Espacio abierto dedicado al estudio de las historias locales de los municipios de Castro del Río (Córdoba), Porcuna (Jaén) y Motril (Granada), así como sus adyacentes. Recomiendo la utilización del apartado de comentarios para aportaciones, consideraciones, críticas o rectificaciones. De igual manera, está disponible para quienes deseen colaborar con la publicación de artículos o aportando documentos, sobre cualquier tema de carácter histórico relacionado con dichas poblaciones.

12 diciembre 2010

Loterías con Historia.



   Ante la incertidumbre generada por la crisis, el paro, la devaluación salarial, las subidas impositivas y los mensajes catastrofistas con los que nos machacan a diario determinados medios de comunicación, la lotería de navidad se convierte un año mas, en ese impuesto voluntario con el que tradicionalmente contribuimos a generar ingresos para el erario publico a cambio de un porcentaje de ilusión.
   Según los economistas,  la salida de la crisis pasa por un aumento del consumo. Insto, por solidaridad, a los ciudadanos con buen nivel de ingresos y remanentes bancarios que hagan un esfuerzo y se lancen al voraz consumismo navideño. Aunque la mayoría de los españoles tendremos que dejar a un lado el “Mon Cheri” y el “Ferrero Rocher” (a los que estábamos acostumbrados) y retomar el tradicional polvorón navideño (a no ser que nos toque la lotería).

   Fue el año de 1892, el primero en que se utilizó la denominación oficial de “Sorteo de Navidad” en la lista de premios, pero hasta 1897 no se incluyó su nombre en los décimos de lotería. Tuvo gran acogida entre la población y se convirtió pronto en la gran esperanza de los españoles para enriquecerse o salir de situaciones difíciles.
   En 1904 Doña Manolita de Pablo, una bella y carismática mujer de 25 años, abre junto a sus hermanas una administración de loterías en la calle San Bernardo de Madrid. Sus primeros clientes fueron principalmente estudiantes, que antes de partir de vacaciones para sus respectivos domicilios de origen se pasaban por su establecimiento a comprar lotería y de paso reparar en su espectacular belleza.




   En ese mismo sorteo de 1904 el Gordo recayó en el número 15.162 premiado con 5.000.000 millones de pesetas al billete y 500.000 al décimo. Muy repartido entre obreros marítimos y portuarios del Grao de Valencia.



   El Cuarto Premio, 22. 954, también marinero, fue vendido íntegramente en la administración nº 6 establecida en la Cortina del Muelle de Málaga, comprado por los Hermanos Gómez, dueños de un antiguo e importante establecimiento de tejidos de la capital malagueña. Siguiendo la costumbre de la casa se quedaron con dos decimos, otro lo jugaron entre los empleados, otro lo adquirió un representante de la casa Salvatierra de Barcelona, enviando el resto a sus corresponsales. Las provincias de Córdoba y Jaén se iban a beneficiar de las relaciones comerciales de esta casa malagueña: Fernando Ruiz Cano de Martos, Leocadio Santaella de Puente Genil, Gabriel Benítez de la colonia agrícola de San Martín del Tesorillo (Cádiz), Pedro Galán de Adamuz, Francisco S. Ruiz de Castro del Río y Bernabé Galán de Valenzuela fueron los depositarios de los seis décimos restantes premiados respectivamente con veinte mil durazos del ala.


