De la
obra del carmelita castreño Fray Juan de Castro: “De los Escritores naturales de Castro del Río, que han dado a la imprenta alguna de sus obras”, fragmentos históricos que para
conservar su buena memoria recogió y escribió un Fraile del Carmen en el
convento de la misma villa. Se comenzó el año de 1804.Manuscrito original en
4º-411 páginas y 12 más de principios. En las pág. 312-313 dice:
Como después de la conquista de Castro, se
aumentaba su vecindario y su población se extendía a los arrabales, por la
devoción de los mismos vecinos y para su mayor comodidad se edificó el año de
1420 la iglesia o ermita de la Madre de Dios, al occidente, fuera del muro, y
para facilitar la comunicación con la Villa, se abrió en el mismo muro el
portillo o puerta que llaman del Agujero.
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En esta ermita, a más de la Hermandad del Rosario, que con buena música
de voces y de instrumentos sale a prima noche por las calles, se halla
establecida una congregación de hombres devotos, dedicados al obsequio de Nuestra Señora de la Aurora, cuya graciosa imagen tienen colocada en altar
particular, con retablo de madera sobredorado. Quando lo sufragan las limosnas
(único caudal de esta congregación) hacen en la Parroquia una función muy
solemne y cumplida, llevando allí la efigie de su Soberana Patrona.
En la que celebraron el año 1787, les prediqué el Sermón, que podrá
verse en tomo 1º de mi Colección de
Sermones, pág. 230. Sus ejercicios ordinarios son, salir en el estío a las
tres, y en el invierno a las quatro de la madrugada, cantando el Santo Rosario,
en tono llano, suave y devoto, que con el silencio de la noche resuena y
despierta a los que duermen, excitando en los buenos afectos la alegría, y en
los malos la saludable confusión; y concluido el Rosario, oyen la misa que les
dice su Capellán. Tienen destinado para muñidor un hermano, que a las dos, o a
las tres, según varían las estaciones, sale por las calles tañendo una
campanilla, y cantando al compás del tañido algunas coplas en alabanza de la
Santísima Virgen, y de ordinario se detiene a cantar una particular a la puerta
de cada hermano, para despertarlo. De este género les compuso un buen número Don Juan Pedro ,
que no se imprimieron, ni manuscritas se hallan ya todas. De las que se
conservan copiaré una, que sirva como muestra de las demás, que se cantaban
para despertar al actual Capellán Don Pedro de la Rosa, y con alusión a su
apellido decía así:
Una rosa le falta al
Rosario
y es el que la misa nos ha
de rezar.
Padre nuestro, levántese
presto,
que el santo rosario se va
a comenzar.
“Colección de sermones panegíricos y morales, escritos y predicados
por Fray Juan de Castro”.
Tres tomos manuscritos en 4º (464, 468 y 426 páginas cada uno de ellos).
Encontraban se entre los papeles manuscritos
de este fraile carmelita que pasaron a
manos de las monjas del convento de Santo Domingo de Scala Coelli de Castro del
Río. De su fatal destino ya dimos cumplida información en una entrada anterior.
Por cierto, aparte del horno tostador de dulces y papeles del que las monjas
dispusieran dentro de la propia clausura, según el Catastro de Ensenada (1753) también
era de su propiedad un horno de pan que se hallaba fuera del recinto de su
convento:
“Una
casa horno de pan de cozer en el cercado de esta Villa, que confronta con la
Calleja de San Juan y calle que baja a la Puerta de Martos, consta de habitación
baja y alta con diez baras y media de frente y trece de fondo”.
Don Juan
Pedro Moreno y Arias
(1710-1776), ex-seminarista, profesor, jurisconsulto y poeta, a quien reserva un capitulo Fray Juan
de Castro:
“De
sus costumbres diré solamente del tiempo que lo conocí y comuniqué, que era hombre
devoto, frequentaba las Iglesias y cada día oía algunas misas; que era manso y
pacífico, tenía paz en su familia, y la mantenía con los extraños; que era
llano en el trato y modesto en toda su extensión; de ordinario andaba de capa,
y en los días solemnes y en los públicos actos literarios, era su vestido el
antiguo de los jurisconsultos, capa negra corta con cuello quadrado, golilla y
peluca, como en Córdoba andan los Alcaldes mayores”.
Si bien
en la noticia suministrada por el padre Castro, transcrita al principio, se hace clara mención a
que las letras compuestas por este vate local para la Hermandad de la Aurora no
fueron impresas, y apenas si quedaban de las manuscritas, cabe la posibilidad, de que algunas de las que
han llegado hasta nuestros días, vía tradición oral, en el seno de esta popular
y tricentenaria congregación, fueran de aquellas.
Muchas gracias Don Alberto por seguir aportando un poco más de luz a nuestras tradiciones y a una historia loca, perdón local.
ResponderEliminarUn abrazo aurorero.
Muy interesante tus aportaciones sobre los orígenes de nuestras Aurora. Tomamos nota para actualizar la historia de la Hermanad. Espero que no dejes de buscar en esa dirección.
ResponderEliminarUn cordial saludo.
Amigo Blas como bien sabrás sólo fui auroro ocasional de paloma blanca de Machaquito y reconozco que prefería escucharla desde la cama, antes de meterle ese tan desproporcional madrugón al cuerpo.
ResponderEliminarAmigo Paco, para mantener el chiringuito abierto,ante la propia limitación geográfica que me he autoimpuesto, forzosamente tengo que buscar en casi todas las direcciones.
Gracias a ambos por vuestro estímulo.
En la entrada me he limitado a transcribir la noticia sin entrar en interpretaciones. De una segunda lectura más reflexiva, se desprende que las manifestaciones músico-vocales en su forma actual tienen que ser forzosamente herederas de esos cánticos interpretados y dirigidos por el hermano muñidor a ritmo de campanilla durante ese recorrido previo de casa en casa, iniciado una hora antes de la marcada para el rezo del santo rosario, y que debería concluir a la puerta del cura capellán, suponemos que ultimo en incorporarse a la congregación. Serían precisamente esas coplas de reclamo las que con el tiempo tomaran arraigo, desplazando o postergando al propio rezo del rosario, que terminaría por desaparecer o circunscribirse a festividades concretas (en torno al día de la Virgen en el estío y a la Inmaculada Concepción en invierno).
También parece claro el carácter humilde y popular de la hermandad o congregación, que se nutre única y exclusivamente de las limosnas, y que según parece no siempre permiten costear la fiesta religiosa en honor de su Patrona.
La tesis que se barajan en torno al origen de estos coros de campanilleros, que fija su arranque a finales del siglo XVII y que lo relacionan con las propagandas o catequesis llevadas a cabo por misioneros capuchinos, especialmente en zonas rurales, parecen no ir muy descaminada. Este tipo de misiones iban fundamentalmente dirigidas a la población masculina menesterosa, tradicionalmente más apartada de las manifestaciones de culto oficial, de ahí que esa atinada mezcla de lo popular con lo religioso fomentada por estos frailes, y ese hasta entonces inusual grado de participación y protagonismo otorgado al estado llano, debió surtir efecto, amén de los siempre atractivos dulces y licores, degustados en las frías noches de invierno, que también debieron de contribuir, en su justo porcentaje, al arraigo de la costumbre.
Como vosotros estáis implicados directamente en la preservación y estudio de tan bonita tradición (el año que viene aprovechando que el hermano mayor es conocido, tal vez me aventure a pasar frío) si tenéis algo que objetar o limar sobre mis interpretaciones anteriores, ahí quedan los comentarios abiertos a vuestra completa disposición.