Espacio abierto dedicado al estudio de las historias locales de los municipios de Castro del Río (Córdoba), Porcuna (Jaén) y Motril (Granada), así como sus adyacentes. Recomiendo la utilización del apartado de comentarios para aportaciones, consideraciones, críticas o rectificaciones. De igual manera, está disponible para quienes deseen colaborar con la publicación de artículos o aportando documentos, sobre cualquier tema de carácter histórico relacionado con dichas poblaciones.

20 abril 2011

El Maestro Algaba y su aportación a la Semana Santa de Castro del Río.

Francisco Algaba Luque (1871-† ?)

   Son escasas las noticias que recoge la prensa histórica cordobesa sobre las celebraciones de la Semana Santa de Castro del Río con anterioridad a la guerra civil.
   Exceptuando las de los años 1920 y 1932, marcadas por la intransigencia o empecinamiento de tirios y troyanos, en sendos momentos históricos de considerable tensión social, con incidentes graves de los que se hace sonoro eco la prensa provincial, apenas si encontramos en ella otras informaciones sobre la evolución de esos particularismos y tradiciones (escoltas de soldados romanos, penitentes con la cruz a cuestas, coro de capilla, la arcaica y autóctona samaritana , pregones o saetas de rigor) que han llegado hasta nuestros días y  que la convierten en una de las más auténticas y atractivas de la provincia de Córdoba junto a las de Baena y Puente Genil. Aunque desde mi particular punto de vista, la especial impronta de la Semana Santa de Castro se la otorgan sus todavía casi inmaculadas plazas, calles y rincones por las que transcurren los desfiles procesionales.


   El diario de Córdoba en los albores del siglo XX publica una crónica firmada por C.G. que aporta profusa información sobre la composición de las escoltas de soldados romanos de las tres cofradías históricas. De ello ya se ocupa Francisco Morales Basurte en un interesante artículo ilustrado en el que analiza la evolución histórica de la soldadesca castreña (pinchar enlace).
   Es raro, que el prolífico corresponsal del diario católico El Defensor de Córdoba durante la primera década del siglo, José Mª Jiménez Carrillo, no nos halla transmitido crónica alguna sobre ella. Ello me induce a pensar en cierto decaimiento durante las primeras décadas del siglo XX, coincidiendo con la implantación del movimiento obrero, el auge del republicanismo federal y las agudas crisis agrícolas de los años 1905 y 1906.
   Parece ser, que de la salida de esa crisis, es en gran parte responsable el político, acaudalado propietario, abogado y músico local Francisco Algaba Luque, nombrado para ostentar para el año de 1918 el cargo de hermano mayor de la cofradía de la Soledad y el Santo Entierro.
   Su correligionario y amigo Antonio Pérez L. Toribio, en tareas de corresponsal del Diario de Córdoba, le dedica una extensa crónica a la Semana Santa de aquel año “celebrada con especial recogimiento y solemnidad”:

La Primera

   Se verifica el Jueves Santo, a la oración, y partiendo de la iglesia parroquial de Ntra. Sra. de la Asunción, pasa por la carrera y regresa a las diez y media de la noche. Figuran en ella celebrados  pasos, yendo bajo la dirección de la Cofradía de la Vera Cruz, constituida por todos los señores eclesiásticos de la localidad.

La Madrugá

   Cofradía de Jesús Nazareno, que partiendo de la iglesia del mismo nombre, a las dos de la madrugada, regresando a las nueve de la mañana del Viernes Santo. Ostenta esta procesión especiales caracteres de respeto y penitencia, siendo condición indispensable que todos los asistentes vayan descalzos. Tanto a la salida del Nazareno como a su paso por la carrera, se le cantan notables saetas, revelándose en todos los concurrentes la expresión del más profundo sentimiento. Los afiliados a esta cofradía pertenecen a distinguidas familias de la población.

La Última

   Por último la procesión de la Soledad y el Santo Entierro. Figuran en ella las personas más distinguidas de este pueblo, habiéndole correspondido ser hermano mayor en el actual año a Don Francisco Algaba Luque, que con su extensa cultura y grandes conocimientos ha concedido a la cofradía un relieve extraordinario, llegando a ser esta procesión la que ha alcanzado los mayores parabienes.

  Francisco Algaba, desde su niñez dio muestras de sus aficiones musicales. A los nueve años tocaba ya asombrosamente la flauta, posteriormente la guitarra a los once y a los dieciocho hacía sonar prodigiosamente el violín. Su maestro en estos instrumentos el director de la banda municipal de música de Castro del Río, José Díaz Carretero. Con el tiempo aprendería armonía, composición e instrumentación, de manera autodidacta, valiéndose de métodos sin intervención de profesores. Su presencia y colaboración es una constante en cuantas manifestaciones musicales, bien de carácter religioso o profano, tienen lugar en Castro del Río durante las primeras décadas del siglo XX.

   Su gran apuesta para ese año de 1918, haciéndola coincidir con el cargo honorífico de hermano mayor para el que es elegido, es el estreno durante los oficios del Viernes Santo en la Parroquia del Carmen del oratorio en tres partes y un epílogo titulado “El Calvario” de su propia autoría en colaboración del también músico local Daniel Rodríguez Navajas, con letra del propio Algaba, Diego López Priego y Francisco Álvarez Yuste.
  Para tal evento, tirando de influencias y de cartera, se hace del concurso del profesor de la Escuela Provincial de Música de Córdoba y virtuoso violinista, don Pedro Villoslada y Torres, y del joven tenor Baldomero Jiménez Nevado.
   La orquesta, que era numerosa, estaba compuesta por los más aficionados y competentes músicos locales, entre los que por cortesía del cronista se destaca al digno Juez de primera instancia e instrucción del partido, Mariano Torres Roldán, bajo la batuta todos del maestro Daniel Rodríguez.
   Para la coral se conforma una masa mixta:

   Las voces femeninas las aportan las niñas Carmencita Moreno Criado, Angelita Sigler Jiménez, Jesusa Navajas Díaz, Angelita Baena Bellido y Alfonsa Jiménez Carrillo;
como bajos José Cubero Camacho, José Navajas Millán y Andrés Aguilar Sánchez; al notable tenor invitado Baldomero Jiménez,  le secundan los locales Diego Navajas del Río, Francisco Navajas Aranda y los señores Romero, Salido, Barranco, Moreno…

   El cronista refiere la excelente interpretación y ejecución “que ha dejado imperecedero recuerdo entre el vecindario”, “tiene esta obra un sabor eminentemente religioso y he oído decir a personas competentes que es digna de ser interpretada en las mejores catedrales de España”.

