Espacio abierto dedicado al estudio de las historias locales de los municipios de Castro del Río (Córdoba), Porcuna (Jaén) y Motril (Granada), así como sus adyacentes. Recomiendo la utilización del apartado de comentarios para aportaciones, consideraciones, críticas o rectificaciones. De igual manera, está disponible para quienes deseen colaborar con la publicación de artículos o aportando documentos, sobre cualquier tema de carácter histórico relacionado con dichas poblaciones.

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04 enero 2012

SOLIDARIDAD OBRERA


    La historia entendida como disciplina, a veces va mucho más allá de ser una mera fuente de cultura y transmisión de conocimientos, y se presta a encontrar en ella reflejos o ejemplos con parangón en la actualidad.
    Vivimos un largo y cada vez más incierto periodo de crisis económica que se está cebando primordialmente con la clase trabajadora en forma de desempleo masivo, salarios precarios, abaratamiento del despido, juventud sin expectativas, recortes, congelaciones… y lo que nos espera, si finalmente se pone en marcha esa interesada reforma laboral en la que algunos quieren ver la panacea para salir de la crisis.
    Da la triste impresión de que se ha perdido la conciencia de clase y los propios trabajadores (entre los que parece predominar el conformismo) hasta dudan de su histórico poderío a la hora de plantar batalla a la adversidad. Los sindicatos mayoritarios se han ido progresivamente desprestigiando y  han perdido por completo su capacidad de movilización. Es más, les cuesta consensuar medidas de unidad de acción y parecen estar más pendientes de lo que hace mal el vecino que de lo que se podría hacer en defensa de los legítimos intereses de clase. Con el tiempo el sindicalismo se ha hecho cada vez más sectorial e individualista,  y aquella “Solidaridad” que marcó el origen del sindicalismo moderno parece difuminarse entre intereses oscuros y la desidia generalizada.
    Para intentar romper con ella, me valdré de las reflexiones de José Montilla Doncel, un militante anarcosindicalista de Castro del Río, plasmadas en un escrito publicado bajo el título de “A mis hermanos campesinos” (Acción Social Obrera, nº 74 de 7 de diciembre de 1929), donde se detiene en la regresión o derrumbe sufrido por aquel pujante sindicalismo campesino de la campiña de Córdoba del periodo 1918-1923, durante la larga travesía de la Dictadura de Primo de Rivera, a la vez que azuza y saca los colores a sus hermanos de clase por el acomodaticio nivel de inconsciencia en el que habían caído.



     Creo que estas sencillas palabras, salidas de la pluma de este humilde campesino castreño, nos pueden servir de ejemplo para comprobar cómo su lucha y la de un reducido elenco de compañeros (José Dios Criado, José Criado López, Bartolomé Montilla Ruz, Lucas Centella Aranda, Rafael Villegas Sánchez, Juan Gómez Gutiérrez…) que supieron permanecer en la brecha pese a las adversidades y la indiferencia, permitió que el anarcosindicalismo de la campiña cordobesa resurgiera con nuevos bríos, convirtiéndose en hegemónico y poderoso durante la década de los treinta.
    El contexto histórico no tiene nada que ver con el actual, ni aquellos sindicalistas con los de ahora. El parangón, lo establezco simplemente porque creo en se hace necesario romper con ese  letargo y conformismo en el que andamos  sumidos tanto quienes tenemos la suerte de tener un puesto de trabajo, como quienes lo han perdido o quienes aspiran a conseguirlo. Debemos de procurar que el peso de la crisis no recaiga principalmente sobre los asalariados y las clases medias, y evitar a toda costa la perdida de históricos derechos y la devaluación de las políticas sociales. Se me ocurren fórmulas, pensemos juntos, aunemos nuestros esfuerzos, revolucionemos nos con inteligencia si fuese preciso. Quedarse cruzados de brazos supondría entregarse a la arbitrariedad, abuso e indolencia de quienes se supone deben adoptar medidas correctoras. Mantengamos nos en guardia, recelemos, desconfiemos…y empecemos a exigir con conciencia de una puñetera vez.
    Dejo de lado este pequeño mitin-desahogo-pataleta individualista en busca de la movilización colectiva y transcribo tal cual el artículo de José Montilla. Espero que os azuce el espíritu:


A mis hermanos campesinos

    El periodo entre 1918 y 1923 también fue una etapa gloriosa en las luchas del campo. El noventa por ciento de los trabajadores estaban asociados en las Federaciones de la CNT, los trabajadores eran respetados, se ganaban jornales que si no cubrían en todo las necesidades de nuestros hogares, en parte quedaban satisfechas. En los periodos de huelga los obreros de una localidad cualquiera prestaban solidaridad a los que […] se encontraban impedidos de recorrer los cortijos e imponer dejar el trabajo a los esquiroles. Se alimentaron nuestros estómagos e impusisteis un respeto que lo uno y lo otro tenéis perdido a consecuencia, quizás, de creer que todo lo teníais resuelto y la realidad del momento confirma que no había nada hecho. Desde que cambió el régimen político de la nación suprimieron la poca libertad de prensa que había […] y quedamos recaídos al silencio.
    Como nuestras conciencias no estaban preparadas para salvar los múltiples obstáculos que han sobrevenido, desmayasteis y abandonasteis el sitio de vuestro valer. El enemigo al acecho, aprovechó ese momento de abandono y reconquistó el terreno perdido  ¿De qué sirvió tanto luchar, pasar tantas privaciones si nos encontramos en la misma o peor situación que antes?   ¿A qué obedece el cambio doloroso de abandonar las filas de nuestras organizaciones para lanzarse a ciegas por el camino de las confusiones y fracasos? Comprendo que una gran responsabilidad recae en los individuos que lucharon a nuestro lado como elementos significativos y hoy sirven de contrapeso a nuestros sacrosantos ideales. Muchos de los que se llamaron compañeros están entregados en cuerpo y alma a esa organización antítesis de nuestra confederación: la UGT.

(Acción Social Obrera nº 74 de diciembre de 1929)

    Para entender ese transfuguismo denunciado desde las filas anarcosindicalistas tenemos que recordar que la otra gran central sindical del país, la UGT, durante los años de la Dictadura de Primo de Rivera permaneció dentro de la legalidad y hasta colaboró con el nuevo orden, mientras que la CNT pasaba a la clandestinidad y era perseguida.



    El articulista, imbuido por los esquemas de lucha de clases que se estilaban en aquel pretérito agro andaluz, señala claramente como enemigo a la patronal, que sabe aprovecharse a la perfección de la debilidad organizativa obrera para imponer clausulas y condiciones. El enemigo principal del trabajador del siglo XXI, ya no son los patronos, ni la crisis, sino aquellos que la han provocado. Son enemigos invisibles, que no necesitan dar la cara y disponen de herramientas lo suficientemente poderosas como para evitarse perder el tiempo en negociaciones estériles e insulsas. Saben y pueden imponer políticas en favor de sus intereses.
    Juguemos al “enemigo invisible”, arrebatémosle la máscara a los poderosos. De todos depende.


23 mayo 2011

Manifiesto democrático de la alpargata


   
   Concluido el proceso electoral no voy a entrar en análisis y valoraciones, pues de ello ya se vienen ocupando toda una legión de profesionales de la información, sesudos polemistas y tertulianos, que seguirán desfilando durante los próximos días por las diferentes cadenas de radio y televisión.
  Las especiales circunstancias revolucionarias (transformadoras) que han emergido coincidiendo con la última campaña, ya bautizadas a nivel internacional como Spanish Revolution, me han obligado a tomar parte activa (pringarme) desde mi humilde espacio, por conciencia, solidaridad, y con el anhelo de que el actual sistema pudiese cambiar, empujado por la indignación de importantes sectores de la sociedad. La incidencia que haya tenido ésta en las urnas (beneficiados/damnificados) sinceramente me importa un pepino. Lo primordial, lo deseable sería que su llama permaneciera encendida con inteligencia e independencia el mayor tiempo posible, de manera que los actuales o futuros depositarios de la “voluntad popular” se vean obligados a escuchar, analizar y asumir parte de sus justas reivindicaciones.

    Para retomar el tono habitual de mis entradas de blog, sin desvincularme bruscamente de cuestiones reivindicativas, hecho mano nuevamente de don Blas Cabello y Chocero, “El callista-guitarrista” ,aquel “concejal de cuarto de hora” durante la Dictadura de Primo de Rivera en Córdoba y gran aficionado al deporte de la pelota.
  No se trata de un personaje de ficción salido de la pluma de aquel Reponer X, existió realmente y su múltiple actividad también es verídica y contrastable. 



  Efectivamente las prodigiosas manos de este profesional del callo, eran ambivalentes para eliminar un juanete como para sacar notas musicales de las cuerdas de una guitarra. Me consta su participación como concertista en diferentes eventos celebrados en la capital cordobesa. Incluso, en 1929, llegaría a dar muestras de su erudición en el tema, al conferenciar en el prestigioso Ateneo de Madrid con un estudio comparativo de la guitarra según las regiones españolas.
   Se le atribuyen otras profesiones como malabarista, feriante y vendedor de décimos de lotería, de las que dispongo de alguna información que me reservo para otra entrada.
   Un nuevo recorte de prensa nos sirve para añadir a su ya dilatado curriculum vitae su antigua pertenencia al gremio de zapateros de Córdoba.
   Además de sus habilidades manuales, a este buen señor no le faltaba ingenio y sentido del humor. Como muestra, una carta publicada en el recién creado diario La Voz de Córdoba en mayo de 1920, cuando aún gozaba de buena salud el obrerismo cordobés en los postreros meses del famoso trienio bolchevista.
   Su condición de ex profesional del gremio de zapateros, le legitima para emitir su argumentada opinión sobre las causas de los males que aquejan a sus antiguos compañeros de oficio en aquel contexto.


A la clase media
en general y al obrero en
particular

   Señor Director de La Voz.
   Muy señor mío: Adjunto tengo el honor de remitir a usted el siguiente manifiesto en contestación al lanzado ayer por el gremio de zapateros a la opinión, y como ciudadano me creo en el deber por cuenta propia de exponer mi modesto parecer en aquello que creo que obro en defensa propia.
   Gracias anticipadas por su afectísimo s.s.q.e.s.m., Blas Cabello.
   Córdoba 18 de mayo de 1920.



   Ciudadanos: es preciso salir en defensa de nuestros intereses amenazados por los importadores de calzado hecho, que son los únicos enemigos del obrero zapatero.
   El manifiesto lanzado ayer a la opinión publica por dicho gremio de zapateros, no va contra los capitalistas, no; el manifiesto va dirigido indirectamente a la clase media y al obrero, que tiene que pagar 40 y 50 pesetas por un par de botas, y no es humano que una modista, una sastra y las obreras en general estén velando tres y cuatro horas diarias por espacio de mes y medio que duran las veladas, y que un total de 30 pesetas que reportan estas veladas, tengan que gastarlas en un calzado, robado a su salud y a su alimento, además de ser este calzado molesto, antihigiénico y ridículo con ese suplemento que llevan debajo del talón de ocho o diez centímetros, sabiéndose por ciencia que esos zapatos hacen a las mujeres enfermizas y tuberculosas.
   El uso de las alpargatas es el principio de la revolución económica que forzosamente tenia que operarse para dar al traste con esa importación de pieles carísimas que nos cuestan muchos millones, y cuando las clases capitalistas se den cuenta que no es una deshonra calzar con alpargatas, irán suprimiendo esas plumas y artículos de fantasía que para nada sirven; pero es un hecho que poco a poco se van llevando al extranjero nuestra riqueza nacional, o sea los productos de comer que nosotros mandamos a cambio de cuatro figurines y cuatro cintajos, que sólo le sirven al pobre para lucirlos por Carnaval, para demostrar el poco valor que esas cosas tienen cuando las abandonan los ricos por haber pasado de moda.
   Sería muy lamentable que lo mismo que hemos adoptado la alpargata, mañana adoptáramos el teatro por los toros, y claro está, que en este caso se quejarían las empresas, los ganaderos, los toreros por ir derechos a la ruina.
   Lo mismo les ha sucedido a las compañías de cómicos cuando nació el cine, que miles de artistas fueron a la ruina por causa de ese espectáculo inmoral y destructor del arte.
   ¿Sería justo si descubriésemos el secreto de nuestra salud, preferir las enfermedades por no lanzar a la ruina a la clase médica?
   Los únicos que van a la ruina son los vendedores de calzado, que traen millones y millones de calzado hecho, y que son los únicos enemigos del obrero zapatero, que siempre estará donde está o sea en la ruina y la miseria.
   Hace 25 años me lance a la ruina y a la miseria dejando el oficio de zapatero; y gracias a este sacrificio no he sucumbido en la miseria como muchos compañeros míos que los he visto morir tuberculosos por ser esta profesión una de las muchas que tienen que trabajar en portales y habitaciones sin sol ni aire, mientras que un albañil y el último obrero campesino, goza de estos alimentos que tan precisos y útiles le son a nuestra vida.
   El uso de la alpargata no es suicida, ni injusto, ni eficaz; el uso de la alpargata es higiénico, democrático y de resultados económicos y positivos, que dará al traste, como digo al principio, con la importación de artículos extranjeros de pura fantasía, que es la ruina de la patria.

