Espacio abierto dedicado al estudio de las historias locales de los municipios de Castro del Río (Córdoba), Porcuna (Jaén) y Motril (Granada), así como sus adyacentes. Recomiendo la utilización del apartado de comentarios para aportaciones, consideraciones, críticas o rectificaciones. De igual manera, está disponible para quienes deseen colaborar con la publicación de artículos o aportando documentos, sobre cualquier tema de carácter histórico relacionado con dichas poblaciones.

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22 marzo 2014

De re bellica et artística Obulconensis: “Imprecisiones propagandísticas de un guerrero”.




   “En una Iglesia de piedra labrada y bóvedas de mármol blanco y negro, queda todavía, en el ábside, una obra del pintor cordobés Julio Romero de Torres. La Virgen, sobre una nube de nácar, se eleva majestuosa hacia el cielo envuelta en un revoloteo de alas angelicales y miradas de despedida. En el suelo quedan mujeres cubiertas con largas túnicas y mantos de color celeste y con semblantes de recogimiento interior, como si sus labios rezaran una oración. Todo sobre un fondo de graves tonos de amanecer que completa la sublimidad del cuadro". 

     De esta somera y angelical manera explicaba el alférez provisional Segismundo Díaz Bertrana la composición iconográfica de la pintura mural de la Asunción de María ejecutada por Julio Romero de Torres en el ábside del presbiterio de la Iglesia Parroquial de Porcuna (Jaén) entre los años 1903 y 1905. 
     Este joven militar había llegado hasta la localidad enrolado en una Bandera de la Falange Canaria a la que, junto a otras unidades, se le confió la misión de guarnecer la plaza una vez tomada por las tropas insurgentes el primero de enero del año 1937.
     Aparece inserta dentro del típico artículo de propaganda en el que se arremete contra la manida furia iconoclasta desplegada por los rojos “empeñados en la destrucción de todo lo que signifique un atisbo de religiosidad, de arte o de historia” (injusta y trasnochada generalización que anida todavía en muchas cabezas).


      Dejemos que el falangista canario nos siga ilustrando sobre los tesoros artísticos afectados:

     “La iglesia parroquial de este pueblo, una iglesia de sobrio estilo románico, su planta en forma de cruz de Calatrava con sus brazas de Norte a Sur, tenía obras de arte—pintura y escultura—de verdadero valor nacional.
     Había una estatua de Jesús hecha por Mena. La imagen era la de más valor y mejor que adornaba la Santa Iglesia. Su cara mostrando el sagrado ungimiento de todo rostro divino, a la vez humildad y misericordia. El cuerpo, en proporción justa y medida, daba la contextura exacta del Redentor. Era todo una obra maestra. Un producto de la ardiente imaginación de Mena. En él puso, quizá, su mejor inspiración y su más fiel empeño de imaginero.
    Era esta imagen de Nuestro Padre Jesús, como la llamaban estas viejecitas y gentes del pueblo todas con profundo respeto, una obra de gran estima para el Arte Español.
    El afán de destrucción siempre vivo en los rojos, hizo que esta imagen fuera echada a una hoguera con todos los santos de la Iglesia y allí, en llamaradas y humo que subían al cielo, quedaron sus cenizas”.

Jesús Nazareno desaparecido en 1936 (atribuido por tradición a Martínez Montañés)
    Se advierte que el articulista, en tareas de corresponsal para la prensa de su región, no debió de ser demasiado riguroso ni meticuloso a la hora de documentarse sobre el patrimonio histórico artístico que albergaba el templo parroquial de Porcuna, convertido en Casa del Pueblo durante el periodo revolucionario, incluso, hasta pudiera darse el caso, de que tal cúmulo de imprecisiones, errores y falsedades sean premeditadas con el único fin de de dotar a su discurso de la necesaria grandilocuencia y justificación.


