Espacio abierto dedicado al estudio de las historias locales de los municipios de Castro del Río (Córdoba), Porcuna (Jaén) y Motril (Granada), así como sus adyacentes. Recomiendo la utilización del apartado de comentarios para aportaciones, consideraciones, críticas o rectificaciones. De igual manera, está disponible para quienes deseen colaborar con la publicación de artículos o aportando documentos, sobre cualquier tema de carácter histórico relacionado con dichas poblaciones.

17 mayo 2012

SANTEROS VINATEROS



El santero de Alharilla
de beber agua enfermó
y su mujer le decía:
¡Bebe vino y agua no!

     Este famoso dicho acuífero-vinatero, del que es protagonista el matrimonio de santeros que históricamente han vivido, cuidado y custodiado este santuario mariano ubicado en la localidad jiennense de Porcuna, no es exclusivo de ésta, sino que, con ligeras variantes, está presente en el cancionero popular de tradición oral de otras muchas localidades, asociado siempre a advocaciones religiosas:

El santero de La Yedra
de beber agua enfermó,
y le decía su madre:
Bebe vino, agua no.

    Procede de una página oficial de la Junta de Andalucía en la que se recogen dichos, proverbios y refranes populares de nuestra comunidad autónoma relacionados con el agua, pero sin ubicarlo espacialmente. Ermitas dedicadas a la Virgen de la Yedra existen en Jerez de la Frontera (Cádiz) y Constantina (Sevilla), y otra al Santo Cristo de la Yedra, en la pedanía de la ciudad de Baeza que lleva ese mismo nombre.


    También nos consta su uso relacionado con la ermita de Belén, ubicada a las afueras del pueblo de Cabeza del Buey (Badajoz):

El santero de Belén
de beber agua enfermó
y el santero se decía:
Bebe vino y agua no.

    Tiene una segunda versión, algo más irreverente, en la que la recomendación parte de la mismísima Santísima Virgen.

 
     El municipio serrano de Cantalojas (Guadalajara) conserva unos “Cantares de rondas” en los que aparece al perrillo de San Roque como testigo en favor de las bonanzas del vino:

El perrillo de San Roque
por beber agua enfermó,
por eso los de este pueblo
beben vino y agua no.

Y ahora si que va, que va,
y ahora si que va de veras,
y ahora si que va que va
como la trilla en las eras.

    Una última referencia, sin localizar geográficamente, viene a aclararnos esa histórica y jocosa aversión popular por el líquido elemento:

Porque un sacristán de monjas
de beber agua enfermó,
y las monjitas decían:
Bebe vino y agua no,
que el vino da la salud
y el agua da opilación.

    Más que la opilación (acumulación de líquido), esa mala fama histórica que se le atribuye al agua obedece al miedo extendido entre la población a las enfermedades gastrointestinales, fiebres tifoideas y, sobre todo, al contagio por la terrible enfermedad del cólera morbo asiático. Los pozos y manantiales poco higienizados, especialmente durante el verano o en periodos de prolongada sequía, podían convertirse en peligrosos focos de contagio. De ahí la alternativa del vino como saludable medicina preventiva.


 
    De la última gran epidemia de cólera que afectara a la región andaluza, la del año 1885, Porcuna pudo medio librarse por el especial celo preventivo puesto en práctica por las autoridades locales:

   “En Porcuna, la autoridad local lleva a tal grado su severidad en la cuestión de acordonamientos y lazaretos, que exige a todos los vecinos de entre 15 y 70 años que presten guardias de 12 horas”.

(La República 12 de agosto de 1885)

   Manuel Heredia Espinosa, en su Historia de Porcuna, retrotrae, por error, la epidemia al año 1884, y cita la habilitación de un Hospital de infectados en la Ermita de San Marcos y un lazareto (no de leprosos) en la Santería de Alharilla. En aquella crisis sanitaria los lazaretos eran puntos de retención, establecidos por las autoridades en los accesos de las localidades amenazadas, en los que se sometía a desinfección y fumigación a viajeros y equipajes procedentes de zonas afectadas, y también a aquellos que, viniendo de puntos sanos, no eran capaces de acreditarlo mediante los oportunos certificados.

