Espacio abierto dedicado al estudio de las historias locales de los municipios de Castro del Río (Córdoba), Porcuna (Jaén) y Motril (Granada), así como sus adyacentes. Recomiendo la utilización del apartado de comentarios para aportaciones, consideraciones, críticas o rectificaciones. De igual manera, está disponible para quienes deseen colaborar con la publicación de artículos o aportando documentos, sobre cualquier tema de carácter histórico relacionado con dichas poblaciones.

04 julio 2011

Blas Cabello y Chocero "lotero".



   Este peculiar personaje cordobés de principios del siglo XX, encaja a la perfección en esa categoría humana de “diferentes, raros y curiosos” (de quienes rompen molde), por la que siempre he sentido una especial seducción. Mi curiosidad me ha empujado a seguir indagando sobre él, y los resultados, una vez más, siguen siendo sorprendentes.
   Fue el Repórter X, quien nos lo descubre en sus artículos y entrevistas realizadas para La Voz, ya proclamada la dictadura de Primo de Rivera, quien socarronamente le colocara aquel remoquete de “concejal de cuarto de hora”, y nos diera a conocer alguna de sus otras muchas facetas, como la de “mago de la pelota” o la de lotero, de la que nos ocupamos ahora.
   No es que se dedicara exactamente a la venta de lotería, a la que probablemente fuese un gran aficionado, y hasta es posible, que trapicheara con ella como medio complementario de sustento, sino más bien, a la suerte de haber sido agraciado en varias ocasiones con premios importantes en sorteos de la Lotería Nacional.



   La primera vez que salta su nombre a las páginas de la prensa cordobesa fue en septiembre del año 1902. Un billete del  premio gordo del sorteo ordinario de la Lotería es vendido íntegro en Córdoba. El ya por entonces novicio callista, Blas Cabello y Chocero, compartía un décimo del 1.955 con su padre, a la sazón betunero de la fonda “Las Cuatro Naciones”. Este premio eximiría a su progenitor, en su vejez, del perpetuo arrastre por los suelos y a él le permitiría hacerse de la infraestructura suficiente para intentar abrirse paso en su nueva profesión (antes había ejercido la de zapatero).



   Al año siguiente, un grupo de aficionados a la lotería, entre ellos nuestro Blas Cabello, asiduos concurrentes de una taberna ubicada en el Portillo, decidieron constituir una peña de ocho integrantes, con vistas de jugar a escote un décimo cada semana, con tan buena estrella que en el sorteo con el que debutaban atraparon el segundo premio.
  Mejor fue la suerte de los hermanos Fernando y Carlos Quero Goldoni (hijos del ingeniero porcunense, Jefe de Obras Públicas y destacado miembro de la Masonería en la Córdoba de finales del XIX, don Damián Quero Díaz) que ingresaron conjuntamente 40.000 pesetas del ala, correspondientes a los cuatro décimos que jugaban, adquiridos en una administración de la calle Espartería.
   No sabemos exactamente el destino que Don Blas le diera a esos premios, pero, como podremos comprobar en una futura entrada a desarrollar, parece ser que le sirvieron fundamentalmente para instruirse.
   Próximamente:
   “Blas Cabello anarquista, republicano, periodista, taurino, taurófilo y poeta”.

  Por lo pronto, su fama de lotero y la celebridad alcanzada entre la redacción del diario gráfico La Voz durante los años veinte (de la que llegó a formar parte) le sirvió para convertirse  en víctima obligada de la típica inocentada que infiltraba la prensa el día 28 de diciembre. Una vez más, el Repórter X  se luce con ésta rocambolesca historia de loterías, suerte, destino y cordobesismo ; mucho, muchísimo cordobesismo de taberna, café y barbería :


Una información sensacional

Varios vigésimos del segundo premio de Navidad están en Córdoba
                                 
 El 33.006 en la barbería de Domingo Fernández
y en la Cervecería Ramírez

¡Ay Blas que no te has equivocao!



   Recordará el lector que el segundo premio de la Lotería de Navidad consistente en la bonita suma de diez millones de pesetas – ¡seis mercancías completos! – correspondió en gran parte a la ciudad de Huesca, pero nadie en dicha población conocía al poseedor o poseedores del 33.006. Se afirmaba que varios vigésimos los había adquirido un señor forastero, bajito, con lentes, que se hospedaba en el Principal Hotel de la histórica ciudad aragonesa.

   Un millón entero fue a parar a las manos de los celosos funcionarios del Gobierno civil de aquella ciudad. Otros vigésimos fueron a Alicante, resultando agraciado el comerciante de Callosa de Segura don José Mora que jugaba dos vigésimos.
   En la sucursal del Banco de España en Pontevedra fueron depositados varios vigésimos expedidos en Cuenca a don Constante Lorenzo Iglesias, natural y vecino de Estrada, que lleva cincuenta pesetas de participación, habiendo repartido el resto entre amigos suyos de aquel pueblo.
   Lo que quedaba del segundo no se sabía donde estaba.la casualidad ha querido proporcionarnos la satisfacción de averiguar quiénes son los poseedores de los vigésimos del 33.006. En Córdoba están. Ha cabido, por tanto, a nuestra ciudad la suerte de ser una de las agraciadas en el último sorteo.
   El dueño de la barbería establecida en la calle Gondomar, Domingo Fernández, encargó en 
Madrid un décimo con el fin de repartirlo entre los parroquianos.