   También se ocupa de como se ejecutaba el tradicional cruce de guiones en la calle Corredera:

   “A las tres de la tarde se encontraba toda la calle Corredera y el Llano del Convento llenos de fieles que lucían sus mejores galas. Se formó la comitiva que, partiendo de la casa del hermano mayor, había de recoger al clero parroquial de Nuestra Señora de la Asunción, para en unión de autoridades y Ayuntamiento, regresar a la iglesia del Carmen para asistir a la celebración de la fiesta religiosa.
   Se componía en aquellos momentos la comitiva de una escolta de romanos, la banda municipal, vistiendo asimismo los músicos trajes romanos, y otra escolta de caballería, ataviada en igual forma que la anterior.



   La música batió marcha y la comitiva emprendió su recorrido. Habiendo recogido a los elementos antes indicados, a las cuatro de la tarde apareció por la Plaza la comitiva en pleno, con majestuosidad indescriptible. De esta manera recorrió la Corredera, efectuándose al final de la misma el cruce de guiones y entrando todos en la parroquia de Nuestra Señora del Carmen para oír la santa palabra del ilustrado y elocuente orador sagrado, Padre Mediavilla, superior de la orden del Corazón de Maria, en la iglesia de San Pablo de Córdoba, y el poema titulado “El Calvario” ya referido”

  Terminado el oficio religioso a las siete de la tarde se ponía en marcha la procesión con todos los elementos antedichos. Con estas palabras y elogios al hermano mayor concluye su crónica Antonio Pérez López Toribio.

   En la Semana Santa del año 1929 se vuelve a ejecutar el poema musical “El Calvario” de Algaba-Navajas. En esta ocasión se cuenta con el concurso de una orquesta y coros venidos ex profeso desde Córdoba, al frente del director de la municipal de música de la capital cordobesa Mariano Gómez Camarero. Con posterioridad, para celebrar el éxito alcanzado, Francisco Algaba obsequiaría a los músicos cordobeses con una jornada campestre primaveral en una de sus fincas de Castro del Río.
   A finales de ese mismo año de 1929, María Algaba, su joven y única hija, que en el mes de abril  había contraído matrimonio con el también joven y abogado José Luís Fernández Castillejo (hijo del exdiputado José Fernández Jiménez), fallece como consecuencia de complicaciones surgidas tras el alumbramiento de su hijo.


  Francisco Algaba, lleno de dolor, se refugia en la música y compone un "Oficio de difuntos" en memoria de su hija, ejecutado por una orquesta y cantores de Córdoba y Castro del Río, en las honras fúnebres celebradas en la parroquia de Nuestra Señora del Carmen de esta villa. Una vez más su amigo Gómez Camarero dirigió la orquesta.
   El oficio desde el principio al final es un autentico gemido de dolor. En 1936 el autor conservaba celosamente estas partituras, porque fueron  sólo y exclusivamente escritas para su hija.
 
   Doy por hecho que las solemnes y majestuosas marchas fúnebres “Pobre hija mía” y “El Cristo del Carmen” (pinchar enlaces para escuchar) pertenecientes al maestro Algaba, que desde la reestructuración de la cofradía del Santo Entierro, realizada durante los años cuarenta,  forman parte indisoluble de su desfile procesional, están entresacadas de aquel “oficio de difuntos”. Desconozco si ya fueron interpretadas en vida de su autor, o se incorporaron con posterioridad a su muerte cuya fecha exacta no puedo precisar. Aun vivía en 1942 cuando ingresa en la Real Academia de Córdoba de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes, con un discurso de recepción titulado Origen y arte de los juglares músicos callejeros”.

   Durante la convulsa década de los años treinta Francisco Algaba traslada su domicilio a Córdoba, para poder estar cerca de su único heredero, su nieto José Luís.
   En el año 1933 le encontramos ya plenamente relacionado con el mundillo musical de la capital, cuando se hace cargo de la presidencia efectiva del Centro Filarmónico Eduardo Lucena.

Fotografía de 1933 del Centro Filrmónico en la Plaza del Potro
Sentado en el centro Francisco Algaba Luque

   Políticamente, desde su posicionamiento ideológico de republicano progresista (republicanismo conservador), hacia el que había evolucionado el antiguo Partido Liberal Popular Democrático (Fernandismo), colabora con el nuevo régimen como vocal patrono de la Junta Provincial de Reforma Agraria.
   En el año 1935, en los días previos a la Semana Santa, iba a ejecutarse una vez más “El Calvario” a beneficio del Comedor de Caridad de Córdoba, a cargo de la orquesta del Centro Filarmónico, bajo la dirección de Aurelio Pérez Cantero, en el cine Góngora. Finalmente, después de realizarse los ensayos pertinentes, la medrosa empresa no cedió el teatro, frustrándose la iniciativa.
   Al año siguiente su estrecha colaboración con el Centro Filarmónico Eduardo Lucena se plasma en el estreno de una nueva composición musical “Bocetos Cordobeses”, que tiene lugar en el Gran Teatro de Córdoba, acompañado de un rotundo éxito que comparte con Pérez Cantero, orquesta y coro, por su ejecución admirable.

Sentados: Francisco Algaba, Pérez Cantero y  Sr. Torrellas (recitador)
   Como prueba del carácter tolerante de Francisco Algaba, su estrecha amistad con el músico Aurelio Pérez Cantero, concejal de la coalición republicana socialista durante los primeros años de la República e integrante de la gestora municipal surgida tras las elecciones de febrero de 1936 en representación de Izquierda Republicana. Fue el propio Aurelio quien al leer las partituras, prendado de su armonía, animó a su modesto autor y puso especial empeño para que la composición musical de “Bocetos Cordobeses” terminará estrenándose. Unos meses después de aquel estreno perdería la vida al situársele frente a un pelotón de fusilamiento.
   Desconozco hasta que punto Francisco Algaba Luque pudiera haber sido molestado por los insurgentes triunfantes. Su consuegro y amigo don José Fernández Jiménez fue incomprensiblemente detenido por el famoso “Don Bruno” y excarcelado tras visitar el presidio su hijo José Luis para firmar unos documentos (dinero a cambio de la libertad ?).


