Durante el proceso de elaboración de una entrada
reciente relacionada con la historia de mi localidad de origen, Porcuna (Jaén),
tuvimos que utilizar como fuente documental la biografía del padre jesuita
Francisco de P. Tarín, publicada por su compañero de orden el P. Alberto Risco
S.J. en el año 1921.Paseándonos entre sus páginas se nos despertó la curiosidad
sobre el éxito de sus famosas misiones por tierras de la campiña de Córdoba, de
histórico arraigo del republicanismo federal, de las corrientes
internacionalistas y más tarde del movimiento obrero anarquista.
Hemos podido comprobar cómo efectivamente
sus propagandas llegaron hasta estas tierras cordobesas en diferentes ocasiones.
La primera de ellas lo fue en el año 1896. El
autor del libro se queja de las numerosas lagunas que le impiden seguir con más
desarrollo el itinerario apostólico del P. Tarín, lo que no le impide trazar cuales
fueron sus escalas sirviéndose de su correspondencia. Consta una primera visita
a la villa de Espejo con fecha de 6 de febrero. El 14 de julio vuelve a
escribir desde Espejo. Había visitado previamente Écija, Marchena, Linares y
Castro del Río, y, al concluir en Espejo le estaban esperando en Lebrija. El 22
de octubre estaba en Montilla, capital de un distrito electoral de fuerte
implantación republicana. Decimos esto a sabiendas de que la elección de sus
destinos guardaba relación directa con el arraigo de determinadas doctrinas,
que pudieran poner en peligro la tradicional tutela de la Iglesia Católica
sobre las capas populares.
De lagunas nos quejamos también nosotros, ya que
las colecciones de prensa histórica cordobesa, con las que pretendíamos valorar la incidencia de estas visitas, no lo permiten. Sólo está digitalizado el primer
semestre del Diario de Córdoba que no recoge noticia alguna sobre aquella
primera visita a Espejo.
En la prensa nacional hemos encontrado un inusitado
bando publicado por el alcalde de Montilla, que casi seguro guarda relación con
su puntual presencia en aquella ciudad. Días antes la revista Lectura
Dominical, de la que debía que ser asiduo lector el P. Tarín, trasmitía su
felicitación al alcalde de Montilla por lo bien que comprende la misión moral
de la autoridad:
“El alcalde de Montilla (Córdoba), con
objeto de evitar la propagación de la blasfemia, ha publicado un bando en el
cual, además de conminar con diversas penas a los blasfemos, se previene que en
la inspección de policía se llevara un registro donde se anotaran los
nombres y demás circunstancias de estos,
para quienes, así como para sus padres o encargados, afectaran los asientos de
aquel como nota desfavorable cuando se trate de conceder algún destino
dependiente del Municipio o de expedir algún certificado de conducta”.
Agudas e
incisivas críticas le llovieron al conservador Juan Bautista Pérez y Mataix, que
así se llamaba el montillano de la vara, desde diferentes cabeceras de prensa
republicana.
Intentó salvar el fracaso recurriendo a una de las
advocaciones locales más populares, San Francisco Solano, patrón de la
localidad. Su empecinamiento por sacarlo
en procesión estuvo a punto de generar un grave incidente de orden público.
Grupos de
obreros se arremolinaban alrededor de la iglesia: ¡Que no! ¡Que el Santo no sale! ¡Eso es jugar con el Santo! ¡En
cuanto aparezca por la puerta de la iglesia verán los misioneros si juegan con
nosotros! ¡Esta tarde va a correr mucha sangre en Montilla!
Ante tales manifestaciones de "intolerancia" la procesión sería finalmente suspendida.
Ante tales manifestaciones de "intolerancia" la procesión sería finalmente suspendida.
Según su biógrafo, con el regreso del influyente
Conde de la Cortina se produce un giro brusco en la hasta entonces ignorada y accidentada
misión. Se llenan los templos para escuchar sus sermones y terminaría alcanzando el anhelado objetivo de
ver a San Francisco Solano desfilando en
procesión por las calles de Montilla.
La intercesión milagrosa del Conde de la
Cortina y su virtuosa señora es elogiada por el P. Alberto Risco:
“El
ejemplo de piedad y vida cristiana que con sus hermosas virtudes da por todos
los contornos de Montilla el conde de la Cortina y toda su familia, debía ser
imitado por todos los hacendados ricos: de la caridad de ellos viven muchos
pobres, y del desvelo con que ellos atienden a sus jornaleros, reciben
educación y moralidad todos los que trabajan en su fincas, en las cuales ha
fundado escuelas gratuitas y cajas de ahorro y toda clase de medios para hacer
de su pecheros hombres honrados y dichosos”.
Estos postulados de armonización social nos
sirven para entender de donde tuvieron que salir los fieles que finalmente acudieron
a los ejercicios de la misión celebrados en las iglesias de Santa Marta y de San
Agustín.
Convento de San Agustín |
Hasta se
hace eco de un prodigioso milagro. Aquella misión de Montilla, que tanto se le
resistió, se cita como ejemplo de su virtuosa constancia y perseverancia.
