Espacio abierto dedicado al estudio de las historias locales de los municipios de Castro del Río (Córdoba), Porcuna (Jaén) y Motril (Granada), así como sus adyacentes. Recomiendo la utilización del apartado de comentarios para aportaciones, consideraciones, críticas o rectificaciones. De igual manera, está disponible para quienes deseen colaborar con la publicación de artículos o aportando documentos, sobre cualquier tema de carácter histórico relacionado con dichas poblaciones.

14 octubre 2012

PORCA PORCUNA



     El nombre de Porcuna se asocia instintivamente al vocablo latino “porcus” (puerco). La inevitable sociedad, la imaginación y una desaparecida lápida de la antigua Obulco, le sirvieron al historiador y arqueólogo cordobés Ambrosio de Morales (1513-1591) para sentar una teoría sobre el origen del topónimo que se perpetuaría entre los estudiosos y eruditos durante varios siglos.


      La citada piedra está allí en Porcuna en la Iglesia de San Benito, y tiene letras que dicen así:


     Esta piedra en su talle es muy diferente de todas quantas yo he visto. Porqué siendo larga como columna, hace un hemiciclo cóncavo acia dentro. Y pienso,  que como la dedicación era de cosa extraordinaria y monstruosa,  así quisieron también que fuese la figura de la piedra extraña. Lo que tiene escrito dice así en castellano:


     Dictamen-conjetura final de Ambrosio de Morales:

     Como en la piedra no parece estar muy claro que tal puerca como ésta hubiese parido así en Porcuna, y se hubiese hecho tal sacrificio della, podríamos decir, que por haber sido una puerca con su parto de treinta lechones  muy buen agüero para la fundación de la Ciudad de Roma, como en Virgilio aparece, los de Porcuna le pusieron esta piedra y estatua a aquella puerca antigua, que Eneas halló por señal para la primera fundación y origen de Roma, y esto hicieron los de Porcuna, o por lisonjear a Julio Cesar, que se jactaba venir de la sangre de Eneas, o por dar buen agüero del acrecentamiento de su ciudad…
     Sea cualquiera de estas dos cosas, o que pario la puerca en Porcuna, que es lo más verosímil, o que por estotras causas se hizo su estatua y esta piedra, della podemos bien conjeturar, que las gentes poco a poco comenzaron a llamar Porcuna a aquel lugar, donde tan famosa fue aquella puerca. Y no deben desdeñar desto los de aquella villa tan principal, pues de cualquier manera que fuese, tuvo (según la mala credulidad de los Gentiles) no menor agüero que la ciudad de Roma señora de todo el mundo.


     La tesis se perpetúa desde el momento en que varios autores y diferentes obras de carácter geográfico o enciclopédico la siguen recogiendo. Una nueva edición de “Las Antigüedades de las ciudades de España…”  en el año 1792 (de la que me estoy sirviendo) prolongaría la conjetura marrana casi hasta las puertas del siglo XX. 


      Buena parte de culpa de esa difusión la tiene su también inclusión en el Diccionario Universal de Historia y de Geografía de Francisco de Paula Mellado, obra publicada a mediados del siglo XIX, cuya aceptación de público y larga vigencia terminaría elevándola a la categoría de tradición, pese a las advertencias y refutaciones de Pascual Madoz en su Diccionario (1846-1850)  y de Manuel Muñoz y Garnica en las correcciones de “la Nobleza de Andalucía” de Argote de Molina (1866).


     El primer estudio etimológico serio sobre el origen del nombre de Porcuna, que terminaba por desmontar y desechar definitivamente la antigua tesis de Ambrosio de Morales, y otras de similar fantasía, salió de la pluma de un orientalista, arabista, lexicógrafo e historiador llamado Francisco J. Simonet.
     Su opinión, que debió ser esbozada en las décadas finales del XIX (fallece en 1897), permanece inédita hasta principios del XX, en que el Dr. Rodolfo del Castillo la incluye en un artículo, que bajo el título de “La oftalmología en tiempos de los romanos” se publica en la Revista Ibero-Americana de Ciencias Médicas (marzo de 1901). Los apuntes originales del catedrático de árabe de la Universidad de Granada salen precisamente de la colección de documentos inéditos de un hijo ilustre de Porcuna, el Dr. Don Toribio Herrero López, por aquel entonces catedrático auxiliar del Instituto de segunda enseñanza de Córdoba.

Don Toribio

     Dice al respecto Simonet: 

     “Su origen se halla envuelto en las nebulosidades de la historia. En la época romana la mencionan los historiadores con el nombre de Obulco. Debió ser población de alguna importancia, puesto que los historiadores la mencionan al lado de Emérita Augusta (Mérida), Cesar Augusta (Zaragoza) y otras de este orden.
     De Obulco paso a llamarse Obulcone, ablativo de Obulconis. Vinieron los árabes y al arabizar el nombre la llamarón Bolcuna; y así como los romanos de Obulco pasaron a llamarle Obulcone, los árabes de Bolcuna pasaron a denominarle Borcuna, y últimamente nosotros, siéndonos más sencillo y claro pronunciar Porcuna que Borcuna, la llamamos Porcuna”.

     No recuerdo exactamente donde lo he leído, ni si la referencia es fidedigna o no, pero viene hasta la mente la presunción de que, en determinado momento de la historia y entre determinados sectores influyentes de la ciudadanía, las connotaciones marranas del origen de la ciudad no eran aceptadas con agrado, hasta el punto de que las autoridades llegaron a proponer la adopción del antiguo nombre de Obulco en sustitución de Porcuna (reclamo auxilio historiadores para verificar si se trata de leyenda o realidad).
     Las  últimas palabras de Simonet parecen ir encaminadas en ese sentido reparador:

     “Me he detenido algo en buscar el origen de este nombre para que no se crea el hablilla tradicional del vulgo, que dice llamarse Porcuna de una puerca que parió treinta lechones. Hablilla que ninguna honra da a este pueblo, y que algunos, entre ellos el Sr. Mellado, en su Diccionario Universal de Historia, han elevado a tradición. Cierto es que en este pueblo y en la ermita del milagroso San Benito, se conserva una piedra en cuya superficie se ve una puerca con muchos hijuelos, pero esta piedra ¿quién nos ha dicho que simbolice el hecho real de haber parido una puerca treinta puerquecillos, y sobre todo, de haberse llamado de aquí Porcuna? Indudablemente un artista del buen humor, o tal vez para zaherir el innoble origen que a este pueblo gratuitamente quería atribuirse…
     Porcuna batió monedas en número y forma que sus caracteres han fatigado a los sabios y por sus símbolos demuestran claramente la fertilidad de sus campos, la abundancia de sus productos y el valor de sus ciudadanos”.


      Por el simple hecho de haber salido dicho manuscrito de entre los papeles de Toribio Herrero y por su clara línea aclaradora y correctora para con los intereses locales, bien pudiera tratarse de un informe tras consulta previa al reputado especialista Simonet, con cuyo dictamen se  pretendía acabar definitivamente con la guasa marrana en torno a los orígenes de la antigua Urbs Victrix Nobilis (Obulco Municipio Pontificense).
     Aquello debió de guardarlo Don Toribio como un tesoro de erudición, hasta que en 1901 decidiera ponerlo en manos del oftalmólogo y egiptólogo Rodolfo del Castillo para que lo divulgara en los medios científicos, si es que ya no lo hiciera, con anterioridad, el propio Simonet.
     Las aseveraciones etimológicas del catedrático Simonet difieren poco o casi nada de las científicas que se barajan en la actualidad (véase Origen de la ciudad y del nombre de Porcuna en el blog del cronista oficial).
     Pese a estos esfuerzos finales de lexicógrafos y estudiosos, los naturales de Porcuna, así como los de Churriana, no se librarán de la guasa marrana que propician sus respectivos topónimos.
     Todo este tostón historicista y bibliográfico, no deja de ser un mero prolegómeno para ocuparme en un futuro, casi inmediato, de como esa guasa relacionada con Porcuna trasciende alguna que otra vez a la expresión literaria, deteniéndonos especialmente en su frecuente comparecencia en las secciones reservadas al humor, al sarcasmo e ironía de las diferentes cabeceras de prensa en los siglos XIX y XX.

NOTA: La fotografía de don Toribio Herrero es fruto de la generosidad que viene demostrando, a la hora de compartir fotografías antiguas y documentos, mi tocayo Alberto Ruiz de Adana Garrido.    

01 octubre 2012

La Gran Feria de Ganado de Cañete de las Torres a principios del siglo XX .


Feria de la Salud - Córdoba 1915 (Fot. Castellá)

     La Feria de San Miguel de la villa cordobesa de Cañete de las Torres, por calendario y ubicación geográfica, ha sido tradicionalmente una de las ferias de ganado más notables y visitadas por los habitantes de una de las comarcas agrícolas más ricas de Andalucía (Campiña de Jaén y Córdoba).
    Crónicas y anuncios de principios del siglo XX ya la refieren como una de las más importantes y renombradas desde tiempo inmemorial, siendo tradicional la concurrencia de hasta quince poblaciones limítrofes o cercanas. 


     Bujalance y Porcuna, por proximidad y por el propio peso específico de sus respectivas agriculturas, históricamente la han tenido como referente por la importancia y volumen de sus transacciones ganaderas.



     Por poner un ejemplo, a la del año 1909, a la que pertenece la fotografía, acudieron feriantes que presentaron más de cinco mil cabezas de ganado, que fueron vendidas muy bien entre los numerosos compradores de los pueblos que asisten a esta feria.


Otras Ferias

1901
1903

     En esos mismos albores del siglo XX, se da la circunstancia de que la Feria de Bujalance, que se iniciaba el 24 de septiembre, prácticamente quedaba ensombrecida en lo comercial por la de Cañete, que venía a ser una prolongación de aquella:


Desde Bujalance

De la crónica remitida por Antonio Zurita al Diario de Córdoba (1903)


     Hubo años, que el Círculo de Labradores de Bujalance desplazaba y montaba su propia tienda de campaña.
     Sobre la manera en que se realizaba aquella peregrinación con el doble carácter comercial y festivo, con predominio del elemento señoril, a la grupa de briosos corceles, y de un numeroso cortejo de carruajes de lujo, para las damas y señoritas, nos ha llegado una crónica costumbrista y elitista firmada por el escritor y dramaturgo bujalanceño, Antonio Jiménez Lora. Fue publicada originalmente en el Diario de Córdoba en el año 1907, del que era asiduo colaborador este funcionario de Hacienda, para engrosar finalmente lo que sería su primer libro: "Del ambiente provinciano: cuentos y prosas" (1912).
     Sin entrar en el cuestiones sobre su valor literario (su autor no ha pasado precisamente a la historia de la literatura, aunque tenga dedicada una calle en Córdoba capital), nos sirve, al menos, para hacernos una idea sobre cómo se desarrollaban esas típicas ferias-mercado en nuestros pueblos hace ahora más de un siglo, y que nada tienen que ver ya con las maneras actuales, pese al empecinamiento en muchos pueblos por recuperar simbólicamente esas ferias de ganado que hace ya bastantes años dejaron de tener sentido.