Blas Cabello.
   No le doy la razón del todo a don Blas, pero ni mucho menos osaría contradecir a todo a un especialista en el mundo del pie y derivados.
   Como diría en sus Humoradas Don Ramón de Campoamor: 

"En este mundo traidor, 
nada es verdad ni mentira, 
todo es según el color 
del cristal con que se mira". 

   Logicamente hay cristales más opacos y más trasparentes. Yo apuesto por el trasparente, más fragil y que entraña mayores riesgos. Los asumo dignamente.

03 mayo 2011

PASADO, PRESENTE Y FUTURO



   El pasado es a lo que vengo dedicando placenteramente mi ocio e intelecto durante el último año a través de este blog, con una producción de 120 entradas, en las que abordo libremente, con mayor o menor acierto, diferentes aspectos históricos relacionados con las poblaciones en las que se ha desarrollado y se sigue desarrollando mi existencia.

   El presente es lo que nos depara el día a día en nuestro entorno mas inmediato, y todo aquello que nos llega a través de los, cada día mas manipulados, medios de comunicación: la machacona crisis con sus 5 millones de parados (más que preocupante), la interesada utilización que se hace de ella por quienes aspiran a convertirse o mantenerse en el poder, corruptelas de todo tipo (¡puta!, ¡más puta eres tu!), el programado ajusticiamiento de Osama Bin Laden, sin juicio previo, por parte de la gran potencia o los también interesados conflictos del norte de África…y como no, lo cuatro derbys consecutivos Madrid-Barcelona que utilizamos para evadirnos de la cruda realidad.

   El futuro es algo que se nos escapa de las manos, algo incierto, pero que de alguna manera intentamos controlar desde el presente, con ahorro o planes de pensiones con los que poder afrontar los últimos años de existencia con unas mínimas garantías de calidad de vida. El futuro político es algo que realmente nunca me ha preocupado, pero tras visionar un video que un amigo me ha remitido por correo empieza a preocuparme seriamente.

   Se trata de las declaraciones realizadas por el joven Pablo Casado “El Huracán Liberal”, presidente de NNGG del PP en Madrid, en el marco de un congreso de su partido. Os dejo con ellas. No tienen desperdicio los tres últimos minutos, aplaudidos fervientemente por la plana mayor del PP.




   No voy a cuestionar la idea de libertad de este arrogante y arrollador mozuelo, salido y formado ex profeso en la factoría madrileña de Doña Esperanza Aguirre.
   Me limitaré a trasmitir mi temor de que sean jóvenes como éste quienes rijan los destinos del país y su ciudadanía en un futuro, entre la que espero seguir encuadrado el mayor numero de años posible.
   Mis miedos pasan por que pudieran verse trastocado mi proyecto para cuando pueda redimirme definitivamente de mi esclavitud laboral. Había pensado en destinar mi ahorro a la adquisición de una autocaravana que me permitiera viajar libremente, si la salud lo permite, por infinidad de interesantes rincones desconocidos de nuestra geografía, y vivir ajustándome a la modesta pensión a la que tuviera derecho.
   Mucho me temo, que pujantes jóvenes populares, como el susodicho, una vez consolidados como poder en la sociedad futura, se desprenderán definitivamente de esa etiqueta de liberales y centristas que tan rentable les resulta electoralmente hoy, a pesar del evidente tufillo a tocino rancio que desprenden.
   Llegado el momento, un servidor, que sin haber militado en partido alguno, que he optado, y continuaré haciéndolo, por expresarme libremente a través de este mi humilde espacio, temo que pudiera verme incluido en una lista negra de rojos irredentos, condenados a pasar el resto de sus días en un asilo bajo la custodia de unas monjitas, que aparte de aguarnos el vino, nos obligarían a asistir a misa y a rezar el rosario para redimirnos antes de que el señor nos acogiese definitivamente en su seno.
   Un final chistoso y triste a la vez, y tan demagógico como los argumentos de este señorito, que no voy a rebatir. Prefiero dedicarle unas serenas poesías, salidas de la pluma de un grande, Miguel Hernández:

  Quienas compartan mis temores o se sientan ofendidos, por este proyecto de jerifalte (con respaldo oficial) les invito a participar en comentarios, con la mesura, educación y respeto de las que parece carecer.
  Aquellos que defiendan su talante liberal, que expongan igualmente sus argumentos con las mismas premisas (a ser posible a cara descubierta, es mas consecuente así).

09 febrero 2011

Venturas, desventuras, vocaciones y devociones de un vinatero cordobés de principios del siglo XX: El formidable Pepe Codes.