Portada Barroca de acceso al patio del Santuario de Alharilla (obulco.org)

     La conversión de la Santería de Alharilla (patio de la ermita y edificaciones aledañas) en uno de estos establecimientos, y el contacto forzoso de su santero con potenciales contagiados se convertiría en un motivo de peso añadido para que siguiera sustituyendo el agua por el vino.


    “Los mayores contribuyentes y algunos comerciantes de Porcuna (Jaén) han sufragado de su bolsillo una carretada de arrobas de vino llevadas ex profeso desde la ciudad de Montilla, para que sus sufridos ciudadanos, integrados en patrióticos cordones sanitarios, pudiesen sobrellevar la vigilancia de la mejor manera posible y evitar de camino posibles deshidrataciones, al verse expuestos durante largas horas a las rigurosas temperaturas propias del estío (el agua no vale, que tiene bichos)”.

          (Semanario satírico “La Arroba Montillana” 15 de agosto de 1885)


     Sin salirme de ese binomio agua-vino, establecido desde un principio, mostraremos una fotografía histórica tomada precisamente en la ciudad de Montilla (Córdoba) en el año 1958:

MONTILLA, EL AGUA ES MÁS CARA QUE EL VINO

    En Montilla, famosa ciudad, por sus finos vinos, el agua está resultando más cara que los caldos de las cepas, ya que la escasez de agua potable constituye un grave problema. Si bien ésta no ha sido la causa o motivo de la foto, ya que por este cántaro que se ofrece a la vista del lector se ha pagado la cifra de mil cuatrocientas cincuenta pesetas en subasta celebrada a beneficio de la campaña de Navidad. Don Manuel Salas Cuesta recibe el cántaro con agua después de entregar la citada cantidad.



 

12 mayo 2012

Un caso de Mudez Extraordinaria (por Bartolomé José Gallardo)


     Los aproximadamente cuatro años (1827-1831) que Bartolomé José Gallardo pasó desterrado en la villa cordobesa de Castro del Río no terminaron de afectar del todo a su habitual intensidad investigadora y literaria. Su debilidad por la letra impresa pudo satisfacerla, a medias, con los fondos de la librería del Convento del Carmen con cuyos moradores trabó amistad hasta el punto de ser considerado casi un miembro más de aquella comunidad de frailes de la que era vecino.
     Para superar el aislamiento, poder acceder a otros libros de los que eran de su curiosidad y dar salida a sus escritos, se sirvió de la profusa correspondencia mantenida con amigos de las letras diseminados por diferentes lugares de la geografía nacional. Para evitar que sus cartas y pedidos fueran interceptados por los absolutistas, que lo tenían sometido a un estrecho marcaje, contó con la colaboración de algunos castreños que supieron favorecerle en la medida de sus posibilidades.
    Sobre el especial trato que le dispensaron las fuerzas realistas comandadas por Lorenzo A. Calderón y Espada ya nos hemos detenido en anteriores ocasiones, aunque su correspondencia no deja de depararnos sorpresas sobre su particular ironía al respecto: 

    “Fui tataradesterrado a esta insigne villa de Castro del Río. Desde aqí al zielo; a donde cuando de aqí salga, me podré ir vestido y calzado, seguro de no tener que purgar…
    Suponiendo a V. ya instruido por pública voz i fama de los que en aquel punto crudo me asaltaron allí, i de lo que aqí he pasado (e ancor si muove); i por no desmentir a renglón seguido con mi dicho mi hecho, no se los cuento aqi todos ze por be.
    Así en vez de andar-me en oziosos jemidicos y lloramicos será mejor hablar de nuestras dulces Camenas”.

                   Castro del Río: 28 de septiembre de 1828

Cartas inéditas de don Bartolomé José Gallardo a don Manuel Torriglia (1824-1833) 


    Una de las personas que le prestaron ayuda fue don José García Criado, administrador de la estafeta de correos de Castro del Río (Plaza Real nº 2) encargado de recibir y dar salida a sus fajas de correo ordinario. También constan cartas recibidas a nombre de Pedro Ruiz Bujalanze (posiblemente su casero).
     Para envíos y recepciones más voluminosas (paquetes) contó con la colaboración de una serie de comerciantes locales, que comulgaban con las ideas liberales, que pusieron a su disposición su red de cosarios y arrieros para traer y llevar.

