Espacio abierto dedicado al estudio de las historias locales de los municipios de Castro del Río (Córdoba), Porcuna (Jaén) y Motril (Granada), así como sus adyacentes. Recomiendo la utilización del apartado de comentarios para aportaciones, consideraciones, críticas o rectificaciones. De igual manera, está disponible para quienes deseen colaborar con la publicación de artículos o aportando documentos, sobre cualquier tema de carácter histórico relacionado con dichas poblaciones.

03 agosto 2013

EL ARMISTICIO DE LA CHIMORRA



    Durante el primer año de la Gran Guerra ocurrió un hecho inédito y sin precedentes en la historia de la humanidad. En el frente de Flandes (Belgica) los ejércitos en conflicto hicieron un improvisado alto al fuego para compartir juntos la navidad (Tregua de Navidad de 1914).

    El día de Nochebuena los soldados empezaron a depositar sus armas en el suelo. Los primeros valientes salen de sus trincheras, nadie dispara un tiro. En seguida otros siguen su ejemplo, pronto todos.
    Como primera medida se entierran conjuntamente los soldados muertos de ambos bandos, que se encuentran desde hace semanas en tierra de nadie. Todos cooperan y nadie se dispara. Estaba ocurriendo algo especial. Cuando oscurece, se iluminan unos abetos sobre los alambres de espino. Los enemigos de ayer cantan unidos canciones de navidad, cada uno en su idioma.
    Al día siguiente se intercambian regalos, se muestran fotos de sus familias, beben y comen en camaradería  e incluso juegan al fútbol.


      Estos hechos históricos sirvieron de inspiración al guionista y director de cine francés Chistian Carion para rodar una magnífica película bélica con un profundo mensaje pacifista: Joyeux Noël  (Feliz navidad 1914).

(Apresúrense a visionarla antes de que fulminen el enlace)

     En agosto de 1938, en plena guerra civil española, el libertario gaditano Miguel Pérez Cordón, que por su vasta cultura autodidacta debía de tener conocimiento de aquellos pretéritos milagros humanos, en las columnas del diario Cartagena Nueva (órgano de la Federación Comarcal de la CNT de Cartagena) escribe una narración retrospectiva en la que se reproduce una historia de similares características.
    La sitúa en  el Alto de La Chimorra, en el frente de Córdoba, muy posiblemente después de la famosa Batalla de Pozoblanco, cuando el frente queda estabilizado.
    Prescindiremos de la primera parte del artículo en la que el autor se reencuentra con Andrés, un viejo amigo gaditano, de quien emana el hilo narrativo. Andrés, que pudo escapar de su tierra al iniciarse la rebelión, es ahora sargento del Ejército Popular. Le va contando pormenorizadamente sus vicisitudes y las de su familia desde que se desencadenara el conflicto aquel fatídico 18 de julio de 1936.

Pérez Cordón con su compañera Maria Silva (La Libertaria)

    El artículo está redactado en Barracas (Castellón) en julio de 1938. Por estas fechas, Miguel Pérez Cordón, se hallaba incorporado a la 28 División del Ejercito de la República y hacía las funciones de corresponsal de guerra. Discernir, sin otras fuentes, lo que tiene de verídico el hecho narrado es tarea harto difícil. Pero como participa de ese mismo trasfondo pacifista y humanista de la historia anterior y pone, de camino, en evidencia el anacronismo de una guerra entre hermanos, no nos resistimos a reproducirlo.

El armisticio de La Chimorra


    Estábamos guarneciendo la posición La Chimorra, en el sector de Pozoblanco. Frente a nosotros, una posición guarnecida por civiles y falangistas. No podíamos ni asomar la cabeza por los parapetos. Siempre había tiroteos. De día y de noche. Nos tenían fritos. El vocabulario que empleábamos era de lo más soez. Nos escuchaban perfectamente. La distancia de una a otra posición no pasaba de los seiscientos  metros. Una madrugada calmó el tiroteo. Todo quedó en silencio. De pronto escuchamos una voz:
    -  ¡Camaradas! ¡Camaradas!
    -  Hijos de p… contestaron algunos soldados.
    -  Camaradas, camaradas, seguía la voz más suavemente.
    -  Falangistas, canallas civilones –repicaban los nuestros-.
    -  Somos soldados, somos soldados.
    -  ¿Habéis revelado a los otros?
    -  Si.
    -  ¿Queréis café?
    Se generalizó la conversación. Convinimos en que bajaran dos de ellos y dos nuestros a la vaguada.
    Cuando se juntaron los cuatro soldados se abrazaron. ¡Simbólico abrazo! Abrazo que duró unos minutos pues de pronto ocurrió algo inexplicable. Fue un sentimiento, un deseo en oleada que recorrió la trinchera y en el que me vi también envuelto a pesar de ser sargento. Los soldados de ambas posiciones salimos corriendo hacia el lugar donde se había sellado un pequeño armisticio y los cuatros soldados conversaban amigablemente.
    Y la vaguada, en un momento, antes siempre solitaria, cubierta de restos de proyectiles y muchos muertos de ambos bandos, que llevaban meses cara al sol, el agua y el viento , fue poblada de hombres que se abrazaban, reían, charlaban, hacíanse mil preguntas, se ofrecían tabaco, eran amigos, hermanos ..
    Yo ingenuamente pensaba que aquella acción representaba el fin de la guerra.
    De la vaguada salimos muy alegres y con un pacto: consistía éste en no tirotearnos y enterrar a la mañana siguiente todos los cadáveres que se encontraban esparcidos entre las dos líneas.
    Cuando ya regresábamos, escuché unas palabras autoritarias. Era un sargento faccioso. Amonestaba a un soldado que intentaba pasarse a nuestro lado.
    “Esto no lo permito.  Charlar, abrazarse, repartirse tabaco, lo que queráis, pero desertar no”.
   “Es que está mi hermano aquí. Mírelo. Salimos juntos de Sevilla” (replicaba el soldado).
    El sargento se lo llevó del brazo, Y su hermano, junto a mí, andaba y tristemente iba diciendo en voz baja: “A lo mejor mato a mi hermano cualquier día”.



    Enterramos los cadáveres. En grupos se reunían los soldados por las tardes en la vaguada famosa. Pero ya siempre vigilaban las ametralladoras. Aunque el pacto de no tirotearse se cumplió hasta que fueron relevados. No hubo ni una deserción. Quise haber conocido al capitán de aquella compañía, pero no pude lograrlo. Los soldaos le querían mucho. Se conoce que por encima de todo, en su corazón había mucha cantidad de sentimientos y de hidalguía liberal.
    El muchacho sevillano que estaba luchando de nuestra parte murió en el frente de Porcuna en el mes de mayo. ¿Lo mataría su hermano? …
    La interrogante queda suspendida en los labios de Andrés. Piensa seguramente en sus hermanos, ya posibles reclutas en la zona facciosa, en contra de los cuales algún día quizás también tenga que ordenar disparar o el mismo contra ellos, dispare.
    Nos despedimos en las proximidades de Barracas. Vino solamente a visitarme. A pie muchos kilómetros. Y se marcha el amigo, el amigo de la niñez hermanado en el dolor y la ausencia de los seres queridos. Nos abrazamos en una despedida que también es un lazo fraternal, tendida, no entre dos trincheras como en La Chimorra, sino entre el presente y el mañana vislumbrado por la niebla del humo de las bombas y los proyectiles que no lejos trepidan, convulsionan la tierra y ensucian el cielo.

                                                                                             M. P. CORDÓN  

01 agosto 2013

TOROS EN MOTRIL: LA TEMPORADA DE 1883.



     La ciudad de Motril por las peculiares características de su economía  y por su posición geográfica, pese a esas personalidades aisladas que se dedicaran al toreo en el siglo XVIII y primera mitad del XIX, que además tuvieron que abrirse paso en otros lugares, carecía de tradición taurina.
     No será hasta la década de los ochenta del XIX, cuando, al abrigo y ante la demanda de una cada vez más pujante burguesía industrial y comercial, cuando una empresa local se embarca en la construcción de una plaza de madera al objeto de poder ofrecer y rentabilizar espectáculos taurinos durante los periodos festivos.

     En marzo de 1883 el empresario Antonio Terrón Cortes, persona relacionada con el mundillo de las riñas de gallos, emprende la construcción de una plaza con maderas en terrenos de la Huerta de Capuchinos. Pretende ofrecer las primeras corridas durante la tradicional festividad de las Cruces de Mayo: “Se dice que si el negocio diera buenos resultados, se construiría definitivamente una plaza en aquel mismo sitio”.


      Finalmente se anuncia la inauguración de la plaza con una novillada para el 1º de mayo, seguidas de otras para los días 3 y 6, a lidiar por una pareja de diestros gaditanos de rancia casta torera: Manuel Díaz Jiménez “El Lavi” (homónimo y nieto del mítico torero gitano Manuel Díaz Cantoral “El Lavi”) y Antonio Ortega y Ramírez “El Marinero” (hijo del banderillero “El Lillo”).



      Ambos habían iniciado juntos sus andanzas toreras a temprana edad en el seno de una la cuadrilla de “Niños Gaditanos” allá por el año 1871.
     Entre la nómina de picadores y banderilleros del cartel aparecen algunos apellidos ilustres del toreo cordobés (Camará, Bejarano o Luque), lo que obedece a que Lavi, siendo vecino de  la capital cordobesa, dirigió por un tiempo una de aquellas famosas cuadrillas de “Niños cordobeses”, que una vez fogueados eran incorporados a la suya propia o a las de toreros amigos como El Marinero. 


     Aunque las crónicas califican de exitosos los tres festejos, el empresario no pudo hacer frente al pago del alquiler de las maderas que le habían suministrado los almacenista Emilio Moré Auger y Ruperto Vidaurreta, llegando el asunto al Juzgado que decretó su intervención y arriendo en pública subasta:


    Personas “bastante serias y conocidas” tomaron el arrendamiento. Para ir predisponiendo al personal se divulga el macutazo de la contratación de Fernando Gomez “El Gallo”, que llevaba en su cuadrilla al ya afamado banderillero Guerrita.

    Un primer ciclo veraniego, programado en principio para mediados de julio, no pudo celebrarse hasta los días 25 y 29, con los espadas Manuel Hermosilla y Diego Prieto “Cuatro Dedos”.


Manuel Hermosilla

     Antes de entrar en el desarrollo de estas corridas, anunciadas fraudulentamente como de beneficencia,  quisiera detenerme en la frenética actividad, a efectos de flirteo y entretenimiento, desarrollada por jóvenes pertenecientes a la burguesía motrileña constituidos en los días previos en “comisión de moñas”. Su misión, visitar a las damas y señoritas para animarlas a que bordasen moñas o escarapelas para que ganaran en vistosidad los espectáculos:


    "La comisión de moñas pasó en casa de la señora de Harduya un amenísimo y delicioso rato. Tuvieron la ocasión de oír y admirar a la simpática Lolita de Herduya, Gran admiración la despertada por esta distinguidísima cantante, autentico ruiseñor motrileño. También fueron visitadas una graciosísima dama que ha adquirido recientemente ilustres blasones nobiliarios; una distinguida señora, que pasa muchas temporadas en una posesión inmediata a Vélez de Benaudalla; la simpática esposa del administrador de la fábrica azucarera; y una elegantísima viuda, que hace poco ha regresado de Granada y tiene por hija a uno de los ángeles del cielo.  Es de esperar que las invitadas acepten la invitación por su proverbial galantería".


     Entre los miembros de la citada comisión hallábase el joven poeta, abogado y periodista Gaspar Esteva Ravassa, director de La Revista, de donde hemos tomado la crónica de sociedad y la mayoría de la información relacionada con este segundo ciclo de verano.
     El  propio Esteva, firmando como Uno, que lo más probable es que no se hubiese visto en su vida ante un trance periodístico de estas características, recurre al verso de corte humorístico a la hora de reflejar el desarrollo del primero de los festejos:

¡Ay prasa de Capuchinos
que trabajo me costaba
contemplarte convertía
en circo de Tauromaquia ¡


La gente de Hermosilla y Cuatro deos
lucen con garbo la vistosa capa
mejor que la que sacan los judíos
en las junciones de semana santa.

Tocaron los clarines
brinda er torero
por el mundo presente
y er forastero;
y jasia el toro fue
Manuel Hermosilla
De azur y oro.

Entonces el cornúpeto atrevio
salto la valla con violento impulso
y logro penetrar en los corrales
jaciendo con los cuernos mil saludos.
Pronto er capote lo saco a la prasa,
y cuando en medio de la arena estuvo.
Dijo, pues vido a sus hermanos muertos:
¡Ay que barbaridad jasen con uno!


Remató er puntillero
y apareció en el circo Relojero:
La moña la soltó con mil apuros;
¡Que lastimica de cincuenta duros!

Resumen de la corrida

   La corrida nada más que regular, de los toros, dio bastante juego el tercero; los espadas saben hacerlo mejor; la dirección de la plaza, descuidada; pinchazos…la mar; caballos muertos, cinco; la presidencia, acertada; la entrada, casi un lleno; las espectadoras canela.

Donantes de Moñas 



     En la segunda corrida, con apenas media entrada, se destacó Diego Prieto “Cuatro Dedos”:

Sonaron parmás
con gran estruendo;
Fueron al aire
muchos sombreros
y por las gradas todos dijeron
que vale mucho
don Diego Prieto.



     Las cuentas no debieron ser muy favorables para los empresarios, hasta el extremo de que para futuros festejos optaron por un despliegue bastante más modesto: una novillada sin picadores a celebrar el día de la Virgen.


    “A las cuatro y media de la tarde, ante una mediana concurrencia, aparecieron en el redondel, Felipe Navarro, Manuel Romero (Morenito), José García (Minuto), Rafael Moreno (Guapo), matadores en competencia (¡!) y Joaquín Iglesias, Salvador Gómez y Antonio Fernández, banderilleros, ¿de cartel? no, de cartón. Todos llevaban trajes modestitos pero feos”.
    Gaspar Esteva (Uno) resume magistralmente aquella competencia: “que consistió en hacerlo cada uno lo peor posible; de los bichos el primero; de los toreros …el de la puntilla; en la playa se dan mejores corridas haciendo de toro un barquillero”.

     La propia Revista se hace eco del negativo balance económico: “La empresa ha perdido, según noticias autorizadas, la cantidad de 5.300 rs. Sentimos este resultado, y felicitamos bajo otro punto de vista a la mencionada empresa, pues ha satisfecho, no como la anterior, todos sus créditos con la mayor religiosidad”.
     Para menguar aquel fracaso económico a lo largo del verano el circo taurino dio cabida a carreras de cintas en bicicletas y encierros de toros embolaos (a 2 rs. la entrada).
     Aquella plaza debió de desmantelarse en invierno.
     Para la temporada siguiente se anuncia la construcción de una nueva plaza de madera en el Llano de la Fundición. “Cuatro Dedos”, una vez más, anuncia tener contratadas dos corridas en Motril para el mes de agosto, aunque no nos consta que éstas llegaran a celebrarse.
    Tendrán que pasar más de treinta años para que vuelvan a celebrarse festejos taurinos en Motril. De esa nueva etapa de la historia de la tauromaquia local, que cristalizaría con la construcción de una plaza permanente, nos ocuparemos ya en una entrada aparte.

30 julio 2013

Figuras motrileñas de "El Arte de la Tauromaquia" (siglos XVIII-XIX)



     Dentro de unos días vuelven los toros a Motril en su reinaugurada e infrautilizada nueva plaza. Un único festejo programado dentro del calendario festivo de su tradicional Feria de Agosto en honor de Nuestra Señora de la Cabeza. Como reclamo para los aficionados en tiempos de crisis, empresa y ayuntamiento han considerado conveniente incluir dentro del mismo un merecido homenaje al último torero que ha dado esta tierra: el popular José Rodríguez “El Berenjeno”.

    Aprovecho la ocasión para trazar unas breves reseñas sobre las primeras figuras del denominado “Arte de la Tauromaquia” nacidas entre plantaciones de cañas y algodón, allá por las centurias del setecientos y ochocientos respectivamente:

    La primera fue una motrileña que se viene considerando como precursora del toreo femenino. Se trata de Francisca García, cuya osadía torera se remonta al siglo XVIII, cuando aun las formas de torear, a pie y a caballo, se disputaban el gusto de los aficionados. Predecesora de la célebre Nicolasa Escamilla "La Pajuelera" (así llamada porque vendía antorchas o pajuelas de azufre), que derrochó un valor asombroso por las principales plazas de toros. Una tarde destacó en Zaragoza, donde picó y lidió un toro ante la atenta mirada del pintor Francisco de Goya, quien la inmortalizó en uno de los aguafuertes que conforman su espléndida Tauromaquia.  
La Pajuarela


     José María de Cossío sitúa la actividad de esta torera-rejoneadora, natural de Motril, en la primera mitad de siglo. Casada con Francisco Gómez, banderillero a las órdenes del torero navarro Matías Serrano. Se trasladó hasta Pamplona, y en una instancia presentada al Ayuntamiento en 1743 decía: "Que por particular espíritu se ha inclinado a torear a caballo con rejoncillo, y ha logrado muchos aplausos en estos diez años que se ha ejercitado en dicha habilidad en las ciudades de Cádiz, Valencia, Murcia, Granada y otras capitales". Se le denegó el permiso para torear en la capital navarra "porque no parecía decoroso". Volvió a solicitarlo por escrito al año siguiente, repitiéndose la respuesta, pese a invocar que ya lo había hecho en las localidades vecinas de Estella y Tudela.
     Solía torear con capa, rejones y banderillas desde el caballo.

     Otro motrileño del que tenemos noticias de haberse dedicado profesionalmente al toreo fue José Díaz Iglesias “Mosquita”:

     
     Este banderillero y matador de novillos motrileño aparece vinculado desde sus inicios al mundo taurino de la provincia de Cádiz.  De hecho, en algunas fuentes consultadas se le considera gaditano.
     Mosquita toreó en la plaza del Balón de Cádiz, que funcio­nó a partir de 1826. Con tan sólo 12 años (en 1826) dirigía ya una cuadrilla de banderilleros que se fogueaban en aquellas sorprendentes capeas con erales.

Diario Mercantil de Cádiz (4 de agosto de 1828)

Diario Mercantil de Cádiz (23 de octubre de 1830)

     A principios de la década de los años treinta del siglo XIX dio el salto a la isla de Cuba. En la Habana compartió plaza con el torero de Puerto Real y ex seminarista Bernardo Gaviño. Una tarde fue cogido y tuvo le desdicha de perder un brazo.


Bernardo Gaviño y Rueda


    En 1841 reaparece en Cádiz, justo cuando se inaugura la Plaza de Daura. En esta circo se presenta José Díaz "Mosquita" con un brazo de hojalata sustituyendo a su brazo am­putado y con esta prótesis torea una novillada. Aun siguió toreando así en su nueva visita a La Habana, donde tendría un nuevo y definitivo percan­ce, esta vez mortal, el 28 de junio de 1845.
     Desde agosto de ese mismo año 1845 nos consta la existencia de otro José Díaz “Mosquita”, posiblemente su heredero, célebre puntillero enrolado en cuadrillas de matadores de toros gaditanos como la del chiclanero Francisco Montes “Paquiro”.
    A efectos de documentación nos hemos servido mayormente de los fondos de la Biblioteca Digital Taurina de la Biblioteca Digital de Castilla y León.

    Una vez metidos en faena, y aprovechando el periodo vacacional, anuncio la próxima edición de nuevas entradas relacionadas con la historia de la Tauromaquia en Motril.

28 julio 2013

Una excursión de propaganda de Eugenio Noel por la campiña de Córdoba (1923).



     Eugenio Noel (1885-1936), seudónimo de Eugenio Muñoz Díaz, fue un bohemio periodista y escritor calificado como "el epígono dela generación del 98”. De ideología republicana y devoto seguidor de las ideas regeneradoras de Joaquín Costa, estaba convencido de que los males de España radicaban en la incultura, en la excesiva influencia del clero y en la afición a los toros y al flamenco.
    En 1913 iniciará una apasionada y titánica campaña antitaurina y antiflamenca a la que dedicó el resto de su vida y durante la cual recorrió, a cambio de cuatro duros y en condiciones casi siempre penosas, multitud de pueblos y ciudades de España y del continente americano.

    Aparte del enlace y esta pequeña presentación “de copia y pega”, nos hemos  topado con una cercana, cariñosa y humana semblanza que le dedicara tras su muerte (1936) el periodista Gil de Monforte (Agencia Internacional Arco), que hemos considerado conveniente reproducir: 

El Siglo Futuro (23 de abril de 1936)


España pierde un gran genio

     Noel era un corazón nobilísimo, un verdadero héroe del ideal, un amante enfebrecido de su patria, pero un perfecto salvaje en la libertad de expresión de todo cuanto sentía. Hacía lo que le daba la gana y decía lo que le parecía bien. Además era de una sinceridad inconcebible; y como todo ser humano que sabe sentir y pensar, se debatía en medio de un laberinto de contradicciones.
     Amaba tan extraordinariamente a España, que no podía tolerar, sin zaherirlas, todas sus imperfecciones. No le parecía lógico que maltratásemos a un pobre animalito, valiente y noble, como símbolo de lo más puramente racial que nos distingue, que cultivásemos el fandanguillo y el flamenco plebeyo, en vez de tratar de comprender a Wagner o a Falla; que contemplásemos con asnal indiferencia el espectáculo del sabio que se marchita en su laboratorio desentrañando los misterios de la vida;  y que pasásemos sin un estremecimiento de dolor o de protesta junto al horrendo especulo de la miseria – real o fingida – es igual, de las criaturas tiradas en las entradas del Metro, era algo que a Noel le sublevaba, le exasperaba hasta el extremo de ser capaz de comenzar a nombrarle la madre desde el rey para abajo a todos los españoles.
      No estaba loco, ni lo hacía por vanidad, ni por espíritu de contradicción. Oigamos por qué lo hacía: “Yo soy Eugenio Noel, el único español capaz de decir la verdad a gritos en medio de este ambiente de degeneración racial de esta España de Sánchez, chulos, cobardes y marranos”.
      Y se exaltaba con sus propias palabras: ¡Hidalguía española! Si piropeáis e insultáis a las mujeres… ¡Caridad Cristiana!… Si no se ve en parte alguna más miseria, más desvalidos más desamparados… ¡Valentía! Para engañar a un pobre cuadrúpedo que embiste con los ojos cerrados, pero no para colgar a los tiranos, a los explotadores y a los malos gobernantes.
     Pero en nadie como en Noel era verdad el refrán: “De los tuyos quieras decir, pero no quieras mal oír”
     En América y en cualquier parte, decir una injusticia hacia España era recibir inevitablemente en la cabeza un botellazo, si se estaba en el café, y en todo tiempo y lugar una sarta de improperios.
     Noel, sin embargo, era cortés y delicado como un caballero del siglo XVIII, claro que con quien y cuando le daba la gana. Profundísimo psicólogo, tenía un sexto sentido especial para distinguir a primera vista o a la media docena de palabras, a quien tenía delante.
     Jamás una persona seria, fuere cualquiera su edad o su condición social, nunca nadie respetable sufrió inmerecidamente un desaire o una brusquedad de Noel.
     Por el contrario, era maternalmente acogedor para todo el que se le acercaba y se mostraba correctísimo en todas las presentaciones. Los choques se producían cuando el empezaba a hablar, o mejor dicho, a pensar en alta voz y alguno de sus interlocutores demostraba ser impertinente o tonto. Pero aun así  su manera de reaccionar, no siempre era violenta. Por el contrario, no tenía nada de extraño que interrumpiendo bruscamente la conversación, se le quedara mirando de hilo en hito y le dijese, con la voz más amigable del mundo: ¡Pero hijo, que sabrás tú de agrarismo si confundes un arado con un sacacorchos! Y con los dedos se rascaba en la barriga.
Diario de Córdoba (23 de agosto de 1913)


     Desde 1913, que asomara por primera vez su cabeza por la provincia de Córdoba, sus polémicas conferencias se repetirán, una y otra vez, por teatros, centros obreros, casinos, círculos políticos, ateneos…Un buen número de localidades cordobesas dieron acogida a éstas, a cambio siempre de unos duros, que le permitieran  proseguir con su particular misión propagandista itinerante.


    Sus cien contradicciones, sus mil infortunios y desventuras aparecen recogidos en un Diario Intimo (la novela de la vida de un hombre), publicado por la editorial Taurus en 1962. Se trata de una edición descatalogada, que todavía puede conseguirse en librerías de viejo, aunque a precios desorbitados.
     Para poder acceder a sus páginas me he servido de la generosa e inestimable colaboración de los profesionales de la Biblioteca Pública Municipal de Baños de la Encina (Jaén), una de las pocas de Andalucía que incluye éste libro entre sus fondos, y desde donde han sido tan amables de proporcionarme por correo el capítulo en que se relaciona su periplo por poblaciones de la campiña de Córdoba como Espejo, Castro del Río y Baena, durante el mayo florido del año 1923, poco antes de su primer embarque hacia tierras americanas en busca de mayor fortuna.
    Por estas fechas ya había decaído algo la fama de este andariego intelectual, y en paralelo el caché de sus conferencias, de ahí que no hayamos encontrado en la prensa histórica cordobesa noticias sobre su visita a estas localidades. Sus críticas contra lo taurino y lo flamenco parecen dar paso a otros temas de corte sociológico. Ateniéndonos a las reseñas de sus conferencias de Ronda o las impartidas en La Coruña en julio (previas a su embarque con destino Méjico), entre su repertorio de tribuno llevaba los siguientes títulos: “Los valores espirituales de la España actual” y “El genio de la raza y la cultura moderna”.

    Les dejo con sus impresiones de su adverso y contradictorio discurrir, para en un postrero momento hacer las pertinentes aclaraciones:

EN PLENA TRAGEDIA

     Empieza la tragedia en todo su esplendor. Salgo para el Sur, y el 23 estoy en Ronda, donde llueve a mares. Arreglo mi pobre maleta. Hablo en el Círculo de Artistas. El 25 juego 100 pesetas para hacer frente al horror inmenso de mi situación.
     Días en ronda visitando la ciudad sugeridora, palmo a palmo, y recorriendo las cercanías a pie y en auto. Hablo en la Liga Patriótica Rondeña, con el éxito de siempre, pero esta gente es increíblemente tacaña, y el último día del mes con muy pocas pesetas y el alma en carne viva de sufrimiento y terror, en un colmado, oyendo cantar a Anilla la Gitana.
     El 1º de mayo hablo en el teatro Espinel, obteniendo 240 pesetas. El 2 salgo para Córdoba, donde paso cuatro días, en la Catedral y en los patios, huroneando por ella. Noche sugeridora en un perol, con veinte hombres de pueblo, habas, cante, baile y vino, en la Huerta de Chico, junto al río. Sin dinero, sin saber qué hacer, ni dónde ir, el pensamiento puesto en el nene, cuya suerte, como la de Amada, como la mía, deben ser perras.



     El 6, al anochecer, en auto de línea al pueblecito de Espejo, con diez duros, donde hablo en el Teatro-Cine, ante esos famosos bolcheviques de acción. Me acompaña un amigo jorobado y los dos hacemos la pareja más irónica y más triste del mundo.
     El 8 mi estado del alma es desesperación pura. Hablo en el  Teatro, con éxito enorme, pero la tacañería es tal y mi desgracia, que me dan 50 pesetas. Sólo yo puedo vencer en pueblos como éste, pueblo de Señorío, verdadero milagro del alma.


      En coche de mulas y en Castro del Río, donde me encuentro con los famosos admiradores de mis artículos de España Nueva y del “179 contra 23”. El jorobado Arroyo viene aquí a oírme, y sigue el lamentable dúo. Visitamos la cárcel donde estuvo Cervantes preso; yo paso horas de angustia increíble. Hablo en Círculo de Labradores, éxito sin anuncio, la calle llena, venciendo la frialdad de estos agrícolas imposibles, aunque sin poder vencer su odiosa miseria de bolsillo. El 11 no llega a 300 pesetas lo que tengo. En coche de mulas por la noche, unas leguas, sepultado bajo mi pena, viendo idiota la luz del farolillo sobre el atalaje de las buenas bestias.

Casa nº 6 de la Callejita de los Dolores (Cárcel del Cabildo)


     El 12 en Baena. Esto se va, no sé qué hacer, estoy ya en lo último de mi energía, no sé si puedo hacer nada… nada. Visitando la ciudad, donde hace años estuve, esos años que ya voy sintiendo: el Entierro de la iglesia, las verjas, la virgen bizantina, que con el recuerdo del San Sebastián de Castro del Río, me dan minutos de luz.
      Hablo en el Teatro Principal. Aislamiento del Casino y de los poderosos: se acercan a mí, como siempre los jóvenes, sus hijos, caricia de mis campañas, aunque sean tan tacaños como sus padres. Una tarde en el convento de Dominicas, en el coro sugeridor hablando muy cerca de sor Pilar, la sacristana, deliciosa y blanca, y sor Victoria, la superiora; afectos añejos de Tardajos.
     Salgo sin saber a dónde ni para qué. Dos días en Córdoba, en la Mezquita, y por la noche en los colmaos con el Mellizo, el Niño de Gracia y otros. Mi situación respecto de Amada y el nene, sin saber de ellos ni pudiendo hacer nada en su favor, se hace horrible, más de lo que ya es.
    
NOTAS EXPLICATORIAS


Famosos bolcheviques de acción

   Por estas fechas las famosas huestes sindicalistas de Espejo y Castro del Río habían decaído bastante en su potencial humano así como en sus acciones reivindicativas. Aun así, estuvieron ambas representadas en el la Asamblea Regional de la CNT celebrada en Córdoba en Julio de 1923. El delegado de Castro del Río fue Dionisio Quintero (maestro de su escuela racionalista), mientras que la representación de Espejo la llevaba el maestro rebelde y poeta Clodoaldo Gracia, que actuó como secretario. Este último, era muy dado a organizar conferencias de extensión cultural, por lo que muy probablemente la conferencia impartida por Noel en el Teatro-Cine de Espejo fuera patrocinada por el sindicato de Espejo.


El Jorobado Arroyo

    Me consta la existencia por esas fechas de un joven espejeño llamado José Arroyo Baena, articulista en diferentes cabeceras provinciales, así como muy relacionado con el mundillo cultural y musical de esta villa. En 1925 actúa como representante de la Agrupación Musical Espejeña en la que se diera a conocer el barítono José María Aguilar. A ver si alguién de aquella naturaleza pudiera corroborarlo.

