José Huertas Lozano, tras su efímero paso por la
Compañía de Jesús, vuelve al candelero con el mismo asunto que le había hecho
famoso. En marzo del año 1892 sale al mercado la primera edición de un libro
autobiográfico que titula ¡Yo he sido impío! Revelaciones espiritistas y masónicas (Imprenta de la Soc. Edit. San
Francisco de Sales):
“Nuestro querido amigo don José Huertas
Lozano, hoy redactor de nuestro católico compañero El Adalid, y ayer espiritista furibundo e
infatigable masón, ha puesto a la venta este hermosísimo libro a través del
cual se ve de una manera patente el influjo decisivo que ejerce sobre las almas
la gracia divina
El autor ha creído bien, que la publicación
en forma de libro de cuantas malas acciones encierra su vida pasada y la
revelación de los secretos espiritistas y masónicos pudiera librar a muchos de
la senda de la perdición, servir a otros de saludable advertencia y siempre
redundar en la mayor gloria del Altísimo.
La obra se halla dividida en varias
secciones, de las cuales son acaso las más importantes, "la caída", "de
propaganda", "entre el compás y la escuadra", y "la vuelta al redil". En esta
última, llena de ternura y católica unción, el autor refiere en conmovedoras
palabras su conversión completa.
¡Yo he sido impío! deben leerlo todos los
católicos, y no sólo leerlo, sino propagarlo como medicina saludable”.
(El
Siglo Futuro 23 de marzo de 1892)
A efectos de publicitar este trabajo desde la prensa
católica más beligerante se siguen reproduciendo aquellos infundios de haber
sido su autor redactor de Las Dominicales y colaborador de El Motín, a los que
se añaden otros nuevos:
“Hermano Universo gr. 30º en las logias de
Madrid, encargado de los archivos de las de Granada, escritor inspirado en las
obras de Allan Kardec, el apóstol de masonismo andaluz”.
Juan
Huertas “Hermano Universo” de la “Resp. Log. Numancia nº 202” de Granada, en el cuadro de octubre de 1888 tenía el gr. 3º de Maestro. Imposible que en
tan corto periodo (hasta julio de 1889) hubiera alcanzado el gr. 30 reservado a
los Venerables Maestros.
Aquella
primera edición se debió de vender como rosquillas pues antes de que termine el
año se saca la segunda, llegando a editarse incluso al otro lado del océano
atlántico tal como se puede apreciar en la edición de Buenos Aires (República Argentina) que
reproducimos en la portada.
La segunda
edición española alberga un retrato de su autor detrás de cuya consecución nos
encontramos (será incorporado a posteriori). El capítulo de “La vuelta al redil” fue publicado como
folletín por El Lucense en el año 1897,
bajo el título de “Un francmasón
convertido”:
Sus argumentos de conversión, desarrollados a lo
largo de un total de 11 páginas de texto, pueden leerse en formato imagen pinchando
aquí.
La tesis
doctoral de la historiadora alicantina Alicia Mira Abad “Secularización y mentalidades en el sexenio democrático: Alicante (1868-1875)”, incluye un capítulo titulado “El espiritismo:una alternativa al catolicismo” en el que aparecen numerosas referencias a los
escritos de Huertas Lozano.
El éxito alcanzado con esta publicación le incito a embarcarse en una nueva aventura editorial, en esta ocasión una novela titulada Martirio, precedida de un prólogo presentación “del joven y ya notable escritor católico” don Carlos G. de Ceballos y Cruzada.
El éxito alcanzado con esta publicación le incito a embarcarse en una nueva aventura editorial, en esta ocasión una novela titulada Martirio, precedida de un prólogo presentación “del joven y ya notable escritor católico” don Carlos G. de Ceballos y Cruzada.
![]() |
La Semana Católica de Salamanca (5 de julio de 1892)
También editado como folletín en el diario
católico “El Alicantino”.
Prologuista y escritor estaban relacionados con el
Círculo de Congregantes de San Luis Gonzaga, de cuyo órgano de expresión El
Adalid (bisemanal católico y literario) eran ambos redactores.
Coincidiendo con sus éxitos como escritor se prodiga como conferenciante
formando pareja con el filósofo tomista jiennense Juan M. Orti y Lara:
A principios de 1893 nace en Madrid una sociedad
denominada “Asociación de padres de familia contra la inmoralidad”, constituida
bajo los auspicios del Sr. Obispo de la diócesis y presidida por el señor
marqués de Comillas, en la que nuestro protagonista se integra como Secretario.
La citada
sociedad tenía por objeto “combatir, con
cuantos medios lícitos pueda utilizar,
los ataques que a la moral y religión católica se infieran en el libro,
en el periódico, en el teatro, y en general en cualquier forma que deje
sometido el acto realizado a la sanción de la ley”.
|
Entre las primeras víctimas o destinatarios de sus
denuncias encontramos al semanario El Gato Negro por ataques a la moral
y Las
Dominicales por escarnio del dogma e injurias al clero.
Del mundo
del teatro y del espectáculo se puso el blanco sobre la cantante y bailarina
francesa Diana Dannuse, primera estrella del Circo de Parish, más conocida por “La
Bella Chiquita” pese a su estatura elevada, admirable proporción de
formas, morbidez de sus curvas y esbeltísimo cuerpo. Su especial gracejo para
aderezar los couplets, sus movimientos voluptuosos y juego de ojos, causaban
estragos en los corazones de los aficionados al género.
Ante las denuncias interpuestas tuvo que alegar
indisposición repentina para amainar el temporal y cuando reaparece lo hace suprimiendo
por orden gubernativa algunos de sus cuadros más sugestivos.
Coincidiendo con la reaparición de “La Bella
Chiquita” en los locales de la Asociación Integrista de Madrid se reúnen en
asamblea, bajo la presidencia de Ramón Nocedal, representantes de las juntas
regionales de un embrionario Partido Tradicionalista. Huertas Lozano participa
asumiendo la representación de las Baleares. El antiguo reino de Jaén hallábase
representado por el farmacéutico linarense Francisco de Paula Quílez.
Durante todo el año 1894 sigue vinculado al círculo
de Congregantes de San Luis llegando a alcanzar la dirección del bisemanal El
Adalid. Para el curso académico 1894-1895 pasa a desempeñar tareas docentes en
la Academia de Estudios Superiores de San Rafael, dentro de la cual se crea una
sección de Medicina y Farmacia de cuya dirección se encarga.
Todo ésto
compaginado con una incesante actividad como periodista y propagandista de los Círculos
Católicos de Obreros impulsados desde la diócesis a través de una “Asociación general para el estudio y
defensa de la clase obrera”, cuyo órgano de expresión era El Obrero
Católico. Asume la secretaria del círculo creado bajo la advocación de San Pedro.
Su fin principal
era luchar contra los enemigos de la Iglesia, como el protestantismo, el socialismo,
el comunismo o el anarquismo, evitándose su arraigo entre las clases populares.
La pretendida armonía social la glosaba en verso José Huertas en las páginas de
El Obrero Católico:
Fruto
de aquella visita
tan
sincera y deseada
son
los círculos católicos
de
obreros; son esas casas
en
las que ricos y pobres
con
entusiasmo se abrazan…
Donde
los de abajo suben
y
los de arriba no bajan;
lugar
en el que se nivelan
por
las virtudes cristianas
los
abolengos ilustres
y
las pobrezas honradas.
En 1896 su
vida se verá sometida a un nuevo giro brusco que reservamos para una última y
definitiva entrega.