La muestra pertenece a una película rodada en plena guerra civil en aquél Madrid asediado y bombardeado por el ejército de Franco. Era el primer contacto del joven y prometedor actor Manuel Aguilera Morente con la industria cinematográfica. Aun le quedaba un largo y tortuoso camino por recorrer.
Tras presentarse en teatros de la capital de España con la Compañía de Irene López de Heredia en la primavera del año 1931, le surge la oportunidad de hacer una gira teatral por el continente americano que no desaprovechará. Apenas unos días después del estreno de aquella obra de Valle Inclán, lo encontramos entre el numeroso elenco artístico de la Compañía Guerrero Mendoza (una segunda generación encabezada por Fernando Diaz de Mendoza Guerrero y María Guerrero López), que embarca en el puerto de Cádiz con rumbo a Colombia, primera escala de una larguísima excursión.
Arrastran vestuario y decorados para un repertorio
compuesto por más de cuarenta obras, más de quince estrenos, de autores como
los Álvarez Quintero, Benavente, Machado, Arniches, Muñoz Seca, Marquina,
Lázaro, Gorbea y otros.
De las primeras representaciones en el Teatro de Colón de
la ciudad de Bogotá, donde fueron agasajados por el Presidente de su República,
hemos entresacado los siguientes recortes de programas de mano que se conservan
en la Biblioteca Nacional de Colombia:
Estos programas, que se corresponden con ciclos de
representaciones de los años 1931 y 1933, nos sirven para conocer qué tipo de
papeles eran los reservados para los actores noveles. Exceptuando alguna que
otra representación que requiriese la participación protagonista del joven
galán, los repertorios estaban escogidos mayormente para la brillantez y mayor
gloria de los titulares de la Compañía y de otras figuras de reparto ya
consagradas como el granadino Francisco Fuentes y Társila Criado. De ahí, la
frecuente aparición de nuestro actor en ciernes en papeles menores, incluso con
diferentes roles dentro de una misma representación. Jóvenes actores como
Fernando Sala Caro, Mariano Alonso, Juan Beringola, Adolfo Benedito o Manuel
Aguilera serian fundamentales para esos otros menesteres a desarrollar en el
seno de una compañía de teatro en casi permanente movimiento.
Después de pisar los teatros de Bogotá y Caracas, el
periodista y escritor Ramón Martínez de la Riva, empresario de la turné y
asesor literario de la Compañía, regresa a España. Quiso éste aportar un
enfoque novedoso, en el que además de las representaciones teatrales, se
proyectaban películas e impartía conferencias sobre la historia del teatro
español. Parece ser que no funcionó.
Tendría que ser el propio Fernandito Diaz de Mendoza
quien asumiera los riesgos de aquella empresa para poder cumplir con los
compromisos adquiridos con teatros del resto del continente americano.
Ya metidos en el año 1932 San Juan de Puerto Rico y
Nueva York serían sus siguientes escalas. De la prensa hispana neoyorquina
hemos sacado sus integrantes, un programa de funciones y alguna que otra
mención sobre la participación del secundario porcunero en el drama de
Feliu-Codina "La Dolores" y en "Canción de cuna" de
Martínez Sierra (María Lejárraga):
Ha sido la relación de pasajeros artistas arribados al
puerto de Nueva York en el “Vapor Coamo”, procedentes de San Juan de
Puerto Rico, la que nos ha servido para certificar el origen de este
profesional del cine y el teatro nacido en Porcuna (Jaén) en 1906.:
Sin apenas descanso ponen rumbo hacia la ciudad de México. Algo más de dos meses en sus teatros Principal y Arbeu, donde vacían casi por completo su repertorio, con desigual suerte en cuanto a la respuesta del público. Le sigue una obligada gira por tierras de California hasta presentarse en la ciudad de Los Ángeles, meca de la industria del cine. Ciertas expectativas de rodaje, abiertas por aquel avispado empresario que los dejara en la estacada, terminan por desvanecerse. Ante serios problemas de índole económico, que les impiden regresar a España, optan por repetir aquella turné americana pero a la inversa: otra vez ciudad de México, Nueva York, La Habana y Bogotá. La crisis económica y la competencia del cine sonoro afectó de lleno al mundo del teatro. Aquello debió de convertirse en una especie de gira de subsistencia, con beneficios en taquilla más que ajustados, hasta el extremo de que no tardan en saltar a la prensa rumores sobre la inminente disolución de la Compañía. Francisco Fuentes y Társila Criado, de los mejores de su elenco, abandonan y regresan a España por su cuenta. Tienen que parar para recomponerse y orientarse. Los últimos meses de 1933 y todo el año de 1934 circulan por teatros de Lima, Santiago de Chile y Buenos Aires.
La situación se fue haciendo cada día más insostenible, hasta el extremo de que, ante la imposibilidad de abonar los pasajes de regreso, varios autores dramáticos como Benavente, Marquina, Valle Inclán, entre otros, realizaron las gestiones pertinentes ante el Ministerio de Estado para facilitar su regreso a España.
No sabemos si finalmente fue a cuenta del Estado, o
del empresario teatral que los contrata para la nueva temporada en el Teatro
Fontalba de Madrid, cuando por fin, en el mes de febrero de 1935, la Gran
Compañía de Teatro Español Guerrero Mendoza embarcan en Buenos Aires con rumbo
al puerto de Cádiz.
De una crónica, un tanto edulcorada y exagerada, publicada en la prensa
madrileña. Posiblemente costeada por el empresario preparando el terreno con
vistas a la casi inminente temporada de abono:
A partir de aquí le perdemos la pista a nuestro
biografiado. Los tres años y medio de desplazamientos, continuos ensayos y
representaciones, a lo largo y ancho de todo el continente americano, debieron
ser agotadores para un secundario multiuso. No conseguimos ubicarle entre la
nómina de actores de la nueva compañía Guerrero-Mendoza que se conforma para una nueva temporada en el
Fontalba, ni en la que con posterioridad a las elecciones del febrero de 1936,
ganadas por el Frente Popular, embarca de nuevo hacía Buenos Aires donde
permanece casi hasta el final de la guerra civil.
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