Una feria andaluza

     Las campanas del pueblo repiquetean alegres, anunciando a vísperas, y todo el señorío bujalanceño se prepara a marchar aquella tarde a la feria de Cañete.
     En las calles céntricas del pueblo hay un movimiento inusitado; se oyen crujir los látigos, voces de cocheros que jalean a las bestias de sus vehículos y éstos pasan ligeros, ocupados por muchachas bellas, ataviadas con mantillas blancas, y que van triunfadoras a la feria.
     En la puerta del casino algunos señores viejos presencian embobados el desfile, que resultó pintoresco.
     Al lado de los carruajes, y haciendo caracolear a sus caballos, briosos y enjaezados a la jerezana, van los señoritos del pueblo, gallardos y airosos, galanteando a las muchachas donjuanescamente.
     Y  ya en plena carretera, en la tibia y clara tarde otoñal, la cabalgata marcha alegre, con la charla animada; la lluvia bulle en los labios femeninos, y los rostros bellos, con mantilla blanca, se colorean de rubor al escuchar el piropo andaluz gracioso.
     La cabalgata entra triunfante en las calles de Cañete; se dejan los coches y los caballos en la plaza, y todo el gentío señoril se dirige a pie hacia el real.




     -Ya han llegado los de Bujalance- se oye decir por todas partes. Y ganaderos, corredores y gitanos, toda la gente de la feria, acuden apresurados desde el cerro para verlas.
     Y ellas, graciosas y sonrientes, empiezan a pasear por el real, con sus cortejos, mientras allá en una esquina, el hebreo de barba blanca espera en su puesto de dátiles y de dulces, que sea más tarde, para “hacer su agosto”.
     Cañete de las Torres, pueblecito oscuro y triste, se engrandece en sus días de feria. Allí acude todo el señorío de los pueblos inmediatos, y jiennenses y cordobeses fraternizan en estas tardes y se mezclan en tratos y negocios.
     La calle de la feria, la mejor del pueblo, está adornada primorosamente: hay farolillos a la veneciana, arcos de follaje, a derecha e izquierda tiendas de juguetes, de platería y de talabartería, y en el centro un tablao donde la murga del pueblo ejecuta escogidas piezas.
      Y a su compás pasean las lindas pueblerinas, mientras sus mamás, ya cansadas y fatigosas, toman asiento en sillas que hay colocadas en una acera de la calle.
      Del cerro donde está el ganado vienen relinchos de caballo, mugir de toros y voces de discusiones acaloradas.
     Un señor alto, grueso y con patillas, acompañado de otro joven de marsellés y con larga vara de fresno en la mano, se acercan al grupo de las mamás y las saludan finos y galantes, después el joven se va a pasear con las muchachas.




     Han llegado, gentiles y primorosas, dos señoritas de Porcuna, que saludan afectuosamente a las de Bujalance, y pasean con ellas. Los muchachos, galantes, les regalan dulces del hebreo, y una de ellas despierta admiración por su belleza. Es rubia, fina y esbelta; al reír luce sus blancos dientes, como perlas; tiene la gracia ingenua de la mujer andaluza, y sus ojeras melancólicas azulean como las de una novia joven…Ella oye requiebros con agrado, sonríe a todos, y cuando llega la hora de la despedida, y en su coche se aleja de la feria, los muchachos entusiasmados, le arrojan una lluvia de flores y de dulces. La de Porcuna triunfa aquella tarde en Cañete, y el encaje de su mantilla blanca se ha llevado prendido un corazón.
     La tarde otoñal cae lenta. Se inicia en la feria el regreso, y la gente señoril bujalanceña busca sus coches y sus caballos y se pone en marcha. El regreso, como la ida, es animado y pintoresco.
     Sobre las muchachas de los coches cae una lluvia de peladillas y de dulces que le arrojan los jinetes a cada instante. Pero entre ellas y ellos hay algo aquella tarde que los separa; ellos, en el regreso, se muestran más fríos y menos galantes, y más tarde, cuando ya de noche, en Bujalance, se vuelven a reunir en el baile del casino, el recuerdo de la rubia de Porcuna flota melancólico sobre sus almas.


     Lástima que la crónica apenas si trasciende del ámbito estrictamente señorial. Se queda uno con las ganas de conocer como participaban de la fiesta aquellos otros que “a fuerza de privaciones eran capaces de ahorrar una peseta para gastarla en la feria del vecino pueblo”.