   De un tiempo a esta parte, vengo padeciendo cierta indiferencia y un progresivo desinterés por las noticias que nos depara la actualidad. De la prensa diaria, apenas si llego a leer los titulares en el trabajo, no da tiempo para más, tengo que atender demasiadas desideratas de los usuarios de mi servicio. El resto de las informaciones, las tomo al vuelo del transistor que me acompaña en la cocina mientras preparo el desayuno, el almuerzo o la cena. Hasta he dejado de comprar el Ideal con su dominical de fines de semana. El artículo de Pérez Reverte, del que era un ferviente seguidor se me ha empezado a atragantar.
   En mi última visita al loquero/a (maja chica), me han diagnosticado bloguermanía (otra dependencia además de la del tabaco), que viene a ser algo así como una necesidad imperiosa de buscar y rebuscar noticias e informaciones del pasado, para después plasmarlas, con tecnología bloguer, en páginas que andan por hay colgadas a disposición de quien quiera compartir mis curiosidades. También di altos niveles de  egocentrismo en la analítica espiritual a la que me sometieron. Bueno estoy en vías de, si no de solucionar del todo el problema, al menos predispuesto a racionalizar la distribución de mi tiempo de ocio. Hay que hacer otras cosas. Iremos saliendo.
   Aunque esa dependencia temporal me ha resultado provechosa para sanear mi maltrecha economía, al prescindir de parte del  importante capítulo del presupuesto que suponen los gastos de calle, en detrimento del sector de la hostelería. Recomendable para tiempos de ajustes.
   Otro aspecto positivo de la analítica ha sido el progresivo desarrollo de las relaciones interpersonales, con gente que comparte, que se interesa, que pregunta, que responde, un continuo intercambio que enriquece personalmente. En base a esto, mi doctora, que es una gran profesional, me ha prohibido terminantemente cerrar el blog, cual era mi propósito en un principio, de romper por lo sano, a cambio de, ir reduciendo progresivamente la dosis nociva de nicotina. Sé que me va a costar…

   Como todavía, por provisional prescripción facultativa, puedo sumergirme en las jugosas páginas de la prensa histórica, estas me siguen deparando estimulantes sorpresas.
   Mi especial debilidad por los personajes raros y curiosos, y por los vinos de la denominación de origen Montilla-Moriles, a cuya área de influencia cultural pertenezco, y de los que soy ferviente consumidor y propagandista, provocó que me detuviera en la lectura de un reportaje periodístico en el que convergen ambas aficiones.

Heme aquí expuesto al escarnio público
Consejo Regulador Montilla-Moriles


   La acción trascurre en la capital cordobesa, un par de meses después de que el político conservador Eduardo Dato, en ejercicio de la jefatura del gabinete ministerial, fuese asesinado por tres pistoleros anarcosindicalistas catalanes.
   El autor del reportaje, un desconocido periodista de provincias, redactor del diario gráfico cordobés "La Voz" durante los primeros años de la década de los veinte del pasado siglo. El protagonista del mismo, el formidable y bondadoso Pepe Codes.
   Se publicó con otro título, que yo, propenso al barroquismo, he sustituido por el que aparece en la cabecera de la entrada.

Informaciones pintorescas

El hombre que ha rendido más culto a Baco

   Al pasar por los jardinillos de la plazoleta de San Nicolás, observo un bulto misterioso junto a un canapé. Con todo género de precauciones, por si se trata de un artefacto explosivo, me acerco al lugar.
   Pronto salgo de dudas. Se trata de mi gran amigo Pepe Codes, que duerme el sueño de los justos en plena noche primaveral. Le invito a que me siga y, siempre amable, accede. Atravesamos la calle Torre de San Nicolás, continuando por la de José Zorrilla.
   Al pasar por el primer establecimiento vinícola, mi gran amigo siente un mareo que llegó, francamente, a preocuparme.
   Las tabernas ejercen en el organismo de Pepe una influencia enorme, semejante a un poderoso imán que, sin poderlo remediar, lo atrae a su seno.
   Me cuesta un tanto de trabajo hacerle salir de aquel lugar, pero al pasar de nuevo por otro gran templo del dios Baco, nuestro acompañante se pone en carácter y exclama:
   - Mira, yo voy contigo al fin del mundo, pero es necesario que me eches combustibles. ¿Tú concibes un automóvil andando sin gasolina…?
   Aquella pregunta, de una filosofía real y aplastante, me hace acceder a su petición. Penetramos en la taberna. El pide un vaso de tinto; yo, para no ser menos, uno de blanco. Y hemos aquí, querido lector, bis a bis, en plan de ataque periodístico.