     Habida cuenta de que la inauguración del nuevo templo parroquial era relativamente reciente en el tiempo (1910), la mayoría de las imágenes religiosas, que tuvieron la suerte de ser pasto de las llamas y rodar por las escalerillas de la iglesia durante aquellos primeros días de inflamada ira contra el poder terrenal de aquella Iglesia reaccionaria tradicionalmente aliada con los poderosos, carecían aún de la suficiente solera artística.
     Para el cronista D. Eugenio Molina en su libro “La ciudad de Porcuna” publicado en 1925, el merito artístico de las imágenes que encerraban los templos de Porcuna antes de la guerra era más bien escaso, “exceptuando una notable escultura de Cristo en el Sepulcro, que hay en la Iglesia de San Benito, y otra no menos notable y hermosa de Jesús Nazareno que se venera en el Santuario de su nombre, y que es objeto de ferviente adoración por los hijos de este pueblo. Ambas esculturas son dos antiguas y acabadas obras de arte, de tamaño natural, atribuidas al famoso escultor Martínez Montañés”.
    Sorprende la falsa atribución del Nazareno de Porcuna al imaginero barroco granadino Pedro de Mena, máxime cuando, con casi absoluta seguridad, el reportero tuvo que tener entre sus manos el libro de Don Eugenio Molina, que también utilizó a la hora de redactar otro artículo relacionado con la historia local (Aires de Historia: Porcuna bajo las Banderas de la Falange isleña).
    Creemos que el nombre de Mena le viene como anillo al dedo a la hora de magnificar el estropicio entre los destinatarios de sus artículos, sus paisanos, los lectores del diario Falange de Las Palmas. Además le sirve para conectar con otros atentados cometidos contra el patrimonio religioso años atrás. El nombre de Mena adquiere especial difusión fuera de los ámbitos culturales y académicos a partir de la destrucción del famoso Cristo de la Buena Muerte de Málaga acaecida durante los disturbios anticlericales de mayo de 1931, recién proclamada la II Republica.
     Mentiras piadosas dirigidas a los de su comunión de ideas, que precisan de la pertinente aclararación.



     Recurre a similar artificio a la hora de ocuparse de los daños sufridos por las pinturas murales del por entonces ya desaparecido pintor cordobés Julio Romero de Torres:

     “El ensañamiento de los rojos con todo lo que signifique religiosidad no paró en echar todos los santos en la hoguera. Había en esta misma Iglesia, en las Capillas del Sagrario y la Purísima, en la primera una Santa Cena y en la segunda la Sagrada Familia, ambas pinturas de Julio Remero de Torres. A los rojos parece que les molestaba que estas pinturas, representantes de varios aspectos de la vida de Jesucristo, estuvieran en aquellos muros. Para que no vieran más cogieron un bote de mala pintura y aguarrás embadurnando y chapoteando estos decorados en los que la paleta de Romero de Torres había esmerado su trabajo, hecho gratuitamente como recuerdo a la ciudad de Porcuna”.


    Desconocemos si durante los aproximadamente cinco o seis meses que el ilustrado falangista permaneció destinado en el frente de Porcuna sería capaz de recabar informaciones veraces sobre quienes fueron, con anterioridad a “la barbarie roja”, los primeros a quienes empezó a resultar molesta e incómoda la presencia de aquellas pinturas murales de Romero de Torres dentro de la casa de Dios.




    Prejuicios morales, prácticamente desde la inauguración del templo en 1910, motivaron una sostenida polémica entre los elementos liberales, amigos del pintor y promotores del encargo, y las fuerzas más conservadoras, que pronto encontraron en el rostro de la Virgen de la Sagrada Familia el reflejo de una nativa de dudosa moralidad, que por lo visto le había servido de modelo. Con respecto al semblante de rostro de Jesucristo, que aparece presidiendo el mural de la Santa Cena, también circularon toda clase de comentarios y comparaciones. 



   La progresiva fama de “pecador e inmoral” que arrastrará el pintor, creemos que terminaría siendo decisiva en la resolución final del conflicto.
   El  señor cura párroco, Don Ramón Anguita Carrillo, con el más que presumible visto bueno de las autoridades eclesiásticas provinciales, terminaría cediendo a las pretensiones y deseos de aquellos sectores más retrógrados de la sociedad local.
     Unos retablos de madera, de escasa calidad en cuanto a material y factura, terminarían ocultando ambos murales. Tuvieron que practicarse algunas perforaciones sobre los mismos con el fin de anclar los retablos.
    Se viene barajando el año 1917 como fecha de su colocación, aunque si damos crédito a la que aparece en la ficha del manuscrito original del Catálogo Monumental de la Provincia de Jaén (1913-1915), habría que retrotraerla, cuanto menos, al año 1915. A Enrique Romero de Torres no le pasa desapercibido el desaguisado cometido contra las pinturas de su hermano Julio:

     “La Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción es moderna. Fue consagrada hace pocos años y es un magnífico edificio de cantería costeado por todos los vecinos de la villa.
     Está decorada con gusto y la cúpula del presbiterio así como las dos capillas laterales pintadas al temple por el ilustre artista Sr. Romero de Torres (Don Julio) en el año de 190. Hace poco, dentro de estas capillas, han tenido la mala idea de colocar dos altares de madera de mal gusto, los cuales no dejan ver las pinturas que representan  respectivamente La Cena y la Sagrada Familia”.

