Espacio abierto dedicado al estudio de las historias locales de los municipios de Castro del Río (Córdoba), Porcuna (Jaén) y Motril (Granada), así como sus adyacentes. Recomiendo la utilización del apartado de comentarios para aportaciones, consideraciones, críticas o rectificaciones. De igual manera, está disponible para quienes deseen colaborar con la publicación de artículos o aportando documentos, sobre cualquier tema de carácter histórico relacionado con dichas poblaciones.

05 noviembre 2013

EL ANTICLERICALISMO EN ACCIÓN: PORCUNA A FINALES DEL S.XIX.



     En el último tercio de siglo XIX nacen en nuestro país los primeros periódicos con una línea editorial claramente anticlerical; El Motín, fundado y dirigido por el periodista y escritor republicano federal José Nakens, y Las Dominicales del Libre Pensamiento, impulsado y dirigido por Ramón Chíes y Fernando Lozano “Demófilo”.
     Recuerden aquella aireada conversión del republicano y masón José Huertas Lozano y sobre cómo su retractación pública, acompañada de su ingreso en la Compañía de Jesús, fue aprovechada por la prensa ultra católica para arremeter contra quienes se habían convertido ya en su principal azote.

    A partir de 1884, coincidiendo con la reorganización del republicanismo histórico en Porcuna, empiezan a llegar a estas dos cabeceras noticias relacionadas con la localidad.

Las Dominicales 9 de marzo de 1884
     Se trata de hombres que en su mayoría ya integraron el comité local republicano federal en el año 1873.
     De entre sus filas debieron salir los primeros anónimos comunicantes encargados de airear una serie de noticias relacionadas con el clero local que los respectivos redactores se encargaban de preparar a su estilo.
     Una primera lanzada guarda relación con una capilla de música que asistía a los entierros de quienes pertenecieron en vida a la Cofradía del Carmen:


    “Existe en Porcuna una Cofradía llamada del Carmen, que tiene por costumbre acompañar con música los cadáveres de los hermanos desde su casa a la iglesia, y desde ésta, hasta la salida de la población.
    Mientras los cantores místicos se arrancan dentro por peteneras sagradas, para que en el cielo se enteren de que el difunto ha dejado unos cuartos (porque cuando es pobre no hay cánticos), y le abren de par en par las puertas, los músicos aguardan en la iglesia.
    El párroco, desinteresado como todos, exige a la cofradía cuatro duros por permitirles tocar; los hermanos, de quienes es la música, acuden al juez municipal en queja contra esta imposición, y el juez le da la razón al párroco.
   Aconsejo a los hermanos que apelen el fallo, y si fuese confirmado, que todo es posible en estos tiempos, renuncien a tocar en los entierros para que el cura no se lleve os cuartos, o celebren los entierros civilmente.
   Después de todo, los difuntos maldito si se enteran de las piezas que le van tocando por el camino, ni de si van cucarachas o no”.

(El Motín de 9 de septiembre de 1886)

     El proyecto de construcción del nuevo templo parroquial no se libra tampoco de la incisiva y socarrona crítica:

    “Los curitas de Porcuna andan trasteando las bolsas de los fieles para edificar una iglesia, y parece que les da resultado, pues pronto comenzarán las obras.
     Aplaudo la idea, porque más vale que los fanáticos gasten sus dineros en materiales de construcción que en fusiles.
     Aunque quizá tras lo uno venga lo otro”.

    (El Motín 1 de julio de 1888)

     No había pasado mucho tiempo desde que los sectores mas integristas del catolicismo español, entre ellos muchos procedentes del clero regular y secular, no dudaron en esgrimir las armas en defensa de la trilogía Dios, Patria y Rey, propia de los defensores de la causa carlista. Son los famosos frailes y curas trabucaires, que no se libran de la caricatura satírica de El Motín. 


    La famosa fórmula de la “perra gorda”, ideada por el Padre Tarín para sufragar las obras del nuevo templo, no gozó del beneplácito general de la ciudadanía de Porcuna. Algunos disconformes llevan sus quejas hasta el órgano de prensa oficial del partido liberal dinástico:

   “De Porcuna (Jaén) nos escriben denunciando el hecho de haberse constituido una Junta, la cual, arrogándose facultades que no se sabe quien las haya concedido, está cobrando, en perjuicio del comercio, un impuesto de diez céntimos con que se grava toda medida de cereales, aceites, etcétera, con el objeto de edificar una iglesia”.