     La fotografía que antecede es de las más antiguas que se conservan de la Semana Santa de Castro del Río.  Se corresponde con la procesión de Jesús Nazareno anterior a la guerra civil. Se aprecia en ella la particular manera de portar el paso “con correones” bajo palio, anterior a la  implantación de pesados y suntuosos tronos y canastillas que obligaron a la utilización de la rueda neumática, que aun se conserva en esta cofradía, libre de modismos y sensacionalistas puestas en escena de importación genérica..
     Es también el primer testimonio gráfico de la presencia del tradicional Coro de Capilla en los desfiles procesionales de Castro del Río.
     Habida cuenta que entre los años 1932-1934 no procesionaron las cofradías castreñas, exceptuando el  incidental amago protagonizado por la del Santo Entierro en la primavera de 1932 , o bien pertenece al año 1935, en que sí lo hicieron todas, o tenemos que retrotraernos a la década de los años veinte, cuando a raíz del impulso musical dado por el Maestro Algaba a la Semana Santa, al que nos hemos estado refiriendo, debió de generalizarse la presencia del coro de capilla en sus desfiles procesionales.
     Una comparativa fotográfica  nos va a servir para certificar y aproximarnos a la fecha exacta de la misma:

Publicado en Cultura integral femenina en septiembre de 1933.


     Resulta evidente que la persona que aparece junto al Cirineo se trata de Juan R. Cubero Camacho, Albacea Mayor de la Cofradía de Nuestro Padre Jesus Nazareno en 1933. Este señor, que trabajaba como empleado en la fabrica de Carbonell y Cia, aparece relacionado entre las victimas de derechas asesinadas en 1936.
    Por lo tanto hemos de descartar su datación en los años cuarenta, por la que algunos apostaban en el debate suscitado en los comentarios del blog del Coro de Capilla de donde he tomado la fotografía.
    Me inclino por situarla en los años finales de la década de los veinte o a lo sumo en 1931, ya que la procesión de 1935 no creo que se viese respaldada por tanto gentío como se aprecia en la instantánea.


Diario de Córdoba de comercio, industria, administración, noticias y avisos: 2 de abril de 1918 (crónica remitida por Antonio Pérez L. Toribio).

Córdoba gráfica : revista popular. Mayo de 1936. Incluye una semblanza biográfica sobre Francisco Algaba a raíz de la exitosa ejecución del poema musical “Bocetos cordobeses” en el Gran Teatro de Córdoba.

Elías Roldán, José A. Francisco Algaba Luque. Revista X Aniversario A.M  Villatoro y Algaba. 2003.

Fotografía: las de Francisco Algaba proceden del reportaje de Córdoba Grafica. El resto las he tomado de los diferentes blog dedicados a la Semana Santa de Castro del Río. En concreto las que utilizo pertenecen a la colección de Francisco Morales Basurte

09 abril 2011

Los orígenes de la Cofradía de la Vera Cruz de Castro del Río.


   La imagen que antecede, de la cruz con su manga, es el paso insignia con el que se abre el cortejo procesional de la Venerable Cofradía y Hermandad de la Santa Vera Cruz de Castro del Río en la tarde noche del Jueves Santo, conocida popularmente como La Primera.
   Tal denominación, no sabemos si obedece al hecho de ser la primera en salir a la calle en las tradicionales fechas de los desfiles procesionales de Semana Santa de Castro del Río (Jueves y Viernes), o a por estar considerada de manera fehaciente como la mas antigua de las cofradías penitenciales de esta villa cordobesa.

   Juan Aranda Doncel, en su Historia de la Semana Santa de Castro del Río (1987), documenta ya su existencia en el año de 1564, según consta en las Visitas Generales del obispado de Córdoba.
   Un fraile carmelita, natural de Castro del Río, Fr. Miguel Rodríguez Carretero (1749-† ?), de cuya vida y obra ya me he ocupado en reiteradas ocasiones, aporta informaciones que vinculan temporalmente a esta Cofradía con el primitivo Convento de los Carmelitas Calzados.
   En su Epytome historial de los Carmelitas de Andalucía y Murcia, por su condición de natural de la villa, le dedica un pequeño capítulo a la fundación y vicisitudes de aquellos primeros frailes “convidados por el Ayuntamiento y rogados por varias personas de distinción” que fundaron el convento de esta orden en la villa del Guadajoz. Fue a mediados del año 1555, y sus artífices un grupo de religiosos procedentes del convento de la ciudad de Jaén.

   Recoge unas primeras informaciones sobre la fundación del Convento de Castro del Río, que proceden a su vez de otro carmelita castreño, el R.P Pdo. Fr. Martín Osuna (†1706), Maestro de Estudios y después Rector del Colegio de San Alberto (Córdoba):

   “Este monasterio de N.S. del Carmen de Castro el Río se fundó en el año 1555; hizose la fundación a petición de la Villa y Regimiento, y después de haber entrado los religiosos y tomado posesión, se suspendió la execución de su fábrica porque el año 1559, siendo obispo de Córdoba el Yltmo. Sr. D. Diego de Eslava y Esquivel, dio licencia para que se continuase la fábrica de dicho Convento y se poblase de religiosos, a petición del R.P fr. Gregorio Fernández, Provincial que a la sazón era en esta Provincia. En los libros de Bautismo que tiene la Yglesia Parroquial de la citada Villa, en la fe que da el Cura o partida de un bautismo que se administró a diez de Octubre de 1555, se lee lo siguiente: y en este mismo día se funda en esta villa un convento de N.S. del Carmen. La licencia que dio el referido obispo Eslava se conserva en el archivo de este Convento”.



   El padre Rodríguez Carretero no se conforma con esta corta reseña y emprende nuevas investigaciones. Gracias a ellas conocemos que fue al abrigo de la Cofradía de la Vera Cruz, instalada en la Ermita del mismo nombre, en el sitio del posterior convento, donde se instalarían en un principio la comunidad de religiosos fundadores. No provistos de la oportuna licencia para su establecimiento, el Ilmo. Sr., D. Leopoldo de Austria, entonces obispo de la Diócesis de Córdoba., paralizó su establecimiento hasta 1559, en que obtenido de forma reglamentaria el permiso, se reanudan las obras de fabrica:


 “Los Cofrades de la Cofradía de la Vera Cruz, sita y establecida en una Ermita que había inmediata a la entrada o compás que es hoy de este Convento, tomaron las casas contiguas, fundadas donde hoy la Yglesia y Claustro; labraron Monasterio, pues habilitaron las dichas casas a modo de Convento; decían Misa, rezaban los divinos oficios y predicaban al Pueblo, todo sin la bendición y expreso consentimiento del Prelado. Se pusieron prohibiciones sobre esto por su Ylma. y por sus jueces”.

