Espacio abierto dedicado al estudio de las historias locales de los municipios de Castro del Río (Córdoba), Porcuna (Jaén) y Motril (Granada), así como sus adyacentes. Recomiendo la utilización del apartado de comentarios para aportaciones, consideraciones, críticas o rectificaciones. De igual manera, está disponible para quienes deseen colaborar con la publicación de artículos o aportando documentos, sobre cualquier tema de carácter histórico relacionado con dichas poblaciones.

11 mayo 2012

La Marquesa de Squilache (Benefactora de la ciudad de Motril)


    María del Pilar de León y de Gregorio vino al mundo en Córdoba el 30 de diciembre de 1842. Sus padres fueron el Coronel de Caballería Carlos de León y Navarrete, caballero profeso de la Orden de Calatrava, maestrante de Granada y un largo etcétera de distinciones, y doña María del Pilar de Gregorio y Ayanz de Ureta.
     Sus primeros años de vida trascurrieron plácidamente en la ciudad de Granada, pasando posteriormente a residir a la isla de Cuba, hasta donde su padre, retirado del servicio activo por mutilaciones de guerra, fue destinado para desempeñar importantes cargos en la administración civil (Administrador General de Correos y ministro supernumerario del Tribunal de Cuentas de la colonia).
     En 1864 contraería matrimonio en La Habana (Cuba) con el teniente de navío Victoriano Díaz de Herrera y Serrano, hijo de un Tte.General de la Real Armada y comandante de aquel apostadero.
     Al quedar prematuramente viuda se casa con el periodista, político y escritor Antonio Mantilla de los Ríos y Burgos (1874). Como testigos y padrinos del nuevo enlace actuaron el General Serrano y señora, cuya amistad se remonta a su etapa de residencia en La Habana cuando éste ocupara la Capitanía General de Cuba (1859-1862). La esposa de Serrano tenía verdadera intimidad con Pilar, hasta el punto de considerarla y albergarla como de la familia.  
     Restaurada la monarquía, de la mano de su nuevo cónyuge, beneficiado por Alfonso XII con el título de Marqués de Villamantilla, pasará a ejercer como embajadora consorte de España en las legaciones diplomáticas de Washington y Constantinopla.
      Vuelve a enviudar y es a partir de entonces cuando su domicilio de la calle Barquillo de la capital de España, termina convirtiéndose en punto habitual de reunión de lo más granado de la aristocrática sociedad madrileña.
      Allí conocería al acaudalado diputado conservador malagueño Martín Larios y Larios, también viudo, con el que pasaría por el altar una tercera vez. Su boda, celebrada ante el Arzobispo de Madrid en noviembre de 1887, revistió caracteres de discreción, casi de secretismo, por las consecuencias económicas que el matrimonio podría tener sobre terceras personas.  De hecho, la madre y hermano de don Martín Larios iniciaron un pleito judicial para privarle de la capacidad legal y de la administración de sus bienes. La enajenación mental alegada por la familia en el litigio, desarrollado a lo largo de todo el año 1888, no sería finalmente considerada. La sentencia a favor quiso celebrarla el presunto enajenado adquiriendo el Palacio de Villahermosa en la Plaza de las Cortes: 


   “Aquella morada, alhajada con todos los refinamientos del lujo y todas las exquisiteces del buen gusto”, figuró como  una de las más notables de la sociedad de Madrid”

