Isabel II de España |
El siglo XIX en España fue un periodo convulso y
problemático durante el que se sucedieron guerras civiles, pronunciamientos
militares y decenas de cambios de gobierno.
Donald
Shaw, un escritor y crítico literario británico, a mi juicio, lo resume
magistralmente:
“De la consideración de la historia del
siglo XIX español se infiere que cualquier cambio político, sin el
correspondiente progreso social y económico, está destinado al fracaso. Tres
importantes factores obstaculizaron este progreso. Uno fue la actitud
egoísta y reaccionaria de los grupos en el poder –el trono, la Iglesia, el
ejército y la oligarquía–, expresada en los programas de sus políticos; otro
fue el extremismo doctrinario y la ineficacia manifiesta de sus oponentes de la
izquierda cuando ocuparon el poder; el tercero y más importante de todos fue la
pobreza básica de recursos materiales de España, que impidió el arraigo del
progreso material. La perduración de estos impedimentos es el legado más
importante del siglo XIX a la España posterior”.
Vicalvarada (1854) |
Si ya de por si resulta difícil y complicado seguir
y comprender todas esas fluctuaciones, con sus correspondientes intrigas
dinásticas, políticas, así como los circunstanciales y acomodaticios posicionamiento
de las élites de poder, trasladado al terreno estrictamente local, a una villa
como la de Porcuna de la provincia de Jaén, la tarea se convierte en harto
difícil.
Las
limitaciones impuestas por la escasa documentación del periodo que se conserva
en su Archivo Histórico Municipal, por culpa de todo un cúmulo de determinantes
históricos, cítese el hundimiento y ruina de la Casa Consistorial en el año
1885, que dejo enterrados muchos documentos confundidos con los escombros, los expolios
y daños sufridos por los bombardeos durante la guerra civil y algún que otro dañino expurgo incontrolado, dificultan
considerablemente la reconstrucción de su vida política, económica y social.
Creemos
que las primeras actas capitulares que se conservan en el Archivo Histórico
Municipal de Porcuna se corresponden con el año 1860. De momento, por mi
humilde condición de investigador limitado por las economías y ese especial
arraigo a mi butaca casera, prescindo de gastos, viajes y favores. Daremos
tiempo a las autoridades competentes en la materia para que doten de contenido y funcionalidad a ese
edificio histórico recién restaurado que le tienen destinado como nueva sede.
Nos alimentaremos casi exclusivamente de prensa histórica.
Tomando
como eje unos escandalosos comportamientos electorales que trascienden con detalle en la
prensa nacional, intentaremos adentrarnos un poco en el conocimiento del peso
específico de las diferentes facciones políticas a las que se hallaban adscritas
las élites locales (sufragio censitario). Según la Constitución vigente (1845), el derecho a voto sólo lo tenían los varones mayores de 21 años que pagaban una determinada cantidad a Hacienda.
Nos
referiremos a lo ocurrido en Porcuna durante las elecciones a diputados a Cortes
del año 1858, y unas denuncias y cruces dialécticos posteriores entre moderados
y liberales demócratas durante las elecciones municipales del año 1864.
LAS ELECCIONES A DIPUTADOS A CORTES DE 1858
Celebradas el
31 de octubre, poniendo cierre definitivo al periodo conocido como Bienio Moderado
(1856-1858), durante el cual las huestes políticas aglutinadas por Ramón María Narváez volvieron a ostentar el poder en la
nación.
Aquellas
elecciones las organiza y amaña un reorganizado partido de La Unión Liberal liderado por otro militar, Leopoldo O’Donell.
General O´Donnell |
Por el
distrito electoral de Torredonjimeno, al que estaba adscrita la villa de
Porcuna, concurren Juan de la Cruz Fuentes de la Plaza por el Partido Moderado, un Ingeniero de Caminos,
Canales y Puertos, de naturaleza tosiriana, que ya venía ostentando la
representación durante la etapa anterior; mientras que por La Unión Liberal se
presenta el abogado arjonero Ramón Serrano y Serrano (sobrino del “General Bonito”).