   A los años 1914 o 1915 pertenece precisamente la fotografía de la cabecera. Se trata de un detalle de la original realizada por un anónimo fotógrafo contratado por  la Casa Editorial Alberto Martín de Barcelona para que le proporcionara material gráfico con el que componer sus famosas series de Porfolios Fotográficos. La que mostramos a continuación no sería finalmente incluida en el cuadernillo correspondiente. De haber estado despejados los murales de los ábsides laterales, y pese a la falta de luz natural de las capillas, el objetivo de este profesional pudiera habernos transmitido muestras de su factura original.



    Después de esta obligada alusión a los primeros avatares históricos de la estas pinturas religiosas producida por Romero de Torres, retomaremos la falsedad propagandista en torno a los desastres de la guerra.

    Noticias aisladas y precipitadamente inexactas sobre los daños ocasionados a las pinturas aparecieron publicadas en la prensa nacionalista a los pocos días de entrar en la ciudad la columna mandada por el Tte. Coronel Redondo:

ABC de Sevilla (6 de enero de 1937)

     La machaconería se convierte en una eficaz arma al servicio de la propaganda. En el mes de marzo de 1937, noticias suministradas desde Burgos por los servicios oficiales de prensa y propaganda del Cuartel General del Caudillo eran reproducidas en la mayoría de las cabeceras de prensa de la España Nacional:

    “Ayer se ha descubierto que los frescos de la iglesia de Porcuna, debidos al pincel del glorioso pintor cordobés Julio Romero de Torres, fueron estropeados por los rojos horas antes de la llegada de nuestras tropas a dicho pueblo.
     Los salvajes marxistas, para dar una prueba de su amor a la cultura y al arte, embadurnaron las pinturas con cal.
     Los vecinos de Porcuna han protestado indignados del salvaje atentado y pedido a las autoridades que se imponga un castigo ejemplar a sus autores en el caso de que fuesen capturados”.
(Diario de Córdoba 14 de marzo de 1937)

     Castigos de desigual naturaleza les esperaban a los hijos de Porcuna situados entre los defensores de la legalidad republicana. Entre ellos se encontraba un joven socialista llamado Andrés Cabeza Millán, pintor y decorador de formación autodidacta, responsable último de los “presuntos daños” sufridos por las pinturas tan reiteradamente aireados.
     Su trabajo le tuvo que costar a este buen hombre convencer al aparato represivo del nuevo régimen de que su valiente intervención había sido preservadora. Sus méritos han sido recientemente reconocidos oficialmente al otorgársele la Medalla de Plata de la ciudad de Porcuna, a título póstumo (recomendable el visionado del video del acto de entrega de distinciones en el que el historiador y arqueólogo Pablo Casado Millán traza un documentado esbozo del homenajeado).

     Los pormenores de su actuación en defensa del patrimonio los conocemos gracias a Don Manuel Bueno Carpio, que en su tesis de licenciatura en Bellas Artes publicada bajo el título de “La Parroquia de Porcuna y los murales de Julio Romero de Torres” en el año 1992, incluye una entrevista con Andrés:

    "En el mes de agosto de 1936 fueron destruidos y quemados todos los retablos de la iglesia y convertido el edificio en “Casa del Pueblo”. Entonces aparecieron en toda su belleza las pinturas murales y los daños ocasionados por los boquetes abiertos para la colocación de los retablos. Ahora estaban realmente expuestas a desaparecer.
    En conversación mantenida el día 13 de abril de 1984, Andrés nos decía, que habiéndose dado la orden de picar los murales, convencí a los dirigentes del Frente Popular de que las obras de arte debían ser respetadas para futuras generaciones. Me comprometí personalmente a taparlas sin que sufrieran deterioro. Los amenacé de escribir una carta al Ministerio de Instrucción Pública, si así no se hacía. Finalmente conseguí permiso para taparlas y lo hice con pigmentos y agua cola. Pinté en la parte central de los murales el antiguo escudo del partido socialista y en la parte exterior una mano señalando el siguiente texto: aquí hay un cuadro de la Santa Cena pintado por Don Julio Romero de Torres. Lo mismo hice en el otro mural. Pasada la contienda tuve que demostrar que las pinturas no habían sido dañadas".


