En el mes de enero del año 1936 actuó en el
Teatro Cervantes de Castro del Río (Córdoba) la maravillosa, original,
sensacional y notabilísima Gran Troupe Imperial de China, dirigida
por Shong
See Hee, aunque bastante
evolucionada con respecto a aquella que en 1915 recalara por primera vez en
España, después de muchos años de éxito en los principales teatros de Francia, Inglaterra,
Alemania y América.
Ante
la buena acogida que le premió el publico español la compañía terminaría
visitando en reiteradas ocasiones nuestro país.
Originalmente fue un atractivo espectáculo de
acróbatas, malabaristas y contorsionistas, mejorado con peligrosos y asombrosos números de fuego y
cuchillos. Sobresalía por su espectacular puesta en escena, a base de decorados multicolores de sedas orientales bordados en oro y un lujoso vestuario rematado en la testa con
diademas de perlas y pedrería.
En una de
aquellas primeras giras (1917), la esposa del jefe de la troupe, una chinita menuda
llamada Shongg-Zing, dio a luz en Sueca (Valencia) una niña a quien su familia
bautizó con el nombre de Jua-Land.
Es la que
aparece a la izquierda de la imagen, ya incorporada al espectáculo con tan sólo
cinco años, y que también mostramos sentada a
continuación.
Al cumplir
los 10 años murió la madre. Entonces Shong See Hee, que había reunido
suficiente dinero como para retirarse a descansar en cualquier punto del
planeta, optó por disolver momentáneamente su troupe e instalarse plácidamente con
su familia en un Hotel situado junto al Turia en Valencia.
A
partir de entonces el padre se centró en preparar y proyectar artísticamente a la
jovencita Jua-Land, por lo visto, especialmente dotada para desenvolverse con
soltura en el difícil mundo del espectáculo. Tomó clases de canto, baile y
declamación. En 1928 por cuestiones de papeleo sería acristianada y rebautizada
como Pilar.
La
llegada del cine sonoro en la década de los treinta revolucionó el mundillo artístico,
que de repente empezó a sentirse atraído por él. La joven Pilar Shong
saldría de España y durante algún tiempo trabajó en los estudios de la U.F.A.
en Berlín, llegando a intervenir en varias películas al lado de Emil Jannings.
No terminó de fructificar aquel arranque cinematográfico y no tardó mucho en regresar
a Valencia al lado de los suyos. Sus sueños pasaban por llegar a Hollywood y
consagrarse como gran actriz.
Mientras llegaba
la ansiada oportunidad, su padre optó por rescatar su mítica Troupe China con
Pilar como número fuerte del espectáculo, introduciendo innovaciones más al
gusto de los nuevos tiempos.
Con
esta nueva fórmula es con la que se presentaría ante el público castreño en el
mes de enero de aquel aciago año de 1936:
“Con
un lleno rebosante se ha celebrado en el Teatro Cervantes de esta localidad,
durante los días 25 y 26 del corriente, la exhibición del espectáculo de bailes,
malabarismo y acrobacias de la Troupe China
See-Hee. Los números todos de esta formidable compañía constituyen una
atracción nunca presenciada en el pueblo de Castro del Río, y así se explica la
numerosa concurrencia que dichos días llenó por completo las localidades del
teatro”.
Estas letras
pertenecen a la crónica remitida al diario La Voz de Córdoba por el
corresponsal en la plaza: el agente comercial Francisco Rojano Jiménez,
me consta que muy dado al baile y a veladas artísticas, gastronómicas y
festivas entre amigos.
El resto, que trascribimos a continuación, vienen a ser un reflejo a la
admiración generalizada (lo nunca visto) que debió despertar aquella
chinita rebautizada como Pilar entre los aproximadamente 3000 castreños y
castreñas que tuvieron la posibilidad de asistir a alguna de las funciones
dobles programadas:
“La señorita Pilar Shong,
es una hija del celeste imperio, que a pesar de la distancia que media entre el
continente asiático y la diversidad de costumbres y genio, domina
admiráblemente el arte típico andaluz y más bien parece nacida en un típico
barrio de Andalucía que en las lejanas latitudes de las que ha llegado. Aparte
de la personalidad, que indudablemente tiene como bailarina, es una excelente
acróbata, como lo demuestra en los peligrosísimos ejercicios de contorsión que
realiza, donde parece que destruya hasta las leyes del equilibrio; se trata
además de una chinita guapísima y de cuerpo contorneado y armonioso de líneas,
que hace de su persona una figura atrayente y simpática; logró con su arte y
con su gracia cautivar al selecto público que durante las dos noches llenó la
sala”.
“El
resto de la troupe también se distinguió con trabajos de peligrosa precisión y en
la realización de juegos malabares de gran vistosidad e indiscutible mérito”.
Para que el espectáculo ganara en atractivo y
variedad, este pionero del teatro chino incorporó a la compañía un caricato y
diferentes números de baile.
Como encargado de excitar la risa del público asistente,
venía un joven humorista ecijano llamado
José Fuentes “Camilín” (el ganso del siglo XX), ya conocido por el público castreño pues durante un
par de años formó compañía y realizó varias tournée por Andalucía, al lado de la
cancionista Blanca Azucena y su Botones,
a cuyo elenco se sumó un Botoncitos (una escala de lindas mujeres más o menos abotonadas):
1948:
Camilín cabeza de cartel junto al genial Ignacio Villa (Bola de Nieve)
“Conocíamos
por otras actuaciones la fina gracia del caricato y parodista Camilín, que con esta
nueva compañía parece que se ha superado, teniendo en constante hilaridad a la
concurrencia; su labor fue premiada con grandes aplausos. Igual
éxito obtuvo el bailarín negro americano M.Ginamax, siendo muy aplaudido en los distintos bailes, que efectuó con una soltura y ligereza
que sólo puede encontrarse entre los de su raza".
En el
anuncio del espectáculo, que a renglón seguido se presentaba en el Teatro Duque
de Rivas de la capital cordobesa, incluye otros números que posiblemente nuestro
corresponsal omite por cansancio de pluma o por las típicas limitaciones de
espacio que imponía el periódico.
Por las fechas en que estamos, me aprovecho
del rastro dejado por Shong See Hee para despedirme y que sea él quien les desee lo mejor para el año entrante:
Paco Rojano,
que tuvo que ser un hombre de espíritu jocoso y jovial, llevó la corresponsalía
de La
Voz durante un par de años. Gustaba de rematar sus crónicas con
unas particulares “Notas de Sociedad” de publicidad encubierta, de las que se
servía para promocionar los productos, principalmente alimentarios, dispensados
en su casa (José del Río nº 11). Suponemos que sería una manera de resarcirse económicamente de las horas de dedicación a sus labores periodísticas. Además de que éstas le permitían entrar gratis al teatro.
La crónica
de la que nos hemos servido la remata de tan guisa:
Y
ya, para remate definitivo del tomate, tomen lo que más les apetezca de su selecta carta comercial (los abonos y nitratos para después de la recolección) y brindemos por el nuevo año, para que se parezca lo
menos posible al que dejamos atrás y que no se aproxime en lo más mínimo a
aquel de 1936, en que la Gran Troupe de See Hee actuara en la villa cordobesa de
Castro del Río.
Un servidor, como ya está cenado, con una galleta del estuche La Polar fabricado por la Casa J. Reverter y Cia. que Francisco Rojano llevaba en exclusiva, se conforma.
Un servidor, como ya está cenado, con una galleta del estuche La Polar fabricado por la Casa J. Reverter y Cia. que Francisco Rojano llevaba en exclusiva, se conforma.
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