Espacio abierto dedicado al estudio de las historias locales de los municipios de Castro del Río (Córdoba), Porcuna (Jaén) y Motril (Granada), así como sus adyacentes. Recomiendo la utilización del apartado de comentarios para aportaciones, consideraciones, críticas o rectificaciones. De igual manera, está disponible para quienes deseen colaborar con la publicación de artículos o aportando documentos, sobre cualquier tema de carácter histórico relacionado con dichas poblaciones.

12 mayo 2012

Un caso de Mudez Extraordinaria (por Bartolomé José Gallardo)


     Los aproximadamente cuatro años (1827-1831) que Bartolomé José Gallardo pasó desterrado en la villa cordobesa de Castro del Río no terminaron de afectar del todo a su habitual intensidad investigadora y literaria. Su debilidad por la letra impresa pudo satisfacerla, a medias, con los fondos de la librería del Convento del Carmen con cuyos moradores trabó amistad hasta el punto de ser considerado casi un miembro más de aquella comunidad de frailes de la que era vecino.
     Para superar el aislamiento, poder acceder a otros libros de los que eran de su curiosidad y dar salida a sus escritos, se sirvió de la profusa correspondencia mantenida con amigos de las letras diseminados por diferentes lugares de la geografía nacional. Para evitar que sus cartas y pedidos fueran interceptados por los absolutistas, que lo tenían sometido a un estrecho marcaje, contó con la colaboración de algunos castreños que supieron favorecerle en la medida de sus posibilidades.
    Sobre el especial trato que le dispensaron las fuerzas realistas comandadas por Lorenzo A. Calderón y Espada ya nos hemos detenido en anteriores ocasiones, aunque su correspondencia no deja de depararnos sorpresas sobre su particular ironía al respecto: 

    “Fui tataradesterrado a esta insigne villa de Castro del Río. Desde aqí al zielo; a donde cuando de aqí salga, me podré ir vestido y calzado, seguro de no tener que purgar…
    Suponiendo a V. ya instruido por pública voz i fama de los que en aquel punto crudo me asaltaron allí, i de lo que aqí he pasado (e ancor si muove); i por no desmentir a renglón seguido con mi dicho mi hecho, no se los cuento aqi todos ze por be.
    Así en vez de andar-me en oziosos jemidicos y lloramicos será mejor hablar de nuestras dulces Camenas”.

                   Castro del Río: 28 de septiembre de 1828

Cartas inéditas de don Bartolomé José Gallardo a don Manuel Torriglia (1824-1833) 


    Una de las personas que le prestaron ayuda fue don José García Criado, administrador de la estafeta de correos de Castro del Río (Plaza Real nº 2) encargado de recibir y dar salida a sus fajas de correo ordinario. También constan cartas recibidas a nombre de Pedro Ruiz Bujalanze (posiblemente su casero).
     Para envíos y recepciones más voluminosas (paquetes) contó con la colaboración de una serie de comerciantes locales, que comulgaban con las ideas liberales, que pusieron a su disposición su red de cosarios y arrieros para traer y llevar.

El arriero (Semanario Pintoresco Español)
 
    Es el caso del banquero y comerciante Antonio del Río García, a quien Gallardo  supo corresponder sus favores mediando en una estafa perpetrada por un joven liberal malagueño desterrado en Castro del Río durante unos meses:

    Habían mandado acá desterrado a un niño de Málaga llamado don Miguel Morales. Este tal don Miguel, que haze bueno al diablo qe su santo tiene a los pies, en unos tres meses que ha errado en este valle de lágrimas, ha desplegado una tan picaña travesura, que mal año para Lazarillo, Guzmán, Jil- Blas i todos los más pintados héroes de la picaresca, incluso el famoso Cordobés P. de Urdemalas.
     De sus travesuras se podía sacar historia, y de sus trapezeos i embelecos un libro tamaño como el Flos-sanctorum. En ese poco tiempo se ha dado maña para emparentar aquí con casi todo el lugar, y siempre con rasgos a la heroica. De hazañas suyas se podrían contar a porrillo. Pero no quiero contar a V. sino una que a mi me tañe a toca teja.
    Uno de los incautos a quienes ha prometido oros y moros es un don Antonio del Río, del comercio de esta plaza, el cual sin más qe algún conocimiento de oídas de un hermano de tal, le ha adelantado en vezes sobre unos mil reales. Hubo de apuntar el don Miguel a pagarle la buena obra con una letra de tres mil contra dicho hermano, para Río se reintegrase de los mrs. qe le tenía adelantados, i retuviese el resto para írsele suministrando. En efecto se jira la letra que es protestada.