   “Que en el sitio expresado hubo una Ermita de la Vera Cruz se comprueba por testimonios fidedignos por la citada Ermita y Cofradía se intituló la Casa al principio con la advocación de la Vera Cruz. En el año de 1557 se halla una escritura ante Gonzalo de Salazar, escribano público, y es una venta de el censo que Alonso de Solís otorgó en dicho año contra el Convento del Carmen de ésta, título de la Vera Cruz, se halla en el oficio que hoy tiene D. Miguel de Aguilar Guerrero al folio 141. Quando los cofrades cedieron a nuestros mayores la denominada Ermita, hicieron igualmente donación y entrega de la hermosísima y devotísima imagen de J. C. Crucificado que Juvenal Bruno hizo años anteriores en Baena a la Cofradía, el Simulacro de Sta. Helena y demás insignias que tenían.


   "Pero después, trasladando la Cofradía a la Parroquia, pidieron los cofrades a los religiosos las expresadas imágenes; éstos se opusieron, hubo pleyto, y en el año 1558 se convinieron y transigieron los cofrades con la comunidad. Otorgaron escritura en la que se contentaron con llevarse a la parroquia la imagen de Santa Helena y las andas para sacarla en procesión, y que quedase en el convento para siempre el SSmo. Señor Crucificado y la Cruz con su manga. Con esta y otras condiciones que expresa la escritura del convento se concluyó el pleyto. Se celebró esta escritura ante Manuel Barrionuevo, escribano público de esta Villa, en el nominado año de 1558; se conserva en el archivo una copia de ella. Desde dicho año dejo de intitularse la casa con el título de la Vera Cruz”.

Pintura miniada de Jan van Eyck
   Poco o nada sabemos sobre aquel crucificado perteneciente a la primitiva cofradía de la Vera Cruz de Castro del Río, obra del desconocido imaginero de Baena llamado Juvenal Bruno, con el que se quedaron los frailes del Carmen, tras aquel litigio mantenido con  la cofradía de la Vera Cruz que en un principio les diera cobijo.
  A principios del siglo XVII, los miembros de la Hermandad de la Soledad, erigida en 1574 en el convento de Nuestra Señora del Carmen, adquieren un nuevo crucificado, de cuya factura se hace cargo el imaginero Juan de Mesa el Mozo, dotado de articulación en sus brazos, para poder participar así en la representación del Descendimiento, tradición todavía conservada en algunos puntos de España
  Es de suponer que durante el ultimo cuarto del siglo XVI sería el crucificado de Juvenal Bruno el que procesionara en la estación de penitencia de la Cofradía de la Soledad.

Fuentes utilizadas:
Juan Aranda Doncél. Historia de la Semana Santa de Castro del Río. Circulo de Artesanos de Castro del Río, 1987.

P.Mº Fr. Miguel Rodríguez Carretero / Epytome historial de los Carmelitas de Andalucía y Murcia. Primera edición del manuscrito original de la B.N.E. Sevilla 2000. Presentación de la obra a cargo de Ismael Martínez Carretero (O.Carm).
La fotografía de la cabecera esta tomada del blog de la Hermandad.

08 abril 2011

Un post psicoterapeútico y una fecha histórica.

14 de Abril de 1931

   Quienes sigan este blog habrán podido comprobar una sensible reducción en la frecuencia de sus entradas. No me gusta lo de Post, ya que en mis actuales circunstancias tengo que ir acostumbrándome a desechar este término.
   Todo obedece a mi largo historial de fumador empedernido y a mi actual predisposición y firme propósito de desvincularme definitivamente de la famosa droga legal, tan lucrativa para las arcas del estado y tan perjudicial para el aparato respiratorio y para las economías domésticas.
   Mi apuesta por diversificar mis actividades de ocio y lo contraproducente de sentarse demasiadas horas delante del ordenador, lugar donde habitualmente se disparaba mi consumo diario de tabaco, son las razones por las que me prodigo menos en mi actividad bloguera.
   En mi lucha diaria, para ir reduciendo progresivamente mi dosis de nicotina juega un papel importante la actividad física y el deporte, complementaria de las terapias de grupo en las que andamos enrolados un variopinto grupo de personas con el apoyo técnico de profesionales.
   He optado por prolongar todo lo posible mi diario paseo vespertino con mi indómito y poderoso perro Benito. Para amenizar el recorrido y librarme de la recogida de sus deposiciones, he diseñado un itinerario por un descampado que transcurre en paralelo a las instalaciones municipales de tenis y padel de la Matraquilla (Motril). Cuando los jugadores de tenis demuestran un buen nivel, me entretengo con los bellos lances del juego, mientras mi Benito se dedica a ir levantando repetitivamente la pata hasta concluir con sus once o doce meadas de rigor que remata desprendiéndose de lo sólido.
   Otras veces no me atrae el tenis y desplazo mi atención a las contiguas pistas de padel, donde refulgentes señoras de edades en torno a los 35-40 años, con espectaculares y atractivas prendas deportivas, bajo la eficaz guía de un monitor cachas, se afanan por aprender la técnica del novel deporte de pelota.
   Son simplemente estímulos visuales que junto al chicle, el botellin de agua y la pipeta de mentol me ayudan a compensar la carga de ansiedad que me genera el cigarrillo ausente.




   A renglón seguido distribuyo mi tiempo libre entre el PC y las tareas domésticas (aún tengo permitido algún cigarrillo), hasta que a la caída de la tarde inicio un nuevo circuito, ahora en solitario y a trote cochinero.

