Espacio abierto dedicado al estudio de las historias locales de los municipios de Castro del Río (Córdoba), Porcuna (Jaén) y Motril (Granada), así como sus adyacentes. Recomiendo la utilización del apartado de comentarios para aportaciones, consideraciones, críticas o rectificaciones. De igual manera, está disponible para quienes deseen colaborar con la publicación de artículos o aportando documentos, sobre cualquier tema de carácter histórico relacionado con dichas poblaciones.

05 mayo 2012

Porfolio Fotográfico Provisional del Distrito de Martos (Porcuna y Comarca).


      Después de calentarme la sesera con el Porfolio Fotográfico de Castro del Río y conseguir como premio adscribir su ejecución a los años 1915-1916 y hasta poner nombre y apellido al fotógrafo encargado de sacar las placas estereoscópicas publicadas en el cuaderno nº 52 (Baltasar Castellá –Fot. Castellá), abrigando incluso expectativas de seguir engrosando el fondo histórico de aquella localidad, se me despertó la curiosidad sobre cuáles serían las fotografías de Porcuna incluidas en el cuaderno nº 33 del Potfolio Fotográfico de Andalucía (A. Martín Editor) correspondiente al distrito de Martos, al que se hallaba judicial y electoralmente adscrita la ciudad por aquellas fechas, y cuya portada aparece en la cabecera. 
      Al tratarse de un distrito amplio, dos ciudades (Martos y Porcuna) y 7 villas (Jamilena, Torredonjimeno, Valdepeñas de Jaén, Fuensanta de Martos, Higuera de Calatrava, Santiago de Calatrava y Villardompardo) no creo que el espacio que se le reservara a Porcuna, entre el total de 16 fotografías de las que consta este producto, fuera más allá de la pareja. Pensé en un principio que pudieran tratarse de alguna de las postales antiguas alojadas en Porcuna en el Recuerdo (deporcuna.com), aunque no terminaba de cuadrarme su pie de foto y la numeración, que no es la típica de las tiradas de tarjetas postales realizadas por la casa editorial  A. Martín de Barcelona  (particular impronta en rojo en la parte superior y sin numeración en el anverso).


     Éstas tienen que ser de otra editorial, y de una fecha, estimo que, ligeramente superior (principios de los años 20). Además las placas tiradas en Porcuna (un total de 5) para Alberto Martín, que tengo localizadas e identificadas, no muestran correspondencia con las tarjetas postales. Posteriormente nos detendremos en ello.

     Estuve tentado de tirar de chequera y adquirir ese porfolio en diferentes ubicaciones donde es ofrecido a un precio medio (incluidos gastos de envió) en torno a los 50 euros. Para poder ahorrarme esa bonita cantidad y ante las expectativas favorables de que tarde o temprano pudieran fluir por otras vías bastante más económicas, he optado provisionalmente por confeccionar mi particular portfolio fotográfico del distrito, que además de para ilustrarnos sobre lo mas destacado arquitectónicamente de los pueblos de la comarca, me va servir de gran ayuda para sobrellevar una plomiza y oscura tarde de sábado, con la liga de futbol ya resuelta para colmo.



     El mapa, los datos sobre población, actividades económicas y de otro tipo, resumidos, que transcribo a continuación, si proceden del texto original de ese cuaderno, aunque tomados de otra publicación de la misma editorial a la que si he podido tener acceso de manera virtual.   

      El material gráfico utilizado para confeccionar “mi porfolio particular de tarde de sábado”, procede indistintamente de esa misma fuente anterior, así como de otro recurso, casi coetáneo, del que he tenido que tirar para poder complementar y dar esa visión de conjunto que se sigue circunscribiendo a esos años 1915-1916 (no puedo ni debo ser más preciso).

Martos

    Ciudad de 17.025 habitantes. La atraviesa la línea férrea Bobadilla- Madrid. Edificada al pie del histórico peñón a que da nombre, encaramándose, en parte, sobre un montículo coronado por lar ruinas de un castillo. Es muy interesante la Iglesia de Santa María de la Villa, cuya fundación data del siglo XIII. También lo es la de Santa Marta que conserva una portada de estilo gótico florido. Hay una fuente monumental, construida en 1580, muy digna de particular atención. A 5 kilómetros se halla el establecimiento de baños sulfurosos llamado de San Bartolomé (Agua Hedionda). Las principales producciones agrícolas son aceite y cereales. Tiene fábricas de harinas, de gaseosas, de aceite de orujo, de cal, de cemento, de jabón y una de sulfuro de carbono. Cría ganados y celebra ferias el 25 de junio y el 24 de agosto.

Martos Vista General
La Peña de Martos

Fuente Nueva

 
Fuensanta de Martos

     Villa de 4.331 habitantes. Produce principalmente aceite y cereales. Celebra ferias y fiestas del 23 al 28 de Septiembre. Tiene agregadas tres aldeas (Encinar 1º. 2º y 3º) y numerosos caseríos.

Iglesia Parroquial
 
Higuera de Calatrava

     Villa de de 1,385 habitantes. Tiene canteras de yeso; produce cereales y aceite; celebra feria el 8 de septiembre.

Vista del Castillo
Iglesia Parroquial
 
Jamilena

     Villa de 2.133 habitantes. Tiene un establecimiento balneario de aguas sódico-bicarbonatadas llamado “La Salvadora”. Cosecha aceite y cereales. Celebra feria el 14 de septiembre.

Portada lateral Iglesia Parroquial (ciega)

Porcuna

    Ciudad de 10.331 habitantes. La iglesia parroquial, levantada en el centro del caserío, posee un elevado campanario desde el cual se divisa inmenso territorio. Se conserva una torre octogonal, llamada de la Ciudadela, que corresponde a las ruinas de las antiguas fortificaciones y se le atribuye su construcción a los maestres de Calatrava. Produce aceite y cereales. Tiene fábricas de aguardientes, yeso, harina y refinería de aceite. Celebra feria de ganados el 4 de septiembre.
 
    De momento no podemos mostrar ninguna fotografía de Porcuna que no tengamos ya vista. Mis referencias me conducen a 5 fotografías inéditas o poco conocidas (tal vez en petit comité): una vista general, otra del caserío tomada desde la torre, la propia torre, el Altar Mayor de la recién inaugurada parroquia y otra del paseo de Jesús.
     Las tengo localizadas y solicitadas. No sé de momento las posibles restricciones a efectos de reproducción que pudieran o pudiesen ponerme. De entrada no estoy dispuesto a firmar convenio alguno de exclusividad de esos que empiezan a estilarse en el mundillo. Es por ello, sería de agradecer, que si algún lector de aquella naturaleza tuviera o tuviese alguna de ellas o estuviera dispuesto (sirven instituciones) a afrontar los gastos de adquisición del porfolio para después compartirlo con la generalidad donde, cómo y cuando se considere oportuno, bienvenida y bendecida iniciativa sea.

Santiago de Calatrava

     Villa de 3.006 habitantes. Produce aceite y cereales. Celebra feria el 25 de mayo.

Portada Iglesia Parroquial

 
Torredonjimeno

    Villa de 12.328 habitantes. A la orden de Calatrava pertenecieron sus iglesias de San Pedro Apóstol y Santa María de la Concepción. Las principales producciones agrícolas son cereales aceites y vinos. Tiene minas de hierro. Hay fábricas de harinas, de gaseosas y de jabón, y canteras de sal. A su Ayuntamiento está agregada la cortijada de Lendínez.

Plaza de la Constitución
Iglesia de Santa María
Convento Ntra. Sra. de la Piedad (Dominicas)

 
     El siguiente municipio por orden alfabético sería Valdepeñas de Jaén, que me lo salto porque no tengo foto y porque está demasiado lejos. En algún sitio lo tenían que colocar, aunque creo que hubiera estado mejor con Jaén (como su apellido indica) o con Alcalá la Real. No es cuestión a estas alturas reestructurar los partidos judiciales de la provincia de Jaén de principios del siglo XX.
     Además el salto me permite alcanzar el objetivo final de las 16 fotografías. Si  a las 11 expuestas hasta ahora, le sumamos las  2 incógnitas de Porcuna (a verlas venir), restan 3, que son precisamente las que dispongo del municipio que nos resta: Villardompardo (mis raíces por vía paterna).

Villardompardo

     Villa de 1,847 habitantes, a 26 kilómetros de Jaén y a 11 de la estación de Torredonjimeno. Produce aceite y cereales. La baña el Salado de Arjona.

Castillo vista general
Puerta del Castillo
Iglesia Parroquial

    Si al final fuesen alcanzados los últimos objetivos, no terminaría guerra no empezada, sino que la entrada se autodestruiría automáticamente o reestructurada en base al contenido exacto de ese portfolio al que espero tirarme a la cara próximamente, dios mediante, sin tener que aflojar los 50 euros.

02 mayo 2012

Mi libro abierto (In vino veritas). 2º aniversario De Castro ero y ...

Bailar ya sepo
         El Diccionario de la Real Academia define al libro como “el conjunto de muchas hojas de papel u otro material semejante que, encuadernadas, forman un volumen”. Lo que un servidor expone o presenta por aquí periódicamente no se ajusta exactamente a tal definición, ya que no puede ser homologado a “material semejante” en lo que respecta al continente, aunque por su contenido, si pudiera acercarse en algo al fin último del libro: “enseñar a los seres humanos a través de la lectura”. Mi idea al poner en marcha el chiringuito, hace ahora dos años, dista mucho de una finalidad docente (carezco de maestría y además se me ve el plumero, no soy para nada científico ni objetivo), aunque en algunos casos creo que consigo acercarme bastante a ella. Digamos que más que enseñar, lo que vengo haciendo es mostrar o presentar. Prefiero justificarme con la necesidad, que surge en un determinado momento de mi vida, de estructurar, trasmitir y divulgar una serie de informaciones históricas, que por mi curiosidad innata, había ido acumulando y almacenando  a lo largo de mí ya dilatada existencia.

Mi primer disco duro
      Mi toma de contacto con la investigación histórica se remonta al año 1984, en que, sin querer queriendo, termino vinculándome con la villa cordobesa de Castro del Río.
      Después de jurar bandera y poner a prueba mi ardor guerrero durante el servicio militar obligatorio, y quitarme de en medio una asignatura de la carrera que se me había quedado colgada, tocaba buscarse las habichuelas.
      Las expectativas, durante aquellos años, no eran nada propicias para opositar a cuerpos docentes pues apenas se convocaban plazas relacionadas con mi especialidad. Razones puramente existenciales me hicieron pasar por todo tipo de actividades laborales eventuales, con largos periodos de desempleo y de la inevitable comedura de coco ante el devenir incierto.
      Había que enderezar la nave, aunque costaba mantener un rumbo fijo. Durante un tiempo estuve preparándome oposiciones para bibliotecas públicas, mundillo por el que sentía especialmente atraído. En paralelo, colaboraba altruista y desinteresadamente en los trabajos de ordenación y clasificación del Archivo Histórico Municipal de Castro del Río.
      Esos primeros contactos con los papeles viejos terminarían marcándome de por vida. Aunque, la mayor parte de la responsabilidad de mi inclinación por la investigación le corresponde a un libro del notario e historiador de Bujalance, don Juan Díaz del Moral, (discípulo de Francisco Giner de los Ríos) que me había pasado desapercibido durante mi etapa de estudiante universitario. No estaba su temática incluida en el programa oficial de la asignatura de Historia Contemporánea de España, ni los profesores que la impartían nos advirtieron jamás de su existencia.
      Por aquellos años, la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, en acuerdo suscrito con Editoriales Andaluzas Unidas, lanzó al mercado una Biblioteca de Cultura Andaluza, a la que me suscribo “en comandita”, y a cuyas interesantes publicaciones empiezo a dedicar más tiempo que aquellas oposiciones en las que andaba medio embarcado, que al final resultaron ser un timo de esos de “trinca billete y vete”, pues las plazas convocadas estaban ya previamente adjudicadas, de cuya circunstancia fuimos advertidos los ilusos concurrentes cinco minutos antes del inicio de la prueba selectiva. Acciones poco éticas, que pusieron en práctica algunas administraciones de nuevo cuño durante esos primeros momentos de la recién estrenada España de las Autonomías.
    

    
     El volumen nº 23 de aquella colección de bolsillo, puesta a la venta al módico precio de 250 pesetas, que me encargaba personalmente de retirar de la Librería de Don Félix (calle Tercia), estaba dedicado a “Las Agitaciones Campesinas del periodo bolchevista (1918-1920)” de don Juan Díaz del Moral, parte de su magna obra “Historia de las agitaciones campesinas andaluzas”, en la que las luchas históricas del proletariado agrícola de la provincia de Córdoba tienen especial protagonismo. Fue mi primer contacto con la historia local y con la historia del movimiento obrero de la Campiña de Córdoba, en la que tenía instalada provisionalmente la tienda de campaña.
     Aquella lectura ejerció especial magnetismo sobre mi persona, y casi inmediatamente me hice con un ejemplar de la obra completa reeditada por Alianza Editorial coincidiendo con el homenaje que se le tributara a su autor, años antes, en su pueblo natal.

Don Juan Díaz del Moral
    
     A sabiendas de que el Archivo Histórico Municipal albergaba documentación del periodo historiado, pude conocer, de primera mano, aquellos episodios conflictivos, vistos desde la óptica de las autoridades de la época. Muchas horas rebuscando entre aquellas cajas para alcanzar intuitivamente todo aquello relacionado con aquellos movimientos y sus protagonistas.
     Una segunda vía, para poder seguir documentándome, me la ofrecía la Hemeroteca Municipal de Córdoba, en la que podía acceder a las colecciones de prensa histórica provincial. Visto desde la perspectiva actual, un auténtico trabajo de chinos. Las búsquedas se hacían a base de manubrio en unos viejos lectores de microfilm, que además costaba pillar desocupados y que se escacharraban con relativa frecuencia. Y nada de reprografía, pantallazo, lápiz, libreta, horas y paciencia.


Procesador de textos de bolsillo
      De aquellas primeras incursiones  salieron algunos artículos de temas colaterales publicados en el  “Libro de Feria” y un estudio más exhaustivo sobre las sociedades obreras de inspiración anarquista de principios de siglo, trasladado como comunicación a unas jornadas celebradas bajo el epígrafe de “Castro del Río y el anarquismo andaluz”, que por mis escasas tablas delante del público, terminé exponiendo de una manera nerviosa y algo precipitada. Un mal trago que había que pasar, pero que me permitió aprender y departir con los principales espadas de la historia social andaluza: los profesores Jacques Maurice, Antonio Miguel Bernal, Gómez Oliver, José Luis Gutiérrez Molina, o los cordobeses Antonio Barragán y José Luis Casas que fueron quienes llevaron el peso organizativo de aquella reunión. Un joven de nacionalidad japonesa, que correteaba por aquel entonces Andalucía en busca de materiales con los que conformar su tesis doctoral, se personó en aquel evento. Desde primera hora se interesó por mis investigaciones. Consciente de que éstas difícilmente verían la luz a través de la imprenta y por empatía, puse cuanto tenía elaborado a su completa disposición. Trabamos amistad y visitó Castro del Río en diferentes ocasiones. El amigo oriental agradecido, supo corresponderme con una colección de folletos de Salvador Cordón (maestro del centro obrero de Castro del Río, propagandista y escritor del ideal ácrata), diseminados por diferentes archivos y bibliotecas, de difícil acceso, y que atesoraba en su maleta errante.
     Con esos folletos y otros que fui localizando y adquiriendo a golpe de teléfono y de chequera, complementados con nuevos sondeos de archivo y hemeroteca (todavía el internet era algo extraño y desconocido) pude confeccionar una extensa aproximación biobibliográfica sobre Salvador Cordón Avellán, que vio la luz en el primer número  de una cuidada y elaborada revista (El Paseo Cultural) de la ciudad de Cabra, de la que era natural este anarquista cordobés. 


Salvador  Cordón  Avellán.  Militante  y escritor  libertario.  
El Paseo Cultural, nº 1 (septiembre 1997).  
Ayuntamiento de  Cabra  (Córdoba). Págs. 35-59.

      Gracias al cada vez más favorable acceso a la documentación y a la correspondencia mantenida con su hija Amapola, residente en la República Argentina (ya fallecida), he podido seguir haciendo acopio de materiales e informaciones, como para afrontar una reedición corregida y ampliada. En ello estamos. Mi idea pasa por un trabajo similar al que hizo José Luis Gutiérrez Molina con la vida y obra de José Sánchez Rosa (La tiza, la tinta y la palabra). La manera de divulgarlo será estudiada y considerada en su momento (me atrae el formato book).
      Este tipo de publicaciones suelen pasar inadvertidas fuera del ámbito estrictamente localista. Aunque me consta que es conocida y ha sido utilizada por diferentes autores interesados por estos temas, que no cito para no parecer presuntuoso. De alguna manera es responsable de que la Enciclopedia General de Andalucía (EGA) le dedique unos de sus artículos a Salvador Cordón.
      La mención que tiene para mi un peso emotivo es la realizada por aquel japonés errante, Masaya Watanabe, hoy profesor de Historia de Europa en la Universidad Waseda de Tokio, traductor y promotor por aquellas tierras de publicaciones relacionadas con la historia del anarquismo español y andaluz. Tras retomar contacto, gracias al blog, durante sus pasadas vacaciones, en una gira mixta (vino, amistad y trabajo) por diferentes lugares, tuvo la amabilidad de personarse en mi domicilio. Entre su escaso equipaje, una botella de vino de Montilla Moriles (venía de Córdoba) y un libro: la traducción al japonés de “El Anarquismo en Chiclana” de José Luis Gutiérrez Molina, que incluye un pequeño estudio introductorio de su autoría en el que aparece mi nombre y mi trabajo sobre Cordón, citado entre ilegibles caracteres de esa lengua asiática:


 
     Un largo periodo de inestabilidad anímica, una vida un tanto desordenada y la frustración generada por “el querer y no poder”, me fueron progresivamente apartando de otros proyectos que quedaron semiaparcados.
     Ya en el siglo XXI, a la par que recuperaba la estabilidad perdida, y ante el progresivo desarrollo de recursos documentales vía cibernética, es cuando retomo la investigación histórica como alternativa de ocio, especialmente cuando consigo desligarme definitivamente de actividades laborales complementarias que me traían por la calle de la amargura (cobrador domiciliario de recibos de una compañía de seguros especializada en decesos: “los muertos”). Es justo en ese momento cuando se intensifica mi labor, convirtiéndose el disco duro de mi antiguo ordenador de sobremesa en una cada día más voluminoso almacén de prensa digitalizada, libros, fotografías, recursos, direcciones, contactos, correspondencia… y algún que otro virus malicioso.
      El miedo al virus puñetero, y el sinsentido de almacenar sin divulgar, es lo que me empuja a introducirme en el aprendizaje de la tecnología blogguer. Las vías alternativas de publicación, ni las contemplé desde un principio, habida cuenta de mi timidez a la hora de llamar a puertas de políticos e instituciones y mi absoluta negativa a someterme a filtros y peloteos al uso.
      De Castro ero nace como un espacio dedicado en principio a la historia de la localidad cordobesa de Castro del Río, con sus movimientos sociales, con los que me hallaba familiarizado, como primera meta divulgativa. Un segundo paso consistió en incorporar entradas relacionadas con mi localidad de origen (Porcuna) y por aquello de que también se termina siendo de donde se pace además de donde se nace, las relacionadas con la historia de la ciudad de Motril (mi actual campamento) con la que ya empiezo a estar familiarizado. De ahí la razón de ser de esta trilogía territorial, que algunos no llegan a explicarse.

      Con independencia del acierto tenido a la hora de estrujar la historia de estas localidades, de haber divulgado aspectos poco conocidos y sacado a la luz materiales inéditos, y a pesar de esas cuñas irónicas que se me escapan de vez en cuando (pido perdón), me doy por satisfecho con ese constante y enriquecedor fluir de correspondencia de ida y vuelta con personas que se interesan por cuestiones diversas de las que por aquí asoman. Todas han sido atendidas, en la medida de mis posibilidades, tanto las de compañeros de travesía de diferentes ámbitos, como las de particulares interesados sólo en conocer algún detalle más sobre la vida de sus ancestros. Mucha amistad retomada, por aquello de exponerse en público, normalmente acompañada de mensajes de ánimo, y alguna que otra vez de documentos y fotografías.
     Hay un caso del que me siento especialmente orgulloso. No me ha dado aun por la bibliofilia, pero casualmente durante mí etapa de residente en Castro del Río, cayó en mis manos una edición de 1927 de la Aritmética del Obrero de José Sánchez Rosa, a la que le tengo su huequito reservado en un lugar principal de mi domicilio. De alguna manera es un testigo del pasado libertario de esta localidad cordobesa. Por su título inocente y por desconocimiento real sobre la trayectoria de quien lo escribiera y editara pudo librarse del fuego purificador del franquismo.   



     Utilicé su portada y su prólogo en una de mis entradas. Un día me topé con un comentario anónimo interesándose por ese ejemplar. No le di mayor importancia, pensé que pudiera tratarse de un coleccionista y me predispuse al verlas venir. Cuál sería mi sorpresa cuando al abrir el correo me encuentro con un jubilado onubense, de esos especialmente inquietos, que aprovechan su pase a la reserva para introducirse en el mundillo del internet, contándome su pasada relación con este libro, al que profesaba especial cariño, pues gracias a él, consiguió aprender las cuatro reglas. No quería el original, necesitaba poner nuevamente delante de sus ojos aquellas tablas y sus problemas. Casi a renglón seguido, puse a su disposición una copia digitalizada.
     A vuelta de correo esta respuesta: “Estoy más feliz que un niño con un caballito poni en el Roció”. Mantengo cordial y asidua comunicación con este nuevo amigo. En uno de sus últimos correos me contaba:
       Hola Alberto, habrás pensado que como ya me mandaste la aritmética paso de ti. No es así,  no olvidaré nunca ese favor. Ahí te mando una foto de ella para que la veas encuadernada. Se puede hacer mejor, pero sería un trabajo de chinos. Por lo que me dijeron en la imprenta, sé que tengo una deuda contigo, pero te la pagaré, un saludo afectuoso Amador.


       Ya está cobrada, con creces, con la amistad y el trato humano que me ha dispensado este jubilado tan predispuesto, que para "más inri" hasta tiene un nombre bonito, flamenco y esperanzador. Gracias a ti Amador.
       Como en el encabezamiento aparece unas palabras en la lengua de Séneca, que traducidas al castellano vienen a decir que “los borrachos son los únicos que dicen la verdad”, brindemos y bebamos, por Amador, su salud, la mía, la de ustedes y la de ese amigo japonés aficionado a los caldos de pagos montillanos y a las albóndigas con tomate, y gran difusor de ese latinajo, que terminaría adoptando como su particular grito pacífico de guerra, y como no, por la memoria de don Juan Díaz del Moral y su Historia de las Agitaciones Campesinas Andaluzas.


“Mientras haya vino hay Esperanza”
 

     Una intrigante historia sobre Watanabe y una botella de Sake, con una importante carga de aportes de ficción, introducidos cariñosamente por un sevillano errante, que como yo, tuvo la oportunidad de cultivar la amistad de este nipón durante su estancia en nuestra tierra, se puede leer pinchando sobre el enlace. Su narrativa, además de ingeniosa y divertida, es brillante.
     Gracias amigo, y que en futuros viajes al solar hispano, por cuya historia te sientes tan atraído, volvamos a tener la oportunidad de compartir unas copitas de vino y charlar amigablemente sobre esas historias que tanto nos apasionan.
    

01 mayo 2012

6ª Etapa de la II Vuelta Ciclista a España del año 1936 (Granada-Motril-Almería).

El belga Gustaaf Deloor (Llegada 5ª etapa Málaga-Granada)
     Durante los años treinta del siglo XX se produce la consolidación del ciclismo como deporte a lo largo y ancho del territorio nacional. La cobertura que se le empieza a prestar a las grandes rondas históricas (Tour de Francia y Giro de Italia) desde todo tipo de periódicos y revistas, no hace sino acrecentarla. La irrupción de profesionales españoles como Vicente Trueba, Mariano Cañardo o Federico Ezquerra, que ya brillaron en las ediciones del Tour de los años 1933 y 1934, propició que para el año siguiente se organizara y disputara la I Vuelta Ciclista a España, con un total de catorce etapas, resultado vencedor de la misma el ciclista belga Gustaaf Deloor, con Mariano Cañardo en segundo posición, como único español que consiguiera meterse entre los diez primeros de la clasificación general final.
      La celebración de II edición de 1936 llegó a estar en peligro ante la inestabilidad política y social que se vivía en el país en aquel momento, aunque terminaba arrancando finalmente de la capital de España el 5 de mayo. Fueron de la salida 50 corredores, de los cuales 42 eran españoles y el resto extranjeros (belgas e italianos principalmente). Entre el pequeño pelotón español ya figuraban renombrados ciclistas como los ya mencionados Trueba y Cañardo, y otros como Julián Barrendero, Vicente Carretero o Antonio Escuriet.
       Don José María Gil Robles, relata en sus memorias algunos incidentes que afectaron al normal desarrollo de aquella II edición de La Vuelta a su paso por la cuenca minera de Asturias. Cotejando con la prensa histórica, parece ser que efectivamente hubo dificultades, salvadas con un improvisado cambio de itinerario, pero sin encontrar noticias tan precisas como las que nos refiere el líder de la CEDA.

Pioneras del pedal: las seis "routiers" del Portillo de Madrid
(Mayo de 1936)

     Al margen de cuestiones políticas y sociales, mayores problemas generaban la ingente cantidad de animales, cabras, gallinas, vacas y perros abandonados que pululaban por las carreteras, con grave riesgo para la integridad física de aquel pequeño pelotón ciclista, salvados con la eficaz intervención de la benemérita, que abatia los obstáculos a golpe de carabina o subfusil, dependiendo de su envergadura. 
     Por alguna fotografía, que veremos a continuación, da la impresión de que los cortes de tráfico serían los estrictamente necesarios, trascurriendo la prueba en bastantes tramos en paralelo al tráfico rodado ordinario, que aunque escaso, debía de ser peligroso, lo que contribuiría en sumo grado a otorgarle esa impronta épica a las gestas de estos pioneros de la ruta.

     Cinco de sus 21 etapas transcurrirían por carreteras de Andalucía, para lucimiento de los cuatro “routiers” de la tierra que participaban: los granadinos Joaquín Bailón y Antonio Destrieux, el sevillano Antonio Montes y el onubense Rafael Ramos.
     La sexta etapa (185 km), disputada entre las ciudades de Granada y Almería (11 de mayo),  en la que nos vamos a detener, fue la que despertó mi curiosidad al localizar un fondo fotográfico en el que se nos muestra, en varias instantáneas  perfectamente reconocibles, el discurrir de la caravana ciclista entre ambas localidades, con la ciudad de Motril como punto intermedio marcado por la organización para el control de firma y de avituallamiento, que, en aquellos tiempos históricos de tubular al cuello, se hacía “pie a tierra”. Salvo accidente, pinchazo o pájara, el pelotón, en etapas llanas como la que vamos a abordar, solía llegar agrupado al tramo final en el que se dilucidaba el vencedor de la etapa.

Recorrido

Granada-Motril: Granada, Armilla, Alhendín, Padul, Durcal, Talar, Chite, Beznar, Vélez de Benaudalla y Motril.

Salida en Acera del Darro Puerta Real 8,20 h.


    La ciudad de Granada ya había acogido un final de etapa y una salida en la edición de 1935, volviendo a despertar tal acontecimiento la misma expectación entre sus ciudadanos. El “bravo y resistente” ciclista granadino Joaquín Bailón, quiso brillar en su tierra, llevando el peso de la 5ª etapa corrida a fuerte ritmo. Intervino en el sprint final, quedando clasificado en sexta posición. Sus paisanos supieron transmitirle numerosas muestras de afecto, tanto en la llegada como en la salida del día siguiente.

Joaquín Bailón

     Antonio Destrieux, el otro ciclista de origen granadino, se retiró en la cuarta etapa entre Sevilla y Málaga. Sólo 38 corredores, de lo 50 que fueron de la partida en Madrid, tomaron la salida dirección Almeria.

A su paso por el Puente de Durcal
    Hasta ahora van los ciclistas confortablemente. Algunas averías. Pincha Esteve, cambia de rueda. Goneaga pincha también. Pero estas molestias son llevaderas. La carrera va alegre y movida, pero sin estridencias. Todos van unidos y recapacitando sobre la nulidad del esfuerzo prematuro.
     Pronto el sevillano Montes queda ligeramente rezagado al resentirse de una caída de días anteriores. El ritmo es lento ahora, casi desesperante. El calor empieza a hacer mella sobre los corredores, lo que permite al rezagado Montes reincorporarse al grupo.


Salida del túnel de Izbor

     No hay quien se anime. Los letreros alusivos que se han visto en varios pueblos con vivas a Trueba y a Cañardo, y estimulando a los españoles para qué den la batalla a los extranjeros no producen efecto. Los corredores se siguen lamentando del calor.


     Los famosos “Caracolillos de Vélez” única dificultad orográfica de la etapa, suficiente para que Montes vuelva a resentirse del golpe que se diera contra un automóvil en la etapa Cáceres-Sevilla, y termine abandonado la prueba antes de llegar a Motril: “El animoso sevillano comprende que el esfuerzo que viene realizando es inútil”. Llama la atención la escasa dotación automovilística de apoyo. 


Saliendo de Motril dirección Almería

      Motril-Almería: Torrenueva, Calahonda, Castell de Ferro, La Mamola, Melicena, La Rábita, El Pozuelo, Adra y Almería.





     Un pequeño repecho en un tramo de la antigua carretera nacional que transcurre en paralelo al Mediterráneo.
     Ahora, al entrar en la provincia de Almería, nos espolvorea el terreno con una canela terrosa de lo más fina e insoportable. Llega a corredores y seguidores. Cuando pasamos el pequeño infierno parece tan rubio Cañardo como Deloor.
     Cardona sufre una avería de tubular cerca de Adra. Tiene que detenerse en la reparación y le ayuda Molina, mientras que Cañardo para evitar la fuga de los belgas se pone al frente del grupo.
      Llegamos a Adra – buen recibimiento – y el pelotón sigue indivisible. Los corredores descienden de sus máquinas para apagar la sed terrible que les produce el calor. Algunos no lo hacen con el deseo de escapar, aunque sin fructificar su osadía. Cañardo aprovisiona a Escuriet para que éste no tenga que descender y pueda seguir en la carrera.
     Continuamos a marcha procesional. Cuando faltan 40 Km. para la llegada, Bernardo de Castro rompe el cuadro. Repara y otra vez a correr. Claro que la hipérbole es libre, porque la verdad es que continuamos a paso de tortuga, dicho sin ánimo de molestar a tan pacienzudo e inocente animalito. Algún pinchazo que otro, como recurso sin duda, porque en algo se han de detener los impasibles de la pista.
     Ya surge Almería a lo lejos. La serpiente se estremece y mete los pedales a fondo ¡Loado sea Dios! Y se repite el mismo disco que todos los días.


     Numeroso público espera en la llegada. La entrada es de gran espectacularidad e interés. Todos los corredores marchan juntos, y para decidir la victoria, se lanzan a un sprint interesante y lleno de emoción, en el que logra triunfar el líder de la prueba, el belga Gustaaf Deloor.
     Se puede apreciar perfectamente la Alcazaba de fondo. El aparato publicitario parece limitarse al Diario Informaciones, cuyo patrocinio oficial luce en la pancarta de meta.

     Entran en meta por el orden siguiente: Deloor (6 horas, 28 m, 39 s), seguido de Carretero, Trueba,  Cañardo, Flaquer y el resto del pelotón “ex aequo”. Rezagado en el puesto 37 y último, a casi 7 minutos, Jardín. El valenciano Antonio Escuriet mantiene el segundo puesto en la clasificación general, ocupando la tercera plaza el italiano Antonio Bertola.


     Una muestra final del carácter épico del que participaba el ciclismo en aquellos años. Lisardo entrando a pie en meta, tras sufrir una caída en el sprint, para evitar la descalificación.

      La crónica de la etapa, intercalada entre el material gráfico, procede, a modo de refrito, de diferentes cabeceras nacionales y provinciales alojadas en las hemerotecas digitales. Destacan, por su tono irónico y jocoso, las informaciones remitidas por Miguel Ródenas para el diario ABC y la revista Campeón: “Ahora a buscar el agua del mar para quitarnos la canela. Y una cama, aunque esté algo dura”.
     Con respecto a la procedencia y autoría del material gráfico, permítanme que guarde ciertas reservas. Sólo puedo decir que proceden de un archivo público, cuyo presupuesto se nutre de las aportaciones impositivas de todos los españoles. He detectado últimamente en alguna que otra entidad cultural ciertos recelos sobre el libre acceso a este tipo de documentación, es más, hay incluso quienes se aprovechan para mercadear con fondos como este. Como este pequeño acto de bandolerismo cultural no encierra ánimo de lucro, ahí queda.

Barrendero: una carrera marcada por las guerras
     He considerado oportuno enlazar con datos biográficos de estos primeros esforzados de la ruta. En algunos casos su trayectoria y su propia vida se vería seriamente trastocada por la guerra, que se cebaría primero con España y en un postrero momento con el resto de Europa al estallar la II Guerra Mundial (véase secreto de la bici de Bartali), de las que se resentirían las grandes rondas, que tuvieron que dejar de celebrarse durante algunos años.