   A uno de estos -  don Blas Cabello Chocero,  nuestro querido amigo – no le satisfizo el número enviado de la corte. Como tenía necesidad de marchar antes de 22 a Madrid de paso para Huesca, donde tiene unos parientes, no quiso tomar participación del número de Domingo Fernández, pensando en adquirir un billete completo en aquella ciudad.

   Las premuras del viaje y el detenerse poco tiempo en Madrid, hizo que a don Blas se le olvidase comprar el billete, y a su llegada a Huesca sus parientes le ofrecieron parte del 33.006, que estos llevaban.
   El señor Cabello aceptó quince pesetas, y como le gustase el número pidió más participación. Don Blas indagó, quiso comprar más décimos que no encontraba por parte alguna. Entonces ofreció a un betunero del casino principal una gratificación esplendida, y después de recorrer todas las administraciones dio con seis vigésimos del que más tarde iba a constituir su felicidad.
   El señor Cabello Chocero llegó a Córdoba el día 20. Don Blas dijo en la barbería que traía el gordo. Domingo Fernández y los oficiales se reían.
   ¿El gordo? ¿Y de Huesca? ¡Vamos hombre…!
   Don Blas que tenía una fe ciega en los vigésimos, insistía, pero sin enseñar el número: ¡Señores que aquí está el más grande!
   Uno de los barberos, Emilio Aguilar, picó con una participación de a peseta. También llevó una de dos reales y otra de cinco pesetas el portero y el conserje del Conservador, respectivamente; ambos parroquianos de la barbería.
   Llevan así mismo participaciones los siguientes amigos y también parroquianos del barbero:
   Don Pedro Barbudo Suarez Valera, diez pesetas; don Benito Grande Pacheco, cinco; don Juan Aroca, dos pesetas con cincuenta céntimos, y don José Villalba Martos, quince pesetas.
   Hubo personas a quienes don Blas ofreció participaciones y las rechazaron alegando que “Blas el callista era un tío de mala pata”. Entre estas figuran don José Riobóo Susbielas, a quien el señor Cabello le tenía reservadas cincuenta pesetas que no quiso aceptar.
  Al enterarse hoy de la suerte del 33.006, don José recibió una impresión enorme.

   Don Blas Cabello ha repartido también varias fracciones entre algunos parroquianos de la Cervecería Ramírez, a donde acostumbra ir por las noches a tomar café.
   Los agraciados son los siguientes:
   Don Manuel Tienda Argote, que juega medio vigésimo. Le han correspondido por tanto, la bonita cantidad de doscientas cincuenta mil pesetas.
   ¿Qué va usted a hacer con tanto billete don Manuel?
   El capitán de infantería don Manuel Sagrado Marchena, juega cinco duros. Igual suma los señores don Ángel Avilés Marín y don Julián Altamirano Díaz.
   También llevan varias participaciones de a peseta, el cocinero y el pinche del café.
   Don Adolfo de Torres Márquez, abogado de este colegio y funcionario municipal, lleva un vigésimo completo. Por tanto es poseedor de la friolera de quinientas mil pesetas.
   Es tal la impresión que ha recibido dicho señor,  que está en cama desde que conoció la noticia.
   Otro impresionado ha sido el popular empresario Antonio Ramírez de Aguilera, que le han tocado ochenta mil duros. Ha tomado el tren y se ignora su paradero.
   Por último, don Blas Cabello se quedó con un vigésimo. Ha jurado que en su vida hablará  de fútbol y extirpará callos. También piensa no intervenir más como concejal de cuarto de hora en las 
sesiones del Ayuntamiento.


   El cariz de verosimilitud que pudiera tener para el inocente lector que se acercara a la lectura de la noticia, sin conocimiento previo de  sus protagonistas,  lo pierde definitivamente en su párrafo final. 
En él, el redactor riza el rizo con un final de historia tan anómalo, atípico e inusual, como absurdo:



   No satisfecho el equipo de redacción con la inocentada de la que es protagonista el célebre callista don Blas, la tercera página (3 de 4) del día 28 de diciembre de 1923, se la dedica casi en pleno a nuevos disparates y humoradas.  A un compañero  lo pasan por el altar, casándolo con una viuda (“los nuevos esposos han marchado a Almendralejo, donde la familia de la ya esposa, posee una magnífica finca denominada “Mama Lola”, en la que pasaran los primeros días de la luna de miel, que deseamos que sea tan triunfal como imperecedera”); al Doctor Vicente Martín Romera le cierran la suscripción abierta a su nombre para costear las insignias de la Gran Cruz de Beneficencia concedida por el Gobierno, en la que aparece Blas Cabello con una generosa aportación de 150 pesetas. A bastantes de los personajes de la Córdoba de aquellos años les coge la sátira de lleno en esta página. Eran esos primeros meses de la dictadura regeneracionista de Primo de Rivera, en la que  aún se respiraba ciertos aires de libertad.

   El propio Repórter X (don José del Castillo Plasencia – Chateau ?) se reserva su espacio al lado de 
su íntimo e inseparable amigo Blas:



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