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Trágala perro (Francisco de Goya)
La canción "Trágala perro" fue
un instrumento utilizado por los liberales exaltados para humillar a Fernando
VII y a los absolutistas tras el pronunciamiento protagonizado por el teniente
coronel Riego en las Cabezas de San Juan el 1º de enero de 1820, con el que se
daba por terminando el Sexenio Absolutista y se iniciaba el Trienio Liberal
(1820-1823). Las circunstancias obligaron al monarca, bajo juramento, a decir
aquello de: “Marchemos francamente, y yo
el primero, por la senda constitucional”.
La tonada, que se hizo muy popular, terminaría
convirtiéndose en símbolo de la resistencia hacia aquellos que no aceptaban las
leyes. Con el mismo significado, aunque con ligeras variantes con respecto a la
letra original, volvería a ser cantada durante la II Republica y la Guerra
Civil española.
¡Trágala
Perro! a Fernando VII y los absolutistas:
Tú que no quieres lo que queremos la ley
preciosa do está el bien nuestro. ¡Trágala, trágala, trágala perro! ¡Trágala,
trágala, trágala perro! Tú de la panza mísero siervo que la ley odias de tus
abuelos. Porque en acíbar y lloro ha vuelto tus gollerías y regodeos. Tú que no
quieres lo que queremos la ley preciosa do está el bien nuestro. ¡Trágala,
trágala, trágala perro! ¡Trágala, trágala, trágala perro! Busca otros hombres, otro
hemisferio, busca cuitado déjanos quietos,
donde no sabe que a voz en cuello mientras vivieres te cantaremos: Tú
que no quieres lo que queremos la ley preciosa do está el bien nuestro. ¡Trágala,
trágala, trágala perro! ¡Trágala, trágala, trágala perro! Dicen que el
«Trágala» es insultante pero no insulta más que al tunante. Y mientras dure
esta canalla no cesaremos de decir ¡Trágala! ¡Trágala, trágala, trágala perro! ¡Trágala,
trágala, trágala perro!
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Nos servimos de este breve prolegómeno sobre los
orígenes de la canción para meter en contexto lo sucedido a unos veinte
milicianos voluntarios de la ciudad de Montilla (Córdoba), quienes tras recabar
el oportuno permiso de la superioridad, tomaron rumbo hacia la vecina villa de
Espejo al objeto de presenciar una corrida de toros anunciada para la tarde del
día de San Juan del año 1821.
Se ve que la tropa le pegó al vinillo por el camino pues
hicieron una eufórica y triunfal entrada en la población, entonando una y otra
vez el célebre Trágala.
Como durante
el festejo prosiguieron con la misma cantinela, terminaron por amostazar a los
de Espejo, que según parece no eran muy devotos de él:
“Los
milicianos vieron caer sobre sus cabezas y lomos un diluvio de palos, que
habría tenido consecuencias fatales, si los alcaldes no hubieran interpuesto su
mediación y reportado a aquellos jayanes furibundos, que amenazaban dar fin de
sus huéspedes, los cuales se habrán convencido verosímilmente de que el trágala
no es canción de todos tiempos y lugares”.
La noticia sobre la manta de palos recibida por
aquellos milicianos montillanos en Espejo, nos la proporciona el corresponsal
en Montilla del diario Miscelánea de comercio, política y literatura, del que
era redactor principal el afrancesado motrileño Francisco Javier de Burgos, que
confiere a la publicación una impronta liberal
moderada y anti revolucionaria.
En 1963, el guionista de la película musical
estrenada como Los Guerrilleros, protagonizada por el cantante Manolo Escobar,
sin conocer la moraleja final del suceso narrado, por imperativo patriótico, retrotrae el
Trágala al año 1808, coincidiendo con los preparativos y momentos previos a la
famosa Batalla de Bailén. Son los invasores franceses los destinatarios de la inquina
de la canción, cuya letra se modifica hasta el extremo de que se incorpora la gesta
de resistencia protagonizada por una heroína motrileña de ficción:
Manuela la de Motril,
tiene en un viejo barril
franchutes en escabeche.
Me ha encantado, Alberto, me ha encantado este episodio de Montila y Espejo a las que tanto estoy unido; esta canción me la enseñó mi abuelo (cumplió 95 años la semana pasado).Tu amigo ucubimontillano.
ResponderEliminarSabía que te iba a gustar. Está especialmente dedicada para ti, y de camino para tu abuelo, el viejo luchador (sigue su traza). Se ve que en poblaciones como Castro y Espejo, en las que el paso del antiguo al nuevo régimen apenas si produce transformaciones en el régimen señorial de tenencia de la tierra, las masas populares eran más dóciles, serviles y pancistas, en contraposición a Montilla donde el liberalismo democrático (que los moderados interesadamente denominaban exaltado) arraigo fuerte.
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