    Esta imagen, tomada del exhaustivo y documentado trabajo monográfico publicado por de Don Manuel Bueno, se corresponde con el momento en que fueron retirados unos segundos retablos colocados a finales de la década de los cuarenta, justo al emprenderse su restauración en el año 1974, enmarcada ésta dentro de la conmemoración del centenario del nacimiento del pintor cordobés. Se aprecia algo borroso el primitivo emblema del P.S.O.E. (yunque, libro, pluma y tintero) que pintara Andrés Cabeza.


     En esta segunda fotografía, de igual procedencia, se puede apreciar la magnitud de los daños (numerosos boquetes) ocasionados durante las sucesivas operaciones de instalación de altares y retablos.
     Sólo podemos poner algo de incertidumbre o reparo personal al testimonio de Andrés Cabeza. Si damos crédito al cien por cien a sus consideraciones, resultaría que los elementos dirigentes del Frente Popular de Porcuna estaban desprovistos por completo de sensibilidad artística, se mostraron condescendientes con la famosa furia iconoclasta o fueron incapaces de sujetar la ira anticlerical durante aquel complicado contexto político-social posterior al golpe de estado del 18 de julio de 1936, con el que arrancaba la guerra civil española.

     Las generalizaciones suelen pecar de injustas. Por ejemplo, no creemos que dentro del saco sucio estuviese el veterano republicano Rafael Juárez Quero, que debía de gozar de cierta ascendencia en el seno del comité local del Frente Popular. Estamos ante un personaje, que como bien dicen Todos los Nombres de Porcuna en una de sus entradas de blog, se hace acreedor a la reparación de su dignidad, por su incuestionable condición de “luchador incansable, de buen orador, mejor escritor, denostado y olvidado por la historiografía local de ayer y hoy”.
     Con independencia de que sus postulados ideológicos estuviesen impregnados por el ateísmo y el librepensamiento, ya desde su primera etapa como concejal apostaría por una salida racional con la que subsanar aquel enojoso y mojigato olvido al que parecían estar condenadas estas pinturas murales de Romero de Torres.

Alférez José Gallo Martinez (1900-1921)

     En la primavera del año 1922, el pintor cordobés permaneció unos días en Porcuna alojado en casa de su amigo José Julián Gallo, que hacía poco había perdido al mayor de sus hijos (Alférez José Gallo) en la guerra de África. Aprovecharía la estancia para sacar de su perrera un cachorro de galgo negro, que a la postre terminaría convirtiéndose en su inseparable compañero (Pacheco), así como para entrevistarse con el señor cura párroco en pro de un posible apaño.
     Pese a que el pintor se mostró dispuesto a realizar nuevos bocetos de la Virgen y a restaurar los daños causados al instalar los retablos, todo siguió conforme estaba.
     En agosto de ese mismo año 1922,  llegaría hasta el Ayuntamiento de Porcuna un oficio remitido por la Delegación Provincial de Bellas Artes solicitando informes al respecto. Oficio, más que probable, fruto de una denuncia previa presentada por el concejal republicano Rafael Juárez.
     Proclamada la II Republica, en una de las primeras sesiones (7 de mayo de 1931) de la nueva corporación municipal, presidida por Manuel Alcalá Ramos del PRR (Partido Republicano Radical) y compuesta por otros 6 concejales de su misma filiación, 7 socialistas, 3 conservadores y 2 liberales, a propuesta de los concejales de la mayoría republicana, señores Rafael Juárez Quero y Antonio Quero Aguilera, se solicita sea elevado escrito a la Dirección General de Bellas Artes.
    Heredia Espinosa, desde sus posicionamientos ideológicos, en su Historia de Porcuna, califica como de artera la maniobra de estos concejales anticlericales, y de insidias contra el cura párroco sus denuncias, al parecer, desestimadas por las comisiones investigadoras llegadas al efecto.

