Los orígenes
de la música de bandas en Castro del Río hay que buscarlos en el seno de
esas unidades cívico militares, que con diferentes nombres y con arreglo a las
fluctuaciones políticas propias del periodo, se suceden a lo largo de la
primera mitad del siglo XIX.
Conocemos
que el Batallón de Voluntarios Realistas de Castro Leal del Río, comandado por
don Lorenzo Antonio Calderón y Espada, disponía de música propia. Así consta en
una noticia inserta en la Gaceta de Madrid que refiere la comparecencia de una
compañía de 50 granaderos con su música a los solemnes actos celebrados el 16 de marzo de 1825 en la vecina población
de Aguilar de la Frontera con motivo de la bendición de la bandera del cuerpo.
Ambos batallones, furibundos defensores de la
causa absolutista en la provincia (que se lo pregunten a Don Bartolo), debían
estar muy hermanados ya que al frente del de Aguilar se hallaba el coronel de Infantería Joaquín Jurado Valdelomar,
de linajuda ascendencia castreña:
“Una
compañía de 70 granaderos realistas con su música lucida, y otros 50 de la misma clase con la suya, que
vinieron de Castro del Río, maniobraron con la disciplina más exacta que puede
tener cualquiera otro cuerpo del ejército;
y a todos se sirvió después un
espléndido rancho. La unión y alegría reinó en todos los actos, resonando sin interrupción
los Vivas al Rey Absoluto, a la Religión y al Cuerpo. Estuvieron todo el día
las calles con colgaduras, hubo repiques de campanas, y por la noche
iluminación general, sin que ocurriese el más mínimo disgusto que turbase
función tan plausible”.
Un artículo de una publicación local titulado El Batallón de Voluntarios Realistas de Arganda del Rey (1829). La primera Banda de Música de Arganda, puede resultarnos
útil para hacernos una
idea del la composición de estos cuerpos de música (unos 20 integrantes)
y sobre el instrumental utilizado: claro predominio del clarinete entre los de
viento, dos clarines, un fagot, una trompa y un flautín; tambores redoblantes,
bombo y chinesco en el apartado de percusión.
No disponemos de información sobre música en el seno
de la Milicia Nacional de Castro del Río durante el Trienio Liberal (1820-1823),
ni en esa otra Milicia Urbana, proclive al liberalismo, que se crea una vez
disuelto el cuerpo de Voluntarios Realistas a la muerte de Fernando VII
(Estatuto Real de 1834).
Las noticias
más remotas de las que disponemos sobre un castreño relacionado con el mundillo
musical se remontan al año 1843. Se trata de Salvador Portillo y Bello, cuyo
nombre aparece entre los suscriptores en provincias del periódico filarmónico y
poético El Anfión Matritense.
Este señor a la postre terminaría convirtiéndose
en profesor de música y director de la primera banda municipal
surgida a orillas del Guadajoz.
La
banda municipal de Córdoba, considerada entre las más antiguas de España
y primera de Andalucía, nace en el año 1856 a partir del instrumental dejado
por el disuelto Batallón Provincial de Milicias.
En la música de la extinguida Milicia Nacional
de Castro del Río, recuperada durante el Bienio Progresista (1854-1856), bien
pudiera estar el germen de la primera banda estrictamente civil de la localidad,
patrocinada y subvencionada en parte por
el municipio.
Diario de Córdoba (20 de marzo de 1857)
En marzo de
1860 podemos constatar su presencia en un acto patriótico y cuestación organizada por el
Ilustre Ayuntamiento en favor del ejército
que luchaba en África y para celebrar la
reciente toma de Tetuán:
“Este
ilustre Ayuntamiento acompañado de las demás autoridades paseó en público el
retrato de nuestra Reina con la música y un gentío inmenso que la vitoreaba”.
Durante el viaje que la reina Isabel II y su séquito
realizaron por Andalucía en el año 1862, las autoridades cordobesas, al objeto
de dar mayor realce a la visita regia, cursaron invitación a todas las bandas
uniformadas existentes en los pueblos de la provincia. El Ayuntamiento de Castro
del Río se excusó alegando hallarse ésta en fase de reorganización.
