El
retratado es Pedro Moreu de Espinosa, Alcalde-Presidente del Ayuntamiento
Constitucional de la ciudad Motril. En 1880 sustituye al
conservador Ricardo Rojas Garvayo,
y permanece al frente del mismo hasta 1887, en que le sobreviene la muerte.
Adscrito
ideológicamente a al partido liberal, cuyos postulados durante aquellos primera
etapa de la Restauración difieren poco de los del partido conservador, sólo ligeros
y casi inapreciables matices, en aquel sistema político en el que prevalece el
fulanismo, el caciquismo clientelar y ese acuerdo tácito de turno en el poder,
no siempre acogido con agrado por quienes les tocaba apearse.
La xilografía, sacada de una fotografía
original, es obra del dibujante e ilustrador Badillo, publicada en la Ilustración Española y Americana (nº 31
de 22 de Agosto de 1885), donde aparece en compañia del Alcalde de
Aranjuez, Rafael de Almazán, “héroes de la caridad en el combate diario,
incesante y rudísimo que han sostenido largos días, en las respectivas
poblaciones que administran, contra la enfermedad reinante” (cólera morbo asiático).
Alberga
también unas letras de alabanza en las que se le atribuye un comportamiento
heroico y ejemplar en la gestión de aquella epidemia, que cuando esto se
escribe se creía ya casi controlada. El paso del tiempo demostraría lo
contrario, pues seguiría reproduciéndose el contagio, computándose afectados
y víctimas hasta finales del mes de septiembre (aproximadamente 500 víctimas en
total):
“El Alcalde de Motril Sr. Moreu de
Espinosa, renovó su cargo el día primero de julio próximo pasado, en época infausta para aquella ciudad, por causa del estrago que en
ella produjeron los terremotos (15 casas arruinadas) y de haberse helado las
plantaciones de caña de azúcar; y cuando el día 16 de julio reciente se
presentó el primer caso sospechoso tenía ya dispuestas las armas convenientes para
luchar contra la cruel epidemia, contra esa enfermedad aterradora que va guiada
por la implacable muerte, y que lleva consigo, como en triste cortejo, el
hambre y la miseria.
Desde
el momento en que Motril pudo convencerse de que estaba el mal entre nosotros
no ha habido tregua ni descanso para combatirlo. El señor Alcalde no se ha dado
punto de reposo, y sin descansar de día y de noche, siempre se le está viendo
en el sitio donde mayor y más grave es el peligro, alentando a todos con su
ejemplo, multiplicándose para acudir al alivio de todas las necesidades,
moviendo todos los resortes sin dar un minuto de descanso ni a su cuerpo ni a
su inteligencia; en la casa del colérico más pobre, en la choza de la familia
aniquilada por la epidemia, en el cementerio, en los hospitales, en las
sesiones de las Juntas… ¡Imposible parece tanta actividad y tanto patriotismo!
Motril
sufre, pero no desfallece; el alcalde, el clero de las parroquias, las madres
Mercedarias que se han encargado del hospital de coléricos, los médicos
titulares y particulares, el subdelegado de Medicina, las Juntas de socorros,
la Sociedad Juventud Motrileña, las personas ricas y aun las menos acomodadas,
todos rivalizan en valentía, en heroísmo y en amor a sus semejantes”.
Epidemia de cólera 1885 (zonas afectadas en negro) |
Aquella
epidemia se cebó virulentamente sobre numerosas poblaciones de la geografía española. El hecho
de que sea precisamente el alcalde de Motril, uno de los que obtuvieran
reconocimiento público a través de la prensa escrita, obedecería a la presencia
de destacados e influyentes políticos entre su parentela.
Es el caso de su hermano, Horacio
Moreu de Espinosa (Motril 1835- †?), Conde de Torre-Isabel (consorte de
la noble señora doña Isabel Gisbert y López), también alcalde de la ciudad a la muerte de don Pedro, y que ya con
anterioridad había sido “diputado cunero”
a Cortes por la provincia de Alicante (1877-1878) y senador por título nobiliario en representación de la provincia de
León durante la legislatura 1879-1880. Evolucionado desde el partido liberal conservador
de Cánovas del Castillo hacia el liberal de Sagasta.
La falta de vínculos con la provincia de
Alicante, en la que fue cómodamente encasillado como diputado, le depararía
diatribas y desconfianzas entre los naturales de aquella, que saltan a las
páginas de los periódicos empapadas de cierto tinte irónico localista:
En Motril nació mi
madre
y en Motril nació
la tuya;
que diga D. Juan
Navarro
en donde nació la
suya.