Centrémonos ahora en la misión desarrollada en Castro del Río durante la segunda quincena
del mes de junio de 1907. La prensa provincial no le presta cobertura
alguna. El ínclito y activo corresponsal del Defensor de Córdoba, José Mª
Jiménez, por esas fechas había dejado de
residir en Castro por motivos profesionales. El R.P. Alberto Risco recoge un
testimonio sobre una serenata organizada en su honor:
“Me dieron serenata los señoritos de Castro
del Río, por cierto muy devota, pues acompañaban con flauta, violín, cítara,
clarinete, etc. Interpretaron el himno del Sagrado corazón, la Marcha de San
Ignacio, la Plegaria del marinero a la
Virgen, etc. Y por toda recompensa pedían un escudito del Sagrado Corazón”.
Fueron dos las tandas de ejercicios las realizadas
en Castro que se saldan con un total de 1595 confesiones con sus respectivas
penitencias y algunas reconciliaciones.
Dio la casualidad de que el famoso misionero
católico coincide en Castro del Río con un apóstol del librepensamiento, llamado
Arturo Rosales (debe ser un seudónimo), que venía realizando una gira en bicicleta
por Extremadura y Andalucía. Sus notas de viaje pasaban a una columna de “Las Dominicales del libre pensamiento” titulada “Las Dominicales en bicicleta”.
Tuvo la oportunidad de asistir a uno de sus sermones, cuyas impresiones quedan
reflejadas en el artículo que remitió a su periódico desde Castro del Río:
Entre
los pueblos importantes de la provincia de Córdoba, tal vez sea éste el más pequeño,
pero seguramente el más republicano y librepensador de todos.
Aquí
no hay comedias indignas ni farsas hipócritas; aquí la sinceridad se lee en la
cara de todos; aquí los republicanos que hay y que son casi todo el pueblo, ni
van a misa ni se abrazan con liberales o conservadores; además sus jefes no son
de aquellos que se llaman republicanos para ser presidentes o vicepresidentes.
Son
todos ellos hombres muy serios y formales que han sabido crear con su trato
afable y cariñoso a una verdadera falange de hombres decididos que lo mismo
reconocen las bondades de la papeleta electoral como las de un buen fusil...
En
Castro reside D. José Millán, uno de los dos únicos diputados provinciales de
toda la provincia de Córdoba. Así él como su compañero fueron elegidos por el
distrito de Castro (debe decir Montilla).
Me
recibieron muy cordialmente y me rogaron que aquella misma noche dirigiera la palabra a los numerosos correligionarios reunidos en el Casino Republicano. Después de mi
discurso, interrumpido frecuentemente con calurosos aplausos, el mismo D. José
Millán que me había presentado al público invitó a los presentes a otra velada
que se debía celebrar dos días después, martes 18 del corriente, y en la que
había de hacer uso de la palabra yo para contestar al sermón pronunciado en la
iglesia parroquial por un tal Tarín o Tartarín, que suena lo mismo, de la
Compañía de Jesús.
Este
gachó del arpa intenta imitar al seductor de Eva, con la diferencia de que,
habiendo variado los tiempos y siendo él muy feo, lo único a lo cual aspira es a seducir... almas y espíritus.
Y
esto lo ha conseguido, pero no con sus sermones, porque ni sabe lo que es
exordio, ni lo que es argumentación, peroración y conclusión, ni cuáles son las
condiciones indispensables para ser predicador, a saber: inteligencia elevada,
intuición viva, mucha filosofía, y, sobre todo, mucha psicología, voz fuerte, simpática
y agradable y no ser... jesuita.
El
Tarín, que está actualmente en Castro de propaganda para afligir el espíritu de las pobres mujeres del pueblo que se vuelven locas para hacer lo que él manda
en nombre de Dios, y que como predicador es una verdadera calamidad, a pesar de
ser jesuita, lo que ha conseguido es juntar a los niños, a las niñas y a las viejas del pueblo para llevárselos en procesión
magna, y a las cuatro de la madrugada a rezar por las calles, molestando la tranquilidad
del vecindario.
Esto
son los jesuitas de hoy, unos seductores de las almas de niños ingenuos y de
viejas hipócritas, imitadoras de Sor Patrocinio y de Isabel II, coadyuvadas por
Franciscos de Asís modernos que abundan mucho en el elemento frailuno...; los
de ayer eran los que iban al lado de los dominicos a encender las hogueras que
carbonizaban a los mártires de la Ciencia, como Bruno, Lutero, Galileo, Servet y
Savonarola...
¡Qué lástima que los jesuitas y los
dominicos de España no pierdan sus carteras como el dominico Fray Juncos, de
San Juan, de la República Argentina!
El forastero no tuvo problemas para infiltrase en la
iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción para escuchar la plática
completa del padre jesuita. Quienes puedan mostrarse interesados en acceder a
otras “ironías o irreverencias” de su reseña, en la que aflora la típica
animadversión hacia esas otras propagandas extremas les remito al enlace.
Organizado el mitin de protesta contra lo
vertido desde el pulpito por el jesuita Tarín, resultó el acto una gran
manifestación anticlerical. Ya no eran las pobres mujeres, era el pueblo
entero, que con sus aplausos frecuentes y entusiastas, vino á confirmar el
juicio que me había formado de aquel gran pueblo de republicanos y de
librepensadores.
Acto y teorías fueron muy felicitados por intransigentes
y neutros, y LAS DOMINICALES muy vitoreadas.
Total: que he dejado por ahí una muy buena impresión
y un creciente entusiasmo por el querido periódico que tantos esfuerzos y
sacrificios nos viene costando, amén de muchos sinsabores y amarguras.
Me enteré después que el jesuita organizó una
de sus tantas procesiones de mujeres y niños, en desagravio de nuestros pecados
imperdonables, que nos llevarán derechitos al infierno. Mejor así, ya que á
Dios le hemos visto pintado muchas veces y á Satanás muy pocas, y lo justo es
conocer bien á los dos...
El P. Juan M.
Sola, otro jesuita, continuador del apostolado del P. Tarín por estas
tierras cordobesas, nos suministra otro testimonio en el que, además de explicarnos
cómo se planificaban y desarrollaban estas misiones jesuíticas, afloran las verdaderas razones que tanto dificultaban
el calado de sus propagandas en las localidades del distrito de Montilla:
“El 25 de enero de 1908 comencé una novena
dedicada al Corazón de Jesús en la célebre Montilla, de la provincia de
Córdoba. En ésta, como en las de Madrid y Murcia, y en general en todas las que
predico, hago comunión general por la mañana con su plática correspondiente, a
fin de exponer algún punto más espiritual, recoger el fruto del sermón de la
noche, enseñar la práctica de la comunión frecuente, enamorarlos más de Cristo
e ir predisponiendo a la ciudad a una comunión general. Hay en ello otra
ventaja, a saber, que se van despachando las confesiones y no se aglomera el
trabajo los días últimos. La iglesia del Santo se llenó desde el primer día. Vi
desde luego las huellas de nuestros Padres que visitan con frecuencia esta
ciudad, en especial del santo P. Tarín, que ha dejado allí muy honda y
perdurable memoria. Y penetrando más adentro, pude apreciar la labor de siglos,
empleada por los antiguos jesuitas en cultivar esta viña, hoy cubierta de
maleza. ¿ Que han de hacer doscientos números del Heraldo, cincuenta de España
Nueva, otros tantos del Liberal, Imparcial y mil otros de la misma estofa
recibidos con ansia, leídos diariamente con avidez y distribuidos y voceados
con escándalo? Aunque nos rompamos el
pecho todos los predicadores, el triunfo
es del masonismo y del liberalismo, sin una milagrosa intervención de lo alto.
Tal está Montilla, presa del caciquismo liberal
y del indiferentismo religioso. Con todo no me puedo quejar de poco fruto: hubo
reconciliaciones notables, se atajaron algunos escándalos y con gran edificación
se cerró el Novenario, el día de la Candelaria, con una procesión, nunca vista,
del divino Corazón. Asistió en pleno el Ayuntamiento, que envió también la banda,
y recorrieron las calles y plazas entre cánticos y vivas”.
(Cartas edificantes de la provincia de Aragón. Año
1911. Barcelona. Librería e Imprenta Religiosa, 1912)
Por esas fechas, aunque no se menciona, empezó a llegar hasta
Montilla “El Socialista”, por obra y gracia del médico y humanista Francisco Palop Segovia, que ese mismo año de 1908 había contribuido al nacimiento de una
sociedad denominada “La Ilustración Obrera”, precursora del socialismo en la
localidad.
El que se vendía como rosquillas,
especialmente en Castro del Río, era España Nueva, diario de línea editorial
republicana dirigido por el federal Rodrigo Soriano ,
con excelente acogida entre sus adeptos de las poblaciones pertenecientes
al distrito electoral de Montilla (Montilla, Aguilar, Castro del Río,
Espejo, Montemayor y Moriles). Incluso, durante un tiempo en que la
Confederación Nacional del Trabajo careció de voceros propios, sus páginas
dieron cabida a artículos de anarcosindicalistas.
En resumidas cuentas, como lecturas
recomendables para estos padres jesuitas estarían “La Hoja Parroquial” a nivel
local, el ultra católico y conservador diario El Defensor de Córdoba a nivel
provincial y entre los nacionales el integrista El Siglo Futuro como predilecto.
No es de
extrañar, por ejemplo, que en la población de Castro del Río, donde las huestes
liberales y republicanas superaban con creces a los conservadores en aquel
contexto político y social, no se conserve entre sus actuales pobladores nada
sobre “la huella y perdurable memoria”
de las misiones del P. Tarín, como sucede en otras localidades cercanas donde
lo tienen encumbrado casi a la categoría de Santo.
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