Las
noticias sobre los expeditivos métodos, coacciones y abusos puestos en práctica
por el Gobernador Civil de la provincia de Jaén, don Cayetano Bonafox,
descaradamente para favorecer al candidato de la Unión Liberal, proceden del
diario democrático La Discusión:
“Otra víctima de la saña gubernativa ha sido
el ingeniero don Juan de la Cruz Fuentes, candidato de oposición moderada, con
grandes probabilidades de triunfo en el distrito de Torredonjimeno. Hallábase
en esta provincia desempeñando una comisión especial facultativa, y sospechando
el ministerio que su presencia podía perjudicar a su candidato, que es un
sobrino del general Serrano Domínguez, acordó la traslación de Fuentes a
Granada. Mas como éste debía entregar su cargo al sucesor que se le nombrara, y
no sabía quien fuera, y como además tenía suplidos en el servicio algunos
fondos de su peculio, consultó a la dirección general del ramo y se detuvo en
obedecer la orden hasta recibir una contestación. Entonces el gobernador civil
le mando marchar a su destino, a pesar de la enfermedad que también alegaba
como escusa, y no verificándolo, envió una pareja de la guardia civil para que
lo condujera. Su afección aumentó ante tamaña tropelía lo que impidió por el
momento se cumpliesen los designios del servicial gobernador.
Mas al cabo de pocos días volvió a insistir
en ello, disponiendo que un oficial del mismo cuerpo de la guardia trajera a la
capital de cualquier modo a don Juan de la Cruz Fuentes, quien tuvo que
sucumbir a tamaña violencia material, y ha estado aquí vigilado constantemente
por la policía hasta ayer que se le hizo salir para Granada”.
Porcuna: la visita del Gobernador
Se ve que
la Unión Liberal no gozaba de demasiados simpatizantes entre el cuerpo
electoral de la villa de Porcuna. Según relato, que trascribiremos a continuación,los únicos apoyos para el sobrino
del general Serrano provenían de don Manuel Ollero, maestro herrador y
administrador de los bienes del general en el término de Porcuna, de un ex
fraile de San Juan de Dios, llamado Benito Dacosta y de don Manuel Noriega que
le ofreció hospedaje por mediación de Ollero:
“Entretanto, todos los que sostienen la
candidatura de Fuentes en el partido, sufren las más reiteradas vejaciones y los mayores atropellos: hace poco tiempo se
presentó el gobernador en el pueblo de Porcuna a la caída de la tarde sin aviso
previo a ninguna autoridad local, hospedándose en casa de don Manuel Noriega,
sujeto que le era desconocido, y a quien comprometió al efecto don Manuel
Ollero, maestro herrador que administra los bienes del general Serrano, y que
fue el compañero y auxiliar constante del gobernador en sus gestiones.
Inmediatamente que llegó sin anunciar nada a los alcaldes, se instaló en la
Sala Capitular con el Ollero y dos guardias civiles, y cuando el presidente del
municipio fue con el teniente de alcalde a visitarle, después de darle sus
escusas por no hacerlo en su alojamiento a causa de ignorarlo, les contestó con
visible falta de atención que le dejaran desocupado el local, lanzándoles así
de un sitio propio del ayuntamiento; sin
derecho alguno, pues si los asuntos del gobernador eran oficiales, no debía
excluir a las autoridades; y si tenían carácter privado, parecía lógico
evacuarlos en otro punto diverso, como el hospedaje del gobernador. El alcalde
le dijo con toda urbanidad que en una habitación baja se esperarían sus
órdenes, preguntándole si quería tener a su disposición algunos dependientes de
la municipalidad, a lo que el gobernador respondió negativamente, asegurando
bastarle con los guardias que le asistían.
Apenas quedó solo, fue llamando
individualmente a los electores, a quienes excitó a que prestaran sus sufragios
en favor del candidato ministerial don Ramón Serrano; y aun se dice que con algunos
se propasó hasta amenazarles con que en caso contrario lloverían sobre la
población grandes males, ofreciendo a otros destinos, mandando a uno de ellos
que exhibiera el título de propiedad de una finca, ejerciendo en toda su escala
la influencia saludable, y alcanzando así la inapreciable victoria de
conquistar… Hasta el voto de un empleado cesante, ya que este creyó la
conminación de que podía privársele del haber del que por tal concepto disfruta.
Don Manuel Ollero estaba presente, sin duda para hacer las indicaciones
relativas a cada uno de los que comparecían; y a las diez y media de la noche
se concluyó el acto, después del cual se marchó el gobernador sin despedirse ni
dar aviso a los alcaldes que aguardaban en las estancias del piso bajo, dirigiéndose
a su alojamiento, donde le detuvieron en fuerzas de muchas instancias, pues
quería ponerse en camino al instante.
Lo verificó a las ocho de la mañana del día
siguiente, acompañado del dueño de la casa hasta la salida del pueblo, don
Benito Dacosta, ex fraile de San Juan de Dios, a mayor distancia, y don Manuel
Ollero, a los cuales expresó el gobernador hallarse muy resentido con los
alcaldes (sin embargo de que en nada le faltaron) y que desde su despacho les
enviaría las pruebas de su enojo. Ollero le aconsejó la exoneración y Dacosta
castigos pecuniarios y parece que las indicaciones de este último han obtenido
su aquiescencia, pues desde entonces no dejan de expedirse oficios a Porcuna y
de imponerse multas, y de ir comisiones apremiantes, y de darse términos
fatales de dos o tres días para desempeñar actos de servicio que necesitaban
triple o cuádruple tiempo.
También
he oído contar que el gobernador dijo a sus amigos que en último extremo estaba
decidido a echar mano de medidas extraordinarias etc.”.
Tal como estaba previsto el candidato ministerial
Ramón Serrano se hizo con el acta de diputado. De un censo compuesto por 467
electores, pasarían por las urnas un
total de 407, de los cuales 240 votaron por el candidato elegido.
Según
algunas fuentes aquel obstruccionismo del gobernador para con el candidato de
la oposición llegaría a provocar su retirada de la contienda electoral. Aunque por
los resultados publicados en la prensa parece ser que finalmente si compareció.
La Época (8 de noviembre de 1858) |
UNAS MUNICIPALES CONFLICTIVAS (1864)
(Tomado de La Correspondencia de España de 7 de noviembre de 1864)
Celebradas a finales de
octubre o principios de noviembre. Durante las mismas se producen serios
enfrentamientos, con sus oportunas denuncias,entre el diputado provincial don
Juan de Mata Gallo y la primera autoridad local.
El diario La Razón Española informaba en los siguientes términos:
“En Porcuna, provincia de Jaén, el diputado
provincial don Juan de Mata Gallo se
permitió reprender duramente al alcalde dirigiéndole palabras que constituyen
un verdadero desacato a la autoridad, precisamente en el momento de ejercer una
de sus más altas y sagradas funciones. Como era de esperar se instruye sobre el
asunto la correspondiente sumaria. También se forma causa a dicho Sr. Mata
Gallo por haber cohibido a los electores llevándoles fuera de la población para
atemorizarlos con amenazas, que hubieran ocasionado seguramente grandes
conflictos en la población si no los hubiera evitado la prudencia del alcalde”.
El periódico moderado La Libertad, a los pocos
días aborda el asunto de las elecciones municipales de Porcuna con la publicación
de dos cartas, remitidas respectivamente por los partidarios locales de la comunión moderada y por don José de Quero y Díaz, que aboga a las claras en favor de su correligionario
y amigo don Juan de Mata Gallo (diputado provincial por el distrito de Martos). Presuponemos a ambos adscritos a posicionamientos progresistas o demócratas.
En el arranque de la primera carta remitida por los partidarios y amigos del Partido Moderado en Porcuna,
demasiado bien redactado (más que posible obra del propio redactor del
periódico), encontramos una declaración de los principios que les inspiran
y sus inquietudes ante un cambiante escenario político:
“Muy
señor nuestro: Cuando S.M. la Reina, en uso de su libérrima prerrogativa, tuvo
a bien conferir la presidencia del Consejo de ministros al excelentísimo señor
duque de Valencia (Narváez), gloriosa personificación del partido moderado,
todos los que nos honramos de pertenecer a él, todos los que profesamos sus
ideas monárquicas sin exageración reaccionaria, y liberales sin fanatismo
demagógico, todos los que hemos seguido las vicisitudes de esta noble comunión
tan perseguida y calumniada de diez años a esta parte, nos lisonjeamos de que
el advenimiento al poder de su más ilustre jefe, de su eminencia mas
caracterizada, señalaría una nueva era de prosperidad y orden interior, en el
que las instituciones recobrarían su
curso regular, las garantías de los ciudadanos se verían respetadas, cesaría el
imperio de los fautores de motines, de los escépticos que proclaman en todos
los tonos la descomposición de los partidos históricos, y se proclamarían y
observarían con franqueza las doctrinas moderadas, únicas que pueden salvar a
nuestra patria de la anarquía con que amenazan las pasiones que rugen
embravecidas, la única inmoralidad que se desborda, el descreimiento que corroe
el cuerpo social como cancerosa lepra, y la crisis económica que nos devora.
Mas, nuestras patrióticas esperanzas se van
desvaneciendo, lo confesamos con dolor: la mala yerba del vicalvarismo,
negación de la dignidad y del pudor político, ha echado profundas raíces en
nuestro suelo, y seguramente no se extirpará ni dejará de producir sus funestos
efectos, mientras no se ataque con la energía que exige un mal tan inveterado.
Así, prescindiendo de algunos centros oficiales, el vicalvarismo domina en el
país; su atmosfera se hace respirar donde quiera, y los pueblos se encuentran
entregados a sus secuaces, sin poder sacudir un yugo que les agobia y envilece.
Acaso sin saberlo el gobierno de S.M., y
seguramente contra sus deseos, las elecciones municipales están ofreciendo un
singular ejemplo de ser falseadas por medio de intrigas, de la coacción y la
violencia, contra el partido que se supone enseñoreado en las regiones del
poder”.
Sobre
los presuntos abusos electorales de Porcuna
“Perteneciendo
la inmensa mayoría del cuerpo electoral a la comunión moderada, fue necesario
que durante la administración del duque de Tetuán (O’Donell) se hiciera sentir
aquí con todo su peso la influencia oficial, para que pudiera escalar los
puestos municipales un hombre falto de crédito, arraigo, prestigio e
independencia que se necesitan para representar a un vecindario de bastante
consideración.
Mientras subsistieron aquellas
circunstancias, los sectarios de los principios conservadores nos abstuvimos
voluntariamente de disputar la administración del pueblo, puesto que la lucha
sólo acarrearía conflicto. Más al aproximarse la elección actual, nuestra
conducta debió necesariamente modificarse, puesto que abrigamos la creencia
universal de que nuestros hombres y nuestro sistema prevalecía sin
contradicción al gobierno.
Este pensamiento no fue bien recibido por
los que por espacio de seis años han dispuesto del monopolio de la situación
local y que no han querido imitar nuestra conducta anterior, apartándose
espontáneamente de la lucha electoral. De aquí procedió que como no estaban ni
están apoyados en la incontrastable base
de la opinión, hubieron de empezar una serie de arbitrariedades, desmanes,
sediciones y amenazas contra los que, revestidos de sufragio, querían
expresarlo con entera independencia.
Pero ni aun esto hubiera sido suficiente
para impedir el resultado que se preveía, que el vecindario de Porcuna anhelaba
y que no era posible alejar sino por medio de la ilegalidad y el escándalo. Con
el objeto de precavernos procuramos hacer uso de cedulas donde consignábamos
nuestros votos, de un papel especial, distintivo, que no pudiera confundirse
con ninguno otro de la localidad; y llegado el día de la elección, nos
presentamos en los distritos con fuerzas suficientes para aspirar a la
totalidad de los secretarios escrutadores, pero con tal abnegación que no
quisimos votar más que dos a fin de dejar a nuestros contrarios la vigilancia
natural en las operaciones.
Fácil será, pues, de calcular nuestro
asombro, cuando vimos que de una y otra urna se extraían las papeletas
conocidamente escritas por nuestros amigos y se leían en gran parte nombres
diferentes de los que nos constaba contenían. A la vista de semejante abuso
protestamos indignados, se leyeron de nuevo las papeletas mistificadas y se nos
contestó con el mayor descaro por los presidentes, que los nombres que habían
pronunciado eran los que estaban escritos; cuya aseveración confirmaron los
individuos de la mesa interina, organizada por aquellos a su gusto. Entonces
invocamos la intervención de un notario para que levantara acta de lo que
pasaba, pero los presidentes lo expulsaron del local; resistieron toda
comprobación de sus actos, hicieron que el colegio fuera invadido por la fuerza
armada de la guardia civil prevenida de antemano; y a merced de estas
violencias proclamaron secretarios a sus adeptos, despojando de toda
participación al partido moderado. Ciento diez electores de éste reclamaron enérgicamente
contra tales desafueros, reclamaron la nulidad de aquella farsa, y se retrajeron
de sancionarla con su presencia, declarando ante el notario, que habiendo
votado 56 electores en un distrito y 54 en otro, sólo resultaron 28 y 33 votos
a favor de los candidatos propuestos en cada colegio, es decir que los
macallister vicalvaristas nos habían escamoteado 59 sufragios. Si a esto
añadimos la manifestación espontanea de un elector que s presentó rodeado por
los partidarios del alcalde, y en el acto de la elección dijo a voces que iba
cohibido, que había sido arrancado del hogar doméstico a las dos de la
madrugada del día anterior y retenido por los que le llevaban forzosamente a
votar, y que su voluntad era verificarlo, como lo ejecutó, en favor de los
moderados.