 
    Viéndose así  chasqeado Río trata de demandarle en Justizia. Atravieso-me yo y consigo parar-le el golpe: me aboco al punto con el Morales, me da su palabra de honor de pagar sin dar lugar al escándalo qe amenazaba, i por fin al día adiado qedamos en qe ayer mañana de su mano a la mía me entregaría los dichos reales, yo le entregaría su rezibo, y pelitos a la mar. Más para servir a V. la noche de antes las afufó como el Barón de Illescas.
     La Pol. le busca, y no será mucho qe le encuentre porque a él no es difícil encontrar-le las guaridas: pero (¡la Magdalena le guie!) yo lo qe qisiera es qe Rio encontrase sus tantos de pico, aunqe el don Miguel de feliz recordación no le encuentre en días de Dios la Po. ni la Pu… (¡tenga-me Dios de su mano!).
     Ayúdenos V. algo a esto.

    Despues de este curioso y necesario prolegómeno sobre su correspondencia epistolar entraremos en materia. Nos centraremos en unos artículos escritos por Gallardo en Castro del Río, que por las vías ya mencionadas, llegaron hasta las redacciones de varios periódicos donde fueron publicados.
    “Mudez extraordinaria”, remitido desde Castro del Río, fue publicado por entregas en el Diario Mercantil de Cádiz. La primera parte (sin firma) vio la luz en el nº 4.532 (29 de diciembre de 1828). También sin firma consiguió infiltrarla en la Gaceta de Madrid (nº 4 de 8 de enero de 1829) dirigida por un hombre de confianza del monarca Fernando VII, el periodista y juez conservador natural de Espejo (Córdoba), don Pedro de la Hoz (sobrino del superintendente de policía). Advertido éste, del nombre de su autor y procedencia, la segunda parte no sería publicada. Si finalmente en el Diario Mercantil de Cádiz, aunque casi un año después que la primera, acompañado de una discreta firma con sus iniciales (B.J.G) al final.


    En estos artículos, que carecen de la componenda irónica o crítica habitual en su pluma, informa sobre un caso de mudez extraordinaria de la que resulto afectada una vecina de Castro del Río y del que fue testigo presencial.


MUDEZ EXTRAORDINARIA
Artículo 1º

     Un fenómeno de filosofía médica muy singular ofrece actualmente la villa de Castro del Río a la contemplación de los más curiosos fisiólogos y terapeutas. Ana Rincón, joven de 20 años, uno y medio de matrimonio, del cual no ha llegado a colmar fruto, malogrados en ciernes dos; su temperamento sanguino; genio pronto y festivo. En la madrugada del 11 de Diciembre corriente, al romper a hablar a su esposo, se sintió trabada la lengua, libre y expedito el uso de los demás órganos.
     Muda así, llamaron al facultativo, el cual recetó luego una sangría; repitióse a las 4 de la tarde; y a poco después recobró la paciente el habla; pero le duró poco.
     Nueva mudez hasta cosa de la media noche que se le destrabó la lengua por otro breve rato.
     El viernes 12 a las 3 de la tarde volvió a recobrar la palabra, que tuvo expedita hasta que volvió a perderla hacía la misma hora que la recobró la noche anterior.
     Enmudece luego, y al cabo de dos horas recobra la voz, de cuyo beneficio ha disfrutado todo el sábado, en cuya tarde le ha hablado el que esto escribe.
     A las 5 de la mañana de hoy 14 ha vuelto a enmudecer, y continúa muda ahora que son las seis de la tarde.
     La paciente asegura no haber tenido ningún motivo de disgusto, ni placer extraordinario.

     (La parte final, donde hace gala de su habitual erudición bibliográfica, nos la saltamos, de momento, para no perder el hilo narrativo).

Artículo 2º

“Como de esas dicen nones,
que luego paran en pares”

    En este conceptuoso equívoco de uno de nuestros más agudos ingenios cómicos se cifra la explicación de la oyente-muda de Castro el Río, que anunciamos a fines del año próximo pasado. Nunca me prometí yo encontrar la causa en otra parte, que en lo más recóndito de los misterios del que es misterio de misterios en la ciencia de la salud y de la vida: la concepción. Con esa idea tiré desde luego varias indirectas, de que la paciente siempre se me hizo desentendida; y aunque a lo último la interrogué más a las derechas, ella siempre me dijo que no: mas
“Como ésas dijeron nones…”

    El tiempo, gran descubridor de verdades, nos ha declarado ya del sí y del no de este caso, la muda ya no lo está; esta si (¡Dios loado!) en lo que honestamente llamamos meses mayores.
    En las ocasiones varias que yo hablé a los menores, ya muda, ya parlante (que a fe que tiene muy lindo pico) procuré informarme hasta de las circunstancias más menudas de su mudez; y entre ellas se me hicieron más de notar las siguientes.
    Muda, tenía enverada la lengua, pero libre y expedito el sentido para la distinción de los sabores. Esta circunstancia no envuelve, a mí entender, gran misterio: los finos Anatomistas distinguen entre nervios de la lengua, unos destinados al sentido, y otros al mero movimiento. Este último misterio parece desempeña el nervio que llaman hipo-gloso; y el del gusto, según doctrina corriente en buena Fisiología, el nervio maxilar bajero.
   Es también de notar que la paciente, aunque podía menear la lengua, de entre los inextricables movimientos que encierra el mecanismo primoroso de este órgano, estaba embargada de algunos: pues pudiendo sacar y aguzar la lengua, nunca pudo levantarla. De aquí sin duda la mudez, por impedimento de algunas del cadejo del de fibras del músculo estilo-gloso y de un nervio correspondiente. (Sobre ello discurran los Fisiólogos: yo no paso de mero aficionado).


    El caso curioso de la muda de Castro del Río, muy bien escrito y argumentado, es un mero pretexto utilizado por Gallardo para entrar en materia de su especialidad: el libro raro y curioso.
    Tanto en la primera parte del artículo, y profusamente en la segunda, se ocupa de la historia del arte de enseñar a hablar a los sordomudos, según él invención genuinamente española, encontrando en la  tradición literaria ejemplos cercanos:

    “Es cosa digna de atención el amago de mudez que hay en este pueblo y algunos de su circunferencia. En Montilla hubo en su tiempo un mudo ilustre, no sólo por su cuna, sino por ser uno de los primeros que aprendió a hablar por arte”.


     Cita la obra de Ramírez Carrión, maestro de Alonso Fernández de Córdoba “El Mudo” (V Marqués de Priego), aquel que cuando era chiquito fue traído expresamente desde Montilla hasta Castro del Río por la marquesa madre para que una beata carmelita moza obrara el milagro de curarle.
    Prosigue con un repaso por otros escritores que también se ocuparon del tema como Juan Pablo Bonet, autor de “Letras y Arte para enseñar a hablar a los mudos”, editado en Madrid en 1620, cuya portada mostramos en la cabecera, Fray Pedro Ponce de León o el Dr. Luzuriaga.
     Otros artículos de Bartolomé José Gallardo, relacionados con Castro del Río y su afición por la Arqueología y antigüedades, nos esperan en futuras entradas.


1 comentario:

  1. Como siempre, MAGNÍFICO, un abrazo de tu amigo ucubitense montillano.

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