   Por cuestiones de relieve y estímulos visuales paisajísticos (vistas a lo que resta de la fértil vega motrileña) y de otra índole, doy vueltas por el ancho acerado que transcurre entre las rotondas de Alcampo y la de acceso a la ciudad desde la playa. 
   Ya voy por tres diarias. La primera es de tanteo y reconocimiento, que me sirve para situarme estratégicamente en el circuito. Normalmente elijo un vehículo que mantenga buen ritmo y atractivo de espalda. Durante la segunda, me limito sostener el ritmo y la distancia de seguridad con el vehículo/culos que me preceden. La tercera es bastante más trepidante, sprinto desde lejos hasta adelantar mi vehículo guía, lo que me permite comprobar si las cualidades del reverso se corresponden con el anverso. Hoy en concreto me ha costado adelantar y le he metido al cuerpo una agotadora cuarta vuelta.

 

 
   Por lo tanto, son tres o cuatro las veces que me topo de frente con el cartelón publicitario que muestro a continuación:



   El recurso a esa fecha emblemática de la Historia de España para abrir al público las nuevas instalaciones de esta firma comercial en Motril, no creo que obedezca a una simple casualidad; probablemente está escogida a propósito a raíz del éxito en audiencia de la telenovela “14 de Abril: La República” y por las connotaciones revolucionarias y transformadoras de aquel 14 de Abril de 1931. La cadena Lind seguramente pensará revolucionar la oferta en el sector con atractivos precios para su potencial nueva clientela.
   Desde que inicie el  saludable hábito de andar, una de las cosas que más insistentemente han pasado por mi cabeza, durante la hora y cuarto aproximada que le vengo dedicando, ha sido la de elegir una fecha definitiva para pasarme a las filas revolucionarias de la resistencia antitabaco. Por la machacona presencia del cartelón, con la famosa fecha del 14 de Abril, pensé en ella para iniciar mi nueva andadura vital, por aquello de trasladar el simbolismo de aquellas luchas colectivas a mi particular y actual batalla, que me permitirá liberarme provisionalmente de esa estúpida esclavitud a la que llevo tantos años ligado. Cuestiones de calendario psicoterapéutico me llevan hasta el 19 de este mismo mes, como fecha idónea para comenzar con la abstinencia total. De cualquier manera, si me encontrara fuerte emocionalmente voy a intentar hacerla coincidir con tan señalada fecha, anticipándome unos días a la previamente acordada. Para ello tendría que superar la prueba de fuego del ágape convivencia laboral programado para ese mismo día (cigalas plancha, marisco cocido, salmorejo cordobés, rejos en salsa, y fritos variados, acompañado de bebidas espirituosas, llámese Alhambra fría o Blanco Calvente de la tierra). De no ser así, le daré tiempo al gobierno provisional republicano para que se organice. Total, son tan sólo cinco días de diferencia, después de más de treinta años esperando.

Treinta y tantos años de historial

   Una segunda batalla que me acecha, es la evitar la ingesta abusiva de alimentos y el consiguiente sobrepeso. De momento, para este próximo domingo pienso superar la ansiedad con unas migas de sémola, típicas de estas latitudes, acompañadas de ensalada y boquerones fritos.


   Para ir predisponiéndome a la también cercana renuncia a los placeres de la carne me he hecho en una librería de viejo de un antiguo recetario de cocina del médico vegetariano naturista Eduardo Alfonso y Herrán, responsable de la proliferación de estas doctrinas entre un nutrido grupo de adeptos (Pedro el Bueno y compañía) en la villa cordobesa de Castro del Río durante el primer tercio del siglo XX.

  



   Como, si definitivamente me libero de la carga económica del puñetero tabaco, voy a ahorrar un dinerillo, estoy pensando, ya puestos, iniciarme también en el naturismo con unas reconfortantes jornadas de asueto y descanso en el exclusivo hotel Vera Playa Club:



   Estas letras tienen un fin último: reafirmarme en mi propósito abandonista haciéndolo público a través de este medio, a la vez que, demostrarme a mí mismo que se puede permanecer varias horas sentado frente al ordenador sin necesidad de encender un cigarrillo (cual era mi tarea para la presente semana). Progresamos adecuadamente.

 Este post  cuenta con el patrocinio del Servicio Andaluz de Salud, Gabinete de Seguridad y Salud Laboral de la Delegación Provincial de Educación de Granada, Area de Deportes del Ayuntamiento de Motril, Centro Comercial Alcampo, Supermercados Lind, Cervezas Alambra, Bodegas Calvente , Hotel Vera Playa Club y chicles sin azucar Orbit.
   Los grupos tabaqueros Altadis y Philip Morris  ha rehusado mi invitación para colaborar, a pesar de que publicito algunas de sus marcas. Sus razones tendrán.


04 abril 2011

Laureados y mutilados. Porcunenses en la Guerra de Marruecos (1909-1927)



   Tras la pérdida de Cuba y Filipinas, España buscó una mayor presencia en el norte de África, logrando en el reparto colonial efectuado en 1904 y en la Conferencia Internacional de Algeciras de1906, el control sobre la zona norte de Marruecos.
   La burguesía española, privada de sus antiguos negocios coloniales, apostaba por la presencia en Marruecos, como una fuente de beneficios económicos, donde además de las explotaciones mineras se ofrecían otros campos de inversión en construcción de ferrocarriles, obras públicas, etc.
   Por otra parte, razones de prestigio para el mando militar, tras su humillación en la guerra contra los Estados Unidos, le hacia necesitar un nuevo conflicto donde recobrar el honor perdido.
   La confluencia de ambos intereses y la progresiva hostilidad del nacionalismo indígena rifeño apuntaban a tambores de guerra. Solo faltaba la chispa, el detonante.
   Este llegó el 9 de julio de 1909 con el ataque por parte de la guerrilla rifeña de la vía férrea que llevaba el mineral a Melilla, que se saldó con la muerte de varios trabajadores, tras el que se desatan definitivamente las hostilidades de esta primera parte del conflicto cococida como Guerra de Melilla. A destacar la severa derrota sufrida por las tropas españolas ante las enardecidos patriotas rifeños en el Barranco del Lobo.



   Una de las primeras medidas adoptadas por el gobierno español, presidido por el conservador Antonio Maura, fue la de decretar la movilización de los reservistas, lo que suscitó un ola de movilizaciones en contra de la guerra por todo el país. Anarquistas, republicanos y socialistas encabezaron las protestas esgrimiendo la irritante desigualdad de que tuvieran que exponer sus vidas aquellos que nos dispusieran de las 1500 pesetas necesarias para eludir la obligación. La máxima expresión la constituirían los sucesos revolucionarios de la Semana Trágica de Barcelona, entre el 26 de julio y el 9 de agosto de ese mismo año.

   Un pequeño párrafo de la editorial publicada en El Socialista al iniciarse el conflicto resume la esencia de esta actitud contestataria, en la que se denuncian determinados intereses capitalistas que se intentan ocultar detrás de una máscara patriótica:

   “No sabemos , naturalmente,  que deparará todo esto; lo único cierto hasta ahora es que a África han sido enviados unos cuantos miles de hombres a defender una supuesta ofensa al honor nacional, mientras los burgueses que han redimido a sus hijos del patriótico deber de empuñar las armas quedan aquí haciendo votos porque la suerte acompañe a nuestros soldados, para que ellos, los burgueses, puedan continuar la pacífica labor de explotar los trabajos de las minas rifeñas, causa de la agresión de los moros contra nuestros connacionales. Es la historia de siempre, el interés particular disfrazado de interés general”.


   En Porcuna, la sociedad obrera “Paz y Libertad” con escasa implantación aún, no creo siquiera que llegara a exteriorizar su protesta. Los reservistas afectados, algunos ya con mujeres e hijos, terminarían acatando con resignación tan impopular medida.
   No fue el caso de José Barrionuevo, un reservista porcunense, que imbuido por ese extendido  patriotismo al que se recurre para justificar la guerra, no duda en ofrecerse orgullosamente para empuñar las armas contra el infiel. De su excepcional predisposición patriótica lógicamente se hace eco cierta prensa interesada:

La Correspondencia Militar 20 de julio de 1909

   Una segunda medida adoptada, para aliviar conciencias y atender el desamparo en que quedaron las familias de los reservistas, fue la proliferación de  Juntas de Damas  por todo el territorio nacional, encargadas de fomentar la suscripción a favor de éstos.
   En Porcuna se recurre a  representaciones teatrales, como una medida más, para allegar fondos a tan caritativa y patriótica misión:


 Natalia R. de Aguilera, Sacramento Marina, Caridad Gallo, 
Anita G. Espiga, María Cabrero y Julita Borrego


   La oposición a la guerra por parte de la Agrupación Socialista de Porcuna y la Sociedad Obrera “Paz y Libertad” queda ya patente en un oficio reivindicativo presentado conjuntamente ante el Sr. Alcalde con motivo de la celebración del primero de mayo de 1911. Mas ambigua o menos resuelta, en esa misma fecha, es la actitud del Centro Republicano Radical que se limita a abogar por la instauración del servicio militar obligatorio y la creación de unas milicias nacionales voluntarias.
   Conforme avanza el conflicto el comportamiento heroico en combate era lógicamente ensalzado en la prensa, contribuyendo con ello a consolidar esa corriente oficialista de unidad de espíritu ante la guerra.
   El primer porcunense en recibir honores y reconocimientos sería el cabo Cristino Molina Carreño, del Regimiento de Cazadores de Taxdirt. Sería su propio Coronel el que pusiera en conocimiento de las autoridades de Porcuna el acreditado ardor guerrero de su paisano:


ABC 4 de febrero de 1912

   La respuesta de éste no se haría esperar. El Coronel del Regimiento de Taxdir recibiría, poco después, un patriótico oficio del alcalde de Porcuna, en nombre del Ayuntamiento, felicitando al cabo Cristino Molina por su heroico comportamiento en el combate de Zarroza, acompañado de un precioso sable, costeado por suscripción popular, para que le sirva de recuerdo de aquel brillante hecho de armas.

El Imparcial 10 de mayo de 1912


   A otro nivel, pues se trata de un militar de carrera, estarían los supremos honores alcanzados por otro porcunense. Me refiero al capitán de Artillería Modesto Aguilera R. de Aguilera. En 1909, a raíz de crearse un grupo de baterías en Ceuta, es destinado a dicha plaza. Ya con anterioridad a la ruptura definitiva de hostilidades se distinguió, al frente de una batería de montaña, en las operaciones intimidatorias desarrolladas contra los indómitos cabileños del aduar de Beni-Sala, liderados por el célebre Larbi Bulaich, último de la familia de los Valientes.


   Por posteriores méritos contraídos en el combate de Lauzien (Tetuán) el 11 de junio de 1913, le sería concedida, a título individual, la Gran Cruz de la Real y Militar Orden de San Fernando, popularmente conocida como La Laureada, la más preciada condecoración militar española.





  La foto que se muestra corresponde por el agasajo que le fue tributado en Porcuna por autoridades y amigos, estando ya propuesto para el ascenso a Comandante, que aun tardaría en llegar pues renuncia a la campaña africana al aceptar un cómodo y seguro destino en el los Talleres, Laboratorio y Centro Electrotécnico del Arma de Artillería en Madrid.

   Menos gloriosa, aunque mas humana y cercana a la cruda realidad que supuso para muchos españoles su participación en aquellas guerras, la noticia que nos aporta el corresponsal en Porcuna del diario cordobés La Voz sobre la odisea vivida por Rogelio Padilla Márquez, un soldado de remplazo porcunense, tras el famoso Desastre de Annual (1921).