Don Ramón Anguita Carrillo
    A nuestro entender, creemos que a las autoridades republicanas en este, y otros muchos asuntos, les paso lo mismo que a esa otra inmortal pareja protagonista de El Quijote: “Amigo Sancho con la Iglesia hemos topado”.
    Se da la paradójica circunstancia de que el concejal lerrouxista Antonio Quero Aguilera, que llegará a ser alcalde durante buena parte del denominado Bienio Negro, a la par que su partido, fue evolucionando hacia los posicionamientos de la derecha. De hecho su nombre figura entre las víctimas causadas por la izquierda
   Rafael Juárez Quero tenemos entendido que abandono pronto las filas del PRR para ingresar en el Partido Republicano Radical Socialista, liderado a nivel nacional por Marcelino Domingo. Desconocemos si llegó a reingresar como concejal en el ayuntamiento constituido tras las elecciones ganadas por el Frente Popular en febrero de 1936,  y de qué manera le pudo haber afectado la represión franquista. Animo a los amigos de Todos los Nombres de Porcuna, a quienes creemos suficientemente documentados al respecto, a que nos despejen la incógnita.


30 junio 2012

Retablos del Altar Mayor de la Parroquial de la Asunción de Castro del Río.


     El artículo dedicado a Castro del Río en el Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar, publicado por Pascual Madoz entre 1846 y 1850, recoge una escueta noticia sobre un primitivo retablo alojado en la capilla mayor de la iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción:
     “En la capilla mayor se ve un retablo moderno de dos cuerpos y de muy buena arquitectura, fabricado en el año 1826: en el inferior contiene en un arco el tabernáculo, y a los lados San Juan y San Marcos; el superior presenta Ntra. Sra.de la Asunción en el centro, y a der. e izq. San Lucas y San Mateo. En los costados de este retablo, sobre las puertas de la sacristía, se ven San Pedro y San Pablo, todos lienzos muy buenos del pintor honorario de cámara D. Diego Monroy y Aguilera”.

     Francisco Valverde y Perales en el capítulo que le reserva en su Historia de Baena (Toledo 1903) al pintor local Diego José Monroy y Aguilera (1786-1856), también refiere su producción para la parroquial de Castro, que tuvo que realizarse forzosamente durante esos primeros años de la tercera década del siglo XIX:

     “La iglesia Parroquial de la Asunción de Castro del Río, en su Capilla mayor, conserva siete lienzos pintados por este distinguido artista, representando a la Asunción de Nuestra Señora, los Evangelistas San Juan, San Marcos, San Mateo y San Lucas, y los Apóstoles San Pedro y San Pablo, todos considerados como muy estimables”.

     Cuando Rafael Ramírez de Arellano elabora su Inventario Monumental y Artístico de la Provincia de Córdoba (1902-1903), el referido retablo se hallaba desmontado y el templo cerrado al culto por reformas. Esta circunstancia le permite a R. de A. estudiar el ábside central de la iglesia:

     “Hemos visto que es exactamente igual al de San Pablo de Córdoba y tuvo baquetones, hoy rozados, y en las aristas exteriores conserva los botareles. Quedan dos de las estrechas ventanas que lo iluminaban, sin más adorno que una imposta en la parte alta para recibir el arco, cuyo tosco perfil es éste:

Se aprecia como el dibujo no era su fuerte
     En los despieces del muro se ven las marcas de los canteros. Todo está tan desfigurado que sólo detrás del retablo mayor, o subiendo a los desvanes, se puede estudiar".