     El nuevo dueño del palacio pudo disfrutar por poco tiempo de sus lujosas dependencias, así como de la compañía de su nueva esposa, pues dejaba de existir en junio de 1889. La quinta parte del patrimonio del finado, valorado en 75 millones de reales (15), le correspondió como herencia a su viuda.
     Al fallecer Martín Larios, Pilar de León, ya entre las más elegantes, distinguidas y conocidas damas de la corte, honrada por S.M. con el título de Marquesa de Squilache, es cuando estrecha sus lazos con la ciudad granadina de Motril. Algunas de las propiedades que la sociedad Hijos de Martín Larios (dueña del ingenio azucarero de Nuestra Señora de la Cabeza) tenía en la comarca, debieron recaer sobre su persona, aunque sus vínculos con Motril arrancan de atrás. La hermosa fábrica de azúcar de Nuestra Señora del Pilar, inaugurada en 1883 y provista de todos los adelantos de la industria, fue bautizada así por expreso deseo de Doña Pilar de León, por entonces marquesa viuda de Villa- Mantilla, que participó en aquella primera sociedad al lado de Sres. Burgos, Domínguez y García.


     Para poder inspeccionar sobre el terreno sus intereses, pasará largas temporadas en una coqueta quinta que se acondicionó en la casa anexa a las propias instalaciones de la Fábrica del Pilar, que sometería a nuevas reformas y ampliaciones una vez que consigue hacerse con el total de su accionariado.

 Instalaciones fabriles y vivienda 
 
    El final de sus temporadas en Motril era acogido siempre con satisfacción en la corte, pues volvían a activarse las reuniones y saraos por ella organizados en los ostentosos salones de su palacio de Villa Hermosa, donde vivirá el resto de su vida rodeada de sirvientes, altas personalidades y dignidades de las que solían frecuentar su trato.
    En ninguna otra casa de Madrid se recibía tan asiduamente y con tanto esplendor como en el nº 4 de la Plaza de las Cortes:

    “La mesa siempre dispuesta para diez o doce cubiertos; sus salones siempre abiertos e iluminados espléndidamente, las porcelanas y los jarros de Bohemia rebosando de flores; las plantas de estufa formando esplendido dosel a la hermosura, y sobre todo, y por encima de todos estos atractivos, la conversación amena y chispeante de la señora de la casa”.

Partidas de bridge en el salón de confianza


     
    Su concepción cristiana y benéfica de la sociedad le resultaría de gran provecho para ir ganándose progresivamente la simpatía de los motrileños. Su generosidad y filantropía sería muy aireada y publicitada. Paternalistas y religiosos comportamientos para con las clases menesterosas más necesitadas, como en el que nos vamos a detener a continuación, contribuyen a consolidar ese adorno de bienhechora de los pobres del que se reviste:

La piedad de una dama

    La marquesa de Squilache acaba de ser objeto de una cariñosa ovación ganada con un rasgo de su corazón generoso.
    En uno de los días de la pasada primavera, durante su permanencia en Motril, salió la marquesa a dar un paseo en carruaje, llegando hasta Torrenueva, donde se encontró entre ansioso grupo de mujeres y de niños, que aguardaban la vuelta de los pescadores con incertidumbre del resultado de la pesca del día.
    Bien pronto se divisaron las barcas pescadoras y al poner los pies sobre la arena aquellos hombres de curtido rostro, se desarrollaron escenas que conmovieron el corazón de la marquesa.
    La pesca había sido escasa; el producto sería nulo.
    La dama echó mano a su portamonedas y repartió entre aquellas buenas gentes todo el dinero que llevaba, y cuando satisfecha de su buena acción se disponía a partir entre las aclamaciones de todos aquellos seres agradecidos, una palabra llamó la atención y la obligó a detenerse.
    -Misa, misa- gritaban las mujeres entre sollozos.
    Era que el pueblo carecía de iglesia y se veían privados de excitar actos religiosos, a menos de acudir a los más próximos.

 
    La marquesa de Squilache, conmovida por tan reiteradas súplicas, prometió al pueblo que el próximo día del Carmen se diría misa en una capilla construida a sus expensas.
    Ha cumplido su oferta el día del Carmen ante una preciosa imagen de la Virgen enviada desde Madrid, se dijo la primera misa en el  pueblo de Torrenueva.
     El Alcalde y el diputado del distrito, señor Jiménez Caballero, dirigieron a la marquesa de Squilache con este motivo telegramas de felicitación, haciéndose interpretes del entusiasmo y agradecimiento del pueblo.