Desde Porcuna

La odisea de un soldado



   En el momento que me disponía a despedir a los niños de mi escuela, se me presenta en ella para saludarme el antiguo alumno de la clase de adultos Rogelio Padilla Márquez, que regresó hace poco procedente de África, donde fue gravemente herido.
   Le saludo y veo que trae la mano izquierda mutilada, con dos dedos menos y anda un poco encorvado.
- Cuéntame hombre, cuéntame. ¿Qué te ha ocurrido por ahí?
- Milagros, solo milagros puedo contarle. El principal de todos es que estoy aquí vivo aunque no sano y puedo contarle.
- ¿…?
- Fui destacado a la posición de Tasirú, donde había unos setenta infantes  y veinte artilleros. En el mes de julio empezamos a notar algo irregular. El convoy que debía de llegar antes del día 20 nos enteramos de que había sido copado por el enemigo y empezaron a faltarnos los víveres, en particular, el agua. El día 23 fuimos sorprendidos y atacados por los moros de una manera atroz; y el día de Santiago, muertos de fatiga, de hambre y de sed se nos concluyeron las municiones. Quisimos defendernos a la bayoneta, pero sólo había de pie nueve hombres, de los cuales cuatro estábamos heridos.
   Mire usted, yo no me enteré en que momento fue, pero un balazo me dejó colgando estos dos dedos. Intenté huir, pero a los pocos pasos otro balazo me atravesó el costado por la cintura. Mire usted, me dijo levantándose la camisa y enseñándome las cicatrices de entrada y salida de la bala. Estando caído, a unos cien metros de la posición, llegaron unos moros que me desnudaron completamente poniéndose uno de ellos mi correaje. Luego, juzgándome muerto al ver el charco de sangre que había dejado, el mismo moro me dio unas “pataitas” en la cabeza y se alejaron. ¡Lo que yo sufrí entonces! ¡La sed me aniquilaba! ¡Cerca de cuatro días sin beber y en el mes de julio!
   Desde el sitio en que permanecía, que estaba algo oculto, distinguía a los moros quemando el campamento y echando en las hogueras los cadáveres de los soldados. Yo creo que muchos de ellos tenían viada aun. Después vi que con los que estaban diseminados hicieron unas cuantas piras con intención de quemarlas luego. Yo ya me veía en una de ellas, pero se hizo tarde y los moros cesaron en su tarea. Cuando la noche se echó encima y la oscuridad me protegía, me levanté como pude y emprendí la huida, al azar, sin saber a donde ir.
   A media noche me encontré un rió, que creo se llamaba Moruya, de bastante anchura y corriente bien fuerte. Yo nado regularmente y no me atrevía a atravesarlo por el estado en que me encontraba, pero pensé que morir por morir, más valía de esta manera que me dejaba alguna esperanza. Me eché al agua y bebí yo ne se cuanto, esto me dio ánimo, nadé y nadé y cuando acordé estaba en la otra orilla. No sabía donde me encontraba y continué andando. Al amanecer vi un campamento. Oí hablar una lengua extraña y venir hacia mí una porción de negros. Ignoraba de qué clase de gente se trataba, pero noté que no venían con carácter hostil. Luego supe que me encontraba en la zona francesa y aquel campamento era de su ejército colonial. Me atendieron admirablemente, me lavaron la herida como pudieron y me cortaron los dedos que llevaba colgando con un palo seco; no se como lo hicieron, pero dejo de sangrarme aquella herida.
   En un camión me llevaron a Taurif. Allí encontré refugiados otros españoles, entre ellos mi capitán y el teniente coronel de mi batallón, que pudieron en aquel desastre, alcanzar la zona francesa. Había también un teniente de Sanidad Militar que inmediatamente procedió a curarme. Se quedó admirado de la herida que no me había arrebatado la vida y de mi resistencia física al haber hecho todo lo relatado. Me curó muy bien y a él le debo el estar aquí.
   Nos transportaron a Oran y de allí nos repatriaron a Melilla, donde fui hospitalizado.
   De mi estancia en aquel hospital no le quiero decir nada. Ya leería usted en los periódicos lo que allí pasó en aquellos días.


   Por fin, en el vapor Alicante fui transportado a Cádiz, y a los pocos días a Sevilla. Ya entré en la gloria. Primeramente en San Telmo y después en la Cruz Roja.
   Nunca me pude imaginar que aquellas señoras que nos atendían y consolaban pudieran llegar a tanto. ¡La infanta doña María Luisa! ¡que buena! ¡que amable! ¡Bendita sea! Las otras señoras no dejaban de hacer lo mismo, pero no recuerdo sus nombres.
   ¡Y la Reina! ¡Que simpática y que cariñosa! Estuvo un buen rato a mi cabecera preguntándome todo lo ocurrido. Yo al ver que era la Reina no sabía ni hablar. Tomó nota de mi nombre y no sé que datos más y mandó me diesen un retrato suyo hermosísimo con una dedicatoria.
   Si dice usted que esta relación la va a publicar en La Voz, le ruego haga constar en ese  periódico mi eterno agradecimiento a todas esas señoras, empezando por S.M. y terminando por la última señorita de la Cruz Roja. No se que palabras emplear para expresarlo, pero por cualquiera de ellas daría mi vida".


   Hasta aquí la primera parte de la narración de nuestro soldado, suponemos que retocada y tamizada por la pluma del cronista corresponsal. No se aprecia en ella  el menor asomo de contrariedad o resentimiento. Todo lo contrario, parece mostrarse orgulloso de su servicio a la patria y agradecido para con las reales y aristocráticas damas que le cuidaron durante su estancia hospitalaria en Sevilla. Aunque el fin último del articulista es la denuncia social que se reserva para el último párrafo:

   “Mis heridas sanaron al fin y declarado inútil me mandaron aquí, donde me tienen a su disposición.
   Ahora no puedo trabajar, pues en el oficio de jornalero que ha sido siempre el mió, no puedo coger las herramientas; no puedo cavar, ni varear, únicamente escardar podría, si la herida de la cintura me dejara; pero al momento de estar encorvado me da un dolor muy grande que no me deja continuar. He solicitado un cargo de guarda rural, sereno o algo parecido. Me ha contestado el alcalde que me contestará cuando haya vacante, pero esta no ocurre y…el hambre aprieta.
   Se despide el Padilla cariñosamente y al irse me quedé pensando y pregunto yo: ¿Para que existe el batallón de inválidos?
   Y a mis lectores: ¿No habría alguno caritativo que pudiese conseguir su ingreso en él? Me parece más que merecido”.

Porcuna, Febrero de 1922.
  

   Desconozco exactamente de que medios disponía el estado en aquel contexto para cubrir estas situaciones, aunque supongo que ante el ingente volumen de bajas y heridos tras el desastroso desenlace de Annual se superaría cualquier previsión, como lo demuestra el hecho del estado de abandono al que fue condenado el valeroso y mutilado soldado Padilla. Supongo que el ya comandante de artillería Modesto Aguilera R. de Aguilera si cobraría religiosamente la cantidad estipulada anualmente por su Laureada, y otras distinciones como las cruces de Santa Cristina y San Hermenegildo que había acumulado a lo largo de su dilatada carrera profesional. Pudiera parecer demagógica la comparación. Simple y llanamente se trata de diferentes raseros, los que se utilizaban y se siguen utilizando en las colectividades humanas a la hora priorizar en las coberturas y de graduar el reconocimiento por servicios prestados a la comunidad (llamese patria chica, grande o regular).