     Ha sido precisamente esta referencia de R. de A y el obligado repaso por la bibliografía del profesor Aranda Doncel, quienes me ha permitido localizar en prensa histórica una crónica, remitida por el activo y culto corresponsal del Diario de Córdoba, Antonio Pérez López Toribio, sobre el resultado final de aquella reforma. Junto a la típica descripción de los fastos cívico-religiosos celebrados con motivo de la reapertura al culto, se extiende detalladamente en aquellas partes del templo que se vieron afectadas por la misma, cuyo importe (40.000 pesetas) fue sufragado íntegramente por don Joaquín Sotomayor y Sotomayor y su piadosa señora, Doña Salud del Barranco y Valdelomar.
     Una sucinta relación de las mismas la recoge Juan Aranda Doncel en su Estudio histórico del Barrio de la Villa, procedente del Boletín del Obispado de Córdoba, aunque la crónica del corresponsal del Diario es bastante más extensa. Le atribuyo, incluso, conocimientos en historia del arte o, por lo menos, que supo documentarse acertadamente para la ocasión, como podremos comprobar.
     La minuciosa descripción que nos trasmite del retablo mayor se corresponde casi al cien por cien con la plasmada en la ya famosa fotografía de Castellá que se muestra en la cabecera.  Lo que me ha llamado poderosamente la atención es que la distribución iconográfica original, reflejada en el artículo de Pascual Madoz, parece verse considerablemente alterada, ya que los lienzos de los cuatros evangelistas (Juan, Marcos,  Lucas y Mateo) que tenían reservado su sitio junto al de la Asunción en el retablo confeccionado en 1826, que lució dentro de la misma a lo largo de todo el siglo XIX, desaparecen de su lugar original. Todo esto me induce a pensar que más que a una reinstalación a lo que se vería sometido el retablo durante las ya referidas reformas de principios del siglo XX, sería a una restauración-recomposición de considerable envergadura, con el resultado de un retablo prácticamente de nuevo cuño.
     Dejemos que sea Antonio Pérez L-Toribio quien nos conduzca y nos informe sobre las transformaciones operadas en el templo parroquial tras aquellas reformas de 1902-1904:
     “El púlpito, la balaustrada colocada en el contorno del presbiterio y el retablo, pertenecen al tercer periodo del estilo ojival o gótico, conocido con el nombre de florido o flamígero, que como es sabido llego a alcanzar su mejor esplendor durante el siglo XV. El pulpito es todo de madera de cedro en su color propio, por lo que resulta severo y elegantísimo”.

     “La balaustrada o antepecho, como es de madera común, está pintada de blanco y sus molduras doradas mate y bruñidas”.

         
     “En cada vértice de los dos ángulos que forman la balaustrada en la gradería que da acceso al presbiterio, hay un facistol construido por una hermosa águila dorada mate, en actitud de volar, que se apoya en una esfera también dorada pero bruñida”.

    
EL RETABLO

     El retablo es también de madera común y tiene su fondo pintado de blanco y los adornos dorados, bruñidos unos y otros mate. En su eje principal y sobre el altar, está, primero el artístico tabernáculo o pequeña capilla donde se guarda la sagrada Eucaristía:


Más arriba aparece la majestuosa figura, tallada, del Corazón de Jesús, sustentada en bonita repisa y cubierta por un gran doselete octagonal.

     En la parte media del doselete, y en un mismo plano, tiene las pequeñas esculturas de Nuestra Señora de la Asunción, San Joaquín, San Lorenzo, Santa Isabel y la Dolorosa:

     Si nos imaginamos la efigie de Jesús colocada en el vértice opuesto a la base de un triángulo equilátero, en los otros dos vértices están situadas las esculturas de la Maternidad de María y San José y en los puntos medios de los dos lados del triángulo, las de Jesús en la Columna y Santa Mónica.


      Aquí, tengo que reconocer que me pierdo con los triángulos equiláteros y los vértices, siempre he sido torpe en estas materias, y además mis conocimientos en iconografía religiosa son más bien parcos. De las referenciadas sólo parece estar clara la de Jesús de la Columna. Con el resto me aventuro, y si alguien cualificado en la materia detecta falsas adscripciones le rogaría que me corrigiera:

Jesús amarrado a la columna
San José

Maternidad de María - Inmaculada 


Santa Mónica

      Bastante más clara parece la identificación de las siguientes imágenes:


     Por último, en el tercio más elevado de las dos agujas más altas, están, en una la escultura de San Juan Bautista y en la otra la de San Roque.Tanto éstas como las anteriores se sostienen en decoradas repisas y las cubren pequeños doseletes.

San Juan Bautista

San Roque
      En suma, las tres obras descriptas tienen sus formas esbeltas, afiladas y ligeras, semejándose en su conjunto a un enrejado, o más bien dicho, a un delicadísimo encaje. Al mirar los calados que tienen sus hojas, delicadamente trabajadas, y arcos festoneados, sus agujas piramidales, sus molduras prismáticas y sus líneas onduladas y quebradas, causan en nuestro cerebro una grata impresión, tal, que es muy difícil olvidar un buen rato.

     Lástima que el cronista no repare en cuestiones como autores o talleres encargados de la confección y montaje de estos trabajos. Bien pudieran ser fruto del buen hacer profesional del tradicional gremio de carpinteros de la localidad.
 

