Dolores Jiménez Alcántara “Niña de la Puebla”
Conocía la versión libertaria de la letra de Los Campanilleros recogida de la tradición oral por José Luis Gutiérrez Molina en su biografía de José Sánchez Rosa (La tiza, la tinta y la palabra), pero no había escuchado jamás su interpretación.
Dentro del programa de las VI Jornadas de Dignificación y Recuperación de la Memoria Histórica celebradas recientemente en Marchena (Sevilla), se alojaba el encuentro musical “Se llama memoria”. En él se ha interpretado, por primera vez públicamente, “Los Campanilleros de la Libertad” por el cantaor marchenero Luis Fuentes y acompañamiento musical de Banda Asociación Cultural Castillo de la Mota de esa misma localidad.
Ha sido en el blog amigo rruano.blogspot.com (Sociología, Anarquismo y Educación) cuyo mantenedor ha participado activamente en dichas jornadas, y en las que este año ha tenido especial protagonismo el movimiento libertario, donde he tenido la oportunidad de visionar y escuchar su vibrante interpretación. Especialmente emotiva (piel de gallina) la estrofa final: “Anarquía sublime palabra, la idea mas hermosa de la humanidad”.
Al coincidir cronológicamente con el tiempo que le venia dedicando a la elaboración de una nueva entrada sobre la historia del movimiento obrero y anarquista en Castro del Río (Córdoba), opté por descargarme el video como acompañamiento.
Ante la posible curiosidad que pudiera despertar entre los profanos, añadí enlaces a su letra y a sus orígenes. Pero como, al estar fuera del cuerpo de texto del blog, terminaría desapareciendo con el tiempo, para perpetuarla y tenerla a mi disposición para cuando me apetezca volver a escucharla, traslado el video, la letra e información complementaria a esta nueva entrada.
LETRA DE LOS CAMPANILEROS DE LA LIBERTAD.
Por los campos de mi Andalucía
los campanilleros de la libertad
van luchando, gritando y cantando
los campanilleros de la libertad.
Y en la cárcel están sin comida
anarquistas que un día
a la España esclava querían libertar.
Amnistía reclaman los parias
para sus hermanos que sufren prisión
y sus gritos se ahogan en sangre
por los opresores de la situación.
Pero un día será
en que el pueblo se lance a la lucha
y de estas mazmorras los libertará.
Anarquía sublime palabra,
la idea más hermosa de la Humanidad.
Por los campos de mi Andalucía
los campanilleros de la libertad
van luchando, gritando y cantando
los campanilleros de la libertad.
Y en la cárcel están sin comida
anarquistas que un día
a la España esclava querían libertar.
Amnistía reclaman los parias
para sus hermanos que sufren prisión
y sus gritos se ahogan en sangre
por los opresores de la situación.
Pero un día será
en que el pueblo se lance a la lucha
y de estas mazmorras los libertará.
Anarquía sublime palabra,
la idea más hermosa de la Humanidad.
UNA VERSION MAS AMPLIA:
Los campanilleros de la Libertad
Por las tierras regadas con sangre
de trabajadores, caminando van
los que luchan sin penas ni glorias
los campanilleros de la libertad.
Y del triunfo en pos,
estos hijos rebeldes de España
se alzan con saña
contra la opresión.
Anarquía, sublime palabra,
la idea más humana de la creación.
Por las tierras caminan tus hijos
luchando y muriendo por tu implantación.
Por tu implantación,
esas madres valientes y fieras
ofrecen sus pechos
a su nutrición.
En la cárcel están quince mil anarquistas
que a la España esclava
querían liberar.
Amnistía reclaman los pueblos
para sus hermanos que sufren prisión.
Que sufren prisión
y sus voces se ahogan con sangre
por los opresores de la situación.
Que terminen naciones y clases
y las injusticias
de esta sociedad.
Donde a pobres no lleguen los ricos
y en ricos los pobres se convertirán.
Se convertirán.
Y entonces será cuando brille
la antorcha que guíe
a la Humanidad.
Los campanilleros de la Libertad
Por las tierras regadas con sangre
de trabajadores, caminando van
los que luchan sin penas ni glorias
los campanilleros de la libertad.
Y del triunfo en pos,
estos hijos rebeldes de España
se alzan con saña
contra la opresión.
Anarquía, sublime palabra,
la idea más humana de la creación.
Por las tierras caminan tus hijos
luchando y muriendo por tu implantación.
Por tu implantación,
esas madres valientes y fieras
ofrecen sus pechos
a su nutrición.
En la cárcel están quince mil anarquistas
que a la España esclava
querían liberar.
Amnistía reclaman los pueblos
para sus hermanos que sufren prisión.
Que sufren prisión
y sus voces se ahogan con sangre
por los opresores de la situación.
Que terminen naciones y clases
y las injusticias
de esta sociedad.
Donde a pobres no lleguen los ricos
y en ricos los pobres se convertirán.
Se convertirán.
Y entonces será cuando brille
la antorcha que guíe
a la Humanidad.
