Este señor bajito y regordete, de rostro cetrino y
expresión tranquila, es Gregorio Mayoral Sendino, verdugo titular de la Audiencia
de Burgos durante 36 años (1892-1928). Se le computan a lo largo de su dilatada carrera
profesional hasta un total de 70 ajusticiamientos por el tristemente célebre método
del garrote vil. Admirado entre los de su propio gremio por la precisión y
rapidez con que manejaba la mortal argolla, a la que llegó incluso a introducir
mejoras y modificaciones. Su diseño, según sus propias palabras, no hace ni un pellizco, ni un rasguño, ni
nada; es casi instantáneo, tres cuartos de vuelta y en dos segundos....
El nº 40 en esa macabra relación lo ocupa el
reo Antonio Ramírez Muñoz (Nereo), ejecutado a las 8 horas del día 30 de
septiembre de 1915 en la Prisión de Jaén, tras fracasar las invocaciones finales
de piedad y clemencia para conseguir su indulto.
Hasta la prensa de línea editorial republicana
(España Nueva) saltarían las votaciones de la comisión ministerial encargada de
decidir en extremo sobre el indulto solicitado para el segundo de los reos de
Porcuna. Si damos crédito a esta noticia, parece ser que quienes se
posicionaron a favor fueron el propio Presidente del Consejo (Eduardo Dato), el
Ministro de Hacienda (Conde de Bugallal) y los titulares de las carteras de
Estado (Marqués de Lema) e Instrucción Pública (Sr. Conde de Esteban
Collantes), que por hallarse ausentes delegaron su voto y representación en el
presidente. Los cinco votos en contra, que finalmente fueron decisivos para
denegar la elevación del indulto al Rey, los sostuvieron los dos ministros
militares, Almirante Miranda (Marina) y General Echagüe (Guerra), Sánchez
Guerra (Gobernación), Ugarte (Fomento) y Burgos Mazo (Justicia), para nada
dispuestos a contradecir a la jurisdicción militar.
Véanse Artículos de Opinión de Marcelino Domingo
Este escrito, en el que se anuncia la ejecución
matutina del reo Antonio Ramírez Muñoz (Nereo), aparece inserto dentro
del articulo dossier sobre el crimen de los hermanos Nereo publicado recientemente
por Luis Emilio Vallejo Delgado en el nº 40 de la revista Andalucía en la
Historia.
Me cuesta
trabajo entender como este señor, habiendo tenido a su alcance todo un cúmulo
de de fuentes documentales, obtenidas y estrujadas previamente por terceras
personas, cometa tan craso error al identificarlo de tal guisa:
Supongo que de esta manera consigue adaptarlo a su
particular hilo narrativo. Un pasquín, para la Real Academia Española de la
Lengua, es un escrito anónimo que se fija en sitio público, con expresiones
satíricas contra el Gobierno o contra una persona particular o corporación
determinada.
Lo que
ustedes tienen ante sus ojos es una composición manual, realizada por el que
suscribe, partiendo de la noticia publicada en una columna vertical dentro de
la primera página del nº 2320 (jueves 30 de septiembre de 1915) de El
Socialista. Vuelve a causarme sorpresa, que lo erróneamente identificado como
pasquín, además vaya acompañado de una nota de procedencia (Fuente: Biblioteca
Nacional), quizá con el propósito de revestir el trabajo de cierto rigor científico.
Dudo mucho,
que mi rudimentaria composición de tijera y pegamento, publicada por primera vez en una de mis entradas a salto de mata, dedicadas al caso de los Hermanos Nereos, pudiera
haber ingresado, de manera mágica y misteriosa, entre los fondos de tan magna
institución cultural.
Si el
autor de “el copia, pega, pinta, recorta
y colorea” hubiera sido un poquito perspicaz, no tendría que haber obviado su verdadera
procedencia: la Hemeroteca digital de la Fundación Pablo Iglesias, que alberga
la colección completa de El Socialista.
Para nada son el rencor o la envidia quienes me
inspiren a la hora de hilvanar esas cuatro letras de censura. Sólo algo de
indignación por el descaro puesto en práctica por este señor a la hora de
revestirse de dotes de documentalista o historiador, que desde mi particular punto
de vista creo que no le corresponden. Para quienes crean que pudiera estar cebándome
injustamente con este personaje tan elogiado en determinados círculos de la
intelectualidad, les remito a la prueba
de Don Limpio, para que puedan seguir comprobando con sus propios ojos como “el
algodón no engaña”.
Resulta, que para protegerme del desaprensivo
abusador de “El copia y pega”, de vez en cuando introduzco ligeras imprecisiones,
que me sirven para detectar y capturar al
copión. Y este pez, como no podía ser de otra manera, mordió fácilmente el
anzuelo:
“El 15 de agosto, un acto de inauguración del
monumento a Bernabé Soriano congregó a una multitud de 2.000 personas, que
convirtieron la cita en un acto reivindicativo en el que exigieron al alcalde
de Jaén, el señor Prado y Palacio, que intercediera a favor de los Nereos”
(copiado textual del riguroso y laborioso trabajo de investigación histórica
del Sr. Vallejo)
El señor José del Prado y Palacio, destacada figura
del partido conservador en la provincia de Jaén, fue alcalde de la capital,
pero durante su juventud política (1891-1892). A partir de 1899, su carrera
política se proyecta considerablemente al resultar elegido diputado por la
circunscripción electoral de Jaén capital, cargo en el que permanece de
manera ininterrumpida hasta 1914. En las elecciones celebradas ese mismo es
encasillado por la circunscripción de
Lugo, resultando nuevamente elegido como diputado, en cuyo desempeño permanece hasta
principios de 1915, teniendo que renunciar al escaño al ser designado por el Rey como senador vitalicio. El año
1915 lo terminará al frente de la Alcaldía de la capital de España.
El Sr. del Prado y Palacio asistió
a la inauguración de la estatua erigida en honor del sabio médico y filántropo
Bernabé Soriano, como promotor del monumento y envestido de la condición de
senador del reino. Fue precisamente él quien al final del acto propuso, en medio de grandes aplausos, que en nombre
del pueblo allí congregado se le dirigiera un telegrama al rey pidiéndole, como
recuerdo al médico que tantas vidas salvó, que indultase a los reos de Porcuna.
Quien
realmente portaba la vara municipal entre sus manos durante aquel acto, y que
acompañó en los discursos al Sr. del Prado y Palacio, fue don Alfonso Monje Avellaneda.
Todavía, si el articulista hubiese citado aquellas fuentes de las que
realmente se ha servido para elaborar su artículo, el martinete de “mentiroso
de postín”, automáticamente hubiera recaído sobre la reputación de un servidor,
ensuciando y enturbiando mi ya de por si maltrecha fama de mal contador de
historias.
Otra
mentirijilla, que clama al cielo, es la presunta adscripción anarcosindicalista
que se le atribuye a la sociedad obrera Paz y Libertad, inspirada desde sus orígenes
en los principios del socialismo. Como resulta que dispongo de algunas
informaciones sobre la crisis que atraviesa el obrerismo y socialismo en
Porcuna durante el periodo historiado, casi mejor aparcar esas apostillas para otro momento.
digan digan y panes a mi barriga
ResponderEliminarNo puede usted imaginarse cuanto me desazono al leer desvergüenzas, como, por ejemplo, que fulano es un pancista, voz que caracteriza a la perfección a aquellos que tratan de llenar la panza a costa ajena.
EliminarHombre de Dios ¿No reflexiona que ese lenguaje es más propio de verduleras que de literatos? ¿Sacaremos los lectores algún fruto de estos improperios? ¿Nos instruiremos por ventura con saber que fulano llena el estómago de pan, jamón o acelgas?
y luego dirán que los libros son cultura -algunos NO-
ResponderEliminarEste mismo autor tiene anunciada una nueva incursión en la Historia de la localidad, que saldrá al mercado en breve con el título:"Breve Guía de la Historia de Porcuna".
ResponderEliminarGPT
habrá que poner en cuarentena lo de la Historia
ResponderEliminarDe momento no me pronuncio. Quiero hacer constar que las prefiero Telefunken.
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