Espacio abierto dedicado al estudio de las historias locales de los municipios de Castro del Río (Córdoba), Porcuna (Jaén) y Motril (Granada), así como sus adyacentes. Recomiendo la utilización del apartado de comentarios para aportaciones, consideraciones, críticas o rectificaciones. De igual manera, está disponible para quienes deseen colaborar con la publicación de artículos o aportando documentos, sobre cualquier tema de carácter histórico relacionado con dichas poblaciones.

05 enero 2012

Frasquito María de Porcuna (Impresiones de un viajero)


    Aquel viejo proverbio de que “quien guarda halla” no está exento de razón. El problema es, que cuando no se guardan las cosas con orden el hallazgo se convierte en toda una odisea. Es lo que estaba padeciendo últimamente en relación al ingente volumen almacenado de noticias, referencias e informaciones en diferentes formatos de las que me valgo para elaborar mis entradas de blog.
     Como habrán podido comprobar, quienes me sigan, me he visto obligado a parar la fábrica y entregarme a imprescindibles tareas de organización. El fascinante mundo del Facebook, en el que me he iniciado recientemente, también tiene su parte de culpa.
     Estos trabajos me han permitido rescatar el recorte de un artículo periodístico dedicado a la ciudad de Porcuna y en particular a uno de sus moradores, al parecer, célebre en su época, conocido como Frasquito María.
     Su autor, un hasta ahora para mi desconocido periodista, escritor y propagandista del republicanismo lerrouxista, llamado Eduardo Andicoberry Ruiz.
     Esta remitido desde Porcuna y fechado en el mes de Diciembre de 1919. La presencia de este señor por estas fechas en Porcuna, pudiera estar relacionada con algún acto de propaganda republicana organizado por los adeptos a la causa de la localidad, que aunque minoritarios en relación a las fuerzas dinásticas dominantes, intentaban despegar aprovechando el malestar social reinante. Aquel otoño-invierno fue especialmente conflictivo en Porcuna, donde su cada vez más pujante sociedad obrera socialista “Paz y Libertad”, arropada por la fuerza del número, plantea varias huelgas, enmarcadas dentro de ese periodo de agitación social y laboral generalizada por toda Andalucía, que ha pasado la historia con el nombre de Trienio Bolchevista


     No todo fueron huelgas, conflictos y detenciones practicadas por la Guardia Civil durante aquel convulso año, que finalmente se despidió con un sexto premio del sorteo extraordinario de Navidad de la Lotería Nacional (28.382), vendido íntegramente en la administración de Porcuna (Jaén), con 70.000 pesetas que llegaron hasta los bolsillos de los afortunados vecinos que lo jugaran.
     Nuestro protagonista, Frasquito María, era barbero. Los pertenecientes a este charlatán gremio han sido históricamente muy loteros, por lo que no estaríamos muy descaminados si pensamos en que pudiera haber resultado agraciado.

        Les dejo ahora con el trabajo periodístico de Eduardo Andicoberry, para finalmente analizar su contenido, así como, un pequeño esbozo biográfico sobre su autor y sus avatares existenciales. 

Frasquito María

     La antigua Obulco, modernamente denominada Porcuna, hállase situada en lo más alto de Andalucía. Al menos así nos lo ha parecido, tanto, que resistimos la tentación de consultar los datos oficiales temerosos de sentir el vértigo. Porcuna es una ciudad histórica donde actualmente se mueren sus moradores víctimas de la gripe en complicidad con los médicos. Porcuna fue cuartel general de Cesar y teatro de memorables batallas. Tiene un Castillo edificado por los caballeros que acompañaban a Isabel la Católica, donde estuvo encerrado el suspirante Boabdil el Chico- el Chico de Moraima- después del estropicio de Lucena. Posee también una iglesia cuadrilonga, con la consiguiente torre, en la que lo más notable es el hecho de que se olvidase el Arquitecto que la planeó de hacerle escalera para subir al campanario. Sus calles son de una estimable variedad. En unas se precisa de maromas para ascender a su cumbre; en otras los garfios para no resbalar, y en casi todas de zancos para no ahogarse. Tiene en cambio una amplia plaza, y una rúa, denominada la Corredera (Carrera), con caracteres de gran vía. Cuando llueve los señoritos se refugian en el Casino y lo convierten en paseo. Cuando no llueve se refugian también en el Casino. El libro de la biblioteca que más se lee es el de las cuarenta hojas.
     Para llegar a Porcuna hay que subir en un cochecillo destartalado y gimiente una enrevesada carretera que, sin duda alguna, fue trazada en razón directa al hambre de grava que sentía el autor del proyecto. En virtud de ese disparate lineal, la antigua Obulco juega con el viajero al escondite, aunque, por la altura, más parece al juego del “higui”. A cada instante cree uno que alcanzará pronto la población y a cada instante desaparece como por arte de magia. Si en vez de una ciudad fuese un chorizo, sería para los hambrientos un suplicio tantálico.



     Pero de todas las cosas dignas de mención de Porcuna, ninguna tan acreedora al recuerdo como Frasquito María. No se trata de un cacique ni de un petimetre. Frasquito María es un honrado rapabarbas, que hace también de conductor del correo, y al que cuadra muy bien lo de fígaro por los ribetes filosóficos con que adereza su personilla. Frasquito María es un hombrecillo de enjuto rostro y ojillos vivaces, pero todo un hombre “que se viste por los pies”, como él dice, en cuanto a tesón para defender su albedrio. A Frasquito María le han declarado el boicot sus colegas por negarse a engrosar las filas del sindicalismo y, como represalia a su terquedad, la clientela socialista se le ha retirado. No obstante, Frasquito María es inexorable. Él ha leído mucho y “aunque de cortas luces”, comprende que la nación irá a la ruina  si no se opone a los avances de la anarquía bolchevista. Y no porque Frasquito María sea un adulador de las clases acomodadas. Todo lo contrario. Frasquito María tiene a gala decir las verdades al más poderoso señor que se le ponga por delante, porque, como afirma, “tiene los calzones bien sujetos a la cintura”. Ha consentido perder un cliente de veinte años por no darle su voto en las elecciones y ha consentido perder una iguala de 30 pesetas anuales por negarse a confirmar que había oído en su establecimiento cierta frase molesta para determinada persona. Frasquito María es la integridad hecha barbero. Nadie tan ecuánime ni tan leal para los adversarios. Todo esto lo hemos sabido por labios de el propio Frasquito María, mientras el carruaje nos conducía, dando tumbos espantosos, hacia la estación de Villa del Río.
     Y hemos sabido más, aunque ello se deba a nuestra perspicacia y no a la confesión del interesado. Frasquito María se cree un creador formidable y sueña con regir los destinos de España. Porque en su charla, copiosa como las cataratas del Niágara, y salpicada de barbarismos pintorescos, suele intercalar paréntesis de esta jaez: “Y perdonen, señores, si molesto su atención, pero aunque hagan caso omiso de mis palabras, creo un deber pronunciarlas para que cada uno forme juicio y no se extravíe la opinión alucinada por la oratoria de los explotadores del proletariado. Si la suerte me ayudase y algún día llegase a gobernar esta pobre Patria mía - ¿no veis como asoma la oreja? – tengan por seguro que sabría hacer justicia para reprimir los desmanes de los de arriba y de los de abajo. Y no digo más. ¡Ya ustedes me comprenden!”.
     Este es el hombre, borrosamente siluetado. Tan interesante, tan pintoresco, tan español, en suma, que si volviéramos a la antigua Obulco prometemos dejarnos desollar cada tres cuartos de hora por el gusto de escucharle. ¡Oh, quien fuera millonario para permitirse el lujo de llevar permanentemente a este antídoto contra la melancolía! Porque Frasquito María, a pesar de la pequeñez de su talla, es, sin disputa, un hombre muy grande.

EDUARDO ANDICOBERRY
Porcuna, Diciembre  919

El Orzan··3 de Diciembre de 1919
    Andicoberry, haciendo alardes de ironía y de republicanismo, en su artículo semblanza dedicado a Porcuna, cuyos destinos regían en ese momento autoridades dinásticas conservadoras, intenta, como es lógico, sacarles los colores a éstas, y además de manifestar ingeniosa y exagerada sorpresa por la elevada posición geográfica de la antigua Obulco, critica socarronamente las pésimas condiciones de sus carreteras de acceso, la salud pública y las deficiencias urbanísticas que detecta durante su visita. También se muestra censor con ese típico señoritismo de casino caracterizado por sus escasas o nulas inquietudes culturales. Con la Iglesia parece mostrarse algo más condescendiente, pero no omite esa chanza-anacronismo sobre las escaleras del campanario, que posiblemente le contara Frasquito.
    Aunque, soy de la opinión, de que la silueta que traza sobre este personaje, a su juicio, integro y ejemplar, llamado Frasquito María, que intercala con alusiones peyorativas a la lucha de clases desatada por los socialistas, tiene un propósito claro de captación o recuperación de sus tradicionales apoyos electorales (profesionales, comerciantes y clases populares), de las que también se surten los socialistas y con los que recientemente han dejado de ir de la mano.
    Rota la coalición electoral  de las fuerzas antidinásticas, para las elecciones celebradas en junio de ese mismo año de 1919, aprovechándose del periodo de efervescencia social que se estaba viviendo en el campo andaluz, el PSOE presenta candidatos en varios distritos de la provincia de Jaén. Será Ramón Lamoneda, a quien le corresponda hacerlo por el distrito de Martos, al que estaba adscrito electoralmente Porcuna. El importante número de votos socialistas obtenidos en localidades como Porcuna, Martos o Torredonjimeno, cuyas organizaciones impidieron que aflorara el típico pucherazo, estuvo a punto de otorgarle el acta de Diputado a su candidato. Finalmente, descarados amaños caciquiles perpetrados en la villa de Jamilena, impidieron que Ramón Lamoneda se convirtiera en el primer diputado socialista jiennense de la historia.
    Visita y artículo de Andicoberry, hay que interpretarlos a razón de esa necesidad imperiosa por parte del republicanismo histórico de recuperar el electorado arrebatado por los socialistas. Con el tiempo,  republicanos y socialistas volveran a encontrarse y desencontrarse dependiendo de la tesitura política y social.



Eduardo Andicoberry Ruiz (1888-1945 aún vivía).

    Era natural de Erandio (Guipúzcoa), aunque criado y educado a caballo entre Sevilla y Cádiz, donde su padre gestionaba una compañía comercial dedicada a la exportación, principalmente de vinos de Jerez.
    No he localizado en la red a nadie que se haya interesado en aproximarse siquiera a su vida y obra. De ahí que, dejándome llevar por mi afición por el género biográfico, y valiéndome de diferentes fuentes, me he aventurado en este intento de desentrañar diferentes aspectos relacionados con su trayectoria vital y profesional.
   Su producción literaria (novela, teatro y poesía), si no abundante, es lo suficientemente notoria numéricamente. No sé hasta qué punto este olvido se fundamenta en la calidad de su producción, lo que desconozco, de momento. En los artículos periodísticos  y algún cuentecillo suyo que he tenido la oportunidad de leer derrocha imaginación e ingenio. La crítica de su tiempo parece mostrarse benevolente con su narrativa. 

El Imparcial 29 de Enero de 1922

   Su trayectoria como periodista también fue intensa y variada. Después de desfilar por diferente cabeceras de línea editorial republicana y partidista (España Nueva, El Radical de Madrid, El Mundo, Semanario El Momento) en 1919 recala en la redacción de un veterano de la prensa española, El Imparcial, en  la que permanece hasta su desaparición definitiva en el año 1933 (fue su último director).
   Con la proclamación de la II Republica retoma su actividad política en las filas del partido en el que militara desde sus orígenes, el Republicano Radical de don Alejandro Lerroux (perteneció a su Juventud en Cádiz y fue redactor en 1908 de El Radical Gaditano). En las elecciones a diputados a Cortes convocadas en 1931, comparece como candidato por la provincia de Jaén, por el PRR, no resultando elegido. Al año siguiente sería nombrado secretario de su Comité Nacional. En una gira de propaganda (marzo de 1932) por la provincia de Jaén, con la que parece tener cierto vínculo histórico, mitinea por diferentes poblaciones con el propósito de estructurar agrupaciones afines a su partido, en un momento en que entre las filas socialistas jiennenses se vivía una nueva etapa de conflictividad social. En la vecina localidad de Arjona, un mitin conferencia anunciado bajo el epígrafe “La Republica y sus problemas” fue reventado por grupos de alborotadores que lanzaron piedras y hasta se perdió un tiro, teniendo que ser evacuado el Teatro Cervantes donde se celebraba el acto.
    Tras el triunfo de la coalición antimarxista, en la que se hallaba integrado el PRR, en la elecciones celebradas en Diciembre de 1933, es nombrado para hacerse cargo del Gobierno Civil de la provincia de Lugo, en cuyo cargo permanece hasta finales de 1934 que es cesado  por diferencias con su partido. Parece ser que abandona del todo la política, el periodismo y la literatura. Una crisis existencial motivada por su separación matrimonial pudiera ser la responsable de dicha actitud.
     No volvemos a tener noticias suyas hasta ya iniciada la guerra civil. Por su pasada militancia Radical sufrirá la represión de los dos bandos. Primero en Madrid, siendo  detenido y puesto a disposición de los Tribunales Populares de Urgencia por presunta desafección a la Republica. En aquella época trabajaba como operario en una fábrica de gaseosas. Tras pasar una buena temporada en la prisión de Porlier, fue finalmente puesto en libertad gracias a los testimonios exculpatorios de significados dirigentes republicanos.



    Sobre cómo le afectara la represión puesta en práctica por los vencedores no tengo noticias, aunque su nombre aparece relacionado en la base de datos de víctimas del franquismo (Portal Pares) y su expediente se conserva en el fichero general de la sección político-social del Centro Documental de la Memoria Histórica de Salamanca, al que no he podido tener acceso.
    Creo que en el hecho de quedarse entre dos aguas pudiera estar el motivo determinante de su olvido.


04 enero 2012

SOLIDARIDAD OBRERA


    La historia entendida como disciplina, a veces va mucho más allá de ser una mera fuente de cultura y transmisión de conocimientos, y se presta a encontrar en ella reflejos o ejemplos con parangón en la actualidad.
    Vivimos un largo y cada vez más incierto periodo de crisis económica que se está cebando primordialmente con la clase trabajadora en forma de desempleo masivo, salarios precarios, abaratamiento del despido, juventud sin expectativas, recortes, congelaciones… y lo que nos espera, si finalmente se pone en marcha esa interesada reforma laboral en la que algunos quieren ver la panacea para salir de la crisis.
    Da la triste impresión de que se ha perdido la conciencia de clase y los propios trabajadores (entre los que parece predominar el conformismo) hasta dudan de su histórico poderío a la hora de plantar batalla a la adversidad. Los sindicatos mayoritarios se han ido progresivamente desprestigiando y  han perdido por completo su capacidad de movilización. Es más, les cuesta consensuar medidas de unidad de acción y parecen estar más pendientes de lo que hace mal el vecino que de lo que se podría hacer en defensa de los legítimos intereses de clase. Con el tiempo el sindicalismo se ha hecho cada vez más sectorial e individualista,  y aquella “Solidaridad” que marcó el origen del sindicalismo moderno parece difuminarse entre intereses oscuros y la desidia generalizada.
    Para intentar romper con ella, me valdré de las reflexiones de José Montilla Doncel, un militante anarcosindicalista de Castro del Río, plasmadas en un escrito publicado bajo el título de “A mis hermanos campesinos” (Acción Social Obrera, nº 74 de 7 de diciembre de 1929), donde se detiene en la regresión o derrumbe sufrido por aquel pujante sindicalismo campesino de la campiña de Córdoba del periodo 1918-1923, durante la larga travesía de la Dictadura de Primo de Rivera, a la vez que azuza y saca los colores a sus hermanos de clase por el acomodaticio nivel de inconsciencia en el que habían caído.



     Creo que estas sencillas palabras, salidas de la pluma de este humilde campesino castreño, nos pueden servir de ejemplo para comprobar cómo su lucha y la de un reducido elenco de compañeros (José Dios Criado, José Criado López, Bartolomé Montilla Ruz, Lucas Centella Aranda, Rafael Villegas Sánchez, Juan Gómez Gutiérrez…) que supieron permanecer en la brecha pese a las adversidades y la indiferencia, permitió que el anarcosindicalismo de la campiña cordobesa resurgiera con nuevos bríos, convirtiéndose en hegemónico y poderoso durante la década de los treinta.
    El contexto histórico no tiene nada que ver con el actual, ni aquellos sindicalistas con los de ahora. El parangón, lo establezco simplemente porque creo en se hace necesario romper con ese  letargo y conformismo en el que andamos  sumidos tanto quienes tenemos la suerte de tener un puesto de trabajo, como quienes lo han perdido o quienes aspiran a conseguirlo. Debemos de procurar que el peso de la crisis no recaiga principalmente sobre los asalariados y las clases medias, y evitar a toda costa la perdida de históricos derechos y la devaluación de las políticas sociales. Se me ocurren fórmulas, pensemos juntos, aunemos nuestros esfuerzos, revolucionemos nos con inteligencia si fuese preciso. Quedarse cruzados de brazos supondría entregarse a la arbitrariedad, abuso e indolencia de quienes se supone deben adoptar medidas correctoras. Mantengamos nos en guardia, recelemos, desconfiemos…y empecemos a exigir con conciencia de una puñetera vez.
    Dejo de lado este pequeño mitin-desahogo-pataleta individualista en busca de la movilización colectiva y transcribo tal cual el artículo de José Montilla. Espero que os azuce el espíritu:


A mis hermanos campesinos

    El periodo entre 1918 y 1923 también fue una etapa gloriosa en las luchas del campo. El noventa por ciento de los trabajadores estaban asociados en las Federaciones de la CNT, los trabajadores eran respetados, se ganaban jornales que si no cubrían en todo las necesidades de nuestros hogares, en parte quedaban satisfechas. En los periodos de huelga los obreros de una localidad cualquiera prestaban solidaridad a los que […] se encontraban impedidos de recorrer los cortijos e imponer dejar el trabajo a los esquiroles. Se alimentaron nuestros estómagos e impusisteis un respeto que lo uno y lo otro tenéis perdido a consecuencia, quizás, de creer que todo lo teníais resuelto y la realidad del momento confirma que no había nada hecho. Desde que cambió el régimen político de la nación suprimieron la poca libertad de prensa que había […] y quedamos recaídos al silencio.
    Como nuestras conciencias no estaban preparadas para salvar los múltiples obstáculos que han sobrevenido, desmayasteis y abandonasteis el sitio de vuestro valer. El enemigo al acecho, aprovechó ese momento de abandono y reconquistó el terreno perdido  ¿De qué sirvió tanto luchar, pasar tantas privaciones si nos encontramos en la misma o peor situación que antes?   ¿A qué obedece el cambio doloroso de abandonar las filas de nuestras organizaciones para lanzarse a ciegas por el camino de las confusiones y fracasos? Comprendo que una gran responsabilidad recae en los individuos que lucharon a nuestro lado como elementos significativos y hoy sirven de contrapeso a nuestros sacrosantos ideales. Muchos de los que se llamaron compañeros están entregados en cuerpo y alma a esa organización antítesis de nuestra confederación: la UGT.

(Acción Social Obrera nº 74 de diciembre de 1929)

    Para entender ese transfuguismo denunciado desde las filas anarcosindicalistas tenemos que recordar que la otra gran central sindical del país, la UGT, durante los años de la Dictadura de Primo de Rivera permaneció dentro de la legalidad y hasta colaboró con el nuevo orden, mientras que la CNT pasaba a la clandestinidad y era perseguida.



    El articulista, imbuido por los esquemas de lucha de clases que se estilaban en aquel pretérito agro andaluz, señala claramente como enemigo a la patronal, que sabe aprovecharse a la perfección de la debilidad organizativa obrera para imponer clausulas y condiciones. El enemigo principal del trabajador del siglo XXI, ya no son los patronos, ni la crisis, sino aquellos que la han provocado. Son enemigos invisibles, que no necesitan dar la cara y disponen de herramientas lo suficientemente poderosas como para evitarse perder el tiempo en negociaciones estériles e insulsas. Saben y pueden imponer políticas en favor de sus intereses.
    Juguemos al “enemigo invisible”, arrebatémosle la máscara a los poderosos. De todos depende.


12 diciembre 2011

“Blas Cabello Chocero: callista, anarquista, zapatero, republicano, carnavalero, taurino, taurófilo y poeta”.


     Habíamos dejado las entregas dedicadas a este célebre y polifacético profesional del callo cordobés con la buena fortuna que le acompañara durante los primeros años del siglo XX, al ser agraciado, en un par de ocasiones, con premios del sorteo de la Lotería Nacional (Blas Cabello “lotero”).
     No sabemos exactamente el uso que Don Blas le diera a esos premios, pero, como podremos comprobar a continuación, parece ser que le sirvieron fundamentalmente para formarse e instruirse, aunque sin dejar de lado la conciencia de clase propia de su origen humilde (era hijo de un limpiabotas).
     Las colecciones de prensa histórica nos proporcionan alguna que otra información sobre su militancia obrerista y republicana en los albores del siglo. 
    Durante el año 1905, cuando el movimiento obrero cordobés de inspiración anarquista permanecía aún organizado, nos aparece el nombre de Blas Cabello como tribuno y orador en actos públicos convocados por las sociedades obreras de la capital cordobesa, junto a históricos, caso de Luis Montoro Guijo y Antonio Puntas (ambos procedentes de los tiempos de la Primera Internacional), el pintor Francisco Urbano o el zapatero Juan Palomino Olalla.
    Intuyo que no llegaría a ser demasiado exitosa su corta andadura inicial como callista, y lo más probable es que tuviera que retomar su original profesión de zapatero (no me consta la existencia de gremio alguno de callistas entre las sociedades obreras cordobesas de la época, ni creo que hubieran suficientes cotizantes como para constituirlo).

Guerra Ruso-Japonesa
    En un acto antimilitarista y pacifista (“Por la Paz y contra la guerra ruso japonesa”) celebrado en la plaza de toros de Córdoba en enero de ese mismo año, Blas Cabello, tras saludar a la prensa, invocaba el concurso de la misma para procurar que las guerras concluyesen. Sus compañeros en el uso de la palabra fueron bastante más rotundos. Puntas, a la par que pide la Paz Universal, ataca los conceptos de Religión y Patria, y califica a las guerras como el peor de los males de la humanidad; Urbano censura los uniformes; Palomino critica la educación actual que a las guerras conduce y dedica un recuerdo a Luisa Michel; Martínez denuncia la proliferación en el uso de juguetes bélicos (soldados, caballos y sables) y ve en ellos el germen de las guerras; Valdés apuesta por la “Revolución Social” como fórmula para acabar con la guerra.


    
     Ya en el mes de septiembre de 1905, cuando el movimiento iniciaba ya su recesión, volvemos a constatar su presencia en un nuevo acto convocado para protestar por el bárbaro crimen cometido recientemente en la Rambla de las Flores de Barcelona.
      Los anarquistas Cabello, Palomino y Pozo, en tonos moderados, protestaron por cierta campaña orquestada en su contra por sus enemigos y detractores, desmarcándose de la violencia. Se acordó en el mismo, remitir a la prensa madrileña un telegrama de indignación y  protesta contra aquellos periódicos que habían utilizado alegremente el titular de “crimen anarquista”, sin existir pruebas fehacientes para ello.



     El centro obrero de la calle Fitero, en torno al cual llegó congregarse aquel primer obrerismo organizado del siglo XX, fue de los últimos en permanecer enhiesto ante las discordias que ya minaban el movimiento obrero. Proyectos de regeneración moral de la clase obrera, como su escuela o las conferencias de extensión cultural desde él patrocinadas, fueron sucumbiendo, a la vez que sus socios se dispersaban o desertaban de sus filas, hacia finales de 1905.
     Aquí le perdemos la pista durante unos cuantos años a nuestro zapatero y  proyectado callista con raíces obreristas.
     Supongo que, el hecho de haberse señalado por su militancia sindical anarquista, no debió de resultarle de gran provecho a la hora de hacerse de la suficiente clientela como para vivir de los pies ajenos. Tal vez, se viera avocado a buscarse la vida de dispar manera. Las noticias, entre serias y  jocosas, que sobre él nos proporciona el Repórter X, nos informan sobre ciertas ocupaciones bohemias e itinerantes: malabarista, prestidigitador, hipnotizador (Monsieur Saball) o vendedor de cocos por esas ferias, durante cierto periodo de su vida.

     A partir de 1910 ya reestablecido profesionalmente en Córdoba como pedicuro, parece sentirse atraído por la política.  Iniciará su andadura en las filas del Partido Republicano Radical (Lerroux). Se hará cargo de una de las Secretarías de la Junta Municipal de dicho partido en Córdoba, junto a un joven Eloy Vaquero, que ocupa ya una vocalía, y el también ex anarquista y futuro concejal Rafael Camacho Rus al frente de una de las vicepresidencias.
     También procedente de las filas de la acracia, el zapatero Juan Palomino Olalla ingresaría ese mismo año en un incipiente Partido Socialista cordobés.



     Durante su breve paso por la política, apenas un año, le dio tiempo de dirigir el periódico Fraternidad Republicana y de participar en algún que otro mitin del partido, como el celebrado en el Teatro Circo el 17 de abril, al lado de Luis de Tapia (redactor de España Nueva) y otros, solicitando del gobierno la ampliación de la amnistía recientemente concedida por los sucesos de Barcelona, la apertura de las escuelas laicas, el servicio militar obligatorio, abaratamiento de subsistencias y la abolición del impuesto de consumos.

     
    El Blas Cabello que salta a las páginas de la prensa cordobesa durante el carnaval del año 1911 ya no guarda relación alguna con sociedades obreras ni partidos políticos. Mientras republicanos y socialistas se afanan en preparar un gran mitin en la Plaza de Toros, con la presencia de destacadas individualidades (Benito Pérez Galdós, Pablo Iglesias, Melquiades Álvarez, Rodrigo Soriano…), Blas Cabello, seguido de una retahíla de muchachos, anda por Córdoba vestido de mascara “pregonando al estilo árabe y luciendo la indumentaria apropiada”, haciéndole la competencia y ensombreciendo a la popular comparsa del “Cojo Barrera”.



     A ese mismo tono jocoso e ingenioso responde la siguiente noticia sobre él que se remonta al año 1913. Eugenio Noel, un peculiar personaje, profesional itinerante de la conferencia, recala en Córdoba donde imparte varias charlas patrocinadas por sociedades obreras, círculos políticos e instituciones cordobesas.  
     El tema a desarrollar, lo ponía el propio conferenciante en función del  auditórium contratante. En los medios obreros y republicanos solía recurrir a un regeneracionismo crítico con ciertas costumbres muy arraigadas en nuestro país, llámense corridas de toros o flamenquismo, por lo que sus intervenciones solían suscitar la polémica y las opiniones contrastadas.
      Don Blas Cabello, que ya gozaba de cierto renombre y popularidad en la capital cordobesa, parece ser que indignado por “las ofensas inferidas por Noel a Córdoba donde obtuvo tan cariñosa acogida” promovió la organización de una conferencia “antinoelista”, siendo él mismo el encargado de subir a la tribuna para rebatir los asertos de Noel:






Diario de Córdoba 13 de octubre de 1913

    Ni que decir tiene, que no procede hacer parangón entre la talla intelectual injustamente oscurecida de Eugenio Noel, con la nuestro ocurrente y simpático amigo Blas. Aunque su osadía y atrevimiento jocoso le servirían para ganarse las simpatías del mundo taurino cordobés. Los cronistas taurinos de la época, recurrirían en más de una ocasión a sus humoradas para rellenar espacio en aquellos festejos especialmente insulsos:

Diario de Córdoba 26 de julio de 1914


   Sobre la progresiva popularidad y ocurrencias protagonizadas por este genuino personaje ya nos hemos ocupado suficientemente de ellas en la serie de entradas etiquetadas como “Lo que no hizo Blas” (para quien se le despierte la curiosidad).
    Las últimas noticias que disponemos de él son de la década de los treinta. En junio de 1931, en vísperas de las elecciones de la que saldrían los diputados encargados de redactar y aprobar la Constitución de la República española del año 1931, los gacetilleros de la prensa cordobesa siguen sacándole partido a su ya histórica celebridad guasona:

El Defensor de Córdoba  5 de junio de 1931


    Lo último que conocemos sobre este buen hombre es un poema dedicado "A la mística y evocadora plaza del Cristo de los Dolores" que vio la luz en el prestigioso semanario madrileño Mundo Gráfico (31 de mayo de 1933), donde, dejando al margen su calidad literaria, en la que no entro, hace especialmente gala de su reconocida pasión por Córdoba, su ciudad eterna:




    Si por x o por y, descubriera nuevas facetas merecedoras de publicidad relacionadas con Don Blas, aquí estaremos prestos y resueltos para divulgarlas y contarlas. Aunque creo haberlo estrujado ya lo suficiente. ¡Perdón Don Blas por entrometerme en su pretérita y variada existencia! ¡Ya coincidiremos para departir al respecto! ¡Como haya vino en la Gloria nos tenemos que poner gloriosos!




02 diciembre 2011

Socialismo y obrerismo en Porcuna. La Crisis agrícola del año 1905.


     El año de 1905 estuvo marcado por una fuerte crisis económica y social, por efecto de una intensa y pertinaz sequía que recorrió todo el país y que se cebó especialmente con la  mayoría de las provincias andaluzas. Porcuna no se librará de sus secuelas, aunque sin llegar a alcanzar tintes tan dramáticos y levantiscos como de los que se revestirá en vecinas localidades de la campiña cordobesa como Bujalance o Castro del Río.
     Quienes puedan mostrarse interesados, a efectos comparativos, por el desarrollo e incidencia de la crisis en esta última localidad, está desarrollada profusamente en una de las entradas de este blog (aquí).
      Aun perteneciendo al mismo ámbito cultural por geografía y tipo de cultivo (agricultura mixta de cereal y olivar), los flagrantes desequilibrios en la distribución de la propiedad agrícola que se dan en la localidad cordobesa, motivarán el arraigo preferente de las doctrinas anarquistas, mientras que entre el proletariado agrícola de Porcuna son las socialistas las que desde un principio echaran raíces prácticamente sin competencia.  
    Desde las páginas del semanario El Socialista, a finales de 1904, mucho antes de que la crisis se agudizara y generalizara, se promueve entre las organizaciones obreras afines al socialismo cierta movilización a nivel nacional, cuyas peticiones se centran mayormente en el abaratamiento de los artículos de primera necesidad y en la demanda de obras públicas con las satisfacer las necesidades de los cada vez más numerosos brazos desocupados.
    El Centro Obrero de Porcuna no tardaría en remitir su adhesión a esta campaña. Dentro de la misma se organizaría un doble mitin para el día 26 de diciembre en los que peroraron José Lorite Castor  y Agustín de Sicilia López, pertenecientes a las agrupaciones socialistas de Linares y Jaén respectivamente. 



   “Como consecuencia de estos actos ha habido bastantes altas en la Sociedad de Obreros agrícolas y en la Agrupación Socialista” (1)
  
   Ante la ausencia total de lluvia durante el invierno, los labradores empiezan a dar la cosecha de cereal por perdida, prescindiéndose de ciertas labores tradicionales de primavera, lo que se traduce en una inmediata y  profunda crisis de trabajo con el hambre amenazando a aquellas familias cuya subsistencia dependía exclusivamente de jornal diario. Hasta las páginas de la prensa saltan infinidad de noticias sobre la desesperada situación que se empieza a vivir por diferentes lugares diseminados por toda la geografía nacional:

    “En Porcuna (Jaén) se nos dice que la penuria es tal que ya los rostros macilentos y taciturnos de los vecinos dicen bien claro las penalidades que pasan y la falta de esperanza que poco a poco va apoderándose de todos. Nuestro comunicante añade que si a tal situación no se le pone remedio, aquel y oros muchos pueblos de Andalucía pueden ser un serio peligro para el orden, pues no hay peores consejeros que el hambre y la desesperación” (2).


      Remedios tradicionales como los alojamientos o las obras emprendidas por el municipio aliviarían la situación sólo temporalmente.
     A principios de abril los fondos del Ayuntamiento de Porcuna se muestran ya insuficientes para emplear a todos los trabajadores en paro, promoviéndose un motín, en cuya génesis podría estar el núcleo dirigente del Centro Obrero, con el que consiguen impedir que quienes se hallaban empleados en las obras del Ayuntamiento siguieran trabajando, bajo el lema o consigna solidaria de “trabajo para todos o ninguno”. Finalmente se resolvería el conflicto cuando acuerdan trabajar por un jornal más exiguo para así dar cabida a todos los necesitados (3).
     Por la misma fecha en Jaén se celebraba un solemne triduo “para impetrar del Altísimo lluvia que beneficie los campos”, después de una multitudinaria procesión conjunta de las sagradas y populares  imágenes de El Abuelo (Nazareno) y la Virgen de la Capilla (4). En Porcuna, aunque no puedo aportar documentación al respecto, suponemos también la existencia de rogativas con bendición de los campos incluida a cargo de Nuestro Padre Jesús Nazareno. 
    Especialmente celosos, durante aquella tesitura crítica, parece que se mostraron los líderes del Centro Obrero de Porcuna para evitar los abusos relacionados con los artículos de primera necesidad, especialmente el pan. Hasta las páginas de El Socialista salta alguna que otra denuncia relacionada con la falta de peso del expedido por algunos panaderos, y la pasividad e indiferencia en el proceder del juzgado (5):





    Tampoco  faltan quienes recurren al famoso dicho de “a mal tiempo buena cara”. La Revista cómico-satírica Monos  recoge la siguiente chanza relacionada con las dispares preocupaciones de un labrador de Porcuna y las de un hijo suyo, a quien costeaba estudios en la capital de España (6):



   La crisis no impediría que la Sociedad de Obreros Agricultores "Paz y Libertad" de Porcuna celebrase por primera vez la festividad del Primero de Mayo. Para hacer viables sus justos anhelos, los obreros tuvieron que transigir ante ciertas imposiciones emanadas de la primera autoridad local, que no sólo les impidió manifestarse al aire libre, sino que siquiera permitió que en los balcones exteriores del Centro Obrero ondease su recién confeccionada y estrenada bandera. La fiesta terminaría celebrándose finalmente de puertas adentro, adornándose floridamente los balcones y patio de los que la sede, ubicada en la calle Coronel Aguilera 2, disponía en su  interior, donde el nuevo pendón ocuparía su lugar preferente durante toda la jornada:

    “En ese mismo patio se celebró un mitin al que asistió numeroso público. Fueron muchos los trabajadores que se pasaron por allí para contemplar la nueva bandera. La cifra de obreros que pasaron ese día en el Centro no bajo de los 1000" (7)



    Conforme la situación se fue agudizando, el Gobierno tuvo que promover obras públicas con las que poder dar empleo al cada vez más numeroso contingente de parados. La primera obra emprendida para aliviar la situación en nuestra comarca sería la de la carretera de Baena a Porcuna.
     Se da la paradójica circunstancia, de que los pocos labradores que ofertaban trabajo tendrán serias dificultades para obtener la mano de obra necesaria, al producirse un desplazamiento masivo de los parados hacia las obras públicas emprendidas, donde el jornal superaba en un real al ofrecido por aquellos. El corresponsal en Porcuna de un periódico provincial, de supuesta línea editorial conservadora, se haría eco de tal despropósito invocando a la resignación cristiana del proletariado, por lo que recibirá la oportuna replica del corresponsal en de El Socialista (8):




    
    El Conde de Romamones, en funciones de Ministro de Fomento (Agricultura ,Obras Públicas, Industria y Comercio) durante el mes de julio realizaría una rápida y reparadora excursión por las comarcas más afectadas por aquella hambruna. Hizo escala en la vecina localidad de Bujalance, donde no sólo le esperaba toda una cohorte compuesta por los principales políticos y caciques de la comarca, sino que además tendría la deferencia de recibir a las comisiones obreras desplazadas desde Villa del Río, Porcuna, Lopera y la de la propia Bujalance, a las que atendió y prometió remedios inmediatos (9).

    

  
     El notario y abogado de Bujalance, don Juan Díaz del Moral, de acreditada talla intelectual y contrastada sensibilidad  por las cuestiones sociales, aprovechó la visita del Sr. Ministro para hacerle entrega de una elaborada exposición firmada por autoridades, funcionarios, representantes de los labradores, obreros y  prensa, “en la que se describe de manera magistral el estado económico por el que se atravesaba y se enumeran remedios para solucionar la crisis agrícola” (10).
    La visita del Sr. Conde de Romanones no tardaría en hacerse acompañar de nuevos fondos con los que terminar o emprender nuevas obras públicas, y mitigar en la medida de lo posible la escandalosa miseria a la que parecía estar condenado el proletariado agrícola de la región. Seria el trozo tercero de la carretera de la Estación de Martos a Porcuna, presupuestado con 55.630 pesetas el que debía resolver la problemática del paro en estas dos importantes agro ciudades.
   Desequilibrios en lo referente al reparto de los millones y lo insuficiente de las partidas económicas destinadas al efecto, cuyo grueso casi se esfumó con el pago de los terrenos expropiados, no terminaron por resolver el problema en Porcuna.
   Bastante exaltados debían hallarse ya los ánimos, cuando el 26 de septiembre por la mañana, grupos numerosos de obreros sin trabajo se concentraron ante la puerta del Ayuntamiento de Porcuna “demandando ocupación o auxilios para no morir de hambre”. Su actitud era predominantemente pacífica, aunque tampoco faltaron palabras amenazadoras, que terminarían sembrando el temor y la inquietud entre propietarios y autoridades (11).



    La concentración se reproduciría al día siguiente, si cabe, con caracteres más graves, tal como se desprende del telegrama remitido por el Gobernador Civil de la provincia de Jaén pidiendo auxilio a la desesperada al Gobierno de la nación (12):




    El movimiento obrero en Porcuna, desde sus orígenes se había caracterizado por el estricto acatamiento del ordenamiento jurídico, y sus acciones habían transcurrido siempre por cauces más bien dóciles e inofensivos. No consta el mínimo asomo de la utilización de la huelga como herramienta al servicio de las luchas proletarias. Sírvanos de ejemplo, su manera de transigir ante la prohibición arbitraria para las celebraciones del Primero de Mayo referidas, o sus tímidas denuncias ante los más que evidentes pucherazos sufridos por sus candidatos durante sus primeras comparecencias ante las urnas.
   Ante la ambigüedad manifiesta del telegrama, en el que presuntamente se les relaciona con hechos punibles, no tardarían en saltar a las páginas de El Socialista las oportunas puntualizaciones (13):



    Otro hecho que ratifica la orientación pacífica de la sociedad obrera, pese a las graves adversidades de aquel año, es la expulsión inmediata que recayó sobre uno de sus miembros llamado Francisco Rosel (a) “Musiquero”, aquel “ladrón de confesionario” que posiblemente acuciado por aquella necesidad extrema, optara por resolver la crisis a lo Robín Hood y haciéndose pasar por un temible anarquista, atracaba por la rejilla del confesionario al señor cura párroco, exigiéndole una cuota mensual de 100 pesetas si quería mantenerse con vida (14).



    Para completar esta pequeña aproximación al movimiento obrero en Porcuna durante los primeros años del siglo XX, sólo queda pendiente la acción política desplegada por estos primeros socialistas de Porcuna, así como sus nombres que aún no desvelo. Si consigo acceder a fuentes fiables con las que poder ponderar el potencial numérico real de estas primeras organizaciones políticas y sindicales vinculadas al socialismo, prometo volver a ocuparme del tema. 

NOTAS

      (1)  El Socialista 6 de enero de 1905.
      (2)  El Imparcial 1 de abril de 1905.
      (3)  La Correspondencia de España 5 de abril de 1905.
      (4)  Ibídem.
      (5)  El Socialista 24 de febrero de 1905.
      (6)  Monos 15 de abril de 1905.
      (7)  El Socialista 12 de mayo de 1905.
      (8)  El socialista 5 de mayo de 1905.
      (9)  El Defensor de Córdoba 24 de julio de 1905.
     (10)  Ibídem
     (11)  El País 27 de septiembre de 1905.
     (12)  La correspondencia de España 28 de septiembre de 1905.
     (13)  El Socialista 6 de octubre de 1905.
     (14)  El Socialista 8 de septiembre de 1905.