Espacio abierto dedicado al estudio de las historias locales de los municipios de Castro del Río (Córdoba), Porcuna (Jaén) y Motril (Granada), así como sus adyacentes. Recomiendo la utilización del apartado de comentarios para aportaciones, consideraciones, críticas o rectificaciones. De igual manera, está disponible para quienes deseen colaborar con la publicación de artículos o aportando documentos, sobre cualquier tema de carácter histórico relacionado con dichas poblaciones.

21 junio 2012

Costumbres Castreñas: “La noche de San Juan”.



     Recientemente, he podido disfrutar de unos días de asueto y merecido descanso en Castro del Río. Aprovechando las primeras horas de la mañana del sábado, despues del pertinente desayuno en Ca El Liebre, opté por dejarme caer en paralelo al cauce de su río. La verdad sea dicha, un recorrido no demasiado idílico. Mucho calor, poca agua y demasiado cemento. No fui capaz de aguantar más allá de la media hora, lo suficiente para llegar hasta los restos del “Molino Pocima” con la idea de sacar unas fotografías. Ducha y aseo personal como compás de espera para la obligada quedada en Ca Pedro Herencia (Bar la Solera). ¡Y qué soleras! ¡Y qué tapas! Y los amigos y conversación que requieren una ocasión como está. Fue en dicho contexto (después de algunos medios) cuando salieron a relucir ciertos ritos y desaparecidas celebraciones ancestrales que se desarrollaban en esta población de campiña durante la noche de San Juan, con el Guadajoz, su río, como protagonista. No recordaba con precisión donde y cuando lo había leído. De vuelta a mis aposentos, pude rescatar un artículo publicado en el Defensor de Córdoba en Junio de 1904, por el culto, activo y dinámico corresponsal-poeta, él tantas veces mencionado y utilizado, José María Jiménez Carrillo.


     El artículo por su curioso y original contenido se hace merecedor de ser transcrito tal cual fue publicado:


     Fue el año pasado la última noche de San Juan, que pasé entre mis paisanas (porque no ha venido otra después) y al recordar hoy las costumbres de mi pueblo en esa noche, no titubeo un momento en darlas a conocer a mis queridos lectores, siquiera sea por su originalidad.

     Un rincón pintoresco del barrio de Triana transportado a la fértil ribera del Guadajoz, de ese riachuelo que besa las plantas de Castro retratando en sus aguas cristalinas los negros torreones y el azul de un cielo tachonado de astros que brillan cual si de plata fuesen, un pedazo de gloria andaluza es en esa noche el Paseo de las rosas, el Coso, toda la ribera y las carreteras de Montilla, Cabra y Baena.
     Esta noche el pueblo en masa de desploma en estos lugares guitarra en mano y bota al hombro, dejando (quien no las tiene) las penillas acostadillas para recogerlas al otro día, tomando en cambio grandes dosis de buen humor antes de salir de casa, extendiéndose en derredor en músicas, risas, bailoteos y jolgorios, interrumpidos a veces por aquellos o aquellas a quienes el vino les produce tristeza o melancolía, o que no supieron bien solearse las penas antes de salir de casa.


     Pero no es esta la originalidad de la costumbre, no; un cuadro así, donde sobran sonrisas y músicas, buen humor y… todo menos vino, se presenta a cada paso en nuestra Andalucía. Este cuadro tan lleno de luz, no es otra cosa para mis paisanos, que hacer la entretenida hasta que den las doce, hora santa en que cesan las dolencias y males del cuerpo. A la primera campanada de las doce, ya están las orillas del río cuajadas de humanos seres que meten cada uno en el agua lo que de enfermo tienen, siendo los más originales los que padecen la hernia. Estos necesitan de más requisitos para sanar: ¡Hay que pasarlos por la mimbre! Pasados por la mimbre consiste en tender por el vado varas de mimbre unidas para que atraviesen el río de orilla a orilla, poniéndose en un extremo un Juan cogiendo la punta de la vara y en el otro una María cogiendo la otra ídem por la otra ídem. Esto es requisito necesario, mientras que el ser quebrado atraviesa el río pasando por encima de la mimbre, mientras el Juan exclama todo lleno de fe: ¡Tómalo María! Ésta, un tanto conmovida y con no menos fe, contesta: ¡Dámelo Juan! Luego los dos a dúo: ¡Este niño sanará!
     Y no me diga V. nada de los que se lavan los ojos para curarse las cataratas, o los que meten el dedo para curarse de un pinchazo.
     Una vez terminado todo ésto, muchos de los espectadores inauguran con su baño nocturno, la temporada de los (otra vez ídem) ídem en la pintoresca playa del Guadajoz.


     Después de haberse puesto en vías de curación los enfermos, las gentes prosiguen su fiesta hasta que el sueño poco a poco me los va echando de aquellos lugares, sanos, salvos y… hasta otro año que se verifique la misma operación, porque hay que advertir que no en un año sólo se pueden curar todos. Yo conozco a un individuo que hoy cuenta ochenta y cuatro años que se pasa por la mimbre, y aún sigue con la misma enfermedad: pero no por eso tiene perdidas las esperanzas; él piensa sanar. Ahora, que no sabemos cuándo.

 José Mª Jiménez- Castro del Río (Junio de 1904).

     El artículo fue publicado el 21 de junio, días antes de la tradicional fecha señalada para tal celebración, que según se nos informa quedaba interrumpida para ese año. El enamoradizo poeta corresponsal, no oculta sus simpatías por la fiesta. Por juventud y soltería, debió de regocijarse durante esas noches mágicas al lado de bellos ramilletes de jovencitas, sacados de entre lo más granado de la sociedad local, cuyos nombres, con la pertinente poesía galante nominativa, fueron desfilando por las páginas del Defensor de Córdoba durante esos primeros años en los que ejerció de corresponsal de prensa (1902-1904). Tal vez, sea la discreción la que nos priva del conocimiento exacto de las causas por la que se viera afectada la Sanjuanada castreña. Me aventuro, creo que sin estar demasiado descaminado, de que pudiera obedecer a una prohibición mixta emanada desde las autoridades locales y eclesiásticas ante comportamientos y actuaciones del tejido popular poco acordes con los presupuestos morales e ideológicos de las denominadas fuerzas vivas (los de marras): abusos alcohólicos, baños impúdicos, noches de incesante actividad para las profesionales del amor, diseminadas a lo largo de varios establecimientos ubicados en el ribereño barrio de la Dehesilla, etc.


     Es el propio diario Defensor de Córdoba quien nos pone en la pista sobre el asunto. Con el verano del año 1902 se corresponde la noticia en la que se nos informa sobre el arraigo de determinadas prácticas que afectaban a la higiene moral del municipio:

     “Las autoridades de Castro del Río tienen convertido aquel pueblo en un cantón independiente, donde se hace y deshace a su antojo. Nosotros pensamos ir tomando notas con el intento de que se conozca y se de a los jefes de aquel cotarro la corona de laureles que sus desvelos por el procomún han merecido, y que hoy, y en artículos subsiguientes, las iremos publicando.

     Comenzaremos hoy por decir que no sabemos por orden de quien han sido trasladados hace algún tiempo a un edificio particular, varios faroles de los destinados al alumbrado público, quedando mientras en completa oscuridad los sitios donde antes proyectaban su luz.
     El alcalde no se ha preocupado de esto.
     Verdad que tampoco sabe una cosa de lo que todo el mundo se lamenta y es la falta que de un modo descarado se comete con los artículos 198 y 200 de las ordenanzas municipales, que prohíben bañarse en sitios públicos y en completa desnudez y, sin embargo, mozallones impúdicos muestran sus asquerosas desnudeces en sitios tan visibles y concurridos como los llamados Puente Viejo y Puente Nuevo.
     Por lo antedicho se comprende la despreocupación y lo mal que anda Castro del Río en lo que a higiene moral respecta, pero no es mejor su situación en la otra higiene. Más esto merece capítulo aparte”.


Las grandes bañistas - Paul Cezanne (1906)
     Estás críticas, publicadas como editorial (Abusos en Castro del Río) en el por entonces órgano de prensa oficial del partido conservador de la provincia de Córdoba (un 18 de julio de 1902), van dirigidas contra el Ayuntamiento Liberal Vegarmijista, presidido por el farmacéutico Andrés Criado Rodríguez. Para cuando Jiménez publica su añoranza festiva sanjuanera ya estaban instalados los conservadores en el poder. De hecho esa última celebración que se rememora se corresponde con los últimos días en el gobierno municipal de los liberales en 1903. Al poco (julio), el conservador José Navajas Moreno cogería las riendas de los designios de la villa.

     No me consta que se retomara tal costumbre con ese carácter popular y multitudinario del pasado, aunque en conversaciones vinateras con un folklorista local durante el pasado fin de semana salieron a relucir comilonas, cantes, bailes y celebraciones por San Juan, con “pasada por la mimbre” incluida, en las huertas de Santa Sofía en tiempos bastante más recientes. Sería cuestión de tirarles de la lengua a los mayores para certificar el momento de su definitiva desaparición y desentrañar, de camino, otras manifestaciones folklóricas que transcurriesen en paralelo.
    Por cierto, la letanía de Juan y María, así como las “pasadas por la mimbre” para la sanación de herniados/as, no son exclusivas de la localidad. Esta arcaica tradición, con componendas de medicina popular supersticiosa, tiene un origen incierto y se halla presente, con ligeras variantes, en la etnografía de la mayoría de las regiones españolas. En Andalucía podemos constatar su presencia en numerosas poblaciones.

     El folklorista Isidro García Cigüenza, en su libro Bandoleros en la Serranía de Ronda, le atribuye al rito un posible origen morisco, pues revisando los juicios inquisitoriales con los que se persiguiera a los moriscos en su localidad de residencia (Gaucín), resulta que un reo sería condenado por practicar ceremoniales similares a los que nos venimos refiriendo, que con posterioridad, tal como se refleja en las letras de las letanías, la iglesia triunfante supo adaptar a sus cultos con vistas a poder integrar a los herejes.


2 comentarios:

  1. Curiosa esa vieja costumbre. Cuando se pueda salir de la aguda sequia que venimos padeciendo y el Guadajoz pueda retomar algo más de brío en el curso de sus aguas, se debería intentar recuperar esta fiesta con sus ritos. Todavía deben quedar herniados dispuestos a “pasar por la mimbre”. Y si hiciera falta se simulan. Yo me apunto y me encargo de trasmitir personalmente la idea a los responsables municipales en materia de festejos.
    Fray Quebrado del Guadajoz.

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  2. Cahondo mientras llueve lo que si podías hacer es madrugar para recolectar galápagos y llevarlos hasta donde puedan subsistir.

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