Espacio abierto dedicado al estudio de las historias locales de los municipios de Castro del Río (Córdoba), Porcuna (Jaén) y Motril (Granada), así como sus adyacentes. Recomiendo la utilización del apartado de comentarios para aportaciones, consideraciones, críticas o rectificaciones. De igual manera, está disponible para quienes deseen colaborar con la publicación de artículos o aportando documentos, sobre cualquier tema de carácter histórico relacionado con dichas poblaciones.

22 mayo 2012

Esparterito (Un final abierto)


    Después de cortarse la coleta de manos de su propio padre, como nos informaba un sobrino-nieto en los comentarios de la entrada anterior, Manuel García "Esparterito" no terminaría de desligarse definitivamente del mundo taurino.
    Al calor que le presta una recién constituida Peña-Escuela Taurina de Baena fija su residencia en aquella localidad, donde compaginará sus lecciones y dedicación para con la nueva entidad social con un negocio de hostelería : “Casa Esparterito”.  


     Para la Virgen del Carmen del año 1932 dirigiría una de sus primeras lecciones prácticas, con un joven de la localidad Francisco Jiménez “Capachero” apostando ya por la torería:


     Esta fórmula de las escuelas taurinas, muy al uso en otras localidades cordobesas como Bujalance o Montilla, no dejaba de ser un medio semitramposo para poder organizar festejos en los pueblos eludiendo al siempre tan necesitado fisco.

    Su actividad en Baena debió de servir de revulsivo para que se despertara la afición por los toros en este pueblo, donde no me consta que estuviese demasiado arraigada, y para la Gran Feria de Ganados a celebrar entre los días 5 y 8 del mes de octubre, de ese mismo año, se programan tres festejos en los que se anuncia a Esparterito como director de lidia y que presumiblemente actuara también como empresario y organizador.


    La presunción apuntada la sostengo en base a sus buenas relaciones con ese mundillo taurino cordobés, centralizado en la capital, donde se había desarrollado toda su carrera.
    La Plaza de Toros de Baena, que imagino de estructura perecedera (vigas y maderas) debió construirse a raíz de la puesta en marcha de la escuela. Estaba situada donde la Cruz del Segador (actual silo-almacén municipal).
    Para el primer día de feria (5) se anuncia un mano a mano entre “los valientes y ovacionados diestros de gran cartel”, Miguel Morilla "Atarfeño" (ya conocido y admirado de este público) y Antonio Peregrín (nuevo en esta plaza).

Miguel Morilla "Atarfeño" (1909-1934)
    Para el día 6 un espectáculo cómico-taurino con dos reses para Tomasín, Caballero Piripi y su Botones, y una para la notable agrupación taurina musical cordobesa “La Mezquita”, compuesta por 22 profesores solistas “los cuales ejecutaran un magno concierto que hará las delicias del público”.
    Cerrando ciclo festivo para el día 7 una nueva lección taurina detrás de la que se esconde un espectáculo mixto: un novillo para los graciosos Charlot, Ramper y su Botones (los mismos del día anterior con otro traje), otro para el caballista Martín Flores y un tercero para el prometedor novillero José Medina “Pepete”. Como número final y quizá más atractivo para los concurrentes, el sorteo de un suculento perol preparado por el que fuera valiente novillero y director de lidia Manuel García (Esparterito): “El que tenga la suerte de que le toque le va a importar bien poco que la carne de ave se venda cara o barata durante los días de feria”.

Ésta es de cordero pero aún le falta un hervor (pa mojar sopas)

    No estoy del todo seguro de que ese proyectado ciclo de toreo serio, cómico, gastronómico y musical llegara a celebrarse. Ni en la prensa provincial ni en la nacional he conseguido localizar la confirmación (no me vaya a pasar como con la boda de Adela – véase comentario 6). Igual ocurre con la escuela taurina, de la que no volvemos a tener noticias. No me consta tampoco la celebración de nuevos festejos en Baena durante el periodo republicano.
    A partir de entonces, según testimonios orales recabados entre sus familiares de Castro del Río a los que agradezco públicamente su predisposición a colaborar,  la vida de Manuel García Villatoro tomará nuevos derroteros.
     Permítanme que cerremos de momento este mi particular ciclo taurino por el devenir histórico de este torero de la tierra. Conviene cambiar de tercio. Eso sí, queda abierto un nuevo periodo de investigación para poder seguir desentrañando otros episodios relacionados con él.

    Esas fotografías de Esparterito, custodiadas por sus familiares de Castro del Río, otras que pudieran surgir contactando con su hija Adela residente en Barcelona y artísticos carteles taurinos de época, cuya consecución creo viable, dan juego para una reedición ampliada de estas entradas que le he venido dedicando.
    Con los testimonios orales se abrirían nuevas vías de investigación que tal vez nos ofrezcan nuevas sorpresas sobre su trayectoria vital y profesional. Si así fuera, contemplo dos vías divulgativas:


    Posible 1-

    Un artículo extenso ilustrado en el tradicional Libro de Feria editado por el Ayuntamiento, flanqueado por una pequeña exposición retrospectiva con los materiales (fotografías, carteles, recortes de prensa etc.) que pudieran obtenerse, enmarcada dentro de la  programación de actividades de la Feria Real. De esta manera daríamos la oportunidad de su conocimiento a aquellas personas poco o nada familiarizadas con las nuevas tecnologías.



   Posible 2-

   Un segundo más ambicioso y laborioso: una biografía ilustrada sin ánimo de lucro. Creo que da juego para ello. Me explico: mi idea pasa por una edición costeada y subvencionada mancomunadamente, en su totalidad o en parte, por instituciones, empresas, colectivos y asociaciones de Castro del Río. De esta manera ofreceríamos a Esparterito la ansiada oportunidad de presentarse por primera vez ante sus paisanos dentro de una especie de Festival Benéfico. El fruto obtenido de la comercialización de esta publicación bien pudiera destinarse a socorrer a tantas familias que en la actual coyuntura de crisis tienen serias dificultades para cubrir las elementales necesidades de la vida. Dándole difusión entre los aficionados a la tauromaquia y con la presumible implicación de muchos naturales de Castro del Río, que querrán disponer de ese libro para que ocupe un hueco permanente en las estanterías de sus bibliotecas, se podría obtener una bonita cifra de euros con destino a esas ONG más implicadas en socorrer esas cada día más numerosas situaciones de precariedad (Caritas, Cruz Roja, comedores sociales, bancos de alimentos etc.).



     Esta segunda vía requiere un tanteo previo (ahí queda), así como del estudio, presupuesto, coordinación y confirmación por parte de los potenciales colaboradores, que de alguna manera me sirviera de estimulo para colocar el toro y meterme en faena.

     Como por mi condición de empleado público, las recientes políticas de ajustes y recortes afectan seriamente a mi economía (una buena corná en las pagas extras por parte de novillos-toros de las acreditadas ganaderías de Don Mariano Manotijeras y del Señor Marqués de Griñán-Hermanos CB.), me tendré que privar de mi tradicional y necesaria escapadilla de verano, a sustituir por vacaciones en casa, creo que voy a disponer de tiempo suficiente para poner en práctica mi particular afición a la tauromaquia al lado de Esparterito y de camino amortizar el recorte (a algunos/as de los que mandan los mandaba yo de recortaores de toros a los festejos populares o a desvaretar olivos en el mes de agosto).


    Disculpen este pequeño pataleo irónico guasón sociolaboral del final (es un día indicado para ello y no disponemos de otras armas). Quedamos emplazados hasta la próxima, si algunas de mis propuestas fuera tenida en consideración. ¡Suerte y al toro!
 

20 mayo 2012

Manuel García Villatoro "Esparterito" II


    El pundonoroso, valiente y todavía joven banderillero Manuel García “Esparterito” no tardó demasiado en recuperarse de aquella grave cornada sufrida en la feria de mayo de Córdoba del año 1928. Ese mismo verano participa como subalterno en varios festejos al lado del también novillero cordobés Julio Fuillerat García “Palmeño”

     A finales de año, Rafael Sánchez Camará II (cuñado de Cantimplas), que iniciaba su carrera como novillero, reclama sus servicios. Especialmente intensa la temporada del año 1930 en la que acompañando a Camará toreó más de 30 corridas, haciendo incluso una pequeña gira por las Américas. 


Rafael Sánchez Camará II

   En la temporada anterior, cuando Camará carecía aun de contratos suficientes como para poder sobrevivir de subalterno, vuelve a hacer algunas incursiones en solitario en festejos menores organizados en los pueblos. Anunciado como Manuel García Esparterito o Esparterito de Córdoba mata novillos en Chinchón, Tordesillas o Alcalá de Henares entre otras plazas. En una capea celebrada en Mohernando (Guadalajara) volvería a sufrir en sus carnes la acometida del asta de toro:

 


     Hasta 1930 podemos confirmar su presencia en numerosos festejos de la mano de Camará cuya carrera fue progresivamente a menos.
     Ese mismo año de 1930 participa en un festival organizado en Jaén a beneficio del novillero lucentino Parejito (compañero de carteles en sus inicios) afectado gravemente por una cornada sufrida cuando toreaba en esa misma plaza.



 Córdoba.- El ex torero cordobés Parejito con sus familiares 
 y amigos en el instante de recibir las 2.600 pesetas de la 
suscripción popular realizada en Córdoba para aliviarle 
en la triste situación que padece a consecuencia de la cogida
 que sufrió en Jaén y que le inutilizó para su arriesgada profesión.

     Intuyo que en la foto debe aparecer Esparterito. Con vistas a poder poner rostro a su nombre e intentar localizar alguna fotografía en la que se nos muestre en lides taurinas,  aprovecho para adentrarme en datos sobre su parentela en Castro del Río, abrigando la remota esperanza de que pudiera conservarse alguna.
     Por línea paterna (García) no soy capaz de asociarlo. Si por su segundo apellido, Villatoro. Su madre, cuyo nombre desconozco, era hermana del sastre Vicente Villatoro Aranda (con un pasado masónico y de militancia republicana) y del presbítero Rafael Villatoro Aranda. Sus primos los sastres Vicente y Antonio Villatoro Porcel.

    Una hermana de Esparterito, llamada María, contrajo nupcias en septiembre de 1925 con el profesor veterinario don Juan Manuel Millán Navajas. La crónica de aquel enlace, en el que estuvo presente el valiente banderillero, la conocemos gracias al activo corresponsal del diario la Voz de Córdoba en la localidad y amigo intimo de  la familia, José Rodríguez Rodríguez (Posthumio):
    El pasado domingo, a las ocho y media de la noche, contrajeron matrimonio en la iglesia parroquial de Nuestra Señora del Carmen, la bella y encantadora señorita María García Villatoro y el culto e inteligente veterinario titular de ésta don Juan M. Millán Navajas.
    Bendijo la unión de los contrayentes el culto sacerdote de la referida iglesia, don Rafael Villatoro Aranda, tío de la novia, y actuaron como padrinos la señorita Paquita y don Diego Millán Navajas, ambos hermanos del novio.
    Terminada la ceremonia nupcial, los invitados a dicho acto, fueron obsequiados espléndidamente en el domicilio del novio donde se organizó un animadísimo baile que duró hasta venir el día.

Fot. Urbano Mármol (Don Diego)
    El acto fue amenizado por el célebre quinteto Díaz-Cornejo, al que pertenece el mago del violín, nuestro querido amigo el joven Octavio Jiménez Carrillo.
    De la muchísima concurrencia recordamos a las bellísimas y simpáticas jóvenes Paquita Millán Navajas, Adela García Villatoro, Rafaela Villatoro Porcel, Rosarito Millán Bello, Paquita y Josefa Millán Moreno, Rosarito Millán Moreno de Fernández, Concepción y Dolores Navajas Navajas, Angelita y Crisanta Salas Tienda, Josefa y Angelita Merino Millán, Joaquina y Josefina Aranda García, Rosarito Millán Urbano, Rafaela Navajas Criado, María Antonia Villatoro Rojano y la angelical Amelia Castro Villatoro, que vino de Espejo con tal motivo.
    Del sexo feo: Manuel García “Esparterito”, hermano de la novia y pundonoroso banderillero de Zurito; don Diego y don Joaquín Millán Navajas, don Juan M. Millán Moreno, don Juan M, don Rafael y don Paco Millán Bello, don Juan M., Antonio y Joaquín Millán Urbano, don Federico Millán Moreno, don Paco Villatoro Porcel, don Baltasar y don Eduardo Salas Tienda, don Cristóbal Rodríguez Navajas, don Antonio Villatoro Rojano, don Antonio Pulido Navajas y otros muchos que sentimos no recordar.
    El nuevo matrimonio recibió muchas felicitaciones a las que unimos las nuestras y le deseamos todo género de venturas y una interminable luna de miel.
   Se nos olvidaba decir que a este acto fue invitada nuestra respetable amiga doña Victoria Casañez, alma de nuestras castizas fiestas andaluzas.

                                                                          Posthumio


    Adela, la otra hermana de Esparterito, se casaría a renglón seguido con Diego Mármol Gómez, propietario de un denominado restaurant “Los Puritanos”.
    Según parece, entre portadores de apellidos típicamente castreños como Villatoro, Millán, Navajas o Mármol pudiera estar la clave para que esa fotografía de Esparterito pudiera aflorar. 



    Después de auxiliar a Camará en una novillada del ciclo festivo de la Feria de la Fuensanta de Córdoba, y acompañarle durante una pequeña gira de invierno por tierras venezolanas, pone fin a su trayectoria profesional a principios del año 1931, aunque sin desligarse definitivamente del mundillo taurino.
      Aún queda por desentrañar el resto de su vida. Dispongo de algunas informaciones como para rematar la trilogía dedicada a este profesional de la tauromaquia nacido a orillas del Guadajoz. Testimonios de primera generación, a estas alturas casi imposible, aunque abrigo la remota esperanza de que alguien después de leer estos artículos pudiera rescatar de su memoria episodios relacionados con él. 

(Continuará)

19 mayo 2012

Manuel García Villatoro "Esparterito" I


    La coincidencia, nombre y primer apellido, con los de aquel mítico torero del último tercio del XIX, Manuel García "El Espartero", sería la responsable del sobrenombre de  Esparterito adoptado por este castreño para iniciar su andadura como aspirante a la torería.
     Su segundo apellido Villatoro y alguna crónica de sociedad, en las que nos detendremos con posterioridad, son los que nos delatan su origen y vínculos con Castro del Río. Era sobrino del sastre Vicente Villatoro Aranda y primo hermano de Vicente y Antonio Villatoro Porcel, continuadores en ese noble oficio del corte y confección heredado de sus ancestros.
    Su iniciación y aprendizaje lo realiza en el seno de la Escuela Taurina de Córdoba, donde tal como ya venía siendo costumbre desde atrás, con los alumnos que sobresalían, se conformaban cuadrillas que eran proyectadas y rodadas en novilladas sin picadores a celebrar, normalmente, en plazas de segunda y tercera categoría. 

 
     La oportunidad de debutar le llega durante la temporada del año 1917. Será en una denominada “Cuadrilla juvenil cordobesa”, capitaneada por el propio Esparterito y el también prometedor Juan Piedrola, secundados por otros integrantes de la escuela como peones de brega. Fueron un par de años durante los que esta pareja de aspirantes comparten fórmula, cartel y plazas: el propio coso de los Tejares, Manzanares, Antequera, Zafra o Montoro fueron testigos de sus arranques taurinos. La última actuación que se le conoce al lado de Piedrola, es la que tuvo lugar el Domingo de Resurrección del año 1919 en la plaza de toros de Montoro (cartel de la cabecera). 


 
     Con posterioridad compaginará su puntual presencia como novillero en las plazas con la de "sobresaliente con obligación de banderillear", suerte en la que demostrara especial destreza desde un principio, en la compaía de novilleros cordobeses que empezaban a despuntar.

Una suerte perdida: banderillas de recibo

      En el ciclo de novilladas sin picadores que preceden a la Feria de Córdoba compartiría cartel en el coso de los Tejares con los novilleros José Gómez “Joseito” y el prometedor y valeroso lucentino Francisco López “Parejito”.

Diario de Córdoba 13 de mayo de 1919
    En sendas novilladas celebradas en Palma del Río los días de Santiago y Santa Ana, de ese mismo año, compartió cartel y plaza con Luis Sánchez Mejías (hermano del matador) que vestía de luces por primera vez.
   
    Durante estos primeros compases de su etapa novilleril no tuvo la oportunidad de presentarse ante sus paisanos, pues la afición en la localidad cordobesa de Castro del Río, después de varios ciclos de festejos organizados en los primeros años de siglo (entre 1903 y 1914), desapareció a la par que se desarrollaba poderosamente el ideario anarquista (antitaurino) entre su clase trabajadora (véase enlace).
    En los primeros años de la década de los veinte, posiblemente coincidiendo con su periodo de servicio militar, dejamos de tener noticias suyas.
    En la temporada de 1923 volverá a lanzarse a las lides taurinas de la mano del “inteligente aficionado” don Carlos López Vaquerizo que ejerce de apoderado. 


 
    Aquel nuevo arranque no llegaría a fructificar con éxito, y después de participar durante un tiempo en festejos menores organizados en los pueblos, nocturnas y corridas bufas en el Coso de los Tejares de la capital cordobesa, renunciaría definitivamente a su sueño de convertirse en matador de toros al no llegarle nunca la ansiada oportunidad de debutar con picadores.

Junio de 1924

 

     Su acreditada fama como rehiletero le permitiría acoplarse fácilmente como subalterno en cuadrillas de diestros cordobeses que se proyectaban con fuerza durante aquellos años.
     A partir de la temporada de 1924 se incorpora a la cuadrilla del todavía novillero cordobés Antonio de la Haba Zurito. En la feria de Écija de ese mismo año sufriría el primer percance serio de su carrera:



    Fueron varias las temporadas que permaneció al lado de Zurito, quien tras doctorarse y confirmar la alternativa en la Plaza de Toros de Madrid en junio de 1925, llegaría a alcanzar un promedio de treinta corridas por temporada, hasta que en 1927, afectado por una enfermedad, se iría alejando progresivamente de los ruedos.





 
     En las temporadas de 1927 y 1928 lo encontramos al lado del también novillero cordobés Rafael Saco Cantimplas. En un festejo del ciclo de la Feria de Nuestra Señora de la Salud en Córdoba, donde actuaron como matadores Palmeño, Adrián Peñalver y Cantimplas, con novillos de Félix Moreno (Saltillo), al poner al sexto de la tarde (negro, grande y con una cornamenta respetuosa) en suerte para banderillearlo, Esparterito sería cogido aparatosamente por el astado, siendo atendido con urgencia en la enfermería de la plaza. 


 
Parte facultativo

    Herida contusa en la región maleolar externa del pie derecho; otra herida situada en la región axilar izquierda, de cinco centímetros de extensión por dos de profundidad, con desgarro de la piel y del tejido celular y aponeurosis; y otra en la región lumbar derecha, que mediante un trayecto que va por debajo de las cepas musculares se comunica con otra situada en la región lumbar izquierda y que interesa la piel, el tejido celular subcutáneo y los planos musculares correspondientes, salvo a nivel de apófisis espinosa en que interesa sólo la piel.
    De esta heridas la primera fue calificada de leve, la segunda de pronóstico menos grave y la tercera de pronóstico grave.
    El herido, después de curado, fue conducido al hotel donde se hospeda.

(Diario de Córdoba 22 de mayo de 1928)



    El pueblo de la provincia referido por el gacetillero era Castro del Río, donde residían sus padres y hermanas. Afortunadamente pudo recuperarse de aquellas cornadas y retomar durante algunos años más su carrera profesional.
   
    El resto de su trayectoria, detalles precisos sobre sus lazos familiares con Castro del Río y los avatares sufridos con posterioridad a aquella contienda civil iniciada en 1936, para no extenderme en demasía y ganar tiempo para esclarecer algunas dudas, quedan pospuestos para una próxima entrega.

Véase 2ª entrega
Tercera entrega: Esparterito (un final abierto) 

17 mayo 2012

SANTEROS VINATEROS



El santero de Alharilla
de beber agua enfermó
y su mujer le decía:
¡Bebe vino y agua no!

     Este famoso dicho acuífero-vinatero, del que es protagonista el matrimonio de santeros que históricamente han vivido, cuidado y custodiado este santuario mariano ubicado en la localidad jiennense de Porcuna, no es exclusivo de ésta, sino que, con ligeras variantes, está presente en el cancionero popular de tradición oral de otras muchas localidades, asociado siempre a advocaciones religiosas:

El santero de La Yedra
de beber agua enfermó,
y le decía su madre:
Bebe vino, agua no.

    Procede de una página oficial de la Junta de Andalucía en la que se recogen dichos, proverbios y refranes populares de nuestra comunidad autónoma relacionados con el agua, pero sin ubicarlo espacialmente. Ermitas dedicadas a la Virgen de la Yedra existen en Jerez de la Frontera (Cádiz) y Constantina (Sevilla), y otra al Santo Cristo de la Yedra, en la pedanía de la ciudad de Baeza que lleva ese mismo nombre.


    También nos consta su uso relacionado con la ermita de Belén, ubicada a las afueras del pueblo de Cabeza del Buey (Badajoz):

El santero de Belén
de beber agua enfermó
y el santero se decía:
Bebe vino y agua no.

    Tiene una segunda versión, algo más irreverente, en la que la recomendación parte de la mismísima Santísima Virgen.

 
     El municipio serrano de Cantalojas (Guadalajara) conserva unos “Cantares de rondas” en los que aparece al perrillo de San Roque como testigo en favor de las bonanzas del vino:

El perrillo de San Roque
por beber agua enfermó,
por eso los de este pueblo
beben vino y agua no.

Y ahora si que va, que va,
y ahora si que va de veras,
y ahora si que va que va
como la trilla en las eras.

    Una última referencia, sin localizar geográficamente, viene a aclararnos esa histórica y jocosa aversión popular por el líquido elemento:

Porque un sacristán de monjas
de beber agua enfermó,
y las monjitas decían:
Bebe vino y agua no,
que el vino da la salud
y el agua da opilación.

    Más que la opilación (acumulación de líquido), esa mala fama histórica que se le atribuye al agua obedece al miedo extendido entre la población a las enfermedades gastrointestinales, fiebres tifoideas y, sobre todo, al contagio por la terrible enfermedad del cólera morbo asiático. Los pozos y manantiales poco higienizados, especialmente durante el verano o en periodos de prolongada sequía, podían convertirse en peligrosos focos de contagio. De ahí la alternativa del vino como saludable medicina preventiva.


 
    De la última gran epidemia de cólera que afectara a la región andaluza, la del año 1885, Porcuna pudo medio librarse por el especial celo preventivo puesto en práctica por las autoridades locales:

   “En Porcuna, la autoridad local lleva a tal grado su severidad en la cuestión de acordonamientos y lazaretos, que exige a todos los vecinos de entre 15 y 70 años que presten guardias de 12 horas”.

(La República 12 de agosto de 1885)

   Manuel Heredia Espinosa, en su Historia de Porcuna, retrotrae, por error, la epidemia al año 1884, y cita la habilitación de un Hospital de infectados en la Ermita de San Marcos y un lazareto (no de leprosos) en la Santería de Alharilla. En aquella crisis sanitaria los lazaretos eran puntos de retención, establecidos por las autoridades en los accesos de las localidades amenazadas, en los que se sometía a desinfección y fumigación a viajeros y equipajes procedentes de zonas afectadas, y también a aquellos que, viniendo de puntos sanos, no eran capaces de acreditarlo mediante los oportunos certificados.

Portada Barroca de acceso al patio del Santuario de Alharilla (obulco.org)

     La conversión de la Santería de Alharilla (patio de la ermita y edificaciones aledañas) en uno de estos establecimientos, y el contacto forzoso de su santero con potenciales contagiados se convertiría en un motivo de peso añadido para que siguiera sustituyendo el agua por el vino.


    “Los mayores contribuyentes y algunos comerciantes de Porcuna (Jaén) han sufragado de su bolsillo una carretada de arrobas de vino llevadas ex profeso desde la ciudad de Montilla, para que sus sufridos ciudadanos, integrados en patrióticos cordones sanitarios, pudiesen sobrellevar la vigilancia de la mejor manera posible y evitar de camino posibles deshidrataciones, al verse expuestos durante largas horas a las rigurosas temperaturas propias del estío (el agua no vale, que tiene bichos)”.

          (Semanario satírico “La Arroba Montillana” 15 de agosto de 1885)


     Sin salirme de ese binomio agua-vino, establecido desde un principio, mostraremos una fotografía histórica tomada precisamente en la ciudad de Montilla (Córdoba) en el año 1958:

MONTILLA, EL AGUA ES MÁS CARA QUE EL VINO

    En Montilla, famosa ciudad, por sus finos vinos, el agua está resultando más cara que los caldos de las cepas, ya que la escasez de agua potable constituye un grave problema. Si bien ésta no ha sido la causa o motivo de la foto, ya que por este cántaro que se ofrece a la vista del lector se ha pagado la cifra de mil cuatrocientas cincuenta pesetas en subasta celebrada a beneficio de la campaña de Navidad. Don Manuel Salas Cuesta recibe el cántaro con agua después de entregar la citada cantidad.



 

12 mayo 2012

Un caso de Mudez Extraordinaria (por Bartolomé José Gallardo)


     Los aproximadamente cuatro años (1827-1831) que Bartolomé José Gallardo pasó desterrado en la villa cordobesa de Castro del Río no terminaron de afectar del todo a su habitual intensidad investigadora y literaria. Su debilidad por la letra impresa pudo satisfacerla, a medias, con los fondos de la librería del Convento del Carmen con cuyos moradores trabó amistad hasta el punto de ser considerado casi un miembro más de aquella comunidad de frailes de la que era vecino.
     Para superar el aislamiento, poder acceder a otros libros de los que eran de su curiosidad y dar salida a sus escritos, se sirvió de la profusa correspondencia mantenida con amigos de las letras diseminados por diferentes lugares de la geografía nacional. Para evitar que sus cartas y pedidos fueran interceptados por los absolutistas, que lo tenían sometido a un estrecho marcaje, contó con la colaboración de algunos castreños que supieron favorecerle en la medida de sus posibilidades.
    Sobre el especial trato que le dispensaron las fuerzas realistas comandadas por Lorenzo A. Calderón y Espada ya nos hemos detenido en anteriores ocasiones, aunque su correspondencia no deja de depararnos sorpresas sobre su particular ironía al respecto: 

    “Fui tataradesterrado a esta insigne villa de Castro del Río. Desde aqí al zielo; a donde cuando de aqí salga, me podré ir vestido y calzado, seguro de no tener que purgar…
    Suponiendo a V. ya instruido por pública voz i fama de los que en aquel punto crudo me asaltaron allí, i de lo que aqí he pasado (e ancor si muove); i por no desmentir a renglón seguido con mi dicho mi hecho, no se los cuento aqi todos ze por be.
    Así en vez de andar-me en oziosos jemidicos y lloramicos será mejor hablar de nuestras dulces Camenas”.

                   Castro del Río: 28 de septiembre de 1828

Cartas inéditas de don Bartolomé José Gallardo a don Manuel Torriglia (1824-1833) 


    Una de las personas que le prestaron ayuda fue don José García Criado, administrador de la estafeta de correos de Castro del Río (Plaza Real nº 2) encargado de recibir y dar salida a sus fajas de correo ordinario. También constan cartas recibidas a nombre de Pedro Ruiz Bujalanze (posiblemente su casero).
     Para envíos y recepciones más voluminosas (paquetes) contó con la colaboración de una serie de comerciantes locales, que comulgaban con las ideas liberales, que pusieron a su disposición su red de cosarios y arrieros para traer y llevar.

El arriero (Semanario Pintoresco Español)
 
    Es el caso del banquero y comerciante Antonio del Río García, a quien Gallardo  supo corresponder sus favores mediando en una estafa perpetrada por un joven liberal malagueño desterrado en Castro del Río durante unos meses:

    Habían mandado acá desterrado a un niño de Málaga llamado don Miguel Morales. Este tal don Miguel, que haze bueno al diablo qe su santo tiene a los pies, en unos tres meses que ha errado en este valle de lágrimas, ha desplegado una tan picaña travesura, que mal año para Lazarillo, Guzmán, Jil- Blas i todos los más pintados héroes de la picaresca, incluso el famoso Cordobés P. de Urdemalas.
     De sus travesuras se podía sacar historia, y de sus trapezeos i embelecos un libro tamaño como el Flos-sanctorum. En ese poco tiempo se ha dado maña para emparentar aquí con casi todo el lugar, y siempre con rasgos a la heroica. De hazañas suyas se podrían contar a porrillo. Pero no quiero contar a V. sino una que a mi me tañe a toca teja.
    Uno de los incautos a quienes ha prometido oros y moros es un don Antonio del Río, del comercio de esta plaza, el cual sin más qe algún conocimiento de oídas de un hermano de tal, le ha adelantado en vezes sobre unos mil reales. Hubo de apuntar el don Miguel a pagarle la buena obra con una letra de tres mil contra dicho hermano, para Río se reintegrase de los mrs. qe le tenía adelantados, i retuviese el resto para írsele suministrando. En efecto se jira la letra que es protestada.

 
    Viéndose así  chasqeado Río trata de demandarle en Justizia. Atravieso-me yo y consigo parar-le el golpe: me aboco al punto con el Morales, me da su palabra de honor de pagar sin dar lugar al escándalo qe amenazaba, i por fin al día adiado qedamos en qe ayer mañana de su mano a la mía me entregaría los dichos reales, yo le entregaría su rezibo, y pelitos a la mar. Más para servir a V. la noche de antes las afufó como el Barón de Illescas.
     La Pol. le busca, y no será mucho qe le encuentre porque a él no es difícil encontrar-le las guaridas: pero (¡la Magdalena le guie!) yo lo qe qisiera es qe Rio encontrase sus tantos de pico, aunqe el don Miguel de feliz recordación no le encuentre en días de Dios la Po. ni la Pu… (¡tenga-me Dios de su mano!).
     Ayúdenos V. algo a esto.

    Despues de este curioso y necesario prolegómeno sobre su correspondencia epistolar entraremos en materia. Nos centraremos en unos artículos escritos por Gallardo en Castro del Río, que por las vías ya mencionadas, llegaron hasta las redacciones de varios periódicos donde fueron publicados.
    “Mudez extraordinaria”, remitido desde Castro del Río, fue publicado por entregas en el Diario Mercantil de Cádiz. La primera parte (sin firma) vio la luz en el nº 4.532 (29 de diciembre de 1828). También sin firma consiguió infiltrarla en la Gaceta de Madrid (nº 4 de 8 de enero de 1829) dirigida por un hombre de confianza del monarca Fernando VII, el periodista y juez conservador natural de Espejo (Córdoba), don Pedro de la Hoz (sobrino del superintendente de policía). Advertido éste, del nombre de su autor y procedencia, la segunda parte no sería publicada. Si finalmente en el Diario Mercantil de Cádiz, aunque casi un año después que la primera, acompañado de una discreta firma con sus iniciales (B.J.G) al final.


    En estos artículos, que carecen de la componenda irónica o crítica habitual en su pluma, informa sobre un caso de mudez extraordinaria de la que resulto afectada una vecina de Castro del Río y del que fue testigo presencial.


MUDEZ EXTRAORDINARIA
Artículo 1º

     Un fenómeno de filosofía médica muy singular ofrece actualmente la villa de Castro del Río a la contemplación de los más curiosos fisiólogos y terapeutas. Ana Rincón, joven de 20 años, uno y medio de matrimonio, del cual no ha llegado a colmar fruto, malogrados en ciernes dos; su temperamento sanguino; genio pronto y festivo. En la madrugada del 11 de Diciembre corriente, al romper a hablar a su esposo, se sintió trabada la lengua, libre y expedito el uso de los demás órganos.
     Muda así, llamaron al facultativo, el cual recetó luego una sangría; repitióse a las 4 de la tarde; y a poco después recobró la paciente el habla; pero le duró poco.
     Nueva mudez hasta cosa de la media noche que se le destrabó la lengua por otro breve rato.
     El viernes 12 a las 3 de la tarde volvió a recobrar la palabra, que tuvo expedita hasta que volvió a perderla hacía la misma hora que la recobró la noche anterior.
     Enmudece luego, y al cabo de dos horas recobra la voz, de cuyo beneficio ha disfrutado todo el sábado, en cuya tarde le ha hablado el que esto escribe.
     A las 5 de la mañana de hoy 14 ha vuelto a enmudecer, y continúa muda ahora que son las seis de la tarde.
     La paciente asegura no haber tenido ningún motivo de disgusto, ni placer extraordinario.

     (La parte final, donde hace gala de su habitual erudición bibliográfica, nos la saltamos, de momento, para no perder el hilo narrativo).

Artículo 2º

“Como de esas dicen nones,
que luego paran en pares”

    En este conceptuoso equívoco de uno de nuestros más agudos ingenios cómicos se cifra la explicación de la oyente-muda de Castro el Río, que anunciamos a fines del año próximo pasado. Nunca me prometí yo encontrar la causa en otra parte, que en lo más recóndito de los misterios del que es misterio de misterios en la ciencia de la salud y de la vida: la concepción. Con esa idea tiré desde luego varias indirectas, de que la paciente siempre se me hizo desentendida; y aunque a lo último la interrogué más a las derechas, ella siempre me dijo que no: mas
“Como ésas dijeron nones…”

    El tiempo, gran descubridor de verdades, nos ha declarado ya del sí y del no de este caso, la muda ya no lo está; esta si (¡Dios loado!) en lo que honestamente llamamos meses mayores.
    En las ocasiones varias que yo hablé a los menores, ya muda, ya parlante (que a fe que tiene muy lindo pico) procuré informarme hasta de las circunstancias más menudas de su mudez; y entre ellas se me hicieron más de notar las siguientes.
    Muda, tenía enverada la lengua, pero libre y expedito el sentido para la distinción de los sabores. Esta circunstancia no envuelve, a mí entender, gran misterio: los finos Anatomistas distinguen entre nervios de la lengua, unos destinados al sentido, y otros al mero movimiento. Este último misterio parece desempeña el nervio que llaman hipo-gloso; y el del gusto, según doctrina corriente en buena Fisiología, el nervio maxilar bajero.
   Es también de notar que la paciente, aunque podía menear la lengua, de entre los inextricables movimientos que encierra el mecanismo primoroso de este órgano, estaba embargada de algunos: pues pudiendo sacar y aguzar la lengua, nunca pudo levantarla. De aquí sin duda la mudez, por impedimento de algunas del cadejo del de fibras del músculo estilo-gloso y de un nervio correspondiente. (Sobre ello discurran los Fisiólogos: yo no paso de mero aficionado).


    El caso curioso de la muda de Castro del Río, muy bien escrito y argumentado, es un mero pretexto utilizado por Gallardo para entrar en materia de su especialidad: el libro raro y curioso.
    Tanto en la primera parte del artículo, y profusamente en la segunda, se ocupa de la historia del arte de enseñar a hablar a los sordomudos, según él invención genuinamente española, encontrando en la  tradición literaria ejemplos cercanos:

    “Es cosa digna de atención el amago de mudez que hay en este pueblo y algunos de su circunferencia. En Montilla hubo en su tiempo un mudo ilustre, no sólo por su cuna, sino por ser uno de los primeros que aprendió a hablar por arte”.


     Cita la obra de Ramírez Carrión, maestro de Alonso Fernández de Córdoba “El Mudo” (V Marqués de Priego), aquel que cuando era chiquito fue traído expresamente desde Montilla hasta Castro del Río por la marquesa madre para que una beata carmelita moza obrara el milagro de curarle.
    Prosigue con un repaso por otros escritores que también se ocuparon del tema como Juan Pablo Bonet, autor de “Letras y Arte para enseñar a hablar a los mudos”, editado en Madrid en 1620, cuya portada mostramos en la cabecera, Fray Pedro Ponce de León o el Dr. Luzuriaga.
     Otros artículos de Bartolomé José Gallardo, relacionados con Castro del Río y su afición por la Arqueología y antigüedades, nos esperan en futuras entradas.