En el último tercio de siglo XIX nacen en nuestro
país los primeros periódicos con una
línea editorial claramente anticlerical; El Motín, fundado y dirigido por
el periodista y escritor republicano federal José Nakens, y Las Dominicales del Libre Pensamiento, impulsado y dirigido por Ramón Chíes y
Fernando Lozano “Demófilo”.
Recuerden aquella
aireada conversión del republicano y masón José Huertas Lozano y sobre cómo su
retractación pública, acompañada de su ingreso en la Compañía de Jesús, fue
aprovechada por la prensa ultra católica para arremeter contra quienes se
habían convertido ya en su principal azote.
A partir de
1884, coincidiendo con la reorganización del republicanismo histórico en Porcuna,
empiezan a llegar a estas dos cabeceras noticias relacionadas con la localidad.
El proyecto de construcción del nuevo templo parroquial no se libra tampoco de
la incisiva y socarrona crítica:
“Los
curitas de Porcuna andan trasteando las bolsas de los fieles para edificar una
iglesia, y parece que les da resultado, pues pronto comenzarán las obras.
Aplaudo
la idea, porque más vale que los fanáticos gasten sus dineros en materiales de
construcción que en fusiles.
Aunque
quizá tras lo uno venga lo otro”.
(El Motín 1 de julio de 1888)
No
había pasado mucho tiempo desde que los sectores mas integristas del
catolicismo español, entre ellos muchos procedentes del clero regular y
secular, no dudaron en esgrimir las armas en defensa de la trilogía Dios,
Patria y Rey, propia de los defensores de la causa carlista. Son los famosos frailes y curas trabucaires, que
no se libran de la caricatura satírica de El Motín.
La famosa fórmula de la “perra gorda”, ideada por el Padre Tarín para sufragar las obras del nuevo templo, no gozó del beneplácito general
de la ciudadanía de Porcuna. Algunos disconformes llevan sus quejas hasta el
órgano de prensa oficial del partido liberal dinástico:
“De Porcuna (Jaén) nos escriben denunciando
el hecho de haberse constituido una Junta, la cual, arrogándose facultades que
no se sabe quien las haya concedido, está cobrando, en perjuicio del comercio,
un impuesto de diez céntimos con que se grava toda medida de cereales, aceites,
etcétera, con el objeto de edificar una iglesia”.
(El
Liberal 4 de septiembre de 1893)
En 1891 se publica en Las Dominicales la
constitución en Porcuna de un nuevo comité republicano, esta vez adherido a la
fórmula coalicionista por la que se decantan algunas familias del
republicanismo de cara a su participación en las contiendas electorales:
Las Dominicales 10 de enero de 1891
Como presidente honorario figura Victoriano Rivera Romero, veterano catedrático de retórica y director durante algunos años del
Instituto Provincial de Córdoba. Este señor se hallaba vinculado a Porcuna por
lazos familiares (a desentrañar en entrada aparte). Gran amante de las
antigüedades, fue correspondiente en Córdoba de la Real Academia de la Historia y estudioso de algunas lápidas antiguas halladas
en Porcuna. Durante los últimos años de su vida fue concejal del Ayuntamiento
de Córdoba por la minoría republicana coalicionista.
Como
presidente efectivo aparece el médico Sixto Sebastián, padre de Cesar y Emilio Sebastián González. Llama la atención la presencia de un individuo con los
mismos apellidos que don Eugenio Molina, posiblemente hermano, situado
ideológica y políticamente en las antípodas que éste. Algunos de los vocales aparecen como suscriptores o en la correspondencia administrativa de Las
Dominicales del Librepensamiento, de cuyos posicionamientos laicistas o
anticlericales no tienen porqué ser partícipes necesariamente los anteriormente
nominados.
En una nueva cuña de corte anticlerical publicada en
octubre de 1891 trasciende el nombre del corresponsal local de las Dominicales:
“Mi amigo Antonio Zarza, corresponsal de Las
Dominicales en Porcuna, me escribe entusiasmado para contarme que el cura de
aquella feligresía, en vista del vuelo que allí va tomando el librepensamiento
con la venta de mi excomulgado y querido semanario, está que echa maldiciones
hasta por los callos y durezas de los pies contra el bueno y activo expendedor
de la regeneradora medicina anticlerical.
Felicito a mi amigo Zarza y felicito
también al cura, porque si buenas desazones le causo con mis burletas, buenas
martingalas se trae con sus ovejas; pues, si no estoy equivocado, nada menos
que 13.000 reales las ha trasquilado en rifa por un mal retrato de Jesús
Nazareno, en los mismos días y en los propios meses que el hospital de Porcuna
no puede recibir ni atender a los enfermos por falta de dinero.
¡Y váyase lo uno con lo otro! Quiero decir
la desazón del cura con Zarza, por la martingala de la rifa”.
No conocemos el número de ejemplares del semanario impío
que llegaban hasta Porcuna, lo que nos impide hacernos una idea de la verdadera
dimensión de estas corrientes anticlericales y librepensadoras en la localidad.
Muy posiblemente el nombre del corresponsal e
informante sea ficticio, a fin de evitarsele represalias al verdadero. Su
distribución, imaginamos, se haría con grandes dosis de sigilo y prudencia. Casi
seguro que, motivados por esas filtraciones a las que Demófilo o cualquier
otro redactor sabían ponerle su particular toque irónico y burlesco, la
maquinaria de caza y captura del intrépido chivato tuvo que estar operativa entre
los sectores más reaccionarios de la sociedad local.
Aunque éste no parece achantarse. Con un par de años
de por medio el corresponsal de Las Dominicales vuelve a ser protagonista de
otra burla. Se trata de un suceso acaecido el 1ª de Mayo de 1893, que no guarda
relación con manifestación obrera alguna, sino con un rayo que penetró por las
ventanas de la Iglesia de San Francisco, utilizada como parroquia mientras se
construía el nuevo templo:
“El 1º de mayo hubo tormenta en Porcuna, y
el único rayo que de si arrojaron las nubes se metió en la iglesia donde
chamusco un San Francisco de lienzo y destrozó el coro.
La casa del corresponsal de Las
Dominicales en Porcuna, sin novedad ¿Qué dicen de esto los cleripopótamos
porcunenses, que embaucan a las gentes explicándoles los efectos del rayo como
castigos de los cielos?
No lo sé. Lo que dije yo es que al que escupe
a lo alto, en el rostro le cae la saliva”.
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A partir de 1894, a la par que las huestes
republicanas locales entraban en un largo periodo de crisis del que no saldrían
hasta bien entrada la primera década del siglo XX, el nombre de Porcuna
desaparece de estas publicaciones. Muy posiblemente aquel pequeño grupo de
simpatizantes del librepensamiento terminaría sucumbiendo ante el vacío y las
presiones del clericalismo.
Quedan emplazados para una próxima entrada centrada
en las primeras décadas del siglo XX, en la que los encargados de librar
batalla contra el clericalismo saldrán mayormente de entre las filas de la Agrupación Socialista local y su filial sindical Paz y Libertad.
Prácticamente imposible verificar hoy la mayoría de
los extremos denunciados, por lo que el autor de este lió no se hace
responsable de las burlas y opiniones vertidas por Zarza, Nekens, Chies, Lozano y otros comecuras de la misma ralea.
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