Esta letra se le atribuye a Francisco Jiménez Montesinos, padre de Dolores Jiménez Alcántara “Niña de la Puebla” (1908-1999). El libro de Gutiérrez Molina (la tiza, la tinta…) alberga el testimonio de Dolores Vimes, hija de Antonio Vimes, cenetista de Constantina, amigo del padre de la Niña de la Puebla. Fue en en una barbería de ese pueblo sevillano donde, en privado, la Niña de la Puebla comenzó a cantar “Los Campanilleros de la Libertad” en torno a 1932.
Los campanilleros, una de las manifestaciones musicales señeras del folclore andaluz, tienen un origen mixto, en el que se confunden lo popular con lo religioso:
“A finales del siglo XVII y sobre todo en el XVIII, unas cuadrillas comenzaron a rondar las calles de los pueblos de Andalucía y Extremadura los sábados de octubre cantando canciones religiosas. Lo hacían, al parecer, bajo el impulso de unos frailes capuchinos, anunciando y rezando el rosario, que desgranaban a primera hora del día. La costumbre se consolidará en lo que conocemos como Rosario de la Aurora. Estos coros se acompañaban de instrumentos simples-triángulo, guitarra primitiva, cascabeles, zambombas…-, entre los que se hallaban los collares de campanillas con que se adornaba a las caballerías. De aquí nació el nombre de los integrantes de estas trovas, y más adelante, el del género aflamencado del que nos ocupamos aquí: Los Campanilleros”.
“Dejemos claro, que no se trata de una canción concreta, sino de una modalidad, la cual tiene distintas versiones con distintas letras, si bien guardando relación con el tono religioso original; suelen variar, no obstante, los seis versos asonantes primitivos (compás 3 x 4 y acompañamiento en tonalidad menor) por estrofa de siete. Estas tonadas llamaron la atención de quienes cantaban flamenco, comenzando a incorporarlas en su repertorio. El cantaor que creó la versión flamenca mas genuina fue el jerezano Manuel Torre (1878-1933) que en las primeras décadas del siglo veinte se acompañaba a la guitarra del Niño Ricardo; se le conocen tres variedades. Cuando Torre grabó Los Campanilleros en 1929, dándole el sentido hondo, dejo sentado lo que sería este cante. Lo hizo con la siguiente letra:
A la puerta de un rico avariento
llegó Jesucristo y limosna pió
y en lugá de dazle limosna
los perros que había se los achuchó.
Y Dios permitió
que al momento, los perros murieran
y el rico avariento pobre se queó.
La letra, aun teniendo tono paternalista -Dios soluciona el problema-, deja entrever una situación social conflictiva, propia del momento que se estaba viviendo en España”.
Mucho más conflictivo fue el contexto histórico en aquella Andalucía rural durante el año 1932, en que empezara a cantarse "Los Campanilleros de la Libertad", cuando su proletariado agrícola, genuinamente rebelde, tras los primeros envites huelguísticos del periodo, era arbitrariamente detenido y recluido, y sus centros obreros clausurados por las autoridades republicano-socialistas del primer bienio, incapaces de recoger la ilusión transformadora que había despertado el advenimiento de la República.
Castro del Río, una de las poblaciones objeto de este espacio, conserva intacta aquella vieja tradición de "Los campanilleros de la Aurora", y sus cantes se mantienen inmaculados, sin aflamencamiento alguno (como habrán podido comprobar en el video y en el trabajo del amigo Blas Criado que aparece enlazado a pie de video). Sólo se han sumado nuevos instrumentos a los tradicionales, y entre el día de San Andrés (30 de noviembre) y La Inmaculada (8 de diciembre), puntualmente a las cinco de la mañana, “por calles y plazas salen a muñir, no le temen ni al frío ni al agua, ni a las malas noches, ni a lo por venir.”
Por desgracia, de su rancio abolengo libertario, como diría el notario e historiador Juan Díaz del Moral, queda más bien poco, y algunos de sus pobladores y representantes políticos son reacios a recordarlo, por aquello del fratricida encuentro del 1936 y sus posteriores consecuencias. Son quienes obcecadamente se empeñan en pasar página sobre determinados capítulos de nuestra historia reciente. Yo (ego) comparto la opinión de quienes apuestan por la recuperación y dignificación de los represaliados del franquismo, sin apasionamientos y sin manipulaciones partidistas (que haberlas ahílas). En el cementerio municipal de Castro del Río se sigue trabajando en su fosa común, para que aquellos familiares que así lo deseen puedan recuperar y enterrar dignamente los restos de sus antepasados.
Uno de los que duermen en dicha fosa, era un conocido anarcosindicalista, gran aficionado al cante flamenco, muy arraigado en esta población campiñesa, que casi seguro llego a cantar en su día “Los Campanilleros de la Libertad”, cuando los compañeros de su centro obrero fueran trasladados al arresto municipal (Higuerillas) o a la cárcel de Montilla, durante las huelgas. Se llamaba Antonio Márquez Bello “El Chino”, que según el historiador local Francisco Merino Cañasveras (Castro del Río. Del rojo al negro), en el amanecer del 19 de noviembre de 1939 fue conducido, junto a otros cinco condenados, a las tapias del cementerio. En el trayecto cantó el último fandango de su vida dedicado a su madre, y que dicia así:
Madre coge tu pañuelo
y vete para la Audiencia,
y dile al señor fiscal
que te lea la sentencia.
Que a mí me van a matar