El arriero (Semanario Pintoresco Español)
 
    Es el caso del banquero y comerciante Antonio del Río García, a quien Gallardo  supo corresponder sus favores mediando en una estafa perpetrada por un joven liberal malagueño desterrado en Castro del Río durante unos meses:

    Habían mandado acá desterrado a un niño de Málaga llamado don Miguel Morales. Este tal don Miguel, que haze bueno al diablo qe su santo tiene a los pies, en unos tres meses que ha errado en este valle de lágrimas, ha desplegado una tan picaña travesura, que mal año para Lazarillo, Guzmán, Jil- Blas i todos los más pintados héroes de la picaresca, incluso el famoso Cordobés P. de Urdemalas.
     De sus travesuras se podía sacar historia, y de sus trapezeos i embelecos un libro tamaño como el Flos-sanctorum. En ese poco tiempo se ha dado maña para emparentar aquí con casi todo el lugar, y siempre con rasgos a la heroica. De hazañas suyas se podrían contar a porrillo. Pero no quiero contar a V. sino una que a mi me tañe a toca teja.
    Uno de los incautos a quienes ha prometido oros y moros es un don Antonio del Río, del comercio de esta plaza, el cual sin más qe algún conocimiento de oídas de un hermano de tal, le ha adelantado en vezes sobre unos mil reales. Hubo de apuntar el don Miguel a pagarle la buena obra con una letra de tres mil contra dicho hermano, para Río se reintegrase de los mrs. qe le tenía adelantados, i retuviese el resto para írsele suministrando. En efecto se jira la letra que es protestada.

 
    Viéndose así  chasqeado Río trata de demandarle en Justizia. Atravieso-me yo y consigo parar-le el golpe: me aboco al punto con el Morales, me da su palabra de honor de pagar sin dar lugar al escándalo qe amenazaba, i por fin al día adiado qedamos en qe ayer mañana de su mano a la mía me entregaría los dichos reales, yo le entregaría su rezibo, y pelitos a la mar. Más para servir a V. la noche de antes las afufó como el Barón de Illescas.
     La Pol. le busca, y no será mucho qe le encuentre porque a él no es difícil encontrar-le las guaridas: pero (¡la Magdalena le guie!) yo lo qe qisiera es qe Rio encontrase sus tantos de pico, aunqe el don Miguel de feliz recordación no le encuentre en días de Dios la Po. ni la Pu… (¡tenga-me Dios de su mano!).
     Ayúdenos V. algo a esto.

    Despues de este curioso y necesario prolegómeno sobre su correspondencia epistolar entraremos en materia. Nos centraremos en unos artículos escritos por Gallardo en Castro del Río, que por las vías ya mencionadas, llegaron hasta las redacciones de varios periódicos donde fueron publicados.
    “Mudez extraordinaria”, remitido desde Castro del Río, fue publicado por entregas en el Diario Mercantil de Cádiz. La primera parte (sin firma) vio la luz en el nº 4.532 (29 de diciembre de 1828). También sin firma consiguió infiltrarla en la Gaceta de Madrid (nº 4 de 8 de enero de 1829) dirigida por un hombre de confianza del monarca Fernando VII, el periodista y juez conservador natural de Espejo (Córdoba), don Pedro de la Hoz (sobrino del superintendente de policía). Advertido éste, del nombre de su autor y procedencia, la segunda parte no sería publicada. Si finalmente en el Diario Mercantil de Cádiz, aunque casi un año después que la primera, acompañado de una discreta firma con sus iniciales (B.J.G) al final.


    En estos artículos, que carecen de la componenda irónica o crítica habitual en su pluma, informa sobre un caso de mudez extraordinaria de la que resulto afectada una vecina de Castro del Río y del que fue testigo presencial.


MUDEZ EXTRAORDINARIA
Artículo 1º

     Un fenómeno de filosofía médica muy singular ofrece actualmente la villa de Castro del Río a la contemplación de los más curiosos fisiólogos y terapeutas. Ana Rincón, joven de 20 años, uno y medio de matrimonio, del cual no ha llegado a colmar fruto, malogrados en ciernes dos; su temperamento sanguino; genio pronto y festivo. En la madrugada del 11 de Diciembre corriente, al romper a hablar a su esposo, se sintió trabada la lengua, libre y expedito el uso de los demás órganos.
     Muda así, llamaron al facultativo, el cual recetó luego una sangría; repitióse a las 4 de la tarde; y a poco después recobró la paciente el habla; pero le duró poco.
     Nueva mudez hasta cosa de la media noche que se le destrabó la lengua por otro breve rato.
     El viernes 12 a las 3 de la tarde volvió a recobrar la palabra, que tuvo expedita hasta que volvió a perderla hacía la misma hora que la recobró la noche anterior.
     Enmudece luego, y al cabo de dos horas recobra la voz, de cuyo beneficio ha disfrutado todo el sábado, en cuya tarde le ha hablado el que esto escribe.
     A las 5 de la mañana de hoy 14 ha vuelto a enmudecer, y continúa muda ahora que son las seis de la tarde.
     La paciente asegura no haber tenido ningún motivo de disgusto, ni placer extraordinario.

     (La parte final, donde hace gala de su habitual erudición bibliográfica, nos la saltamos, de momento, para no perder el hilo narrativo).

Artículo 2º

“Como de esas dicen nones,
que luego paran en pares”

    En este conceptuoso equívoco de uno de nuestros más agudos ingenios cómicos se cifra la explicación de la oyente-muda de Castro el Río, que anunciamos a fines del año próximo pasado. Nunca me prometí yo encontrar la causa en otra parte, que en lo más recóndito de los misterios del que es misterio de misterios en la ciencia de la salud y de la vida: la concepción. Con esa idea tiré desde luego varias indirectas, de que la paciente siempre se me hizo desentendida; y aunque a lo último la interrogué más a las derechas, ella siempre me dijo que no: mas
“Como ésas dijeron nones…”

    El tiempo, gran descubridor de verdades, nos ha declarado ya del sí y del no de este caso, la muda ya no lo está; esta si (¡Dios loado!) en lo que honestamente llamamos meses mayores.
    En las ocasiones varias que yo hablé a los menores, ya muda, ya parlante (que a fe que tiene muy lindo pico) procuré informarme hasta de las circunstancias más menudas de su mudez; y entre ellas se me hicieron más de notar las siguientes.
    Muda, tenía enverada la lengua, pero libre y expedito el sentido para la distinción de los sabores. Esta circunstancia no envuelve, a mí entender, gran misterio: los finos Anatomistas distinguen entre nervios de la lengua, unos destinados al sentido, y otros al mero movimiento. Este último misterio parece desempeña el nervio que llaman hipo-gloso; y el del gusto, según doctrina corriente en buena Fisiología, el nervio maxilar bajero.
   Es también de notar que la paciente, aunque podía menear la lengua, de entre los inextricables movimientos que encierra el mecanismo primoroso de este órgano, estaba embargada de algunos: pues pudiendo sacar y aguzar la lengua, nunca pudo levantarla. De aquí sin duda la mudez, por impedimento de algunas del cadejo del de fibras del músculo estilo-gloso y de un nervio correspondiente. (Sobre ello discurran los Fisiólogos: yo no paso de mero aficionado).


    El caso curioso de la muda de Castro del Río, muy bien escrito y argumentado, es un mero pretexto utilizado por Gallardo para entrar en materia de su especialidad: el libro raro y curioso.
    Tanto en la primera parte del artículo, y profusamente en la segunda, se ocupa de la historia del arte de enseñar a hablar a los sordomudos, según él invención genuinamente española, encontrando en la  tradición literaria ejemplos cercanos:

    “Es cosa digna de atención el amago de mudez que hay en este pueblo y algunos de su circunferencia. En Montilla hubo en su tiempo un mudo ilustre, no sólo por su cuna, sino por ser uno de los primeros que aprendió a hablar por arte”.


     Cita la obra de Ramírez Carrión, maestro de Alonso Fernández de Córdoba “El Mudo” (V Marqués de Priego), aquel que cuando era chiquito fue traído expresamente desde Montilla hasta Castro del Río por la marquesa madre para que una beata carmelita moza obrara el milagro de curarle.
    Prosigue con un repaso por otros escritores que también se ocuparon del tema como Juan Pablo Bonet, autor de “Letras y Arte para enseñar a hablar a los mudos”, editado en Madrid en 1620, cuya portada mostramos en la cabecera, Fray Pedro Ponce de León o el Dr. Luzuriaga.
     Otros artículos de Bartolomé José Gallardo, relacionados con Castro del Río y su afición por la Arqueología y antigüedades, nos esperan en futuras entradas.


11 mayo 2012

La Marquesa de Squilache (Benefactora de la ciudad de Motril)


    María del Pilar de León y de Gregorio vino al mundo en Córdoba el 30 de diciembre de 1842. Sus padres fueron el Coronel de Caballería Carlos de León y Navarrete, caballero profeso de la Orden de Calatrava, maestrante de Granada y un largo etcétera de distinciones, y doña María del Pilar de Gregorio y Ayanz de Ureta.
     Sus primeros años de vida trascurrieron plácidamente en la ciudad de Granada, pasando posteriormente a residir a la isla de Cuba, hasta donde su padre, retirado del servicio activo por mutilaciones de guerra, fue destinado para desempeñar importantes cargos en la administración civil (Administrador General de Correos y ministro supernumerario del Tribunal de Cuentas de la colonia).
     En 1864 contraería matrimonio en La Habana (Cuba) con el teniente de navío Victoriano Díaz de Herrera y Serrano, hijo de un Tte.General de la Real Armada y comandante de aquel apostadero.
     Al quedar prematuramente viuda se casa con el periodista, político y escritor Antonio Mantilla de los Ríos y Burgos (1874). Como testigos y padrinos del nuevo enlace actuaron el General Serrano y señora, cuya amistad se remonta a su etapa de residencia en La Habana cuando éste ocupara la Capitanía General de Cuba (1859-1862). La esposa de Serrano tenía verdadera intimidad con Pilar, hasta el punto de considerarla y albergarla como de la familia.  
     Restaurada la monarquía, de la mano de su nuevo cónyuge, beneficiado por Alfonso XII con el título de Marqués de Villamantilla, pasará a ejercer como embajadora consorte de España en las legaciones diplomáticas de Washington y Constantinopla.
      Vuelve a enviudar y es a partir de entonces cuando su domicilio de la calle Barquillo de la capital de España, termina convirtiéndose en punto habitual de reunión de lo más granado de la aristocrática sociedad madrileña.
      Allí conocería al acaudalado diputado conservador malagueño Martín Larios y Larios, también viudo, con el que pasaría por el altar una tercera vez. Su boda, celebrada ante el Arzobispo de Madrid en noviembre de 1887, revistió caracteres de discreción, casi de secretismo, por las consecuencias económicas que el matrimonio podría tener sobre terceras personas.  De hecho, la madre y hermano de don Martín Larios iniciaron un pleito judicial para privarle de la capacidad legal y de la administración de sus bienes. La enajenación mental alegada por la familia en el litigio, desarrollado a lo largo de todo el año 1888, no sería finalmente considerada. La sentencia a favor quiso celebrarla el presunto enajenado adquiriendo el Palacio de Villahermosa en la Plaza de las Cortes: 


   “Aquella morada, alhajada con todos los refinamientos del lujo y todas las exquisiteces del buen gusto”, figuró como  una de las más notables de la sociedad de Madrid”

