Primera fuente de agua destinada al consumo de la
población de Castro del Río ubicada en un espacio abierto extramuros al que
terminará dando nombre: “Llano de la Fuente”.
No hemos sido capaces de dar con las fuentes
necesarias con las que fijar su datación exacta o aproximada. Por los sencillos
elementos arquitectónicos que la conforman, y especialmente por ese frontón
partido que corona la hornacina del Santo, podríamos encuadrarla dentro del
estilo barroco (siglo XVIII), aunque debió verse afectada considerablemente su
factura original durante las obras emprendidas a raíz de la primera traída de
aguas al municipio iniciadas durante la I Republica.
Nos ha llamado poderosamente la atención el
número de fuentes existentes bajo la advocación de San Roque diseminadas por las
diferentes villas y ciudades de la geografía hispana. La popularidad de San Roque, conocido por su
faceta de protector de los animales, obedece mayormente a su intercesión a la
hora de librar a las poblaciones de epidemias y contagios. De ahí su asociación
al agua y a las fuentes, cuya insalubridad solía ser factor determinante en la
propagación de las mismas.
Presuponemos que el agua de la Fuente de San
Roque debía de proceder en un principio de pozos y aljibes situados en la parte
alta de la población que llegaban hasta la misma a través de sencillas
conducciones aprovechando el desnivel del terreno. Su caudal debió ser parco e
insuficiente como para cubrir las necesidades de agua potable de la población,
que tenía que recurrir a fuentes como La Higuera (camino de Doña Mencía) o La
Minguilla (camino de Bujalance). Son éstas las que aparecen relacionadas en el
artículo del Diccionario de Pascual Madoz (1846-1850), en el que, pese a su
exhaustividad informativa, no hay mención alguna a la fuente de la que nos
venimos ocupando.
Fuente de la Minguilla
Por los extractos de las actas capitulares recogidos
en el trabajo de Francisco López Villatoro (La Villa de Castro del Río
1833-1923) conocemos que las autoridades municipales republicanas en 1873
compraron al “Conde de Zamora” la fuente de La Higuera y dos fanegas de tierra
colindantes al objeto de abordar la traída de aguas hasta la población para
evitar esos largos desplazamientos que tanto la encarecían. Se allegaron fondos
a través de un arbitrio especial sobre el trigo y el aceite.
Será una sociedad titulada “La Productora” la encargada de acometer tal empresa. Los trabajos
técnicos fueron llevados personalmente por su director gerente don Santos María
Pego. El plan inicial contemplaba hacer llegar el agua a través de dos tuberías
diferentes. Una procedente de la fuente de La Higuera, que había de llevar el
agua hasta unos surtidores ubicados en Llano de la Iglesia, y otra, procedente
de la Vereda de la Moza que llegaría hasta la Plaza de la Republica, recogiendo
el sobrante el Llano de la Fuente.
Aunque iniciados los trabajos a finales de 1873
y proyectada su conclusión para finales de 1874, incumplimientos en los pagos
por parte de la corporación y desavenencias con la empresa retrasaron su
realización definitiva hasta el año 1877. Por economías se descartaron los
anteriores emplazamientos, llegando el agua a través de una sola tubería hasta
la Fuente de San Roque.
El 8 de diciembre de 1877, a las cuatro y
media de la tarde, las aguas llegaban por primera vez a su destino. El acto inaugural
estaría revestido de una especial solemnidad festiva:
Aguas
“El día 8 entraron en Castro del Río las
destinadas al abastecimiento de aquella
población, alumbradas y conducidas a ella desde cuatro mil seiscientos
metros de distancia por nuestro amigo Don Santos María Pego, a las que se
agregarán en breve nuevos alumbramientos de La Higuera y Vereda de la Moza. Al
acto de inauguración asistió el clero, el municipio y un inmenso gentío, en el
que se hallaban representadas todas las clases de la sociedad. Se bendijeron
las aguas al empezar a brotar por los grifos vasculares de que está dotada la
fuente, y hubo músicas, cohetes, cucañas y una fuente de vino con la que el
ingeniero obsequió al vecindario, pronunciándose un discurso alusivo al caso
por el Teniente de Alcalde don Juan Rafael Romero. De la Fuente de San Roque,
que así se llama, salía agua a borbotones, causando las delicias de aquellos
vecinos, viéndose el entusiasmo reflejado
en todos los semblantes, efecto sin duda de verse libres de tan onerosas cargas
que sobre ellos pesaban. Al dar la
enhorabuena al pueblo de Castro la damos también a su Ayuntamiento por haber
llevado a feliz término la obra empezada hace algunos años, y muy
particularmente a nuestro amigo el Sr. Pego, quien con tanto acierto y
diligencia supo alumbrar las aguas y conducirlas a la población”.
(Diario de Córdoba 14 de diciembre de 1877)
|
El venero de vino costeado por el Sr. Pego debió
secarse esa misma tarde, mientras que los prometidos nuevos alumbramientos jamás
llegaron y los pozos destinados al suministro de la fuente de San Roque bajaron
pronto su nivel mostrándose insuficientes para el suministro urbano.
A destacar
ciertas normas de cortesía imperantes entre la clase política de la época. Como
la traída había sido iniciativa de la corporación municipal republicana presidida por Don
Tomas del Rio Luque, el encargado de dar el discurso protocolario en el acto
oficial de inauguración fue Juan Rafael Romero, teniente de alcalde y concejal perteneciente
a la minoría demócrata republicana.
En el recorte
de la fotografía de Baltasar Castella (1915), que utilizamos como ilustración
en la cabecera, se aprecia perfectamente una especie de depósito abovedado para
almacenar las captaciones de aguas, que desconocemos si pertenece a ese proyecto
o si fue ejecutado con posterioridad por la Sociedad Anónima La Salud,
concesionaria del abastecimiento de aguas potables al municipio a partir de 1912.
Santos María Pego y Díaz (1834-1905)
El dadivoso ingeniero e inventor del artefacto vinatero
que sirvió para festejar la traída de aguas a Castro, Santos María Pego y Díaz, era un gallego natural de El Ferrol instalado con negocios en Córdoba
a partir de 1867. Su profesión original fue la de guarda de faro, que desempeño primero en Cádiz y con posterioridad en el archipiélago
canario, donde dejó su impronta como fotógrafo. Su formación técnica la
suponemos autodidacta. Autor de
numerosos ingenios y patentes industriales. Cuando desapareció La Productora se
dedicó a la explotación del negocio de la sal. Concretamente en el término de
Castro del Río explotó las salinas del cortijo de Doña Esteban.
Sobre la suerte final de la desaparecida fuente de
San Roque dispongo de algunas noticias difusas en mi cabeza que me remiten a un
emplazamiento festivo de la localidad donde al parecer estuvieron apiladas sus
piedras durante largo tiempo tras ser desmontada. Sería de agradecer la
colaboración de los castreños en apartado de comentarios para clarificar esta
cuestión.
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario