Castro del Río - Plaza de la Constitución 1917 |
Me ha sorprendido gratamente el bonito y original pasodoble (“de artista”) dedicado a La Plaza de Castro del Rio. Mi más sincera enhorabuena al intérprete, letrista y a cuantos hayan colaborado en su gestación. Aparece en este montaje una fotografía datada en 1917, que es por sí misma toda una joya patrimonial de esta villa cordobesa. Su anónimo autor, que dominaba a la perfección la técnica fotográfica, sabe dotarla de la profundidad necesaria que nos permite captar a la perfección la distribución de su caserío, a la vez que el alegre y dinámico trajín mañanero de mercado y centro neurálgico de la población, propio de estos espacios públicos.
En la Plaza, hasta hace no demasiado tiempo, a primera hora de la mañana solían darse cita los jornaleros agrícolas antes de salir para los tajos, y ponían de camino a la venta su fuerza de trabajo aquellos que carecían del mismo. Estas concentraciones y transacciones humanas solían hacerse en los establecimientos de bebidas por ella diseminados, con la sempiterna y tradicional compañía del anisado o aguardiente. La calentura de boca que produce este tipo de bebidas alcohólicas solía derivar en situaciones conflictivas con las que tenían que lidiar a diario los sufridos taberneros.
A pesar de que durante el primer tercio del siglo XX, desde sus pujantes e influyentes sociedades obreras de inspiración anarquista, no faltaron las campañas para poner freno al alcoholismo concebido como lacra social y sinónimo de degradación en el ser humano, este seguiría muy arraigado especialmente entre aquellos sectores de la población más desfavorecidos o marginales.
En fechas muy cercanas a la que fue tomada esa magnífica fotografía, fruto del abuso de bebidas alcohólicas, en una taberna que regentaba en la plaza Vicente Centella tendrá lugar una reyerta con fatídicas consecuencias criminales:
En Castro del Río se ha desarrollado un crimen, cuya causa, como la de otros muchos, ha sido el alcohol. Dos individuos llamados José López Romero y José Doncel (a) el Garbancero, que se hallaban embriagados, promovieron una acalorada reyerta por un fútil motivo y el primero asestó al segundo seis puñaladas, causándole tan graves lesiones que le ocasionaron la muerte a los pocos momentos. La víctima tenía seis hijos, el mayor de diez años.
(Diario de Córdoba 22.10.1912)
El escrito de conclusiones realizado por el fiscal durante el juicio celebrado dos años más tarde nos clarifica algunos detalles sobre lo sucedido:
Parece ser, que todo empezó por una nimiedad de esas que entre borrachos se le suele dar más importancia de la que realmente tiene. El 13 de octubre de 1912, entre las once y las doce de la mañana, se personaron en el establecimiento que Vicente Centella García tiene establecido en la plaza del mercado, Valentín López Romero y su hijo Domingo López Cordón, que procedentes del cortijo de Cuadradillo se habían acercado hasta el pueblo para mercadear no sabemos qué clase de género. Fueron requeridos por José Doncel Garrido con el propósito de invitarlos. La no aceptación de las copas por parte de los primeros iba a traer aparejadas unas palabras altisonantes y la consiguiente falta de respeto. El joven cortijero parece ser que le atribuyó a aquel cruce dialectico cierta trascendencia, hasta el punto que con disimulo sacó una faca y la introdujo en la manga de la camisa que vestía. El tabernero, que observó con sus propios ojos aquella maniobra, trató de convencer al joven Domingo López de la intrascendencia de lo hablado, pero viendo que éste no le hacía demasiado caso optó por echar a todo el mundo y cerrar las puertas del establecimiento.
Una vez en la plaza, Valentín López continuaría increpando al Doncel, que manifestó el deseo de querer irse a su casa, pero que éste evitó tomándole de la blusa y sujetándole fuertemente prosiguiendo el cruce de insultos, momento que aprovechó Domingo para asestarle por la espalda seis puñaladas que le provocaron la muerte inmediata.
Fueron catorce los castreños que tuvieron que concurrir como testigos y desfilar delante del Tribunal durante este Juicio por Jurados celebrado en la Audiencia Provincial y que levantaría gran expectación. El fiscal solicitaba cadena perpetua por delito de asesinato del que eran autores padre e hijo, o en caso contrario el segundo de los referidos, autor material de las puñaladas.
El defensor esgrime que su defendido Domingo López actuó en defensa de su padre.
De la deliberación del jurado sale un veredicto de culpabilidad con la consideración de homicidio, lo que se traduce en las penas de catorce años y un día para el hijo, y doce con su día correspondiente para el padre, además de costas e indemnización a la familia del fallecido.
De manera que amigo letrista, cantante y compositor, a lo de “Veladores, voladoras y un finito… ¡Casi na!” en futuras interpretaciones puedes añadirle aquello más pretérito de “Copas, palomitas, borracheras y una faca…¡Casi na!”.
Aunque el paso de los años y “el progreso" han transformado considerablemente aquel blanquecino conjunto urbano, sus moradores también han evolucionado, prescindiéndose de la faca, relegada y sustituida por otro moderno y fiel compañero, el teléfono móvil, que permite tomar el vino con control, mesura e inteligencia (no te tardes, que el arroz está en la mesa). Por ejemplo, para que ir más lejos, en la Cervecería La Plaza, la más que popular taberna de“Cá David”, donde queda expuesta una majestuosa enmarcación de la referida fotografía.
Aunque el paso de los años y “el progreso" han transformado considerablemente aquel blanquecino conjunto urbano, sus moradores también han evolucionado, prescindiéndose de la faca, relegada y sustituida por otro moderno y fiel compañero, el teléfono móvil, que permite tomar el vino con control, mesura e inteligencia (no te tardes, que el arroz está en la mesa). Por ejemplo, para que ir más lejos, en la Cervecería La Plaza, la más que popular taberna de“Cá David”, donde queda expuesta una majestuosa enmarcación de la referida fotografía.
Ya he calificado el pasodoble “de artista”, por lo que para perpetuarlo y conservarlo lo he retirado de las zonas marginales e insertado en el cuerpo de esta entrada, se lo merece.
A las tres salía Rafalito el de la Posá(Que en paz descanse)de Cá Bernabé(él de las patatas "Voladoras"). A los tres minutos pasaba por Cá David, si encontraba a un conocido en la puerta le soltaba una cantinela de las suyas. La dedicada a la plaza decía así:
ResponderEliminarOh! Plaza de San Fernando
con lo bonita que estás
con tus plantas y tus palmeras
y que te hayan trepao para hacer
treinta o cuarenta cocheras.
Había en la Plaza un establecimiento señero y popular (por la cordialidad y buen hacer de sus dueños) que tuve el gusto de conocer abierto, aunque por poco tiempo. Me estoy refiriendo a la taberna de Juan “El Demonio” que conservaba aún ese regusto a antiguo y tradicional. Al elaborar la entrada y mirar la foto se me ha venido inconscientemente a la cabeza. Amigo Diego, al ser un poquito más joven que yo posiblemente no llegaras a degustar en su terraza de verano sus especialidades: el vermut de garrafón con gaseosa, aceitunas y voladoras.
ResponderEliminarNota para los no castreños:
“Las voladoras” son patatas fritas caseras ultrafinas y crujientes, que expuestas sobre un velador de terraza a la brisa nocturna pueden y suelen levantar el vuelo.