Veamos Pepe, di algo que pueda interesar al público.
   Codes ríe, con risa ingenua, infantil, de corazón bondadoso y grande. Y responde seguidamente:
   - Te diré, mi infancia se deslizó vulgarmente, sin sobresalir hecho notable. De chico hice las travesuras propias de la edad. Fui un excelente estudiante de bachillerato, pasando después a la Universidad granadina, para cursar la carrera de Derecho. Pero Dios no me llamaba por aquel camino. Mi corazón místico se inclinaba hacia derroteros mucho más altos. Así lo hice.
   - ¡Bravo! ¡Hasta aquí es la vida de San Luís Gonzaga!
   - ¿En aquel tiempo eras ya aficionado al rico mosto?
   - Te soy franco; entonces me gustaba mucho, muchísimo. En la actualidad, bebo por beber, las más de las veces por ahogar preocupaciones, que aunque pocas, las tengo. El vulgo cree que soy un empedernido bebedor, y está en un error. Yo bebo…por beber…no se por que. Bebo porque si, por lo mismo que podía tocar la ocarina o hacer jaulas para canarios flautas.
   Esta afirmación la hacía Pepe con tal sinceridad, con tal fe y entusiasmo, que no dudé un momento de la veracidad de su interesante relato.
Continuamos.

   - …Y penetré en el claustro, en el sombrío y lóbrego claustro de cierto convento, que no es del caso señalar. El padre prior, una buena persona, creyendo ver en mí la imagen fiel de San Francisco de Paula, me confirió el cargo de más confianza en la casa: encargado de la bodega. Figúrate como recibí tan preciada distinción. Aparenté no darle importancia a la cosa, aunque mis compañeros me miraban con descarada envidia, y lo primero que hice al tomar posesión de mi cargo fue coger una soberana cogorza, que disimulé fingiendo una indigestión de “bocaditos de ángel”, plato del día.
  


   ¡Que días más felices pasé en aquel sótano! Cuando me hallaba en estado de pellejo, que era la mayoría de las veces, me iba a la celda y a dormir. Los hermanos decían: ¡Pobre hermano Fray Ángel José; que estómago mas delicado!
   Pero como el demonio siempre anda alerta para meter el remo, una mañana bebí más de lo reglamentario, provocando un escándalo fenomenal dentro de la santa casa, y ya “en plan” salí a la calle. El hermano Fray Emeterio y el portero intentaron reducirme a la obediencia, pero fue inútil, y seguido de la chiquillería penetre en una taberna.
   La batalla de Marne fue un vulgarísimo velatorio, comparado con lo que ocurrió. Yo con los santos hábitos, bailándome una rumba, entre vítores y palabras soeces de la concurrencia, y los nenes, alarmados ante aquel espectáculo tan poco edificante, arrojando piedras a la casa. Resultado, que me formaron juicio sumarísimo, expulsándome del local y…de la orden.



   - Dime aproximadamente que cantidad de vino habrás ingerido en lo que llevas de vida.
   Codes, hace un cálculo y exclama:
   - Sin exagerar, te diré, que me habré bebido allá como tres mercancías llenos de barriles…
   - Ahora soy completamente feliz. Hago una vida moderada, y como cuento con grandes y verdaderos amigos, me ayudan. Por la noche me situó en la calle Gondomar frente al café La Perla, en donde tengo mi cuartel general. Allí opero, siempre con éxito. Los sablazos son según la categoría de la víctima. Si es adinerado, dos perras gordas. Si es de baja estofa, una perrilla. Como, casi siempre, en los soportales de la Plaza de Abastos. Y luego me acuesto muy tempranito, unas veces en el Gran Hotel de San Nicolás, que es donde me has hallado, y otras en el Palace Hotel del Duque de Rivas, vulgo jardines altos. Estoy muy contento con el hospedaje, sobre todo por lo económico.

Pérgola Palace Hotel Duque de Rivas (vulgo jardines altos)

   - Y para terminar ¿Cuál es tu mayor deseo?
   Codes, el formidable Codes, calla un instante. Medita la pregunta, y con su risa de siempre, bonachona y franca exclama:
   - Quiero que me sepulten en un palmo de terreno montillano, en las entrañas sacrosantas que me dieron el néctar delicioso, lenitivo único para soportar la vida perra, mísera, absurda e incompresible…

Chateau

(Diario La Voz de Córdoba – 14 de mayo de 1921)

   Cuando se abría paso la primavera del año 1923, el bueno de Pepe Codes, que venía arrastrando desde hacía algún tiempo una bronconeumonía, dejaba de existir en una casa de recogimiento de la calle del Cáñamo.  A pesar de sus economías en hospedajes, sin metálico, no encontró ayuda, de aquellos grandes y verdaderos amigos que en otro tiempo le dieran perrasgordas para vino, para poder ingresar en el Hospital.
    Posiblemente fuese aquel prometedor periodista que le entrevistara años atrás, quien insertara la noticia de su fallecimiento en la prensa local.
    Por la solemnidad de su pobreza, sería la beneficencia pública quien se hiciera cargo de sus restos mortales, con probable destino para la fosa común del cementerio de San Rafael.
  