Soldado Padilla


  
   La fotografía que utilizo no es del soldado Padilla, cual hubiera sido mi deseo, pertenece a un soldado desconocido más de los muchos que con desigual suerte fueron movilizados para aquellas guerras. Como de su historia no se ocuparon las revistas gráficas (caso del capitán Aguilera de cuyas fotografías me valgo para ilustrar la entrada), cabe la remota posibilidad de que fuera reconocido por sus descendientes (si es que los tuvo y pudo llevar pan hasta sus bocas con sus limitaciones físicas). De ser así, si éstos conservaran alguna fotografía de su desgraciada estancia en el servicio militar, les agradecería que me la hiciesen llegar para colocarla en el lugar en blanco que le he reservado.

01 abril 2011

Fútbol en Motril durante los primeros años 30. II


Temporada 1932-33

La competición oficial en 2º categoria preferente



   Con un escaso rodaje y falta de acoplamiento, debuta el Athletic de Motril en la competición con una derrota en Guadix ante la potente U.D. Accitana (3-1), en la que jugaban varios jugadores vascos que trabajaban en las minas de Alquife. Al domingo siguiente recibe a uno de los favoritos de la competición, el Antequera F.C., partido que levantaría una enorme expectación en la localidad. Apurada victoria de los visitantes por 3-4 y primeros incidentes motivados por una presunta actuación parcial del señor arbitro, que pitó un penalty imaginario y dos tantos en claro offside que dio por válidos. Así define el cronista del Defensor de Granada lo acaecido en el terreno de juego en un partido en el que se adelantaron los locales:

   “Francamente, si el campeonato va a seguir de esta forma, preferible es abandonarlo. ¿Miedo? ¡no! ; nunca lo hemos tenido y no hay razón para sentirlo. Lo único deplorable y lo que es peor aún, perjudicial, es que unas veces por el árbitro y otras por el público, jamás terminen los encuentros en buena armonía. Ha sido éste, por desgracia, uno de ellos, el cual comento, no como aficionado que defiende a su equipo, sino como aficionado a quien hieren estos espectadores que es necesario ir desterrando de los campos de fútbol.
   Bonito comienzo y terrible final. Fútbol, tenis, boxeo y hasta lucha grecorromana. Y aquí fue Troya”.

Defensor de Granada 5-12-32

   Comparando las alineaciones del periodo anterior, en que el equipo se nutre única y exclusivamente de jugadores locales, con las que aparecen en las crónicas de los primeros partidos de competición, se aprecia la incorporación de nuevos fichajes foráneos como Semper, Victorio o Bueno, que se unen a los ya citados anteriormente.

   En las siguientes jornadas se suceden dos nuevas derrotas como visitante ante el Recreativo Granada (3-0) y el Iberia de Málaga (4-0). Por fin, en la última jornada de la primera vuelta, en partido jugado como local, llega la primera victoria ante el Español de Granada (3-0) que le permite abandonar el farolillo rojo.
  La segunda vuelta se inicia con un empate en casa ante el Accitana de Guadix (2-2), goleada en contra en Antequera (5-1) y una meritoria victoria como local ante el Recreativo Granada (3-1).

Recreativo Granada temporada 1932-33
Defensor de Granada 17-01-1933



   Una nueva victoria (3-2) frente al Iberia de Málaga le vuelve a alejar definitivamente de los últimos puestos, cerrando el campeonato, en un ya intrascendente choque frente al Español de Granada, ante el que cae derrotado por 1-0.
  Terminaría pues penúltimo clasificado del grupo, clasificándose para la siguiente fase Antequera y Recreativo.


   Al corto periodo de competición oficial le sucede un cúmulo de partidos amistosos jugados en casa ante la creciente respuesta del público en taquilla, con cuyos ingresos se pretende sufragar los gastos ocasionados por la aventura competitiva:

  • Febrero (1933): en el campo del Majuelo el Athletic Club venció por 9-0 al Calavera de Jaén.
  • Marzo: en Motril contendieron el Malagueño F.C y el Athletic local, ganando estos por 2-0.
  • Mayo: en Motril jugaron el Once Rojo de Jaén y el equipo local, ganando estos últimos por el contundente resultado de 13-0.

Temporada 1933-34


  Se inicia con los tradicionales partidos de la Feria de Octubre. Un primer encuentro frente al ascendido Recreativo Granada, ya con el marchamo de primer equipo de la capital granadina, con un trofeo de plata en disputa. Empate a dos tantos y una nueva copa para las vitrinas del equipo local (en caso de empate los trofeos quedaban en casa).

Defensor de Granada 13-10-1933

  Se aprovecha la circunstancia de que el Alicante F.C. viene hasta Granada para contender contra el Recreativo en partido de pretemporada, para contratar sus servicios para un segundo trofeo donado por la madrina del club, resultando victoriosos los forasteros (2-3). Este equipo contaba en sus filas con elementos de valor internacional y de gran prestigio, como el ex internacional y ex madridista "Pachucho" Prats, y Vilanova, un extraordinario y veloz interior izquierda procedente del Valencia F.C.

Prats (jugador del Madrid entre 1927 y 1933)

    Durante aquella Feria dos modestos locales bajo la denominación de Betis y Racing contienden entre si, con victoria para los primeros (4-3). Durante el partido resulto herido gravemente el medio izquierda racinguista Barros.

  Se suceden nuevos partidos amistosos del Athletic como preparatorios para la nueva temporada oficial, en la que finalmente se desiste de su participación, supongo que por problemas de carácter económico arrastrados desde el año anterior.
  Los últimos enfrentamientos, de los que tenemos noticias a través de la prensa, no sobrepasan el umbral del año 1933:

  • Noviembre: en Motril el Athletic local venció por seis tantos a tres (6-3) al Restoy de Almeria.
  • Diciembre: en Granada, Recreativo-Motril (2-1).

Defensor de Granada 4-12-1933

   La única y última noticia sobre futbol motrileño de la que disponemos durante el resto del periodo republicano pertenece al capitulo de sucesos. En enero de 1935 se jugó un partido entre los locales Gimnastico y el JAP (Juventudes de Accion Popular). El jugador Juan Molina Urquizar perteneciente a aquel equipo, sufrió un encontronazo con el portero contrario, resultando levemente  lesionado; pero por la tarde falleció, suponiéndosele que a consecuencia del golpe recibido durante el encuentro. 

Entradas relacionadas: