El cartel de la actual
edición de la tradicional Feria de San Lucas (exaltación del traje de faralaes sevillano)
ha suscitado unas, creo que atinadas, letras, en las que se que viene a
cuestionar esa más que evidente colonización cultural y tendencia hacía la uniformidad, que cada día se halla más extendida y arraigada por toda la geografía andaluza,
en las formas que adoptan sus manifestaciones festivas y populares (Semana
Santa, Carnaval, Ferias o Romerías). Desde hace ya varias décadas se viene
atentando y poniendo claramente en peligro la autenticidad de lo autóctono.
Esa crítica me ha incitado a rescatar de mi particular baúl de los recuerdos un artículo de prensa firmado por un joven y prometedor periodista de la tierra, Francisco Cruz Salido (1898-1940), cuya brillante trayectoria profesional fue frenada en brusco por el aparato represivo del régimen franquista. El referido artículo es del año 1924.
Esa crítica me ha incitado a rescatar de mi particular baúl de los recuerdos un artículo de prensa firmado por un joven y prometedor periodista de la tierra, Francisco Cruz Salido (1898-1940), cuya brillante trayectoria profesional fue frenada en brusco por el aparato represivo del régimen franquista. El referido artículo es del año 1924.
LA
FERIA CALUMNIADA
La feria de Jaén
se verificará el día 18 y los preparativos enardecen a mis paisanos, dándoles
un entusiasmo verdaderamente admirable. Este entusiasmo es único, exclusivo y
patentado. Es de Jaén. Y consiste en censurar a la feria. La pobre feria es
formidablemente calumniada en estos días, calumniada alevosamente, y, lo que es
peor, unánimemente.
Todos, todos, sin
excepción, se dedican a renegar de la feria. Los más eruditos la desprecian
olímpicamente y la comparan con la de Sevilla, con la de Málaga, para vejarla
en la semejanza: ¡Bah, la feria de este año, lo mismo que la del año pasado!
Efectivamente será
lo mismo que la del año pasado y, probablemente, lo mismo que la del año que
viene. Creer que ésta ha de cambiar, es tanto como decir que nosotros hemos
cambiado y que ha cambiado Jaén.
Jaén es el mismo y nosotros también. El año
pasado sacó sus viejos harapos de colores chillones y llamativos y se puso de
Feria. La ciudad, de esta forma vestida, resultaba verdaderamente grotesca. Se
apreciaba a simple vista y acaso nos
avergonzaríamos un poco del fracaso. Este año sucederá lo propio. Y es que la
feria, observada desde el punto de vista filosófico, estaba absolutamente
desconsoladora. En realidad no debe ser la feria la que produzca este
desconsuelo en el que debe hacerlo surgir. En estos días de festejos, todos los
vecinos, contagiados por la general exploración tenemos algo de forasteros,
unos forasteros filosóficos que miran tristemente la miseria de la ciudad
engalanada. Protestamos indignados, furiosos. Nuestros amigos, los forasteros
auténticos, nos preguntan por las cosas de la población, nos interrogan sobre
sus bellezas y quieren saborear el esplendor de nuestro pueblo. En ese momento
sentimos la afrenta, porque la población es mísera y desolada, y porque
nosotros mismos no sabemos enaltecerla.
Desde luego yo no
imito a mis paisanos. Yo miro la feria sin pretensiones de filosofía, ni
razonamientos intrincados sino como una cosa perfectamente espectacular. La
Feria me perdonará mi falta de respeto, pero yo en vez de divagar intento
divertirme. Acaso sea yo el único vecino que estime que las ferias son para
divertirse. Esta frivolidad de mi carácter me apena en extremo, aunque no
dispongo de remedio eficaz para evitarlo. La ciudad huele a aceite frito. La música
suena desenfrenadamente, con un gesto heroico y resignado que yo admiro en
silencio. Las calles están llenas de polvo y de coléricos ciudadanos que le
pisan a uno de una manera despiadada e irreverente.
Los establecimientos
nos explotan sin cordialidad alguna, sin agradecerlo; no tienen una mirada amable
para este gesto apostólico que ponemos cuando nos desvalijan. Yo me sentiré un
poco forastero estos días y me divertiré sin hacer silogismos crueles, que, por
ahora, no es método recomendable para el optimismo. Me divertiré y contemplaré
a Jaén lo mismo que el año pasado, y que el otro, y que el otro. Y lo mismo que
los venideros. Lo contemplaré con un gesto amargo, como cuando vemos a un pobre
viejo, que, orgulloso, quisiera ponerse una levita en el día de su santo para
deslumbrar a sus visitantes. Y la levita, ya vieja y roída, deja al descubierto
los pies desnudos y la cabeza sin energías.
(Publicado en el diario La Voz de Córdoba el 5 de octubre de 1924)
Un pequeño homenaje al folklore auténtico y
tradicional con la interpretación del Bolero de Jaén a cargo del Grupo de Coros
y Danzas "Lola Torres" :
Buen rescate Alberto. Un artículo muy elaborado para mi opinión y fiel retrato de la costumbre jaenera de criticar inútilmente lo nuestro, haciendo comparaciones infructuosamente injustas. Quizás esta sea una de las razones de estar siempre intentando comparar lo nuestro con lo sevillano o malagueño en cuanto a costumbres y fiestas, sin alcanzar el fin, ellos "son más suyos" y se venden mejor. También me encanta el vídeo del grupo de folclórico al que pertenecí durante los años ochenta y cuyo anunciante y presentador sobre el escenario es tocayo tuyo.
ResponderEliminarEntonces habrás conocido al famoso Cándido, todo un showman, de los históricos del Lola Torres. El autor también se merece un rescate en forma de trabajo biográfico y recopilatorio de sus trabajos de prensa. Creo que se publicó algo sobre él en el diario Jaén hace tiempo.
EliminarCándido jajaja un tío genial, muy campechano y cariñoso. Trabajaba en el pasaje Maza del Paseo de la Estación, más conocido como "El pasaje de Paco el de las patatas". Eran del "grupo de los mayores" como lo llamábamos, yo por entonces estaba en la escuela de la asociación, solo bailé con ellos un par de veces. Cándido, Manolo Úbeda, Gregorio, Paco Jimenez (director de la Universidad Popular),Casiano y Rufino Cevidanes, (este último era el presidente), etc.
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