D. Juan Navarro: Inspector de
Orden Público de Alicante cesado a instancias del cunero.
A la altura del año 1890, desde las
columnas de la prensa canovista se le consideraba responsable de toda clase de
escándalos, atropellos e ilegalidades cometidos en el distrito electoral de
Motril en vísperas de la cita con las urnas:
“Los
ministeriales acaudillados por el cacique don Horacio Moreu, que ha pertenecido
a todas las agrupaciones políticas y ha rendido culto a todas las iglesias,
para combatir al candidato conservador, ha tenido, como vulgarmente se dice,
que liarse la manta a la cabeza y no reparar en medios desde el primer momento
de las elecciones”.
Hermano de los anteriores era Sebastián
Moreu de Espinosa, continuador de la tradición comercial de este
apellido de origen catalán, residente en la isla de Cuba, donde alcanzaría el
cargo de Promotor fiscal de entrada en el puerto de Manzanillo, cuyo desempeño
ejerció hasta su muerte acaecida en 1874.
Los Moreu
motrileños remanecen de comerciantes naturales de Tossa, costa de Gerona, cuyo
arraigo por estas tierras se remonta a los años finales del siglo XVIII, en
paralelo al desarrollo del cultivo y comercio del algodón en la vega de Motril y
su cabotaje con destino a surtir la industria textil catalana.
Guía Mercantil de España (1828) |
Un tío
de los referidos, Francisco Moreu y Sánchez (Motril
1833- † ?), fue diputado por dos veces. En la legislatura 1879-81, en
representación del distrito de Martos (Jaén) y nombrado por el gobierno
Director General de Beneficencia y Sanidad; en la de 1882-84 lo sería por su
distrito de origen, Motril. Entre ambas, un corto y dificultoso periodo al
frente del Gobierno Civil de la provincia de Barcelona. Nuevamente nombrado
para Gobernador Civil de Sevilla (1894-96) y finalmente en la legislatura
1898-99 elegido Senador por la provincia de Jaén, donde residiría los últimos
años de su vida (era dueño de un considerable patrimonio de fincas rústicas distribuidas
por los términos municipales de Arjona, Arjonilla y Villanueva de la Reina).
Los vínculos de este político motrileño con
la provincia vecina, le vienen de su casamiento con doña Matilde Serrano y
Serrano, natural de Arjona (Jaén), sobrina carnal del General Serrano (Duque de
la Torre), de cuyo parentesco debió de aprovecharse para proyectarse
políticamente. De hecho, en poco tiempo, pasaría de ser un supuesto probo oficial de la Administración de Propiedades
y Derechos del estado con destino en Huesca en 1865, a convertirse en
Gobernador Civil de la provincia de Cuenca, para cuyo cargo es designado
justamente después de los cambios operados en el país con el triunfo de la
Septembrina o Gloriosa de 1868. Otros destinos como Gobernador le esperarían durante
el Sexenio Democrático, especialmente favorecido durante el tiempo en que su
benefactor estuvo al frente de la presidencia del consejo de ministros (Ávila, Murcia, Badajoz, otra vez Murcia,
Córdoba, Sevilla). Restablecida la Monarquía seguirá ligado a la vida política
en las filas del partido liberal, como ya hemos justificado.
Palacete Motril de la 2ª mitad del XIX (desaparecido) |
La asiduidad con la que el apellido Moreu irrumpe en la vida
política de la costa granadina durante el último tercio del siglo XIX y principios
del XX, debe guardar relación directa con la notabilidad alcanzada por este motrileño,
con raíces e intereses por tierras del antiguo reino de Jaén, que supo y pudo
aprovecharse de los favores prestados por aquel bizarro militar arjonero con el
que estaba emparentado, intimo amigo de la reina Isabel II (General Bonito)
durante la primera etapa de su reinado y posterior corresponsable de su
destronamiento.
Francisco Moreu debió favorecer económicamente
e involucrar en política tanto a los sobrinos motrileños ya referidos, así como
a los también originarios de Motril, criados y domiciliados en Madrid, los
hermanos Díaz Moreu, hijos de Antonio Díaz Quintana , periodista y empresario
motrileño instalado en la capital del reino, y de Dolores Moreu y Sánchez.
El
primero, Emilio Díaz Moreu (1846-1913), un reputado comandante de la Armada
Española, que compagino la carrera de las armas con la actividad política
durante la última parte de su vida, con la misma adscripción que su tío
Francisco y que su hermano menor, Luis Díaz Moreu (1854-1890) que alcanzaría
pronta fama y notoriedad como jurisconsulto, siendo elegido, aun en vida del
retratado alcalde Pedro Moreu, para representar en las Cortes al distrito de
Motril (1886-1890).
Comandante del crucero acorazado Cristobal Colón
de la Escuadra Almirante Cervera derrotada en Cuba
(1898)
No resulta difícil entender, en base a todos esos lazos familiares descritos, el porqué se le llegarían a conceder a don
Pedro Moreu de Espinosa honores de “Jefe
Superior de la Administración Civil” y fuera condecorado por el Gobierno de
S.M con la “Gran Cruz de Isabel la Católica” (1886), independientemente de su entrega en la gestión de las
sucesivas crisis a las que se vio sometida la población motrileña en los años
1884 y 1885 (terremotos, heladas y epidemia de cólera). Esa misma condecoración
de Isabel la Católica ya la habían adquirido con anterioridad su hermano
Horacio y el influyente tío Francisco.
Estando en Madrid gestionando “asuntos relacionados con el municipio” al lado de su primo el diputado Luis Díaz Moreu, cuando presenciaba como invitado una sesión del Congreso de los Diputados, sufriría una repentina indisposición (ataque apoplético) que le obligaría a permanecer por una temporada hasta restablecerse.
Ya de vuelta, hallándose convaleciente en una posesión distante a una legua de la ciudad, una doble pulmonía le causaría la muerte el 11 de marzo de 1887. A su entierro, en el que se hizo presente el Arzobispo de Granada, “asistió toda la población sin distinción de clases”. Las crónicas publicadas vuelven a referir su “entrega y abnegación sin límites” durante aquella epidemia de cólera de 1885.
Estando en Madrid gestionando “asuntos relacionados con el municipio” al lado de su primo el diputado Luis Díaz Moreu, cuando presenciaba como invitado una sesión del Congreso de los Diputados, sufriría una repentina indisposición (ataque apoplético) que le obligaría a permanecer por una temporada hasta restablecerse.
Ya de vuelta, hallándose convaleciente en una posesión distante a una legua de la ciudad, una doble pulmonía le causaría la muerte el 11 de marzo de 1887. A su entierro, en el que se hizo presente el Arzobispo de Granada, “asistió toda la población sin distinción de clases”. Las crónicas publicadas vuelven a referir su “entrega y abnegación sin límites” durante aquella epidemia de cólera de 1885.
Sin desmerecer la bonhomía de este alcalde
motrileño, ni por su puesto cuestionar esa su gestión tan ensalzada, es justo y
necesario otorgar también honores al altruismo desplegado por otros miembros de
la comunidad durante aquella crisis sanitaria. La ya mencionada congregación de
monjas Mercedarias, al cuidado de los coléricos en el hospital habilitado al
efecto en el barrio de San Francisco, cerca de la Esparraguera donde se localizo
el principal foco de contagios, el humanitarismo desplegado por el sastre
Almoguera y familia, que en su
establecimiento de la Puerta de Granada, generosa y desinteresadamente,
despacharon caldo sano y abundante a los necesitados, o el médico Manuel García
fallecido por contagio en ejercicio de sus funciones. Por lo que respecta a la
asistencia espiritual a la población, parece ser que el clero estuvo a la altura
de su misión, aunque con las lógicas “excepciones
de aquellos que al sentir el primer chispazo abandonaron la población”.
Muchas gracias por tu dedicación a la historia de nuestra tierra. Una motrileña.
ResponderEliminarNo hay de que, dama misteriosa. Si eres quién supongo, aprovecho para pedirte por favor que por aquí no utilices la máscara. Para las intrigas mejor el feisbus ( doña ojos).
ResponderEliminarMe interesaría saber quien fue el último vice alcalde de Motril en la segunda República Española, tengo entendido que fue José Constán que a su vez era delegado municipal en El Varadero. Este señor (padre de un cuñado mío) huyó a Francia, formó parte de los maquis, cayó prisionero de los naxis y fué salvado por lor el ejército ruso a punto de entrar a la camara de gas en Ausvicht en 1945. Lo conocí en Argentina en 1956 y aún tenía marcas de los grilletes alemanes. Mi nombre (no soy anónimo como la señora anterior) Antonio Peña Ventura, viví 10 años en Motril de los 6 a los 16 años y desde 1956 resido en Buenos Aires. Un abrazo. Estos artículos deberían figurar en el blog del Sr. Pepe Morales en Recuperar la História de Motril.
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