“España Nueva” (1906-1924)



    Diario de línea editorial republicana dirigido por el federal  Rodrigo Soriano, varias veces diputado, con muy buena acogida entre sus adeptos de las poblaciones pertenecientes al  distrito electoral de Montilla (Montilla, Aguilar, Castro del Río, Espejo, Montemayor y Moriles). Incluso, durante un tiempo en que la Confederación Nacional del Trabajo careció de voceros propios, sus páginas dieron cabida a artículos de anarcosindicalistas, caso de los firmados por el egabrense Salvador Cordón.

“179 contra 23”


    Artículo publicado por Noel en España Nueva (abril de 1911) después de que la mayoría monárquica del Congreso de los Diputados rechazara, por segunda vez, la petición de las fuerzas antidinásticas de que se revisara el proceso que le costó la vida al pedagogo Francisco Ferrer i Guardia en 1909.
    Quien pudiera estar interesado en la lectura de estas “páginas de odio santo contra los verdugos de Monjuich” puede encontrarlas reproducidas en el nº de 6 de mayo de 1911 de El Pueblo (Órgano de la coalición republicano-socialista de Tortosa).

                                         Circulo de Labradores de Castro del Río

     Centro de reunión de la patronal agrícola castreña creado a principios de siglo, a raíz de aquellas primeras huelgas protagonizadas por la Sociedad Obrera Luz del Porvenir. Con local en propiedad de nueva planta y amplios salones para bailes, banquetes y conferencias desde el año 1916. Ubicado en la calle Tercia (acera de los cafés y de los casinos).

Diario de Córdoba 1914

Cárcel del Cabildo (prisión de Cervantes)

    Ubicada según la tradición en el nº 6 de la Callejita de los Dolores (otrora casa de vecinos comunitaria). La fotografía utilizada procede de un artículo ilustrado publicado por el culto veterinario don José Navajas Fuentes en el BRAC (nº 74 de 1956)  titulado: “Algo sobre la muy leal y noble villa cervantina de Castro del Río”.

El San Sebastián de Castro del Río

    Toda una incógnita que no he sido capaz de despejar. No sabemos si se refiere a alguna talla o cuadro ubicado en alguna de sus iglesias y ermitas. A ver si el amigo Diego Luis Urbano, tirando se ese preciado inventario mueble manuscrito que atesora, es capaz de ubicarlo.

Amada y el Nene

   Se refiere a Amada Mesonero, una cubana que enviudó  joven a la que se unió sentimentalmente. Sería la pasión de su vida. Tanto ella como el nene, que tenía 6 años por estas fechas (y más prole que vino con el tiempo), fueron víctimas también de su vida bohemia y desordenada. En el pueblo cordobés de El Carpio contó con la generosa colaboración de un incondicional admirador y protector llamado Antonio Moyano, que durante sus giras brindaba hospedaje a su familia:

     Tomo el pasaporte y el pasaje a Veracruz, un tercera de preferencia, el 5 de julio, para embarcar en el “Alfonso XII” de la Trasatlántica en la Coruña, el 21. Con amada y el nene en Córdoba el día 7, visitando la ciudad y yo sin dinero: el 9 por la tarde sólo tengo un duro en el bolsillo. Amada y el nene en el Carpio, en casa de mi admirador Antonio Moyano; el nene salió solo la víspera en auto sin inquietarse, alma viajera de verdad. Por este tiempo no anda bien por haber estado enfermo de congestión, hubieron de quitarle la melena. Vuelven de El Carpio Amada y el nene. Mi Angustia es grande, pues con el pasaje en e bolsillo no tengo de donde sacar más dinero para irme el 21. Cumple el nenín seis años. Envío a El Carpio a Amada y al nenín.
     Un escultor de Compostela hace un busto mío en piedra. Cena con el cónsul de Uruguay, el poeta Casal y otros artistas. Hablo en la Reunión de Artesanos. Viene a La Coruña a despedirme amada con el nenín. El éxito de la conferencia última dada en España fue tal, que dicen que es la mejor que he dado en ese Centro. Amada no pudo reunir más de 225 pesetas por todo capital, para marchar y llegar a Méjico, y tengo unas horas muy amargas, casi decidido a abandonar el barco y el viaje.
(Diario Intimo pag. 314)

    El admirador carpeño y benefactor de Eugenio Noel bien pudo ser el industrial y comerciante Antonio Moyano Ríos: