Espacio abierto dedicado al estudio de las historias locales de los municipios de Castro del Río (Córdoba), Porcuna (Jaén) y Motril (Granada), así como sus adyacentes. Recomiendo la utilización del apartado de comentarios para aportaciones, consideraciones, críticas o rectificaciones. De igual manera, está disponible para quienes deseen colaborar con la publicación de artículos o aportando documentos, sobre cualquier tema de carácter histórico relacionado con dichas poblaciones.

22 enero 2011

El PCE en Castro del Río durante la II República. 1ª parte.




“Anarquistas y Comunistas ante los problemas que plantea la Revolución Española”.

   Bajo este extenso pero sustancial título fue anunciada una “Controversia” entre comunistas y anarquistas en Castro del Río (Córdoba) a celebrar para la Feria Real del año 1933. Su propósito, clarificar sus diferentes postulados ante un auditorio entre el que predominaban abrumadoramente los segundos, y motivada por anteriores incidentes o desencuentros, entre la fuerza política y sindical.
   Se recurre nuevamente a estos combates de ideas tan del gusto de los anarcosindicalistas durante la segunda década del siglo XX.
   Si otrora, la opción política frente a la que se controvertía era la representada por la coalición republicano socialista encabezada en el distrito de Montilla por el candidato Manuel Hilario Ayuso (que no cesó nunca de reclamar el voto obrero para su causa, alguna vez lo consiguió), ahora se trataba del PCE, que por aquellos años había conseguido estructurar una pequeña agrupación local y cuyo crecimiento pasaba por arrebatarle adeptos e influencia a los antipolíticos entre el proletariado castreño.

   Pero antes de detenernos en este momento, tenemos que retrotraernos en el tiempo para intentar desentrañar el origen de esta rivalidad.
   En 1927, en plena dictadura de Primo de Rivera, el PCE en Andalucía empieza a salir de la atonía y a abrirse a la influencia de masas con la incorporación en Sevilla de un nutrido grupo de personas procedentes de las filas anarcosindicalistas encabezados por José Díaz, Manuel Adame, Manuel Delicado, Saturnino Barneto, Manuel Roldan….
   Adquirió un ascendiente creciente en Sevilla, entre los obreros portuarios, metalúrgicos y panaderos arrastrados por sus antiguos líderes.
   En la provincia de Córdoba, es desde Villanueva de Córdoba donde comunistas como Miguel Caballero y Adriano Romero preconizan la unidad sindical e inician una campaña de intercambio de correspondencia con las organizaciones obreras de la provincia que no habían sucumbido durante la dictadura.
   Las misivas llegan hasta Castro del Río, donde su Centro Instructivo de Obreros, aunque sin el vigor de otros tiempos, mantenía la organización. Desconocemos la atención que se le prestó en Castro del Río a sus propuestas de unidad sindical, pero me las imagino, atendiendo a lo sucedido un año después.
   En 1928, por la Revista Blanca sabemos del primer caso importante de transfugismo en la comarca. Se trata del joven Francisco Jiménez García (con el tiempo alcalde comunista de Espejo) que venia trabajando junto al veterano Clodoaldo Gracia en su pueblo por mantener vivo el ideario ácrata durante aquellos difíciles años de la Dictadura.
   La denuncia la hace desde Castro del Río el obrero Bartolomé Montilla, en base a un artículo publicado por Jiménez en la “Revista Popular” de Córdoba:

   “Se dice en ella y en la carta que a las cuartillas acompaña, que dicho Jiménez había sido uno de esos trabajadores que deseaban acabar con todos los zánganos de la colmena social, antipolítico, y que ahora en el citado escrito, se ha declarado amante de la política y de sus escabrosidades”.

   Incluyo las recomendaciones dadas por la redacción de la Revista Blanca:

   “Consideramos que tanto el compañero Bartolo Montilla, como nuestro corresponsal en Castro del Río, José Dios, dan demasiada importancia al cambio operado en el ánimo o donde sea, de su antiguo amigo Jiménez. Hay quién para ver publicado su nombre es capaz de declararse tío del moro Muza y como no tienen ideas para lograrlo lo mismo les da llamarse Pedro que Juan”.