   Aquel, su último deseo, de yacer junto a cepas montillanas, no creo que nadie lo tuviera en consideración. Sólo se me ocurre una manera de poder atender tardíamente su desiderata. Bien el consejo regulador de la denominación de origen Montilla Moriles, o un modesto viticultor montillano, entre dos cepas, podrían colocar un sencillo rótulo con el siguiente epitafio:

   “Aquí debería de estar enterrado el ingenuo, risueño, bonachón y formidable vinatero Pepe Codes, que entregó la vida por su causa. Fue incapaz de aprender a tocar la ocarina o de construir jaulas para canarios flautas”
   El autor de la crónica-reportaje o entrevista a Pepe Codes, que firmaba como Chateau, se llamaba José del Castillo Plasencia. Entre 1920 y 1923 trabajó como redactor para el moderno y renovador, en cuanto a información y maquetado, diario gráfico La Voz, antes de que éste cayera en manos de la familia Cruz Conde durante los años que duró la Dictadura de Primo de Rivera. También llevó, durante un tiempo, la corresponsalía en Córdoba para el Imparcial.

16 diciembre 2010

HISTORIA PARA TIEMPOS DE CRISIS

   
   Recientemente, en un establecimiento de una conocida cadena de supermercados, he sido testigo presencial de un hecho insólito y doloroso. Guardando la cola, un señor que me precedía en el turno, llegado el momento de efectuar el pago, se excuso ante la cajera por no disponer de dinero. Estaba a la espera que le ingresaran el subsidio, de un día para otro, y le ofrecía el DNI como garantía para volver cuando tuviera liquidez.
   La señorita le hizo saber de que no se les permitía fiar, pero se topó con el firme propósito de éste de llevarse el genero, so pretexto de que sus hijos necesitaban alimentarse y no estaba dispuesto a delinquir ni a ejercer de pedigüeño en la vía pública.
   En la cesta llevaba unos cartones de leche, pan, pasta, tomate frito, salchichas, arroz y legumbres. La cajera requirió la presencia del encargado. La mayoría de los allí presentes empezamos a sentirnos incómodos, pero ninguno tuvimos el arrojo suficiente para sacar nuestras carteras. Este hombre se retiro a la oficina con el encargado y desconozco el desenlace final de la historia.
   Este hecho me trae a la memoria aquellas antiguas tiendas de comestibles, más directas y humanizadas, en las que la clientela habitual tenía asegurado el crédito alimenticio, a cuenta de jornales, lo que les permitía superar situaciones de paro y penuria económica. 



   La reciente supresión del PRODI (426 euros) no deja de ser una medida arbitraria y antisocial, ya que los realmente necesitados, los que no dispongan de ahorros ni de respaldo familiar, se verán tristemente condenados a situaciones de exclusión social.
   La palabra hambre, que hoy asociamos a países del tercer mundo o a tiempos pretéritos, la tenemos al acecho.
   Es al pasado al que recurro para denunciar el abuso de aquellos que se han instalado fraudulentamente en el subsidio como ayuda complementaria, frente a la injusticia de quienes necesitándolo verdaderamente se pueden ver privados de él.

   La acción trascurre en la villa cordobesa de Espejo, en el corazón de la campiña cordobesa, durante una coyuntura socioeconómica difícil. En febrero de 1933, los trabajadores agrícolas se verán abocados a una más de las muchas crisis de trabajo que se reprodujeron en el marco de aquella república democrática de trabajadores. La famosa coletilla “que os de de comer la república” ya la venían poniendo en practica los elementos mas reaccionarios de la patronal agraria, que se retraen en la contratación de personal, en un momento en que la desunión entre las diferentes fuerzas que habían traído la república era ya manifiesta.