La dirección de estas músicas, que a título
privado o contando con el eventual patrocinio del Ayuntamiento, estuvo durante
largo tiempo a cargo del ya referido Salvador Portillo y Bello hasta que le
sobreviene la muerte en vísperas de la Feria Real del año 1871:
“Ayer ha
sido conducido a su última morada el cadáver de D. Salvador Portillo y Bello,
natural y vecino de esta villa. Aficionado y compositor de música desde muy joven,
y hasta el día, ha tenido la dirección de la marcha y capilla de esta
localidad, y constantemente ha merecido las simpatías y aprecio de todos sus
convecinos, los que le han dado la última prueba acompañándolo, sin distinción
de personas, hasta depositarlo en la tumba.
Las dos citadas músicas, uniformados sus
individuos y enlutados los instrumentos, han acompañado el cortejo alternando
con los salmos e imponentes cánticos de Iglesia, marchas fúnebres que el finado
había compuesto. Dios lo tenga a su lado y preste a su viuda e hijos el
consuelo que tanto ahora necesitan”.
Castro del Río 10 de septiembre de 1871.
(Un suscriptor del Diario de Córdoba)
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Dos de sus hijos varones, formados ex profeso por su
propio padre en el seno de la agrupación musical castreña, desarrollarían
maestría en cuestiones musicales. El primogénito, llamado Cecilio Portillo y
Tienda, recalaría en la villa cordobesa de El Carpio en el año 1865 para
ponerse al frente de una recién creada Banda Municipal de Música.
Tras la muerte de Salvador Portillo y Bello
nos encontramos con un periodo de cierto vacío informativo. Tendremos que
esperar a la boda de Alfonso XII con María de las Mercedes de Orleans celebrada
el 23 de enero de 1878, para volver a escuchar sones de marcha en Castro del
Río.
Las Actas Capitulares
en sesión celebrada el 12 de enero de 1878 recogen los acuerdos adoptados por
el Ayuntamiento para festejar la boda real:
“Distribución de limosnas, pan y telas entre
los pobres, viudas y huérfanos; conmemorar la boda con un solemne Te Deum; la
comisión de fiestas ordena que los días 24, 25 y 26 haya iluminación general y
se pongan colgaduras en los balcones y rejas, y que la banda de música asista,
en referidas noches, a la Casa Capitular desde donde se lanzarán cohetes y
demás fuegos de artificio”.
Durante la década de los ochenta las iniciativas en
materia musical parecen emanar en un principio de José Díaz Carretero.
A finales
de 1881 se crea en Castro un Centro Filarmónico donde José Díaz Carretero ejercerá
como profesor. Una de sus primeras realizaciones sería la de organizar una
estudiantina que se presentó exitosamente durante Pascuas, extendiendo sus
actuaciones a poblaciones vecinas como Baena y Cabra.
Durante el carnaval de 1882 volvió la estudiantina
a recorrer las calles de Castro, Espejo y Montilla. Entre sus integrantes, la
casi segura participación de un joven de 11 años, alumno aventajado, llamado
Francisco Algaba Luque.
Ese mismo año se 1882 una banda de música dirigida
por “el aventajado maestro” D. José
Díaz Carretero participa en los fastos organizados con motivo de la primera
misa del joven sacerdote local don Diego Millán Doncel. Su cometido, recorrer la
víspera las calles de la población anunciando entre la feligresía la santa
misa que había de celebrarse en la Iglesia del Convento de las Madres Dominicas
el primero de octubre de 1882. La parte musical del oficio religioso correría a
cargo de una orquesta dirigida por el inteligente profesor Miguel Portillo y
Tienda (segundo de los hijos del maestro Salvador Portillo y Bello) que
interpretó la misa del “inmortal maestro Carmona”.
En una nueva función religiosa celebrada en julio de
1889 organizada por la Cofradía del Escapulario del Carmen, participa una “brillante orquesta”, instalada en el
coro alto de la Iglesia del Carmen, bajo la dirección del maestro Díaz
Carretero que ejecutó con acierto la misa del “Maestro Palatín”, y que participaría en el posterior desfile procesional por las principales calles de la población.