   Aunque he indagado sobre el agraciado castreño no tenemos noticia alguna sobre él. 
   Optaría por la prudencia y el anonimato, no trascendiendo detalles a la prensa provincial.
   Si, de las 100 pesetas jugadas en Valenzuela (Córdoba). Su depositario Bernabé Galán Barcia no era comerciante, sino un joven de 26 años de edad, natural de Adamuz, Doctor en Teología, que acababa de hacerse cargo de la parroquia de esta villa cordobesa. El décimo le llegó a través de su hermano Pedro que trabajaba como dependiente en el susodicho comercio malagueño. Las participaciones se distribuyeron entre parroquianos:
  • Sr. Cura párroco 20 pesetas.
  • Don Manuel Mancilla Arroyo, cura coadjutor, 35 pesetas.
  • Don Juan José Ruiz Cámara, sacristán 1º, 3,75 pesetas.
  • Don Antonio Horcas Montilla, sacristán 2º, 5 pesetas.
  • Don Juan Barcia Serrano (tío del cura), organista ciego, 5 pesetas.
  • Don Juan García Porcuna, ayudante del organista y también ciego, 5 pesetas.
  • Monaguillo 1º 2 pesetas.
  • Monaguillo 2º 1,50 pesetas.
  • Doña Maria Isabel Porcuna Olivan (devota), 5 pesetas.
  • Doña Maria Providencia Susín López (devota), 5 pesetas.
  • Doña Isabel María Montilla Gordillo (devota), 2,50 pesetas.
  • Don Juan Serrano Gallardo, amigo del párroco, 2,50 pesetas.
  • Don Ildefonso Sánchez García, amigo del sacristán 1º, 1,25 pesetas.
  • Asociación de Hijas de María (recién constituida), 6,50 pesetas, procedentes de las limosnas obtenidas por las niñas.

Antigua Iglesia Parroquial de Valenzuela
Demolida a mediados de los años 70

   En la misa del gallo de aquel año en Valenzuela “se cantaron los maitines con alegría inusitada y el Niño Jesús fue mas vitoreado que otros muchos años”.
  
   Para hacernos una idea de la magnitud del premio, el monaguillo segundo que jugaba 1,50 pesetas le correspondieron 1500 (equivalentes a 600 jornales de siega, casi 4000 panes familiares de a kilo o 160 arrobas de aceite fresco).
   El sacristán segundo con sus 5000 pesetas hubiera podido comprar 20 ruchos o 4 yuntas de mulos.

   El sacerdote Bernabé Galán pertenecía a una familia de acaudalados propietarios de Adamuz. Su padre había sido alcalde y jefe local de los conservadores. Al menos, hasta 1919 siguió ejerciendo el sacerdocio y era propietario en su pueblo de un caserío conocido por “Rojano”. En la década de los veinte se desprende de la sotana y contrae matrimonio.
   Ya en la década de los treinta en un contexto de guerra civil le volvería  a tocar la lotería. Detenido en Adamuz por derechista, es conducido junto a un numeroso contingente de paisanos a la Catedral de Jaén, convertida en cárcel.



   El 11 de agosto de 1936 fue incluido en la segunda expedición de “Trenes de la muerte” que partió de Jaén con destino a la prisión de Alcalá de Henares. Dicha expedición fue asaltada en la estación de Santa Catalina (Madrid). La Causa General incluye el testimonio Antonio Galán Pastor, su hijo, superviviente de aquella matanza:
 
   “El que suscribe estuvo formado con su padre Bernabé Galán Barcia el cual al llegar al sitio donde había de ser fusilado dijo: donde me coloco, y le pusieron a mi derecha; fueron montados los fusiles y estando apuntados para matarnos un camarada de los que habían salvado destacándose del tren dijo: ¡Que vais a hacer, si son compañeros nuestros, todos trabajadores! Y entonces dispusieron dejarnos salvos, y a partir de ese instante ya no continuaron la matanza”.


   La historia se presta a la moraleja, pero como no soy demasiado propenso a moralizar, bastante tengo ya con intentar desprenderme de mis propias miserias, me limitaré a recomendar a los supersticiosos aficionados al juego de la lotería, que todavía están a tiempo de hacerse con el 22.954 con el que fueron agraciados, hace ya mas de un siglo, este grupo de vinagorros clericales, coetáneos de aquellos otros que buscaban riqueza y tesoros en el patio del castillo de Torreparedones. Es por si le da la pita al palo. Yo mañana mismo empiezo a buscarlo.

08 diciembre 2010

Fonda "La Esperanza" (1924-1957).



C/ Ramón y Cajal (Porcuna).
Dibujo de Manuel Bueno Carpio sacado de una fotografía de 1942

Fernando Delgado (1930-2009)

   Las entradas dedicadas a la familia del actor Fernando (Martínez) Delgado nacido en mayo, como las flores, del año 1930 en la habitación nº 2 de la Fonda la Esperanza, calle Ramón y Cajál nº 13 de Porcuna (Jaén),  han conformado un exagerado preámbulo utilizado como simple pretexto para ocuparme de la historia de mi familia, que, aunque no subieron nunca a un escenario, han pasado a la memoria colectiva de Porcuna por su arte y gracejo.
   La verdad sea dicha, he disfrutado bastante adentrándome en los entresijos de aquel mundo del teatro para mí desconocido. La curiosidad se suele saldar con aprendizaje. Creo que ha merecido la pena.
   Si para la elaboración de las trayectorias profesionales de este linaje de cómicos españoles he podido disponer de las informaciones teatrales recogidas en los diarios y revistas de la época, para la mía dispongo casi exclusivamente de un álbum de fotografías, de testimonios orales y de las noticias grabadas en mi memoria que me trasmitieron mis padres, a pesar de su prematura desaparición. También en  las hemerotecas digitales y en publicaciones locales he encontrado alguna información, que iré derramando en estas páginas que les dedico.

   El alma mater de este negocio fue mi abuela Ana Espinosa Párraga. Me cuentan que era una mujer dinámica y emprendedora, que con el concurso de su esposo Felipe Heredia Santiago a) Birón y carpintero de profesión, hacia mediados de la década de los 20 se embarcan en esta empresa ante la carencia de alojamientos de hospedaje medianamente dignos. 

 Ana Espinosa Párraga

 Felipe Heredia Santiago "Birón"

   Fue mi abuelo reputado maestro en su oficio fue el encargado de fabricar el mobiliario necesario (camas, mesitas de noche, armarios, palanganeros, perchas, sillas, mesas, cuadros...). Para decorar el comedor enmarcó unas litografías alusivas al descubrimiento de América.
   Hace algunos años, con motivo de cierta restauración casera, descubrimos en el interior de uno de los cuadros una pequeña nota escrita con lápiz de carpintero sobre papel de estraza que decía: “Estos marcos fueron fabricados por el maestro Felipe Heredia y su aprendiz ? el año 1924”.


 

   Reintegrada a su lugar original y  olvidado el cuadro que la alojaba, por pereza manual, hemos desistido de su búsqueda que hubiera quedado bien para ilustrar la entrada y certificar el arranque del negocio hostelero.
   Las riendas del establecimiento, por carácter, las llevara mi abuela. Era una persona afable y cariñosa, que trataba a sus huéspedes como si fueran miembros de su familia. Sus habilidades como costurera las utilizó para proveerse de lo preciso para poner en marcha el hostal.
   La plantilla de personal estaba compuesta por una cocinera, una mujer encargada del servicio de habitaciones y de un botones, que además de hacerse cargo del equipaje de los huéspedes, ayudaba en el comedor.
   Tuvieron tres hijos Manuel, Felipe y Encarnación (mi progenitora).
  
  
   Ésta, heredó de su abuelo materno el apodo Mazantini. Con motivo de un viaje que realizó a la Feria de Málaga tuvo la oportunidad de ver torear al mítico e ilustrado torero. En reuniones de amigos, tabernas y barberías, ante sus reiteradas referencias y alusiones a la grandeza y arte de aquel torero terminaría siendo bautizado con tal remoquete, que al heredarlo mi madre se transformó en Mazantina (“Encarnita la Mazantina”).

    

   Sus hermanos varones, Manuel y Felipe, nacidos en 1912 y 1919 respectivamente, por aquello, del acostumbrado trato con los artistas que se albergaban en la fonda, desarrollaron por contagio cierta faceta cómica:

 Manuel Heredia Espinosa (1912-1992)

    Felipe en alguna que otra ocasión participaría en funciones teatrales de aficionados presentado como el célebre excéntrico "Jaimito Birón":



   Manuel, a la temprana edad de doce años ingresó en el Seminario Conciliar de Baeza, pasando con posterioridad al de Jaén donde obtiene el título de Bachiller Eclesiástico. Abandona la vocación sacerdotal y regresa a Porcuna donde colabora con el negocio familiar, mientras prepara oposiciones al Cuerpo de Investigación y Vigilancia de la República, al que consigue acceder en 1935 siendo su primer destino Córdoba. Por fuentes orales conocemos que durante ese periodo militó y mitineó en el seno de la agrupación local de la Juventud Socialista.
   Su posterior carrera profesional es sobradamente conocida en Porcuna, jubilándose como Comisario Jefe del Cuerpo Superior de Policía en Córdoba. Gran aficionado a las antigüedades, a la historia y costumbres de su pueblo, publicó numerosos artículos en la revista de feria, trabajos más extensos en el Boletín de la Real Academia de Córdoba y en el Instituto de Estudios Jiennenses, y recopiló cuanta información pudo para su Historia de Porcuna, publicada después de su muerte.

Felipe Heredia Espinosa (1919-1941)

   Felipe, compaginaba el aprendizaje del oficio de su padre con la siempre imprescindible ayuda en el hostal. Adquiere cierta celebridad a nivel local por sus ocurrencias. 

  En cierta ocasión, se hospedaba en la fonda un artista de circo que portaba en el hombro un mono de compañía. Trabó amistad con el simio, ganándose pronto la confianza de su dueño,  que delegó en él para su cuidado y custodia, mientras en unión de otros artistas peregrinaba por las tabernas del pueblo (desconozco si en aquella época los animales tenían vedado el acceso a los establecimientos públicos). En un ambiente de compenetración y camaradería compartió con el monito copitas de aguardiente dulce, de su misma marca, alcanzando éste un estado de excitación incontrolable. Visitó a una velocidad endiablada, todas y cada una de las habitaciones y dependencias de la fonda, provocando la lógica alarma entre los alojados que descansaban en sus habitaciones. Ni el propio dueño del animal, a su regreso, pudo controlarlo, perdiéndose por los tejados. Al día siguiente, tras pelar la mona, regreso mansamente junto a su amo.
   De mozuelo, tenia por costumbre reunir en una casa almacén que tenia su padre en “La Riverilla” una autentica rehala de perros abandonados, que cuidaba y alimentaba con un propósito jocoso y jaranero. Llegada la temporada de las bodas, aquellos cortejos nupciales de a pie compuestos por novios, familiares y vecinos invitados al convite, convenientemente pertrechados con sus mejores galas, solían pasar por la calle Ramón y Cajal en dirección o de vuelta de la Iglesia Parroquial. Era el momento elegido para arengar a los perros, que con su correspondiente lata atada en el rabo sembraban el desconcierto entre los transeúntes. La broma llego a alcanzar tal fama, que los días de boda los vecinos se apostaban en las esquinas de la calle esperando el momento de la cencerrada perruna.

Carrera de Jesús. Años 30.

   Con la guerra civil se interrumpirá la explotación del negocio familiar. Mi abuela y mi madre, una niña de 8 años que acababa de hacer la primera comunión, ante el peligro de los bombardeos con que era hostigada Porcuna durante el periodo de dominación republicana, y el miedo al moro mercenario, tan propagado entre la población, se refugiaron en Jaén donde pasaron el resto de la guerra. Mi abuelo, optó por permanecer en la casa custodiando sus propiedades y enseres.

   Mis tíos, sin embargo, se implicaron con el bando nacional. El mayor, Manuel, al triunfar el golpe en la capital cordobesa se pondrá al servicio del nuevo régimen. Su hermano Felipe, un mozuelo de espíritu alegre y jovial, que pasaba unos días en Córdoba cuando se inició la guerra, se enroló como voluntario en las milicias de Falange y la pasó peregrinando por diferentes frentes de batalla.
   Mi abuelo, que no era político, a pesar de tener dos hijos en el otro bando, fue respetado por las milicias republicanas. Sin embargo, tras la toma de Porcuna tuvo que poner su casa a disposición de los ocupantes. Todos y cada uno de los relojes despertadores, ubicados sobre sus respectivas mesitas de noche, de las 10 habitaciones con las que contaba el hostal desaparecieron entre chilabas y macutos de la fuerza ocupante.


   Con el fin de la guerra, se reencuentra la familia y se vuelve a poner en marcha el alojamiento. Serán necesarias nuevas inversiones para paliar el pillaje cometido por requetés y beréberes: sabanas, mantas, colchas, toallas, mantelerías y otros enseres. La abuela, volverá a encargarse de su reposición. Su  proveedor oficial de telas y gran amigo, el popular comerciante de tejidos Jesús Gonzalez a) Pistolica, instalado con un establecimiento del ramo en la calle Torrubia.
   Su afán renovador no quedó ahí, y para que el establecimiento ganara en relumbrón y empaque, vistió a las mujeres del servicio con unos grandes mandilones blancos. Con una tela de paño azul marino confeccionó un primoroso traje con botones dorados y gorra de plato con las iniciales H.E. grabadas en oro en el frontal de la misma, para el mozo encargado del cometido de recoger a los viajeros. Si ya de por si, el traje era suficiente reclamo para hacerse de las maletas de artistas y viajantes, cuando estos bajaban en la Carrera, donde tenia su parada el autobús de línea, este pregonaba estribillos publicitarios del tipo: “La Esperanza, fonda la Esperanza, donde por poco dinero se llena la panza”.
   Con mucho esfuerzo el negocio volvería a ser rentable. A cuenta de las arcas municipales se alojaron  en la fonda varios oficiales de los designados para formar parte del Tribunal  Militar encargado de enjuiciar mediante sumarísimos de urgencia a los porcunenses derrotados.



   El maestro carpintero aquejado de una cruel y larga dolencia dejaba de existir en el mes de marzo de 1940:

Azul de Córdoba (12 de marzo de 1940)


   Ocho meses más le duró la vida al menor de los varones del carpintero fallecido. Felipe, hallándose reunido en el cuartel de falange ubicado en el nº 14 de la calle Castillo muere como consecuencia de los daños causados por un disparo de arma de fuego el 3 de noviembre de 1941. Despedido con honores, su entierro fue todo un acontecimiento en aquella Porcuna de posguerra. Recuerdo perfectamente esa pistola y el traje de falangista guardado en un viejo arcón en la habitación más recóndita del ya desaparecido hostal, a la que mi hermano y yo subíamos a los amigos para mostrarles el arma, a pesar de tenerlo terminantemente prohibido por nuestra madre. La versión de los hechos que circuló entre la familia, fue la de una traicionera bala ubicada en la recamara que se escapó mientras limpiaba el arma. Después, han llegado hasta mis oídos diferentes versiones: suicidio, ajuste de cuentas…  Aunque todo apunta a una imprudencia temeraria.
   
   Ana Espinosa supo sobreponerse y continuó con el negocio.




   De esta segunda etapa, si disponemos de testimonios de primera generación aportados por mi vecina Amelia que vivió de primera mano cuanto allí acontecía.
   Había dos clases de huéspedes: los estables y los transeúntes.
   Entre los primeros a destacar al joven fotógrafo Cesar Cruz,  recién instalado en Porcuna y que estuvo alojándose en la fonda hasta contraer matrimonio. Muchas de las fotografías de mi álbum familiar salieron de su objetivo. Trabó una gran amistad con mi familia que se perpetuó con el tiempo. Una muestra de su arte, un retrato a contraluz de mi madre aún soltera:

 Encarnación Heredia Espinosa (1928-1970) "La Mazantina"

   También fueron huéspedes, el médico y posterior alcalde durante los últimos años del franquismo, don Juan Zofío López-Mezquita, don Pedro el del Silo, y dos químicos empleados de la Cibasa.


   Entre los transeúntes predominaban los viajantes de comercio que llegaban con grandes maletas muestrario, los cobradores de la contribución y los artistas. Tras la crisis de subsistencias del 45, la lana llego a alcanzar un precio elevadísimo. No faltó quien, alojándose con maletas llenas de jirones de ropa vieja, aprovechándose de la nocturnidad, sustituía éstos por la lana de los mullidos colchones.
  Entre la amplia nómina de profesionales de la farándula que se alojaron en ella podemos citar a la Niña de la Puebla, Juanito Valderrama, el Príncipe Gitano, Florita Bautista (con el tiempo Conchita), las Hermanas Guerrero y un sin fin de compañías de revista y variedades.
   Para los cabezas de cartel se reservaba la habitación nº 2 que disponía de un amplio armario, era más grande, más fresca y mejor ventilada.
   Estas actuaciones coincidían normalmente con la temporada de verano. Como mi abuela Ana, a su pesar, no podía asistir a las representaciones, por la noche en un amplio patio enlosado de piedra, refrescado con agua del pozo, invitaba a los artistas a un refrigerio, organizándose veladas improvisadas a las que solo tenían acceso un reducido elenco del vecindario y que se prolongaban hasta altas horas de la madrugada.




   Lógicamente aquellas tiples despertaban la curiosidad de todo el pueblo. Como en aquellos tiempos no se estilaba aun el secador de pelo, estas mujeres para tal menester cruzaban al patio de la vecina casa de Juana Heredia “Pinorra”, donde daba el sol durante todo el día. El trafico de curiosos en la calle Ramón y Cajal aumentaba considerablemente, para captar la fugaz instantánea del cruce de calle de estas despampanantes mujeres.
   Se tenía por costumbre celebrar fraternalmente la Nochevieja,  reuniéndose propietarios, trabajadores, huéspedes y la vecina Juana (viuda de guerra) con su numerosa prole, que era como de la familia. En cierta ocasión uno de los huéspedes hipnotizó a Amelia Millán Heredia ante el asombro de los presentes.

El relevo generacional

Mis padres y la última plantilla de trabajadores del Hostal
Jacinta (cocinera), Salvador (botones) y Manuela (limpieza)

   Tras contraer matrimonio, mis padres intentaron en vano darle continuidad al negocio. Las instalaciones con el tiempo habían quedado un tanto obsoletas y  requerían de urgentes reformas. La competencia ya venia ejerciendo como tal desde hace algunos años (Hostal Videla). La progresiva proliferación de vehículos automóviles repercutirá negativamente sobre su futuro.



   Sus principales clientes, agentes comerciales y artistas, se apuntaron a la nueva moda, lo que terminaría por hacer inviable el negocio. Se estuvo utilizando un tiempo para la celebración de bodas y banquetes, hasta su cierre definitivo a finales de la década de los 50.

   La habitación nº 2, en la que naciera Fernando Delgado, todavía durante algún tiempo sería solicitada, y cedida generosamente, a parejas de recién casados de origen humilde para su noche de bodas, antes de partir para la emigración donde fijaban sus domicilios definitivos.
   A la postre, terminaría convirtiéndose en una espaciosa casa de familia en la que me crié junto a mis padres y hermanos, y una chacha teresiana sorda (Sacramento Espinosa Párraga) que pasaba temporadas con nosotros. La habitación nº 1 se convirtió en el despacho comercial y administrativo de mi padre, la nº 2 mas fresca y mejor ventilada la idónea para sobrellevar las calurosas noches del verano, la nº 3 reservada para las visitas que con el tiempo transformaría en  mi dominio particular, la nº 4 ropero y cuarto de la plancha; las 5 y 6 ,en una especie de entreplanta, se utilizaron como trasteros; el resto de las habitaciones, en la segunda planta, desde la 7 a la 10 quedaron diáfanas y sólo se usaban para tender la ropa los días de humedad, menos está última donde su ubicaba “el arca prohibida” que contenía la ropa, los correajes y la pistola del desaparecido falangista.
  Hace un año, descubrí en la página de L.M Sánchez Tostado sobre la “Guerra Civil en Jaén” el nombre de Felipe Heredia Espinosa relacionado como víctima del franquismo. Llegué a elucubrar que pudiera haber sido asesinado por valerosos afines a sus ideas. Con la partida de su defunción en la mano, me percaté de que todo obedecía al error apriorístico cometido por algún investigador, que al asomarse a los datos suministrados por el registro civil relacionó la fecha con la causa de la muerte y se la endonó a los vencedores.


   Hasta hace poco ha permanecido inscrito su nombre en el monumento que se erigió en memoria de las víctimas de la represión franquista en el cementerio municipal de Porcuna. Puestos sobre aviso los promotores del mismo, lo cubrieron con una disimulada plaquita de mármol blanco. Aunque sigue infiltrado en otro de carácter comarcal que existe en Martos.
¡Paradojas de la Historia!

José Navajas del Río (dibujante) II.


   Tras su servicio militar se presenta en público con la que sería su primera exposición individual, la celebrada en los salones del Círculo Mercantil de Córdoba durante el mes de  marzo de 1933. Entre los trabajos expuestos por “este joven y excelente dibujante” destacan sus caricaturas objetivas, geométricas, apuntes taurinos a pluma, acuarelas y otras. En uno de los ángulos de la sala se muestra el busto del autor, hecho por la mano maestra de un compañero, Francisco Adamúz.

 “Amigo Narrio, tu arte ha pasado por los temporales bruscos de todo aquel que se forma en la calle. Yo, mejor que muchos, puedo apreciar cuanto valen en esfuerzo tus dibujos satíricos. Yo he visto tu lápiz con verticidad heroica moverse en el papel para trazar el estruendo de carcajadas crepitantes cabalgando sobre narices dromedarias y belfos acaballados, de donde pendía el infatigable cascabel de tu risa juvenil y que forma el manantial de tu arte, contra el vendaval que siempre sopla sobre los afanes de liberación.
   Pero tú cabalgas, que es lo que importa. Yo te contemplo y veo en ti cualidades triunfadoras. En esos trazos burlones que ahora tapizan las paredes del Mercantil, fruto de tu genio, he columbrado yo algo excepcional que no se amolda ni resigna a quedar estancado en la esfera de lo mediocre. Hay inspiración abundosa, hay alma, caudal de tu idiosincrasia. En la semblanza de aquellas figuras significativas, donde tu lápiz puso una flor junto a sus deformidades, hay un torrente de gracia, de risa jovial y sincera, que te segura el porvenir, llevándote en volandas a las regiones del arte.
  ¡Adelante, querido Narrio¡ Te aseguro que tu lápiz que de todo se ríe y todo lo ridiculiza, no te hará hacer el ridículo, porque en ti hay vena, genialidad, dinamismo y entereza.
Manuel Gallardo


   La aceptación de público y crítica le vale para ser pensionado por la Diputación Provincial y proseguir en el perfeccionamiento de su arte en la Escuela de Artes y Oficios.
   Por su destreza, ya demostrada en la caricatura geométrica de personalidades, realiza para la casa Borda 10 postales, en cinco colores, de caricaturas de políticos republicanos (Azaña, Lerroux, Fernando de los Ríos, Marcelino Domingo, Besteiro, Maura, Prieto, Maciá, Albornoz y Osorio y Gallardo), impresas en la acreditada casa litográfica Anel de Granada.



   Son asiduas también por esta época sus colaboraciones en "Córdoba: revista ilustrada":





   En enero de 1934, de un grupo de noveles artistas pensionados en escultura y dibujo por la Diputación, partirá la idea de exponer colectivamente sus trabajos. A Navajas del Rió lo secundan, el también dibujante y caricaturista Juan Aguayo, el escultor Francisco Adamuz y el pintor Blas Moyano.
   La prensa se hace eco de la valiente iniciativa de estos prometedores artistas cordobeses:

“Un grupo de jóvenes, que en cordial abrazo y reciproco entusiasmo, se unen para aportar cada uno su grano de arena, resumen de su inspiración, de sus esfuerzos, y ofrecer ante nosotros algo de un alto y futuro reconocimiento”.
“Lucha pues de corazones juveniles, lucha de risueñas fantasías doveladas por la rima emotiva y sentimental de un triunfo forjado en aras de la belleza y de la evocación artística”.

   Se les dedican entrevistas personalizadas. La realizada a Navajas del Río nos sirve para conocer sobre sus inquietudes artísticas. Aunque se queja, del escaso ambiente que el arte posee en Córdoba, se muestra optimista con sus proyectos e ideas para el futuro. Trabaja en su domicilio en un modesto y acogedor “estudio de luchas recónditas”. Sobre sus maestros, de los actuales destaca a Máximo Ramos y Ricardo Marín para los apuntes taurinos, a Moreno Carbonero en el estilo clásico, y Pablo Picasso en el moderno.
De entre la historia del arte a Tizziano, Zurbarán y Goya. Sus cuadros preferidos “Las Meninas” de Velázquez y “Las Viejas” de Francisco de Goya.
   De su propia obra, subraya dos cuadros sociales titulados “El Desahucio” y “Hambre y frío”. Y otra por la que siente especial predilección “Resplandor”, pintada valiéndose exclusivamente de los dedos.
   Refiere también a algunos familiares suyos relacionados con el mundo del arte. Su hermano Diego, inspector veterinario de Espejo, aficionado a la escultura; su prima Lola pintora de efectos; Pedro del Río como copista; y en Madrid, Juan del Río, coleccionista de arte, que posee un museo particular con cuadros de Perrault y Vicente López (coetáneo de Goya).

   Las prometidas ayudas de Diputación y Ayuntamiento no llegaron nunca, y la proyectada exposición quedó relegada en el olvido. Se tuvieron que conformar con un hueco en la colectiva de Bellas Artes, que con motivo de la Feria de la Salud, se celebraba anualmente organizada por el Ayuntamiento.

  No conocemos el grueso de su obra durante este periodo, sólo alguna muestra aislada. Parece coquetear con las vanguardias y experimenta junto a Juan Aguayo con un tipo de caricatura denominada geométrica-sintética, en la que simplificando las formas con el menor número de elementos posibles logran plasmar la personalidad de sus destinatarios.

Navajas del Río ( Aguayo)


Valle Inclán (Aguayo)

   En septiembre de 1934 victima de una rápida dolencia fallece su madre, Doña Petra del Río Cubero. El funeral por su eterno descanso fue celebrado en la iglesia de la Compañía presidido por el canónigo de la S.I.C. el castreño Francisco Manuel Navajas Camargo, con la asistencia de familiares y amigos de Castro del Río: Francisco Algaba Luque, José Navajas Aranda y Juan Rafael Cubero Camacho, primo de la finada.

   Sobre su posterior evolución, parece optar definitivamente por el dibujo (esa expresión plástica exenta de la seriedad austera y profunda de la que pudieros denominar como “pintura de museo”, que mediante reproducción mecánica va a parar a la efímera hoja volandera de un periódico).
   En mayo de 1935 participa en la Exposición de Bellas Artes con una serie de apuntes al pastel que denomina “Estampas Cordobesas”. Vuelve al clasicismo y mediante una técnica de apuntes rápidos se detiene en lugares emblemáticos de la ciudad como la Plaza del Potro, calles, rincones, mansiones señoriales, casas de vecinos en las que la chiquillería andrajosa se diseminan bullangueramente por sus amplios patios…
   
   Ilustra con su lápiz las páginas dedicadas por el diario la Voz a la Feria de la Salud de aquel año. 







   Crea un personaje al que bautiza como Refaé, que encarna el cordobesismo mas castizo, en la línea de aquel otro Oselito, sevillano, trianero y bético creado por el dibujante Martínez de León.








   Sus tiras cómicas vuelven a sucederse durante varios meses en el diario la Voz.
   Su estilo ha evolucionado bastante, sus figuras se estilizan, predominan pequeños trazos sueltos, borrones casi impresionistas, con los que consigue conformar su dibujo.











   El 20 de noviembre de 1935 en la iglesia parroquial de San Pedro de Nueva Carteya (Córdoba) contrae matrimonio con la señorita Carmen Moros Barranco. Actuarían como padrinos el apoderado de la casa Carbonell y Cia. en Castro del Río, don Julio Trenas Cosano y su distinguida esposa doña Dolores Cubero Camacho, tíos del novio.
   A partir de aquí dejamos de tener noticia sobre él. Posiblemente ante su nueva situación civil, desistiera definitivamente de la pluma y el pincel como herramientas de trabajo, sustituyéndolas por un convencional empleo remunerado.
   Ya en la posguerra volvemos a saber de él como autor durante varios años del cartel anunciador de la popular romería dedicada a la Virgen de la Sierra en Cabra.

   Les he mostrado su obra efímera, la reproducida en su día en prensa diaria y revistas. El resto, que presupongo de mayor calidad (sus apuntes taurinos, esas estampas cordobesas, oleos, acuarelas y aguadas) deben de conservarse en manos de sus descendientes. Considero justo un pequeño esfuerzo para intentar localizarla, por lo que agradecería cuanta información pudieran suministrarme castreños y carteyanos conducente a tal fin.