     Entre los asistentes de la vecina villa de Porcuna, con una propiedad de la tierra menos concentrada que en Bujalance, junto al rico propietario debían mezclarse bastantes peoneros, arrendatarios, pequeños y medianos propietarios, cuyo desplazamiento debía de realizarse por medios bastante más humildes. La tradicional jamuga, con su colcha más o menos lujosa, por caminos y veredas, debió ser el medio más ligero para hacerse acompañar de la pareja. La adquisición de productos para la confección de platos y postres relacionados con la festividad de Los Santos (orejones, almendras, membrillos…) creo que sigue vigente todavía (hace algunos años ya que no visito Cañete por Feria).

Peonera porcunera (de buen año)
     Para terminar con este vaciado de informaciones, tomadas a salto de mata, relatar que la feria del año 1905, marcado por la crisis agraria y la sequía, también se celebró, aunque sin la asistencia de la tradicional y lujosa caravana de la vecina Bujalance (record de la polvareda). El mercado estuvo bastante desanimado, ya que sólo pudieron hacerse 1/3 parte de las transacciones de costumbre: “los feriantes se quejan de la nulidad de los negocios”



     Al hilo del final de la crónica remitida por el corresponsal cañetero, para no dejar inmaculado el capítulo de sucesos, el alcohol y el dinero parecen ser los responsables del asesinato perpetrado en la feria de 1908, en la que dos gitanos dieron muerte a un compañero, en el mismo cerro donde se presenta el ganado y a pocos pasos de la tienda de los labradores de Bujalance.

29 septiembre 2012

Nuevas aportaciones sobre los orígenes del Foot Ball en Castro del Río




     En el estudio sobre los orígenes del deporte de la pelota (foot ball) en Castro del Río, abordado en este mismo espacio, ya relatamos el nacimiento de la primera sociedad futbolística de esta localidad, el Castro del Río F.C., surgida en fechas cercanas al inicio de la temporada estival del año 1923. En las actas capitulares, consta la solicitud al Ilustre Ayuntamiento de una subvención económica “para sufragar los gastos de adquisición y formación de un campo de deportes”, que desconocemos hasta que punto resultaría atendida (sesión 21 de julio de 1923). La prensa histórica provincial nos permitió revelar las crónicas sobre su primera andadura deportiva durante aquel último verano del periodo de la Restauración.
     Se apuntó, en base al cotejo fotográfico, una posible ubicación de su terreno de juego en  el Llano de Almagro, en las inmediaciones de la planta extractora de aceite de la empresa  Carbonell y Cía.


     Una crónica repescada, merced al progreso técnico de los buscadores, fechada a 15 de junio del año 1924, nos permite ratificar y conocer nuevos detalles sobre estos primeros compases del foot ball local. 

LAS PRIMERAS PORTERÍAS

     “Tras de esfuerzos y trabajos que no son para decirlos, un puñado de muchachos, que llenos de ánimo e ilusión trabajan por tener personalidad futbolística, quisieron inaugurar la colocación de sus dos magníficas porterías, contendiendo con un equipo de la capital.
      Dificultades a miles se oponían a realizar sus deseos no siendo la de menor cuantía la pecuniaria; pues del sobrante de su portamonedas estudiantil (y… ¡hay que ver lo que le puede sobrar a un estudiante en estos tiempos… y en otros!) tuvieron que echar mano para costear las puertas a su campo. Pero el entusiasmo e ilusión todo lo vence, y sostenidos y empujados por su entusiasta e incansable presidente Don Lucas Criado, lograron realizar el encuentro”.


Stadium América del Córdoba Sporting Club

    Queda pues ratificado ese origen estudiantil elitista de sus primeros equipiers, que ya apuntábamos en base a los apellidos de sus primeras alineaciones. El cronista, que firma como Offside, parece mostrarse desconsiderado y poco afortunado al referirse a otros jóvenes locales aficionados al novel deporte:

     "Asistió una enorme concurrencia de todas las clases sociales, desde los chavéas “cabileños” hasta los aristócratas de la calle Alta”.




     No creo necesario entrar en detalles sobre cuáles serían las “cábilas castreñas" de los años veinte (habitadas por tribus de beduinos y bereberes). Las mismas donde, apenas seis años después  terminaría conformándose la mítica Unión Deportiva, muy capaz ya de librar batalla en el campo y de sobrepasar en lo deportivo al equipo de “los señoritos” (Sporting). Véase enlace ilustrativo sobre el devenir del fútbol castreño durante la década de los años treinta.


AUTORIDADES Y PERSONAL

     La crónica del amistoso celebrado el 10 de junio de 1924 frente a la Unión Deportiva de Córdoba, no prescinde de las habituales alusiones y consideraciones galantes hacia las señoritas  que se dieron cita en aquel  evento inaugural de porterías:

     “Antes de dar comienzo el partido pensamos recorrer el campo para tomar nota de las bellas y simpáticas jóvenes que con su gentileza hacían como de marco al campo de juego, pero por no tener omisiones involuntarias y por no llenar algunas cuartillas de nombres no especificamos a ninguna”.


     Nos sirve también para conocer las autoridades civiles y militares que se hallaban al frente del municipio durante aquellos primeros compases de la Dictadura de Primo de Rivera, cuando el partido único de la Unión Patriótica aún no se había gestado:

    “Diremos, obedeciendo al protocolo, que allí vimos al digno delegado gubernativo don Mariano Melguizo, acompañado de su bellísima y virtuosa esposa; al señor alcalde, entusiasta como pocos de este deporte, y otros muchos señores”.

     El señor Melguizo, era un Comandante de Infantería designado por el Directorio Militar como delegado gubernativo del partido judicial y jefe del somatén local, que disponía de despacho propio en las casas consistoriales y de plenos poderes a la hora de designar a los integrantes de la nueva corporación municipal, presidida paradójicamente por el veterano republicano federal José Millán Fernández, y de la que también formaba parte el presidente del Castro del Río F.C., el con posterioridad  “entusiasta e incansable” adicto a la causa del  tradicionalismo, el conocido farmacéutico Lucas Criado Tejada (“Luquitas”).

   Recordamos, que la Feria Real de ese mismo año, por voluntad expresa de la nueva corporación, seria trasladada a la calle Córdoba y Llano de Almagro.



    Equipo del Castro F.C. reforzado por jugadores del Egabrense y de otras procedencias, que de manera algo tramposa si hizo con aquella copa disputada a doble encuentro frente al C.D. Ibérica de la capital.


EL PARTIDO

     Por lo que respecta a la crónica deportiva de este primer partido jugado con porterías de verdad, frente a la Unión Deportiva de Córdoba, decir que los jugadores saltaron al campo con la original disposición táctica británica (2-3-5), anterior a la implantación general de la fórmula mágica W.M.


I
    Ganaron los locales por 1 a 0. El autor del único tanto y jugador estrella del equipo, el polivalente Cubero:

     “Hay pase muy matemáticos de nuestros delanteros, que los cordobeses no pueden cortar, y a los doce minutos de juego Cubero chuta a un kilómetro, de un modo tan rápido que el balón se cuela por la portería cordobesa, coronándose el chut con una gran ovación de sus paisanos ¡Es mucho Cubero!”.

     En la línea defensiva se subraya la seguridad de los hermanos Meléndez: 

“Tenemos unos Meléndez tan avaros que no se dejan pegar. No obstante un fallo del ala derecha hace que se vea acosada la portería castreña un momento, pero el delantero cordobés, de manera suicida, echa la pelota a Pekín”.

    El cronista hasta le dedica un pareado a uno de estos valerosos zagueros locales: “Rafaelito Meléndez es un Vallana que no deja pasar nada”.


     En funciones ofensivas, junto a Cubero, se llevan la palma un número de guardia civil apellidado Campos (que engañando a medios y defensas larga un buen chut que roza el palo de la portería), y especialmente Alarcón (que a pesar de sus kilos, sortea a cuantos le salen a su encuentro).
     Manuel Pérez, el guardameta titular del juvenil del Córdoba Sporting Club, que reforzaba a los locales, en las pocas ocasiones en que tuvo que intervenir se mostró seguro y acertado.


ANEXO DOCUMENTAL

    Muestras gráficas de otros equipos de la comarca, potenciales rivales del Castro del Río F.C. y nacidos en fechas cercanas: Athletic Victoria de Villa del Río y el F.C. de Bujalance. Las dos fotografías se corresponden con la temporada de verano del año 1923, cuando arranca el fútbol en Castro:




     Para quienes puedan mostrarse interesados por la historia del fútbol a pequeña escala recomiendo un paseo por la reciente publicación de Francisco Morales Basurte, cuidadosamente editada en su propio taller de imprenta, y colgada generosamente en la red a disposición de la generalidad: “Crónica tardía de una etapa futbolística en Castro del Río (1954-58)”, en la que se aborda la historia de la época dorada del fútbol castreño, que tuvo su culminación en la temporada 1957/58 en la que militó en la Tercera División Nacional.


     De gran interés para los amantes de la fotografía deportiva, aficionados y curiosos en general. Son numerosas las referencias y noticias sobre club de los que contendieron contra Castro en aquellas temporadas. Por ejemplo en la temporada 1956-57 el Castro estuvo encuadrado en un grupo interprovincial con equipos de la vecina provincia jiennense como el Lopera C.F o el Utica de Marmolejo, eternos rivales en otras competiciones (Copa del Gobernador) del mítico San Benito C.F. de mí Porcuna natal.


22 septiembre 2012

EL TREN QUE NUNCA LLEGÓ (El tranvía aéreo-eléctrico Porcuna-Arjona- Andújar del año 1917).



