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Ciudadanos de Porcuna (1914-1915) |
Prescindo de prolegómenos. Para quienes desconozcan lo ocurrido el 28 de Julio de 1913 en el paraje conocido como Cañada o Pozo de la Teja, en las proximidades del cortijo de San Pantaleón, término municipal de Porcuna (Jaén), propiedad del labrador Don Ángel Ruiz de Adana Torres, sobre el fatal y negro encuentro entre la pareja de la guardia civil y unos cazadores-jornaleros furtivos, conocidos como Hermanos Nereos, les recomiendo un paseo previo por una serie de entradas publicadas en este mismo especio sobre tan luctuoso-enojoso suceso y su consiguiente proceso (Crimen y/o castigo: el caso de los “Hermanos Nereos”).
Para poder volver a ocuparme del caso con conocimiento de causa, he tenido que emprender un dificultoso y laborioso discurrir (letra muy emborronada) por entre las páginas del voluminoso sumario que les instruyo en su día la Jurisdicción Militar. Lo había desechado en un principio, por apreciar a las claras, al menos esa es mi impresión, de que estábamos ante testimonios prácticamente realizados al dictado de unos intereses determinados. Imagínense la tesitura de humildes jornaleros citados para testificar ante un juez togado militar. Tendrían que cagarse lo pobres las patas abajo. ¡Como para tomar partido por quienes desde un principio fueron etiquetados como criminales! Pero dejemos de momento aparcados esos testimonios, para centrarnos en lo ocurrido en los días inmediatamente siguientes a aquel aciago encuentro.
Estando aun los Nereos en busca y captura, una de las primeras disposiciones del Teniente Juez Instructor y Secretario, desplazados al efecto, fue la de interceptar la correspondencia de la familia, con vistas a procurar dar con su paradero y ponerlos a disposición de la justicia. En sumario incluye un telegrama cifrado dirigido por el Jefe de Línea de la Guardia Civil de Priego de Córdoba al Teniente Juez Instructor del caso, con fecha del día primero de agosto, en el que se menciona la interceptación de una serie de cartas.
La primera de ellas, es la dirigida por Nereo Ramírez Ortega, padre de los presuntos criminales, a un hermano de padre residente en la aldea de Castil de Campos, llamado Andrés Ramírez Escobar. Antes de entrar en otros detalles, permítanme que les transcriba el contenido de las letras de ese padre desconcertado y asustado. A mi juicio resulta estremecedora. He corregido las numerosas faltas de ortografía y ligeramente la sintaxis para hacerla más digerible y entendible. Tiene fecha de 30 de Julio, justo dos días después del trágico suceso y he considerado conveniente hasta ponerle título (una ligera licencia literaria).
Carta de un padre desesperado
Querido hermano con lágrimas te pongo estas líneas no con tinta. Después de haber estado segando esta estación mis dos queridos hijos, Justo entró de guarda particular con uno de la familia el día 2 del presente hasta el tiempo en que te cruzo estas letras. Llegó el día 25 y quiso holgar y para relevarle se fue Nereo (Antonio). Una vez en el sitio acordaron quedarse juntos y echar un día de caza. Tenían licencia de caza, pero estaban en el periodo de la veda de lo que siempre se tapaban. Teniendo que hacer su recorrido por los terrenos que estaban a su cargo hubieron de llegar a una era a beber agua y estando allí vieron salir dos personas de una cortijada que hay por encima con una caballería que se dirigía hacia ellos. Un muchacho que había en la era les advirtió de que se trataba de la pareja, aunque iban vestidos de paisano. Partieron Justo y Nereo y se fueron en dirección contraria, pero la pareja que llevaba una caballería prestada les dieron una contra marcha y le salieron al encuentro. Nadie sabe lo que pudo pasar. Lo fijo y triste es que la pareja resultaron ambos muertos, era un sargento y un guardia, el guardia en el acto y el sargento duró horas.
Las licencias y zurrones de caza con algunas piezas, reloj y unas perrillas de Nereo también se encontraron allí. Era un rastrojo y salió ardiendo. No se sabe si sería haciéndoles suplica, hay tienen ustedes cédulas, licencia y caza. Si se yo que como no les pegasen mis hijos no disparaban. Se fugaron, no se mas hermano mío. Me escribes y a la vez le escribes a Don Niceto con estos detalles, le voy también a escribir. Que lastima, que buenos, que queridos de sus amigos, sin vicio ni de tabaco. Hay que sentirlo por ellos, pero también por su madre, su hermana y yo que desgraciados vivíamos de ellos y con ellos éramos felices. Sin ellos búscame una colocación hermano.
La pobre de mi hija María que está aquí, que ha venido a restablecerse de una enfermedad, no sabe nada a estas horas, se le tapa el asunto. Pero Ay Hermano les tenía este sargento muchas ganas y les ha tenido guardado el caso. Yo no sé lo que puede pasar para que se haya labrado la ruina de todos. Se despide tu hermano con el corazón pensado en Dios.
Tu hermano Nereo.
El hermano de Nereo ( padre) debía de ser una persona popular y conocida por aquellos lugares. Su ascendencia con Don Niceto imagino que obedecería a esos lazos clientelares que sabían tejer a la perfección estos políticos del caciquismo, especialmente en las pequeñas villas donde resultaba relativamente fácil vaciar el censo en favor de sus candidatos. Se dedicaba profesionalmente a la práctica del curanderismo, lo que con el tiempo le acarrearía algún que otro problema con la justicia. Se le conocía por el remoquete de Joseico:
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La Voz de Córdoba (21 de diciembre de 1928) |
Forzosamente también habría que contemplar esas noticias de la tradición oral sobre que la madre de los Nereos pudiera haber sido nodriza o ama de leche de don Niceto, o que pudieran ser, incluso, hermanastros del mismo. Estos extremos los veo más bien como surgidos de la imaginación popular después de aquel sonado proceso.
De cualquier manera lo que sí parece claro es el deseo de Nereo padre de hacerle llegar a Don Niceto sus angustias y preocupaciones, por si éste estimaba a bien echarle una mano. Aunque más que por su defensa jurídica, su rogativa parece ir encaminada en el sentido de una recomendación o empleo que permitiera subsistir a su familia, desde aquel momento privada de los imprescindibles jornales sustentadores de sus hijos.
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Anverso |
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Reverso |
Retomemos la carta, ya que su continente nos depara una sorpresa: el sobre, como se puede apreciar, pertenece y lleva el correspondiente membrete del Circulo Unión Liberal de Porcuna. ¿Cómo interpretamos esto? Se presta a pensar que se le pudiera haberle prestado ayuda desde este círculo político para redactar esa carta de su puño y letra, prestándosele el sobre, por ser simpatizante o colaborador, o por estar sensibilizados con su estado anímico. Dejemos ese presumible apoyo de las fuerzas liberales locales pospuesto para otro momento.
Con esa misma fecha del 30, tal como se anuncia en la misiva remitida a su hermano, debió escribir esa otra carta a Don Niceto, que no pudo ser interceptada, pudiendo transmitir sus inquietudes a tan honorable prócer, como lo demuestra la devolución de éste, que conocemos pues ésta si resultaría capturada. Lleva el sello del servicio postal del Congreso de los Diputados en el sobre y el membrete del por entonces Diputado a Cortes por la Carolina en el pliego de papel utilizado.
Aunque anexo la carta, insertada en formato imagen, allá va su trascripción para facilitar su lectura:
Sr. Don Nereo Ramírez
Mí estimado amigo: lamento muy de veras las desgracias que le afligen y me indica en su carta, cuya triste impresión comprendo perfectamente. Quisiera sinceramente que estuviera en mis manos darle la colocación de que habla, para lo cual la edad de V. y las condiciones en que actualmente se nombran los empleados son grandes dificultades.
Como creo que pronto iré por Priego… (Se corta el texto)
Deseando que sus sufrimientos tengan el ahorro posible, queda de V. su afectuoso amigo SSQBM.
Poca, por no decir ninguna, parece ser la predisposición del diputado Niceto Alcalá Zamora y Torres, de pringarse en este espinoso asunto. Es más, cuando abordemos el tema sobre los abogados que llevaron el caso de los reos de Porcuna podremos constatar cómo, en un principio, su nombre no aparece por ningún sitio, tal como se viene considerando.
Ya puestos a destapar el tarro de la hipocresía, que iremos derramando poco a poco, conforme vaya localizando comportamientos merecedores de esa adscripción, les dejo, de momento, con el testimonio aportado por el “gran cacique liberal”, varias veces alcalde de Porcuna, durante los años finales del XIX y primeras décadas del XX: Don Luis Aguilera y Coca “El Chato”.
Declaración del testigo Don Luis Aguilera y Coca
(Porcuna 3 de Agosto de 1913)
Que se llama Don Luis Aguilera y Coca, de setenta y seis años de edad, casado, propietario, declara que conoce a los hermanos Justo y Antonio Nereo Ramírez Muñoz, así como también conoció al sargento y guardia asesinados, que no tiene con ninguno de ellos parentesco, amistad o enemistad y que tampoco tiene interés directo ni indirecto en esta causa.
Preguntado, manifestó que en alguna ocasión se quejó al sargento José Martínez Montilla, de que los hermanos Nereos le habían pisoteado un trigo y arroyado su propiedad sin su consentimiento. Dijo: que efectivamente hacia poco tiempo, antes del hecho de autos que el dicente manifestó al Sargento la invasión de los referidos individuos en sus propiedades causando daños tanto en ella como en la caza de la perdiz que al quitarles la sombra en las horas de calor durante la caza se ahogaron la mayor parte de ellas así como también en su persecución atropellaron los sembrados dando lugar con ello a la queja que produjo siendo de dominio público lo que hacían en otras propiedades de este término entre las que puede citar la del vecino de finca don Damián Parra Giménez.
Sin comentarios. Juzguen ustedes.
Tanto profanos, como conocedores e investigadores del caso (somos varios los subidos en esta barca de rumbo incierto e intrigante), tienen a su completa disposición para aclaraciones, apropiaciones indebidas, dudas, críticas o rectificaciones la sección de comentarios.
Tanto profanos, como conocedores e investigadores del caso (somos varios los subidos en esta barca de rumbo incierto e intrigante), tienen a su completa disposición para aclaraciones, apropiaciones indebidas, dudas, críticas o rectificaciones la sección de comentarios.
El sumario instruido a los Hermanos Nereos lo he podido conseguir gracias a la inestimable colaboración del amigo y compañero, Arturo del Pino Ruiz, homónimo (nombre y primer apellido) del famoso y célebre “Arturé”, que me hizo el favor de personarse para fotografiarlo en el Archivo del Tribunal Militar Togado Territorial Segundo de Sevilla. Gracias compañero.