similar a la que habían desplegado por tierras de la campiña cordobesa.
   Como consecuencia de alguno de los artículos de García Birlan, que a cara descubierta, fueron apareciendo en la prensa de sus ideas, donde solía arremeter contra la hipocresía de quienes defendían la guerra o por alguna de sus tenaces críticas contra la clase política, terminaría siendo reclamado por un Juzgado de Barcelona.

   Sobre el mes de septiembre de 1915, en el trayecto de ida o vuelta hace escala en Castro del Río, desde donde publica, ya con su seudónimo protector (Dionysios), un trabajo que titula “Del Anarquismo”, sobre la guerra y las propias contradicciones ácratas en torno a ella. Como solía ser costumbre en él va encabezado con su típica dedicatoria a algún compañero de travesía. En esta ocasión: “Para el buen camarada Antonio Loredo, que hacía poco había visitado Castro del Río durante aquella campaña que emprendió tras el Congreso Internacional de la Paz en El Ferrol a todo lo largo de la geografía española, recabando la solidaridad en favor de los presos de Cenicero (Rioja).


    Mi amigo: Continuemos firmes en nuestro puesto, tratando de aclarar, de señalar el verdadero camino a seguir en las circunstancias actuales. Cuando los maestros se confunden, cuando los compañeros de ayer, poco capaces de opinar por sí mismos, se desorientan, es útil, es bueno, es necesario, que los que supieron conservarse, serenamente, dentro de la pureza del ideal, hablen alto, todo lo alto posible para vindicar las versiones plagadas de prejuicios echadas a volar por cerebros perturbados que ayer dijéronse ácratas.
    Y nosotros hablaremos, ¿verdad? Tenemos el derecho de hablar. Nos lo otorga la independencia en que nos hemos mantenido, la libertad, nuestra amada favorita, el principio ácrata hollado, y, sobre todo, nos da este derecho el horror, el odio, la vergüenza, la rebeldía que nos inspira la matanza europea.
    Muchos, que dijeron ser anarquistas, no admiten, no comprenden que nosotros, como tales, seamos anti guerreros. ¿Cabe mayor desorientación, mayor inversión de términos?
    Digamos solamente que, como ácratas, como hombres, como amantes de la libertad, como defensores de un futuro liberador, nos encontramos frente a las naciones en guerra. Que somos anti guerreros por condición, por principio, por humanidad, y como tales, poco o nada  nos importa el triunfo de esta o de la otra parte, dado que todas han derrochado ahora, derrocharon antes, seguirán derrochando después en todas sus formas, bajo todos los aspectos, desde todos los puntos de vista, el salvajismo, la tiranía y el más cruel de los despotismos.


    La guerra europea (1914-1918) provocaría una honda y peligrosa crisis en el seno del movimiento anarquista a nivel internacional. La polémica entre las dos corrientes de opinión, aliadófilos y neutralistas, condicionaron negativamente sus perspectivas de expansión.
    Hombres de prestigio como Kropotkin, el francés Charles Malato, o españoles como Eleuterio Quintanilla o Ricardo Mella defendieron la causa de los aliados frente a la amenaza prenazi encarnada por la Alemania del Kaiser. En España terminarían triunfando quienes apostaban por la neutralidad, entre quienes se hallaba nuestro biografiado.
   Antonio García Birlan, pese a que venía escribiendo con seudónimo desde la primavera de 1915,  no podrá eludir las acusaciones “de escarnio contra la religión” que le llegan otra vez desde un juzgado de Barcelona.
   A principios de 1916 se instala nuevamente en Castro del Río a la espera del juicio. En esta ocasión se hace acompañar por su paisano y compañero Francisco Jordán, que durante sus años de presidio había consolidado su ideario y fortalecido su formación. Ambos colaboran activamente con el obrerismo castreño, algo resentido organizativamente desde la marcha de Salvador Cordón y su compañera Isabel Hortensia.

Tierra y Libertad (junio de 1916)

    Durante la campaña electoral a diputados a Cortes de marzo de 1916 el candidato republicano por el distrito de Montilla, Manuel Hilario Ayuso, intentará, una vez más, sacar al proletariado castreño de su tradicional actitud abstencionista. En un acto de la conjunción republicana socialista celebrado el 6 de marzo, el diputado provincial federal Diego López Cubero, que acompañaba a Ayuso en el uso de la palabra, se le ocurrió decir desde el balcón de la Plaza de la Iglesia donde trascurría aquel mitin y ante un numeroso auditorio, entre quienes se encontraban los dirigentes y asesores del Centro Obrero de Castro del Río, “que el anarquismo venía a ser como un árbol sin sabia”. García Birlan insto de inmediato a José Dios Criado, a la sazón presidente, para que retara a controversia a los federales, siendo esta aceptada y fijada para el 26 de marzo, una vez dictaran sentencia las urnas.



    Ayuso revalidará su acta de diputado, aunque en Castro y Espejo volvería a ser pasado claramente por su rival político José Fernández Jiménez. Su triunfo se cimienta nuevamente en el fuerte apoyo obtenido en Montilla y Aguilar. Los liberales fernandistas justificaban sus derrotas en la inquina que le profesaban los conservadores, que al carecer de candidato en el distrito, preferían apoyar a los republicanos antes que a ellos.
   El centro obrero repartió profusamente una hoja suelta firmada por Antonio García Birlan, Pérez Rosa y José Dios, convocando al pueblo trabajador de Castro del Río a aquel acto de controversia. La importante nomina de anarquistas que se desplazaron, atrajo la atención de toda la comarca sindicalista.
    Entre los ácratas que se personaron se encontraban Mauro Bajatierra (Presidente de la Federación de Peones y Braceros de España), el veterano José Rodríguez Romero (Grupo Los Iguales de Madrid), José López, el ecijano Manuel Pérez y Pérez, Juan José Pineda y Juan Díaz García
    El diputado Ayuso también estuvo arropado “por todos los republicanos y socialistas, y muchas personas de prestigio y honorables de estas localidades, que han visto con agrado la brillante y honrada labor de su diputado en las últimas cortes”.
   Según Díaz del Moral “asistió lo más granado del sindicalismo provincial, que, oyendo a sus oradores, reafirmó sus convicciones”.
    La famosa controversia se realizo en el corralón de Blanca (sobre su solar se edificará  un año después el Teatro Cervantes). Asistieron unas 3.000 personas. Los oradores con gran corrección discutieron el programa federal durante tres horas. El público salió satisfecho encomiando el mutuo respeto con que se habían expresado los oradores.
    Ayuso, que defendió con elocuencia las doctrinas de Pi i Margall, propagadas por estas comarcas por el llorado amigo y maestro de los republicanos cordobeses Jerónimo Palma, terminó su discurso con unas palabras que le abrían las puertas de futuros y circunstanciales apoyos: “Soy republicano federal por respeto a mi maestro, el ilustre Pi i Margall; si no sería anarquista”.


    Jordán y Birlan permanecen en Castro del Río hasta el verano de 1916. Ambos, que debían de estar inscritos en los ficheros policiales como “caracterizados anarquistas”, publican durante este tiempo numerosos artículos en Tierra y Libertad pero sin dar pistas sobre su ubicación geográfica. Por documentación emanada con posterioridad y conservada en el Archivo Histórico Municipal de Castro del Río conocemos que Francisco Jordán desempeño entre marzo y julio tareas docentes en la escuela del Centro Obrero. La coincidencia en la procedencia (Pinos Puente) y en la profesión, los dos eran carpinteros, nos induce a pensar que pudieran haberse ganado la vida durante su estancia en Castro del Río participando en las faenas de reparación de las instalaciones de la fábrica de extracción de aceite de orujo de la empresa Carbonell y Compañía, dañada por la explosión de una caldera en el mes de mayo de ese mismo año 1916. Recordemos que ésta tenía una sucursal en Pinos Puente y pudieran haber sido recomendados desde allí, donde lo más probable es que llegaran a prestar sus servicios profesionales.

Operarios Carbonell y Cía de Castro del Río (1916)
    La fotografía procede del  álbum: Carbonell  50 años de trabajo (1º de junio de 1866 – 1º de junio de 1916). Bodas de Oro de la Casa Carbonell y Cía.
    Hasta pudiera darse el caso de que entre los retratados estuviese la referida pareja granadina. Trabajo casi pericial que dejamos en manos de los fisonomistas.
    El 29 de junio Sánchez Rosa recala una vez más en Castro del Río para participar en un multitudinario mitin pro presos por cuestiones sociales. Abrió y presidió el acto José Dios Criado, como presidente del Centro Obrero. Le siguieron en el uso de la palabra Luisito Mármol, un alumno aventajado de su escuela racionalista, el compañero Antonio Pérez Rosa, auxiliar docente,  y el maestro Francisco Jordán, que terminaría cediendo la palabra a Sánchez Rosa que cerró el acto. Según la crónica éste trascurrió dentro de un orden perfecto, exceptuando alguna que otra interrupción por parte del delegado de la autoridad para atemperar los bríos de los conferenciantes. Birlan, que era hombre más de pluma que de tribuna, no participó.


Conclusiones



     Ambos se despiden de Castro del Río iniciando una nueva e intensa etapa de militancia obrera con Barcelona como destino definitivo.
    García Birlan entra a trabajar en la redacción de Tierra y Libertad y se convierte pronto en asiduo del Centro Obrero barcelonés de Mercaders-Serrallonga, donde prosigue con su formación autodidacta que le permitiría convertirse con el tiempo en uno de los escritores y periodistas más reputados del movimiento libertario.
   Francisco Jordán también asiduo del mismo centro laboró desde él en pro de la reorganización de la CNT.  El 24 de agosto de 1916 fue elegido Secretario del Comité Nacional de la CNT. El 15 de octubre y el 18 de noviembre de 1916 participó en los mítines conjuntos con la Unión General del Trabajo (UGT) celebrados en la Casa del Pueblo de Madrid para pedir el abaratamiento de las subsistencias, trabajo y amnistía para los presos y procesados ​​por cuestiones político-sociales. Participó activamente en la organización de la huelga general de 24 horas del 18 de diciembre de 1916. El 28 de enero de 1917 era detenido en Barcelona por resistirse a los agente de la autoridad y encarcelado gubernativamente, presentando la dimisión como secretario desde la cárcel. Puesto en libertad provisional el 16 de marzo de 1917, se integra en la redacción de Solidaridad Obrera que llegó a dirigir durante un tiempo, hasta que acusado y señalado de trabajar al servicio del espionaje alemán, es separado de la organización. Como hemos prometido ocuparnos de su peculiar y controvertida trayectoria prescindimos de más detalles.


FUENTES UTILIZADAS

Las mismas referenciadas en la entrada anterior a las que habría que añadir:

Miguel Íñiguez / Enciclopedia histórica del anarquismo español. 2 volúmenes de texto y 1 de fotografías. Asociación Isaac Puente. Vitoria, 2008.
Francisco Merino Cañasveras / Castro del Río del Rojo al Negro. 2ª edición de 1989.