Como preámbulo, a la segunda parte de la crónica reportaje sobre la cacería de liebres en el coto de Matacán (Praena), celebrada a finales de 1925, y queriendo entroncar esta modalidad de caza con su ancestral origen, la acompaño de un altorrelieve prerromano perteneciente al conjunto escultórico del Cerrillo Blanco (Porcuna).
cazador de liebre con perro
En el siglo V a.C. en el Oppidum de Ipolka (Porcuna) se construyó un soberbio monumento escultórico, que constituye el mayor conjunto de escultura ibéricas existentes. En él los escultores, con gran influencia griega, representaron luchas de guerreros entre sí y con animales mitológicos, grupos de animales en lucha, escenas de caza, sacerdotes y sacerdotisas, figuras de animales, etc., con una gran maestría y perfección comparables a algunas obras maestras griegas.
Poco tiempo después de haberse llevado a cabo fue intencionalmente destruido y sus restos enterrados, lo que posibilitó que fueran encontrados y recuperados. Ahora se exhiben en el Museo Provincial de Jaén.
Leer más:
http://www.deporcuna.com/iberos.htm
http://www.museodeobulco.com/cerrillo.php
http://www.celtiberia.net/articulo.asp?id=1549
http://verracus.blogspot.com/2005/10/ipolkaobulco-la-necroacutepolis-de.html
Dos descripciones, una estrictamente iconográfica (Blanco Frejeiro) y una segunda convergente, que va mas allá, adentrándose en aspectos sociológicos (Olmos).
Antonio Blanco Frejeiro: Las esculturas de Porcuna II. Hierofantes y cazadores.
Edición digital a partir de Boletín de la Real Academia de la Historia 185-1 (1988), pp. 1-27. Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.
Mide solo 80 cm de alto, pero ofrece un magnífico grupo de un cazador de liebres en compañía de su perro. El hombre viste la acostumbrada túnica de mangas hasta el codo, con el cuello picudo y el faldellín de entrepierna cosido, y también el cinturón ancho que aprieta mucho la cintura. No lleva calzado ni polainas, lo que hace barruntar que corriese las liebres a caballo, como sería natural. La boca muy abierta del perro indica que estaba cansadísimo y sediento. Una liebre yerta de gran tamaño lleva el cazador en su mano derecha.
El perro, de gran alzada, parece un artículo importado, un animal de precio, y por tanto esmeradamente cuidado. Los huesos de canidos encontrados en yacimientos de la región señalan la presencia exclusiva de dos tipos de perros: uno pequeño, de turba, el Canis familiaris palustris, y otro un poco mayor, que podía alcanzar una altura máxima de 45-50 cm , y tenía una dentadura parecida a la del foxterrier.
Por desgracia, pues la pieza era digna de mejor suerte, este perro de Porcuna ha perdido la cabeza a excepción de la mandíbula inferior, de modo que no sabemos si tenia el surco longitudinal de la frente, característico del perro lacónico, tal como lo describe Jenofonte (Cineg. III, 1), el mejor cazador que se conocía en Grecia, ni como eran su semblante y sus orejas. Su talla era evidentemente grande, su mandíbula ancha y poderosa, su pelaje corto y sus manos y pies los de un buen corredor y saltador, como un moloso. Tal fuese por tanto tan apto para la caza mayor como la menor, a falta de galgos como lebreles ideales.
Las tres escenas quedan definidas por su carácter esencialmente mostrativo, de presentación. Está claro que su intención es manifestar la virtud, mostrarse tras la hazaña. El cazador con la liebre, vestido con túnica corta y cinturón, avanza a grandes pasos con el trofeo en su mano, una liebre cuyo tamaño excesivo resalta el merito del cazador. La inclinación del cuerpo del joven intensifica la acción, ya cumplida.
También el tamaño del mastín enfatiza la iniciación del joven. Regresan presurosos de la caza. El apresuramiento de la vuelta refleja, prolonga el movimiento de la ida, la vitalidad de la acción. Hay una complicidad entre el animal y el hombre. Pies y patas se entrecruzan; el cazador acaricia la cabeza del perro y ambos se vuelven al espectador, al que seguramente mirarían de frente, el mastín con las fauces abiertas y la lengua asomando, indicándonos el jadeo de la carrera. Está permitido a los animales reflejar el esfuerzo, no a los aristócratas, cuyo rostro hemos de suponer sereno, como veremos en el grupo de guerreros. El territorio de la caza pertenece a los aristócratas del grupo familiar. Los jóvenes se inician en ella mediante la carrera y la habilidad. La liebre cazada es la prueba de esa rapidez, el símbolo y espejo de la riqueza. El joven se apresura a mostrarla.
Macho: Escanealo aunque sea como JPG y lo subes como si fuera una fotografía, pues así rián de rián.
ResponderEliminarRián de Rián, que es exactamente lo que me reprochas, la verdad es que no te comprendo. Está todo perfectamente visible....
ResponderEliminarPues, que no puedo(me imagino que nadie) aumentar los documentos escaneados para leerlos.
ResponderEliminarInténtalo tú. "!Haber si puedes chulillo!".
No me seas torpe Diego. Tal vez lo hallas intentado desde el correo que te llega cuando publico alguna entrada. Lo reedité corrigiendo el problema de imagen. Si te vas al blog,comprobaras que el documento se abre a pantalla completa perfectamente legible
ResponderEliminarPUES YO NO PUEDO
ResponderEliminarYo lo veo perfectamente a pantalla completa ....
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