   En 1930 ya debía existir organización del PCE en la vecina villa cordobesa de Espejo, reforzada por los viajes de propaganda de Adriano Romero al frente de un embrionario Comité Provincial. En 1933 la primera vez que los comunistas concurren como tales a un proceso electoral obtuvieron en Espejo 874 sufragios (votaban por primera vez las mujeres).
    Por lo que respecta a Castro del Río, no nos consta su existencia durante el primer bienio republicano, aunque si conocemos el nombre de una persona que laboraba con tal propósito.
    Se trata de un palentino, natural de Barruelo de Santullán, llamado Teodulio Díez Chaudín, quien tras haber militado en el sindicato cenetista en Barcelona recala en Castro en los años finales de la década de los 20. Por testimonios orales sabemos que fueron las huertas de Castro y un pequeño grupo local de seguidores del naturismo quienes influyeron en su ánimo, para establecerse en esta localidad de la campiña cordobesa.
Entre los incondicionales de ese circulo vegetariano naturista, que mantenían asiduo contacto con el Doctor Eduardo Alfonso, se encontraban “Pedro el Bueno” y Francisco Clavero Villatoro (Curro). Teodulio terminaría casándose con una hija de este último. Aunque su profesión era la de confitero, se dedicaría a trabajar en la huerta de su suegro y a impartir clases nocturnas en una escuela particular ubicada en su misma vivienda (calle Nueva Salud). Quienes llegaron a conocerle lo definen como un hombre idealista, austero e introvertido. Las concentraciones naturistas que se celebraban en su casa, incluidas las abluciones al natural que se desarrollaban en el patio durante los días de lluvia, alimentaban las fantasías del puritanismo.

   Tanto comunistas como anarcosindicalistas durante aquellos primeros compases de la republica, serían perseguidos, al considerarlos las autoridades como responsables directos de los primeros envites de agitación huelguística y social, fruto del descontento y de cierto desengaño que ya empezaba a aflorar entre el proletariado.
   El 30 de septiembre de 1931 Teodulio Díez Chaudin es detenido por la guardia civil de Castro del Río, acusado de formar parte del comité de propaganda del PCE en la provincia y de recorrer los pueblos de la comarca en misión proselitista.
   Fueron diecisiete los días que Teodulio permaneció como preso gubernativo en el arresto municipal de Castro del Río, por orden expresa de las autoridades de una republica burguesa que arbitrariamente recurría a este procedimiento para no verse desbordada por la izquierda.

   Durante aquel primer bienio no volvemos a tener noticias sobre él, aunque si sabemos que supo transmitir su influencia a dos jóvenes castreños, vecinos del popular barrio de la Virgen de la Salud, que asistían a sus clases nocturnas. Me refiero a los hermanos Mendoza, sus primeros seguidores.

   A finales de 1932 se gesta el grupo artístico “Benito Pérez Galdós” con el concurso e impulso del joven músico Joaquín Villatoro Medina (ya iniciado en el marxismo), e integrado por jóvenes que en su mayoría profesan ya ideas comunistas, como los hermanos Mendoza y los hermanos José y Juan Puebla Ruano (Orquestina Puebla). Escenifican su repertorio varias veces en el Teatro Cervantes de Castro del Río, que acompañan de exitosas giras por diferentes pueblos de la comarca.


   El 8 de Agosto de 1933 las calles de Castro amanecen sembradas por una hoja volandera dirigida a los trabajadores de Castro del Río, firmada por las Juventudes Comunistas de Andalucía Central. Esta encontraría la inmediata respuesta con otra lanzada por los anarcosindicalistas, firmada por Antonio Elías Herencia, de la que solo conocemos su encabezado “Por una sola vez” y su final “por hoy nada mas señores comunistas. CNT.FAI”.

   La evolución ideológica desde las juventudes libertarias a las comunistas de Tadeo Sánchez Rincón “El mago poeta”, debió contribuir a ahondar las diferencias. Este joven castreño, con un aceptable nivel cultural, por su condición de ex seminarista y ex regular de los dominicos en Antequera, se convirtió desde un principio en un elemento influyente entre las Juventudes Libertarias y asiduo colaborador de su prensa, que las abandona para ingresar en la Agrupación Pérez Galdos afín al PCE, en cuyo partido terminaría militando.

   Durante ese mismo mes de Agosto, bajo el auspicio del emergente núcleo comunista local, el PCE se presenta por primera vez en público en Castro del Río en un acto celebrado en el Teatro Cervantes. El orador estrella, Francisco Galán Rodríguez (ex teniente de la Guardia Civil y hermano de Fermín Galán, mítico héroe de la república fusilado en Jaca). El mitin estuvo plagado de incidentes. El local fue ocupado en masa por los anarcosindicalistas que propiciaron continuas interrupciones, por lo que la autoridad se vería obligada a suspenderlo.

    Los incidentes vinieron motivados por alguien de entre el público, que reparando en el reloj de oro que Galán portaba en su muñeca, le reprochó la ostentación y el lujo, que desde su mentalidad, no eran acordes con la clase trabajadora a la que decía defender. Este un tanto airado se levanto indignado, alegando que era el mismo reloj que su hermano Fermín llevaba en el momento de su fusilamiento y que lo portaba con orgullo.

   Aquel agravio, del que se hizo eco alguna prensa nacional, movilizaría al mismísimo comité central del PCE que retó a controversia a los anarcosindicalistas en su propio feudo.
   El tema a tratar “Anarquistas y Comunistas ante los problemas que plantea la Revolución Española”.
   Se fijó como fecha el 16 de septiembre y hasta se barajó la posibilidad de que Dolores Ibarruri (Pasionaria) ostentara la presidencia del acto. En las solicitudes previas realizadas por Teodulio Díez (PCE) y Lucas Centella Aranda (CNT-FAI) se menciona como contendientes en aquella batalla de ideas a Juan Astijarrabía y Federico Molero (PCE) y el abogado laboralista Benito Pavón Suárez de Urbina y Avelino González (CNT-FAI).
   El acto, que despertó un enorme interés, sería suspendido por el Gobierno Civil al coincidir con el primer día de feria y por miedo a que el apasionamiento afectara al normal desarrollo de la misma.
   Finalmente se celebraría el 1º de octubre en el Stadium de la Unión Deportiva ante más de 4000 personas, bajo la presidencia y moderación de José Dios. Controvirtieron Claro Sendón (de la redacción de CNT) y Avelino González por la CNT-FAI, y por los comunistas el gallego José Silva Martínez (Secretario de Agitación y Propaganda del Comité Central) y el almeriense Federico Molero (ingeniero civil).
    Este maratoniano torneo de razones y premisas proletarias, que se prolongo durante cinco horas, acabó finalmente sin incidentes, a pesar de que durante el turno de palabra de los comunistas arreciaban los abucheos y protestas, atajados con energía por José Dios que llegó a amenazar varias veces con abandonar la presidencia si no se comportaban civilizadamente.
   Me ha parecido oportuno incluir algunas frases de las intervenciones y referencias al comportamiento del público asistente, para que nos hagamos una idea del grado de apasionamiento del proletariado castreño durante aquellos años y las diferencias esenciales entre aquella izquierda revolucionaria:

   Un sonoro “miau” salió de entre el público cuando Melero disertaba sobre “las bonanzas del ejercito del pueblo en Rusia como garante y defensor de la revolución obrera y campesina”. El maullido gatuno provoco las risas e hilaridad del respetable.

   La tesis contraria la mantuvo Avelino González que atacó al ejército y a la policía roja: “Para defender la revolución no es necesario un ejercito. Con el pueblo organizado, cada trabajador será centinela de la revolución”, “los comunistas quieren acabar con las clases sociales a través del dominio y la tiranía” (ovación formidable).

   Interviene Silva (gran numero de los asistentes abandonan el local) que pregunta a los anarquistas sobre sus propuestas revolucionarias y sobre la manera de defenderse de la contrarrevolución burguesa.

   Desconocemos la respuesta de Claro Sendón (no consta en la crónica de Posthumio), pero si sus duros ataques contra Francisco Galán y Jose Antonio Balbontín (éste último elegido diputado por Sevilla en 1931 como integrante de aquella candidatura “Social Revolucionaria” que contó con el apoyo circunstancial de los cenetistas, y de reciente ingreso en el PCE). A ambos los igualó con el calificativo de “ladrones del pueblo”, al primero por cobrar integro su sueldo de teniente de la guardia civil retirado y al segundo de llevarse todos los meses 1000 pesetas por su condición de parlamentario.


   Los comunistas salen al paso de los ataques vertidos y denuncian la violación de las bases de la controversia (nuevos abucheos).
   José Dios apacigua los ánimos como buenamente puede y después de cinco horas pone fin al acto de la misma manera que lo había iniciado, “pidiendo la amnistía para todos los presos del mundo”.

(Continuará) 

Ver 2ª parte

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