    Pongo un provisional punto y aparte, ya que esta segunda fotografía de Castellá de la nave central de la Iglesia, permite seguir desentrañando detalles sobre la decoración y distribución del templo. Por ejemplo, sobre el nuevo pavimento, de mosaico hidráulico, “que forma primorosos dibujos estilo de los entarimados”.
 
     Todo el material gráfico que se muestra procede del “Fons editorial Albert Martín” de la Biblioteca de Catalunya. Me reitero en mis agradecimientos hacia esta institución cultural catalana por su atención y la facilidad pasmosa con la que han puesto en mis manos, y de camino en las de la sección de Temas Locales de la Biblioteca Pública Municipal de Castro del Río (es decir a disposición de todos los castreños), esta colección de magníficas fotografías. El pequeño esfuerzo económico que me ha supuesto su consecución lo asumo con satisfacción y agrado. Que cunda el ejemplo.  
    
    Es justo y necesario, hacer mención a las políticas culturales, libres de sectarismo, que se desarrollan en esta tradicionalmente más moderna, en todos los sentidos, comunidad autónoma. Tengo experiencias recientes de relaciones con archivos y bibliotecas dependientes del Ministerio de Cultura, que se mueven en una honda más cateta. Es más, como soy suspicaz por naturaleza, hasta pudiera darse el caso de que recurran policialmente a la barra de google a la hora de planificar la atención a los pedidos y demandas que les llegan.
     ¡Catetos! Es el adjetivo más suavecito que se me ocurre para calificar estos indiscriminados comportamientos.

16 marzo 2012

Dos Trinitarios de Porcuna en el Museo de Bellas Artes de Granada.


     La colección pictórica del Museo de Bellas Artes de Granada alberga entre sus fondos dos cuadros en los que aparecen representados sendos clérigos casi coetáneos y naturales de Porcuna (Jaén). Proceden del extinto Real Convento de Trinitarios Descalzos de Nuestra Señora de Gracia de Granada, a cuya orden pertenecieron y del que fueron significados moradores.

VENERABLE PADRE FRAY LEANDRO DE SAN JOSÉ



     Las únicas noticias que tenemos sobre él nos las proporciona la inscripción que aparece en la cartela, que, justo detrás y a la derecha, porta un angelote:

    «El V. P. Fr. Leandro de / Sn Joseph. Nat. de Por- / cuna, Provl desta Provª in- /signe Theóloga; fue vigi- / lintíssimo Prelado, de / mui rara observancia de / alta contemplació, y admi- / rable penitencia. Iaze / su cuerpo en el Contº de Sevilla, donde pa- /só a mejor vida / Año de 1642».

Ficha museográfica

Clasificación genérica: Pintura
Objeto: Cuadro
Título: Fray Leandro de San José, Trinitario Descalzo
Autor: Atribuido a Bocanegra, Pedro Atanasio 
Material/Soporte: Lienzo
Técnica/s: Óleo
Dimensiones: Sin marco: Altura = 78,0 cm; Anchura = 146,0 cm
Contexto Cultural: Barroco Escuela Granadina
Datación: 1666-1689
Procedencia: Convento de Trinitarios Descalzos de Virgen de Gracia (Granada). En el claustro del convento.
Descripción iconográfica: El fraile se encuentra en una actitud de alabanza, con los brazos abiertos y mirando hacia arriba donde aparece una Inmaculada, con las manos en posición orante, sobre una luna convexa y rodeada de angelitos que portan instrumentos musicales. Detrás de Fr. Leandro un angelito con la cartela ya mencionada.

VENERABLE HERMANO FRAY JUAN
DE SAN BUENAVENTURA


     Inscripción de la cartela:

     «El V. Po Fr. Juan de Sa / Buenaventura Nat. de / Pocuna, vivió entre las fra-/gilidades del mundo con / prerrogativas de Ángel, si- / éndolo en la pureza, paciencia / con que se corona de maravi- / llosos triunfos a pesar del / mundo, y del Demonio. Mu- / rió en Córdoba Año / de 1658».

Ficha museográfica

Clasificación genérica: Pintura
Objeto: Cuadro
Título: Venerable Padre Fray Juan de San Buenaventura
Autor: Salcedo, Juan de
Material/Soporte: Lienzo
Técnica/s: Óleo
Dimensiones: Sin marco: Altura = 76,0 cm; Anchura = 153,0 cm
Contexto Cultural: Barroco Escuela Granadina
Datación: 1676-1725
Procedencia: Convento de Trinitarios Descalzos de Virgen de Gracia (Granada). En el claustro del convento.
Descripción iconográfica: Centrando la composición el fraile trinitario el cual se encuentra en ademán de bendecir a un hombre que se inclina ante él. Al fondo aparece un crucifijo, mientras que detrás del monje hay un angelito que porta una cartela con la inscripción ya reproducida.