     Aquellas esperanzas de las que participaron autoridades y políticos de los partidos dinásticos de Porcuna y otras localidades vecinas, en los primeros años del siglo XX, en torno a la deseada materialización de un proyecto que permitiera la llegada salvadora a la comarca de los caminos de hierro (ferrocarril Pedro Abad-Martos), se reabren a principios del año 1917.
     Fue un porcunense, el doctor Cesar Sebastián González, el responsable de la puesta en marcha de esta nueva intentona. Con la idea de concienciar a sus paisanos sobre la necesidad de este medio de locomoción y los beneficios que reportaría para “el desarrollo agrícola de este rincón, casi incomunicado en la actualidad con el resto de Andalucía”, impartiría conferencias en centros  sociales (Círculo de Obreros – la Píldora) y políticos (Círculo Unión Liberal) de la localidad de Porcuna. De aquellas propagandas saldría una amplia comisión local, al objeto de estudiar su viabilidad y recabar la implicación de otras poblaciones interesadas.
     Se pensó, en un principio, conectar con la red general de ferrocarriles con un ramal Porcuna-Lopera-Villa del Río. La potencialidad económica de la burguesía agrícola e industrial de la vecina localidad de Arjona, con intereses de peso a la hora de participar en el proyecto, decantaría la balanza a favor de una salida por Andújar
     Nos aprovecharemos, una vez más, de la asidua presencia del bujalanceño Antonio Zurita en la prensa cordobesa, para extraer de sus páginas un resumen, con su particular impronta regeneracionista en asuntos agrícolas, de un artículo publicado por la jiennense bajo el epígrafe “El Tranvía Porcuna-Arjona-Andújar", con el sugerente y fustigador subtítulo de “Despertemos”, que vio la luz originalmente en los periódicos “El Eco de la Provincia” de Jaén y “El Guadalquivir” de Andújar.
     Lo firma, el ya referido Cesar Sebastián González (hijo del médico de ideas republicanas Sixto Sebastián y hermano del ex alcalde liberal de Porcuna Emilio Sebastián, por entonces vicepresidente de la Diputación Provincial de Jaén).
      El doctor Sebastián pertenecía al cuerpo de Sanidad Militar, aunque de vez en cuando, imagino que por influencias políticas, accedía a destinos civiles. Cuando esto escribe, ejercía como Jefe Provincial de Sanidad en la provincia de Guipúzcoa.

     Reproducimos integro el artículo de Zurita (Cesar Sebastián):

     “No se concreta el ilustrado doctor a fustigar a los pueblos de su provincia, quiere que la sacudida alcance a varios de la nuestra, que también duermen con la despreocupación y el abandono propios del resignado.
     Con perfecto conocimiento y con grandes entusiasmos el señor Sebastián expone nuestra prosperidad en la agricultura, a la vez que pide ese despertar necesario para completar un estado floreciente de riqueza. Trae aires de fuera, vive en Guipúzcoa, ha visto como se asocian los hombres para engrandecer a los pueblos y quiere inyectarnos el virus de la confianza y de la actividad, que mate el funesto egoísmo del que estamos poseídos.
     Hemos adelantado en la agricultura, pero siempre con vistas al individualismo. Nada colectivo.
     No tenemos tranvía ni ferrocarril por la sencilla razón de que no podemos costearnos cada uno el nuestro. La asociación es un signo de cultura y así hay que confesarlo, aunque nos apene tal afirmación.
     Venga a despertarnos hombres tan briosos como don Cesar Sebastián y no nos molesten las comparaciones que para nuestra enmienda hayan de hacerse con otros pueblos de España o del extranjero. Con esta riqueza, con esta tierra bendita ¿vivirían aislados, como en los tiempos primitivos, los catalanes o los guipuzcoanos? Seguramente que no. Y si la mayoría de los propietarios de esta región pensasen como Cesar Sebastián ¿tardaríamos mucho en redimirnos? Muy poco.
     No olvidamos nunca que un día, hallándonos en Bayona, vimos acumularse un gran gentío en la Casa Municipal y, al preguntar el motivo de la concurrencia, nos dijeron que suscribían acciones para el tranvía que habría de unir aquella hermosa ciudad francesa con la nuestra de San Sebastián. Sentimos entonces envidia y vergüenza. Nos acordábamos de o prospero de nuestro suelo, de nuestros propietarios adinerados, de nuestras carreteras y, sobre todo, de nuestras rencillas ridículas, que contribuyen al malestar y al estancamiento.
     Don Cesar dice en su artículo que, si puede llegar a caballo, visitará entre otros este pueblo nuestro, para propagar la idea de la asociación, a los efectos de construir un tranvía que nos una con la línea general. Venga en buena hora y que sea pronto; y Dios haga que sus laudables propósitos obtengan éxito completo y despertemos".                                                                                                    
Antonio Zurita
                                                                                                             Bujalance 13 de febrero de 1917


     Estos actos de autocrítica, salidos de entre la propia burguesía agrícola de la comarca, parece que surtieron rápido efecto.
     Fueron las localidades de Porcuna y Arjona las primeras en abanderar esta empresa. A principios de abril se celebraría en la ciudad de Arjona una asamblea conjunta de fuerzas vivas de ambas poblaciones para estudiar la viabilidad del “vitalísimo y conveniente proyecto” promovido por el doctor Sebastián: un tranvía eléctrico Porcuna-Arjona- Andújar.
     La asamblea, celebrada en las casas consistoriales, estuvo presidida por Ricardo Dacosta Ortega, abogado, diputado provincial y jefe local de los conservadores de Porcuna.


     Además del referido y retratado, estuvieron presentes Pedro Funes Pineda, abogado y jefe del partido liberal, Emilio Sebastián González, farmacéutico y diputado provincial por Martos, el señor alcalde de Porcuna (Juan Mora *), los concejales Fernando Morente, José Santiago y Tomás Jurado, así como el señor cura párroco don Ramón Anguita. De Arjona, el Ayuntamiento en pleno, presidido por su alcalde don Bartolomé Lópiz, y otras destacadas personalidades: José y Fernando Contreras y Pérez de Herrasti, Nicolás Lópiz, Manuel Talero…
     Para explicar a los asistentes las características técnicas del embrionario proyecto de tranvía “aéreo-eléctrico”, intervino el ingeniero Francisco Herrling, promotor técnico y representante general de la compañía alemana V.W.V. Dresden en España, parece ser que muy interesada en introducirse en el país con proyectos de similares características diseminados por diferentes territorios, y con la que debió entablar contacto Cesar Sebastián. Las peculiaridades técnicas las posponemos para capítulo aparte.
     De aquella primera reunión salieron los siguientes acuerdos:
     Primero: abrir un concurso entre las casas constructoras para que presenten planos, proyectos, memorias, etc.
     Segundo: satisfacer a la más ventajosa proposición la cantidad que como premio a esos trabajos se señale.
     Tercero: que los Ayuntamientos de Porcuna y Arjona creen, previa autorización de las cortes, un arbitrio sobre carga y descarga, a fin de subvencionar con el él a la empresa constructora del tranvía deseado.
     Cuarto: que la empresa facilite acciones a los vecinos de ambos pueblos que deseen emplear sus capitales y formar parte de las mismas.
     Quinto: que los Ayuntamientos referidos, de acuerdo con la empresa fijen las tarifas del tranvía.

     “En ambos pueblos reina un general y alentador entusiasmo, que hace muy justamente pensar que el proyecto de tranvía está en realizable camino. De ello debemos vanagloriarnos cuantos deseamos el progreso de nuestra provincia”.

     El entrecomillado y demás informaciones que se han ido volcando sobre aquel conclave, proceden de la noticia publicada por “El Pueblo Católico” de Jaén, reproducida, a su vez, por un periódico de tirada nacional (“El Día”).

     El proyecto parece marchar a buen ritmo. Para el mes de junio, según fuentes fidedignas (Zurita), desde Porcuna ya se habían suscrito 200.000 pesetas en acciones de una recién constituida sociedad anónima, mientras que en Arjona pasaban de las 300.000.

     El 24 de julio vuelve a celebrarse en Arjona una asamblea general de las respectivas juntas locales implicadas en el proyecto, a las que se suma la de Arjonilla, que parece mostrarse interesada por entrar en aquella sociedad.


     Las cinco plazas preferentes del primer plano, de izquierda a derecha, las ocupan los respectivos alcaldes de Porcuna, Arjona y Arjonilla, seguidos de Emilio Sebastián González, vicepresidente de la Diputación Provincial, y el también diputado provincial porcunense, Ricardo Dacosta Ortega.
     El nº 7 identifica al párroco de Porcuna don Ramón Anguita y el 10 a don Pedro Funes (no termino de encontrar la marca numérica). El marcado con el 9, se corresponde con Francisco Herrling, director técnico y representante de la casa alemana Dresden.  El resto son moros blancos y arjonilleros.

     Al informar sobre aquella primera asamblea celebrada en Arjona, se mencionaba a un tal Juan Mora, como primera autoridad de la ciudad de Porcuna, que hago acompañar de un asterisco de alerta. Debe de tratarse de un error, pues otras fuentes manejadas me conducen hasta Pedro de Aguilera y Solsona como depositario de la vara municipal durante aquel año de 1917  (primero sentado a la izquierda en la fotografía publicada en la Unión Ilustrada).
    A destacar en dicha fotografía, a título meramente anecdótico, lo extendido que se hallaba por entonces el uso del moderno y aristocrático zapato estilo inglés entre las fuerzas vivas de la comarca. Don Ricardo Dacosta se nos muestra más clásico, pues parece calzar el típico botín confeccionado a medida por el acreditado gremio de zapateros locales.


     Aquella buena acogida en la comarca y similares, tributadas en otros puntos de España donde esta empresa alemana ya tenía tendidas sus redes, parece que terminaría cuajando en una nueva Sociedad Anónima, con objeto construir y explotar tranvías y ferrocarriles eléctricos.
    


     Cuando en el mes de septiembre, las instituciones retoman su pulso normal, nos llegan noticias sobre un vasto y aún más ambicioso proyecto: un tranvía interprovincial que afectaba a las comarcas agrícolas más ricas de las provincias vecinas de Jaén y Córdoba, detrás de cuya promoción se hallaba la misma casa alemana. Además del ya planteado y medio en marcha ramal Porcuna-Arjona-Andújar, se incluían las siguientes líneas:

1)     Una que partiendo de Córdoba pasaría por Castro del Río y Baena, terminando en Priego.
2)     Otra que partiendo de Andújar pasaría por Porcuna, Cañete y Bujalance, terminando en El Carpio.
3)     Otra nacería en Villa del Río, pasando por Lopera, Porcuna, Higuera de Calatrava, Santiaguillo y Baena.
4)     Otra de Higuera de Calatrava a Martos.
5)     Otra debía de partir de Porcuna a Castro del Río, Espejo y Montilla.
6)     Una última, ya para rizar el rizo (por las propias dificultades orográficas del terreno) de Montilla a Cabra y Priego.

Villa del Río 1915 - Fot. Castellá 
 
     Al objeto de publicitar este tranvía interprovincial, el señor Herrling publicaría en la prensa cordobesa (imagino que también en la jiennense) un extenso artículo donde, para salvar cierta ignorancia y escepticismo, entra en detalles sobre las características técnicas a desarrollar en estos ramales de tranvía que apellida como “aéreo-eléctricos”:
 
     “En la mayor parte de las preguntas veo que no se entiende bien la palabra “aéreo-eléctrico”. Se cree con frecuencia que la vía será un cable aéreo, utilizando como fuerza motriz la electricidad. No es eso.
      La forma general del tranvía proyectado, no difiere, a simple vista, de la de los corrientes que vemos a diario. Como ellos tiene sus vías de carriles, sus postes a un lado de aquellos en los que va suspendida la línea de conducción, a la que tocan los troles para suministrar fluido eléctrico a los motores. En todo su aspecto es lo mismo que los demás tranvías eléctricos.
     Para el espectador que examina detenidamente la instalación, encuentra centrales eléctricas colocadas a lo largo de la línea y a distancia de 2, 3 o 4 kilómetros, según la importancia del tráfico en la vía férrea. Cada central es independiente y están destinadas exclusivamente a transformar fuerza para el trayecto comprendido entre ella y la inmediata.
     Su funcionalidad consiste en transformar la fuerza del viento en fluido eléctrico. Por eso le damos el nombre de centrales “aéreo-eléctricas”, para expresar por esta palabra que el viento es transformado por ellas en electricidad.
     Contra este novedoso sistema luchan quienes no lo conocen, y quienes conociéndolo o no, ven amenazadas, de merma en rendimientos, sus industrias actuales.
     Pero dejemos estas luchas y hablemos algo sobre las centrales:
     Hace unos 35 años, intentó un técnico sueco utilizar la fuerza del viento para este fin; pero trabajó en dirección falsa. Usó los molinos imperfectos, usó una dinamo corriente, y al poco tiempo se consideró fracasado en su intento, abandonando su trabajo.
     Entonces publicó un técnico alemán sus estudios sobre la frecuencia y fuerza del viento, y sobre la construcción de turbinas de viento. Enseñó por primera vez la posibilidad de producir electricidad con su turbina aérea, que, como consecuencia de su construcción perfecta y científica aprovecha los vientos de poca velocidad (de 2 y medio a 3 metros por segundo), bastando la fuerza que éstos desarrollan para producir electricidad. Aún había un inconveniente serio para hacer útil el sistema: superar el empleo de la dinamo corriente que no era apto. Esto sería solucionado por un ingeniero alemán profesor de la Real Academia de Dresden, que con su meritorio estudio incansable alcanzaba la mayor perfección, que es posible alcanzar en esta clase de instalaciones.
     La rueda, aprovechando toda la fuerza del viento, mueve un eje vertical, que a su vez mueve la dinamo especial. El fluido producido pasa por un interruptor automático de perfectísimo funcionamiento, para entrar en una batería de acumuladores, de capacidad variable, según la necesidad, acumulando así fluido eléctrico que después se utiliza para fuerza motriz, alumbrado, etc. Según se desee. De esta forma podemos acumular desde uno a cien o más kilovatios hora, que responderán a asegurar el trabajo en 3, 4 o 5 días que difícilmente pudieran venir en calma completa del aire.
    Termina las explicaciones con la rotunda aseveración de que nos encontramos “ante las central eléctrica del futuro, porque viento no falta nunca”. 
     "Éstas centrales son las que quiero emplear en el gran proyecto de tranvías al que me refiero, que con gran entusiasmo se acoge en las comarcas implicadas. Ojalá podamos realizar, dentro de tres o cuatro años, todo el proyecto, para bien de los pueblos y de los agricultores del terreno en cuestión, víctimas de una perniciosa incomunicación".


 
     En otro lugar de este extenso artículo, que omito, se menciona “que hace ya varios años que en todas las partes del  mundo se produce electricidad por este procedimiento”, poniendo el ejemplo cercano de la vecina Lusitania, aunque no se tienen noticias de haberse experimentado aun con él en los demás territorios de la península ibérica, y tampoco conocemos hasta qué punto su eficacia estaba ya contrastada como fuerza motriz para el transporte.
     Poco efecto surtió tanta y tan detallada explicación, ya que las dudas se ve que no terminaron de disiparse entre los potenciales inversores. Ninguno de los ramales de ese famoso tranvía interprovincial entró ni siquiera en fase de estudio. Desconocemos hasta qué punto el conjunto de sucesos que tuvieron lugar durante aquel verano de 1917 (la crisis española de 1917) incidieron también  en el punto muerto en que entraron la práctica totalidad de los proyectos promovidos por la casa alemana V.W.V. Dresden, que terminaría desapareciendo de escena y de la que no se vuelve a tener noticias de actividad empresarial en nuestro país.
     He intentado, sin éxito, acceder a un trabajo titulado “El proyecto de tranvía Porcuna-Andújar-Arjona” (1917 un año de crisis), del que es autor Luis Pedro Pérez García, que fue publicado en el nº 4 (junio de 2001) del periódico La Campiña, que quizá pudiera sacarnos de dudas sobre las causas definitivas del abandono del proyecto.
     Darle las gracias a Alberto Ruiz de Adana que ha puesto en mis manos un viejo recorte de la prensa de la época, del que me he servido, remitido en su día por su abuelo materno, Benito Garrido Palacios (un joven profesor de instrucción primaria con inquietudes periodísticas), a un incógnito periódico provincial.