Una copia de la carta que se dirigió al Arzobispo de
Granada, en la que el converso José Huertas Lozano se retractaba de sus errores
pasados, fue también remitida al director de Las Dominicales del Libre Pensamiento, acompañada de unas letras de presentación y un ruego:
“Más cuidadoso de mis intereses espirituales
hoy que en los últimos cinco años que de mi vida han transcurrido, he llegado a
penetrarme de que me equivoqué lastimosamente al separarme de la religión
católica, apostólica y romana. En la actualidad he vuelto a su seno amantísimo,
y queriendo dar de ello publico testimonio, me permito adjuntarle la
retractación de mis errores, copia de la que tuve el honor de remitir con fecha
18 del corriente al Excmo. e Ilmo. Sr. Arzobispo de Granada; ruégole que, así
como dio cabida en su periódico de mis escritos antirreligiosos, ordene la
inserción del adjunto pliego”.
Es de usted respetuoso servidor, José Huertas
Lozano.
(Las
Dominicales de 7 de septiembre de 1889)
El ruego lógicamente no fue atendido, aunque los
redactores de Las Dominicales le honran por el tiempo en que quiso hacer
pública su fe librepensadora, pero con respecto a sus manifestaciones de haber
dado cabida en sus columnas a sus escritos se disculpan con un “resulta imposible recordar ahora mismo”.
Paseándonos entre los números de la colección de Las Dominicales inserta
en la Hemeroteca Digital de la
Biblioteca Nacional correspondiente al quinquenio impío mencionado, tan sólo
hemos localizado tres referencias en la que aparezca el nombre de José Huertas.
Dos ya están
incluidas en la entrada anterior, su pertenencia al grupo espiritista “Luz
de la Verdad” (1885) y a la “Resp. Logia Numancia nº 202” de
Granada (1888). La tercera pertenece al verano de 1885 cuando desde Alcalá la
Real remite 0,25 pesetas para la suscripción abierta por el periódico para
socorrer a las víctimas del cólera.
Las
primeras van acompañadas de sendas cartas de presentación que pudieran ser las
colaboraciones a las que Huertas se refiere. El sentimiento antirreligioso aparece
expresado en ellas en los siguientes términos:
“Nuestros queridos hh . * .
y correligionarios: Vivimos en el último
tercio del siglo XIX, durante el cual tan gran revolución se opera en el mundo
civilizado. España parece que va saliendo de su ignorancia y contesta con voz
más fuerte cada día a las ideas de Libertad y Progreso. Bien claro se apercibe,
al leer las continuas adhesiones que recibís hasta de pequeñas poblaciones, en
donde sin duda han comprendido ya las innumerables ventajas que proporcionan
las ideas liberales en toda su extensión”.
Tan escueto bagaje periodístico se
presta a la suspicacia. Tarea difícil la de desentrañar si la famosa conversión
fue auténtica o pudiera haber estado inducida
o condicionada por determinadas circunstancias. Evidentemente la contestación dada desde Las Dominicales va en
la segunda línea apuntada. Antes tuvieron que realizar una investigación previa
sobre su persona:
“Nosotros
complacemos el desatinado deseo del Sr. Huertas, y lejos de guardarle rencor,
sentimos por él la más tierna compasión.
Ha sido muy desgraciado. Huérfano desde muy
niño, sin más amores en el mundo que los de un hermano, fallecido poco ha en
Granada, en la flor de la edad, su alma viene debilitándose incesantemente bajo
los golpes de la desgracia. Únase a ello una educación extremadamente
espiritualista y un temperamento histérico encerrado en un cuerpecillo débil y
enfermizo, para comprender que ese desgraciado podía ser fácil presa de los
desalmados jesuitas que no tienen compasión para la desgracia, ni respeto
alguno a los sagrados derechos a la humanidad.
El barullo en el cerebro de esta infeliz
criatura debe ser muy grande”.
También el posible despecho que ya apuntábamos, y
que queda patente en una publicación autobiográfica en la con posterioridad no
detendremos, asoma en la contestación:
“No hemos tenido otra relación con este
joven que la de cruzar con él el saludo u oírle hacer protestas exageradas de
fe librepensadora. Escribía o estaba empleado en un periódico monárquico (sin
embargo de lo cual afirmaba que era republicano) y valiéndose de sus relaciones
en la prensa anunció que iba a leer a algunos amigos una obra dramática que
había compuesto. La leyó en efecto y resultó ser una tontería. Creyó pues
excitar la admiración y sólo produjo una sonrisa compasiva”.
Debía
ser corresponsal en Granada y colaborador de un periódico de la corte titulado
Las Ocurrencias. Así consta en unas letras publicadas en la Unión Católica con
motivo del fallecimiento de su hermano Juan:
Cuando se traslada a Madrid, a principios de mayo de
1889, muy posiblemente recurriera al director de este periódico para que le
diera trabajo con el que obtener los ingresos necesarios para su subsistencia
mientras preparaba las oposiciones para vacantes en el Cuerpo de Sanidad de
la Armada. Tuvo que ser durante esta etapa de su vida cuando transcurre el
episodio de la lectura dramática, que con cierta mofa y descrédito se refiere
en Las Dominicales. Las oposiciones finalmente consigue aprobarlas, dándole
derecho a ocupar una vacante, aunque quedaba al arbitrio del Ministerio
conferirla cuando lo creyera conveniente. Es justo en este momento cuando
accede a las recomendaciones de un amigo para entrar en contacto con los jesuitas. El
desamparo económico en que quedó pudo haber sido decisivo en su transformación
espiritual.
El asunto
siguió coleando durante un buen periodo, y especialmente aireado en boletines
episcopales, prensa católica e integrista, que vieron en él materia suficiente
para atacar a ese laicismo anticlerical “que
se cebaba de manera descarnada contra el catolicismo”, aunque sin reparos a
la hora de faltar a la verdad si era preciso:
“Redactor y colaborador
de las Dominicales, sus escritos han llenado muchas páginas de esta impía
publicación, así como del escandaloso Motín” (El Siglo Futuro).
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El Motín (periódico satírico semanal) |
La única vez que aparece el nombre de José Huertas
en El Motín es para comunicar su participación en la velada fúnebre en honor de
Villacampa celebrada en Baza el 24 de febrero de 1889, a la que asiste en
representación del comité provincial republicano progresista.
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