Observaciones: Presenta grandes desconchones, los cuales afectan a la cara del fraile, además hay lagunas de preparación y pintura y presenta síntomas de humedad.



     De este segundo trinitario natural de Porcuna, que alcanzaría cierta notoriedad en el seno de su orden, si podemos proporcionar algunas notas biográficas, así como relacionar la obra impresa o manuscrita que se le conoce.
     Juan de San Buenaventura nació en Porcuna, obispado de Jaén, en 1588. Le presuponemos de extracción social notable, pues tuvo la oportunidad de estudiar la gramática y la filosofía antes de profesar, con 17 años, en la Orden de Calatrava, en la que permaneció hasta el año 1627. Buscando mayor austeridad, vestiría el hábito trinitario en un convento de la Orden en Madrid, cambiando sus apellidos, Aguilera Bueno, por el de San Buenaventura. Con el tiempo sería destinado por sus superiores a la ciudad de Roma, donde ejercería el cargo de comisario general de la Orden y dos veces ministro del Convento de San Carlos. De vuelta en España, fue nombrado ministro de Infantes, y poco después, en el Capítulo General de la Orden, celebrado en mayo de 1656 en Toledo, designado para Prior del convento de Granada, a cuyo cargo renunciaría al año por motivos de salud, retirándose posteriormente al de Córdoba, donde falleció el 8 de noviembre de 1658.



    Este otro cuadro, catalogado como "San Buenaventura" (a secas) también se encuentra entre los fondos del Museo, y coincide con el anterior tanto en su autor, datación y procedencia.


Obra impresa

Fasciculus trium florum Ordinis SS. Trinitatis de Redemptione Captivorum seu brevisimum Compendium, tria tantum succinte attingens, videlicet vitam Sanctorum Joannis de Matha et Felicis Valois, hujus Ordinis Patriarcharum ejusque professores pro instituto redemptionis et fide Christi corpora sua ad supplica tradentes et captivos christianos de infidelium servitute redemptos ex probatae vitae scriptoribus a P. ... collectus. Roma: Tip. Reverenda Cámara Apostólica, 1651. 32 p.

Manuscritos

Camino del cielo. Ms., 2 vols. (En el convento de Córdoba antes de la excIaustración).
Materias morales. Ms., 2 vols. (En el convento de Córdoba antes de la excIaustración).
Disertaciones sobre diversas materias. Ms.
"Libro della fabrica" del Convento de “San Carlino alle Quattro fontane". Versa sobre la fundación y fábrica del convento de San Carlos a las 4 Fuentes de Roma e incluye un catálogo de los PP. Ministros y Procuradores generales que hubo hasta su tiempo. Ms. (redactado entre 1650-1655) Se conserva el convento de San Carlos de Roma.


     Siendo procurador general del San Carlino (1650-1655), fue el encargado de llevar personalmente el control de su libro de fábrica. Se trata de un revelador y valioso documento escrito en lengua italiana, muy utilizado por los historiadores del arte, pues aparecen en él detalladas pormenorizadamente sus diferentes fases constructivas (entre1610 y 1655). A Fray Juan de San Buenaventura se le atribuye la elección del arquitecto Francesco Borromini como encargado de ejecutar el proyecto del convento e iglesia, por recomendación del Cardenal Francesco Barberini, de quien era confesor.

FUENTES UTILIZADAS

Catálogo de fondos del Museo de Bellas Artes de Granada (ceres.mcu.es)
Díaz Díaz, Gonzalo: Hombres y documentos de la filosofía española. Vol. 4. CSIC, 1993.


     En las fuentes utilizadas aparecen algunas contradicciones en cuanto a fechas que he procurado corregir. Después de elaborar esta entrada, se hace de obligado cumplimiento programar una visita a este museo granadino. De camino, animo a los muchos estudiantes de Porcuna que deambulan por la ciudad del Darro para que secunden mi iniciativa. El Museo de Bellas Artes se halla ubicado dentro del monumental Palacio de Carlos V, aledaño a los conjuntos de la Alhambra y el Generalife.