Si se agregan las amenazas proferidas por
el mismo alcalde contra el diputado provincial del distrito, que le hacía
presente la infracción de la ley que se estaba cometiendo; y se añaden otros
mil alardes de despotismo, escogidos para infundir el terror entre los hombres
que se oponen al abuso de la autoridad, para comprenderse la razón que tuvimos
para desistir de tan desigual lucha, reservándonos los derechos que las leyes
electorales y el Código penal nos concede”.
Como se puede apreciar, entre el cuadro de las huestes
moderadas de Porcuna que suscriben la carta, prevalece y sobresale el linajudo
y antiguo apellido “Aguilera” o “de Aguilera” cuyos blasones adornan
todavía una casa solariega ubicada en una céntrica calle de la localidad de Porcuna.
Uno de ellos, Juan Vicente Aguilera y Torres,
alcanzará la Alcaldía de Porcuna en los años inmediatamente
posteriores (1865-1867). Lo mismo hasta prosperó la reclamación.
La digitalización y puesta a disposición, vía
cibernética, de las actas capitulares que se conserven, para uso y disfrute de
los investigadores y amigos de la historia local en general, podría sacarnos de
dudas.
Sería una brillante manera de inaugurar, llenar de sentido y funcionalidad ese nuevo edificio destinado a Archivo Histórico Municipal. No tiene ni porque ser gravoso para las arcas municipales. Con un equipo de voluntariado cultural y una máquina fotocopiadora que disponga de la función escáner, o, casi mejor, con contrataciones del plan de empleo joven, podría realizarse (ahí queda la propuesta por si se estima a bien).
Sería una brillante manera de inaugurar, llenar de sentido y funcionalidad ese nuevo edificio destinado a Archivo Histórico Municipal. No tiene ni porque ser gravoso para las arcas municipales. Con un equipo de voluntariado cultural y una máquina fotocopiadora que disponga de la función escáner, o, casi mejor, con contrataciones del plan de empleo joven, podría realizarse (ahí queda la propuesta por si se estima a bien).
Fue don Juan Morente Carmona, el alcalde de la coalición vicalvarista tan denostada en las denuncias moderadas,
quien disfrutó de la
vara municipal de Porcuna entre los años 1858 y 1864. Creo que no me equivoco al afirmar (me falta certificarlo) que el citado Juan
Morente Carmona estaba casado con una parienta del influyente General Serrano, personaje de elevado peso político en las filas de la Unión Liberal dentro
de la provincia de Jaén (Arjona y sus contornos, donde tanto él como su
parentela acumularon numerosas propiedades). De ese matrimonio vinieron al
mundo Casiana Morente Serrano, madre
del filósofo arjonillero Manuel García Morente, y Manuel Morente Serrano, entre los principales contribuyentes de
Porcuna en 1909, que en su juventud participaba de las tertulias e iniciativas
patrocinadas por el letrado progresista don José de Quero y Díaz. Otra hermana
llamada María Luisa, figura en el anuario de ese mismo año de 1909 como
propietaria e importante cosechera de cereales.
Como a estas alturas de la entrada ya hemos tocado
suficientemente el piano, la carta remitida por don José Queró y Díaz al
diario La Libertad, publicada en el mismo número en que los moderados transmitían
sus denuncias sobre abusos electorales, recurriremos al cómodo formato imagen:
Para finalizar haremos mención a esa maravillosa fotografía en blanco y negro, en la
que se aprecia el primitivo estado del acceso a la Torre de Porcuna, con "la
madre que parió a Panete" (con todos mis respetos) barriendo la puerta de su
humilde vivienda de torrera-carcelera. Es responsabilidad de un amigo de origen
manchego, porcunero por consorte y por devoción. Es de principios de los años
80. cuando se iniciaba en el arte de la fotografía. Me la obsequió junto a otra
de la Casa de las Columnas de la ciudad ibero-romana de Obulco, que tengo
extraviada.
Para
proteger los derechos del autor había pensado en un principio ponerle marcas de
agua o su firma. Tras reconsiderar, puesto que soy firme partidario de que
estos tesoros se deben compartir, he optado por mostrarla tal cual.
Amigo Leopoldo
González Fernández (marido de Isabela Castro Zafra “la del rubio el municipal”)
espero que no te moleste mi usurpación.
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