(Heraldo de Madrid 18 de julio de 1897)

     Se le conocen otras muchas obras pías en Motril, como la escuela de párvulos fundada a su iniciativa en 1893: “doscientos niños tienen allí, no sólo educación, sino alimento que los mantiene rollizos y sanos”.
     Para sufragar iniciativas como esta se aprovecha de su fama y capacidad de convocatoria a nivel local:

    “Nos escriben de Motril diciéndonos que aquella industriosa población se ha animado mucho con la llegada de la marquesa de Squilache, que en unión de otras señoras de la localidad, prepara para los días de Pascua una gran rifa a beneficio de las escuelas de niños pobres. S.M. la reina ha enviado una hermosa copa de bronce repujado, estilo Renacimiento, para que figure en la rifa. La copa que es de media vara de alta, va encerrada en un elegante estuche de terciopelo.
    Hay otros muchos lotes preciosos, donativos de señoras de Madrid, Granada y Motril, que unidos a los que la marquesa costea, dan muchos alicientes a la caritativa rifa, que asegurará el pan para el próximo invierno a los infelices niños que asisten a las escuelas”.

(La Correspondencia de España 27 de marzo de 1895)

     La iglesia-capilla de la Virgen del Carmen de Torrenueva no fue costeada íntegramente a sus expensas, como se viene considerando, sino que fue sufragada mediante lo recaudado en una de sus famosas cuestaciones.
     Su generosidad se extiende, como es lógico, a la patrona de la ciudad. Son varios los mantos y enseres, lujosamente bordados, donados a Nuestra Señora de la Cabeza, que aún se conservan y lucen en sus desfiles procesionales.


    Su influencia y prestigio entre los notables que frecuentaban su casa sería requerida en más de una ocasión por alcaldes y diputados del distrito de Motril a efectos de partidas económicas y libramientos con los que ejecutar obras en beneficio de la comarca (Ej. Obras de saneamiento de los márgenes del Guadalfeo para evitar las frecuentes inundaciones de la vega de Motril).

     Para la campaña del año 1901, el tradicional tira y afloja entre fabricantes y cosecheros a la hora de fijar los precios de la caña, alcanza un alto grado de tensión e indignación entre éstos últimos. La caída de los precios y unas condiciones leoninas impuestas unilateralmente por los primeros, lesionan seriamente los intereses de labradores, medianos-pequeños propietarios y colonos, que veían disminuidas sus utilidades de una forma drástica. El malestar se extiende a la población jornalera, cuyos salarios también resultaban afectados. Los reproches van dirigidos principalmente contra la potente familia Larios, con diferentes instalaciones industriales diseminadas a lo largo del litoral mediterráneo, cuya gerencia establecía el precio base, al que se terminaban ajustando (y beneficiando) el resto de fabricantes. La tensión llega a tales extremos de violencia que en la noche del día 29 de marzo la fábrica de Nuestra Señora de la Cabeza en Motril, propiedad de la familia Larios, es incendiada deliberadamente (véase enlace) por una enfervorizada turba de exaltados.

Estado de una de las naves despues del incendio
 
    En los años siguientes el sector del azúcar se mantiene en crisis y la Fabrica del Pilar de la marquesa de Squilache, terminaría reportándole más quebraderos de cabeza que beneficios, hasta que en 1903 la traspasa a una recién constituida Sociedad General Azucarera.


    Desde entonces se desvincula definitivamente de la ciudad Motril centrándose en sus actividades cortesanas. Grande de España desde 1910, Dama de la Reina,  presidenta de la Junta de Damas de la Cruz Roja, vocal del Consejo Superior de Protección a la Infancia, presidenta honoraria del Circulo de Bellas Artes, fueron algunas de las distinciones que fue acumulando hasta su muerte acaecida en Madrid el 8 de mayo de 1915, a la edad de 73 años.



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