     El nuevo dueño del palacio pudo disfrutar por poco tiempo de sus lujosas dependencias, así como de la compañía de su nueva esposa, pues dejaba de existir en junio de 1889. La quinta parte del patrimonio del finado, valorado en 75 millones de reales (15), le correspondió como herencia a su viuda.
     Al fallecer Martín Larios, Pilar de León, ya entre las más elegantes, distinguidas y conocidas damas de la corte, honrada por S.M. con el título de Marquesa de Squilache, es cuando estrecha sus lazos con la ciudad granadina de Motril. Algunas de las propiedades que la sociedad Hijos de Martín Larios (dueña del ingenio azucarero de Nuestra Señora de la Cabeza) tenía en la comarca, debieron recaer sobre su persona, aunque sus vínculos con Motril arrancan de atrás. La hermosa fábrica de azúcar de Nuestra Señora del Pilar, inaugurada en 1883 y provista de todos los adelantos de la industria, fue bautizada así por expreso deseo de Doña Pilar de León, por entonces marquesa viuda de Villa- Mantilla, que participó en aquella primera sociedad al lado de Sres. Burgos, Domínguez y García.


     Para poder inspeccionar sobre el terreno sus intereses, pasará largas temporadas en una coqueta quinta que se acondicionó en la casa anexa a las propias instalaciones de la Fábrica del Pilar, que sometería a nuevas reformas y ampliaciones una vez que consigue hacerse con el total de su accionariado.

 Instalaciones fabriles y vivienda 
 
    El final de sus temporadas en Motril era acogido siempre con satisfacción en la corte, pues volvían a activarse las reuniones y saraos por ella organizados en los ostentosos salones de su palacio de Villa Hermosa, donde vivirá el resto de su vida rodeada de sirvientes, altas personalidades y dignidades de las que solían frecuentar su trato.
    En ninguna otra casa de Madrid se recibía tan asiduamente y con tanto esplendor como en el nº 4 de la Plaza de las Cortes:

    “La mesa siempre dispuesta para diez o doce cubiertos; sus salones siempre abiertos e iluminados espléndidamente, las porcelanas y los jarros de Bohemia rebosando de flores; las plantas de estufa formando esplendido dosel a la hermosura, y sobre todo, y por encima de todos estos atractivos, la conversación amena y chispeante de la señora de la casa”.

Partidas de bridge en el salón de confianza


     
    Su concepción cristiana y benéfica de la sociedad le resultaría de gran provecho para ir ganándose progresivamente la simpatía de los motrileños. Su generosidad y filantropía sería muy aireada y publicitada. Paternalistas y religiosos comportamientos para con las clases menesterosas más necesitadas, como en el que nos vamos a detener a continuación, contribuyen a consolidar ese adorno de bienhechora de los pobres del que se reviste:

La piedad de una dama

    La marquesa de Squilache acaba de ser objeto de una cariñosa ovación ganada con un rasgo de su corazón generoso.
    En uno de los días de la pasada primavera, durante su permanencia en Motril, salió la marquesa a dar un paseo en carruaje, llegando hasta Torrenueva, donde se encontró entre ansioso grupo de mujeres y de niños, que aguardaban la vuelta de los pescadores con incertidumbre del resultado de la pesca del día.
    Bien pronto se divisaron las barcas pescadoras y al poner los pies sobre la arena aquellos hombres de curtido rostro, se desarrollaron escenas que conmovieron el corazón de la marquesa.
    La pesca había sido escasa; el producto sería nulo.
    La dama echó mano a su portamonedas y repartió entre aquellas buenas gentes todo el dinero que llevaba, y cuando satisfecha de su buena acción se disponía a partir entre las aclamaciones de todos aquellos seres agradecidos, una palabra llamó la atención y la obligó a detenerse.
    -Misa, misa- gritaban las mujeres entre sollozos.
    Era que el pueblo carecía de iglesia y se veían privados de excitar actos religiosos, a menos de acudir a los más próximos.

 
    La marquesa de Squilache, conmovida por tan reiteradas súplicas, prometió al pueblo que el próximo día del Carmen se diría misa en una capilla construida a sus expensas.
    Ha cumplido su oferta el día del Carmen ante una preciosa imagen de la Virgen enviada desde Madrid, se dijo la primera misa en el  pueblo de Torrenueva.
     El Alcalde y el diputado del distrito, señor Jiménez Caballero, dirigieron a la marquesa de Squilache con este motivo telegramas de felicitación, haciéndose interpretes del entusiasmo y agradecimiento del pueblo.