 Castillo feudal de Espejo

HAMBRE

   Es verdaderamente angustiosa la situación por la que atraviesa la clase trabajadora de este pueblo austero y luchador.
   Bajo su cielo límpido, de un azul purísimo, la tragedia del hambre se hace tangible, amenazando hogares y destruyendo ilusiones. De día en día el número de los parados aumenta considerablemente. Por doquier llegan a nosotros manos implorantes que confían en la caridad ajena para acallar las voces temblorosas de sus hijos hambrientos.
   Niños lívidos, macilentos, luciendo entre harapos la acusación inapelable de sus miembros escuálidos; mujeres jóvenes envejecidas prematuramente; hombres honrados que sufren en silencio la vergüenza ignominiosa de un “ perdóname hermano”, son escenas que vemos todos los días.
   Estallan odios contenidos, se recuerdan injurias y ruge la fiera hambrienta en el cubil de su impotencia. El grito “pan y trabajo” ya no se oye, cansadas las gargantas de repetirlo en vano. Y la crisis obrera culmina en nuestros días.



   Para remediarla se ha establecido un comedor de caridad, pero es insuficiente. Los parados engrosan las listas de manera alarmante y todos no pueden participar de sus beneficios.
   De seguir así, será necesario condimentar alimento para el pueblo entero.
   ¿Es que todos en Espejo gimen bajo las garras fatídicas del hambre?
   ¿Por qué entonces centenares de personas retornan del comedor a sus hogares, con el estomago vacío y el rencor en sus pechos?
   ¿Acaso la tacañería y el abuso pretenden pescar en el rió revuelto del desconcierto actual?

   A mis oídos han llegado dos relatos, opuestos en un todo, que refleja fielmente la situación tristísima de nuestro pueblo.
   Uno de ellos trágico y doloroso, cual la humanidad misma. El otro, cínico como la realidad imperante:

Relato primero:

   Una casa humilde de obrero. Un matrimonio y cinco hijos que piden pan. El marido ha implorado vanamente la caridad de sus semejantes y regresa dolorido, abrumado por el peso de aquel desvió. Las criaturas claman inútilmente, desgarrando con sus gritos las entrañas de su madre que llora. El hombre cavila. En estas circunstancias se dibuja en el dintel de la puerta la silueta de otro trabajador que con su bestia cansina, transporta el hato de un cortijo cercano. Y con él el pan tan ansiado. Corre el padre infeliz. Lo detiene, le pide dos panes y ante la negativa del hatero, los toma por su propia cuenta. A la hora escasa, la guardia civil en cumplimiento de un deber como consecuencia de una denuncia, presentada legalmente, procede a la detención del ladrón, entre los gimoteos de la esposa y los ojos asombrados de los muchachos que se preguntan llorando, que delito ha podido cometer su padre.

Relato segundo:

   Otro hogar humilde. Pero aquí los hijos no lloran, ni piden acuciados por la necesidad. Un matrimonio con idénticas características que el anterior; mas éste ha comido bien y la satisfacción brilla en sus semblantes. ¿La causa? Hace pocos días mataron su marranito y su despensa no está vacía. Además, aún le quedan unas gallinas en el corral para casos extremos. Eso es todo…Llega una vecina. Viene desolada. Se ha terminado la comida en el comedor de caridad y solo dan pan para remediar el hambre. El marido sonríe. Sale y al momento vuelve con dos panes bajo el brazo. A la noche se ahorrarán una peseta con cuarenta céntimos que tanta falta hacen en estos tiempos de penuria. Su mujer le felicita. Ha tenido un buen acuerdo. La guardia civil no va a buscarle como el del anterior relato…

Y los verdaderamente necesitados sufriendo en silencio tanta injusticia.

José de Aris
Espejo. Febrero de 1933.


   No faltará quien, tras leer estos párrafos los tilde de caducos, trasnochados, sensibleros o demagógicos. Pero desde mi punto de vista, con un lenguaje claro y conciso, su autor, intenta y consigue poner en evidencia la condición humana, propensa a la insolidaridad en situaciones de crisis.



   Me apetece terminar la entrada volviendo a la situación actual en la que mandatarios, mandarines y aspirantes a serlo, no terminan de ponerse de acuerdo sobre el como afrontar la crítica situación reinante. Es mas, su acción parece limitarse a  hipócritas y torticeras luchas electoralistas. Parece lo normal, entre una clase política cada vez mas desprestigiada y alejada de la problemática real de la ciudadanía. Su presunta vocación de servicio a la sociedad hace ya bastante tiempo que derivó en una actividad profesional reglada. Señores profesionales de la política,  rentabilicen sus jornales, sean productivos. No vaya a ser, que cualquier día, el empleador ( PUEBLO) por hartazgo o por rebeldía les mande al paro sin subsidio.