Estas alternativas nos hacen presuponer la coexistencia
de dos músicas en la localidad, dirigidas respectivamente por Díaz Carretero y
Miguel Portillo durante los años finales del XIX.
En los pasacalles y en dos conciertos
celebrados en el Llano de la Iglesia para el día de la Virgen del año 1892
encontramos nuevamente a Miguel Portillo al frente de la dirección
musical:
“La
elevada torre de la parroquial de la Asunción, perfectamente iluminada la noche
anterior, los armoniosos acordes de la música, el tañido alegre de las campanas
y la multitud de voladores lanzados al viento, eran como los heraldos de la
gran solemnidad que al día siguiente debía verificarse.
Una concurrencia numerosísima que invadía el
paseo, la plaza y calles adyacentes, elogiaba al reputado profesor don Miguel
Portillo y Tienda, cuando éste hacía ejecutar a sus aplicados discípulos las
piezas más escogidas de su abundante repertorio. El pasodoble titulado Santo
Tomás, el 2º acto de La Favorita, célebre obra del inmortal Donizetti, con otros
varios trozos de música clásica de los mejores autores así españoles como
extranjeros, todo ejecutado con admirable precisión ante los vetustos muros de
la iglesia matriz, dejaron al publico altamente complacido hasta el punto de
prorrumpir diciendo: ¡Que se repita, que se repita! como en efecto se repitió a
la noche siguiente la misma velada musical muy interesante y nunca oída”.
La carrera
musical de Miguel Portillo finaliza de manera violenta en agosto de 1895,
cuando en las inmediaciones de la puerta del cementerio atentó contra su propia
vida pegándose dos tiros en el pecho.
La siguiente
noticia se mete ya en el siglo XX. Dentro de una detallada crónica sobre los desfiles procesionales de la
Semana Santa del año 1900, se hace mención a la unificación y reorganización de la banda de música, siendo alcalde
el conservador José Navajas Moreno:
“Se han
refundido las dos bandas de
música en una, renovando sus instrumentos
y encargando su dirección a un funcionario público que revela ser un
buen profesor y compositor, quien ha
logrado que la banda esté a una altura que nada tiene
que envidiar a la de
cualquier capital, realzando en estos
días con su asistencia los solemnes actos a los que ha concurrido”.
Diario de Córdoba (19 de abril de 1900)
Aquí ponemos de momento un punto y aparte, no sin
antes hacer mención a la existencia de una tercera generación de músicos de
apellido Portillo. Un hijo de Cecilio Portillo y Tienda, que a finales del XIX
traslada su residencia desde El Carpio hasta Pozoblanco, llamado Salvador como
su abuelo, terminaría vinculándose como organista a la ciudad de Bujalance.
Llegó a dirigir orquesta en un oficio religioso celebrado en la parroquial de
la Asunción de Castro del Río por invitación de Don Francisco Algaba en el año 1904.
Interesante artículo, amigo Alberto.
ResponderEliminarConservo algunas partituras manuscritas que pudieran ser obras de estas plumas. Intentaré analizarlas a ver si encuentro fecha y autor.
Por otra parte, guardo una diana (Alegres castreños) y un pasodoble (General Moscoso) de un tal Sebastián Zamorano. ¿Se sabe algo de él?
Saludos. (José A. Elías).
Que yo sepa el músico y compositor Sebastián Zamorano Rocha fue el único director de la banda municipal de música por oposición que ha existido en Castro. Más detalles en la entrada sobre las bandas en el siglo XX que anda todavía en el horno.
EliminarMi abuelo, mi padre Pedro Zamorano Bobadilla pianista y su hermano Sebastian violinista
EliminarMáS información sobre SEBASTIÁN ZAMORANO ROCHA, os dejo el enlace de la Real Biblioteca donde ésta obertura de mi abuelo está considerada Patrimonio Nacional:
ResponderEliminarhttp://realbiblioteca.patrimonionacional.es/cgi-bin/koha/opac-detail.pl?biblionumber=80150