Plancha de la Respetable Logia nº 80 García Vao de Castro del Río
Gran Oriente Español
(1887-1893)
Cuando abordé en su día, el estudio sobre la Masonería en Castro del Río (incluido en este blog), intenté con los medios a mi alcance averiguar el porque de esa denominación. Consulté varias enciclopedias, anuarios, bibliografías, libros, aquella red de 1995 cuyo contenido de información no llegaría al 0,1 % del actual, y terminé rindiéndome ante la imposibilidad de averiguar quien era el susodicho García Vao, que además algunos masones utilizaban como nombre simbólico.
Quince años después, ante un diabólico aparato al que abreviadamente laman PC (personal computer & internet), con un ratón en la mano derecha y una barrita mágica, averiguo que el enigmático García Vao, se llamaba Antonio Rodríguez García-Vao nacido en 1862 en Manzanares (Ciudad Real) y fallecido prematuramente apuñalado por un sicario en Madrid en Diciembre del año 1886. De familia muy pobre, con ayuda de unos parientes pudo cursar en Madrid las carreras de Filosofía y Letras, y Derecho. Allegado al librepensamiento anticlerical, republicano y demócrata, se dedicó a la abogacía, la enseñanza y el periodismo y colaboró en El Criterio Científico, La Ilustración Española, El Globo, La Saeta, El Librecambista y El Comercio Ibérico y fue redactor de Las Dominicales del Libre Pensamiento.
Sus restos mortales yacen en el Cementerio Civil de Madrid: “Nada más entrar, a la izquierda, frente a la sencilla lápida de Pasionaria, está el enorme mausoleo de Antonio Rodríguez García-Vao, un vehemente muchacho que vivió muy deprisa (abogado, periodista, poeta, dramaturgo) y que, a los 24 años, fue apuñalado en la calle. Impresiona el enorme obelisco que se alza sobre su retrato”.
En su nº 412 (año VIII) de 13 de septiembre de 1890 aparecen 15,50 pesetas remitidas por masones, republicanos y librepensadores de Castro del Río (Córdoba):
¡ Ojo ¡ No confundir a José López Pinillos “Viriato” (1860-1919), con su homónimo y coetáneo José López Pinillos “Parmeno” escritor y periodista, a quién Diego L. Urbano atribuye un origen castreño en su blog. Este otro era alfarero, republicano y masón. Y ya nos ocuparemos de él en otro momento.
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