(Heraldo de Madrid 18 de julio de 1897)

     Se le conocen otras muchas obras pías en Motril, como la escuela de párvulos fundada a su iniciativa en 1893: “doscientos niños tienen allí, no sólo educación, sino alimento que los mantiene rollizos y sanos”.
     Para sufragar iniciativas como esta se aprovecha de su fama y capacidad de convocatoria a nivel local:

    “Nos escriben de Motril diciéndonos que aquella industriosa población se ha animado mucho con la llegada de la marquesa de Squilache, que en unión de otras señoras de la localidad, prepara para los días de Pascua una gran rifa a beneficio de las escuelas de niños pobres. S.M. la reina ha enviado una hermosa copa de bronce repujado, estilo Renacimiento, para que figure en la rifa. La copa que es de media vara de alta, va encerrada en un elegante estuche de terciopelo.
    Hay otros muchos lotes preciosos, donativos de señoras de Madrid, Granada y Motril, que unidos a los que la marquesa costea, dan muchos alicientes a la caritativa rifa, que asegurará el pan para el próximo invierno a los infelices niños que asisten a las escuelas”.

(La Correspondencia de España 27 de marzo de 1895)

     La iglesia-capilla de la Virgen del Carmen de Torrenueva no fue costeada íntegramente a sus expensas, como se viene considerando, sino que fue sufragada mediante lo recaudado en una de sus famosas cuestaciones.
     Su generosidad se extiende, como es lógico, a la patrona de la ciudad. Son varios los mantos y enseres, lujosamente bordados, donados a Nuestra Señora de la Cabeza, que aún se conservan y lucen en sus desfiles procesionales.


    Su influencia y prestigio entre los notables que frecuentaban su casa sería requerida en más de una ocasión por alcaldes y diputados del distrito de Motril a efectos de partidas económicas y libramientos con los que ejecutar obras en beneficio de la comarca (Ej. Obras de saneamiento de los márgenes del Guadalfeo para evitar las frecuentes inundaciones de la vega de Motril).

     Para la campaña del año 1901, el tradicional tira y afloja entre fabricantes y cosecheros a la hora de fijar los precios de la caña, alcanza un alto grado de tensión e indignación entre éstos últimos. La caída de los precios y unas condiciones leoninas impuestas unilateralmente por los primeros, lesionan seriamente los intereses de labradores, medianos-pequeños propietarios y colonos, que veían disminuidas sus utilidades de una forma drástica. El malestar se extiende a la población jornalera, cuyos salarios también resultaban afectados. Los reproches van dirigidos principalmente contra la potente familia Larios, con diferentes instalaciones industriales diseminadas a lo largo del litoral mediterráneo, cuya gerencia establecía el precio base, al que se terminaban ajustando (y beneficiando) el resto de fabricantes. La tensión llega a tales extremos de violencia que en la noche del día 29 de marzo la fábrica de Nuestra Señora de la Cabeza en Motril, propiedad de la familia Larios, es incendiada deliberadamente (véase enlace) por una enfervorizada turba de exaltados.

Estado de una de las naves despues del incendio
 
    En los años siguientes el sector del azúcar se mantiene en crisis y la Fabrica del Pilar de la marquesa de Squilache, terminaría reportándole más quebraderos de cabeza que beneficios, hasta que en 1903 la traspasa a una recién constituida Sociedad General Azucarera.


    Desde entonces se desvincula definitivamente de la ciudad Motril centrándose en sus actividades cortesanas. Grande de España desde 1910, Dama de la Reina,  presidenta de la Junta de Damas de la Cruz Roja, vocal del Consejo Superior de Protección a la Infancia, presidenta honoraria del Circulo de Bellas Artes, fueron algunas de las distinciones que fue acumulando hasta su muerte acaecida en Madrid el 8 de mayo de 1915, a la edad de 73 años.