Días pasados durante un corto parón en mi polivalente tarea de
atendedor de necesidades ajenas, consigo unos minutos para sentarme ante
el ordenador con la saludable intención
de satisfacer una repentina curiosidad suscitada sobre Porcuna, mi pueblo. La
barrita mágica de Google me lleva hasta la página de Manolo Jalón (deporcuna.com).
Al pinchar sobre el enlace me escupe lo siguiente: “Página no permitida. El acceso ha sido denegado por la siguiente
razón: usted está viendo este mensaje de error porque la página a la que intenta
acceder contiene material que se considera inapropiado”. Son los típicos cortafuegos de red colocados para evitar que
el alumnado acceda a contenidos indecorosos e inapropiados, porculeros en este
caso.
La situación me ha traído a la memoria algunos amagos por parte de autoridades y personalidades locales de sustituir el nombre de Porcuna por el de la antigua Obulco, con vistas a evitar ese lastre histórico de burla en torno al puerco, la suciedad y el culo.
El recorte de la cabecera, publicado por un gacetillero sensacionalista de la prensa granadina (julio de 1911), da por hecha la aprobación del cambio por parte del consistorio de la ciudad de Porcuna, a la que ha poco se le había concedido dicha distinción por obra y gracia de S.M. Alfonso XIII mientras descansaba junto a la familia real a orillas del Cantábrico. Al parecer la propuesta del concejal Juan Mora Montilla, con la que se pretendía "evitar equívocos y calificativos poco favorables para los vecinos de Porcuna, a que siempre dio lugar este nombre" no llegó a prosperar. Habría que consultar las actas para analizar los pros y los contras de aquella propuesta.
En el año 1914 el dinámico y emprendedor grupo de jóvenes porcunenses que se aglutina en torno a la Revista Obulco vuelven a sacar el tema a la palestra. Las primeras argumentaciones salen de la pluma del cronista oficial don Eugenio Molina, que por desgracia desconocemos ya que el número 2 de esta publicación local no se conserva o no se ha publicitado.
En el nº 3 (Octubre de 1914) seria Benito José Toribio, un dependiente de comercio con aficiones literarias, el encargado de escribir en la sección Pro-Pueblo abogando por el cambio:
"Otro toque más"
Y mil si son necesarios. Debemos de emprender una verdadera cruzada en pro de Obulco y que Porcuna desaparezca en los abismos donde no resurja mas. Nosotros debemos ser Obulconenses, como fueron nuestros antepasados y los que nos legaron el pueblo con todas sus gloriosas tradiciones y su historial tan límpido y lleno de grandezas.
Mientras Obulco llamose la ciudad, su poder fue inmenso. Pruébanlo los múltiples documentos que existen y que conservan los historiadores como reliquia de un gran pasado. Nuestro Obulco, que privilegiadamente tuvo la facultad de acuñar moneda, fue también sede episcopal, baluarte de los caballeros de Calatrava y tantas cosas más, no merece que se olvide y Obulco debe llamarse.
Nosotros debemos de tocar este punto todos los días hasta ver conseguido nuestro propósito de que Obulco sea llamada y en la primera casa de cada entrada del pueblo haya una lápida que en gruesos caracteres diga:
Insta al alcalde de turno, su tocayo Benito de Torres Quero, a que
"la moción que duerme el sueño de los justos en los archivos municipales, salga cual nuevo Lázaro, y usted le diga al mismo tiempo que le indique el camino para su aprobación: Levántate y anda! ¡¡Viva OBULCO!!Este grito será mil veces repetido el día en que vaya usted al frente de la Corporación Municipal y al ruido de cohetes y al compás de la Música, descubra usted la lápida en la que se inscriba OBULCO.
A pesar de esa invocación final, revestida de una tentadora parafernalia cohetera y musical, ni aquella Corporación ni las que les sucedieron en el tiempo volvieron a reconsiderar aquella propuesta, que poco a poco fue cayendo en el saco del olvido.
La burla asociada al nombre de Porcuna se ha perpetuado. Un ejemplo curioso y humorístico, ese
¡A tomá Porcuna! con el que encabezamos la entrada, que procede de una tira cómica del célebre
Oselito creado por
Andrés Martínez de León, publicada en plena guerra civil.
~~¡A tomá Porcuna! ¡A tomá Porcuna!~~ oigo que gritan unos milicianos manoteando en la carretera.
Paramos, la cosa es grave. Tos tienen herramientas y ...
~~ ¡Camaradas! ¡Compañeros!~~ les grito también interviniendo ¿Que palabras son esas entre hermanos? ¿Quien e er que ha dicho a...?
~~ ¡Tos nosotros! me contestan. ¡Si seño a tomá Porcuna! ¡Y Córdoba! ¡Y Sevilla!
~~ ¡Ah! ¡Porcuna! ¿por que hay un pueblo que se llama Porcuna? ¡Creí...!
Y mas corrí que una mona por mi plancha, me sambullí en er coche , colorao como un tomate-
Y es que er frente andalú, un tiempo en letargo forzoso, vibra ahora de punta a punta con esa alegría nerviosa propia de la tierra. Hoy, er sordao que menos, no se conforma ya hasta ve al enemigo reculando por entre la salina de Cai. Yo le he prometido a tos acompañarlos hasta Sanluca na ma. "En llegando a la tierra famosa de la mansanilla - así lo he dicho - podéis contar con uno meno". Ca uno quiere vivi su vida ¿estamo o no estamo?.
¡ A toma Porcuna! ¡A toma Porcuna!
¡Si, si; pero yo no bajo!
Alejándonos ya de esos calificativos poco favorables que pretendía evitar el concejal Juan Mora Montilla, el nombre de Obulco, incorporado al callejero local desde 1877, a lo largo del siglo XX será esgrimido con orgullo por empresas, particulares y colectivos. Existió una Sociedad Anónima "Obulco", dedicada a la fabricación de aceites de orujo y sulfuro. La primera agrupación deportiva existente en la localidad fue el
Obulco.F.C.(1923). El culto médico y periodista
Juan Fernán Pérez, gustaba firmar algunos de sus trabajos científicos como
"Benito de Obulco" o
"Juan de Obulco". Ya en tiempos mas recientes una céntrica cafetería fue bautizada con su nombre, así como nuestro Museo Arqueológico. En la cancela de acceso al patio de cristales de la Casa Consistorial también se nos muestra su nombre en un trabajo de forja y en su parte trasera en la solería. Hasta grupos escultóricos y monumentales murales artísticos en las principales entradas de la población, que de alguna manera vienen a cubrir aquella demanda que Benito José Toribio llevó hasta las páginas de la Revista Obulco en 1914.
En los últimos tiempos, con el apoyo y especial empeño del Ayuntamiento, un grupo de profesionales andan embarcados en rehabilitar y poner en valor nuestro rico patrimonio. Los resultados son patentes (Carnicerías Reales, Real Pósito, Anfiteatro romano ...) A mi juicio, los obulconenses nos merecemos ver la definitiva puesta en valor de la ciudad ibero-romana de Obulco. Han pasado muchos años y el asunto sigue estancado judicialmente. Estoy seguro que Benito José Toribio (q.e.g.e) también se daría por satisfecho.
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