(El Liberal 4 de septiembre de 1893)

    En 1891 se publica en Las Dominicales la constitución en Porcuna de un nuevo comité republicano, esta vez adherido a la fórmula coalicionista por la que se decantan algunas familias del republicanismo de cara a su participación en las contiendas electorales:

Las Dominicales 10 de enero de 1891
     Como presidente honorario figura Victoriano Rivera Romero, veterano catedrático de retórica y director durante algunos años del Instituto Provincial de Córdoba. Este señor se hallaba vinculado a Porcuna por lazos familiares (a desentrañar en entrada aparte). Gran amante de las antigüedades, fue correspondiente en Córdoba de la Real Academia de la Historia  y estudioso de algunas lápidas antiguas halladas en Porcuna. Durante los últimos años de su vida fue concejal del Ayuntamiento de Córdoba por la minoría republicana coalicionista.
    Como presidente efectivo aparece el médico Sixto Sebastián, padre de Cesar y Emilio Sebastián González. Llama la atención la presencia de un individuo con los mismos apellidos que don Eugenio Molina, posiblemente hermano, situado ideológica y políticamente en las antípodas que éste. Algunos de los vocales aparecen como suscriptores o en la correspondencia administrativa de Las Dominicales del Librepensamiento, de cuyos posicionamientos laicistas o anticlericales no tienen porqué ser partícipes necesariamente los anteriormente nominados.


    En una nueva cuña de corte anticlerical publicada en octubre de 1891 trasciende el nombre del corresponsal local de las Dominicales:

    “Mi amigo Antonio Zarza, corresponsal de Las Dominicales en Porcuna, me escribe entusiasmado para contarme que el cura de aquella feligresía, en vista del vuelo que allí va tomando el librepensamiento con la venta de mi excomulgado y querido semanario, está que echa maldiciones hasta por los callos y durezas de los pies contra el bueno y activo expendedor de la regeneradora medicina anticlerical.
     Felicito a mi amigo Zarza y felicito también al cura, porque si buenas desazones le causo con mis burletas, buenas martingalas se trae con sus ovejas; pues, si no estoy equivocado, nada menos que 13.000 reales las ha trasquilado en rifa por un mal retrato de Jesús Nazareno, en los mismos días y en los propios meses que el hospital de Porcuna no puede recibir ni atender a los enfermos por falta de dinero.
     ¡Y váyase lo uno con lo otro! Quiero decir la desazón del cura con Zarza, por la martingala de la rifa”.



    No conocemos el número de ejemplares del semanario impío que llegaban hasta Porcuna, lo que nos impide hacernos una idea de la verdadera dimensión de estas corrientes anticlericales y librepensadoras en la localidad.
    Muy posiblemente el nombre del corresponsal e informante sea ficticio, a fin de evitarsele represalias al verdadero. Su distribución, imaginamos, se haría con grandes dosis de sigilo y prudencia. Casi seguro que, motivados por esas filtraciones a las que Demófilo o cualquier otro redactor sabían ponerle su particular toque irónico y burlesco, la maquinaria de caza y captura del intrépido chivato tuvo que estar operativa entre los sectores más reaccionarios de la sociedad local.
    Aunque éste no parece achantarse. Con un par de años de por medio el corresponsal de Las Dominicales vuelve a ser protagonista de otra burla. Se trata de un suceso acaecido el 1ª de Mayo de 1893, que no guarda relación con manifestación obrera alguna, sino con un rayo que penetró por las ventanas de la Iglesia de San Francisco, utilizada como parroquia mientras se construía el nuevo templo:

    “El 1º de mayo hubo tormenta en Porcuna, y el único rayo que de si arrojaron las nubes se metió en la iglesia donde chamusco un San Francisco de lienzo y destrozó el coro.
     La casa del corresponsal de Las Dominicales en Porcuna, sin novedad ¿Qué dicen de esto los cleripopótamos porcunenses, que embaucan a las gentes explicándoles los efectos del rayo como castigos de los cielos?
    No lo sé. Lo que dije yo es que al que escupe a lo alto, en el rostro le cae la saliva”.

     A partir de 1894, a la par que las huestes republicanas locales entraban en un largo periodo de crisis del que no saldrían hasta bien entrada la primera década del siglo XX, el nombre de Porcuna desaparece de estas publicaciones. Muy posiblemente aquel pequeño grupo de simpatizantes del librepensamiento terminaría sucumbiendo ante el vacío y las presiones del clericalismo. 
     Quedan emplazados para una próxima entrada centrada en las primeras décadas del siglo XX, en la que los encargados de librar batalla contra el clericalismo saldrán mayormente de entre las filas de la Agrupación Socialista local y su filial sindical Paz y Libertad.

    Prácticamente imposible verificar hoy la mayoría de los extremos denunciados, por lo que el autor de este lió no se hace responsable de las burlas y opiniones vertidas por Zarza, Nekens, Chies, Lozano y otros comecuras de la misma ralea.

02 noviembre 2013

VALES Y PAPEL MONEDA DE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA



PORCUNA (Jaén)

    Cuando la columna del Tte. Coronel Redondo y demás tropas del ejército rebelde tomaron la ciudad de Porcuna el 1 de enero de 1937 se encontraron con un importante alijo de billetes locales, emitidos por el Comité del Frente Popular. La emisión, aunque lleva fecha de 1º de septiembre de 1936, parece ser que no llegó a entrar en circulación. Fueron abandonados a su suerte por quienes tuvieron que salir precipitadamente de la población. Localizados en el Ayuntamiento debieron repartírselos como trofeo entre los integrantes de aquella fuerza ocupante.


    A los pocos días, un anónimo redactor de prensa al servicio de la causa propagandista de F.E. de las J.O.N.S, repara con asombro en los mismos y ridiculiza, con  importantes dosis de bellaquería e ignorancia, su reciente descubrimiento: 
    
   “Ayer tuvimos la ocasión de ver y palpar, una peseta y una “chica abisinia”.
    Pero no se sonrían los maliciosos mal pensados, porque esa chica a que nos referimos no es ni más ni menos que una moneda roja de cero cinco, procedente del Frente Popular de Porcuna; se trata, pues, de una “perra chica”.


    Un cuadradito de cartulina azul de el tamaño de un sello de correos, en la que impreso en un recuadro se lee cinco céntimos.
    ¡Cómo está el patio!


    La peseta ya es otra cosa, porque es en un papel que tiene hasta su litografía y todo, con esta pomposa inscripción: Frente Popular de Porcuna; Vale por una peseta.
    Y debajo, tres firmas con su correspondiente “garañato” por rúbrica de otros tantos analfabetos.
    Claro que este papel moneda de Porcuna está sobradamente garantizado y así lo manifiesta en el reverso.


    Y la garantía es la recolección de la próxima cosecha de la que se han incautado los rojos de aquel país sin tener en cuenta que puede venir algún pedrisco, y ¡adiós cosecha!
    Menos mal que se cuidan de advertir que aquel dinero no circula más que en aquella dichosa región.
    ¡Toma, no! Prueben con él a comprar algunos calcetines o cintas bicolores en la casa de los “fenicios” que nosotros conocemos por acá y verán a donde los mandan”.

   En Porcuna, además de esa perra chica acartonada de la que no ha llegado muestra alguna a nuestros días, al menos nosotros no la conocemos, se emitieron billetes por valor de 1, 2, 5 y 25 pesetas en diversas tintas.



    Las firmas que aparecen estampadas en su anverso no son precisamente “garañatos” o garabatos de analfabetos. Se corresponden con las del Alcalde Presidente del Frente Popular, Rafael Montilla (un obrero autodidacta con un considerable nivel de instrucción y que llegó a ejercer como maestro en la escuela instalada en la Casa del Pueblo), y la de dos funcionarios municipales que optaron por mantenerse fieles a la legalidad: el Depositario Manuel Cañete Romero y el Contador, que no hemos sido capaces de identificar.

    No se tratan de emisiones caprichosas, sino que responden a las circunstancias excepcionales de la economía de guerra.
    Desde un primer momento se produce un generalizado afán de acaparamiento, especialmente entre las monedas de plata, que hizo desaparecer y escasear la moneda fraccionaria. Este hecho dificultaba o imposibilitaba las pequeñas transacciones entre las personas. La situación empeora cuando, por necesidades del conflicto, las monedas de cobre, acuñadas durante la república,  fueron recogidas y destinadas a la fundición para fabricar material de guerra.
    A tal escasez contribuyeron también algunas medidas del gobierno republicano, que en octubre de 1936, ante la necesidad de divisas para mantener la maquinaria de guerra, dispuso la retirada de las monedas de plata de 5 y 10 pesetas que fueron sustituidas por billetes.
    Durante esos primeros momentos de desconcierto, las emisiones locales de papel moneda son autorizadas por el gobierno ante la acuciante necesidad. Las de Porcuna estaban respaldadas por las fincas incautadas y los bienes almacenados procedentes de las mismas, más los añadidos de futuras recolecciones.
    Hasta en algunos territorios del bando nacional, desde el que se ridiculizaba la formula roja, tuvieron que recurrir a ella de manera provisional.



    La oferta de billetes locales es abundante en las páginas dedicadas a la venta de objetos de coleccionismo. Los de Porcuna, en concreto, aparecen ofertados en sus diferentes valores a unos precios relativamente asequibles.
    Aquí es donde entra en juego la suspicacia ante la pillería típica de este mundillo. Con las tecnologías actuales no tiene que ser demasiado difícil reproducir aquellas impresiones y colocarlas en el mercado con la coletilla de “sin circular”.
   Algunos pillos elevan al incauto comprador a la categoría de tonto. Con unos motivos tipográficos prácticamente idénticos se ofrecen series completas, cual si fueran pliegos de sellos, con valores que oscilan entre los 2 y 50 céntimos:


   El fraude resulta más que evidente en la siguiente comparativa. Recorte de un pliego con idénticos valores asignado a otra ciudad:



MOTRIL (Granada)





    En la ciudad de Motril al principio se utilizaron los vales al portador propios de los ensayos colectivistas, que ante el abuso, fueron sustituidos a finales de agosto por la puesta en circulación de una emisión de papel moneda local. El Comité Central Permanente dejaba caer la siguiente advertencia en la prensa local:

   “El papel moneda emitido es una cosa decidida y los comerciantes, vendedores ambulantes, industriales, etc, tienen la obligación de tomarla en evitación de medidas que seríamos los primeros en lamentar”.

 (El Faro Rojo de 1 de septiembre de 1936)


    Por su ámbito de circulación estrictamente local se producían situaciones paradójicas como las recogidas del siguiente testimonio oral:

   “Teníamos una cantidad de leche que no podía ser consumida aquí y que no podíamos llevarla a otro sitio, mientras que los huevos que nos faltaban y que tenían de sobra en el pueblo de al lado, no los podíamos comprar porque el dinero no valía… fue una situación catastrófica”.

   Ambas referencias proceden del libro de Mario López Martínez /Rafael Gil Bracero: Motril en Guerra. De la Republica al franquismo. La utopía revolucionaria. Colección Ingenio, 1997.


    Los billetes de Motril estuvieron en circulación hasta febrero de 1937 cuando la ciudad resulta ocupada por el ejército nacional. Son abundantes y con valores comprendidos entre los 5 céntimos y las 25 pesetas. No se libra tampoco esta población de la burda falsificación. Dos muestras diferentes:




CASTRO DEL RÍO (Córdoba)



   La tomadura de pelo de mayor envergadura se corresponde con esa otra población objeto de este espacio, Castro del Río.
   En esta localidad cordobesa, con claro predominio de las fuerzas anarcosindicalistas, se vivió una efímera experiencia colectivista durante los dos meses que permaneció bajo control de las fuerzas políticas y sindicales de izquierda. Se abolió el dinero y funcionó su economía con vales canjeables.  


     El austriaco Franz Borkenau, durante su periplo viajero por la España republicana, nos ha dejado un testimonio, creemos que algo idealizado, inexacto y exagerado, sobre aquella experiencia colectivista:

    

   "Castro del Río, un pueblo andaluz típicamente populoso y maldito, es uno de los más viejos centros anarquistas de Andalucía. Su grupo CNT tiene ya veintiséis años de existencia y, desde la derrota de la guardia civil en Castro, los anarquistas son la única organización existente... Los insurgentes, cuyas lineas principales corren a unas millas de la aldea, la han atacado desde entonces por dos veces sin éxito. Todas las entradas estaban fuertemente custodiadas y cerradas por barreras, con capacidad técnica bastante fuera de lo común. Esto había dado tiempo a los anarquistas locales de introducir su edén anarquista el cual, en más de un aspecto, se parece bastante al introducido por los anabaptistas en Munster en 1534.

   El punto más notable del régimen anarquista en Castro es la abolición del dinero. El intercambio monetario ha sido suprimido; la producción ha sufrido muy pocos cambios. Las tierras de Castro pertenecían a tres de los más grandes magnates españoles; todos ellos, ausentes por supuesto, han sido expropiadas. El ayuntamiento local no se ha fundido con el comité, como en el resto de Andalucía, sino que ha sido disuelto, el comité ha tomado su lugar y ha creado una especie de sistema soviético. Se ha apoderado de las tierras y las administra. Estas no han sido inteqradas, sino que se las sigue trabajando por separado, contando con los mismos obreros empleados antes en ellas. Los salarios han sido suprimidos. Sería incorrecto decir que han sido sustituidos por una paga en especie. No existe paga de ninguna clase; las tiendas del pueblo alimentan directamente a los habitantes.
   Organizados bajo este sistema el aprovisionamiento de la aldea es de la peor clase; podría aventurarme a decir que es más pobre de lo que pueda haber sido jamás antes, aun teniendo en cuenta las desgraciadas condiciones en las que los braceros andaluces se ven obligados a vivir. El pueblo tiene la suerte de cultivar no solo aceitunas, como sucede con otros muchos pueblos parecidos, sino también trigo; así que al menos hay pan. Posee además grandes rebaños de ovejas, expropiados junto a las fincas, y eso brinda alguna carne. Y todavía cuentan con una tienda de cigarrillos. Eso es todo. En vano intenté tomar alguna bebida, fuese ésta café, vino o limonada. Las tabernas de la aldea habían sido cerradas ya que las consideraban un comercio nefasto. Di un vistazo a las tiendas. Sus depósitos eran tan reducidos, que podía predecirse una próxima hambruna. Pero los habitantes parecían estar orgullosos de este estado de cosas. Estaban complacidos, como ellos mismos nos dijeron, de que hubiese cesado el consumo de café; contemplaban esta abolición de cosas inútiles como una mejora moral, Las pocas comodidades que necesitaban venidas de fuera, principalmente ropa, pensaban obtenerlas del trueque directo de sus excedentes de aceitunas (para lo cual, sin embargo, ningún arreglo había sido concertado). Su odio hacia las clases superiores era mucho más moral que económico. No querían tener acceso a la buena vida de aquellos a quienes habían expropiado, sino liberarse de sus lujos, que a sus ojos eran otros tantos vicios. Su concepto del nuevo orden que debía prevalecer era totalmente ascético”.

    Procedentes del Archivo Histórico Municipal de Castro del Río conservamos unas fotocopias de seis vales emitidos por una Junta Reguladora de Trabajo, posteriores todos al 6 de septiembre de 1936 en que Borkenau visita Castro del Río. Su máximo responsable parece ser el abogado Manuel Castro Merino (Unión Republicana), cuya firma aparece estampada en todos y cada uno de ellos.




    Su destinatario un Taller de Herrería Colectivizado, que, según consta en los mismos, estaba obligado a conservarlos como justificante de los trabajos realizados. Sólo en uno aparece el sello del Comité Local del Frente Popular, otro no lleva sello y en el resto con el del Ayuntamiento Republicano. Debieron ser utilizados como prueba inculpatoria contra Manuel Castro en el juicio sumarísimo del que saldría su condena a muerte.
    Aunque con predominio de las huestes anarquistas, de aquel improvisado sistema económico participaron el resto de las fuerzas políticas responsables del triunfo de la candidatura del Frente Popular en las elecciones de Febrero de 1936, cuyo Ayuntamiento se hallaba en suspenso y sustituido por un Delegado Gubernativo al iniciarse la guerra, constituidas a partir del 18 de julio en Comité Revolucionario.    


    El falsificador fraudulento aquí llega a rizar el rizo. En su afán de rentabilizar sus tiradas emite unos cartones moneda, que en los lugares ribereños como Castro del Río o la barriada cordobesa de Alcolea, para hacerlos más vistosos, los remata con cabezas de pato en el centro de la circunferencia. Llevan fecha de 1937 cuando Castro ya se hallaba en zona nacional, mientras que Alcolea lo estuvo prácticamente desde el principio. ¡De juzgado de guardia!


31 octubre 2013

INGENIERO DAMIAN QUERO (2ª PARTE Y FINAL)



    Como ya anunciábamos, en el año 1876 el ingeniero Damián Quero Díaz y familia, después de aquella larga e insalubre experiencia colonial, fija su residencia en Córdoba cuando entra a formar parte de la plantilla de la Jefatura Provincial de Obras Públicas, su nuevo destino profesional.

MILITANCIA MASÓNICA


     Las noticias sobre su pertenencia la Masonería nos las proporciona el libro sobre la Masonería en Córdoba, del que ya tomamos su retrato. 


     En el cuadro de la Logia Estrella Flamígera de la capital cordobesa, cuyos orígenes se remontan al año 1871, encontramos al ingeniero Damián Quero con grado 13º y nombre simbólico “Pelagio” en el año de 1876, prácticamente coincidiendo con su establecimiento en la ciudad de Córdoba. Su grado nos invita a pensar que pudiera ya venir iniciado del archipiélago filipino. El principio de ayuda mutua, por el que se rige la masonería, le tuvo que resultar bastante útil a la hora de darse a conocer e introducirse en la sociedad cordobesa.
      De su puño y letra, perfectamente reconocible por su espectacular caligrafía, es  una plancha emitida el 8 de diciembre de 1876 por la Aug. y Resp. Log. Estrella Flamígera núm. 102 regularmente constituida en el Valle de Córdoba bajo los auspicios del Gr. Or. Lusitano Unido, dirigida a la masonería universal manifestando su opinión sobre la guerra que venía desarrollándose en los Balcanes desde 1875. Damián Quero presidió la comisión encargada de su redacción, en la que se hace un análisis del conflicto en base a los principios masónicos del pacifismo y la neutralidad.


    Aparece incluida como anexo documental dentro del libro de la Masonería en Córdoba, siendo el verdadero origen de estos documentos el por entonces A.H.N. de Salamanca, hoy Centro Documental de la Memoria Histórica, a donde fueron a parar muchos de los papeles emanados por la masonería española al ser puestos a disposición del Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo, que tuvo su sede en aquella ciudad castellana.

    Durante ese mismo año de 1876, el de su ingreso en la Log. Estrella Flamígera, trasciende a través de la prensa cordobesa esa vocación propia de la masonería de involucrarse en cuestiones educativas y filantrópicas:

     “Fomento de la Enseñanza.- Se ha presentado al Sr. Gobernador para su aprobación el Reglamento que ha de regir una sociedad bienhechora que llevará por título el epígrafe, y que tiene por objeto dar segunda enseñanza gratuita hasta el bachillerato a algunos niños pobres, procedentes de las escuelas gratuitas de esta capital, en las que deberán haber obtenido la nota de sobresaliente. Forman parte de la Junta los señores D. José Abela, D. Juan Velasco, D. Eduardo Solier, D. Damián Quero, D. Francisco González Candelbac, D. José Sánchez, D. Guillermo Poole, D. Antonio Caro Fresneda, D. Bonifacio Campos y D. Manuel Martín”.

(Diario de Córdoba 31 de agosto de 1876)

     
    La práctica totalidad de los relacionados aparecen en los cuadros de las logias cordobesas Estrella Flamígera y Patricia, aunque con claro predomino de la primera. No debió ser autorizada pues no volvemos a tener noticias sobre ella. La mayoría de los integrantes de este activo y laborioso grupo de masones cordobeses se hallaban también relacionados con la Sociedad Económica de Amigos del País de Córdoba. Se trata de hombres proyectados social y profesionalmente durante el extinguido régimen republicano. 
    
     Figura el nombre del Venerable Maestro de la Logia Estrella Flamígera, el pintor, escenógrafo y decorador Francisco González Candelbac, que dejó su particular impronta artística en el edificio del Gran Teatro inaugurado en 1873.
     Algunos con el tiempo, a medida que prosperan con éxito en sus respectivos negocios, evolucionan hacia posicionamientos conservadores. Es el caso del industrial Antonio Caro Fresneda (Fundición de la Merced) que llegó a ser una figura destacada en las filas del Partido Conservador en la capital cordobesa tras su etapa de militancia masónica y republicana. Otro caso similar es el del sombrerero e industrial José Sánchez Muñoz (1845-1919), heredero de José Sánchez Peña, también iniciado en política en las filas del Partido Republicano Federal, y con el tiempo llegaría a ser varias veces concejal y teniente de Alcalde por el Partido Conservador.


    Al año 1877 se corresponde un extenso trabajo periodístico firmado por Damián Quero, que apareció publicado en el Diario de Córdoba, titulado  “Un Pensamiento Benéfico”, en el que aflora la típica filantropía que inspira a la masonería.
     Se trata de un artículo de divulgación social sobre una experiencia cooperativa puesta en marcha en Madrid por un cordobés llamado Rafael Saldaña “cuya realización ha de producir en breve tiempo una transformación en la actual manera de ser de la clase menesterosa y desvalida”.
     Entre las pretensiones de la Cooperativa “El Porvenir”, por cuya extensión apostaba Damián Quero con su proselitismo, se hallaba la de:

    “Sustituir las viviendas miserables y malsanas en las que se aglomera la familia del infeliz bracero, sufriendo todo género de molestias y enfermedades, por una habitación sola e independiente, extensa y ventilada. Mediante un alquiler fabulosamente exiguo, que por medios indirectos llega a reintegrarse, facilitarle gratuitamente los elementos más amplios posibles para que pueda educar a sus hijos y darles la instrucción científica y práctica necesaria, a fin de formar excelentes obreros en las diferentes industrias, como fin principal”.

    Tras desarrollar detalladamente todos los pormenores para conseguir hacer viable tan utópico proyecto, concluye con la obligada referencia a la necesidad de transportarlo hasta Córdoba:

     “Esperamos que el director de la empresa, nuestro ilustrado amigo, que al hacer extensiva la realización de su fecunda y filantrópica idea a las principales capitales de España no se olvide de su ciudad natal, donde hasta hoy nada se ha llevado a cabo para sacar del abismo de ignorancia y miseria en que yacen sepultadas las clases proletarias”.

(Diario de Córdoba 17 de julio de 1877)

     El tal Rafael Saldaña debe ser el hermano de su correligionario y amigo, también masón, el diputado por el distrito de Montilla en las Cortes de la I Republica, don Ramón Saldaña y Álvarez.
     Es la única colaboración suya que hemos sido capaces de localizar en la prensa de la época, y desconocemos el impacto que pidieran haber causado sus denuncias en el seno de la estamental sociedad cordobesa.
     Para 1883, cuando la logia Estrella Flamígera de dio de baja en el Gran Oriente Lusitano Unido  para regirse por la obediencia del Gran Oriente Español, creemos que Damián Quero ya no debía de pertenecer a la misma (lo argumentaremos más tarde).

MILITANCIA REPUBLICANA


    Los años del Sexenio Democrático en España, durante los cuales se operan importantes transformaciones políticas en nuestro país, los vivió Damián Quero en su destino colonial. 
    Desconocemos hasta qué punto los postulados ideológicos democrático-republicanos profesados por  su hermano José pudieran haberle influido.
    En 1881, tras seis años de gobierno conservador, Alfonso XII puso al frente de los destinos de la nación a Práxedes Mateo Sagasta. Era la primera vez, que de forma pacífica, llegaba al poder un partido heredero del viejo progresismo liberal.
    Dentro de un nuevo marco de libertades se reorganiza el movimiento obrero y las diferentes familias del republicanismo.
    Los republicanos históricos federales cordobeses en noviembre de 1882 eligen comité local y provincial con vistas a retomar su pasada actividad política. En aquella embrionaria organización participó el ingeniero Damián Quero que resultara elegido para formar parte de ambos. Labora al lado de históricos como Ángel de Torres o Ramón Saldaña, ambos masones, o los ya referidos Antonio Caro y Rafael Sánchez. 

Diario de Córdoba (20 de noviembre de 1882)


    Por su condición de funcionario público se mantuvo siempre en un segundo plano. Lo publicado en El Nuevo Régimen a su muerte nos sirve para hacernos una idea sobre cómo vivió la política:

   “En política fue invariable. No abandonó nunca la democracia, la federación, ni la republica; no tuvo nunca veleidades dentro de su partido. Era hombre ajeno a toda ambición política, a quien no movían sino sus ideas y el amor a la patria”.

    Prueba de ello es que en la mayoría de las cabeceras de prensa afines a sus ideas podemos encontrar su nombre entre los suscriptores, así como participando en las típicas cuestaciones. Sirva de ejemplo la realizada por La República en el año 1.888 en favor de una Asociación Benéfica encargada de socorrer a los presos y emigrados políticos republicanos:





CULTURA Y SOCIEDAD



    En octubre del año 1879 participa en un ciclo de conferencias agrícolas organizado en Córdoba, impartido por Ingenieros en sus diferentes ramas, profesores y catedráticos de la Escuela de Veterinaria, del Instituto y de la Normal de Maestros. El tema desarrollado por Damián Quero fue “La Arquitectura rural”.
    En 1881 formaba parte, como vicepresidente, de la Junta Directiva del Centro Industrial en cuyos locales celebraba sus reuniones y actos públicos un recién nacido Ateneo de Córdoba. Integrado en el mismo dentro de la Sección de Ciencias exactas, físicas y naturales.
    Durante los años 1883 y 1884 formó parte de la Junta Directiva del elitista y aristocrático Circulo de la Amistad de Córdoba. Suponemos que por estas fechas ya había dejado atrás su militancia masónica.
    Ya había adquirido cierto prestigio a nivel social, por lo que lo mismo le encontramos actuando como jurado en los tradicionales concursos hípicos, en las típicas muestras de ganado y maquinaria o como responsable a la hora de dictaminar los premios en los certámenes científico-literarios.


OBRAS PÚBLICAS

    Exceptuando un corto destino provisional en la provincia de Almería (1883), el grueso de su carrera transcurre en la Jefatura Provincial de Obras Públicas de Córdoba, como Ingeniero Jefe desde 1887 hasta su fallecimiento en 1889.
    Tuvieron que ser innumerables los proyectos en los que se estampara su firma.


     Entre los de mayor envergadura podemos citar el de la desviación de la carretera Madrid-Cádiz a su paso por la capital cordobesa, con un nuevo trazado entre la Cruz del Rastro y el Puente Mayor sobre el Guadalquivir, que llevaba aparejada la prolongación del famoso Murallón de la Ribera. Se realizaron algunas expropiaciones y se iniciaron los trabajos en 1890, que quedaron pronto interrumpidos por falta de liquidez.
    Su obra llega hasta los mas remotos lugares de la provincia:

Cuesta de la Traición (Ctra. Córdoba-Villaviciosa)
Paseo de la Cruz (Espiel)


Alcantarillado en Espiel



LA FAMILIA

     Por la notoriedad alcanzada en el seno de la sociedad cordobesa la prensa se hará eco de todos aquellos acontecimientos relacionados con su familia.
     Especialmente doloroso tuvo que ser el año 1892 durante el cual se produce el fallecimiento de su madre en Porcuna (31 de mayo) y el de sus hermanos Francisco y José, que dejaron de existir los días 25 y 28 de agosto, en Lopera y Porcuna respectivamente.
     Se le conocen cinco hijos varones: Luis, Juan, Carlos, Fernando y Eduardo. Sobre Juan no han trascendido noticias, y muy posiblemente falleciera joven durante su estancia Filipinas.
     Luis, el primogénito, había nacido en Madrid, estudiaría para Ingeniero de Montes integrándose en el escalafón de dicho cuerpo. Su carrera profesional trascurre fuera de Córdoba, en los distritos forestales de Palencia, Tarragona y Cádiz. Fallece en Madrid en 1933.
     Carlos (Ingeniero de Caminos) y Fernando (Ingeniero de Montes) residieron en Córdoba. Compaginaron sus respectivas carreras con el mundo de los negocios. Se hicieron con pertenencias mineras y dirigieron, como presidente y vicepresidente respectivamente, una sociedad minera intitulada la Conquista del Valle (1909).
     Los hermanos Fernando y Carlos Quero Goldoni fueron también principales accionistas y miembros del consejo de administración de la sociedad de seguros, caja de ahorros y previsión “La Mutual Latina” con sede en un céntrico edificio de la moderna avenida del Paseo del Gran Capitán.



     Fernando, casado con una prima hermana, Dolores Quero Taberner (hija de su tío Francisco), falleció en Córdoba en 1924.
     El poderío económico y social del ingeniero Carlos Quero resulta afectado considerablemente cuando contrae matrimonio, en segundas nupcias, con la señorita Soledad Cabrera Trillo-Figueroa “Marquesa de la Mota del Tejo” (1915).
    Ya como Marqués de la Mota del Trejo traslada sus inquietudes económicas al mundo de la industria. En 1922 se embarca en dos proyectos complementarios: “La Frigorífica Cordobesa” dedicada a la fabricación de hielo y “La Mezquita” dedicada a la fabricación y comercialización de de cerveza, primer establecimiento de este tipo nacido en Córdoba.


    Fallece en Córdoba en julio de 1933, al no conseguir recuperarse de las graves lesiones sufridas en un accidente de automóvil.
    El menor de los hermanos, Eduardo Quero, rompe con la tradición de la ingeniería y sigue la carrera militar dentro del arma de caballería. Es quien mantiene unos lazos más estrechos con la localidad de origen de su padre. En 1904, con la graduación de teniente, contrae matrimonio en Porcuna con Josefa Morente del Castillo, perteneciente a una familia de acaudalados propietarios. Su carrera militar se desarrolla en Córdoba. Retirado con la graduación de Teniente Coronel en 1931 (Ley Azaña). Sus servicios en favor de la sublevación militar de 1936 serian recompensados con la Presidencia de la Diputación Provincial de Córdoba que ostentaría entre 1936 y 1941.


UN PANTEÓN SINGULAR




     Los restos mortales del ingeniero Damián Quero Díaz y los de su esposa Concepción Goldoni y Rivas, así como los de sus hijos Fernando, Carlos y Eduardo, reposan en un singular panteón, exento de simbología religiosa, dentro del Cementerio de la Salud de Córdoba. La tumba aparece rematada por una enorme columna, que representa a un mojón de carretera con el escudo de la Escuela de Ingenieros de Caminos.